Indice
1.
Intelectuales contra el radicalismo
2. Totalitarismo, Democracia e
Ingobernabilidad.
3. Neoconservadurismo y problemas
prácticos
4. Conclusión
5. Bibliografía
1. Intelectuales contra el
radicalismo
La historia del
neoconservadurismo norteamericano comienza más o menos, en
la década de los 60’s del siglo pasado. En una
época en que los movimientos de izquierda cobraron
fuerza en todo
el mundo, un grupo de
intelectuales relativamente unificados, comenzaron el esfuerzo de
preservar los más caros valores de la
Modernidad,
atacados desde diversos ángulos, manteniendo sin embargo,
posturas críticas e intelectualmente legitimables. Al
mismo tiempo,
procuraron nunca descuidar los nexos con la política y la
sociedad hasta
ganar la hegemonía cultural en su país a principios de los
80’s.
Hay que decir que los neoconservadores comenzaron su vida
intelectual como liberales, y en general, sería
visiblemente injusto considerarlos radicales de derecha o
promotores de las derechas populistas – que ciertamente
existen en Estados Unidos
como en todo el mundo. Los neoconservadores se han ubicado
más bien al centro del espectro político, puede
afirmarse que han realizado una trayectoria de la izquierda
moderada a la derecha moderada.
Pero ciertamente, se trata de individuos que se sumaron al
anticomunismo, sin llegar a simpatizar con el Senador McCarthy, y
criticaron constantemente los movimientos universitarios de los
60’s, fundando la University Centers for Rational
Alternatives (U.C.R.A.), por ejemplo. Más
comúnmente se les vincula con la edición de
revistas de opinión, las más notables, Commentary,
de Norman Podhoretz, y Public Interest, de Irving
Kristol.
Los neoconservadores comenzaron su participación
política
en la Coalition for a Democratic majority, y en cierta medida
estuvieron cercanos al Partido Demócrata hasta fines de
los 70’s. Actualmente se hallan íntimamente
vinculados al Partido Republicano, como ha sido desde la
época de Reagan. El cambio se
operó con cierta lentitud. En un artículo de
William Pfaff, en Commentary de mayo de 1969, se caracterizaba a
los republicanos y a Nixon como un partido de empresarios de
tendencia tecnocrática y escasa sensibilidad ante los
problemas
políticos de la época. Robert Lekachman,
publicó en ese mismo año una abundante
crítica del gobierno de
Richard Nixon. James Neuchterlein decía en un
artículo de First Things de 1996, que conocía
muchos neoconservadores que habían votado durante dos
décadas por los republicanos, pero permanecían
registrados como demócratas.
El mismo Neuchterlein apunta una de las dificultades
para semejante identificación: los orígenes
judíos de la mayoría de los líderes
neoconservadores, como Norman Podhoretz. Baste pensar que
Commentary es una revista
editada por la comunidad
judía. En consecuencia, han tenido enfrentamientos con
pastores cristianos episcopálicos hasta fechas recientes,
como es el caso de Gary Dorrien, autor de un libro titulado
The Neoconservative Mind: Politics, Culture and War of Ideology,
que a decir de Mark Gerson, es una constante y hasta obsesiva
crítica moralista de las principales ideas de los
neoconservadores.
Consecuencia de su origen, los neoconservadores han sido
también críticos importantes del totalitarismo a
nivel mundial, y se han ocupado constantemente de los asuntos
exteriores de los Estados Unidos,
sobre todo del conflicto
árabe – israelí.
Cabe decir que los neoconservadores, en general, criticaron las
posturas del gobierno
norteamericano en VietNam. Irving Kristol incluso
participó en el movimiento
pacifista de esos años.
En los 70’s, las posiciones neoconservadoras se ocuparon de
enfrentar los movimientos contraculturales y el posmodernismo.
Los neoconservadores se opusieron también a las políticas
de For y Carter, expresándose por mantener posturas
más acordes con las tradiciones americanas.
Con Reagan, los neoconservadores prácticamente culminan
sus luchas por el mantenimiento
del orden y de la democracia.
Norman Podhoretz llegó a decir que: "Reagan can…be
considered one of the first new conservatives."
Por supuesto, los neoconservadores volvieron a la crítica
durante el gobierno de William Clinton (o de Billary,
según sus términos). Irwin M. Stelzer hablaba de
una "contrarrevolución" durante esa administración, y encontraba con Kristol,
que era producto de
los hijos del radicalismo de los 60’s:
"Their goal is to consolidate the victory they have won, and to
extend and institutionalize the great change in social attitudes
that grew out of the radical movement of the 60’s by
placing the state with all its resources and coercive power on
the side of feminists, homosexuals, minorities, and the various
beneficiaries of the welfare state."
Ciertamente, como dije al inicio, los neoconservadores tienen
ganada la hegemonía cultural en los Estados Unidos. Es
más, desde 1995 se habla, aún por Kristol y
Podhoretz, del final del movimiento,
pues, habiendo comenzado como un intento contestatario a los
radicales de izquierda, tras la desaparición del comunismo y el
giro de la opinión
pública hacia la derecha, su identidad
parece haber perdido sentido.
Al respecto, Podhoretz escribió:
"I think we can claim that the defense the neoconservative
mounted of American society and its traditional values against
the frontal assaults of the counterculture ended with a victory
that in its own modest way resembled the victory of the West over
communism in the Cold War."
Este breve y general recuento de la historia del
neoconservadurismo nos da al menos una idea de las generalidades
de sus planteamientos. Para examinarlos con mayor detalle, nos
ocuparemos primero de algunos elementos teóricos de su
ideología, principalmente la Teoría
de la Ingobernabilidad, y su relación con la democracia y
el totalitarismo.
2. Totalitarismo, Democracia
e Ingobernabilidad.
El principal problema para los neoconservadores es la
defensa de la democracia, dicha defensa comprende dos frentes:
los peligros del totalitarismo, y sobre todo, los de la
ingobernabilidad.
El totalitarismo ha preocupado de manera importante al
ala judía de los neoconservadores, sobre todo considerando
los antecedentes del gobierno nacionalsocialista alemán.
En consecuencia, se ha expresado una constante afirmación
en el sentido de que la política exterior norteamericana
evite el resurgimiento de las extremas derechas nacionalistas.
Las historiadoras Gertrude Himmelfarb y Lucy S. Dawidowicz han
criticado, por ejemplo, los intentos de historiadores europeos
(Uwe Dietrich Adam y Arno J. Mayer por mencionar algunos) de
introducir tendencias estructural-funcionalistas y posmodernistas
en los textos sobre el holocausto.
Así mismo, la guerra de los
Balcanes dio oportunidad a Josef Joffe de advertir un "retorno de
la historia", o mejor dicho, la continuación de una
historia, ya no de grandes, sino de pequeñas guerras de
eliminación de etnias; por supuesto, el llamado de los
neoconservadores ha sido desde el ángulo moral: "If a
thug beats up an innocent, it is my obligation to intervene". El
mismo autor criticaba la falta de ética de
los estadistas contemporáneos:
"The West did not intervene in Cambodia, though the figure of
three million murdered by the Khmer Rouge is now etched forever
into our memories. Between 1967 and 1970, Nigerian federal forces
killed hundreds of thousands of secessionist Biafrans as the
world stood by. The death factory at Auschwitz was never
bombed."
Llendo más atrás en la historia, David Gress
expresó en 1989 una crítica de la Revolución
Francesa, o mejor dicho de la valoración y/o
justificación que de los acontecimientos de 1789
hacían los historiadores marxistas dogmáticos.
Gress encontró en la obra Simon Schama, Citizens: A
chronicle of the French Revolution, una lección para el
presente: "… people suffer when individuals with power and
responsability let their political fantasies get the better of
their understanding of reality." Por supuesto, agregaba una
valoración consciente de las instituciones
democráticas y de la desconcentración del poder.
En los mismos Estados Unidos, el neoconservadurismo, a
través de la Anti Defamation League (ADL), se ha opuesto a
los radicalismos puritanos, y sobre todo a sus métodos
para ganar el control en el
ámbito político.
Debe recordarse inclusive que, después de que Francis
Fukuyama expusiese en National Interest su tesis sobre el
fin de la historia, Michael Novak (A.E.I.) expuso en Commentary,
las virtudes de la Democracia Capitalista como una forma de vida
que respeta las diferencias y los derechos
humanos.
Sin embargo, el énfasis del neoconservadurismo
está en el tema de la "ingobernabilidad". La
condición de "ingobernabilidad" a la que se hace
referencia proviene de los movimientos de los años
60’s, no tanto del marxismo
dogmático, fácilmente catalogado entre los
totalitarismos, sino de la corriente crítica de la
legitimidad de la democracia liberal a partir de la idea de una
"democracia participativa". De acuerdo con Helmut Dubiel, el
concepto de
"ingobernabilidad" fue planteado por una comisión
tripartita Estados Unidos – Europa –
Japón,
instalada en 1973 para evaluar problemas
comunes a todas las democracias liberales, y remite a siete
fenómenos:
- Control participativo de las entidades
públicas. - Pérdida de confianza en las instituciones
político-económicas. - Sensibilidad pública ante abusos de poder
- Entendimiento de la población hacia "comportamientos
políticos ‘no convencionales’". - Conflictos en ámbitos
"prepolíticos". - Falta de identificación con los partidos
políticos y crecimiento de nuevas formas de organización política. - Mentalidad de protesta
Los Kristol, Irving y William, han identificado
claramente los enemigos del neoconservadurismo: el Liberalismo y
la Contracultura. En sus comentarios, ambos resaltan el carácter
irracional e incoherente de ambos movimientos: uno, el Liberalismo,
se encuentra en crisis
constante y afronta una notoria impopularidad en Estados Unidos
por sus ataques a los valores
tradicionales, y sus propuestas de elevar los impuestos y
fortalecer el aparato gubernamental. La contracultura, así
mismo, ni siquiera es un movimiento con orígenes
claramente identificables.William Kristol define el "liberalismo"
como "a movement committed in politics to further expansion of
the welfare state, and in social matters to an agenda of
individual autonomy an "liberation"". Frente a este protector de
la contracultura, Kristol indica la necesidad no sólo de
combatirlo, sino de superarlo. Su padre, por su parte, indicaba
que la contracultura es un fenómeno peligroso e
inevitable, pero al cual debe resistirse apoyándose en la
ortodoxia, al menos para ganar tiempo hasta
proveer de nueva vida a las formas culturales
ortodoxas.
También el fenómeno de la
"Balcanización", esto es, el resurgimiento de las
diferencias étnicas, religiosas y regionales al interior
de los Estados nacionales, ha preocupado a los neoconservadores.
Patrick Glynn advertía inclusive sobre la posibilidad de
que toda la Civilización occidental estuviese entrando en
un nuevo ciclo de fragmentación, con sus consecuentes
fenómenos de intolerancia, violencia e
irracionalidad. Esto es, un "nuevo barbarismo", una nueva
Edad Media,
que niega el concepto de ser
humano racional y hace peligrar a la ueva Roma: " a country
where nationality has nothing to do with ethnicity, a nation
which has fought, through a civil war and a great domestic
turmoil, to realize, however imperfectly, the principle of
universality and tolerance."
Muy vinculada a la Balcanización y al "Welfare State"
está la "Acción Afirmativa", conjunto de acciones
dirigidas a compensar las desventajas de ciertos grupos
minoritarios de los Estados nacionales, y que Thomas Sowell
calificó en 1989 como "A Worldwide Disaster", en virtud de
sus planteamientos idealistas, resultados disgregadores,
discriminatorios y poco convincentes en términos
reales.
3. Neoconservadurismo y
problemas prácticos
Hemos visto que los neoconservadores norteamericanos
procuran defender la democracia ante la ingobernabilidad,
representada por el liberalismo, la contracultura, la
balcanización y la acción afirmativa. Ese combate
no se reduce al ámbito intelectual, sino que está
presente de manera constante en la forma en que plantean soluciones a
los problemas cotidianos de los Estados Unidos. Parecen
singularmente representativas de su pensamiento
las posturas que han expresado sobre temas como la homosexualidad, la seguridad
pública, las "cuotas" compensatorias a favor de las
minorías y la política migratoria.
La homosexualidad.
E.L. Pattullo, académico de la Universidad de
Harvard, preocupado por las campañas en pro de los
"gay-rights" que caracterizaron el gobierno de William Clinton,
escribía en 1992 que, (independientemente de las ideas
religiosas y nacionalistas) ante la ambigüedad e
incertidumbre sobre la forma exacta en que se construye la
identidad
sexual, debe ciertamente suprimirse toda discriminación contra los homosexuales.
Mas, precisamente con ese argumento, rechaza las posibilidades de
adopción
de las parejas homosexuales, y la intervención de
éstos, en cuanto tales, en la educación de
niños y
adolescentes.
Con todo, Pattullo se pronuncia por eliminar prejuicios
irracionales, mas insiste en aceptar con realismo las
características heterosexuales de la
sociedad
norteamericana. Esta postura, ambigua como él mismo
reconoce, está más bien dirigida a abrir espacios
de discusión sobre la participación de los
homosexuales en la sociedad.
En este caso, como en otros, la posición neoconservadora
no es extrema: en aras de la democracia se acepta la diversidad
aún en este campo, mas siempre procurando el mantenimiento
de la unidad cultural.
La seguridad
pública
En 1993, William Tucker se preguntaba: "Is police brutality the
problem?" e indirectamente respondía que el problema era
más bien el de la inseguridad
pública, derivada de un fuerte clima de violencia.
Desde luego, la cuestión se vinculaba a los disturbios de
Los Angeles de 1992, tras el fallo en el célebre caso
Roadney King.
Tucker indicaba: "…in América
will have greater and greater cause to rue the fact that the
police are being morally disarmed and demoralized by a climate of
opinión that seems to regard them as a bigger treat to
society than the criminals they have to confront."
Al año siguiente James Q. Wilson uno de los
colaboradores frecuentes de Commentary, académico de
U.C.L.A., presentaba un panorama muy amplio de la visión
de un neoconservador sobre la problemática del crimen.
Wilson insiste fundamentalmente en medidas que fortalecen el
contacto entre la policía y la sociedad en la
persecución de delitos
("community-bassed policing"), principalmente en la
localización de armas, individuos
"sospechosos", patrullaje, crímenes juveniles, etc. No se
valora el sistema
carcelario, en virtud de su ineficacia, como tampoco los programas
correccionales. Llama la atención en cambio, a
favor de una política preventiva, que procure evitar la
vinculación de los jóvenes con el crimen. Dicha
política, por supuesto, debe procurar el fortalecimiento
de los valores
familiares.
Wilson se dirige fundamentalmente hacia la
posición de las madres en las familias pobres.
Evidentemente es necesaria la presencia de ambos padres, ("What
we really want is fewer illegitimate children") por ello,
la mujer no
debería tener que trabajar o bien, debería contar
con la ayuda de otros adultos, sobre todo si es joven y soltera.
En suma, debería sacarse a los niños
de todo ambiente
propicio para el crimen. A ese esfuerzo contribuyen organizaciones
sociales, grupos de apoyo,
instituciones religiosas, etc.
Por supuesto, existe un patente rechazo a las políticas
del "welfare state".
Las "cuotas" compensatorias de la participación de las
minorías.
Terry Eastland, quien fue colaborador del gobierno republicano de
los años 80’s, elogiaba la decisión de la
Corte Suprema en contra del establecimiento de "cuotas" o
porcentajes de participación obligatoria de grupos
raciales minoritarios en ciertas empresas o
dependencias. El problema provenía de tres casos
concretos. Eastland aseguraba que, en estos casos, los supuestos
defensores de los derechos civiles que
apoyaban ese tipo de medidas estaban, precisamente, desvirtuando
la idea de derechos civiles, ya apoyan
nuevas formas de discriminación.
El autor aclaraba que, en determinados casos, es posible
tener ese tipo de preferencias, mas sólo con el fin de
romper la exclusión racial absoluta en ciertos empleos y
no para construir un "balance racial". El fundamento de sus
argumentos estaba en la idea de que el Estado
está obligado a garantizar la igualdad de
oportunidades, y en consecuencia la igualdad de
derechos; mas al tratar de garantizar también la igualdad
de resultados, se rompe el único principio del consenso
racial norteamericano, a saber: "equal rights for all,
discrimination against none". Ese principio, según
Eastland, debiera ser la base de la auténtica
restauración de los derechos civiles.
Política migratoria.
Ben J. Wattenberg y Karl Zinsmeister, reaccionaron en 1990 a la
legislación migratoria en discusión en esas fechas.
Los autores, miembros del American Enterprise Institute, la
más notoria sede intelectual de los neoconservadores,
reunieron los diversos argumentos a favor y en contra de la
inmigración, e hicieron alguna propuestas.
Contra la migración
encontraron problemas demográficos, ecológicos, de
gasto social, oportunidad de empleo y
peligros de "balcanización". A favor, identificaron la
juventud,
espíritu emprendedor y capacidades intelectuales y
laborales de los inmigrantes.
En consecuencia, los autores proponían fundar la
política migratoria en la meritocracia. Más
claramente decían:
"…entrants would be selected through a skill-based system, with
points awarded for years of school completed, apprenticeship or
vocational training, knowledge of English, high profesional
status or special educational achievements, and some carefully
drawn blueprint of occupational demand in U.S."
Por supuesto, subrayaron la necesidad de continuar la
apertura a los refugiados, y reconocieron la identidad de Estados
Unidos como "the first truly universal nation in history". Sin
embargo, invitaron a conciliar esa identidad, integrada a pesar
de sus diversos orígenes, con las posibilidades reales,
técnicas si se quiere, para recibir nuevos
migrantes.
En esa postura relativamente moderada también se situaba
Francis Fukuyama en 1993, cuando criticaba las ideas vertidas por
Patrick Buchanan en la convención republicana. Fukuyama se
dedicó a criticar la posición conservadora de
Buchanan, que rechazaba la migración
a partir de criterios culturales, y hacía un llamado a
formar un bloque para emprender una guerra
cultural. El autor señaló, en principio, que esa
postura provenía de la identidad norteamericana, que
aunque es supuestamente multicultural, está centrada en la
cultura
protestante anglosajona y sus valores. Sin
embargo, los valores familiares, según Fukuyama, son en
ocasiones más fuertes en algunos inmigrantes, y si bien no
niega que conlleven problemas
sociales o económicos, insiste en que no constituyen
el principal peligro para la cultura
norteamericana. El peligro, en realidad, se encuentra entre los
propios norteamericanos: "In the upcoming block-by-block cultural
war, the enemy will not speak Spanish or have a brown skin. In
Pogo’s words, "He is us"".
Este breve examen del pensamiento
neoconservador adolece, por supuesto, de muchos faltantes: la
política exterior, el aborto, los
valores familiares, etc. temas todos de notoria importancia para
esta corriente han quedado fuera en virtud del carácter
general de este trabajo.
Sin embargo, lo primero que salta a la vista es la diferencia
entre la vida política norteamericana y las de otros
países. En la primera, una corriente de pensamiento puede
considerarse "conservadora" y defenderse legítimamente,
cuando en muchos otros sitios una situación semejante
sería impensable, y no sería posible mantener el
concepto de "conservador" alejado de cierto contenido
peyorativo.
Por supuesto, el examen de la historia y conceptos generales de
esta corriente nos pone frente a un esfuerzo respetable de vivir
en la democracia, aunque por supuesto tan criticable como
cualquiera. Ciertamente, la Teoría
Crítica, la Contracultura, el Liberalismo, etc. se han
ocupado de enfrentarse a los neoconservadores norteamericanos.
Debe valorarse en principio, su defensa de la democracia y su
lucha contra el totalitarismo aún en el sentido de la
reinterpretación histórica. Por supuesto, muchos de
sus planteamientos pudieran parecer cuestionables, y por momentos
ambiguos, pero no puede negarse que han cubierto un importante
sector de la sociedad norteamericana. En ese sentido, lo que
más llama la atención son sus métodos.
Los neoconservadores, por supuesto, no movilizan a las masas
directamente, no son organizadores de grandes campañas ni
de movimientos sociales como las izquierdas y derechas
populistas. En cambio, su lucha se ha realizado desde revistas,
libros,
instituciones de investigación, universidades; en ocasiones
participan directamente en la política, aunque siempre
manteniendo su papel de
intelectuales. Aunque pareciera que estos medios
pudieron haber resultado poco efectivos debe subrayarse que fue
todo lo contrario, por esas vías, los neoconservadores
obtuvieron lo más importante: la hegemonía
cultural. Acaso la lección más importante que el
neoconservadurismo pueda plantear es precisamente su método de
combate.
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Resumen:
El movimiento neoconservador de los Estados Unidos surge en la
década de 1960 como un intento contestatario ante los
movimientos de izquierda marxista y contraculturales que
caracterizaron esa época. Se trata de un movimiento de
intelectuales, judíos principalmente, que mantienen
presencia en los medios de
comunicación y en la política (sobre todo en el
partido republicano), procurando defender las tradiciones de la
modernidad, sin
caer en dogmatismos. Critican tanto al totalitarismo como la
ingobernabilidad, valorando en cambio la idea de democracia
liberal. Atacan el totalitarismo desde perspectivas morales, mas
su principal punto de referencia es la lucha contra la
ingobernabilidad representada por el "liberalismo" de los
60’s. Sin embargo su tarea no ha sido sólo en el
plano de las teorías
políticas, sino también en el de los problemas
concretos, por ejemplo los derechos de los homosexuales, la
acción afirmativa, la seguridad pública y la
política migratoria.
Autor:
David Carbajal