- Naturaleza del
trabajo - Concepto de
trabajo - Definiciones de
trabajo - Formas de
trabajo - Caracteres de
trabajo - Factores para una buena
calidad de vida en el trabajo - Importancia del
trabajo - Acoplamiento de los
objetivos y las necesidades de la persona y la
organización - La
satisfacción en el trabajo: técnicas para su
estudio y para el diagnóstico de problemas relativos a
la motivación - Conclusión
- Referencias
bibliográficas
Introducción
El trabajo, es
una actividad que se ha realizado desde siempre y en todos los
lugares que el hombre ha
pisado. Todas las culturas situadas a lo largo y ancho del
planeta han subsistido gracias a los beneficios que de esta
función
han obtenido. Esta subsistencia no ha sido sólo en el
nivel físico o material, sino que gracias a esta actividad
que es el trabajo
también han logrado mantenerse vigentes en cuanto cultura y
civilización.
Aunque, como veremos, tanto la sociedad
antigua como en las posteriores a ella, el trabajo ha sido
considerado sólo como una actividad negativa. Ya sea
porque unos han tenido un concepto muy
pobre de la misma, como es el caso de Aristóteles que sólo consideraba
trabajo aquellas actividades llevadas a cabo por los esclavos, no
porque no se haya tenido una merecida valorización, el
trabajo ha sido visto como una actividad o función
destinada sólo para unos cuantos.
De esta manera, a lo largo de la
investigación iremos descubriendo la naturaleza del
trabajo, los caracteres del mismo, así como también
las diferentes teorías
y aspectos relacionados a la motivación
laboral.
Naturaleza del
trabajo
El trabajo, tal como hoy lo conocemos, no es un hecho natural;
tanto su contenido como el papel que ha jugado en las vidas de
los seres humanos no ha sido siempre el mismo, sino que se ha
modificado a lo largo de la historia. A partir de esa
visión podemos evaluar mejor las pérdidas o los
progresos que ha experimentado la institución del
trabajo.
En el mundo antiguo y en las comunidades primitivas no existe
un término como el de trabajo con el que hoy englobamos
actividades muy diversas, asalariadas y no asalariadas, penosas y
satisfactorias, necesarias para ganarse la vida o para cubrir las
propias necesidades.
En el mundo griego se juzgaba que la cualificación y la
distinción entre actividades era algo esencial.
Aristóteles distinguía entre actividades libres y
serviles y rechazaba estas últimas porque "inutilizaban al
cuerpo, al alma y a la
inteligencia
para el uso o la práctica de la virtud"; comparaba el
trabajo "que se hace para otros" al del esclavo y criticaba con
energía la actividad crematística que "pone todas
las facultades al servicio de
producir dinero".
Consideraba que la finalidad de la actividad tenía extrema
importancia, pero dicho fin no se podía restringir a la
utilidad de
las actividades. Aristóteles entendía que las
actividades son útiles (leer y escribir, por ejemplo, era
útil para la
administración de la casa; el dibujo para
evaluar el trabajo de los artesanos), pero las actividades, a su
entender, no debían perseguir siempre la utilidad. "Buscar
en todo la utilidad es lo que menos se ajusta a las personas
libres y magnánimas". Era también preciso
preguntarse, según él, en que modo determinadas
actividades contribuyen a la formación del carácter y del alma (Aristóteles,
1988).
En aquellos tiempos el ocio era mucho más valorado que
en la actualidad y más apreciado que cualquier tipo de
trabajo. Pensadores y filósofos llamaban a reflexionar sobre la
manera de ocupar este tiempo de no
trabajo. "En efecto -dice Aristóteles- ambos (trabajo
correcto y ocio) son necesarios, pero el ocio es preferible tanto
al trabajo como a su fin, hemos de investigar a qué
debemos dedicar nuestro ocio. y también deben aprenderse y
formar parte de la educación ciertas
cosas con vistas a un ocio en la diversión."
(Aristóteles, 1988)
En Grecia se
estableció una diferencia radical entre dos esferas de
actividad: la relacionada con el mundo común, y la
relativa a la conservación de la vida. La política –no
concebida como una profesión de especialistas, como se
hace actualmente- era la actividad paradigmática en ese
primer mundo, al que tenían acceso todos los ciudadanos
libres. La relación entre estos dos mundos podemos
representarla, como hace Arendt, mediante la dialéctica
entre la libertad y la
necesidad. Las actividades del mundo de lo común o de la
polis constituirían el ámbito de la libertad,
mientras que las tareas dirigidas a la conservación de la
vida, que contribuían al desarrollo de
la comunidad
familiar, conformaban el ámbito de la necesidad. Era
preciso que un determinado sector de la sociedad ejerciera estas
últimas funciones
–predominantemente los esclavos- para que otros sector, el
de los hombres libres, pudiera dedicarse a las actividades
realmente estimadas (Arendt, 1993).
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