INTRODUCCIÓN
Estimados lectores, hoy en día es interesante conocer
como la inteligencia
humana se ha basado en analizar y cuestionar lo que se realiza,
tal es el caso de la lengua
escrita, existe un termino llamado deconstrucción
que puso en la mesa el filósofo postestructuralista
francés Jacques Derridá, con base a la interpretación que él da, de la obra
del pensador alemán Martín Heidegger de
su obra Destruktion, donde indica que no es
Destrucción como nos parecería a simple vista, sino
algo diferente que tiene que ver con poner en tela de juicio la
primacía del estructuralismo en las ciencias
humanas: antropología, historia, crítica
literaria, filosofía y
psicoanálisis.
Consiste en mostrar cómo se ha construido un concepto
cualquiera a partir de procesos
históricos y acumulaciones metafóricas (de
ahí el nombre de deconstrucción), mostrando que lo
claro y evidente dista de serlo, puesto que los útiles de
la conciencia en que
lo verdadero en sí ha de darse son históricos,
relativos y sometidos a las paradojas de las figuras
retóricas de la metáfora.
La deconstrucción afirmará que la envoltura
retórica es todo lo que hay y que por ello la obra de
arte literaria
es irreductible a una idea o un concepto. En ese sentido la
deconstrucción va a negar a la obra literaria el concepto
de totalidad al afirmar que el texto no puede
ser aprehendido en su globalidad ya que la escritura
circula en un movimiento
constante de remisión que convierte a la totalidad en
parte de una totalidad mayor que nunca está presente. De
esta forma es imposible enmarcar el texto, es decir crear un
interior y un exterior.
La deconstrucción no debe ser considerada como una
teoría
de crítica literaria ni mucho menos como una
filosofía. La deconstrucción es en realidad una
estrategia, una nueva práctica de lectura, un
archipiélago de actitudes ante
el texto. Investiga las condiciones de posibilidad de los
sistemas
conceptuales de la filosofía pero no debe ser confundida
con una búsqueda de las condiciones trascendentales de la
posibilidad del conocimiento.
En esta filosofía tradicional, la obra literaria es
considerada como una envoltura en cuyo interior duerme la
sabiduría oculta de la idea a la que el lector debe
llegar. La deconstrucción afirmará que la envoltura
retórica es todo lo que hay y que por ello la obra de arte
literaria es irreductible a una idea y por lo tanto y
considerando las variantes del lenguaje no
puede ser verdadero.[1]
Palabras claves
El lenguaje.
La comunicación que se puede realizar de
diferentes formas, eligiendo cada persona a
criterio personal el
método
correcto para dar as conocer sus puntos de vista, así como
el adecuado para entender a otros sus pensamientos.
Las diferentes significaciones de un texto pueden ser
descubiertas descomponiendo la estructura del
lenguaje dentro del cual está redactado.
Tipos de lectura: la unívoca basada en el mensaje
transparente y la deconstructiva, que remite a la plasticidad y
corporeidad misma de los significantes.
El
argumento
La obra de Derridá se centra en el lenguaje.
Sostiene que el modo metafísico o tradicional de lectura
produce un sin número de salsas suposiciones sobre la
naturaleza de
los textos. La reconstrucción muestra los
múltiples estratos de sentido en que trabaja el lenguaje.
Deconstruyendo las obras de anteriores pensadores, Derridá
intenta mostrar que el lenguaje está mudando
constantemente. Aunque el pensamiento de
Derridá es considerado a veces por los críticos
como destructivo de la filosofía, la deconstrucción
puede ser mejor entendida como la muestra de ineludibles
tensiones entre los ideales de claridad y coherencia que
gobiernan la filosofía, y los inevitables defectos que
acompañan su producción.
Lo que esta escrito no quiere decir lo que esta escrito porque
el lenguaje utilizado pudo ser usado con otras palabras que le
cambien el sentido; ante este reto me fui al pueblo, allí
siempre encuentro la verdad en las palabras; tengo tranquilidad y
logro poner en claro las ideas; el primer paso era ir a la
peluquería de Don Juanito, de profesión peluquero
de toda la vida, tendrá alrededor de 58 años y de
valores y
costumbres muy arraigadas.
Buenas tardes Don Juanito, ¿me podría cortar el
cabello?
Con todo gusto mi estimado, si gusta pasar y en seguida lo
atiendo.
Buenas tardes a todos, con permiso.
En la peluquería se encontraban en la silla de los
sentenciados al corte, el profesor
Julio, persona muy
querida por el pueblo y muy conocedora de muchos temas; en la
sala de espera estaba Carlitos, hijo del empresario del
pueblo y quien se decía que era de costumbres raras y
ayudante de Don Juanito, estaba Teresita, joven mujer de diminuta
falda y contorneadas piernas que nos levantaba el ánimo y
nos obligaba a visitar la peluquería cada mes, mas que
para hacernos un corte, para darnos un taco de ojo.
Se inició la siguiente conversación:
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