LA RESILIENCIA
¿Qué es la
resiliencia?
El vocablo "Resiliencia" tiene su origen en el
latín en el término "Resilio", que significa volver
atrás, volver en un salto, rebotar. Claramente el
término fue adaptado a las Ciencias
Sociales para caracterizar a los sujetos que a pesar de haber
nacidos y vivir en situaciones de adversidad, se desarrollan
psicológicamente sanos y exitosos. En idioma castellano,
tradicionalmente el término resiliencia se usa en el campo
de la física y
se refiere a la capacidad que tienen los cuerpos para volver a su
forma original luego de haber sufrido deformaciones producto de la
fuerza
(Suárez, N. 2004).
En la misma línea de esta definición, se
puede agregar que la resiliencia no sólo es un
fenómeno que lo observamos a nivel individual, sino que
podemos hablar de familias resilientes, y grupos y
comunidades con características resilientes. Así
entonces la podemos definir como "Una capacidad universal que
permite a una persona, grupo o
comunidad
prevenir, minimizar o superar los efectos perjudiciales de la
adversidad (The International Resilience Project, Canadá
1996).
En este sentido, como señala Rutter, la
resiliencia hoy día debe considerarse como alcanzar un
nivel de desarrollo
normal en todas las dimensiones que componen al ser humano, vale
decir en lo físico, cognitivo, emocional y social
(Suárez, N. 2004).
Del mismo modo, la resiliencia no debe considerarse como
un estado
permanente y de total invulnerabilidad. Las personas, familias y
grupos con características resilientes, presentarán
momentos y episodios de mayor debilidad y susceptibilidad, en
tanto en otros momentos su resistencia,
adaptación y superación de los obstáculos,
aparecerá nítidamente en su actuar.
La resiliencia es un conjunto de atributos y habilidades
innatas para afrontar adecuadamente situaciones adversas, como
factores estresantes y situaciones riesgosas.
Algunos autores definen a la Resiliencia como la
capacidad de respuesta inherente al ser humano, a través
del cual se generan respuestas adaptativas frente a situaciones
de crisis o de
riesgo. Esta
capacidad deriva de la existencia de una reserva de recursos internos
de ajuste y afrontamiento, ya sean innatos o adquiridos. De este
modo la resiliencia refuerza los factores protectores y reduce la
vulnerabilidad frente a las situaciones riesgosas (abuso de
drogas,
suicidio,
embarazo
temprano, fugas de hogar, etc.)
Ciertamente al utilizar el término en Ciencias
Sociales, debemos realizar la analogía con los cuerpos
físicos y repensar el concepto en
función
de una resistencia del sujeto a las adversidades que le ofrece su
ambiente. Para
ello es necesario tener presente que, los seres humanos mostramos
reacciones distintas, bajo estímulos similares. Lo mismo
ocurre frente a estímulos dolorosos o situaciones de
adversidad o estrés, en
donde las reacciones de los sujetos serán variadas e
incluso opuestas.
Es así como se describen tres tipos de reacciones
frente a estímulos dolorosos o adversos, a
saber:
Personas que frente al dolor o la adversidad
reaccionan con conductas de vulnerabilidad frente al
estímulo.Personas que permanecen indiferentes o existe una
ausencia de reacción frente a la
situación.Personas resilientes, resistentes al estímulo
adverso y que logran alcanzar una adecuada calidad de vida a
pesar de las condiciones negativas para su
desarrollo.
Al tercer punto podemos agregar que son personas con la
capacidad de construir positivamente conductas frente a la
adversidad y su comportamiento
se caracteriza por ser sociablemente aceptable (Kotliarenco, M.A.
1997).
Desarrrollo de la
resiliencia
La resiliencia no es un
rasgo que las personas tienen o no tienen. Conlleva conductas,
pensamientos y acciones que
cualquier persona puede aprender y desarrollar. Se trata de una
nueva mirada de la manera en que los diferentes seres humanos
afrontan posibles causas de estrés: malas condiciones y
vejaciones en la familia,
reclusión en campos de prisioneros, situaciones de crisis
como las causadas por viudez o el divorcio, las
grandes pérdidas económicas o de cualquier otra
índole. (García, Rodríguez y
Zamora).
En lugar de preguntarse
por las causas de la patología física o espiritual
que esas catástrofes generan, el nuevo punto de vista
supone indagar de qué condiciones está dotada esa
minoría; por qué y de qué manera logra
escapar a los males propios de los llamados "grupos de
riesgo".
El hecho de que la
adversidad no deriva irrevocablemente en individuos
dañados, se ha mostrado que la conformación de
éstos, depende, no simplemente de factores condicionantes
como, por ejemplo, los recursos económicos, la alimentación, el
nivel educativo de los padres, la estimulación materna o
la disponibilidad de material lúdico, sino,
fundamentalmente, de los mecanismos y las dinámicas que
ordenan el modo cómo ellos se relacionan (Rutter
1985).
Los individuos
"resilientes" se destacan por poseer un alto nivel de competencia en
distintas áreas, ya sea intelectual, emocional, buenos
estilos de enfrentamiento, motivación
al logro autosugestionado, autoestima
elevada, sentimientos de esperanza, autonomía e independencia,
entre otras. Y esto ha podido ser así incluso cuando el
área afectada es tan básica para la vida, como la
nutrición.
Para esclarecer el fenómeno de la resiliencia, los
estudiosos han apuntado a las características del ambiente
en que se han desarrollado los sujetos resilientes: han tenido
corta edad al ocurrir algún evento traumático; han
provenido de familias conducidas por padres competentes,
integrados en redes sociales de apoyo, que
les han brindado relaciones cálidas.
Respecto al
funcionamiento psicológico que protege del estrés a
las personas resilientes, señalaremos:a) Mayor coeficiente
intelectual y mejores habilidades de resolución de
problemas.b)
Mejores estilos de afrontamiento.c) Empatía, conocimiento y
manejo adecuado de las relaciones
interpersonales.d) Sentido del humor positivo.
Lo que hace que un
individuo
desarrolle la capacidad de ser resiliente es la formación
de personas socialmente competentes que tengan la capacidad de
tener una identidad
propia y útil, que sepan tomar decisiones, establecer
metas y esto involucra lugares sociales que implican a la
familia a los
amigos y las instituciones
de gobierno de cada
país (Ramírez,
1995).
Entre los mecanismos
protectores por excelencia esta la relación de un adulo
significativo, que reafirme la confianza en sí mismo del
individuo, que lo motive, y por sobre todo le demuestre su
cariño y aceptación incondicional (Sánchez
,2003).
Condiciones de
desarrollo
Muchos estudios demuestran que un factor
primario para en la resiliencia es tener relaciones que ofrezcan
cuidados y apoyo dentro y fuera de la familia. Las relaciones que
crean apoyo y confianza, proveen modelaje y ofrecen
estímulo y reafirmación además contribuyen a
afirmar la resiliencia en una persona (Domínguez
,2005).Para esclarecer el fenómeno de la resiliencia, los
estudiosos han apuntado a las características del ambiente
en que se han desarrollado los sujetos resiliente: han tenido
corta edad al ocurrir algún evento traumático; han
provenido de familias conducidas por padres competentes,
integrados en redes sociales de apoyo, que les han brindado
relaciones cálidas (Kotliarenco, y Pardo ).
Si nos detenemos a observar la realidad en
que viven nuestros jóvenes actualmente podemos ver
cómo ciertas condiciones influyen negativamente en su
desarrollo: carencia de redes de apoyo social para enfrentar las
dificultades, incorporación prematura al empleo,
desempeño de trabajos marginales o
contractualmente precarios, falta de protección de su
salud y derechos laborales, desocupación prolongada, fracaso y abandono
escolar, adicción a las drogas y
al alcohol etc.
Todo esto se traduce en una baja autoestima, ausencia de un
proyecto de
futuro y dificultad para darle sentido al presente (López,
1996).
Fonagy y colaboradores, señalaron
que las personas resilientes presentaron en su infancia los
siguientes atributos:a) Nivel socioeconómico más
alto.b) Ausencia de déficit orgánico.d)
Temperamento fácil.
Como
características del medio social inmediato señalan
las siguientes:
a) Padres percibidos como competentes.b)
Mejor red informal de
apoyo (amigos, familiares, compañeros).
La presencia de
relaciones afectuosas es vital para fortalecer la resiliencia a
través del ejemplo común como lo dicen las voces "hechos
y no palabras". Las oportunidades de participación son
significativas para poder sentirse
importante y querido. La resiliencia es una
característica que se puede aprender como producto de una
interacción positiva entre el componente
personal y
ambiental de un individuo (Sánchez, 2003). El
vínculo afectivo que se establece en los primeros
años de vida es vital para el desarrollo de un individuo
capaz y seguro en una
entidad.
Algunas
características de la Resiliencia
Habilidad para enfrentar eficaz y adecuadamente
situaciones adversas y eventos
traumáticos, además del desarrollo el potencial de
ajuste individual o del sistema.
Es dinámica, varía a lo largo del
tiempo de
acuerdo con las circunstancias. Con el desarrollo del individuo o
del sistema y con la calidad de
estímulos a los que están expuestos.
Para nutrirse y fortalecerse requiere del
apoyo social y de la disponibilidad de recursos, oportunidades y
alternativas de ajuste como factores protectores.Si bien la
resiliencia comprende una serie de características y
habilidades de ajuste propias del individuo o sistema, por lo
general se evidencia en situaciones adversas o de
riesgo.
Características de los niños y
jóvenes resilientes
Los seres humanos nacen con la capacidad de hacer frente
a las demandas del ajuste de su medio, de desarrollar habilidades
sociales y comunicativas, una conciencia
crítica, autonomía y
propósitos para el futuro. El desarrollo y el
reforzamiento de la misma requiere de la estimulación
contextual, familiar y de los pares.
Características de los niños
Resilientes:
Estos niños suelen responder
adecuadamente frente a los problemas cotidianos, son más
flexibles y sociables, predominancia de lo racional, buena
capacidad de auto-control y
autonomía. En cuanto a lo familiar, no han sufrido
separaciones o pérdidas tempranas y han vivido en
condiciones económicas y familiares relativamente estables
presentando con frecuencia características de personalidad o
habilidades entre las que se puede mencionar:
Adecuada autoestima y autoeficacia.Mayor
capacidad de enfrentar constructivamente la competencia y
aprender de los propios errores.Mejores y más eficaces
estilos de afrontamiento.Capacidad de recurrir al apoyo de los
adultos cuando sea necesario.Actitud
orientada al futuro.Optimismo y mayor tendencia a manifestar
sentimientos de esperanza.Mayor coeficiente intelectual.
Capacidad empática.Accesibilidad y buen sentido del
humor.
Estos rasgos y habilidades pueden verse reforzados por
la influencia positiva del medio familiar y el apoyo de otros
adultos significativos en la vida del niño. Según
Loesel (1992) los niños resilientes suelen vivir en un
clima
educacional abierto y con límites
claros; cuentan con modelos
sociales que motivan el enfrentamiento constructivo, comparten
responsabilidades sociales y se ven estimulados por la existencia
de expectativas de logros realistas por parte de los
adultos.
Características de los Jóvenes
Resilientes:
Muestran también una serie de
características que se asocian directamente con la
capacidad de afrontar adecuadamente los problemas cotidianos, las
cuales se relacionan con el propio desarrollo
personal. Los jóvenes resilientes presentan, entre
otras características comunes:Adecuado control de emociones en
situaciones difíciles o de riesgo, demostrando optimismo y
persistencia ante el fracaso. Habilidad para manejar de manera
constructiva el dolor, el enojo, la frustración y otros
aspectos perturbadores.Capacidad de enfrentar activamente los
problemas cotidianos.Capacidad para obtener la atención positiva y el apoyo de los
demás, estableciendo amistades duraderas basadas en el
cuidado y apoyo mutuo.Competencia en el área social,
escolar y cognitiva; lo cual les permite resolver creativamente
los problemas.Mayor autonomía y capacidad de auto observación.Gran confianza en una vida
futura significativa y positiva, con capacidad de resistir y
liberarse de estigmas negativos.Sentido del humor flexibilidad y
tolerancia.
Ambientes que
favorece la resiliencia
a) La presencia de adultos accesibles, responsables y
atentos a las necesidades de niños y jóvenes.
Pueden ser padres, tíos, abuelos, maestros u otras
personas que muestren empatía, capacidad de escucha y
actitud cálida. Además es importante que expresen
su apoyo de manera que favorezca en los niños y
jóvenes un sentimiento de seguridad y
confianza en sí mismos.
b) La existencia de expectativas altas y apropiadas a su
edad, comunicadas de manera consistente, con claridad y firmeza
que le proporcionan metas significativas, lo fortalezcan y
promueven su autonomía, y le ofrezcan oportunidades de
desarrollo.
c) La apertura de oportunidades de participación:
los adultos protectores son modelo de
competencia social en la solución de problemas, pudiendo
proporcionar oportunidades para que los niños y adolescentes
participen y en conjunto, aprendan de los errores y contribuyan
al bienestar de los otros, como parte de un equipo solidario y
participativo.
Greenspan (1996) enumera una serie de condiciones
familiares que favorecen el desarrollo de la resiliencia en
niños y jóvenes:
Dentro del sistema familiar: normas y reglas
claras y respeto a las
jerarquías.Apoyo entre los miembros de la familia como
costumbreEstrategias familiares de afrontamiento y eficacia.Práctica de un estilo de crianza,
donde el adecuado uso del tiempo libre, la internalización
de valores, al
amor y el
respeto enmarcan el estilo de vida
de los hijos.Expectativas positivas de los padres sobre el futuro
de los hijos. Responsabilidades compartidas en el hogar. Apoyo de
los padres en las actividades escolares de los
hijos.Oportunidades de desarrollo y responsabilidades
extrafamiliares (voluntariado, trabajo,
estudio, etc.).
Diez formas de
construir resiliencia
1.-Establecer relaciones – Es importante
establecer buenas relaciones con familiares cercanos, amistades y
otras personas. Aceptar ayuda y sostén de personas que le
quieren y le escuchan fortalece la resiliencia. Alguna gente
encuentra que estar activo en grupos de la comunidad,
organizaciones
basadas en la fe, u otros grupos locales le provee sostén
social y le ayuda a reclamar la esperanza. Ayudar a otros que le
necesitan también puede ser de beneficio para
usted.
2.-Evitar ver las crisis como obstáculos
insuperables—Usted no puede evitar que ocurran eventos que
producen mucha tensión, pero si puedes cambiar cómo
los interpreta y reacciona a ellos. Trate de mirar más
allá del presente y piense que en el futuro las cosas
mejorarán. Observe si hay alguna forma sutil en que se
sienta mejor mientras se enfrenta a las situaciones
difíciles.
3.-Acepta que el cambio es
parte de la vida—Es posible que como resultado de una
situación adversa no le sea posible alcanzar ciertas
metas. Aceptar las circunstancias que no puede cambiar le puede
ayudar a enfocar en las circunstancias que puede
alterar.
4.-Muévase hacia sus metas—Desarrolle
algunas metas realistas. Haga algo regularmente—aunque le
parezca que es un logro pequeño—que le permita
moverse hacia sus metas. En vez de enfocarse en tareas que
parecen que no puede lograr, pregúntese. "Qué cosa
sé que pudo lograr hoy que me ayuda a caminar en la
dirección hacia la cual quiero
ir?
5.-Lleve a cabo acciones decisivas—Actúe en
situaciones adversas lo mejor que pueda. Lleve a cabo acciones
decisivas es mejor que ignorar los problemas y las tensiones y
desear que desaparezcan.
6.-Busque oportunidades para descubrirse a si
mismo/a—La gente a veces aprende algo sobre su persona y
puede que se den cuenta de que han crecido en alguna forma como
resultado de su lucha con la adversidad. Muchas personas que han
experimentado tragedias y situaciones difíciles han
informado mejoría en sus relaciones, la sensación
de mayor fuerza personal aun cuando se sienten vulnerables, la
sensación de que su auto-valía ha mejorado, una
espiritualidad más desarrollada y una aumentada
apreciación de la vida.
7.-Cultive una visión positiva de su
persona—El desarrollar confianza en sus habilidades para
resolver problemas y confiar en sus instintos ayuda a construir
la resiliencia.
8.-Mantenga las cosas en perspectiva—Aun cuando se
enfrente a eventos bien dolorosos, trate de considerar la
situación que le causa tensión en un contexto
más amplio y mantenga una visión a largo plazo.
Evite agrandar el evento fuera de proporción.
9.-Nunca pierda la esperanza—Una visión
optimista le permite esperar que ocurran cosas buenas en su vida.
Trate de visualizar lo que quiere en vez de preocuparse por lo
que teme.
10.-Cuide su persona—Preste atención a sus
propias necesidades y deseos. Interésese en actividades
que disfrute y encuentra relajantes. Ejercítese
regularmente. El cuidar de su persona le ayuda a mantener su
mente y su cuerpo listos para enfrentarse a las situaciones que
requieren resiliencia.
Pilares de la
resiliencia
A partir de esta constatación se trató de
buscar los factores que resultan protectores para los seres
humanos, más allá de los efectos negativos de la
adversidad, tratando de estimularlos una vez que fueran
detectados. Así se describieron los siguientes:
Autoestima consistente. Es la base de
los demás pilares y es el fruto del cuidado afectivo
consecuente del niño o adolescente por un adulto
significativo, "suficientemente" bueno y capaz de dar una
respuesta sensible.
Introspección. Es el arte de
preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta.
Depende de la solidez de la autoestima que se desarrolla a partir
del reconocimiento del otro. De allí la posibilidad de
cooptación de los jóvenes por grupos de adictos o
delincuentes, con el fin de obtener ese
reconocimiento.
Independencia. Se definió como el
saber fijar límites entre uno mismo y el medio con
problemas; la capacidad de mantener distancia emocional y
física sin caer en el aislamiento. Depende del principio
de realidad que permite juzgar una situación con
prescindencia de los deseos del sujeto. Los casos de abusos ponen
en juego esta
capacidad.
Capacidad de relacionarse. Es
decir, la habilidad para establecer lazos e intimidad con otras
personas, para balancear la propia necesidad de afecto con la
actitud de brindarse a otros. Una autoestima baja o
exageradamente alta producen aislamiento: si es baja por
autoexclusión vergonzante y si es demasiado alta puede
generar rechazo por la soberbia que se supone.
Iniciativa. El gusto de
exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más
exigentes.
Humor. Encontrar lo cómico en la
propia tragedia. Permite ahorrarse sentimientos negativos aunque
sea transitoriamente y soportar situaciones adversas.
Creatividad. La capacidad de crear
orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden. Fruto
de la capacidad de reflexión, se desarrolla a partir del
juego en la infancia.
Moralidad. Entendida ésta como la
consecuencia para extender el deseo personal de bienestar a todos
los semejantes y la capacidad de comprometerse con valores. Es la
base del buen trato hacia los otros.
Capacidad de pensamiento
crítico. Es un pilar de segundo grado, fruto de
las combinación de todos los otros y que permite analizar
críticamente las causas y responsabilidades de la
adversidad que se sufre, cuando es la sociedad en su
conjunto la adversidad que se enfrenta. Y se propone modos de
enfrentarlas y cambiarlas. A esto se llega a partir de criticar
el concepto de adaptación positiva o falta de desajustes
que en la literatura anglosajona se
piensa como un rasgo de resiliencia del sujeto (Melillo,
2002).
Las fuentes
interactivas de la resiliencia: de acuerdo con Edith Grotberg
(1997) de la Universidad de
George Washington, D.C. en EEUU, para hacer frente a las
adversidades, superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso
transformado, los niños toman factores de resiliencia de
cuatro fuentes que se visualizan en las expresiones verbales de
los sujetos (niños, adolescentes o adultos) con
características resilientes:
"Yo tengo" en mi entorno social. el menor | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
"Yo soy" y "yo estoy", hablan de las fortalezas | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
"Yo puedo", concierne a las habilidades en las |
Tengo: Personas alrededor en quienes
confío y que me quieren incondicionalmente.
Personas que me ponen límites para que aprenda a
evitar los peligros. Personas que me muestran por medio de su
conducta la
manera correcta de proceder.
Personas que quieren que aprenda a desenvolverme
solo.
Personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en
peligro, o cuando necesito aprender.
Soy: Alguien por quien los otros sienten aprecio
y cariño.
Feliz cuando hago algo bueno para los demás y les
demuestro mi afecto.
Respetuoso de mí mismo y del
prójimo.
Estoy: Dispuesto a responsabilizarme de mis
actos.
Seguro de que todo saldrá bien.
Puedo: Hablar sobre cosas que me asustan o me
inquietan.
Buscar la manera de resolver mis problemas.
Controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o
que no está bien.
Buscar el momento apropiado para hablar con alguien o
actuar.
Encontrar a alguien que me ayude cuando lo
necesito.
¿Cómo se desarrolla la
resiliencia?
Si decimos que un pilar de la resiliencia es la
autoestima y sabemos que ésta se desarrolla a partir
del amor y el reconocimiento del bebé por parte
de su madre y su padre, es en ese vínculo que empieza a
generarse un espacio constructor de resiliencia en el
sujeto.
Resiliencias relacionales: familiar y grupal:
Froma Walsh (1998) "[…] propone una concepción
sistémica de la resiliencia, enmarcada en un contexto
ecológico y evolutivo, y presenta el concepto de
resiliencia familiar atendiendo a los procesos
interactivos que fortalecen con el transcurso del tiempo tanto al
individuo como a la familia […] La resiliencia relacional puede
seguir muchos caminos, variando a fin de amoldarse a las diversas
formas, recursos y limitaciones de las familias [y los
grupos] y a los desafíos psicosociales que se les
plantean". En este sentido se pueden señalar: reconocer
los problemas y limitaciones que hay que enfrentar; comunicar
abierta y claramente acerca de ellos; registrar los recursos
personales y colectivos existentes y organizar y reorganizar las
estrategias y
metodologías tantas veces como sea necesario, revisando y
evaluando los logros y las pérdidas.
Para esto es necesario que, en las relaciones entre los
componentes del grupo familiar, se produzcan las siguientes
prácticas: actitudes
demostrativas de apoyos emocionales (relaciones de
confirmación y confianza en la competencia de los
protagonistas); conversaciones en las que se compartan
lógicas (por ejemplo, acuerdos sobre premios y castigos) y
conversaciones donde se construyan significados compartidos
acerca de la vida, o de acontecimientos perjudiciales, con
coherencia narrativa y con un sentido dignificador para sus
protagonistas.
En síntesis,
los elementos básicos de la resiliencia familiar
serían: cohesión, que no descarte la
flexibilidad; comunicación franca entre
los miembros de la familia; reafirmación de un
sistema de creencias comunes, y resolución de
problemas a partir de las anteriores premisas.
Resiliencia comunitaria: se trata de una
concepción latinoamericana desarrollada
teóricamente por E. Néstor Suárez Ojeda
(2001), a partir de observar que cada desastre o calamidad que
sufre una comunidad, que produce dolor y pérdida de vidas
y recursos, muchas veces genera un efecto movilizador de las
capacidades solidarias que permiten reparar los daños y
seguir adelante. Eso permitió establecer los pilares de la
resiliencia comunitaria: autoestima colectiva, que
involucra la satisfacción por la pertenencia a la propia
comunidad; identidad cultural, constituida por el
proceso
interactivo que a lo largo del desarrollo implica la
incorporación de costumbres, valores, giros
idiomáticos, danzas, canciones, etcétera,
proporcionando la sensación de pertenencia; humor
social, consistente en la capacidad de encontrar la comedia
en la propia tragedia para poder superarla; honestidad
estatal, como contrapartida de la corrupción que desgasta los vínculos
sociales; solidaridad, fruto de un lazo social
sólido que resume los otros pilares.
Resiliencia y educación: la
cuestión de la educación se
vuelve central en cuanto a la posibilidad de fomentar la
resiliencia de los niños y los adolescentes, para que
puedan enfrentar su crecimiento e inserción social del
modo más favorable (Melillo, Rubbo y Morato,
2004).
Lamentablemente, en las escuelas (como ocurre
también en salud) habitualmente se pone el mayor
empeño en detectar los problemas, déficit,
falencias, en fin, patología, en lugar de buscar y
desarrollar virtudes y fortalezas. Por eso y para empezar, una
actitud constructora de resiliencia en la escuela implica
buscar todo indicio previo de resiliencia, rastreando las
ocasiones en las que tanto docentes como
alumnos sortearon, superaron, sobrellevaron o vencieron la
adversidad que enfrentaban y con qué medios lo
hicieron.
El Informe Delors de la UNESCO de 1996
especificó como elementos imprescindibles de una política educativa de
calidad, la necesidad de que ésta abarque cuatro aspectos:
aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir con
los demás y aprender a ser. Los dos primeros aspectos
son los que se enfatizan tradicionalmente y se trata de medir
para justificar resultados. Los dos últimos son los que
hacen a la integración social y a la construcción de ciudadanía. Para el desarrollo de los
últimos (y también de los primeros) sirven los
programas que
promueven la resiliencia en las escuelas.
La construcción de la resiliencia en la
escuela implica trabajar para introducir los siguientes seis
factores constructores de resiliencia (Henderson y Milstein,
2003):
1. Brindar afecto y apoyo
proporcionando respaldo y aliento incondicionales, como base y
sostén del éxito
académico. Siempre debe haber un "adulto
significativo" en la escuela dispuesto a "dar la mano" que
necesitan los alumnos para su desarrollo educativo y su
contención afectiva.
2. Establecer y transmitir expectativas
elevadas y realistas para que actúen como motivadores
eficaces, adoptando la filosofía de que "todos los alumnos pueden
tener éxito".
3. Brindar oportunidades de
participación significativa en la resolución
de problemas, fijación de metas, planificación, toma de
decisiones (esto vale para los docentes, los alumnos y,
eventualmente, para los padres). Que el aprendizaje se
vuelva más "práctico", el currículo sea más "pertinente" y
"atento al mundo real" y las decisiones se tomen entre todos los
integrantes de la comunidad educativa. Deben poder aparecer las
"fortalezas" o destrezas de cada uno.
4. Enriquecer los vínculos
pro-sociales con un sentido de comunidad educativa.
Buscar una conexión familia-escuela positiva.
5. Es necesario brindar capacitación al personal sobre estrategias
y políticas de aula que trasciendan la idea
de la disciplina
como un fin en sí mismo. Hay que dar
participación al personal, los alumnos y, en lo posible, a
los padres, en la fijación de dichas políticas.
Así se lograrán fijar normas y límites
claros y consensuados.
6. Enseñar "habilidades para
la vida": cooperación, resolución
de conflictos, destrezas comunicativas, habilidad para
resolver problemas y tomar decisiones, etcétera. Esto
sólo ocurre cuando el proceso de aprendizaje
está fundado en la actividad conjunta y cooperativa de
los estudiantes y los docentes.
Relación
entre Resiliencia y Logoterapia
La Logoterapia se propone acompañar al hombre en
búsqueda de sentido y ayudarlo a que viva de acuerdo a una
escala de valores
propia que le seguridad, coherencia, autoestima y un proyecto de
vida autotrascendente.
La Logoterapia y la resiliencia tienen en común
el reconocimiento de los factores protectores, y la
transformación de los comportamientos negativos en nuevas
posibilidades. La resiliencia requiere un "marco moral o de
valores" que la Logoterapia promueve y favorece al
acompañar a la persona a descubrir los valores
espirituales más allá de lo biológico y de
lo psicológico.
El nuevo paradigma de
la salud es el mejoramiento de la calidad de
vida a través de los sistemas
preventivos resilientes y logoterapeúticos. Desde este
enfoque la familia y la comunidad asumen un rol
protagónico.
Walsh introduce el concepto de resiliencia familiar. La
familia es la que educa en primer lugar y en este sentido la
familia crea un ambiente cultural interno en donde se puede
"educar" a los hijos cada vez que hay una dificultad y transmitir
que todo sufrimiento implica crecimiento o transmitir, tragedia,
dolor y sinsentido. Promover conductas resilientes en lugar de la
resignación.
Lo que se busca restituir corazones heridos y darles la
posibilidad de emprender un proceso de rehumanización a
los niños de la
calle, a los refugiados, a las mujeres mal tratadas, a los
grupos que han vivido situaciones traumáticas y dolorosas,
para la formación de familias resilientes impulsadas por
promotores sociales, de salud, voluntarios, expertos en
educación y en desarrollo.
En las comunidades pobres los desafíos que
enfrenta la familia no se relacionan únicamente con la
comida o los recursos básicos sino también con lo
espiritual: la construcción de un sentimiento de dignidad y de
futuro en grupos familiares que, debido a su
desesperación, han renunciado a su sentido de vida y su
autovaloración.
En estos casos el optimismo y la esperanza –
factores resilientes- exigen sensibilidad social para poder
mejorar la situación y las perspectivas de la
familia.
Según Gerónimo Acevedo "la salud es la
capacidad de poder caer enfermo y defenderse, en tanto que la
enfermedad, por el contrario, es la reducción del poder de
superar las dificultades".
La salud no es la ausencia de enfermedad sino la
capacidad de forjar un proyecto de vida que incluye la
realización de dicho proyecto en la sociedad. Incluye la
posibilidad de:
Escribir la propia historia vital en la propia
familia, el trabajo y
la comunidad
Expresar lo "no dicho" en el diálogo y
la reflexión
Sentirse querido y querer privilegiando el encuentro con
el otro
Comprometerse, participar.
Establecer vínculos afectivos solidarios.
(Acevedo, 1999)
La Logoterapia une el concepto de salud a la posibilidad
de buscar y encontrar el sentido de la vida, si bien no es la
causa de la salud, es el motivo para estar sano.
La resiliencia y la Logoterapia coinciden también
en que el hombre es
un ser en el mundo, y como tal el individuo no vive aislado sino
que su sentido de vida se compone junto al de sus próximos
prójimos.
Perfil de una
persona resiliente.
Una persona con características resilientes es
aquella que es capaz de establecer relaciones sociales
constructivas, tiene un sentido de si mismo positivo, dimensiona
los problemas, tiene sentido de esperanza frente a las
dificultades, extrae significado de las situaciones de
estrés, desarrolla iniciativa y se fija metas posibles de
alcanzar (Saavedra, E. 2004).
Esta persona presenta una serie de factores internos que
actúan como protectores, a saber:
a.- Presta servicio a los
otros o a una causa.
b.- Emplea estrategias de convivencia, es asertivo,
controla sus impulsos.
c.- Es sociable.
d.- Tiene sentido del humor.
e.- Tiene un fuerte control
interno frente a los problemas.
f.- Manifiesta autonomía.
g.- Ve positivamente el futuro.
h.- Es flexible.
i.- Tiene capacidad para aprender y conectar los
aprendizajes.
j.- Capacidad para auto motivarse.
k.- Percibe competencias
personales.
l.- Hay confianza en sí mismo.
También existirían factores ambientales
que apoyarían y favorecerían las
características resilientes:
a.- El ambiente promueve vínculos
estrechos.
b.- El entorno valora y alienta a las
personas.
c.- Se promueve la educación.
d.- Ambiente cálido, no
crítico.
e.- Hay límites claros.
f.- Existen relaciones de apoyo.
g.- Se comparten responsabilidades.
h.- El ambiente es capaz de satisfacer las necesidades
básicas de las personas.
i.- El entorno expresa expectativas positivas y
realistas.
j.- Promueve el logro de metas.
k.- Fomenta valores pro sociales y estrategias de
convivencia.
l.- Hay liderazgos claros y positivos.
m.- valora los talentos específicos de cada
persona.
Claramente no se espera que todos estos elementos
estén presentes en el sujeto o su ambiente para que se
favorezca la aparición de conductas resilientes, pero es
deseable que gran parte de ellas estén total o
parcialmente desarrolladas (Saavedra, E. 2004).
Hay que subrayar que más que una lista de rasgos
personales p sociales, éste debe considerarse como un
proceso dinámico.
¿Dónde podemos desarrollar esta respuesta
resiliente?
El mejor sitio, y a veces el único, es en el
equipo de trabajo. Por lo tanto, si los líderes crean los
espacios y procesos para el desarrollo de la resiliencia, con
técnicas, con metodología y con humanismo,
harían que los colaboradores se sientan a gusto y puedan
ver en su quehacer diario una realización personal y la
superación de la crisis.
Existen cuatro categorías de factores que
determinan el nivel de resiliencia dentro de un grupo o
equipo:
Factores de Desarrollo Individual: el grupo
estimula y refuerza la autonomía
responsable de sus integrantes, la cual incluye: su
sentido de identidad personal y de su rol, la flexibilidad
perceptual y conductual, la consciencia de si mismo, la habilidad
y disponibilidad de auto-corrección, el
conocimiento propio, la autoestima y la confianza en si
mismo, la competencia y capacidad para distanciarse de mensajes,
conductas y condiciones negativas.
Factores de Desarrollo Interpersonal: el grupo
crea, estimula y refuerza los
espacios y procesos para:
La valoración de la diversidad, la empatía
y la comprensión, el afecto y apoyo mutuo, la
comunicación dialógica y participativa, el
sentido del humor, la introspección individual y
grupal;
Factores Estratégicas: el grupo desarrolla
una misión y
las competencias
necesarias para: fijar metas realistas, elaborar
estrategias para lograrlas, promover reflexión grupal y
auto-corrección, tener la creatividad
para resolver los conflictos y
retos, pedir apoyo y recursos, medir y evaluar los
resultados.
Factores de Visión: el grupo desarrolla
una visión que incluye sus valores compartidos, los
propósitos y las expectativas de un futuro prometedor, la
integración de las metas y aspiraciones individuales con
las corporativas, el optimismo y la fe.
Decálogo
de resiliencia grupal
Estudios (Willard, 1996, y otros) han
mostrado que los grupos disfuncionales o subfuncionales
generalmente manifiestan los siguientes síntomas, los
cuales señalan una baja generación de sinergia y
resiliencia:
· Existen visiones del futuro incompatibles
entre sí.
· Algunos miembros no pueden describir la
misión del equipo.
· Las reuniones son
improductivas.
· Una pequeña minoría tiene una
participación mayoritaria.
· Los desacuerdos se discuten en
privado.
· Las decisiones son tomadas por unos
pocos.
· Hay falta de transparencia y de
confianza.
· Existe confusión en cuanto a las
funciones y
tareas.
· Existe un exceso de personas con los mismos
recursos y/o carencias.
· No hay auto-evaluación
periódica de funcionamiento.
Un número muy elevado de organizaciones considera
lo anterior "problemas" o "fallas" o "carencias de competencias"
en lugar de tratarlos como síntomas; busca soluciones a
lo anterior y para lograr una mayor productividad, en
procesos de capacitación individualizada, diseñada
para aumentar las destrezas de comunicación interpersonal.
El Decálogo de Resiliencia Grupal:
1) Compartir una visión: El
potencial sinérgico nace con una visión del futuro
grupal e individual. Cuando un grupo desarrolla su propia
visión del futuro, o sea como va a ser (pensar, sentir y
actuar) cuando cumpla su misión, tiene una
valiosísima herramienta para orientarse y para enmarcar
sus percepciones individuales y colectivas. Por supuesto, esta
visión presupone que los integrantes del grupo han
aceptando y han internalizado su misión y han acordado
unos valores centrales compartidos por todos. Las experiencias a
través de ocho mil años de historia, sustentadas
por los descubrimientos del fenómeno de la profecía
auto-realizadora (Efecto Pigmaleón), han mostrado que lo
que la mente colectiva puede concebir, el grupo puede
realizar.
2) Crear expectativas de
participación: No es suficiente la sola
invitación a participar ni el ocasional refuerzo de ella.
La sinergia requiere la creación de una cultura
organizacional en la cual la
no–participación sea vista como una
característica inaceptable. Con la creación de este
espacio, cada integrante se concientiza que su
participación no es un permiso ni un privilegio sino una
obligación para facilitar la optimización de los
procesos sinérgicos.
3) Compartir la información: A pesar de ser tan
obvio y casi axiomático, uno de los impedimentos
más comunes a la optimización de la sinergia es no
tener conocimiento de todas las opciones, lo cual sucede o por no
tener toda la información externa e interna del sistema, o
por las políticas o hábitos organizacionales de
monopolio de
información. Todos los integrantes de un equipo necesitan
tener acceso a toda la información, los conocimientos y
las destrezas necesarios para cumplir oportuna y efectivamente su
misión.
4) Aclarar significados: Una vez
conseguida y compartida la información, hay que acordar el
significado de ella para contextualizarla y convertirla en
conocimientos, en sabiduría y en sintonía de
mentes. La cibernética nos ha enseñado que el
principal objetivo de la
comunicación es el de acordar o co-crear significado, y no
solamente trasmitir información o intercambiar ideas. Esto
significa que el grupo, y cada integrante de el, debe examinar
sus propios prejuicios (juicios a priori) y presuposiciones
(suponer a priori). Luego, es la responsabilidad de todos, seguir aclarando los
significados, especialmente de palabras y conceptos abstractos,
en la medida en que progresen las conversaciones y
deliberaciones.
5) Enfocar las reuniones: Estudios (3M,
1998) han mostrado que un equipo puede perder hasta el 40% de su
capacidad sinergénica cuando no se conciertan unos
procesos y normas básicos para enfocar la
conducción de las reuniones. Algunas de las medidas
más utilizadas son:
· Asistir puntualmente a la hora
acordada.
· Usar agendas, previamente acordadas y
distribuidas, para las reuniones.
· Prepararse, cada uno, para la
reunión, según temas agendados.
· Evitar divagaciones que impiden terminar lo
agendado.
· Evitar interrupciones por personas ajenas de
la reunión, celulares, etc.
· Atender al interlocutor sin interrumpir y
sin conversaciones privadas.
· Utilizar un(a) moderador(a) (función
rotativa) para monitorear el proceso.
· Anotar los principales aportes y decisiones
en un acta de la reunión.
6) Aprovechar la diversidad: Es una
cruel paradoja de la sinergia que entre mayor diversidad entre
los integrantes del equipo, mayor potencial sinérgico pero
mayor dificultad para lograrla. En lugar de percibir las
diferencias perceptuales y conductuales individuales como un
obstáculo a la productividad, podemos reconocer que estas
diferencias son precisamente las que pueden generar mayor
sinergia…siempre y cuando existan procesos adecuados para
lograrlo. Esto requiere las destrezas necesarias para confrontar,
constructivamente, los desacuerdos, los temas "prohibidos", las
agendas ocultas y el manejo de los sentimientos
negativos.
También implica la creación de un sano
patrón grupal de reconocimiento mutuo: un libre y sincero
intercambio de elogios de las cualidades personales de cada uno,
mientras la corrección y la crítica se limitan a
las conductas específicas de la persona.
7) Diseñar procesos de
concertación: Las nuevas ciencias han validado y
retomado de la sabiduría antigua de muchas culturas y
civilizaciones, la importancia de la
coevolución.
Muchos equipos invierten considerable energía y
tiempo en crear una polarización de posiciones y opiniones
encontradas, una situación de "ganarperder", en lugar de
encontrar y desarrollar los propósitos y objetivos que
los unen, en los cuales todos ganan. Esta dicotomización,
que finalmente se resuelve por una votación, generalmente
es la peor forma de generar opciones y tomar
decisiones.
Existen muchas tecnologías de concertación
que permiten que un equipo libere toda su creatividad y capacidad
innovadora para crear opciones viables y productivas de
ganar-ganar.
8) Operacionalizar lo decidido: No es
suficiente concertar y acordar opciones; un
grupo productivo también utiliza diferentes
formas de pensamiento estratégico para operacionalizar e
instrumentar sus decisiones. El uso de herramientas
tan sencillas como los análisis DOFA, los cronogramas, los
flujogramas
Gantt y otros elementos que exigen y monitorean compromisos
específicos, y no sólo buenas intenciones, es
imprescindible para la productividad de un equipo y para
"coronar" los procesos sinérgicos.
9) Establecer procesos de
auto-monitoreo: El monitoreo no debe limitarse solamente
a las tareas y procesos; cada equipo de alto rendimiento necesita
establecer procesos de auto-monitoreo de su propia
dinámica grupal e interpersonal. Las reuniones de
meta-comunicación y/o el uso periódico
de un facilitador externo idóneo en estos procesos, pueden
ayudar al equipo a optimizar la sinergia de sus procesos
grupales.
10) Montar el caballo: Muchas personas y
equipos gastan tanto tiempo y energía
limpiando el excremento, que se olvidan saborear el
placer de montar el caballo.
Todo equipo debe celebrar sus triunfos, gozar sus logros
y agradecer la parte vital
aportada por cada uno y una de los
participantes.
Ambientes
laborales "tóxicos" que generan riesgo
Al igual como existen ambientes que promueven conductas
positivas y condiciones propicias para la resiliencia, existen
entornos que generan gran tensión en las personas y
dificultan su normal desarrollo (Zaldivar, D. 1996).
En esta dirección existen elementos ambientales
físicos que interfieren como: el ruido,
iluminación débil, falta o mala
ventilación, hacinamiento. Por su parte existirían
elementos organizacionales que afectaría, tales como:
estilos de dirección o liderazgo
inadecuados, ambigüedad en los roles, introducción de cambios repentinos,
condiciones ambientales desagradables.
Las personas que laboran, también contribuyen a
generar algunas tensiones, a saber: características de
personalidad inadecuadas, nivel de preparación para la
tarea insuficiente, expectativas poco realistas, estilos
cognitivos poco adecuados a la tarea, relaciones conflictivas,
discriminación, trato impersonal, falta de
apoyo afectivo, poca cooperación entre pares.
En torno a lo
anterior se han identificados algunas características de
climas sociales que no promueven un desarrollo positivo de las
personas en su organización:
a.- Las personas perciben injusticias.
b.- Los sujetos sienten que no se les
reconoce.
c.- Presencia de descalificaciones.
d.- Sobre dimensionar los errores por sobre los
aciertos.
e.- Las personas se sienten "invisibles".
f.- Hay marginación de algunas
personas.
g.- Las personas desconocen las normativas de la
organización.
h.- Las normas son arbitrarias.
i.- Existe rigidez en la aplicación de las
normas.
j.- Los sistemas de
información son poco claros.
k.- Se interfiere el contacto y crecimiento
personal.
l.- Se ponen obstáculos para la
creatividad.
m.- No se enfrentan los conflictos.
Sin lugar a dudas, las anteriores características
interfieren en el normal desarrollo de una persona o una
organización, afectando la convivencia, la percepción
de si mismo, la autoestima, los niveles de satisfacción y
en definitiva la salud psicológica y física de
quienes trabajan en dichos ambientes (Delval, J.
1996).
Del mismo modo en definitiva estas situaciones se
traducirán en baja productividad, rotación del
personal, mayor número de ausentismo laboral, mayor
gasto médico, mayores costos de
producción y elevación del gasto privado y
gubernamental.
EFECTOS PERSONALES, LABORALES Y SOCIALES.
Los ambientes laborales nocivos, descritos
anteriormente, afectan de manera directa la vida de las personas,
los grupos y la sociedad en general, tanto a nivel personal,
laboral como a nivel macrosocial.
En el primer nivel, los individuos desarrollan
síntomas de ansiedad, sensación de amenaza, miedos
y fobias. Es frecuente ver problemas a nivel de
concentración e interferencias en la memoria.
Por otro lado baja el sistema inmunológico y los sujetos
desarrollan con mayor frecuencia enfermedades comunes o bien
aparecen somatizaciones reactivas a los conflictos vividos. Hay
conductas de evitación hacia el ambiente laboral generando
situaciones de ausentismo "voluntario" y desmotivación
hacia la tarea. Aparecen algunos síntomas clínicos
clásicos de estrés, tales como alteraciones del
sueño, alteraciones en la conducta sexual, depresión,
adicciones,
irritabilidad, aislamiento, bajo auto concepto (Saavedra, E.
2005).
En el nivel laboral se ve afectada tanto la calidad como
la cantidad de producción, se interfieren los canales de
comunicación, desciende la creatividad, disminuye la
motivación hacia la tarea, hay despreocupación
por la satisfacción de los clientes,
aumentan los accidentes
laborales, el ausentismo y las licencias por
enfermedad.
En el nivel macrosocial se observa pérdida de
fuerza laboral, muchas veces con buenos niveles de
capacitación, mayos gasto económico a las empresas y al
estado, generación anticipada de pensiones por enfermedad,
aumento del gasto en los servicios de
salud, se genera una percepción negativa hacia los efectos
del trabajo, el cual es visto como una carga y no como una
oportunidad de crecimiento (Saavedra, E. 2005).
PROMOCIÓN DE LA RESILIENCIA EN LOS GRUPOS DE
TRABAJO.
Desde la teoría
de la Resiliencia y su promoción, se describen algunas estrategias
factibles de ser desarrolladas en los ambientes laborales, como
una forma de potencias a las personas y evitar los efectos
nocivos de ambientes de trabajo tensionantes.
De una manera proactiva, las personas involucradas, sean
trabajadores, directivos, asesores u otros, podrían
intervenir al menos en las siguientes áreas:
a.- Enriquecer los vínculos entre las personas,
fortaleciendo las conexiones y puntos de acuerdo existentes,
resaltando los puntos de unión entre ellos y estableciendo
canales y puentes que motiven el contacto con los
otros.
b.- Se deben fijar límites claros y firmes para
el funcionamiento laboral, es deseable que dichos límites
sean consensuados entre los trabajadores logrando así
mayor compromiso en la aplicación de los
mismos.
c.- Enseñar habilidades de convivencia, que
incluyan la cooperación, la resolución positiva de
conflictos, asertividad en
el planteamiento de problemas, toma de decisiones, manejo del
estrés, promoción de ambientes saludables
(físicos y psicológicos).
d.- Ser capaces de brindar apoyo y afecto a las
personas, lo que implica respaldar a los otros, motivar, apreciar
los aciertos de los demás, mirar los errores o faltas como
transitorios, fortalecer la comunicación a nivel
personal.
e.- Desarrollar expectativas elevadas pero realistas, lo
que implica creer en el potencial de los trabajadores, pero a la
vez no generar frustración al establecer tareas imposibles
de cumplir. Lo anterior fortalece la autoestima de quienes
trabajan al reconocerse con competencias para la labor que
desarrollan.
f.- Promover la participación de los
trabajadores, que implica hacerlos partícipes de tomas de
decisiones, generación de nuevas ideas, búsqueda
colectiva de soluciones, afrontamiento colectivo de las
dificultades, distribución de las
responsabilidades.
A lo anterior puede agregarse el promover ambientes de
trabajo saludables, como tradicionalmente se han descrito
(Filippi, G. 2003):
Lugares de trabajos con políticas claras de
salud.Promover alimentación saludable.
Incluir la ergonomía y la actividad
física (recreativa) en la jornada laboral.Generar ambientes libres de humo.
Crear programas preventivos de salud
laboral.Desarrollo de actividades artísticas,
recreativas, de asociatividad.
HACIA LA DEFINICIÓN DE UN AMBIENTE LABORAL
RESILIENTES.
Hoy día son numerosos los estudios que hacen
referencia a situaciones laborales que afectan la salud de los
trabajadores. Los conceptos tradicionales de estrés
psicológico, el burnout, y
más recientemente el mobbing o acoso psicológico
laboral, nos interpelan a mirar el lugar de trabajo como un
potencial ambiente de riesgo para las personas, que de no mediar
un interés
por el cuidado que quienes laboral, convertiremos dichos lugares
en espacio nocivos para el desarrollo de los sujetos.
Al respecto podemos aventurar una posible
definición de lo que consideraríamos un ambiente
laboral resilientes:
Un ambiente laboral resiliente, es aquel que en momentos
de cambios provocados por circunstancias económicas o
sociales y / o producto de las tensiones propias del
fenómeno de la
globalización o el mercado, son
capaces presentar un desempeño superior a otras y obtienen
beneficios adicionales a partir de situaciones adversas o
imprevistas.
Son instituciones que se reconocen a si mismas como
formadas por personas y por tanto más allá de sus
estructuras o
límites jurídicos, se perciben como dependientes de
la dinámica humana y por tanto deberá poner
atención a los estados psicológicos y
físicos de sus integrantes.
Son instituciones que, si bien no son impermeables a las
tensiones externas e internas, saben sobreponerse en situaciones
de crisis, buscando en sus propios trabajadores los recursos y
potencialidades que le permitan seguir adelante.
Son instituciones que estarán atentas a los
cambios ambientales y por tanto reaccionarán oportunamente
frente a las exigencias del entorno, siendo capaces de renovarse
y ajustarse a las nuevas demandas.
Son instituciones innovadoras y creativas, que
valorarán las capacidades de sus trabajadores y
tomarán en cuenta sus aportes.
Son instituciones democráticas, que valoran lo
colectivo, la transparencia en el proceso comunicacional, la
participación en la toma de decisiones y creen en sus
trabajadores.
Son ambientes laborales que al tener al centro a la
persona, acercarán el proyecto institucional al proyecto
propio de desarrollo de cada trabajador. Así las metas de
la Institución no podrán estar ajenas a las metas
de cada sujeto.
Qué
alternativas ofrece la perspectiva de la
resiliencia
Es indudable que estamos ante un nuevo concepto para las
ciencias administrativas aunque sus primeros desarrollos se han
hecho en escenarios de tipo social o
pedagógico.
El concepto enriquece las discusiones desde la
multidisciplinariedad o transdisciplinariedad de las ciencias
sociales y económicas, en las cuales ya resulta
prácticamente imposible establecer diferenciaciones o
linderos sobre los objetos o sujetos de las mismas. Antes por el
contrario, al igual que en otras áreas del conocimiento
como la programación
neurolingüística, la convergencia y aportes de
investigaciones de diferentes ciencias ayudan a
enriquecer el conocimiento y las respuestas o resultados
prácticos que éstas deben dar al estar al servicio
del mejoramiento del hombre.
La resiliencia en los términos descritos provee
una nueva fuente de conocimiento y práctica para entender
y enfrentar ciertos procesos o eventos particulares de la vida
empresarial, tales como:
Procesos de cambio organizacional y cultural, en los
cuales se pone a prueba la capacidad tanto individual como
grupal para enfrentar estos retos.Procesos de compra, venta, fusión, en los
cuales la confluencia, contradicción y
dispersión de intereses personales y grupales se ponen
a prueba.Procesos de adaptación a demandas del
mercado, que conlleven cambios en las prácticas
tradicionales.Procesos de reducción o de
reasignación de personal. Aquí es importante
destacar cómo algunas empresas de alguna manera han
utilizado el concepto de resiliencia y sus atributos como
marco de referencia, tanto en las intervenciones individuales
como grupales.
Es importante destacar que cuando se ha hablado de la
adaptación al cambio, en la mayoría de los casos se
ha visto desde la óptica
exclusivamente de la empresa en
cuanto al resultado que se busca. Desde la óptica del
grupo o del individuo se han estudiado las consecuencias de la
adaptación o no adaptación al cambio. La
resiliencia y sus atributos pueden ser un insumo importante para
hacer estos procesos menos traumáticos, más
productivos y sobre todo para lograr respuestas y comportamientos
que potencien y enriquezcan dichos procesos y terminar
fortaleciendo tanto a la empresa como a
sus colaboradores.
Conclusiones
La resiliencia es una manera de ver los
comportamientos humanos desde una perspectiva
multidisciplinaria que tiene como objetivo mejorar los
procesos y resultados de los grupos humanos frente a las
crisis.Trasciende el ámbito empresarial por su
concepción holística que tiene su máxima
posibilidad en los valores y cultura de la sociedad. Su
utilización en los procesos de educación es de
vital importancia para lograr mejoras en la calidad de vida
familiar, social o empresarial.Es claro que la resiliencia no se desarrolla en
todos los individuos de la misma forma y que cada uno tiene
diversas maneras de desenvolverse y adquirir capacidades para
superar sus problemas que según Kolb (1973) por lo
cual es necesario dejar claro que cada cual forma sus
capacidades y elige como desarrollarlas.La resistencia puede manifestarse por tanto en
silencios, negaciones, evasiones y hasta situaciones
embarazosas e intensas reacciones emocionales. La resistencia
sirve como mecanismo de defensa contra la angustia que surge
cuando el individuo percibe en él los sentimientos y
los impulsos que repudia.También se dieron a conocer algunas de las
maneras en las cuales podemos ser un poco más
"resistentes" ante las situaciones adversas y como poder
levantarnos ante un trance, y así se demuestra que no
todos los individuos tienen la misma capacidad de superar los
obstáculos y tomarlo como crecimiento en su vida
más que una dificultad.La resiliencia es una característica que
puede aparecer como producto de una interacción
positiva entre el componente personal y ambiental de un
individuo pero también como una forma para poder
responder ante situaciones de conflicto.Los dones que se les otorgan a las personas son
grandes, y por tanto existe garantía del éxito,
pero todo depende de las cualidades personales, sociales y el
estilo con que las pruebas vayan adquiriendo
valor.Sin embargo la vasta variedad de información
que se suministra, tanto positiva como negativa, puede hacer
que la persona se vea a sí misma de una manera
más clara de la forma en que se percibía antes
de someterse a las pruebas difíciles de su
vida.
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Mtra. Martha Nohemi Caraveo
Pacheco
SAN FRANCISCO DE CAMPECHE, CAM., A ENERO DE
2009
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