Cineastas argentinos
contemporáneos:
identidad,
estilo y lenguaje
Indice
1.
Introducción
2.
Biografía
3. Crónica de una
señora
4. Juguetes
5. Bibliografía
consultada
En un cierto sentido general, y más aun en nuestro
país, la actividad cinematográfica ha sido ejercida
históricamente por varones, y obviamente, el punto de
vista masculino ha predominado en las realizaciones. Así
también tenemos que agregar la concepción
patriarcal, hizo que los que se atrevieron a hacer cine
adoptaran, casi sin excepción, este enfoque, promoviendo
un modelo de
identificación de carácter
sexista, prejuicioso y distorsionado. De este modo el cine cuenta
con una mujer idealizada,
según los "cánones morales de la sociedad", y
la mujer
objeto.
Con la incorporación de la mujer
directora, productora, realizadora de cine, se produce una
evolución hacia una toma de consciencia por
oposición, aportando así un cambio a la
concepción misma de los conflictos
humanos.
En toda narrativa siempre existe lo incorporado o lo aprendido,
sumándose a las características personales del autor y en
este caso es precisamente donde podemos ver que los realizadores
argentinos cuentan sus historias con cierta similitud, con una
cierta hegemonía en el enfoque que tiene un cierto gusto
criollo, con una mirada nostalgiosa si se quiere, crítica
en algunos casos, buscando una reflexión en el espectador,
apelando a la capacidad decodificadora del público, con un
predominio de la historia en lo que hace a la
temática. Es precisamente una de las tantas características unificadoras de nuestra
identidad
cinematográfica, si es que se permite el término ya
que ciertos autores no concuerdan con esto.
La historia
argentina dio muchos argumentos al cine nacional, y el primer
antecedente dentro de la historia de la
cinematografía argentina, la
encontramos en 1909, con Mario Gallo realizando el primer film
argumental titulado "El Fusilamiento de Dorrego". Luego hace una
sucesión de películas, las cuales se semejan entre
si, por su técnica narrativa del teatro filmado,
tal es el caso de "La Revolución
de Mayo", haciendo uso de nuestro pasado histórico.
Con la aparición de los estudios "Lumiton" y su primera
película "Los Tres Berretines" (1932), la cual consagra al
actor Luis Sandrini, proporciona las bases de un estilo
argumental o temático, de películas destinadas al
sano esparcimiento de la población barrial, la llamada clase media,
relatándoles historias cotidianas de personajes
contemporáneos.
En 1935, se incorporan al cine argentino, cinco directores que
rápidamente cometen una mejora temática en la
filmografía argentina. Daniel
Tynaire filma "Bajo la Santa Federación" y "Mateo", la
cual es una adaptación del genero grotesco
del autor Armando Dicepolo. Alberto de Sabalia incursiona por las
biografías
con su film "La vida de Carlos Gardel". Manuel Romero se dedica a
realizar películas relacionadas con el genero musical
popular del momento, como "La Vida es un Tango" (1939).
Luis Saslaski filma "Puerta Cerrada" (1939), demostrando otro
tipo de tratamiento mas cuidado, donde hace uso de un relato
cargado de connotaciones psicológicas, sentimentales y lo
melodramático. Pero el más sobresaliente de este
grupo, es
Mario Soffici, que filma "Kilómetro 111" (1938), con un
estilo de climas y temas autóctono, y permitiéndose
incorporar al relato algunos "chascarrillos", por parte de los
singulares personajes, dentro de un relato sumamente entretenido
y ameno para un argumento de índole social,
político y económico del momento. Realiza uno de
los clásicos de nuestra filmografía "Prisioneros de
la Tierra"
(1939), donde refleja la opresión de los trabajadores en
los tabacales.
Pero en la década del 40’, el cine sufre una
transformación incursionando por la comedia asainetada,
pero también entra a diferenciarse entre las realizaciones
comerciales y artísticas.
También tenemos la obligación de decir que tuvimos
un "cine para la mujer", que se
caracterizó por las historias de amoríos
juveniles, con pequeños dramas de entre casa u
hogareño, sin mucho contenido. Dentro de esta época
aparece el llamado cine erótico, con una trama cargada de
escenas de amor y
simbolismo, como "Safo" (1943).
En 1942 Lucas De Mares, filma "La Guerra
Gaucha", la película considerada como el gran
clásico de la filmografía argentina y como una joya
épica, basada en la obra literaria de Leopoldo Lugones,
con escenas antológicas. En 1944, De Mares filma "Su Mejor
Alumno", basada en la vida del hijo de Domingo Faustino
Sarmiento, creando una línea de películas
históricas, algunas de las cuales se basaron en textos
literarios, donde lo épico es el cimiento de la
temática.
Algunos gobiernos, permitieron el monopolio a
costa de que se promuevan sus ideologías, haciendo caer la
producción en la mediocridad del pasa
tiempo, las
comedias escapistas e insulsas, donde la cinematografía
nacional incurre en novelas y dramas
de autores extranjeros, donde el mismo público argentino,
entro a rechazar con el tiempo,
quizás por la ausencia de identificación por parte
del público ante la propuesta cinematográfica.
Lo intelectual, lo entomológico, la farsa, el
inconformismo, lo psicológico, tiene su espacio con el
grupo de
realizadores comprendido por lo llamado "La generación del
60" y por otro lado, aparece el cine liberación,
caracterizado principalmente por fuertes connotaciones políticas.
Lo intimista aparece con Leonardo Favio, a los fines de los
60’. A comienzos de los 70’ se reintroduce el genero
erótico de la mano del cineasta Armando Bo, y el relato de
lo marginal resalta por el lado de Lautaro Murua. Sergio Renan
hecha mano a la literatura del autor
uruguayo Mario Benedetti para relatar una historia esencialmente
humana y contemporánea. También en esa
época, se retoma la veta temática de lo
histórico, hasta la nueva aparición de las
triviales comedias, dentro de un oscuro pasaje de nuestra
historia nacional. Pero no todo es oscuro en la
cinematografía de esa época, ya que se filmaron
buenos policiales. Luego, con el tiempo, vino el cambio de
gobierno y, en
consecuencia, nuevos rumbos para las temáticas nacionales,
tal es el caso del documental histórico y la
ficción que recrea crueles historias cotidianas y de
nuestro pasado.
En los últimos años, nuestra historia fue
aprovechada por muchos extranjeros como base argumental. Pero la
temática abordada por la cinematografía argentina
no termina con nuestra historia, sino que las particulares
historias de nuestra sociedad y sus
personajes fueron innumerablemente utilizadas para el desarrollo de
distintos conflictos
sociales y personales, para analizar y criticar nuestros propios
sistemas sociales
y/o políticos, por los que hemos transitado, con una
visión y un tratamiento, si se quiere, sociológico
y psicológico muy típico de la idiosincrasia
argentina, y, sin haberlo previsto, nos encontramos en medio de
una temática que no depende exclusivamente de los
realizadores, sino que, en gran medida, influyó nuestro
marco histórico, social, idiomático, costumbrista,
y mandatos por cuya imposición no se nos permitió
intervenir ni expresarnos libremente, en un sistema social
que nos delegan, no dejando de lado por esto una trama de
relaciones sociales que confluye en una cultura
nacional proveniente de colonizadores.
Por otro lado, nos encontramos con realizadores que se han
formado en el exterior, o cuentan con abundante información de otras escuelas o movimientos
cinematográficos.
Así es como los filmes argentinos hechos a partir de 1983
se evidenciaban, por sus características, como argentinos
y como realizados en la época de la democracia.
Estos filmes, tomados en conjunto, hablan de problemas
relacionados con la dictadura militar
que acababa de terminar; numerosas fueron las películas
que trataron, central o lateralmente, el lacerante tema de la
represión ilegal.
Esto no implica ningún juicio de valor (que se
hable de los desaparecidos o que se trate del primer film de un
realizador no es ni bueno ni malo: el film podrá ser lo
uno o lo otro), pero gran parte de las películas hechas
entre el 84 y el 88 fueron operas primas, filmes de autor, y
hablaron sobre la represión ilegal durante la dictadura
militar. Al menos en algunos de estos aspectos, la mayoría
de los filmes pueden reconocerse.
En el aspecto, digamos, estilístico, el cine del 83 al 88
se destacó por el desarrollo de
lo que podría llamarse cine de autor: películas que
se planteaban fundamentalmente los problemas
desde el punto de vista de su estructuración, de su
organización formal, dejando de lado el
mercado. Eso
supuso una relación conflictiva con el público, y
fueron numerosos los fracasos. Además fue muy grande la
cantidad de operas primas del período.
Muchos directores, con frecuencia, contaron con el único
apoyo económico del Instituto Nacional de Cine, y
así lograban, con muchas dificultades, hacer su primera
película.
Luego de una depresión
en lo que es refiere a la producción cinematográfica, retoma,
en cierta medida, un nivel cuantitativo y cualitativo bastante
aceptable, si lo comparamos con otros períodos.
Pero, para hablar más concretamente del tema que nos
convoca en este tratado de María Luisa Bemberg, no podemos
dejar de lado a las llamadas "Voces femeninas".
La conocida obra de la Lic. María A. Camino, en el
texto titulado
"Cine y Literatura: dos mundos, dos
oficios históricamente masculinos", nos relata: esta idea
ubicó a la literatura y al séptimo arte en una
dimensión fuertemente marcada con el sello viril, con
aquello que las feministas de fines de los sesenta definieron
como "mirada androcéntrica".
Innumerables son las películas que tienen como
protagonistas a mujeres. Incalculables, los autores que han
escrito sobre ellas. Muchos han tenido la capacidad de internarse
en la mentalidad femenina, en sus prejuicios, sentimientos y
pensamientos. Sólo unos pocos han logrado reflejarla con
absoluta fidelidad. En este sentido, existen inolvidables
personajes femeninos como aquella Pepa de "Mujeres al borde de un
ataque de nervios" de Pedro Almodóvar. Sin embargo, no hay
nada más temible que el cine y la literatura de y sobre
las mujeres. Con la visión femenina, estas artes adquieren
un carácter
revelador, íntimo, confesional para dar un testimonio
único de lo que hace, cree, siente y piensa el llamado
"sexo
débil".
María Luisa Bemberg en el cine y Elena Poniatowska en la
literatura, son dos mujeres que saltaron al mundo de la creatividad,
que se convirtieron, con mucho esfuerzo, en ejecutoras de su
propio arte, de sus
propias palabras; que no se sometieron al antiguo miedo, al
silencio; que se decidieron y gritaron a través de su
arte. Así, Bemberg con su cámara y Poniatowska con
su pluma, se propusieron dar luz a
determinados rostros históricamente olvidados y dar voz a
determinantes silencios milenarios. Por esto, existe entre ellas
una evidente vinculación que no es sólo
temática, porque, tanto la obra de Poniatowska como la de
Bemberg, revelan la misma preocupación: el papel que ha
jugado la mujer en la sociedad patriarcal argentina y
mexicana.
Así es que, como guionista y directora, María Luisa
Bemberg prefirió mujeres alejadas de la indigencia, y de
este modo, personajes burgueses sin carencias y
aristócratas acaudalados pueblan sus películas.
Pero, tanto ricas en un sentido como pobres en otro, han sido
mujeres ignoradas, mujeres marginadas, mujeres calladas…
Cada una de ellas evidencia lo desgarrador de la soledad femenina
en un contexto dominado por hombres.
En las películas de María Luisa Bemberg vemos
desfilar ante nosotros mujeres que se atrevieron a romper con los
límites
impuestos por
el matrimonio,
la familia,
el Estado, la
iglesia,
etc.
Así Lucía ("Momentos", 1981) se atreve al
adulterio; Leonor (" Señora de nadie", 1982) al divorcio; y
Camila O’Gorman ("Camila", 1984) y Juana Inés de la
Cruz ("Yo, la peor de todas", 1990) osan desafiar tanto a la
Iglesia como
al Estado.
Las mujeres de Bemberg poseen una vitalidad extraordinaria y
desbordante; todas ellas se encuentran dominadas por una
pasión, ya sea por un hombre
prohibido -como es el caso de Camila- o por un arte vedado, como
Juana Inés de la Cruz.
Es a través de estas mujeres como María Luisa
Bemberg nos muestra su mirada
crítica y desafiante; sin duda, el suyo ha sido un cine de
denuncia, de grito entrañable contra los límites
impuestos por
un sistema que
posterga y oprime a la mujer. En alguna oportunidad, la
realizadora contó cómo se había atrevido a
dirigir su primera película, un cortometraje de 17 minutos
titulado "El mundo de la mujer" (1972). Sucedió que en la
filmación de una escena de "Crónica de una
señora" (1970), película en la que ella fue
argumentista, tuvo un desacuerdo con el director Raúl de
la Torre. Más tarde, comentó lo sucedido a Juan
Carlos Desanzo que la animó, diciéndole que ella
podía dirigir sus películas y que lo único
que necesitaba era un asistente, un iluminador y un compaginador.
En ese momento ella pensó "es hora de que las mujeres nos
atrevamos a atrevernos". Felizmente se atrevió, lo que tal
vez suene paradójico es que lo hizo por consejo de un
hombre que no
se equivocó. María Luisa Bemberg nos ha dejado una
lista de películas que, manejadas con mano firme, reflejan
muy cabalmente lo que no es ficción: el alma
femenina.
En las películas de Bemberg, nada queda librado al
azar. Uno de los mayores logros de la realizadora consiste en la
estricta reconstrucción del contexto social en que se
mueven sus personajes. Los marcos de sus obras han sido
cuidadosamente reconstruidos y son una muestra genial de
que el arte de ambas no se limitó a exponer historias de
mujeres, sino que la intención fue mucho más
allá: apelaron al criticismo histórico.
María Luisa Bemberg ha creado en sus obras un mundo que le
pertenece y que le es propio: "El mundo de las mujeres".
Porque la mujer siempre calló y, para que no siga
callando, Elena Poniatowska y María Luisa Bemberg no
apostaron al silencio. Ellas optaron por el camino de la
creación para mover antiguas estructuras,
para enseñarnos que traspasar límites es posible,
para decirnos que, en realidad, el silencio femenino es una vieja
historia, para comunicarnos que simplemente podemos
atrevernos…
María Luisa Bemberg nació en Buenos Aires el
14 de abril de 1922, casada un 17 de octubre de 1945, tuvo 4
hijos y se divorcia a los 32 años de edad.
Murió el 7 de Mayo de 1995, a la edad de 73 años,
al parecer, de un cáncer fulminante y repentino.
Proviene de una familia potentosa
en lo económico y con muchas connotaciones sociales y
políticas; con una estructura
familiar fuertemente patriarcal que influyó decididamente
en su persona, lo cual
hizo que en los distintos trabajos realizados, se percibieran
muchas vivencias y/o conflictos de su historia personal, que han
sido plasmadas concurrentemente en ellos.
En 1949 comienza trabajando como empresaria de
espectáculos teatrales; en 1960 repite la experiencia pero
también es bocetista del vestuario, recibiendo elogios de
la crítica especializada. Posteriormente, junto a Catalina
Wolff, funda el Teatro del Globo
y se encarga de regentearlo durante 5 años. Es allí
donde empieza a empaparse del trabajo de dirección, escenografía, actoral y
sobre todo en la puesta en escena.
Por otro lado, María Luisa Bemberg tiene otra faceta en su
vida social y pública, y es la de ser una activista en los
movimientos feministas, siendo una de las fundadoras de la
Unión Feminista Argentina.
En su trabajo como escritora, o guionista, escribe "La margarita
es una flor", obra teatral que posteriormente pasa a ser
guión de "Crónica de una señora", y, como es
de esperar, el tema principal es la problemática de la
mujer.
Se inicia dirigiendo "El mundo de la mujer", un cortometraje de
17 minutos, realizado en 16 mm., en el cual la cámara
capta inquietamente la exposición
Femimundo, atribuyéndole de este modo un enfoque
crítico al tema, tiñéndolo de ironía
e irritación. Esta realización cuenta con un
contrastante y rítmico montaje, lográndose el
objetivo de la
directora que es denunciar y rechazar la frivolidad de esta
exposición, donde brilla por ausente lo
espiritual, lo intelectual, lo esencial que podría llegar
a hacer crecer a una mujer como persona.
De este modo, todo el cine de María Luisa Bemberg se
encamina en una incesante alegoría de su vida privada, y
así es como en cada obra de ella, toca diferentes
capítulos o temas personales y siempre desde un singular
enfoque atípico, fuera de lo normal o de lo que la
mayoría de los realizadores acostumbran a tratar en estos
tipos de temas, tal es el caso del ser mujer, el ser esposa, su
crianza, su historia familiar, la relación con su padre,
la postura ante una sociedad machista, etc., tratando de
criticar, analizar, cuestionar, combatir y formar una nueva
mentalidad en la sociedad argentina referente a estos y otros
temas.
Antes de dirigir su primera película viajo a Nueva York
para estudiar actuación en el Instituto Lee Strasberg. De
vuelta a Argentina, creo una compañía de
producción cinematográfica con la productora Lisa
Stantic. En 1981 Bemberg produjo, escribió y
dirigió su primera película: "Momentos".
"Tenía bastante miedo" decía. "El primer
día, cuando fui a filmar mi primera escena, sentía
como si fuera a la guerra. No
sabia si podría volver a casa esa tarde".
Estudia interpretación con Beatriz Matar. Así se va
enriqueciendo en gran medida en el tema actoral.
Sus realizaciones cinematográficas son originales, donde
con el tiempo logra crecer y se puede observar un alto
profesionalismo, que lo utiliza hábilmente para brindarnos
una visión no-masculina y por ende una distinta
concepción ideológica y moral.
La realizadora aborda los distintos conflictos sin prevenciones
sexistas y con frecuencia esa mirada logra hacerse
crítica, revelando un efecto devastador de la ideología social.
Su película Camila fue nominada al Oscar como mejor film
extranjero en 1995.
Para un mejor conocimiento
de la realizadora, pasemos a conocer cada una de sus obras
cinematográfica hechas a lo largo de su trayectoria,
viendo las distintas etapas y en consecuencia, su brillante
evolución.
Es su primer contacto con el cine, donde el argumento refleja
una serie de esenciales conflictos de la vida de la autora, sin
que esto represente que el guión sea
autobiográfico.
La historia personal de
María Luisa Bemberg, hace que esté empapada en las
circunstancias, permitiéndole mostrar ávidamente la
naturaleza del
conflicto que
tiene el personaje del film. El sentimiento de inutilidad y
aislamiento, es presentado como el efecto de expectativas
sociales, que coartan la creatividad de
la mujer, sumergiéndola en una impotencia y en un
estancamiento personal. Este tema es bien tratado, gracias al
vasto conocimiento
que tiene la guionista del grupo social y el ambiente en
que este tipo de drama se puede ver.
En cuanto al desarrollo de la historia, puede parecer lineal,
donde la situación se tiñe de autentico drama y
está concebida desde lo femenino, "Crónica de una
Señora", le debe mucho a su director Raúl de la
Torre, quien supo dar respuesta a la idea de la guionista,
consiguiendo conformar una sucesión de puestas en escenas
que logran transmitir la falsedad, el encierro y la asfixia que
apremia a la bella y frívola esposa de un poderoso marido.
El conflicto se
desata en el personaje ante el suicidio de una
amiga de idénticas condiciones que ella, y tal es su
identificación que llega a pensar que puede sur ella misma
la que se quita la vida.
Como es obvio, esta extrema determinación es tomada al
encontrarse harta de su vida, al no encontrarle un sentido a su
vida. Así es como "Crónica de una mujer", apunta a
un debate
filosófico del tema: criticar y desafiar la estructura
patriarcal concebida en nuestra sociedad. El enfoque que se le da
al film, es muy diferente a lo que estamos habituados, ya que
para el cine argentino una mirada desde este ángulo,
representa una innovación, debido a la forma en que
están desarrollados los conflictos afectan tanto a los
hombres como a las mujeres y ambos deben enfrentar esa
disyuntiva.
Triángulo de cuarto
En 1978 ella vio su segundo guión en la película
"Triángulo de Cuatro". Aún cuando ella gana un
premio por el guión, la película, sobre el
triángulo amoroso entre un hombre, una esposa tradicional
y su independiente amante, no satisfizo a Bemberg.
Este film, lo dirigió Fernando Ayala, donde se puede
observar el enfoque crítico hacia las relaciones
matrimoniales de una clase social alta y muy determinada. La
infidelidad de la protagonista, Thelma Biral, que encarna la
esposa, es la tabla de salvación, ante la fragilidad de su
matrimonio.
La trama se desarrolla con poca verosimilitud,
convirtiéndose en una historia mas, trivial, poco
atractiva, donde lo previsible esta a la mano del espectador.
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