INDICE:
Introducción
Definición Del Término
Eutanasia
Eutanasia: ¿Existe un derecho a
morir?
Formas De Aplicación De La
Eutanasia
La Batalla Política Sobre
La Eutanasia
La Eutanasia Y La Ley.
Posición De Las Distintas Religiones Frente A La
Eutanasia
Postura Moral Católica .
La Congregación Para La Doctrina De La
Fe.
El Cristiano Y La Eutanasia .
¿Tiene Sentido El Sufrimiento
Humano?
Algunos Puntos A Favor Y En Contra
De La Eutanasia
Eutanasia: ¡Cuando El Médico Mata Al
Paciente!
El Dolor
El Papel Del Medico.
La
Eutanasia A Nivel Mundial
La Actual Discusión Sobre La
Eutanasia.
La Eutanasia En El Mundo
Romano .
Francis Bacon Y Tomás Moro.
La Eutanasia Y El Nacional-Socialismo
Alemán .
Algunos Casos Notables De Eutanasia.
Razones De Un Cambio De Perspectiva .
La Eutanasia Con Niños
Deficientes.
La Eutanasia Libremente
Elegida .
Ejemplo De Testamento Sobre Eutanasia (Testamento
Vital).
Conclusión
Blibliografía
INTRODUCCIÓN
Para poder hablar
de Derecho a la Vida y la Eutanasia,
primero habría que definirse por lo menos las dos
nociones : Eutanasia y
Derecho a la Vida, por la primera se encuentran definiciones como
las que veremos a continuación :
Algunos autores ven que el concepto o la
noción de Eutanasia es demasiado ambigua, lo que puede
llevarnos a entender cosas muy diferentes y hasta contrarias.
Vamos a referirnos a ella :
1. Un uso normatizado : "Muerte sin
sufrimiento físico" o "la que se provoca
voluntariamente"
- Otro uso es el Fáctico "muerte sin
dolor" o "muerte en estado de
gracia" - Como significado etimológico. O el
de "Lucha contra el sufrimiento a cualquier precio".
Supresión de la vida en un enfermo incurable, sea a
petición propia o de su familia, el
médico o el
estado ; decisión de abstenerse de medios
extraordinarios, considerados desproporcionados en la fase
terminal y vistos como "encarnizamiento
terapéutico". ; - En el mundo grecorromano, era "morir bueno" Derecho a
la propia muerte, con el significado de muerte apropiada , que
otros llaman muerte digna.
Ante esta disparidad de significados, hay que ver la
historia del
vocablo, mirando los significados que a lo largo del tiempo ha
tenido: En el mundo grecorromano es "morir bueno", morir
bien, el que ha muerto bien. Pero estos tres términos han
recibido diversos significados a lo largo de la historia,
miremos primero el hecho de tener un "morir bueno" (sin
dolor):
- En el mundo grecorromano, ésto significa el
morir bien, sin dolor, no tiene en cuenta la ayuda al morir. ,
Cicerón le da significado a la palabra como "muerte
digna, honesta y gloriosa". - En la Historia Griega, Hipócrates (S. V a.C.)
en su juramento afirma que no dará medicamento mortal
por más que se lo soliciten. Platón,
(427-337 a.C.) dice lo contrario en la república :
"Se dejará morir a quienes no sean sanos de
cuerpo". - En los Romanos, la práctica es
múltiple : Muerte sin dolor por miedo a afrontar
conscientemente el sufrimiento y la propia destrucción
(Tácito en sus Anales) - Los Estoicos, (Séneca, Epícteto y Marco
Aurelio) ven la Eutanasia así :
Séneca : "Es preferible quitarse la vida, a una
vida sin sentido y con sufrimiento". Epícteto predica
la muerte
como una afirmación de la libre voluntad.
Para efectos prácticos se toma como
definición de Eutanasia la siguiente: Un derecho
del paciente a decidir la forma y el momento de su muerte., esto
dentro de una definición corta, pero que busca como
único fin el librar a una persona de sus
intensos sufrimientos, de una agonía inmisericorde que
padece como resultado de una enfermedad grave e incurable (por
ejemplo algunos tipos de cáncer o un SIDA). Dicha
enfermedad o estado debe
haber sido diagnosticado suficientemente, de manera que su
característica de irreversibilidad, sea
tal, que se determine la muerte como
algo inevitable. Dentro de la misma definición, el
concepto de
paciente, como el del ser humano que padece algo, puede ser un
sufrimiento físico. Sin referirnos al sufrimiento moral o
psicológico exclusivamente, aunque por esto, no se
descarta que el sufrimiento físico le pueda provocar un
sufrimiento como los enunciados anteriormente. De esto, pienso
que la eutanasia si puede ser un derecho pero bajo ciertas
condiciones, aunque como veremos a lo largo de esta trabajo,
tiene sus puntos a favor y en contra, además de las
implicaciones morales y legales que trataremos de vislumbrar en
este ensayo.
Definición
del término eutanasia
La palabra eutanasia viene del griego, así :
eu = bueno, thanatos = muerte. "Buena muerte" término que
ha evolucionado y actualmente hace referencia al acto de acabar
con la vida de otra persona, a
petición suya, con el fin de minimizar su
sufrimiento.
El suicidio asistido
se puede hacer de dos maneras:
1. Por acción directa del
médico.
2. Por orientaciones e indicaciones del médico,
mediante las aplicaciones de drogas o
gases
mortales.
Esta última hace tan responsable al
médico, como cuando se manda una droga para
curar al paciente. Se inventarán multitud de
fórmulas, y máquinas
de la muerte. Se han hecho folletos de cómo producir la
muerte. Posiblemente quedará en la conciencia de
cada cual, si procede o no.
Pertenecemos a una sociedad, a una
familia y
nuestras decisiones afectarán siempre a otros. La
autonomía absoluta afectará la integridad propia y
la de otros seres. La autonomía de cada uno podrá
tropezar con la autonomía del otro. Cuando un paciente
pide que se termine con su vida, tiene que contar con la
autonomía y la conciencia
moral de su
médico y de sus seres queridos. No es sólo
establecer un reglamento o unas condiciones para permitir este
acto.
Existe una condena casi unánime a la llamada
eutanasia activa, o sea, propiciar la muerte de alguien
aplicándole alguna sustancia para acabar con su
vida.
Una profunda investigación sobre la eutanasia, uno de
los dilemas históricos más discutidos de la
medicina.
Médicos, religiosos, abogados y familiares de enfermos
terminales, dejan su testimonio sobre el tema. La mayoría
admite la eutanasia pasiva, es decir, evitar prolongar la vida de
un paciente por medios
mecánicos cuando se sabe que aquel ya no tiene
posibilidades de vivir.
Etimológicamente, eutanasia significa muerte
dulce o sin sufrimiento físico. Pero hoy se la entiende
como el fallecimiento provocado voluntariamente a una persona que
ya no puede soportar los dolores de una enfermedad terminal y que
no tiene ninguna esperanza de vida, convirtiéndose en una
pesada carga para sí misma y para su familia, en lo
espiritual, psicológio y hasta
económico.
La eutanasia constituye un desafío desde el punto
de vista ético y también desde lo legal. Algunos
enfermos desahuciados piden que los dejen morir con dignidad para
que se acaben sus sufrimientos. Ahí se presenta todo un
dilema para los médicos y familiares, quienes deben
adoptar una decisión final.
Un nombre importante en la historia de la eutanasia es
Nietzsche, que consideraba debía aplicarse tal
práctica a los "parásitos de la sociedad, a los
enfermos que vegetan perezosamente". El influjo de Nietzsche
será muy relevante en el nazismo, tanto en
el tema de la eutanasia como en otros. También
influirá la famosa obra de K. Binding y A. Hoche, en la
que se define la aplicación de la eutanasia a los enfermos
incurables. Son los que difundirán el concepto de "vida
sin valor".
Es indudable, que el primordial derecho que puede
asistir hoy a todo ser humano es el de la vida, pero cuando se ve
afectado por unas condiciones de salud lamentables, que
llevan a quien las padece a verse en una situación en la
cual se ve recluido en una unidad de cuidados intensivos, de la
cual no se sabe si saldrá, donde su existencia está
en la cuerda floja, donde puede existir una salida irreversible,
donde la existencia dependerá en el futuro de medios
extraordinarios, conectado a máquinas
como el respirador artificial, cabe preguntarse si se está
cuidando la vida o prolongando la agonía que nos puede
llevar a la muerte.
Sin embargo, se debe reconocer algo al ser humano, este
derecho a que se le reconozca la posibilidad de disponer de su
propia vida en situaciones especiales simplemente por la dignidad
que éste puede tener, el reconocerle a un ser humano la
posibilidad de definir que hacer con su vida es respetar la
humanidad del otro (su humanidad), es el respeto de la
libertad y de
la vida propia, y esto nos ayuda a definir lo que es una vida
digna, se puede argumentar desde este punto de vista, de la
dignidad humana, la exigencia de instaurar la eutanasia (bajo
ciertas condiciones) como una lucha por el reconocimiento del
derecho a la muerte digna, entendiendo por muerte indigna aquella
que prolonga inmisericordemente la vida por medios artificiales,
en la que la vida se escapa lentamente y se da un apego puramente
al cuerpo físico.
Mirando al paciente cerca de la muerte, se puede ver la
dignidad del mismo desde ciertos puntos de vista:
1. El derecho a morir es más una exigencia
ética
que un derecho en toda la extensión de la palabra, y no se
refiere al morir en sí, sino a la forma y razones de y
para morir
2. Los derechos del paciente, son
reconocidos por la ley, y se pueden
tomar como criterio moral de la ética del
morir. Y el contenido que tiene esta resolución, supone
una serie de exigencias que han de ser realizadas por parte de la
sociedad : Atención al moribundo para aliviar el dolor
y prolongarle la vida; estar verídicamente informado sobre
su enfermedad; conocer y recibir explicaciones sobre costos de su
tratamiento; derecho a que su voluntad personal sea
respetada, todo a través de un comité de Etica
Hospitalaria.
El morir dignamente sería entonces el morir libre
de dolor, con los analgésicos y tranquilizantes necesarios
para el desasosiego y con el suministro de medicamentos que se
requieran contra las incomodidades que se puedan presentar,
eliminando en lo posible el sufrimiento de toda índole,
siendo respetado y tratado como ser humano, cumpliendo con las
condiciones planteadas en el punto anterior. Aunque no solamente
reduciendo el dolor, lo que vale es una vida con cierta
autonomía y libertad. El
morir dignamente es que se respete la dignidad del moribundo,
existen procesos de
fallecimiento en que medidas de encarnización
médica entran en conflicto con
la dignidad de la persona, no se debe, entonces, anteponer el
tratamiento médico a la dignidad de la persona, hay casos
en que el paciente anhela de alguna manera la muerte, pero por
causa de la intromisión médica, escudada en un
deber moral, el paciente debe soportar una degradación tan
grande que no la iguala lo terrible que podría ser el
camino hacia la muerte, destruyéndose la dignidad de la
persona, por lo cual éstas medidas ya no conservan un ser
humano, sino lo que hemos llamado mejor: una piltrafa humana. Lo
que debe preservar el médico es al ser humano integral y
no solamente una mera existencia vegetativa
Eutanasia: ¿Existe un
derecho a morir?
Dentro de los debates éticos en la
profesión médica, la eutanasia goza de una singular
actualidad. Después de años, una gran literatura médica ha
sido publicada a favor y en contra. La discusión gira
alrededor de la tensión entre los imperativos
éticos para aliviar el sufrimiento, particularmente en
pacientes terminales quienes toman una decisión consciente
de finalizar sus vidas, y la proscripción contra la
participación del médico y otros profesionales de
la salud en el
control de una
vida.
El tema no es nuevo, a finales de 1939 se encontraba en
la Clínica Pediátrica Universitaria de Leipzig,
dirigida entonces por el profesor doctor Catel, un niño
ciego y subnormal con sólo dos extremidades. Su abuela
dirigió una solicitud a Hitler para
garantizarle la llamada "mercy killing" o muerte por
compasión.
Hitler envió a su médico particular, el
doctor Brandt, quien, tras una consulta con el doctor Catel,
autorizó la aplicación en ese caso de la
eutanasia.
El 18 de agosto de 1939 se dispuso la obligación
de declarar los recién nacidos con defectos
físicos. Tres peritos de la máxima solvencia, entre
ellos el doctor Catel, decidían la muerte o la vida del
niño y extendían una autorización,
fundándose en el formulario de las declaraciones. Los
médicos de los 21 departamentos pediátricos de
Alemania
habían sido instruidos verbalmente de que este escrito
otorgaba la autorización para matar al niño. Se
calcula en unos 5,000 el número de niños
exterminados, mediante la
administración de morfina o luminal. Poco
después, Hitler dictaba
las normas legales
que legitimaban en el ordenamiento jurídico de la Alemania
Nacional Socialista, la eutanasia.
Por primera vez en la historia, la autoridad
política
emanada de unas elecciones rigurosamente democráticas
aprobaba la supresión de "vidas humanas sin valor", que
permitió la puesta marcha de la llamada Acción T-4,
programa nazi
de implantación de la eutanasia.
Las razones de su aprobación fueron motivos
supuestamente "humanitarios", muy parecidos a los que se alegan
en la actualidad. Era el inicio de un vasto plan de
exterminio quo arrojó un saldo de seis millones de vidas y
el único precedente legal -bueno, es hoy recordarlo- las
iniciativas parlamentarias que pretenden actualmente, en algunos
países de Europa y América, despenalizar la eutanasia en
determinados supuestos.
La eutanasia, es la terminación deliberada de la
vida de un paciente en orden a prevenir posteriores sufrimientos.
Es decir, se entiende como acción u omisión que por
su naturaleza o
en la intención, causa la muerte, con el fin de eliminar
cualquier dolor.
Es bueno detenerse aquí; dado que el debate se
plantea desde en equívocos y muchas veces con una
terminología que oculta el verdadero carácter
del acto. Así, conceptos como "derecho a disponer de la
propia vida", "derecho a una muerte digna", "morir con dignidad",
ocultan el intento de dignificar el suicidio y la
cooperación homicida con el suicida.
El simplismo con que suele plantearse a la opinión
pública un tema tan complejo, lleva a dudar del
valor real de
las abundantes encuestas a
favor de la eutanasia que esgrimen sus partidarios, y cuyo
objetivo es
crear la falsa imagen de una
"amplia demanda
social". Como la terminología empleada es muy confusa,
incluso para los entendidos, hay fundadas sospechas de que el
encuestado contesta muchas preguntas tal como el encuestador
pretendía. Me pregunto si no estaremos ante una
campaña de marketing
tendiente a crear una opinión
pública favorable, técnica que en
países, llámense desarrollados, ha sido muy
útil en las campañas pro-aborto.
Ahora, analicemos los argumentos esgrimidos para su
legalización:
1) La primera es la razón de la libertad o
autonomía: cada persona tendría derecho a controlar
su cuerpo y su vida incluso su muerte.
2) La segunda, estima que la vida del paciente puede
carecer de valor según criterios objetivos:
dolores insoportables, estado terminal, como irreversible,
senilidad avanzada, situación de grave postración
física o
psíquica. Aquí la elección del paciente
puede ser una confirmación del juicio objetivo, pero
en el caso de que no expresara su parecer el médico o los
familiares pueden interpretar en vez del paciente su supuesto
deseo de no permanecer vivo en tales condiciones.
Por tanto, lo que justifica aquí el homicidio por
piedad no es la voluntad autónoma del paciente, sino el
presunto amor compasivo
del médico.
Estas actitudes
corresponden a dos visiones de la ética médica muy
difundidas actualmente: la escuela de la
compasión y la escuela de la
autonomía. A pesar de sus diferencias, ambas coinciden en
negar que la medicina sea
intrínsicamente una profesión moral con principios que
puedan poner límites a
lo que los médicos o enfermos consideran subjetivamente
más conveniente.
Vale la pena recordar aquí el juramento
hipocrático por los valores
éticos que encierra: "Jamás proporcionaré a
persona alguna un remedio mortal, si me lo pidiese, ni
haré sugestión alguna en tal sentido; tampoco
suministraré a mujer alguna un
remedio abortivo. Viviré y ejerceré mi arte en santidad
y pureza" (siglo V a.c.)
Vale preguntarse: ¿la sociedad ha cambiado tanto
como para perder esa actitud de
respeto ante la
vida y la muerte?; ¿cual será el nuevo código
de ética por el jurarán nuestros graduados?;
¿por qué se exalta la dignidad humana y en los
hechos se le denigra?; ¿es éticamente neutra la
profesión médica?
Según la primera escuela, la medicina es
moralmente neutral y sólo se usa bien cuando se adapta a
los deseos del paciente. Según la segunda escuela, lo que
hace éticamente buenas las acciones del
médico no es la voluntad del paciente, sino el motivo
filantrópico y compasivo del doctor, no en cuanto
profesional sino en cuanto ser humano.
Sin embargo: ¿cómo se puede probar de un
modo objetivo que un médico ha matado a un paciente por
compasión?; ¿qué se entiende por
sufrimientos intolerables?; ¿cómo se puede
determinar la validez del consentimiento, cuando en el contexto
emocional que rodea al paciente pueden darse distintos grados de
miedo, ansiedad y depresión?
La petición del paciente no es necesariamente una base
firme, porque es sabido que en realidad, pedir la muerte a menudo
significa algo más: puede ser una petición de ayuda
y compresión ¿Quién sería el
encargado de matar al enfermo? En caso de ser el médico,
esto desvirtuaría la esencia de su profesión
llamativamente con aquellos que por su situación,
necesitan tener más confianza en él
¿Cuál es el caso límite que plantea tal
recurso humanitario? Enfermos terminales, se dice en un
principio, pero sus defensores ocultan sus verdaderos
propósitos, ya que son partidarios de aplicar
también la eutanasia a determinados enfermos no
terminales; adultos con incapacidades mentales, esclerosis
múltiple, paraplejia, anomalías neuromusculares,
etcétera. ¿Esto no nos hace recordar alguna
época pasada?
Hoy en día es necesario afirmar, que la medicina
no se opone al cese del tratamiento cuando sólo sirve para
prolongar la muerte, ni al uso de ciertas medidas para aliviar el
sufrimiento, aunque tengan como inevitable consecuencia abreviar
la vida.
Los médicos nunca deben provocar la muerte; la
medicina no está para eso, aunque alguna ley lo permitiera
o sea solicitado por el paciente, su familia o un comité
de cuidados hospitalitarios.
Una muerte digna encuentra respuesta, no en la
legalización de la eutanasia, sino en el desarrollo y
difusión de cuidados paliativos, tratando de eliminar el
sufrimiento y no al ser humano que sufre, compartiendo sus
temores e incertidumbres, en la actitud
solidaria de sus familias hasta sus últimos
momentos.
Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano
inocente, sea feto o embrión, niño o adulto,
anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie, además,
puede pedir ese gesto homicida para sí mismo o para otros
confiados a su responsabilidad, ni puede consentirlo
explícitamente o implícitamente. Ninguna autoridad
puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. Se trata de
una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un crimen
contra la vida.
Formas de aplicación de
la eutanasia
– Eutanasia pasiva : este es un término mal
utilizado por los medios de
comunicación y a lo único que se refiere es a
la muerte natural, así se suspende el uso de los
instrumentos de apoyo de vida o el suministro de medicamentos
para que se dé una muerte completamente natural que no
contraria en nada la ley natural.
– Eutanasia activa : este término se refiere
a la muerte que se ocasiona de una manera directa para poner fin
al sufrimiento del paciente.
El suicidio asistido se relaciona vagamente con la
eutanasia, este se produce cuando alguien le da información y los medios necesarios a un
paciente para que pueda terminar fácilmente con su propia
vida.
Ya hemos hablado del cambio
semántico del término eutanasia que significa
inicialmente la muerte en paz, sin dolores, incluso en plenitud
de conciencia, sin disminución de las cualidades
psíquicas del individuo.
Hoy, la eutanasia significa la acción
médica por la que se acelera o no se evita la muerte de
una persona enferma. Precisamente lo que distingue la eutanasia
en relación con el suicidio es el hecho de que se trate de
una persona enferma, afectada por una dolencia grave.
Dentro de la moral
católica se ha hecho siempre una distinción entre
la eutanasia activa y positiva por un parte y la pasiva o
negativa por otra.
- Eutanasia activa: Es la acción
médica con la que se pretende positivamente la
supresión de la vida de una persona enferma. Una forma
típica actual de eutanasia activa sería la
administración de una sobredosis de
morfina con la que se pretende intencionadamente poner fin a la
vida y a los sufrimientos del paciente. - Eutanasia pasiva: No se trataría
de una acción, sino de una omisión de la
no-puesta en práctica de una terapia médica que
podría prolongar la vida de un enfermo. También
sería eutanasia pasiva la decisión de los
médicos de Bloomington de no prestar atención y dejar morir al niño
afectado por el síndrome de
Down.
Dentro de la eutanasia positiva, la moral
clásica ha distinguido, basándose en el principio
moral del doble efecto, entre una eutanasia directa y otra
indirecta. En el primer caso, la acción
médica tiene en sí misma la supresión de la
vida del enfermo. En la eutanasia indirecta, la acción
médica tiene un doble efecto o significado: por una parte,
tiende a disminuir y a aliviar los dolores del paciente; pero,
por otra, es posible que debilite las energías del enfermo
y acorte su vida. Esta situación puede presentarse en
la
administración de ciertos derivados de la morfina, en
dosis no letales, con el intento de aliviar los intensos
padecimientos de un enfermo.
La batalla política sobre la
eutanasia
Los partidarios de la eutanasia no dudan en acusar a los
médicos de no permitir al paciente morir en paz. El
típico cuadro que presentan es el de un anciano atado a
una cama, agonizando, en constante dolor y con tubos en todos los
orificios naturales de su cuerpo y en algunos artificiales. El
médico trata de mantenerlo vivo, quizás para
obtener un mayor honorario o quizás porque no quiere
admitir que ha perdido la batalla para salvar una
vida.
Una observación común entre personas
retiradas es: " No quiero que se me mantenga vivo con todos esos
tubos y mediante tratamientos caros y dolorosos."
Cada día surgen más voces que están
pidiendo una legalización de la eutanasia. Hasta ahora se
ha conseguido en algunos países algo que éticamente
es aceptable. Se ha reconocido el derecho del enfermo a rechazar
tratamientos extraordinarios y poder morir en
paz y con dignidad.
Evidentemente, para varias de las asociaciones
favorables a la eutanasia se trata de un primer paso hacia una
situación en la que también se admita la eutanasia
positiva con aquellos pacientes que solicitan que se ponga fin a
su vida.
Una serie de objeciones muy importantes en contra de la
legalización de la eutanasia, pero que además
deberían ser tenidas en cuenta en los apartados
procedentes. Se dividen estas objeciones en tres apartados:
Desde el punto de vista de los médicos, del enfermo y
de la sociedad.
Es muy importante tener en cuenta el grave
deterioro que puede seguirse en la imagen
social del médico como consecuencia de la
admisión de la eutanasia, que lógicamente
sería realizada por medios
"médicos". La vocación del
médico se ha entendido siempre como un servicio
a favor de la vida; si se admitiese legalmente la eutanasia
se convertiría, en determinados casos, en un
"agente de muerte". ¿Cómo
sería la relación médico-enfermo si
éste es consciente que está tratando con una
persona que puede poner fin a la vida de los pacientes?. La
imagen del médico y su relación con el
enfermo se ha deteriorado ya de forma impresionante en un
aspecto muy importante de la profesión: la
"humanidad" en su relación con el
paciente.Es muy difícil además tener una
certeza en la prognosis de la enfermedad y en su curso. La
medicina puede llegar a la conclusión de que un
enfermo es irrecuperable, que su enfermedad es
absolutamente irreversible y que el tiempo de
vida que le queda es sumamente reducido. Pero todos hemos
conocido casos en que el curso de la enfermedad es
absolutamente inesperado, en que la vida del enfermo se
prolonga machismo más de lo que la medicina hubiera
podido esperar, incluso en niveles importantes de
recuperación.- Por parte del médico.
Ante una petición de eutanasia siempre
habrá que preguntarse si el paciente recibe la
atención que debería prestársele. Se
ha llegado a afirmar que la "eutanasia es una
practica pasada de moda" dadas las posibilidades de
aliviar los sufrimientos de los enfermos mediante una
administración racional de los
analgésicos de que se dispone hoy. Hay además
una dificultad muy importante. Una hipotética
legalización de la eutanasia, solicitada por el
enfermo, puede actuar en forma de coacción moral
sobre él mismo. Este podría verse forzado a
pedir una eutanasia, que no desea interiormente, pero que
se resigna a solicitar ante las dificultades que su
enfermedad ocasiona entre las personas que le rodean. Toda
enfermedad origina una serie de gastos,
de desajustes en la vida familiar, de sufrimientos entre
las personas que viven cerca del paciente… En una
situación en que la "salida" de la eutanasia
es posible, resulta fácil que el enfermo se sienta
coaccionado para pedir que se ponga fin a su vida, aunque
no sea ésta su auténtica voluntad. - Por parte del enfermo.
- Por parte de la sociedad. En primer
lugar no se ve fácil una ley que regule la eutanasia y
que evite los abusos que pudieran seguirse de ello. Hay que
reconocer que no es sencillo una hipotética
legalización de la eutanasia que tenga en cuenta esta
complejidad de matices y que evite los abusos que se pueden
seguir.
Sobre todo nos parece muy significativo subrayar, una
vez más, el "efecto de ruptura de dique".
Los que defienden la legalización de la eutanasia afirman
que se refieren únicamente a aquellos casos en que el
propio enfermo pide insistente y conscientemente que se ponga fin
a su vida y a sus sufrimientos. Sin embargo, creemos que no se
puede infravalorar el peligro de pasar de una muerte a
petición a una sin petición; de la eutanasia
aplicada a personas que lo solicitan a la impuesta a enfermos
inconscientes. Subrayemos además que los mayores esfuerzos
para exigir la legalización de la eutanasia se hacen en
países técnicamente desarrollados, donde se asiste
aun importante y creciente envejecimiento de la población: donde los ancianos no encuentran
su puesto en la sociedad y se da, para muchos de ellos, una
muerte social que precede a su muerte física. La
pirámide de edades de estos países muestra que una
base crecientemente reducida de población activa tiene que correr con los
costes sociales de un número muy importante de
pensionistas. El riesgo de una
eutanasia aplicada coactivamente a las personas ancianas puede
ser una consecuencia importante de una legalización de esa
práctica.
ALGUNOS ASPECTOS A TENER EN CUENTA PARA SU POSIBLE
APROBACIÓN
Antes que puntos claros , o conclusiones, respecto al
tema, lo que tengo es una innumerable lista de aspectos sin
resolver que, creo, deben tenerse en cuenta, aunque de por
sí, de acuerdo con la definición dada más
atrás, se podría aprobar o reglamentar este
derecho. Aunque de por sí, en un país como el
nuestro, podría ser causa más de perjuicios que de
beneficios, dado que no están dadas las condiciones de
conciencia, de legislación, y de cubrimiento necesarias
para que se pueda tener de alguna manera en cuenta en éste
país.
Si se aprobara la Eutanasia por parte de un Estado, se
deberían tener en cuenta aspectos como los
siguientes :
- El testamento en Vida ( o testamento vital) : Un
testamento vital es un documento en el que el interesado
expresa sus voluntad sobre las atenciones médicas que
desea recibir caso de padecer una enfermedad irreversible o
terminal que le haya llevado a un estado que le impida
expresarse por sí mismo. Puede realizar su propio
testamento vital personalizado, con las indicaciones y
razonamientos que considere pertinentes. De este tipo de
documentos
existen muy variadas versiones, existen fundaciones en muchos
países que asesoran a cualquier persona sobre este
aspecto, de acuerdo con las leyes vigentes
en cada país. Los argumentos que podrían estar a
favor de ello pueden ser : El promedio de esperanza de
vida ha aumentado enormemente en los países más
prósperos. (y aún en países menos
prósperos, como el nuestro) Ello nos beneficia mientras
gozamos de un buen estado de salud. Pero los avances
médicos, que han supuesto una gran mejora para la salud,
pueden servir también para alargar el proceso de
la muerte. En teoría, se necesita nuestro
consentimiento para que se nos administre un tratamiento, pero
la mayoría de la gente acepta automáticamente lo
que el médico le suministra. Hay quien pasa meses,
incluso años, con una calidad de
vida tan pobre que llega a desear vehementemente morir. Lo
que la mayoría de la gente desea En todos aquellos
lugares en que se han realizado encuestas,
la mayoría de la gente piensa que se debería
permitir que los médicos pudiesen ayudar a morir a un
paciente incurable si el paciente lo solicita ( En Colombia, La
Ley 23 de 1981 Dcto. 3380/81 dicta algunas normas en
materia de
ética médica relacionadas con este aspecto) . En
la mayoría de los países en los que un
médico lleva a cabo esta ayuda puede acusársele
de homicidio, en
Colombia, se
llama homicidio por piedad y tiene cárcel de 6 meses a
tres años. (Ley 2241 art. 3261. Cdgo. Penal
Colombiano) - Se debería tener en cuenta el derecho a la
intimidad, como lo consagra el artículo 15 de la
Constitución de 1991. Y a la hora de
legislar sobre la Eutanasia, habría de considerarse este
derecho relacionado. - Tener en cuenta, el derecho a la libre
disposición del cuerpo, como lo reconoce el derecho
consuetudinario y reconocerle, así mismo, la posibilidad
de la autonomía sobre su vida al ser humano. - Deben tenerse en cuenta o aplicarse los mismos
principios a
un paciente mentalmente capacitado que a otro afectado de
muerte cerebral, en estado vegetativo persistente, o en estado
grave e irreversible de demencia ? Esto por que
podría caerse a través de esto en una "eutanasia
social" donde los desechables pueden ser eliminados muy
suavemente, sin condenas morales y desconociéndoles de
alguna manera sus más elementales derechos. - La aplicación continuada de medios
extraordinarios para alargar la vida (o la
agonía ?) es una violación de los derechos
constitucionales del paciente (o quien lo represente)
sería ir contra la dignidad de la persona y contra su
intimidad. - Si se hablase de pacientes mentalmente incapacitados
para tomar una decisión de este tipo, ésta debe
apoyarse en el principio de subrogación para proteger
los derechos de autodeterminación y el bienestar del
afectado directamente. Sin embargo, aquí podría
caerse en el horroroso camino de decidir quien y como vive
alguien al poder plantear la ley que si una persona no puede
volver a tener una existencia "normal" consciente,
íntegra y útil (en los mejores términos
del utilitarismo) , significaría que sólo una
vida "normal, íntegra y útil" es digna de
protección legal. Serían los riesgos de
las personas de determinada edad, o los llamados desechables.
Más aún la pérdida de confianza en el
médico o personal de la
salud. A esto se contrapone que el simple hecho de que las
funciones
del paciente sean limitadas o que el pronóstico
médico sea negativo, no implica que pueda disfrutar de
lo que le queda de vida, ni que todos tengamos que ser
homogéneos. - Se debe tener en cuenta el interés
del paciente, cuando éste no haya decidido algo en
condiciones de vida normales anteriores, en el interés
del paciente, se hallarían implícitos aspectos
como la calidad de la
vida y la edad. - Sería aconsejable que los hospitales tuviesen
comisiones éticas a la hora de tener que tomar
decisiones de ésta índole, para aconsejar a los
pacientes, si se puede, a los familiares y a los médicos
y puedan establecer directrices hospitalarias sobre el trato a
los moribundos. Idealmente, sería aconsejable que estas
comisiones fueran interdisciplinarias, con médicos,
abogados, psicólogos, enfermeras y sacerdotes entre
otros. - Al prolongarse inútilmente la agonía de
una persona, se pone a la familia
en situaciones que podrían llamarse inhumanas, se pueden
destacar, en el país, los costos de tener
una persona en unidad de cuidados intensivos, que
fácilmente ascienden a $1.500.000.oo diarios, costos que
difícilmente pueden sufragar familias de escasos
recursos,
(que entre otras, son el 60 % de la población
colombiana, según datos
optimistas) estos gastos, dan,
por lo general, al traste con la economía familiar,
no son difíciles de encontrar situaciones en las que
la familia
queda en la ruina por destinar todos los recursos
disponibles en la atención de quien irremediablemente
iba a morir. Definitivamente, en este país enfermarse es
un lujo costoso. - El ejemplo anterior lo que nos muestra es una
realidad tangible en nuestro país, donde la
práctica de la medicina se ha deshumanizado como
producto de
una sociedad de economía
capitalista salvaje, donde, prima el capital
sobre la vida. - En muchos casos se alude que mantener una persona
"que de todas formas se iba a morir" supondría una carga
social y económica para la sociedad mantener con vida a
esos seres tan deficientes. Hemos considerado que así
como se dedican grandes presupuestos
para la guerra
interna en el país, se deben dedicar mínimos
recursos para atender a estos desafortunados y darles un resto
de vida digna o un camino hacia la muerte más digno.
Pero que sea el estado
quien atienda estas necesidades.
Si se legisla sobre la eutanasia (cosa no fácil
de lograr), ésta legislación debe ser lo
suficientemente amplia y clara para que quepa la posibilidad de
que cada caso (por ejemplo el de la persona que padece una
enfermedad incurable, dolorosa e irreversible; o el del
cuadripléjico lucido a quien ya no le importa vivir)
presenta sus propias y peculiares dificultades. Por otro lado, el
estado "debe alentar a los individuos para que tomen decisiones
con respecto a su futuro por sí mismos y de la mejor
manera que puedan" (para que éstos decidan sobre su futuro
autónomamente).
Los debates que se llevan a cabo sobre la eutanasia
generalmente terminan enredados por prejuicios morales,
religiosos, emocionales, etc. Pero en realidad, sin cuestionar
los diferentes puntos de vista, la pregunta que se debe hacer
es:
¿A una persona que se siente completamente mal, siente que
su vida no es suficiente razón para vivir el dolor
intratable, la pérdida de dignidad o la pérdida de
algunas facultades, pide repetidamente ayuda para un suicidio,
está consciente y no está en capacidad de fingir
una depresión
se le puede aplicar la eutanasia o asesorarla en su
suicidio?
En los debates sobre eutanasia no se debe discutir:
– Si un enfermo terminal debe pedir la eutanasia, lo que siempre
es una decisión personal, sino si la gente en general
debería darse la elección para pedir su
aplicación.
– Si se debería permitir el suicidio. En muchas
jurisdicciones el suicidio es un acto legal y ha sido así
por mucho tiempo.
– Si a una persona saludable que está sufriendo un
período de depresión se le debe dar ayuda para el
suicidio. No se debe dar tal asistencia.
– Si se debe permitir que una persona de la familia pida la
aplicación de la eutanasia, una petición así
debe venir del enfermo terminal.
Por último, la eutanasia es una pregunta de
elección: ¿Se debe facultar a la gente para tener
control sobre sus
propios cuerpos?
Los grupos que se
oponen al aborto son,
generalmente los que se oponen también a la eutanasia,
entre ellos se encuentran:
- Los grupos
religiosos conservadores, quienes se oponen a la libertad
personal de elección en muchas áreas de la
vida. - – Las asociaciones médicas que se dedican a
salvar y alargar la vida y se sienten incómodos
ayudando a la gente a terminar sus vidas. - – Grupos de incapacitados que tienen miedo de que
la eutanasia sea el primer paso hacia la inclinación
de terminar, sin su voluntad, con las vidas de la gente
incapacitada.
Posición de las
distintas religiones frente a la
eutanasia
La Iglesia
Católica Romana, la Luterana y la Episcopal han emitido
declaraciones formales opuestas a la eutanasia y al suicidio
asistido. Los grupos de fe Evangélica y Fundamentalista se
cree que están también en desacuerdo con estas
prácticas. La Asociación Unitaria – Universalista,
un grupo liberal,
emitió una declaración en 1.988 a favor de la
eutanasia y, si hay condiciones adecuadas, del suicidio asistido.
Declaraciones similares han sido hechas por la Iglesia Unida
de Cristo y la Iglesia Metodista. Las otras Iglesias parecen
divididas en este punto. La mayoría de cuerpos religiosos
no se oponen a la eutanasia pasiva que no es más que dejar
que la muerte se produzca de una manera natural sin aplazarla ni
acelerarla.
Pío XII se refirió varias veces,
dentro de sus numerosas enseñanzas sobre problemas
médicos, al problema de la eutanasia. Su postura respecto
a ella era condenatoria, ya que Dios es el único
Señor de la vida humana y el hombre
sólo su mero administrador,
sin que pueda disponer de ella. El Santo Oficio condenó en
tiempos de Pío XII la eutanasia practicada en
tiempos del nacional-socialismo
alemán, que condenó a muerte a tantos "a causa de
sus deficiencias físicas y psíquicas", que fueron
considerados como "carga y obstáculo para el progreso y el
desarrollo de
la nación"
(22 febrero 1941).
El papa Pacelli consideró legítima la
eutanasia indirecta: "si la administración de
narcóticos produjese por sí misma dos efectos
distintos: por una parte, el alivio de los dolores, y por otra,
la abreviación de la vida, entonces es lícita"(24
febrero 1957).
El Vaticano II, en su constitución Gaudium et spes,
condenó la eutanasia dentro de una lista de distintos
atentados contra la vida humana. Su condena fue extremadamente
dura: "son en sí mismas infamantes, degradan la
civilización humana, deshonran más a sus autores
que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor
debido al Creador"(GS 27)
La Congregación para la
Doctrina de la Fe.
Existe un documento reciente de la Congregación
para la Doctrina de la Fe en el que se expresa la postura de la
Iglesia en el tema de la eutanasia.
Los puntos fundamentales son los siguientes:
- Clara afirmación de la inviolabilidad de la
vida humana: "nadie puede atentar contra la vida de un
inocente… sin violar un derecho fundamental, irrenunciable e
inalienable".
Por ello se condena la eutanasia "con el fin de
eliminar radicalmente a los enfermos mentales o a los
incurables la prolongación de una vida desdichada,
quizá por muchos años, que podría imponer
cargas demasiado pesadas a las familias o a la sociedad". Es
inadmisible poner fin a la vida de un enfermo, incluso ante un
dolor "prolongado e insoportable".
- Se reconoce que no existe, ni por parte del
médico ni por parte del paciente, la obligación
de prolongar la vida de éste. Se insiste en el riesgo de una
terapia médica que se pueda convertir en "un tecnicismo
que corre el peligro de hacerse abusivo". En esta línea
se afirma claramente "el derecho de morir con toda serenidad,
con dignidad humana y cristiana". - En vez de los términos clásicos de
"medios ordinarios y extraordinarios", utiliza los
términos más adecuados de medios "proporcionados"
y "desproporcionados". Para poder delimitar el carácter
proporcionado o desproporcionado de un medio terapéutico
debe tenerse en cuenta "el tipo de terapia, el grado de
dificultad y de riesgo que comporta, los gastos necesarios y
las posibilidades de aplicación con el resultado que se
puede esperar de todo ello, teniendo en cuenta las condiciones
del enfermo y sus fuerzas físicas y
morales". - Se declara, por tanto, "lícito contentarse con
los medios normales que la Medicina puede ofrecer". Esta
no-utilización de las terapias desproporcionadas no
equivale al suicidio. "Significa, o bien aceptación de
la condición humana, o deseo de evitar la puesta en
práctica de un dispositivo médico
desproporcionado a los resultados que se podrían
esperar, o bien una voluntad de no imponer gastos excesivamente
pesados a la familia o a la colectividad".
- La eutanasia debe situarse en un marco que
habrá de tenerse en cuenta: la dificultad de la sociedad
actual para asumir e integrar el hecho de la muerte, y la del
hombre
actual para aproximarse al enfermo terminal y
acompañarle en sus angustias y sufrimientos. "Las
súplicas de los enfermos muy graves, que alguna vez
invocan la muerte, no deben ser entendidas como
expresión de una verdadera voluntad de eutanasia;
éstas, en efecto son casi siempre peticiones angustiadas
de asistencia y afecto. Además de los cuidados
médicos, lo que necesita el enfermo es el amor, el
calor humano
y sobrenatural con el que pueden y deben rodearlo todos
aquellos que están cercanos, padres e hijos,
médicos y enfermeras".
La fe del creyente de Jesús le habla de la vida
como un don que ha recibido de las manos de Dios y en el que,
puede encontrar la mano de un Dios, "amigo de la vida y amigo de
los hombres", que le guía y le protege. Todos los
acontecimientos de su vida, los alegres y los tristes, los que
puede comprender y los que tiene que asumir no son obra de un
destino ciego, sino que detrás de ellos sabe, por fe, que
está la mano de un Padre que siempre nos ama y nos cuida,
aunque, a veces, tengamos que tropezarnos con el misterio de un
Dios incomprensible.
El Evangelio nos presenta a un Jesús
profundamente humano que sufre la angustia ante la
cercanía de la muerte en el huerto de Getsemaní
(texto que ha
sido censurado en algunos papiros antiguos porque presentaba una
angustia extrema de Jesús ante la proximidad de su
muerte). Su grito en la cruz, "Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado", es el resumen de la
angustia del hombre de
todos los tiempos ante una muerte que supone un desgaro y un
salto en el vacío? Su palabra final, "en tus manos
encomiendo mi espíritu", sintetiza su aceptación de
la voluntad de Dios sobre Él. La muerte de Jesús,
con su dramatismo, es un símbolo de la muerte de todo
hombre, que experimenta en el hecho de morir la ruptura consigo
mismo y con los seres queridos, la entrada en un ámbito
misterioso, que ningún ojo ha podido ver ni ningún
oído
escuchar. Es el modelo del
último acto de desarrollar como un cumplimiento total de
la voluntad de Dios. La vida de Jesús es un arco tendido
entre el "aquí estoy para hacer tu voluntad" y él
"todo está cumplido". Este es el ideal al que, como
seguidor de Jesús, debe siempre tender el cristiano en su
vida y en su muerte.
Para el creyente en Jesús, el sufrimiento y la
muerte no son un vacío carente de sentido, el grano de
trigo tiene que morir para dar fruto, el grano de trigo tiene que
morir para dar fruto, que hay que perder la vida para así
ganarla y recuperarla, que con sus sufrimientos llena lo que
falta a la pasión de Cristo a favor de su cuerpo, que es
la Iglesia. Todo ello constituye una llamada exigente, pero
asumible por muchos cristianos, de entender su propia muerte, con
todo lo que ésta comporta de sufrimiento y de esperanza y
que finalmente se le entrega a Él, en sus manos de Padre.
Respeta su propia vida siempre como un don, del que no podemos
últimamente disponer y que entregamos confiadamente a su
providencia, que no nos la quita, sino que nos la devuelve
convirtiéndola en una existencia que ya nunca se
acabará.
¿Tiene sentido el
sufrimiento humano?
La sociedad moderna enfatiza mucho la conveniencia, el
confort y el evitar el dolor y las pruebas
inevitables de la vida. Cuando algo terrible sucede en nuestro
trabajo, en nuestra familia o con nuestra salud, tendemos a
enojarnos con Dios o a maldecir nuestra mala suerte, en vez de
aprender de nuestra experiencia, adquirir sabiduría,
fortaleza y valor ante la vida.
Aún más fundamentalmente, tal parece que
hemos olvidado que tenemos un alma inmortal creada a imagen y
semejanza de Dios. El alma es lo que nos distingue
fundamentalmente del resto del reino animal. Hace medio siglo el
Papa Pío XII se preguntaba: "¿No consiste acaso la
eutanasia en una falsa compasión que alega evitarle al
hombre el sufrimiento purificador y meritorio, no por medio de
una ayuda caritativa y loable, sino por medio de la muerte, como
si estuviéramos tratando con un animal irracional
desprovisto de inmortalidad?"1 En esta pregunta el
Papa estaba resaltando dos grandes propósitos del dolor:
la purificación y el mérito.
Cualquiera que haya sufrido mucho dolor durante un
período de tiempo se dará cuenta, luego de
examinarse interiormente, que ha sido fortalecido por esa
experiencia. Se da cuenta de que el dolor no es destructivo, si
se sufre durante un tiempo, sino que hace que el hombre se
dé cuenta de que tiene la fuerza para
vencer los obstáculos y temores que antes parecían
ser insalvables. Esto es cierto para todo el mundo, sea la
persona cristiana, judía, hindú o atea.
Por supuesto, si el dolor es muy agudo y se sufre
durante demasiado tiempo puede destruir al más fuerte. Por
eso es que la Iglesia Católica enseña que no es
apropiado esperar que todas las personas manifiesten una virtud
heroica, y que los analgésicos pueden ser usados,
aún en el caso de que causen un estado de lucidez parcial
o el aceleramiento de la muerte en algunos casos.
El segundo gran propósito del sufrimiento humano
es ganar mérito. La primerísima afirmación
de la Carta
Apostólica del Papa Juan Pablo II Salvifici doloris sobre
el sentido cristiano del sufrimiento humano resalta la constante
enseñanza de la Iglesia sobre
esta
materia: "Suplo en mi carne — dice el apóstol
San Pablo, indicando el valor salvífico del sufrimiento —
lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es
la Iglesia."
La Declaración sobre la eutanasia del Vaticano
nos enseña: "…según la doctrina cristiana, el
dolor, sobre todo el de los últimos momentos de la vida,
asume un significado particular en el plan
salvífico de Dios; en efecto, es una participación
en la Pasión de Cristo y una unión con el
sacrificio redentor que Él ha ofrecido en obediencia a la
voluntad del Padre. No debe pues maravillar si algunos cristianos
desean moderar el uso de los analgésicos, para aceptar
voluntariamente al menos una parte de sus sufrimientos y
asociarse así de modo consciente a los sufrimientos de
Cristo crucificado (cf. Mateo 27:34)."2
Un cierto grado de dolor al final de la vida nos permite
seguir a Cristo hasta la misma cruz. En cierto modo, sería
una inconsistencia el que los cristianos estuviesen dispuestos a
sufrir ciertos tipos de indignidad e inconveniencias en nombre de
Cristo durante varias décadas de su vida, y luego negarse
a participar plenamente en el último y más
importante sufrimiento de Nuestro Señor en el momento de
su muerte.
Esto no significa de ningún modo que tengamos que
languidecer en agonía hasta el último momento de
nuestra existencia, ya que el dolor mismo puede ser una terrible
distracción. Sin embargo, se necesita un equilibrio
adecuado durante nuestras últimas horas entre el estar
plenamente cocientes de que lo que nos está sucediendo en
nuestro camino hacia el Calvario y el grado de dolor que podemos
soportar.
Ponemos "a dormir" a los animales porque
su sufrimiento no tiene sentido. No pueden enfrentar la muerte
con fortaleza y entereza. Por lo tanto, nuestra única
respuesta posible a su tribulación es ponerle fin a su
sufrimiento lo antes posible.
Lo que los animales
necesitan en sus últimos días es que los traten
humanitariamente; lo que los seres humanos necesitan en sus
últimos días es que lo tratemos humanamente, es
decir, como seres humanos dignos de respeto —
ofreciéndoles nuestra compañía,
dándoles ánimo para mantener su fortaleza y, cuando
el dolor es grave, proveyéndoles lo mejor que la medicina
puede ofrecer para aliviar su dolor. Pero no podemos tratar a las
personas como a los animales, con la inyección lista para
"ponerlos a dormir". No, debemos respetar su dimensión
espiritual y el plan de Dios para sus vidas.
ALGUNOS PUNTOS A FAVOR Y EN
CONTRA DE LA EUTANASIA
Se encuentran, a través de toda la
argumentación presentada ciertos puntos a favor y en
contra de la eutanasia, se pueden mencionar entre los puntos en
contra de la eutanasia los siguientes :
- La vida como un derecho inalienable, al optar por la
eutanasia, estoy entregando mi libertad y al mismo tiempo
acabando con ella, cuestión aún sin
resolver. - Los límites
de la Eutanasia : bajo qué circunstancias se debe
aplicar ? cómo legislarla ? aunque aquí
se plantean ciertos límites, aún no es claro
cómo aprobarla, bajo qué
límites. - Existe una dificultad de toma de posición en
el caso de los enfermos mentales. - Las expectativas : Cómo sé si
aquella persona que hizo su testamento en vida autorizando
ésta práctica no se arrepintió en el
último momento ? - "mientras hay vida hay esperanza" dice un adagio
popular, sin embargo, hay que analizar y desentrañar
aún más el verdadero significado de esta frase,
alguien podría decir, y si al otro día se
encuentra la cura contra ésta
enfermedad ? - Podrían aumentar el número de
eliminaciones a débiles y personas subnormales,
así mismo, aumentarían las presiones sobre el
ejecutante (medico?) del acto por parte de la
familia. - Los mismos ejecutantes podrían ser tomados
como verdugos, lo que puede implicar en una sociedad como la
nuestra, una pérdida de confianza en la persona tratante
de mi enfermedad - Podrían aumentar el número de
homicidios con máscara de eutanasia, con el sólo
fin de cobrar jugosas herencias - Podría aplicarse la eutanasia sólo para
surtir el jugoso negocio del tráfico de órganos,
lo que muestra que podrían haber intereses
económicos y políticos tras su
aprobación. - Podrían disminuir los recursos destinados a la
cura de una enfermedad, ya que podría salir más
económico dejar morir a las personas y con ello se
disminuye así mismo, el esfuerzo de investigación en la medicina. - Se puede perder la esperanza de vivir, si como viejos
las personas son dejadas de lado, aisladas en asilos, como
enfermos pueden ser eliminados simplemente. - Deber cívico de permanecer vivo
- La decisión que conlleve al acto, es del todo
irreversible.
Sin embargo, los puntos a favor de la Eutanasia
podrían ser :
- Tengo un derecho a disponer de mi propia vida, y
puedo reivindicar la autonomía como parte integral de la
dignidad humana y expresión de ésta. - Una vida en determinadas condiciones es indigna, la
imagen que proyecto ante
los seres cercanos o aún en los otros, puede ser
considerada como humillante e indigna. - Por qué aceptar una forma de existencia en
circunstancias limitadísimas ? sacrificando , en
cierta forma, a parientes y amigos ? - Así como se tiene un derecho a vivir con
dignidad, por qué no tener un derecho a morir
dignamente ? - No debe intentarse prolongar la vida cuando
ésta no se pueda vivir, haciendo del paciente no un ser
humano, sino un caso clínico interesante (como ocurre en
los hospitales universitarios actualmente) - Podría institucionalizarse unos derechos no
sólo del paciente terminal, sino de la familia en
sí. - Es justo morir de un modo tan
doloroso ?
Como vemos, el mar de preguntas que nos arrastra
aún es grande, sin embargo, ya existe una cierta
conciencia en nuestro tiempo para que ella sea aceptada de alguna
manera, los valores se han
ido transformando poco a poco y ya se está llegando, a que
algún día, no muy lejano, se apruebe el derecho a
una muerte justa, en los términos aquí planteados.
Los individuos están tomando más en serio su
papel dentro
de este momento histórico y se comienzan a preguntar sobre
aspectos trascendentales en la existencia del ser. Sin embargo,
los riesgos de que
éste individuo sea absorbido y manipulado por el sistema
capitalista están latentes, ya que éste puede
manipularlo para volverlo desechable y hasta productivo en un
momento dado.
Aún existen muchos aspectos indeterminados en
torno a la
Eutanasia, cabe mencionar algunos como la dignidad humana y la
autonomía, el no tomar al ser humano desde un punto de
vista eminentemente biológico, la calidad de la
vida y la libertad de elección Y no hay que olvidar la
abigüedad a la que se puede llegar con su eventual
legalización.
Eutanasia: ¡Cuando el
médico mata al paciente!
Calificar la eutanasia llamándola activa o
pasiva, directa o indirecta, voluntaria o involuntaria, o
suicidio asistido sólo logra confundir.
Hipócrates vivió en el siglo IV antes de
Cristo. Hasta entonces, el médico cumplía una doble
función; una era curar…¡la
otra matar!
La gran contribución de Hipócrates, que
pasó a la era Cristiana y guió la profesión
de médico durante los siguientes dos milenios, fue la de
separar la función de
curar y la de matar del médico. A partir de entonces, el
médico solo curaría. A través de los siglos,
el juramento hipocrático ha contenido la frase, primun non
nocere, "en primer lugar, no hacer daño". En la
actualidad, los médicos que se gradúan ya no toman
el juramento hipocrático. Con el aborto y el
apresuramiento para legalizar la eutanasia, los médicos,
trágicamente, han vuelto a asumir esa doble
función.
Los partidarios de la eutanasia no dudan en acusar a los
médicos de no permitir al paciente morir en paz. El
típico cuadro que presentan es el de un anciano atado a
una cama, agonizando, en constante dolor y con tubos en todos los
orificios naturales de su cuerpo y en algunos artificiales. El
médico trata de mantenerlo vivo, quizás para
obtener un mayor honorario o quizás porque no quiere
admitir que ha perdido la batalla para salvar una
vida.
Una observación común entre personas
retiradas es: " No quiero que se me mantenga vivo con todos esos
tubos y mediante tratamientos caros y dolorosos."
Los pacientes terminales, acaban muriendo. Aunque los
partidarios de la eutanasia hablan constantemente sobre esos
casos, no son su verdadero objetivo. Son más bien aquellos
que se piensa que deben morir, pero que no mueren… los
biológicamente tenaces. Por lo general, tales personas no
sufren dolor y sus vidas no dependen de aparatos
terapéuticos, pero son, según el juicio de muchos,
una carga para la sociedad. Se trata de las personas con derrames
cerebrales, esclerosis múltiple, enfermedad de Lou Gehrig,
daños cerebrales, tetraplegia, etc.
La bibliografía en favor de la eutanasia
enfatiza continuamente el dolor constante, imposible de aliviar,
insoportable, agonizante… Salvo raras excepciones, el
dolor físico se puede controlar. Un sano consejo cuando se
confronta el problema de que un ser querido padece dolor
constante, es "busque otro médico". Si el médico
propio no puede controlar el dolor, busque otro que lo
haga.
Es infantil querer vivir una vida libre de dolor,
ansiedad, limitaciones. Una vida facilona, hedónica, es
una vida de carencias, para el que la vive y para los que le
rodean, pues es una vida sin oportunidades de crecerse ante el
sufrimiento y de sacar de dentro muchos recursos no utilizados.
Matar por compasión disminuye el tesoro moral de la
humanidad, nos hace blandos.
"El reclamo de que el dolor físico agudo es una
razón válida para matar a un paciente no tiene
fundamento".
El segundo tipo de dolor que constituye la razón
principal por la cual hay algunas personas que pueden llegar a
sentir deseos de ser eliminadas, es el dolor emocional, la
desesperación, la pérdida de la esperanza, la falta
de amor, la
angustia, la soledad, la pérdida de la dignidad, cansarse
de la vida y no querer depender de otros.
El papel del
medico.
Durante más de 2000 años la gente ha
confiado en sus médicos para que "no hagan daño".
Esta confianza ha sido severamente socavada por el aborto legal.
Por favor, que no se continúe destruyendo esa confianza
asignándoles nuevamente el papel de verdugos. Las
Asociaciones de Médicos de EEUU, Australia y
Canadá, han condenado la eutanasia.
La mayor parte del mundo no está todavía
consciente del peligro que representa la Federación
Mundial de Sociedades
para el Derecho a Morir, una red internacional para
promover la eutanasia, a cuya Séptima Conferencia
Bianual asistí en San Francisco en 1988, y cuya Conferencia de
1990 tuvo lugar en Holanda. Alrededor de 29 organizaciones
miembros de esta red están dedicadas a
crear un clima de
opinión favorable a la legalización de la eutanasia
y a llevarla a cabo en cualquier forma que pueda hacerla
aceptable en sus respectivos países. El momento y las
formas de encarar el tema varían, pero una vez que la
eutanasia sea legalizada en cualquier parte, su aplicación
puede extenderse a medida que se presenten las
oportunidades.
Estamos siendo testigos de la construcción multinacional de una de
aquellas "estructuras de
pecado", de las que el Papa Juan Pablo II ha hablado. Una
pequeña estructura
puede ser pasada por alto como insignificante, y cuando llega a
alcanzar el tamaño de un rascacielos se acepta como parte
del paisaje urbano. Nuestra tarea es impedir la construcción de esta estructura a
través de todo lo que esté a nuestro alcance,
frenarla si fuera posible, desmantelarla, y, aún
más, reemplazarla con algo auténticamente
misericordioso. Ello reclamará todo el esfuerzo y la
creatividad de
que podamos disponer para encontrar una solución. Si
fracasamos, la probabilidad de
que la eutanasia tenga lugar a nivel mundial, se
convertirá en una certeza. Querámoslo o no,
nosotros mismos tendremos tantas probabilidades de morir a manos
de otro como por cualquier otra vía. Mientras más
jóvenes seamos en estos momentos, más probable
será que ello ocurra en el futuro. Como dice el
refrán: "la vida que salves bien podría ser la tuya
propia".
LA ACTUAL DISCUSIÓN
SOBRE LA EUTANASIA.
La eutanasia en el mundo
Romano.
La Palabra eutanasia procede del griego.
Significa etimológicamente "buena muerte". Este fue
su significada primero en la antigüedad greco-romana:
"Felici vel honesta morte mori" (Morir con una muerte
feliz y honesta).
Sin embargo el juramento Hipocrático,
atribuido a Hipócrates, el padre de la Medicina,
decía: "Jamas daré a nadie una medicina mortal
por mucho que me lo soliciten". Esto ha sido interpretado
habitualmente como una condena de la eutanasia.
El español y
cordobés L. A. Séneca será defensor
de la eutanasia en sus famosas cartas: "No se
debe ni querer demasiado a la vida ni odiarla demasiado, sino
buscar un término medio y ponerla fin cuando la
razón lo aconseje. No se trata de huir de la vida, sino de
saber dejarla".
La difusión del cristianismo
llevará consigo una superación de la eutanasia, un
término desconocido por el Antiguo y el Nuevo Testamento,
tanto conceptualmente como en su contenido. El cristianismo
condenará el suicidio y, por tanto, la eutanasia por un
triple motivo:
- Atenta contra el amor
debido a sí mismo. - Atenta contra la sociedad.
- Atenta contra el derecho exclusivo de Dios sobre la
vida del hombre.
Esta es la argumentación de Santo
Tomás.
El tema de la eutanasia se suscita de nuevo durante
el
Renacimiento. F. Bacon da al término "eutanasia" su
significado actual: "La aceleración de la muerte en
un hombre enfermo".
Santo Tomás Moro, al describir en su famosa
Utopía la forma de estado ideal, afirma por una parte
que se debe prestar a los moribundos todo cuidado y solidaridad.
Pero considera que, en casos de dolores extraordinarios, se
puede recomendar poner término a su vida. Se le puede
causar la muerte al enfermo, si éste está de
acuerdo, privándole de los alimentos o
administrándole un veneno. También se requiere el
permiso de las autoridades y de los sacerdotes para evitar los
abusos que podrían seguirse.
La eutanasia y el
nacional-socialismo
alemán.
En el siglo XIX se reanuda la polémica sobre la
eutanasia. Se constituye en Gran Bretaña una sociedad a
favor de la eutanasia voluntaria, que solicita la
legalización de la eutanasia. Ya en el siglo XX, con
anterioridad a la Segunda Guerra
Mundial, son rechazados los primeros proyectos de ley
que pretendían una legalización de la eutanasia en
Gran Bretaña y en algún estado de los Estados
Unidos.
La brutal aplicación de la eutanasia en la
época nazi convirtió esta palabra en un
término tabú en los años de la posguerra.
Sin embargo, no muchos años después vuelve a
plantearse el tema en relación con el famoso proceso de
Lieja contra el matrimonio
Vandeput.
Sobre todo a partir de los años setenta, la
discusión en torno a la
eutanasia comienza a ser más intensa. En esta nueva
situación inciden varios hechos concretos, que han sido
muy difundidos por los medios de
comunicación social. Hay que citar además
algunos documentos
considerados como un primer intento de legalización de la
eutanasia.
En primer lugar tenemos que referirnos al famoso Bill of
Rights americano o Carta de los
derechos de los enfermos de los hospitales. En este documento, se
cita el derecho "a rechazar el tratamiento en la
extensión permitida por la ley y a ser informados de las
consecuencias médicas de su decisión". En esta
misma línea sería lógico situar la ley del
estado de California, imitada después por otros estados
americanos, y otros proyectos de ley
(por ejemplo, el Caillavet de Francia): no
pretenden legalizar la eutanasia, sino afirmar el derecho del
enfermo a poner límites a los tratamientos con medidas
extraordinarias.
Por el contrario, el famoso Manifiesto a favor de la
eutanasia, publicado en The Humanist (1975) y suscrito por varios
premios Nobel y otras personalidades relevantes, da un paso
adelante: " Nos declaramos, por razones éticas, a favor
de la eutanasia". El documento afirma que el individuo
"tiene la libertad para decidir razonablemente su propia
muerte"; "es cruel y bárbaro exigir que una persona
sea mantenida viva contra su voluntad, rehusándole la
liberación que desea". Finalmente, afirma con
solemnidad que, "puesto que todo individuo tiene el derecho a
vivir con dignidad…, también tiene el derecho a morir
con dignidad".
En España
acaba de constituirse la asociación Derecho a Morir
Dignamente (DMD) que, entre sus objetivos,
pretende la legalización de la eutanasia. Intenta
conseguir "la promoción del derecho de toda persona a
disponer con libertad de su cuerpo y de su vida y a elegir, libre
y legalmente, el momento y los medios para finalizarla".
Según su fundador, DMD defiende el derecho del enfermo a
no permanecer en vida por medios artificiales si no existen
posibilidades razonables de recuperación.
Algunos casos notables de
eutanasia.
- El caso de Karen Ann Quinlan probablemente sea el que
más tinta ha hecho correr en estos últimos
años. Esta fue una niña adoptada por sus padres,
católicos practicantes, que entró en coma en la
velada de su emancipación. Permaneció en coma
varios meses. Entonces sus padres, aconsejados por un
sacerdote, pidieron que la desconectasen de los aparatos. En un
principio la dirección del hospital se negó.
Posteriormente el Tribunal Supremo del Estado dio la
razón a los padres y permitió la
desconexión del respirador, pues "Karen Ann Quinlan
tiene derecho a una muerte natural".
Pero cuando se le retiró los aparatos esta joven
siguió viviendo y respirando automáticamente.
Más tarde nos llegan noticias sobre la joven, nueve
años más tarde Karen sigue viviendo: su cuerpo ha
adquirido una posición fetal y pesa sólo 30 Kilos.
Su cerebro sigue
funcionando, aunque tiene lesiones irreversibles que, desde el
punto de vista médico, son incompatibles con la vuelta a
una vida personal.
* El 15 de abril de 1982 fallecía en Bloomington,
Indiana, un niño afectado por el síndrome de
Down (mongolismo). Sus padres habían obtenido una
orden judicial prohibiendo a los médicos alimentar y
cuidar al niño, que había nacido con una
fístula tráqueo-esofágica que le
impedía ingerir alimento a no ser que se le realizara una
intervención quirúrgica correcta. Éste era
el único obstáculo para que el niño
mongólico pudiese sobrevivir. El niño murió
pocas horas antes de que se solicitase la intervención de
la Corte Suprema de Washington. Mientras tanto, diez parejas se
habían ofrecido a adoptar al niño, cuyos padres se
negaban a que se le mantuviese en vida.
* Un caso más antiguo es el del doctor Urs Peter
von Haemmerli. Que trabajaba en el servicio de
gastroenterología en una clínica de Zurich y fue
acusado de practicar la eutanasia con enfermos terminales. Les
aplicaba una solución a la que llamaba
eufemísticamente hydratión. El doctor Peter
von Haemmerli afirmó haber administrado el
hydratión a 10-12 enfermos al año,
justificando su comportamiento
por la escasez de camas en su servicio.
Razones de un cambio de
perspectiva.
¿Qué ha sucedido en el espacio de veinte
años para que la palabra "eutanasia", que era aún
tabú durante el proceso de Lieja, sea hoy exigida con
naturalidad y se afirme con énfasis que el individuo no
sólo tiene un derecho de la vida, sino también a la
muerte, que se contrataría en la admisión de esa
práctica? Son varios los factores que han influido en este
importante cambio de mentalidad y de sensibilidad.
Uno de ellos es el progreso de la medicina y en concreto en
sus técnicas
de reanimación. Hoy, los médicos, mediante el
recurso a sofisticadas terapias, pueden prolongar de una forma
irracionable y desproporcionada el proceso de muerte de un
paciente.
Hace algunos años solía citarse, como
ejemplo histórico de encarnizamiento terapéutico,
el caso de la muerte del ex presidente norteamericano Truman. Sin
embargo, posteriormente, y en un crescendo del
enseñamiento médico, se han citado los casos de
Franco, Tito y Bumedian. Las técnicas
de reanimación consigue salvar la vida de víctimas
de accidentes
cardiovasculares, de tráfico, de complicaciones de
anestesia…, pero con unos costes extraordinarios: son personas
que pueden seguir viviendo, pero cuya corteza cerebral ha quedado
seria e irreversiblemente dañada. Sobreviven en una
existencia meramente biológica, con absoluta capacidad
para establecer relaciones intrapersonales con los
demás.
Otras causas influyen en la mayor aceptabilidad social
del hecho de la eutanasia:
- Los altos niveles de secularización de nuestra
sociedad. - El rechazo de una moral heterónoma y la
afirmación: " únicamente el hombre es juez de
sí mismo". - El respeto hacia las opciones que cada individuo
pueda tomar en relación con su propia vida. - La falta de integración de la muerte dentro de los
esquemas culturales de nuestra sociedad.
LA EUTANASIA CON NIÑOS
DEFICIENTES.
Este es, probablemente, el punto donde con más
claridad puede comenzar a experimentarse hoy el "efecto de
ruptura de dique" en la pérdida de valoración de
la vida humana, como consecuencia de la aceptación legal
de la supresión del embarazo.
Recientemente informaba la revista
médica Jano que en el año 1982 se
han dado en el estado de Nueva York
18 casos de fetos abortados en etapas tardías del
embarazo y
que "nacieron" con vida y en condiciones de seguir
viviendo si se les hubiesen aplicado los procedimientos
médicos existentes para casos de parto
prematuro. Hay que tener en cuenta que en Estados Unidos
se admite legalmente el aborto hasta la viabilidad del feto.
Según C. Tietze, en general se considera que el
feto comienza a ser viable a partir de la vigésima
octava semana de embarazo. Teniendo en cuenta el número
de abortos anuales que se realizan en Norteamérica,
puede calcularse que se dan anualmente unos 200 casos en que ya
no se puede hablar únicamente de aborto, sino de
infanticidio (o de eutanasia, ya que a veces tales
fetos/niños nacen con lesiones provocadas por la misma
técnica abortiva que ha sido utilizada).
El tema de cuáles son las atenciones que deben
prestarse al recién nacido con anomalías o
malformaciones está hoy sometido a un debate
creciente. Puesto que es un tema complejo, ya que dentro de
él existen situaciones diversas de diferente
gravedad.
Por estas razones, consideramos que es siempre
inaceptable la supresión positiva de estas vidas. Sin
embargo, pensamos que en situaciones de
anencefalia o similares se les puede dejar morir
en paz sin aplicárseles terapias desproporcionadas en
relación con sus posibilidades de supervivencia y de
realización personal.
No obstante, consideramos que es muy distinto el caso
de un niño portados del síndrome de Down.
Ya que en un futuro estos niños poseerán
importantes capacidades de desarrollo de su afectividad y de
creación de lazos interpersonales muy fuertes.
También hay que afirmar que estos seres humanos, van a
valorar subjetivamente su vida de forma positiva, en un gran
porcentaje. Al mismo tiempo son numerosos los padres que, una
vez pasado el primer mal trago de la impresión, van a
aceptar y asumir positivamente la presencia de un niño
cuya existencia puede gestar en la familia importantes cauces
de humanización que no existían con
anterioridad.
LA EUTANASIA LIBREMENTE ELEGIDA.
Existen casos en que es el propio enfermo el que
solicita que se ponga fin a su existencia, incluso en casos en
que previamente ha suscrito (en plenitud de sus facultades
físicas y mentales) un testamento pidiendo la
eutanasia.
En estos casos, habría que tener en cuenta los
siguientes datos:
- Hasta qué punto esta petición es firme
y representa su auténtica voluntad o, más bien,
es consecuencia del paso por algunos de los estados de
ánimo por los que atraviesa el enfermo durante su
última enfermedad. - En segundo lugar debe insistirse en el posible
trasfondo de frecuentes peticiones de eutanasia. Como una
llamada en clave, a través de la cual el paciente
intenta llamar la atención de los que le rodean, pedir
un calor y un
apoyo humano que no sele están prestando. - Finalmente hay que referirse a los dolores
insoportables que pueden afectar al paciente y ser la causa que
desencadene su petición de eutanasia.
El problema puede ser especialmente agudo en los casos
de personas no creyentes, para los que no existe un destino
trascendente del hombre ni un Dios del que se ha recibido la
vida como un don.
Sin embargo, desde una ética de
fundamentación puramente humana existen dos
importantes argumentos en contra de esa
práctica:
- ¿Cómo valorar la profunda resistencia
interior que siente el hombre de nuestra civilización al
participar en una acción que significa la
supresión de una vida humana? Nos referimos tanto al
manejo de un arma en situaciones de guerra como
a formar parte de un pelotón de ejecución en una
pena de
muerte… e incluso a desconectar un respirador en un caso
de legítima "ortotanasia". - Es una actitud bella y profundamente humana la de la
persona que es capaz de arrastrar lo que la vida significa en
los momentos alegre y en los duros, sin volver la cara, sin
renunciar a la vida, sino aceptándola en todas las
circunstancias que comporta.
Holanda (o más propiamente, los Países
Bajos) es el único país en el mundo donde la
eutanasia se practica abiertamente. No es permitido por estatuto,
pero la ley acepta una defensa normal de doctores que han
adherido a las pautas oficiales. Éstos ponen goznes en el
voluntariness de la demanda y
unrelievable-ness del sufrimiento. No es una condición que
el paciente está terminalmente enfermo o que el
sufrimiento es físico.
EJEMPLO DE TESTAMENTO SOBRE EUTANASIA (TESTAMENTO
VITAL).
(Manifestación de voluntad sobre el final de mi
propia vida)
Yo……………………………………………………………….,
con D.N.I.no…………………………….., mayor de edad,
con domicilio en
………………………………………………………………………………………………………………………,
en plenitud de mis facultades mentales, libremente y tras
prolongada reflexión, DECLARO:
Que, si llego a encontrarme en una situación en
la que no pueda tomar decisiones sobre mi cuidado médico,
a consecuencia de mi deterioro físico y/o mental, por
encontrarme en uno de los estados clínicos enumerados en
el punto 4 de este documento, y si dos médicos
independientes coinciden en que mi estado es irreversible, mi
voluntad inequívoca es la siguiente:
1.Que no se prolongue mi vida por medios artificiales,
tales como técnicas de soporte vital, fluidos
intravenosos, fármacos o alimentación
artificial.
2.Que se me suministren los fármacos necesarios
para paliar al máximo mi malestar, sufrimiento
psíquico y dolor físico causados por la enfermedad
o por falta de fluidos o alimentación,
aún en el caso de que puedan acortar mi vida.
3.Que, si me hallo en un estado particularmente
deteriorado, se me administren los fármacos necesarios
para acabar definitivamente, y de forma rápida e indolora,
con los padecimientos expresados en el punto 2 de este
documento.
4.Los estados clínicos a las que hago
mención más arriba son: Daño cerebral severo
e irreversible. Tumor maligno diseminado en fase avanzada.
Enfermedad degenerativa del sistema nervioso
y/o del sistema
muscular en fase avanzada, con importante limitación
de mi movilidad y falta de respuesta positiva al tratamiento
específico si lo hubiere. Demencias preseniles, seniles o
similares. Enfermedades o situaciones
de gravedad comparable a las anteriores.
Otras: (especificar si se desea)
……………………………………………………………………………………
5.Designo como mi representante para que vigile el
cumplimiento de las instrucciones sobre el final de mi vida
expresadas en este documento, y tome las decisiones necesarias
para tal fin, a:
Nombre del representante
………………………………………………………………….
D.N.I………………………..
6.Manifiesto, asimismo, que libero a los
médicos que me atiendan de toda responsabilidad
civil y penal que pueda derivarse por llevar a cabo los
términos de esta declaración.
7.Me reservo el derecho de revocar esta
declaración en cualquier momento, en forma oral o
escrita.
Fecha……………………
Lugar…………………….
Firma………………………………
TESTIGOS:
1.
Nombre………………………………………….
DNI…………..
Firma……………………………
2.
Nombre………………………………………….
DNI…………..
Firma…………………………….
REPRESENTANTE:
Firma……………………………………………………….
Fecha……………………………
———————————————————————–
Asociación Derecho a Morir Dignamente
Apartado 31.134
01060 MEXICO DF.
La prohibición absoluta de matar a los enfermos
es, para todos, una fuerza moral
maravillosa e inspiradora, que nos salva a todos, pacientes,
médicos y sociedad, de los efectos perversos de la
compasión. De ella nace la medicina paliativa. Prestar
servicios al
moribundo, acompañarle en sus últimos días
con los auxilios de la medicina paliativa es una acción
humanamente excelente y de alta calidad profesional. Pero matarle
es robarle uno de los momentos estelares de la vida: una buena
muerte completa la vida, la buena muerte es una de las
experiencias más importantes que se nos dan.
Hace algunos años, Simone Veil afirmaba, con
motivo de la prestación de un proyecto de ley a
favor de la eutanasia en la Asamblea Nacional francesa, que el
verdadero problema de la eutanasia "está en humanizar la
muerte en el hospital, donde muere gran parte de la gente, y de
hacer aparecer una sensibilidad nueva". En una línea
similar, Mons. Eichegaray decía que "tenemos que
redescubrir el sentido de la muerte, sin disfraces… La forma
como una civilización afronta la muerte en el horizonte de
la vida es un criterio decisivo de su respeto a la muerte"; "la
gente tiene necesidad de cosas muy distintas que de terapias, por
muy refinadas que sean… No sabemos cómo comportarnos
ante un moribundo, si no es realizando gestos mecánicos…
Hemos olvidado actitudes tan
simples como la disponibilidad y la escucha
silenciosa".
Son dos textos importantes y que resumen el verdadero
trasfondo de la problemática de la eutanasia. Una sociedad
que no sabe integrar con naturalidad y humanidad la muerte no
sabe cómo tratar y apoyar a sus enfermos y moribundos, es
incapaz de descubrir el hondo sentido humano que puede tener el
hecho del morir. En los últimos años se ha creado
una intensa conciencia de que hay que revisar la forma de morir
de la sociedad actual. Se hace necesario crear una sensibilidad
nueva y reintroducir el hecho de la muerte en nuestras
coordenadas vitales. Creo que éste es el auténtico
camino para abordar toda la grave problemática de una
civilización que ha aprendido muchísimas cosas,
pero que ha olvidado cómo poder morir
humanamente.
HOMICIDIO CONSENTIDO Y DERECHO A MORIR CON DIGNIDAD.
Nuñes Paz, Miguel Angel
Editorial Tecnos, 1999
DEBATE SOBRE LA EUTANASIA.
Carla Fibla.
Editorial Planeta, 2000
EL DOMINIO DE LA
VIDA.
Ronald Dwarklin
Editorial Ariel, INGLES, 1994
GUIA DE LOS DERECHOS
HUMANOS.
C.N.D.H., 2000
LA EUTANASIA.
Javier Fernández.
Editorial Temas de Hoy, 1990
DEATH BY LETAL INJECTION
INGLES.
EL PACIENTE Y SU MEDICO
Horacio Jinich, Volumen 2.
Editorial JGH, México
1998
EL LABERINTO DE LA SOLEDAD.
Octavio Paz
.
Fondo de Cultura
Economica, México
1959
INQUIETUD NUEVA, Revista
Catolica.
Javier Sanches Reyes. No. 98
Mexico, 2000
EUTANASIA Y AYUDA MEDICA AL SUICIDIO, Conferencia.
Gonzalo Herranz.
www.oc.lm.ehu/cupv/univ98
ANGUSTIA Y EUTANASIA.
www.vidahumana.org
LA EUTANASIA, JÓVENES PRO-VIDA
www.geocites.org
Diccionario
Hispánico Universal.
Tomo I. de W.M. Jackson Editores. México.
D.F.
SOBRE LA LIBERTAD . Pgs.26 – 81
STUART, Mill, John .
INGLES
ENCICLOPEDIA MULTIMEDIA
SALVAT.
2000. SALVAT.
EL MUNDO DE TEHUACAN.
ABRIL 2001, SECCION SABER MAS.
EUTANASIA EN HOLANDA.
www.euthanasia.org/english_dutch.html
INGLES.
Autor:
Gregorio De Jesús Vazquez Cruz.