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Emociones




Enviado por carlagiglio



    Indice
    1.
    Introducción

    2. Salud y Enfermedad
    3. Relación entre Emociones y
    Salud

    4. Beneficio de las Emociones Positivas
    en la Salud

    5. Conclusión
    6. Bibliografía

    1.
    Introducción

    Las emociones se han
    estudiado, principalmente, por el papel
    adaptativo que han jugado a través de la evolución
    del hombre.
    Gracias a las emociones se
    produce una activación que nos proporciona la
    energía necesaria para responder, rápidamente, a un
    estímulo que atente a nuestro bienestar físico o
    psicológico, permitiendo así, nuestra
    supervivencia.
    Sin embargo, en los últimos años, se ha descubierto
    que las emociones pueden ser, también, perjudiciales para
    la salud, influyendo
    en la contracción de ciertas enfermedades, perdiendo, en
    este sentido, su valor
    adaptativo.
    Finalmente se empieza a aceptar que disturbios
    psicológicos leves o intensos pueden causar enfermedades en el cuerpo
    propiamente tal. Nuestras abuelas ya lo sabían: nos
    decían que la tristeza, la preocupación obsesiva y
    otros sentimientos podían dañar el corazón,
    provocar úlceras, arruinar el cutis y hacernos más
    vulnerables a las infecciones (Damasio, 1994).

    Este vínculo entre las emociones y la salud, va mucho mas
    allá de que ciertas emociones, las negativas, hagan
    más vulnerables a las personas a contraer una enfermedad,
    o que otras emociones, las positivas, favorezcan la
    recuperación de una dolencia. Con esto, se está
    estableciendo la relación mente/cuerpo.
    Esto trae consigo todo un cambio en el
    tratamiento de enfermedades, ya que ahora se deberán tomar
    en cuenta, como relevantes, los factores psicológicos de
    las personas enfermas, para así intervenir sus emociones
    con el objetivo de
    mejorar la salud.

    2. Salud y
    Enfermedad

    Se puede definir enfermedad como una alteración
    mas o menos grave en la fisiología o funcionamiento del cuerpo, y
    se pude definir salud estar libre de enfermedad, pero para
    nuestro efecto, la enfermedad no es únicamente dolor y la
    salud no es únicamente ausencia de enfermedad sino un
    proceso
    complejo de adaptación en el que confluyen factores
    biológicos, psicológicos y sociales.
    La salud del hombre es un
    proceso
    complejo sustentado sobre la base de un equilibrio
    entre factores biopsicosociales. Lograr que el hombre se
    adapte a su medio implica la mantención de la adecuada
    sincronización de las funciones de los
    sistemas de su
    organismo y en caso del surgimiento de un desbalance, esta
    adaptación depende del restablecimiento de ese equilibrio
    (López, 1999).
    La enfermedad afecta tanto al cuerpo como a la mente y ante todo
    debemos aceptarla y cada cual debe tomar la dirección y la responsabilidad de su salud.

    Emociones
    Podemos encontrar una gran variedad de explicaciones sobre
    qué son las emociones, como por ejemplo:
    – Proceso que se activa cuando el organismo detecta algún
    peligro, amenaza o desequilibrio con el fin de movilizar los
    recursos a su
    alcance para controlar la situación
    (Fernández-Abascal y Palmero, 1999).
    – Funciones
    biológicas fundamentales, producto de la
    evolución, que permiten al organismo
    sobrevivir en entornos hostiles, por lo que se han conservado
    prácticamente intactas a través de la historia evolutiva (Le Doux,
    1999).

    Pero todas coinciden en algo: las emociones son procesos
    adaptativos, entonces, ¿Por qué y cómo
    intervienen en unos casos y determinan en otros, mecanismos que
    favorecen la enfermedad?
    Una de las claves a la hora de entender la repercusión de
    las emociones en la salud es la conceptualización del
    proceso emocional. En él aparecen dos filtros entre la
    situación interna o externa que desencadena el proceso y
    la manifestación de las emociones en el sujeto
    protagonista (Fernández-Abascal y Palmero, 1999).
    El primero de ellos, la evaluación
    valorativa, modulará la activación emocional en sus
    componentes de experiencia subjetiva o sentimiento,
    expresión corporal, tendencia a la acción y
    respuestas fisiológicas y será el responsable del
    reajuste de las emociones a las demandas del entorno; pero,
    también, puede ser el responsable de que las emociones
    pierdan su valor
    adaptativo y sean, entonces, perjudiciales para la salud
    (Fernández-Abascal y Palmero, 1999).

    El segundo filtro, que actúa entre la
    activación y la expresión emocional, se refiere a
    los mecanismos socioculturales de control emocional
    que determinan en gran medida los estilos de afrontamiento, es
    decir, las estrategias que
    cada persona pone en
    juego para
    responder ante las emociones (Fernández-Abascal y Palmero,
    1999).
    En resumen, la función
    adaptativa de las emociones va a depender de la evaluación
    que la persona haga del
    estímulo, es decir, del significado que le dé a
    este, y de la respuesta de afrontamiento que genere.

    3. Relación entre
    Emociones y Salud

    Como habíamos dicho, la salud humana es un
    complejo proceso sustentado sobre el equilibrio de factores
    biopsicosociales, es decir, una persona sana tiene en equilibrio
    tanto su cuerpo como su mente en adaptación con su
    entorno.
    De lo anterior se desprende, que existe una relación entre
    mente y cuerpo y que la falta de equilibrio en uno de ellos,
    afecta el equilibrio y el buen funcionamiento del otro. La
    enfermedad afecta tanto al cuerpo como a la mente.
    De esta relación mente/cuerpo nace la medicina
    psicosomática, que se centra en el estudio de las
    interacciones entre los procesos
    psicológicos (mente) y la ocurrencia de ciertas
    enfermedades (cuerpo).
    Establecida la relación, el psicólogo Robert Ader
    se dedicó a investigar como influyen ciertos procesos
    psicológicos, las emociones, en la salud (USA, 1974). Es
    así como nace un nuevo campo de investigación, la
    Psiconeuroinmunología (PNI), que estudia los
    vínculos que existen entre el sistema
    inmunológico y el sistema nervioso
    central. Su mismo nombre reconoce las relaciones: psico o
    "mente"; neuro, que se refiere al sistema
    neuroendocrino ( que incluye el sistema nervioso
    y los sistemas
    hormonales); e inmunología, que se refiere al sistema
    inmunológico. Ha sido utilizada para establecer posibles
    relaciones entre los factores de comportamiento
    y la progresión de enfermedades.

    Según Ader, hay una infinidad de modos en que el
    sistema nervioso
    central y sistema inmunológico se comunican: sendas
    biológicas que hacen que la mente, las emociones y el
    cuerpo no están separados sino íntimamente
    interrelacionados.
    Se está descubriendo que los mensajeros químicos
    que operan más ampliamente en el cerebro y en el
    sistema inmunológico son aquellos que son más
    densos en las zonas nerviosas que regulan la emoción. A
    cargo de estas investigaciones
    está el psicólogo David Felten. Él
    comenzó notando que las emociones ejercen un efecto
    poderoso en el sistema nervioso
    autónomo (SNA), que es el que regula diversas funciones
    del organismo. Detectó un punto de reunión en donde
    el SNA se comunica directamente con los linfocitos y los
    macrófagos, células
    del sistema inmunológico. Se descubrieron contactos
    semejantes a sinapsis, en los que los terminales nerviosas del
    SNA tiene terminaciones que se apoyan directamente en estas
    células
    inmunológicas. Este contacto físico permite que las
    células nerviosas liberen neurotransmisores para regular
    estas células (Goleman, 1996).

    Luego de diversos estudios, David Felten concluyó
    que sin esas terminaciones nerviosas el sistema
    inmunológico no responde como debería al
    desafío de las bacterias y
    los virus invasores.
    En resumen, el sistema nervioso no sólo se conecta con el
    sistema inmunológico, sino que es esencial para la
    función
    inmunológica adecuada.
    Otra vía clave que relaciona las emociones y el sistema
    inmunológico es la influencia de las hormonas que
    se liberan con el estrés.
    Las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) y el cortisol,
    entre otras, obstaculizan la función de las células
    inmunológicas: el estrés
    anula la resistencia
    inmunológica, supuestamente en una conservación de
    energía que da prioridad a la emergencia más
    inmediata, que es una mayor presión
    para la supervivencia (Goleman, 1996).

    Basándose en esto, se ha establecido la hipótesis de que el estrés y las
    emociones negativas, como la ira, la ansiedad y la depresión,
    podían ser la causa de ciertas enfermedades. Las investigaciones
    no han arrojado datos
    clínicos suficientes como para establecer una
    relación causal, pero sí, se reconoce que, estas
    emociones, afectan la vulnerabilidad de las personas a contraer
    enfermedades. Asimismo, se investiga si las emociones positivas
    son beneficiosas a la hora de la recuperación de la
    enfermedad.

    También, las emociones y la salud se relacionan
    cuando una ya está enfermo, podemos ser emocionalmente
    frágiles mientras estamos enfermos porque nuestro
    bienestar mental se basa, en parte, en la ilusión de
    invulnerabilidad. La enfermedad hace estallar esa ilusión,
    atacando la premisa de que nuestro mundo privado está a
    salvo y seguro. De pronto
    nos sentimos débiles, impotentes y vulnerables. La
    emoción más típica cuando estamos enfermos
    es el miedo.

    Emociones Negativas
    Se ha descubierto que las emociones negativas, como la ira, la
    ansiedad o la depresión,
    y también el estrés, debilitan la eficacia de
    ciertas células inmunológicas.
    Estudios confirman que las emociones perturbadoras son malas para
    la salud. Se descubrió que las personas que experimentan
    ansiedad crónica, prolongados períodos de
    tristeza y pesimismo, tensión continua u hostilidad,
    cinismo o suspicacias implacables, tenían el doble de
    riesgo de
    contraer una enfermedad, incluidas asma, artritis, dolores de
    cabeza, úlceras pépticas y problemas
    cardíacos. Esta magnitud hace que las emociones
    perturbadoras sean un factor de riesgo tan
    dañino como lo son, por ejemplo, el hábito de fumar
    o el colesterol elevado para los problemas
    cardíacos, es decir, una importante amenaza a la salud
    (Goleman, 1996).
    Lo anterior no indica, en modo alguno, que todos aquellos que
    tengan estos sentimientos serán más vulnerables a
    una enfermedad.

    Influencia de la Ira en la salud
    La ira es una emoción negativa que influye en la salud,
    fundamentalmente generando problemas en el corazón.
    Estudios realizados en la Facultad de Medicina de la
    Universidad de
    Stanford han descubierto el impacto que la ira tiene en la
    función cardíaca: en pacientes que habían
    sufrido al menos un ataque cardíaco, cuando se
    sentían furiosos e incluso cuando recordaban esos
    episodios, se producía una disminución de la
    eficacia de
    bombeo de su corazón, la cual no se observó con
    otros sentimientos perturbadores como la ansiedad. (Goleman,
    1996).

    Por supuesto que nadie está diciendo que la ira
    por sí sola provoque una enfermedad coronaria, esta es
    sólo uno de varios factores interactivos. Como los
    doctores explican, aún no se puede decir si la ira y la
    hostilidad juegan un papel causal
    en el desarrollo
    temprano de la enfermedad coronaria, o si esta intensifica el
    problema una vez que la enfermedad ha comenzado, o si ocurren
    ambas cosas. Pero tomemos el caso de una persona que se enfurece
    repetidas veces. Cada episodio de ira añade una
    tensión adicional al corazón aumentando su ritmo
    cardíaco y su presión
    sanguínea. Cuando esto se repite una y otra vez, puede
    causar un daño, sobretodo debido a que la turbulencia con
    que la sangre fluye a
    través de la arteria coronaria con cada latido puede
    provocar microdesgarramientos en los vasos, donde se desarrolla
    la placa. Por eso, si su ritmo cardíaco es más
    rápido y su presión sanguínea más
    elevada porque está furioso habitualmente, tendrá
    mayor probabilidad de
    producir una enfermedad coronaria (Goleman, 1996).

    Enfermedad coronaria se refiere a una serie de males que
    se presentan cuando una o más de las arterias coronarias
    se bloquean de manera parcial o total a causa de los
    depósitos que se acumulan en las paredes arteriales. Las
    arterias coronarias engrosadas se hacen rígidas y
    estrechas y pueden interrumpir el suministro de sangre al
    corazón de modo temporal o permanente (Davidoff,
    1989).

    Un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de
    Harvard pidió a pacientes que habían sufrido una
    ataque cardíaco que describieran su estado
    emocional en las horas anteriores al mismo: estaban furiosos. Sin
    embargo esto no significa que se debería suprimir la ira
    cuando esta es adecuada, ya que existen pruebas de que
    suprimir tales sentimientos aumenta la agitación del
    cuerpo y la presión sanguínea. El hecho de que se
    exprese la ira o no es menos importante que el hecho de saber si
    la ira es crónica o no. Una muestra de
    hostilidad ocasional no es peligrosa para la salud, el problema
    surge cuando la hostilidad se vuelve tan constante que define
    la
    personalidad. Las personas con personalidad
    Tipo A aparentan ser agresivas y hostiles, hablan fuerte,
    rápido y en forma explosiva; muestran un sistema nervioso
    autónomo muy sensible, reaccionan de modo excesivo ante la
    tensión. Esta reactividad exagerada conduce a un ritmo
    cardíaco rápido, sensación de urgencia,
    impaciencia y hostilidad. Las prisas, las competencias y
    cosas parecidas aumentan la tensión acelerando la
    excitación simpática y contribuyendo más a
    la posibilidad de problemas coronarios (Davidoff,
    1989).

    El complejo ira-hostilidad se considera el aspecto
    psicológico que permite entender la influencia de los
    procesos emocionales en los trastornos cardiovasculares. Este
    complejo no es unitario, sino que está configurado por
    distintas variables
    psicológicas, las que en los hombres pueden variar con
    respecto a las mujeres (Breva y Palmero, 1998).

    Influencia de la Ansiedad en la Salud
    La ansiedad es una emoción negativa, una
    perturbación provocada por las presiones de la vida
    diaria. Es la emoción con mayor peso como prueba
    científica al relacionarla con el inicio de la enfermedad
    y el curso de la recuperación.
    Como todas las emociones, la ansiedad, tiene utilidad
    adaptativa: nos ayuda a prepararnos para enfrentarnos a
    algún peligro. Pero en la vida moderna, es más
    frecuente que sea desproporcionada y fuera de lugar; la
    perturbación se produce ante las situaciones con las que
    debemos vivir o que son evocadas por la mente, no por peligros
    reales que debemos enfrentar. Por esta razón se esta
    convirtiendo en un riesgo para la salud si se presenta en forma
    crónica. Si las angustian perduran, estas amenazan la
    salud; una mayor cantidad de cambios en la vida y de molestias
    está vinculada con una mayor probabilidad de
    enfermedades físicas.
    La ansiedad influye, principalmente, en la contracción de
    enfermedades infecciosas tales como resfríos, gripes y
    herpes. Estamos constantemente expuestos a esos virus, pero
    normalmente nuestro sistema inmunológico los combate, sin
    embargo, con la ansiedad esas defensas fallan. Las diferencias en
    resistencia a las
    enfermedades infecciosas se deben, en parte, a las tensiones de
    la vida. Cuantas más ansiedades existan, mayor será
    la incidencia de males infecciosos.

    Durante la tensión las respuestas hormonales
    suprimen ciertas funciones inmunológicas, haciendo que las
    personas sean más suceptibles a los patógenos que
    causan los males infecciosos. Cuando la ansiedad persiste, las
    actividades inmunológicas pueden estar deprimidas.
    Un estudio realizado en parejas casadas que durante tres meses
    llevaron listas diarias de peleas y episodios perturbadores
    mostró que: tres o cuatro días después de
    una serie especialmente intensa de preocupaciones, cayeron
    enfermos de un resfrío o una infección al aparato
    respiratorio superior. Ese período es precisamente el
    tiempo de
    incubación de muchos virus comunes del resfrío, lo
    que sugiere que estar expuestos mientras tenían mayores
    preocupaciones y trastornos los hizo especialmente vulnerables
    (Goleman, 1996).
    Lo mismo se aplica para el virus del herpes: tanto el tipo que
    provoca llagas en los labios como el que origina lesiones
    genitales. Cuando las personas han quedado expuestas al virus del
    herpes, está permanece latente en el organismo y se
    manifiesta de vez en cuando. La actividad del virus del herpes
    puede ser rastreada por los niveles de anticuerpos del mismo que
    hay en la sangre. Utilizando esta medición, la reactivación del virus
    se ha encontrado n estudiantes de medicina que se encuentran
    rindiendo exámenes de fin de año y en mujeres
    recién separadas.

    El precio de la
    ansiedad no sólo es que disminuye la respuesta
    inmunológica; otra investigación está mostrando efectos
    adversos en el sistema cardiovascular. Mientras la hostilidad
    crónica y episodios repetidos de ira parecen poner a los
    hombres en un gran riesgo de enfermedad cardíaca, las
    emociones más mortales en las mujeres pueden ser la
    ansiedad y el temor. Lo que ocurre es que sistema nervioso
    simpático activado hace que los riñones retengan
    sal, la cual altera la regulación de la presión
    arterial en las personas susceptibles debido a las preocupaciones
    (Davidoff, 1989).
    También la ansiedad tiene un papel relevante, en
    situaciones tales como las operaciones
    quirúrgicas, el Dr. Camran Nezhat, de la Universidad de
    Stanford dice: "si alguien debe someterse a una cirugía y
    me dice que ese día siente pánico y no quiere pasar
    por ella, cancelo la intervención. Cualquier cirujano sabe
    que las personas que están muy asustadas tienen problemas
    durante la operación. Sufren hemorragias abundantes y
    más infecciones y complicaciones; además, tardan
    más tiempo en
    recuperarse".

    La razón es evidente: el pánico y la
    ansiedad elevan la presión sanguínea y las venas
    dilatadas por la presión, sangran más
    abundantemente cuando el cirujano hace la incisión con el
    bisturí. La hemorragia excesiva es una de las
    complicaciones quirúrgicas más molestas y puede
    provocar la muerte
    (Goleman, 1996).
    Debido a que el costo
    médico de la ansiedad es tan alto, las técnicas
    de relajación se utilizan para aliviar los síntomas
    de una amplia variedad de enfermedades. Estas incluyen problemas
    cardiovasculares, algunos tipos de diabetes,
    artritis, asma, alteraciones gastrointestinales y dolor
    crónico, por nombrar algunas.

    Influencia del Estrés en la Salud
    El fisiólogo Hans Seyle describió el estrés
    como una respuesta orgánica de tres fases:

    • Fase de Alarma: Preparación de respuestas
      adaptativas.
    • Fase de Resistencia: presentación de
      respuestas y participación de procesos emocionales y
      psíquicos, para restablecer el equilibrio.
    • Fase de Agotamiento: cuando el organismo ya no es
      capaz de generar más respuestas adaptativas, se satura
      la capacidad de adaptación y se presenta la
      desadaptación alterándose la homeostasis
      orgánica.

    Esto ocurre si los estímulos son muy intensos, se
    repiten frecuentemente o persisten por mucho tiempo
    (Rodríguez y Vega, 1998).
    Las respuestas que se presentan durante la fase de resistencia al
    estresor, como son: aumento en al secreción de
    catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), de cortisol y
    encefalina, aumento de aminoácidos circulantes, aumento de
    la glicemia, entre otras; hacen que el sistema
    inmunológico se vea afectado deteriorando la
    función de las células inmunológicas (T, B,
    T asesinas).
    El estrés mental crónico parece inducir la
    superproducción de un producto
    químico, el péptido derivado del gen de la
    calcitonina en los terminales nerviosos de la piel. Por
    esto, el péptido recubre excesivamente la superficie de
    ciertas células inmunológicas (células de
    Langerhans), cuya tarea es capturar agentes infecciosos y
    entregarlos a los linfocitos para que el sistema inmune pueda
    contrarrestar su presencia. Debido a la menor vigilancia en una
    vía importante de acceso, el cuerpo es más
    vulnerable a las infecciones (Damasio, 1994).
    Con lo anterior podemos darnos cuenta de lo nocivo que puede
    llegar a ser el estrés, pero aún así no es
    causa directa de enfermedades. El estrés no causa la
    enfermedad en sí, sino que impide la recuperación
    porque baja las defensas del cuerpo y aumenta la sensibilidad de
    la persona a los problemas físicos que han existido
    anteriormente (Reeve, 1994).
    Múltiples estudios clínicos han demostrado que la
    palabra más adecuada para describir la relación
    entre estrés y salud es impacto, pues los factores
    psicosociales no son causa de enfermedad, sino que
    desempeñan un rol en la alteración de la
    susceptibilidad del paciente a las enfermedades (Rodríguez
    y Vega, 1998).
    Estudios han demostrado que estresores potenciales como: grandes
    cambios en la vida, situaciones vitales crónicas y
    pérdida del apoyo social, están relacionados con
    enfermedades cardiovasculares, debido a que la secreción
    de hormonas
    durante el estrés parecen contribuir en este tipo de
    enfermedades, ya que: incrementan la tendencia de
    coagulación de la sangre, (si un coágulo se aloja
    en la arteria coronaria es probable sufrir un ataque
    cardíaco), elevan los niveles de ácidos
    grasos libres y triglicéridos que obstruyen las arterias,
    y aumentan la presión arterial (Davidoff, 1989).
    En cuanto a la contracción de enfermedades infecciosas
    como virus del herpes o de la gripe, el estrés influye ya
    que debilita la acción del sistema
    inmunológico.

    La relación entre estrés y cáncer
    parece estar en los efectos supresores del estrés en el
    sistema inmunológico. Si se deprimen las funciones
    inmunológicas, los organismos tienen menos capacidad para
    enfrentarse a los agentes cancerígenos (Davidoff, 1989).

    4. Beneficio de las
    Emociones Positivas en la Salud

    La prueba de los efectos médicos adversos de la
    ira, la ansiedad y el estrés es innegable. Tanto la ira
    como la ansiedad, cuando son crónicas, pueden hacer que la
    gente sea más propensa a una serie de enfermedades. Pero
    si la perturbación emocional crónica en sus
    diversas formas es nociva, la variedad opuesta de emociones puede
    resultar beneficiosa?.

    Muchos preconizan que la risa y el buen humor pueden ser
    herramientas
    efectivas para enfrentarse a la enfermedad. La capacidad de estar
    de buen humor imprime sentido de perspectiva a nuestros
    problemas. La risa brinda una liberación física de las
    tensiones acumuladas y por tanto se espera que todo aquello que
    logre que el hombre se
    mantenga emocionalmente estable y lejos de experiencias
    desagradables puede contribuir a que el sistema
    inmunológico funcione óptimamente
    (López,
    1999).
    Pese a lo anterior, investigaciones indican que las emociones
    positivas pueden resultar beneficiosas hasta cierto grado.
    Así como las emociones negativas hacen más
    vulnerables a las personas a contraer enfermedades, pero no las
    causan, las emociones positivas ayudan a sobrellevar la
    enfermedad y favorecen el proceso de recuperación, pero
    por sí solas no logran mejorar a la persona.

    El optimismo y la esperanza también resultan
    beneficiosos. La gente que tiene muchas esperanzas es más
    capaz de resistir en circunstancias penosas, incluidas las
    dificultades médicas. En cuanto al optimismo hay diversas
    explicaciones. Una teoría
    propone que el pesimismo conduce a la depresión, que a su
    vez interfiere en el sistema inmunológico, con la
    consiguiente vulnerabilidad a las enfermedades; el optimismo
    haría lo contrario. Otra explicación indica que
    puede tratarse de que los pesimistas descuidan su propia persona;
    algunos estudios han descubierto que los pesimistas fuman y beben
    más, y hacen menos ejercicios que los optimistas, son en
    general más descuidados con su salud. Podría
    resultar que la fisiología del optimismo es de cierta
    utilidad
    biológica para la lucha del organismo contra la enfermedad
    (Goleman, 1996).

    5.
    Conclusión

    Conocer las propias emociones es algo fundamental.
    Reconocer cuál es la emoción que estamos sintiendo,
    en el momento en que la sentimos es tremendamente útil, ya
    que nos permite un mayor conocimiento
    de nosotros mismo y también nos permite saber canalizar y
    expresar esas emociones hacia los demás de manera
    adecuada.
    Todas las emociones son buenas, mirándolas desde el papel
    adaptativo que juegan, sin embargo hoy se sabe que hay algunas
    que si se salen de los limites normales y se vuelven
    crónicas, ya no son tan buenas.
    En la comunidad
    científica ya se acepta que las emociones tienen cierta
    influencia en la salud: se reconoce un vínculo
    físico entre el sistema nervioso y el inmunológico,
    que hace que estos sistemas, sobre todo el inmunológico
    dependa del nervioso para su correcto funcionamiento. Así,
    las emociones negativas y el estrés afectan al sistema
    inmunológico, haciéndolo más vulnerable; y
    las emociones positivas, el buen humor, el optimismo y la
    esperanza, junto al apoyo de otros, ayudan a soportar una
    enfermedad y facilitar su recuperación. Con esto, se
    estableció la relación mente/cuerpo, que
    permitió el nacimiento de una nueva disciplina de
    estudio, la Psiconeuroinmunnología.

    Todos estos descubrimientos tienen una aplicación
    innegable para los profesionales de la salud en el tratamiento de
    las enfermedades, ya que deberán considerar un tratamiento
    integral para el paciente que considere tanto los factores
    físicos como los psicológicos de este. En otras
    palabras el paciente estará sano cuando se haya curado de
    la enfermedad (illness: experiencia que el paciente tiene del mal
    que lo aqueja), mas que de la patología (disease:
    trastorno médico).
    Algunos cambios para la medicina en el tratamiento de
    enfermedades, tomando en cuenta el efecto de las emociones en la
    salud, serían: ayudar a la gente a manejar mejor sus
    sentimientos perturbadores (ira, ansiedad, depresión,
    pesimismo y soledad) ya que es una forma de prevención de
    la enfermedad; y atender las necesidades psicológicas de
    los pacientes al
    mismo tiempo que las médicas.
    Si los descubrimientos sobre emociones y salud significan algo,
    es que el cuidado médico que pasa por alto lo que la gente
    siente mientras lucha con una enfermedad grave o crónica,
    ya no es adecuado.

    6.
    Bibliografía

    Damasio, Antonio: 1994 "El Error de Descartes"
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    Javier Vergara Editor, Buenos Aires
    Capítulo 11: "Mente y Medicina"
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    Artículos:
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    inmunológicas producidas por la ansiedad y el
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    López, Martha: "La psiconeuroinmunología, una nueva
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    Resumen
    La salud del hombre es un
    complejo proceso sustentado en la base de un equilibrio entre
    factores biopsicosociales.
    Emociones son procesos psicológicos que frente a una
    amenaza a nuestro equilibrio, ya sea físico o
    psicológico, actúan para reestablecerlo ejerciendo
    así un papel adaptativo. Sin embargo en algunos casos, las
    emociones, influyen en la contracción de enfermedades,
    dejando de ser procesos adaptativos. La función adaptativa
    de las emociones va a depender de la evaluación que haga
    la persona del estímulo que pone en peligro su equilibrio,
    y de la respuesta que genere para afrontar ese
    estímulo.
    Siendo la salud humana un complejo proceso de adaptación
    en el que confluyen factores biológicos,
    psicológicos y sociales, una persona sana debe estarlo
    tanto en mente como en cuerpo, es decir existe una
    relación. Esta relación permitió el
    nacimiento de una nueva ciencia, la
    psiconeuroinmunologia (PNI), que estudia como influyen ciertos
    procesos psicológicos en la salud.
    Gracias a los estudios derivados de la PNI, se ha descubierto un
    vínculo físico (sinapsis), entre células del
    sistema nervioso y del sistema inmunológico, haciendo a
    estos dos sistemas humanos, interdependientes.
    Una de las formas como influyen los procesos psicológicos
    en la salud, es a través de las emociones. Tanto las
    emociones positivas (alegría, buen humor, optimismo) como
    las negativas (ira, ansiedad) y el estrés influyen en la
    salud.
    Las emociones perturbadoras influyen negativamente en la salud
    favoreciendo la contracción de ciertas enfermedades, ya
    que hacen más vulnerable el sistema inmunológico,
    lo que no permite su correcto funcionamiento.
    Las emociones positivas son un beneficio par nuestra salud, ya
    que ayudan a soportar las dificultades de una enfermedad y
    facilitan su recuperación.
    Todos estos descubrimientos sobre emociones y salud, tienen su
    aplicación en el tratamiento de las enfermedades, ya que
    este deberá ser un tratamiento integral, que considere la
    recuperación tanto de los factores físicos como de
    los factores psicológicos del paciente.

     

     

    Autor:

    Carla Giglio Gallardo

    20 años
    Segundo año Psicología en Universidad de Chile
    Bachiller en Ciencias
    Sociales y Humanidades
    Palabras clave: emociones, estrés, salud,
    psiconeuroinmunología
    Área monografía: psicología

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