Las manifestaciones artísticas mejoran la calidad de vida en la tercera edad (página 3)
Cierre
En ronda, se les pedirá que
intenten guardar secreto acerca de lo que está armando
cada grupo, así se transforma en un verdadero regalo.
En ese momento se los invitará a contar que cosas
sienten que aportaron al trabajo que no sea material; lo que
surja se irá escribiendo en un afiche en forma de
palabras cruzadas, para concluir en la necesidad de trabajar
juntos para que funcione.Se les recordará como
seguirán en el próximo encuentro.Despedida.
Conclusiones
Para concluir esta investigación proponemos reflexionar desde
tres aspectos:
Lo estrictamente humano
La formación
gerontológicoLa profesión del trabajo
social
Desde lo estrictamente humano conduce a
pensar sobre el viejo que cada uno tiene en su mundo interno,
aquel anciano amado, cómplice, digno y activo que luego se
busca incesantemente en cada nueva relación que se
inicia.
Las oportunidades limitadas que brinda el
medio social _ incluyendo la familia_ para la inserción
del anciano en forma de actividad "productiva", para la socialización, y las relaciones que estos
mayoritariamente establecen con su medio social, deben determinar
en buena medida, las características de la subjetividad
individual encontradas en nuestro estudio.
Comprobamos que hay pocas opciones de
recreación en su comunidad y en la
sociedad en
general, que contemple y posibilidades de la tercera edad,
sería importante la mayor difusión de la existencia
y función
que cumplen Los hogares de día, para mejorar la calidad de
vida de la tercera edad. Ellos pueden brindar apoyo
emocional, con el intercambio permanente y de expresiones
afectivas.
En estos centros, las condiciones sociales
se expresan y concretan de forma diferente en cada lugar,
brindando contextos distintivos para cada sujeto, pero
además son vivenciada de manera diferente por cada
personalidad
en función de su historia personal, su
concepción del mundo y los proyectos de vida
formados en su desarrollo
individual. De esta forma la mayoría de los abuelos , con
quienes conversamos, manifestaron que, fuera del hogar las
únicas actividades .que parecen comunes a todos los
ancianos son ver televisión, el descanso pasivo sin hacer
nada y, en menor medida oír radio, cuidar a
los nietos, sin ningún otro tipo de contención en
este sentido.
Las actividades de relación:
fiestas, paseos, visitas, son muy restringidas, para la
mayoría de los ancianos, fuera del hogar de día, y
sólo algunos poseen el hábito de visitar parientes
o amigos y se esfuerzan por mantener estas costumbres a pesar de
las dificultades personales o de transportes
Según nos comenta Roxana, la
profesora de plástica a cargo del grupo: _
"Acá no se apunta a mejorar las aptitudes
plásticas, pero sí la calidad de vida
en un grupo social vulnerable, que a partir de los numerosos
cambios que ocurren en esta etapa de la vida debe reformular su
desarrollo individual y social. Si alguien pinta igual que antes
pero puede mejorar sus relaciones
interpersonales descubrir potencialidades expresivas que todo
ser humano tiene más allá de su edad y quebrar
situaciones de aislamiento, la meta de estos
talleres está cumplida."
Si bien por lo observado en nuestra visita
al Hogar de día N° 8, en cuanto al comportamiento
de los participantes del taller de plástica, quienes
mostraron una concurrencia espontánea, a los mismos,
transmitieron gratificación por sus producciones, las que
mostraban con orgullo. La profesora comentó que salvo
causa de fuerza mayor
(una enfermedad) tenían asistencia perfecta, destacando
que si por diferentes motivos se atrasaba, ellos ya la aguardaban
en lugar convenido, con los materiales
preparados, no nos basta con ello para afirmar o no que la
predicción se cumpla, acorde lo establecido en la hipótesis.
Se puede concluir que la calidad de vida es
un concepto
eminentemente evaluador, multidimensional, y multidisciplinario,y
resulta de una combinación de factores objetivos y
subjetivos.
Debe ser valorado desde la presencia de las
condiciones materiales y espirituales de vida, imprescindible
para facilitar el desarrollo psicobiológico y
social-histórico, que los criterios técnicos
determinan para cada lugar y época, hasta el grado de
satisfacción personal de cada individuo con
las condiciones que ha alcanzado, y que por supuesto repercuten
de manera positiva o negativa sobre su salud.
Se pone de manifiesto que existen en el
mundo varios instrumentos para valorar la calidad de vida, pero
por ser tan abarcador el concepto se hace necesario validarlo de
acuerdo al momento socio-histórico, económico,
cultural y las características de la
población
Anexo
Organización Mundial de la
Salud
Bandera de la OMS
La Organización Mundial de la Salud (OMS), es
el organismo de la
Organización de las Naciones Unidas
(ONU)
especializado en gestionar políticas
de prevención, promoción e intervención en salud a
nivel mundial. Fue creado el 7 de abril de 1948. El primer esbozo
de la OMS surgió de la Conferencia
Internacional de Salud celebrada en julio de 1946. En esta
reunión, organizada por iniciativa del Consejo
Económico y Social de la ONU, se redactan los primeros
estatutos de la OMS. La primera reunión de la OMS tuvo
lugar en Ginebra, en 1948.
Los principales cometidos de la Asamblea
Mundial de la Salud son aprobar el programa y el
presupuesto de la
OMS para el siguiente bienio y decidir las principales cuestiones
relativas a las políticas sanitarias. Tal y como establece
su Constitución, el objetivo de la
OMS es que todos los pueblos de la tierra
puedan gozar del grado máximo de salud que se pueda
lograr. La Constitución de la OMS define la salud como
"un estado de
completo bienestar físico, mental y social", y no
solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades.
Los 193 Estados Miembros de la OMS
gobiernan la Organización por medio de la Asamblea Mundial
de la Salud. La Asamblea está compuesta por representantes
de todos los Estados Miembros de la OMS.
Tabla de contenidos
Estructura Los Estados miembros de la OMS La OMS tiene 193 Estados Miembros, El trabajo cotidiano de la OMS es Directores Generales de la OMS han
Oficinas Regionales Para ser una agencia especializada de El comité regional de la OMS Las seis (6) oficinas regionales
Organización Mundial de la Salud Departamento de Promoción de la Prevención y Vigilancia de las Enfermedades Boletín sobre el envejecimiento perfiles y N° 4 y 5 NOVIEMBRE 2001 EDITORIAL La convocatoria por parte de Naciones Unidas de la Envejecimiento, que se celebrará en La Organización Mundial de la Salud, en la Fruto de una colaboración con el Ministerio Aurelio Fernández Comisario del Comité Organizador para la II La OMS ante la II Asamblea Mundial del Salud y envejecimiento Un documento para el debate El propósito de este documento es Asamblea Mundial de las NN.UU. para el La versión definitiva del documento y una Prevención y Vigilancia de las Enfermedades Contagiosas) y Health Canadá. Indice 1. El envejecimiento global: un triunfo y un Propósito y uso de este documento La revolución demográfica 2. Los desafíos de una población que Desafío no 1: El rápido Desafío no 2: La discapacidad y la doble carga de la Desafío no 3: La modificación de un Desafío no 4: La feminización del Desafío no 5: La ética y las desigualdades 3. El envejecimiento activo: concepto y 4. ¿Qué determina el envejecimiento Factores interrelacionados: el género y la cultura Sistemas sanitarios y servicios sociales 18 Factores económicos: los ingresos, Factores del entorno físico 21 Factores personales 22 Factores conductuales 22 Factores del entorno social 25 5. La respuesta política 27 Objetivos de las políticas intersectoriales La importancia del diálogo 32 6. Referencias bibliográficas 33 ¿Con cuántos años se es A los efectos de este documento, se consideran Este texto 1. El envejecimiento global: Un triunfo y un Considerado en su totalidad, el problema del El envejecimiento de la población es uno de El envejecimiento de la población plantea a Este documento se ha diseñado para abordar Se trata de políticas que han Propósito y uso de este Este artículo se ha diseñado para • La primera parte describe el rápido • La segunda parte trata de los cinco • La tercera parte examina el concepto y la • La cuarta parte resume la evidencia • La quinta parte presenta un marco de La revolución demográfica En todo el mundo, la proporción de personas 2025, se prevé que la |
A medida que vaya decreciendo la población
infantil y juvenil y aumente la proporción de personas con
60 años y más, la pirámide triangular de
1995 será sustituida por una estructura de tipo más
cilíndrico en 2025.
El cambio en la
distribución de la edad va asociado casi
siempre con las regiones más desarrolladas del mundo. Lo
que no se valora en su justa medida es la velocidad y la
importancia del envejecimiento de la población en las
regiones menos desarrolladas cuando ya, actualmente, la
mayoría de este grupo de población vive en los
países en vías de desarrollo. Estas cifras
continuarán aumentando a una velocidad bastante más
rápida que en los países desarrollados. Se calcula
que, en 2025, unos 840 millones de personas con más de 60
años vivirán en los países en vías de
desarrollo, lo cual supondrá un 70 por ciento del total de
personas mayores en todo el mundo.
Entre 1995 y 2020, en Europa y
Norteamérica, la tasa de población en edad laboral
habrá disminuido desde el 62 por ciento hasta el 58 por
ciento, y los que tienen 60 años y más
constituirán alrededor de una cuarta parte de la
población. Por países, a título individual,
el de más edad es Italia, con un 24
por ciento de la población con 60 años y más
en el año 2000 (véase la tabla 1). Japón y
muchos otros países de Europa tienen porcentajes casi tan
elevados como este último.
Tasas de fertilidad decrecientes y aumento de la
longevidad son factores que asegurarán el "envejecimiento"
continuo de la población mundial, a pesar de la
regresión en la expectativa de vida de algunos
países africanos (a causa del SIDA) y de
algunos estados recientemente independizados (debido al aumento
de las muertes causadas por las enfermedades
cardiovasculares y la violencia).
Observamos fuertes aumentos en las tasas de fertilidad en todo el
mundo y se calcula que, para el año 2020, 121
países habrán alcanzado tasas de fertilidad total
por debajo de la tasa de sustitución (tasa de fertilidad
media de 2,1 niños
por mujer), un
aumento considerable respecto a 1975 cuando sólo 22
países tenían una tasa de fertilidad total inferior
o igual a la tasa de sustitución. La cifra actual es de 68
países.
A medida que disminuya la proporción de
niños y jóvenes y aumente la proporción de
personas con 60 años y más, la pirámide de
población triangular de 1995 será sustituida por
una estructura de tipo más cilíndrica en 2025
(véase la figura 1).
2. Los desafíos de una población que
envejece
Los desafíos de una población que envejece
son mundiales, nacionales y locales. Para afrontar estos
desafíos se necesitará una planificación innovadora y reformas
considerables en las políticas de los países
desarrollados y los países en
transición.
Es probable que los países en vías de
desarrollo, la mayoría de los cuales no tienen
todavía políticas integrales
para el fenómeno del envejecimiento, sean los que conozcan
el mayor desafío.
Desafío no 1: El rápido envejecimiento de
la población en los países en vías
de
Desarrollo
En el año 2000, el 62 por ciento de las personas
con 60 años o más vivía en las regiones
menos desarrolladas (véase también la figura 2).
Para el año 2050,
este porcentaje aumentará hasta el 80 por
ciento.
Por regiones, la mayoría de este grupo de
población a escala mundial vive en Asia (siendo las
cifras más elevadas las de Asia Oriental y China). El
porcentaje de población más anciana del mundo, la
asiática, seguirá siendo la de mayor crecimiento,
mientras que el porcentaje europeo será el que más
disminuya en los próximos 25 años (véase la
figura 3).
En los países en vías de desarrollo, es
frecuente que el desarrollo socioeconómico no haya seguido
el mismo ritmo que el rápido envejecimiento de la
población. Por ejemplo, mientras que se tardaron 115
años para que la proporción de personas mayores de
Francia se
duplicase del 7 al 14 por ciento, China tardará
sólo 27 años en lograr el mismo incremento. En
consecuencia, aunque los países desarrollados se
enriquecieron antes de envejecer, los países en
vías de desarrollo están envejeciendo antes de que
se produzca un aumento considerable de la riqueza.
El rápido envejecimiento de los países en
vías de desarrollo va acompañado de espectaculares
cambios en las estructuras y
los roles familiares, así como en los
patrones de trabajo y migración.
La urbanización, la migración de los jóvenes
a las ciudades en busca de trabajo, el menor tamaño de las
familias y un mayor número de mujeres que
engrosan los activos del sector de trabajo formal significa que
haya un menor número de personas disponibles para cuidar
de los mayores cuando éstos necesiten ayuda.
Desafío no 2: La discapacidad y la doble carga de
la enfermedad
A medida que las naciones envejecen, y a la vez que se
producen cambios en las condiciones de vida y de trabajo es
inevitable que aparezca un cambio en los patrones de las
enfermedades. Dichos cambios afectan con mayor dureza a los
países en vías de desarrollo. Incluso aunque estos
países continúen luchando contra las enfermedades
infecciosas, la desnutrición y las complicaciones del
parto, se
enfrentan al rápido aumento de las enfermedades no
contagiosas. Esta "doble carga de la enfermedad" agota hasta el
límite los ya escasos recursos.
Este desplazamiento desde enfermedades contagiosas a no
contagiosas se está produciendo con rapidez en la mayor
parte del mundo en vías de desarrollo, donde las
enfermedades crónicas (como las cardiopatías,
el
cáncer y la depresión)
son, cada vez más, las principales causas de mortalidad y
discapacidad. Una tendencia que se intensificará a lo
largo de este siglo. En 1995, el 51 por ciento de todo el peso
que suponen las enfermedades en los países en vías
de desarrollo y recién industrializados
correspondía a las enfermedades no contagiosas, los
trastornos mentales y las lesiones. Para el año 2020, el
peso total de tales enfermedades aumentará hasta alrededor
del 70 por ciento (véase la figura 4).
No cabe duda de que los responsables
políticos y las personas que llevan a cabo iniciativas
sociales sin ánimo de lucro deben continuar invirtiendo
recursos en el control y la
erradicación de las enfermedades infecciosas. No obstante,
también es fundamental adoptar políticas, programas
y asociaciones intersectoriales que puedan contribuir a detener
la expansión a gran escala de las enfermedades no
contagiosas crónicas.
Aquellas políticas orientadas al desarrollo
comunitario, la promoción de la salud, la
prevención de las enfermedades y el aumento de la
productividad, son relativamente poco costosas, pero hasta ahora
se les ha prestado poca atención. Otras políticas a largo
plazo, cuyo objetivo consiste en acabar con la
desnutrición y la pobreza,
contribuirán a la disminución de ambas
enfermedades: contagiosas y no contagiosas.
Tanto en los países en vías de desarrollo
como en los desarrollados, las enfermedades crónicas son
una costosa e importante causa de discapacidad y de una calidad
de vida inferior. La autonomía de una persona mayor se ve
comprometida cuando las discapacidades físicas o mentales
dificultan el desarrollo de las "actividades de la vida diaria
básicas" (AVDB), como bañarse, comer, ir al
baño y pasear por la habitación y las "actividades
de la vida diaria instrumentales" (AVDI), como ir de compras y
preparar la comida.
La posibilidad de sufrir discapacidades importantes
aumenta espectacularmente a partir de los 80 años. Es un
dato significativo que estos adultos sean el grupo de edad que
más está creciendo entre la población que
supera los 60 años.
Sin embargo, las discapacidades relacionadas con el
envejecimiento pueden evitarse o retrasarse. Por ejemplo, en los
últimos 20 años han disminuido de manera
significativa las tasas de discapacidad asociadas con el
envejecimiento en los EE.UU., Inglaterra,
Suecia y otros países desarrollados. Dado que las
poblaciones viven más tiempo en todo el mundo, se
necesitan urgentemente políticas y programas que ayuden a
evitar y a reducir la carga de la discapacidad en la vejez en los
países en vías de desarrollo y en los
desarrollados.
Un acercamiento al fenómeno del envejecimiento
que tenga en cuenta el ciclo vital reconoce que la diversidad
individual tiende a aumentar con la edad y que las personas
mayores no son un grupo homogéneo. Las intervenciones que
creen ambientes que ayudan a las personas y que fomenten la
toma de
decisiones saludables son importantes en todas las etapas de
la vida.
Para 2020, más del 70 por ciento de la carga
global de la enfermedad en los países en vías de
desarrollo y recién industrializados corresponderá
a las enfermedades no contagiosas, los trastornos mentales y las
lesiones.
La perspectiva del ciclo vital enfatiza las actividades
de los primeros años de la vida orientadas a mejorar el
crecimiento y el desarrollo, evitar las enfermedades y garantizar
el mejor rendimiento posible. En la vida adulta, las medidas
tienen que estimular un funcionamiento óptimo, prevenir o
retrasar el comienzo de la enfermedad. En los años
posteriores, las actividades deben centrarse en conservar la
autonomía, evitar y retrasar la enfermedad y mejorar la
calidad de vida de las personas mayores que vivan con
algún grado de enfermedad o discapacidad (véase la
figura 5).
Una manera útil de considerar la toma de
decisiones en este campo consiste en pensar más en
capacitar que en discapacitar. Los procesos
discapacitantes aumentan las necesidades de las personas mayores
y llevan al aislamiento y la dependencia. Los procesos
"capacitantes" restablecen la función y extienden la
participación de las personas mayores a todos los aspectos
de la sociedad.
Hay varios sectores que pueden promulgar
políticas "favorables a los mayores" que eviten la
discapacidad y permitan participar plenamente en la vida de la
comunidad a
quienes sufren discapacidades. Por ejemplo, los gobiernos
municipales pueden proporcionar calles bien iluminadas para
pasear por ellas con seguridad y
sistemas de transporte
adecuados. Los servicios de ocio pueden ofrecer programas de
ejercicios que ayuden a las personas mayores a mantener la
movilidad o recuperar la fuerza en las piernas que necesitan para
tener movilidad.
La capacidad funcional (como la capacidad
respiratoria, la fuerza muscular y el rendimiento cardiovascular)
aumenta en la infancia y
llega al máximo en los primeros años de la edad
adulta, terminado con un declive. Sin embargo, el declive viene
determinado, en gran medida, por factores relacionados con el
estilo de vida
adulta —tales como el tabaquismo, el
consumo de
alcohol, el
nivel de actividad física y la dieta— y con factores
externos y medioambientales.
El gradiente de declive puede llegar a ser tan
profundo que dé lugar a una discapacidad prematura. Sin
embargo, se puede influir sobre la aceleración del declive
y hacerla reversible a cualquier edad mediante medidas tanto
individuales como políticas.
* Los cambios en el ambiente
pueden reducir el umbral de discapacidad, disminuyendo así
el número de personas con discapacidad en una comunidad
dada.
El sector educativo puede ofrecer durante toda la vida
programas de aprendizaje y
alfabetización. Los servicios sociales pueden ofrecer
ayudas auditivas o instrucciones en el lenguaje de
signos que
permitan a las personas mayores con dificultades auditivas
continuar comunicándose con los demás. El sector
sanitario puede proporcionar programas de rehabilitación e
intervenciones rentables, como cirugía de cataratas y
vacunas contra
la gripe. Los gobiernos y los organismos internacionales pueden
ofrecer planes de crédito
y las empresas pueden
modificar el entorno laboral para que las personas mayores puedan
continuar percibiendo ingresos y participando en las actividades
de desarrollo.
Los investigadores deben definir mejor y normalizar las
herramientas
usadas para evaluar la capacidad y la discapacidad y proporcionar
a los dirigentes más pruebas sobre
procesos de capacitación claves en un entorno
más amplio, así como en la medicina y la
sanidad. Es necesario prestar mucha atención a las
diferencias de género en estos análisis.
Se necesita urgentemente apoyar la
investigación relevante en los países menos
desarrollados. En la actualidad, los países con ingresos
bajos y medios tienen
un 85 por ciento de la población mundial y soportan el 92
por ciento de las enfermedades, pero sólo se benefician
del 10 por ciento del gasto mundial en investigación
sanitaria (OMS, 2000).
Desafío no 3: La modificación de un
paradigma desfasado
Tradicionalmente, la vejez se ha relacionado con la
enfermedad, la dependencia y la falta de productividad. Las
políticas y los programas vinculados a este paradigma
desfasado no reflejan la realidad. De hecho, la mayoría de
las personas se adapta a los cambios con la edad y siguen siendo
autónomos ya muy ancianos. Sobre todo en los países
en vías de desarrollo, continúan trabajando en
trabajos remunerados y no remunerados (véase la figura 6
para el trabajo remunerado). En todos los países, las
actividades de voluntariado protagonizadas por las personas
mayores constituyen una importante contribución a la
sociedad.
El comienzo de la enfermedad y el declive funcional
relacionado con el envejecimiento pueden evitarse o retrasarse a
cualquier edad. Por ejemplo, un aumento modesto de la actividad
física o dejar de fumar, incluso a una edad avanzada,
pueden reducir de manera significativa el riesgo de
cardiopatía. Los cambios "favorables al envejecimiento" en
el ámbito laboral (como pasar de un trabajo
agrícola agotador a tareas más llevaderas) y en la
comunidad (como instalar semáforos que den a los mayores
más tiempo para cruzar la calle) permiten que dichos
mayores con discapacidad sigan siendo personas autónomas y
productivas.
Ha llegado el momento de instaurar un nuevo paradigma
que considere a las personas mayores participantes activos de una
sociedad que integra el envejecimiento y que considere a dichas
personas contribuyentes activos y beneficiarios del
desarrollo.
Un paradigma tal asume un enfoque intergeneracional que
reconoce la importancia de las relaciones familiares y la ayuda
que se ofrecen entre sí los miembros y las generaciones en
una familia.
Fortalece la idea de "una sociedad para todas las edades", el
lema del Año Internacional de las Personas mayores de las
Naciones Unidas (1999). También desafía la
perspectiva tradicional de que el aprendizaje es
cuestión de niños y jóvenes, el trabajo es
cuestión de adultos y la jubilación es
cuestión de la vejez. El nuevo paradigma reclama programas
que apoyen el aprendizaje a todas las edades y permita a la gente
entrar o salir del mercado laboral
para asumir papeles de cuidadores en distintas épocas de
su vida. Este enfoque defenderá la armonía entre
las generaciones y proporcionará más seguridad a
los mayores.
La proporción de géneros en las
poblaciones con 60 años y más refleja la mayor
proporción de mujeres que de hombres en todas las regiones
del mundo, sobre todo en las regiones más
desarrolladas.
Desafío no 4: La feminización del
envejecimiento
Las mujeres viven más tiempo que los hombres en
casi todas las áreas del mundo. Por ejemplo, en Europa, y
en 1995, por cada 1.000 mujeres había 657 hombres en el
grupo de edad de 60 años y más. Globalmente, en las
regiones desarrolladas había 893 hombres mayores por cada
1.000 mujeres mayores (véase la figura 7).
Las mujeres constituyen, aproximadamente, dos tercios de
la población mayor de 75 años en Brasil y
Sudáfrica. Aunque las mujeres cuentan con la ventaja de
vivir más años, es más probable que sufran
violencia doméstica y discriminación a la hora de acceder a
la
educación, los ingresos, la alimentación, a un
trabajo gratificante, la atención sanitaria, la herencia, las
medidas de seguridad
social y el poder
político. Este cúmulo de desventajas implica que
las mujeres sean más susceptibles de conocer la pobreza y la
discapacidad en la vejez al. Su condición social inferior
da pie a descuidar o ignorar la salud de las mujeres
mayores.
Las mujeres tienen también más
posibilidades que los hombres de llegar a la vejez, cuando son
más frecuentes las discapacidades y numerosos problemas de
salud. A los 80 años y por encima de esta edad, el
promedio mundial es de menos de 550 hombres por cada 1.000
mujeres. En las regiones más desarrolladas, las mujeres
mayores de 80 años son numéricamente más del
doble que los hombres (véase el ejemplo de Japón en
la figura 8).
Debido a la mayor esperanza de vida de las mujeres y la
tendencia de los hombres a casarse con mujeres más
jóvenes y volver a casarse si sus esposas fallecen, las
viudas superan espectacularmente a los viudos en todos los
países. Por ejemplo, en los países de Europa
Oriental en transición económica, más del 70
por ciento de las mujeres con 70 años y más son
viudas (Botev, 1999).
En contraste con la forma de pirámide, la
estructura de la población japonesa ha pasado a una forma
de cono debido al envejecimiento de la población. Para el
año 2020, la forma será similar a una
pirámide invertida, siendo las personas mayores con 80
años o más, el mayor grupo de población. La
feminización de la vejez es muy visible.
Las mujeres mayores que viven solas son muy vulnerables
a la pobreza y al aislamiento social. En algunas culturas, las
actitudes y
prácticas degradantes y destructivas con respecto a los
derechos de
enterramiento y a la herencia pueden despojar a las viudas de sus
propiedades y posesiones, arrebatarles la salud e independencia
y, en algunos casos, sus propias vidas.
El papel tradicional de las mujeres como cuidadoras de
la familia puede contribuir también al aumento de la
pobreza y la enfermedad en la vejez. Algunas mujeres se ven
forzadas a renunciar a un empleo
remunerado para desempeñar tareas relacionadas con los
cuidados. Otras, al desempañar tareas durante toda la
jornada como cuidadoras sin remuneración
—ocupándose de los niños, los padres
ancianos, los esposos que están enfermos y los
nietos—, nunca tienen acceso a un empleo remunerado. Por
tanto, el cuidado de la familia a menudo se logra en detrimento
de la seguridad económica y la buena salud de la cuidadora
en su vida futura.
Quizá el ejemplo más dramático de
cómo las tareas de cuidados afectan a las vidas y la salud
de las mujeres sea su situación actual en los
países con una gran incidencia de VIH y SIDA.
Numerosos estudios han demostrado que la mayoría de los
hijos adultos con SIDA regresan a sus hogares para
morir.
Esposas, madres, tías, hermanas, cuñadas y
abuelas asumen la mayor parte de los cuidados. En muchos casos,
estas mujeres asumen a su vez los cuidados de sus nietos
huérfanos.
Desafío no 5: La ética y las
desigualdades
A medida que la población envejece, se perfilan
una serie de consideraciones éticas. Están
vinculadas con la asignación de los recursos, las
decisiones sobre cómo intervenir relacionadas con la
aceleración o el retraso indebido de la muerte, la
investigación y manipulación genética y
una multitud de dilemas asociados con los cuidados de larga
duración y los derechos humanos
de las personas mayores pobres y con discapacidad. El apoyo, la
toma de decisiones éticas y la defensa de los derechos de
todas las personas mayores deben ser estrategias
fundamentales en cualquier planificación para el
envejecimiento.
La exclusión y el empobrecimiento de las personas
mayores suele ser fruto de las desigualdades estructurales de los
países tanto en vías de desarrollo como
desarrollados. Las desigualdades sufridas en los primeros
años de la vida en el acceso a la educación, el empleo
y la atención sanitaria y las que se basan en el
género y la raza están relacionadas de manera
crítica
con la situación y el bienestar de la vejez. Para las
personas mayores que son pobres, las consecuencias de estas
primeras experiencias se empeoran aún más al verse
excluidas posteriormente de la atención sanitaria, los
sistemas de crédito, las actividades que generan ingresos
y la toma de decisiones.
Los medios para que las personas mayores
logren dignidad y
autonomía, reciban atención y participen en
cuestiones cívicas no están, en muchos casos, a su
disposición inmediata. Estas condiciones suelen ser peores
cuando dichas personas viven en zonas rurales y en situaciones de
conflicto o
desastres humanitarios
Las mujeres están generalmente en desventaja en
cuanto a pobreza y exclusión a pesar de contribuir, en
gran medida, a la supervivencia y el bienestar de las familias.
Es esencial realizar esfuerzos especiales para garantizar la
participación de las mujeres mayores en las iniciativas de
desarrollo.
En todas las regiones del mundo, la riqueza y la pobreza
relativas, el género, la posesión de bienes, el
acceso al trabajo y el control de los recursos son factores clave
en la situación socioeconómica. Datos recientes
del Banco Mundial
ponen de manifiesto que, en muchos países en vías
de desarrollo, bastante más de la mitad de la
población vive con menos de dos veces la paridad del poder
adquisitivo (PPP) en dólares al día (véase
la tabla 2).
De todos es conocido que la situación
socioeconómica y la salud están estrechamente
relacionadas. En todas partes, los pobres de cualquier edad
sufren más discapacidades y muertes más prematuras,
y los muy pobres son los que más sufren. A medida que se
sube un peldaño en la escala socioeconómica, la
gente vive más años y su vida es más sana
(Wilkinson, 1996).
En los últimos años, las distancias entre
ricos y pobres y las consiguientes desigualdades en su salud han
ido creciendo en todos los lugares del mundo
(Lynch y cols., 2000). Un fracaso al abordar este
problema tendrá graves consecuencias sobre la economía
mundial y el orden social, así como sobre cualquier
sociedad, considerada individualmente, y las personas de
cualquier edad.
3. El envejecimiento activo: concepto y
justificación
Si se quiere hacer del envejecimiento una experiencia
positiva, una vida más larga debe ir acompañada de
oportunidades continuas de autonomía y salud,
productividad y protección. La Organización Mundial
de la Salud utiliza el término "envejecimiento activo"
para expresar el proceso por el que se consigue este
objetivo.
El envejecimiento activo es el proceso por el cual
se optimizan las oportunidades de bienestar físico, social
y mental durante toda la vida con el objetivo de ampliar la
esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de
vida en la vejez.
El término "envejecimiento activo" fue adoptado
por la Organización Mundial de la Salud a finales del
siglo XX con la intención de transmitir un mensaje
más completo que el de "envejecimiento saludable" y
reconocer los factores y sectores, además de la mera
atención sanitaria, que afectan a cómo envejecen
individuos y poblaciones. Otros organismos internacionales,
círculos académicos y grupos
gubernamentales (entre los que se incluyen el G8, la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico, la Organización Internacional del
Trabajo y la Comisión de las Comunidades Europeas)
están usando también el término
"envejecimiento activo", principalmente para expresar la idea de
una implicación continua en actividades socialmente
productivas y en un trabajo gratificante.
Por tanto, el vocablo "activo" hace referencia a una
implicación continua en cuestiones sociales,
económicas, espirituales, culturales y cívicas, no
sólo a la capacidad para estar físicamente activo.
Las personas mayores que estén enfermas o tengan
limitaciones físicas como consecuencia de discapacidades
pueden seguir colaborando activamente con sus familias, sus
semejantes, en el ámbito comunitario y
nacional.
Mantener la autonomía —la propia capacidad
para controlar, afrontar y tomar decisiones sobre la vida
diaria— es un objetivo primordial tanto para las personas
como para los responsables políticos. La salud, el factor
clave de la autonomía, posibilita una experiencia de
envejecimiento activo.
El envejecimiento activo como acercamiento para el
desarrollo de políticas y programas ofrece la posibilidad
de afrontar todos los retos de las personas y poblaciones que
están envejeciendo. Por último, permite a las
personas mayores mejorar al máximo sus posibilidades de
autonomía, buena salud y productividad, a la vez que les
proporciona protección y cuidados adecuados cuando
necesiten ayuda. Sólo cuando la salud, el mercado de
trabajo, el empleo, las políticas educativas y sanitarias
apoyen el envejecimiento activo será posible
que:
• menos adultos mueran prematuramente en las etapas
más productivas de la vida
• menos personas mayores sufran discapacidades y
dolores relacionados con enfermedades crónicas
• más personas mayores sigan siendo
independientes y disfruten de una calidad de vida
positiva
• más personas mayores sigan colaborando
productivamente en la economía y ámbitos sociales,
culturales y políticos importantes de la sociedad, en
trabajos remunerados y sin remunerar y en la vida
doméstica y familiar
• menos personas mayores necesiten tratamientos
médicos costosos y atención sanitaria (OMS, en
preparación).
El envejecimiento activo como acercamiento postula el
reconocimiento de los derechos humanos de los mayores y en los
Principios de
las Naciones Unidas de independencia, participación,
dignidad, cuidados y realización de los propios deseos.
Dicho acercamiento sustituye la planificación
estratégica desde un planteamiento "basado en las
necesidades" (que asume que las personas mayores son objetivos
pasivos) a otro "basado en los derechos", que reconoce la
titularidad de las personas mayores a derechos como la igualdad de
oportunidades y al tratamiento en todos los aspectos de la vida y
apoya asimismo su responsabilidad para poner en práctica la
participación en el proceso político.
Las políticas y los programas para el
envejecimiento activo defienden tanto una perspectiva del ciclo
vital como la solidaridad
intergeneracional. El niño de hoy es el abuelo o la abuela
de mañana. La calidad de vida que disfrutarán como
abuelos dependerá de las limitaciones y oportunidades que
tengan en los primeros años de su vida. Ellos y sus nietos
están explícitamente vinculados en un contrato social
de interdependencia entre generaciones.
Hay buenas razones económicas para poner en vigor
políticas y programas que fomenten el envejecimiento
activo, por lo que se refiere al aumento de la productividad y a
menores costes de servicios sociosanitarios. Las personas sin
discapacidad tienen menos impedimentos para conseguir un trabajo
permanente. Utilizan menos los servicios médicos y
necesitan menos recurrir a dichos servicios. Debido al descenso
en las tasas de discapacidad entre 1982 y 1994 en los EE.UU., se
calcula que los ahorros obtenidos sólo en servicios
domiciliarios fueron de 17,3 billones de dólares en 1994
(Singer y Manton, 1998).
Es mucho menos costoso prevenir la enfermedad que
curarla. Por ejemplo, se ha calculado que una inversión de un dólar en medidas que
fomenten la actividad física moderada conlleva un ahorro de 3,2
dólares sólo en gastos
médicos (Centro para el Control de las Enfermedades de los
EE.UU. y OMS, 1999). Esta misma actuación fomenta
también la interacción social, que está muy
relacionada con la
salud mental y el bienestar psicológico de las
personas mayores.
El envejecimiento activo: papel del sector
sanitario.
Para fomentar el envejecimiento activo, es necesario que
las políticas y los programas sanitarios:
• reduzcan la carga de discapacidades excesivas,
sobre todo en las poblaciones pobres y marginales
• reduzcan los factores de riesgo relacionados con
las causas de enfermedades importantes y aumenten los factores
que protegen la salud y el bienestar durante el ciclo
vital
• desarrollen sistemas de atención primaria
que destaquen la promoción de la salud, la
prevención de las enfermedades y la provisión de
cuidados rentables, equitativos y dignos a largo plazo
• respalden a otros sectores (como la
educación, la vivienda y el empleo) y colaboren con ellos
para efectuar cambios positivos en los amplios determinantes del
envejecimiento activo y saludable (véase la sección
siguiente).
La salud y la productividad dependen de una diversidad
de factores o "determinantes" que rodean a las personas, las
familias y las naciones. Comprender la evidencia empírica
de que disponemos sobre los determinantes del envejecimiento
activo nos ayudará a diseñar políticas y
programas que funcionen.
Factores interrelacionados: el género y la
cultura
El género y la cultura son determinantes
"interrelacionados" del envejecimiento activo, ya que influyen
sobre todos los demás determinantes. El género
puede tener un efecto decisivo sobre factores como la
condición social, el modo en que tienen acceso las
personas mayores a la atención sanitaria, un trabajo
gratificante y una alimentación nutritiva. Los valores y
las tradiciones culturales determinan, en gran medida, la forma
en que una sociedad dada considera a las personas mayores y si
compartir el mismo techo con generaciones más
jóvenes es la norma preferida o no lo es. Los factores
culturales pueden influir también en las conductas
personales y en la salud. Por ejemplo, la dieta
mediterránea tradicional tiene un efecto protector contra
varias enfermedades no contagiosas (OMS / Tufts, en
preparación).
Hay políticas acertadas que utilizan el
género y la cultura como "lentes" a través de los
cuales considerar la idoneidad de las distintas opciones de las
políticas y estimar cómo afectarán al
bienestar de los distintos subgrupos de
población.
Sistemas sanitarios y servicios
sociales
Para fomentar el envejecimiento activo, es menester que
los sistemas sanitarios adopten una perspectiva del ciclo vital
orientada a la promoción de la salud,
la prevención de las enfermedades, el acceso
equitativo a la atención primaria y un enfoque equilibrado
de los cuidados de larga duración. Tanto sanidad como
servicios sociales han de estar integrados y ser equitativos y
rentables.
La promoción de la salud consiste en un proceso
que permite a las personas controlar y mejorar su salud. Las
actividades de prevención de enfermedades incluyen
actividades para evitar y tratar enfermedades no contagiosas y
lesiones (prevención primaria) y para detectar de manera
precoz las enfermedades crónicas (prevención
secundaria). Estas actividades reducen el riesgo de
discapacidades dolorosas y costosas.
La OMS ha definido los cuidados de larga duración
como "el sistema de actividades desarrolladas por cuidadores
informales (familia, amigos, vecinos) o profesionales (servicios
sanitarios y sociales) para garantizar que una persona que no
pueda valerse por sí misma pueda llevar una vida con la
mayor calidad posible, según sus gustos personales, el
mayor grado posible de independencia, autonomía,
participación, logros personales y dignidad
humana".
Por tanto, los cuidados de larga duración
incluyen sendos sistemas de apoyo: formal e informal. Estos
últimos pueden incluir una amplia gama de servicios
sanitarios comunitarios y públicos, atención
primaria, cuidados paliativos y rehabilitación, así
como cuidados institucionales en viviendas, clínicas
tuteladas, residencias, centros socio sanitarios, etc., y
tratamientos para mejorar o retrasar el curso de la enfermedad y
la discapacidad. Los servicios de salud mental
deben formar parte de los cuidados de larga duración. Cada
vez se reconoce más el escaso diagnóstico que reciben las enfermedades
mentales, sobre todo la depresión, en las personas
mayores. Sin embargo, los índices de suicidio en
dichas personas indican la necesidad de un mayor reconocimiento y
de adoptar más medidas.
Uno de los grandes desafíos de las
políticas sanitarias consiste en encontrar un equilibrio
entre el autocuidado (personas mayores que son capaces de
atenderse a sí mismas), el sistema de apoyo informal
(miembros de la familia y amigos que ayudan a cuidar de las
personas mayores) y los cuidados profesionales (servicios
sociales y sanitarios).
En todo el mundo, los miembros de la familia
(principalmente las mujeres) y los vecinos proporcionan la mayor
parte del apoyo y los cuidados a los adultos más mayores
que necesitan ayuda. Algunos responsables políticos temen
que el hecho de proporcionar servicios de cuidados profesionales
conlleve una menor implicación por parte de las familias.
La investigación demuestra que esto no es así.
Aunque se proporcionen servicios formales adecuados, el cuidado
informal sigue siendo el protagonista y aliado fundamental (OMS,
1999).
La mayoría de la gente coincide en que el mejor
lugar para cuidar a las personas mayores es su propia casa. Sin
embargo, hay que ayudar a los cuidadores (que suelen ser mayores
también) si se quiere que continúen prestando ayuda
sin que ellos mismo caigan enfermos. Los cuidadores sanitarios y
sociales en el domicilio, los programas de ayuda por parte de
personas de la misma edad, los servicios de
rehabilitación, los dispositivos de asistencia, servicios
de respiro y los centros de día son todos ellos servicios
importantes que permiten que los cuidadores informales sigan
prestando ayuda a las personas mayores. Otras formas de apoyo son
la formación, prestaciones
de la seguridad social, ayudas para adaptar
el hogar que haga posible a las familias cuidar de las
personas mayores con discapacidad así como otras ayudas
económicas.
Los cuidadores profesionales necesitan asimismo de
formación y práctica sobre modelos que
pongan de relieve la
capacidad de la persona mayor atendida, que
reconozca sus puntos fuertes y que le permita mantener
la independencia incluso cuando están enfermas o en
situación de fragilidad. Actitudes paternalistas
por
parte de los profesionales pueden acarrear efectos
devastadores en la autoestima y
autonomía de las personas mayores que solicitan sus
servicios.
La igualdad de acceso y la rentabilidad
son cuestiones clave para los sistemas sanitarios. En muchos
países, las personas mayores que son pobres y viven en
zonas rurales disponen de un acceso limitado a la atención
sanitaria necesaria o simplemente no acceden a ella. La
reducción de ayuda pública para servicios de
atención primaria en muchas áreas ha traído
consigo un incremento del esfuerzo financiero e intergeneracional
entre las personas y sus familias.
Cuando los servicios sanitarios y sociales se convierten
en servicios disponibles y accesibles es frecuente que se trate
de servicios fragmentados y sin coordinación, dando lugar a duplicidades y
situaciones disfuncionales. Estos factores combinados con la
falta de eficacia en la
ayuda prestada y el uso incorrecto de tecnologías muy
caras son los principales factores del incremento de los gastos
sanitarios, y no el envejecimiento de la población per
se.
La mayor parte de los gastos sanitarios de la vejez
tienen lugar en los últimos años de la vida; sin
embargo, estos costes disminuyen en los grupos que consiguen
llegar a muy ancianos. Si las personas viven más
años con menos discapacidades de las previstas, es
probable que la terrible previsión de una
"explosión de los gastos sanitarios" no se
cumpla.
Factores económicos: los ingresos, el trabajo
y la protección social
Tres factores en el ámbito económico
tienen un efecto especialmente significativo sobre el
envejecimiento activo: los ingresos, el trabajo y la
protección social.
Los ingresos
Muchas personas mayores (sobre todo mujeres que viven
solas y personas mayores que viven en zonas rurales) no tienen
suficientes ingresos garantizados.
Esto incide negativamente sobre su salud e
independencia. Los más vulnerables son los que no tienen
bienes, cuentan con ahorros escasos o inexistentes, los que
carecen de pensión o subsidios de la seguridad social, o
pertenecen a familias con ingresos bajos o no garantizados. Los
que no tienen hijos ni familiares corren el riesgo de quedarse
sin hogar y conocer la indigencia. Por tanto, las
políticas para el envejecimiento activo tienen que
entrecruzarse con esquemas más amplios para reducir la
pobreza y aumentar la implicación de las personas mayores
en actividades que generen ingresos.
El trabajo
El reconocimiento de que es necesario apoyar la
contribución activa y productiva que las personas mayores
puedan aportar y aportan en la realización de trabajos
remunerados, sin remunerar y voluntarios es cada vez mayor en
todo el mundo.
En los países desarrollados no se toma conciencia del
provecho potencial que conlleva animar a las personas mayores a
trabajar más años. En los países menos
desarrollados, es más probable que las personas mayores se
vean obligadas a seguir económicamente activas en la
vejez. Sin embargo, la industrialización y la movilidad
del mercado de trabajo están poniendo en peligro gran
parte del trabajo tradicional de las personas mayores, sobre todo
en las zonas rurales. Los proyectos de desarrollo deben
garantizar que las personas mayores puedan acogerse a planes de
créditos y participar totalmente en
actividades que generen ingresos.
Al concentrarnos sólo en el trabajo remunerado,
tendemos a ignorar la valiosa contribución de las personas
mayores en trabajos no remunerados del sector informal (por
ejemplo, actividades a pequeña escala y de empleo por
cuenta propia y trabajos domésticos) y en el hogar. Tanto
en los países en vías de desarrollo como en los
desarrollados, las personas mayores suelen asumir la
responsabilidad principal de llevar la casa y cuidar de los
niños para que los adultos más jóvenes
puedan salir a trabajar fuera.
Son muchas las personas mayores con pericia y
experiencia que trabajan como voluntarios en colegios,
comunidades, instituciones
religiosas, empresas y organizaciones sanitarias y
políticas en todos los países. Se trata de
actividades que deben fomentarse en la medida que el trabajo
voluntario beneficia a las personas mayores aumentando sus
contactos sociales y su bienestar mental a la vez que realizan
una valiosa contribución a sus comunidades y
naciones.
La protección social
Las familias prestan casi toda la ayuda a las personas
mayores que necesitan apoyo en todos los países del mundo.
Pero a medida que las sociedades se
desarrollan y el hecho de que varias generaciones compartan el
mismo techo deja de ser una práctica habitual, se exige a
los países que protejan más a aquellos de sus
mayores que no puedan ganarse la vida o conozcan la soledad o la
vulnerabilidad. En los países en vías de
desarrollo, las personas mayores que necesitan asistencia tienden
a confiar en el apoyo familiar, asistencia de servicios
informales y sus ahorros personales. Los programas de seguros sociales
son muy escasos y, en algunos casos, redistribuyen los ingresos a
una elite, un sector de población que cuenta con menos
necesidades.
En algunos países como Sudáfrica y
Namibia, dos países pobres que disponen de un sistema de
pensiones, este tipo de seguros sociales constituyen una de las
principales fuentes de
ingresos para toda la familia, así como para los adultos
de edad más avanzada.
El dinero de
estas pequeñas pensiones se destina a la compra de comida
para el hogar, llevar a los niños al colegio, invertir en
tecnologías agrícolas y garantizar la supervivencia
para toda la familia.
En los países desarrollados, las medidas de
protección social pueden incluir las pensiones, los
servicios en especie, los planes de pensiones de trabajo, los
programas de contribución por encargo, los programas de
incentivación del ahorro, los fondos de ahorro
obligatorios y los programas de seguros de discapacidad, salud y
desempleo. En
los últimos años, las políticas de los
países desarrollados se han reformado para fomentar un
sistema de planes de pensiones heterogéneo que mezcla el
apoyo estatal y privado para la seguridad en la vejez y anima a
la productividad, a trabajar más años y a la
jubilación gradual (OCDE, 1998).
Un enfoque equilibrado de la provisión de
protección social y los objetivos económicos indica
que las sociedades con voluntad de planificación pueden
permitirse envejecer. El desarrollo económico sostenido y
las políticas eficaces del mercado de trabajo tienen en
realidad un impacto más espectacular sobre la capacidad de
la nación
para proporcionar protección social que el envejecimiento
demográfico en sí. El objetivo debe consistir en
reconocer y aprovechar el talento y la experiencia de las
personas mayores y garantizar un nivel de vida adecuado para
ellas a la vez que fomentar los intercambios armoniosos entre las
generaciones.
Factores del entorno físico
Un medio físico que tenga en cuenta a las
personas mayores puede ser lo que determine que dichas personas
sean dependientes o independientes. Por ejemplo, es más
probable que una persona mayor esté física y
socialmente activa si puede ir andando con seguridad a casa de
sus vecinos, acceder al transporte local y al parque. Personas
mayores que viven en zonas inseguras o contaminadas son menos
proclives a salir solas, y, por tanto, son más propensas
al aislamiento y la depresión así como a tener un
peor estado físico y más problemas de
movilidad.
Debe prestarse especial atención a las personas
mayores que viven en zonas rurales, ya que tienen patrones de
enfermedad distintos y disponen de pocos servicios de ayuda. La
urbanización y la migración de los jóvenes
en busca de trabajo pueden llevar a las personas mayores al
aislamiento en zonas rurales con pocos medios de ayuda y poco o
ningún acceso a los servicios sanitarios y sociales. A
veces no pueden proseguir con las tareas del campo.
Los agricultores mayores necesitan ayuda, acceso a
planes de crédito y formación en nuevas técnicas
que les permitan seguir viviendo y produciendo alimentos.
Una vivienda segura y adecuada es especialmente
importante para el bienestar de los adultos. La situación,
incluida la proximidad a los miembros de la familia, los
servicios y el transporte pueden marcar la diferencia entre la
interacción social positiva y el aislamiento.
Es un hecho que las personas mayores (sobre todo las
mujeres) tienden cada vez más a vivir solas a escala
planetaria. Las mujeres mayores suelen ser pobres, incluso en los
países ricos, y pueden verse obligadas a vivir en
condiciones que no garantizan una protección adecuada o
segura. En muchos países en vías de desarrollo, la
proporción de personas mayores que viven en suburbios y
chabolas, está aumentado rápidamente debido a la
migración de personas mayores a las ciudades para vivir
con sus familiares más jóvenes. Las personas
mayores que viven en estos núcleos urbanos presentan un
riesgo elevado de aislamiento social y mala salud.
Situaciones de crisis y
conflictos
hacen especialmente vulnerables a las personas mayores
desplazadas y es frecuente que no puedan alcanzar andando los
campamentos de refugiados. Incluso aunque lleguen a dichos
campamentos les puede resultar difícil hallar cobijo y
comida, sobre todo a las viudas mayores, cuando la
distribución de recursos fluye a través de un
sistema cuyo control es predominantemente masculino.
Son numerosos los países desarrollados donde la
vivienda tutelada para personas mayores, que incluye servicios de
asistencia pero no cuidados de enfermería, se ha convertido en una
alternativa política importante. Hay estudios que
demuestran que aquellos mayores que residen en viviendas
asistidas son susceptibles de tener el mismo nivel de
discapacidad que aquellos otros que residen en una
clínica, siendo el uso de las viviendas asistidas una
alternativa rentable a que vivan al abrigo de clínicas
inadecuadas (Gnaedinger, 1999).
El medio físico-ambiental entraña riesgos que
pueden provocar lesiones debilitantes y dolorosas en las personas
mayores. Las más habituales son lesiones cuya causa son
las caídas, el fuego o los accidentes de
tráfico. Las consecuencias de las lesiones sufridas en la
vejez son más graves que las que ocurren entre los
jóvenes. Con lesiones de la misma gravedad, las personas
mayores sufren una mayor discapacidad, estancias hospitalarias
más prolongadas, y es más probable que
ulteriormente sean personas dependientes o que fallezcan. La gran
mayoría de las lesiones se pueden evitar; sin embargo, la
perspectiva tradicional que identifica las lesiones con
los
"accidentes" ha dado lugar a un desprecio
histórico de esta cuestión en la sanidad
pública.
Factores personales
La biología, la
genética y la capacidad de adaptación son tres
factores personales fundamentales que determinan cómo
envejece una persona. Los cambios que acompañan al
envejecimiento progresan gradualmente y las diferencias
individuales son significativas. Por ejemplo, el rendimiento
físico de una persona de 70 años de edad que se
mantiene en forma puede ser similar al de una persona de 30
años que no se mantiene en forma.
Durante el proceso de envejecimiento, algunas
capacidades intelectuales
(tales como el tiempo de reacción, la velocidad de
aprendizaje y la memoria)
disminuyen de forma natural. Sin embargo, estas pérdidas
pueden compensarse por un incremento de la sabiduría, los
conocimientos y la experiencia. Es frecuente que el declive del
rendimiento cognitivo se desencadene por la falta de uso (falta
de práctica), factores conductuales (como el consumo de
alcohol) así como factores psicosociales (falta de
motivación, falta de confianza, aislamiento
y depresión) más que por el envejecimiento per
se.
La influencia de los factores genéticos sobre el
desarrollo de enfermedades crónicas (diabetes,
cardiopatía, enfermedad de Alzheimer y
ciertos cánceres) varía considerablemente entre las
personas. Para la mayoría de ellas, vivir sin enfermedades
ni discapacidades en la vejez depende por igual de la herencia
genética y de sus conductas personales, cómo hacen
frente a la vida cotidiana y del entorno físico, social y
económico.
Adaptarse con éxito a
la vida una vez superados los 60 años requiere que se sea
flexible y adaptable. La mayoría de la gente mantiene su
capacidad de adaptación en la vejez y los mayores no
difieren mucho de los jóvenes en su capacidad para
enfrentar los problemas cotidianos. Las personas mayores que se
adaptan bien a las pérdidas y a los cambios tienden a
tener un autocontrol, una actitud
positiva y están convencidos de poder conseguir sus
propósitos (autoeficacia).
Factores conductuales
Uno de los mitos sobre al
envejecimiento gira en torno a la idea
de que, en la vejez, ya es demasiado tarde para adoptar un estilo
de vida saludable. Y sin embargo, implicarse en una actividad
física adecuada, una alimentación sana, no fumar y
el consumo prudente de alcohol y medicamentos en la vejez
desmienten esta idea y pueden evitar las enfermedades y el
declive funcional, prolongar la longevidad y mejorar la calidad
de vida.
La actividad física
La participación periódica en actividades
físicas moderadas puede retrasar el declive funcional y
reducir el riesgo de enfermedades crónicas en las personas
mayores sanas o con enfermedades crónicas. Mejora la salud
mental y suele favorecer los contactos sociales. El hecho de
mantenerse activas puede ayudar a las personas mayores a
continuar con sus actividades de la vida diaria de la forma
más independiente posible y durante el mayor
período de tiempo. También se obtienen ventajas
económicas cuando las personas mayores están
físicamente activas. Los gastos médicos se reducen
considerablemente cuando las personas mayores se mantienen
activas (OMS, 1998a).
A pesar de todo, una gran proporción de personas
mayores lleva una vida sedentaria en la mayoría de los
países. Poblaciones con ingresos bajos, minorías
étnicas y personas mayores con discapacidades son las que
tienen una mayor probabilidad
de estar inactivas. Las políticas y los programas deben
animar a las personas mayores sedentarias a estar
físicamente más activas y proporcionarles
oportunidades para ello. Es especialmente importante ofrecerles
áreas de paseo seguras, así como apoyarles en
actividades comunitarias que sean culturalmente apropiadas y que
estén organizadas y dirigidas por las propias personas
mayores. El consejo profesional de "pasar de no hacer nada a
hacer algo" y los programas de rehabilitación
física que ayudan a las personas mayores a recuperarse de
los problemas de movilidad son, a la vez, eficaces y
rentables.
En los países menos desarrollados, puede aparecer
el problema contrario. En estos países, las personas
mayores pueden verse implicadas en trabajos físicos
agotadores y en tareas que pueden acelerar las discapacidades y
causar lesiones. Los esfuerzos por promover la salud en estas
áreas deben dirigirse a aliviar las tareas repetitivas y
agotadoras así como a realizar ajustes en los movimientos
físicos peligrosos en el trabajo, a fin de reducir las
lesiones y el dolor.
La alimentación sana
La nutrición incorrecta de las personas
mayores incluye tanto la desnutrición (principalmente en
los países menos desarrollados) como el consumo excesivo
de calorías (sobre todo en los países
desarrollados, en los países en transición y en los
países en vías de desarrollo que estén
experimentando una rápida urbanización y la
transición de enfermedades contagiosas a no contagiosas).
La nutrición incorrecta puede ser causada por el acceso
limitado a los alimentos, la pérdida de los dientes, las
penurias socioeconómicas, las situaciones de emergencia,
la falta de conocimientos e información sobre
nutrición, elegir mal los alimentos (por ejemplo, comer
comidas ricas en grasas), las
enfermedades y el uso de medicamentos, el aislamiento social y
las discapacidades cognitivas o físicas que inhiban la
propia capacidad para comprar alimentos y prepararlos, y una
falta de actividad física.
El consumo excesivo de calorías aumenta
considerablemente el riesgo de las personas mayores a sufrir
enfermedades crónicas y discapacidades. La obesidad y una
dieta rica en grasas están estrechamente relacionadas con
diabetes, cardiopatía, hipertensión, artritis y algunos tipos de
cáncer.
Una cantidad insuficiente de calcio y vitamina D provoca
la pérdida de la densidad
ósea en la vejez y un aumento de las fracturas de hueso
dolorosas, costosas y debilitantes, sobre todo en las mujeres
mayores.
El tabaquismo
Adultos jóvenes y mayores que fuman tienen
más probabilidades que los no fumadores de sufrir
discapacidades graves y fallecer prematuramente por enfermedades
relacionadas con el tabaco. El
tabaquismo puede reducir el efecto de los medicamentos
necesarios. La exposición
pasiva al humo del tabaco puede ejercer también un efecto
negativo sobre la salud de las personas mayores, sobre todo si
sufren asma u otros
problemas respiratorios.
La mayoría de los fumadores comienzan en la
juventud y
rápidamente se hacen adictos a la nicotina del tabaco. Por
tanto, los esfuerzos por evitar que los niños y los
jóvenes empiecen a fumar, deben ser una estrategia
fundamental en el control del tabaco. Al mismo tiempo, es
importante reducir la demanda de
tabaco entre los adultos (mediante medidas generales como los
impuestos y
las restricciones en la publicidad) y
ayudar a los adultos de todas las edades a
abandonarlo.
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