El flujo de tesorería como mecanismo de control financiero de la empresa
Resumen
Cuando hace unos pocos meses se destapó la "caja
de pandora" de las "hipotecas basura"
engendradas en el poderoso gigante del norte, la voz de alarma
corrió por todo el planeta como la pólvora
encendida. La debacle financiera que se ha establecido en el
mundo desarrollado, ha superado con creces las expectativas y en
un corto espacio de tiempo se han
pisoteado cada uno de los pronósticos relativos al impacto negativo
sobre la economía de los países
desarrollados. De la desaceleración al estancamiento y del
estancamiento a la crisis, esa ha
sido la evolución de la situación, con los
consiguientes efectos negativos en el orden económico y
social.
En medio de este panorama las empresas sufren
en mayor o menor medida los embates de la crisis, no solo por la
contracción del mercado, sino
también por la insuficiente disponibilidad de recursos
monetarios, imprescindibles para garantizar el cumplimiento de
sus obligaciones y
el nivel de actividad. Lamentablemente, de las crisis se sabe
cuándo comienzan, pero no, cuándo terminan ni
cuál será el saldo definitivo. Para las empresas se
traduce en un importante reto hacer frente a un panorama
caótico, donde la
organización, la dirección estratégica y el control sobre los
recursos, fundamentalmente los financieros, resultarán
acciones
imprescindibles para garantizar la supervivencia. De eso se
trata: supervivir como organización.
Introducción
La crisis que vive desde el pasado año el mundo
desarrollado, en principio debiera no causar mucho asombro
-aunque como las epidemias siempre causará estragos y
dejará víctimas-, si se tiene en cuenta que
éstas forman parte del ciclo económico, es
más, contribuye en cierta medida a realizar ajustes y
correcciones ante las desviaciones que la originan. De esta
manera, la economía se ha ido
ajustando en función a
las causas y resultados de este fenómeno, posibilitando un
paso más en el desarrollo del
sistema. Sin
embargo, la actual crisis tiene su origen en una situación
puntual: la banca, o tal vez
debiera decir, las finanzas. El
abuso de los mecanismos financieros empleados por la banca y
otras entidades para fomentar la demanda del
sector inmobiliario alcanzaron el límite y, como se ha
querido graficar, "la burbuja explotó", con el
consiguiente desmadre en toda la economía. A pesar de que
el sentido común indicaba que la sobrevaloración de
los bienes
inmobiliarios sobrepasaba los límites
lógicos, no se produjo una acción
oportuna que intentara evitar que esta desproporción
terminara por ocasionar daños tal vez irreversibles al
sistema económico.
No me atrevo a plantear que el capitalismo
como sistema económico haya sufrido un revés
irreparable, porque semejante afirmación me parece
demasiado comprometedora, pero lo que sí parece evidente
es que será necesario reformar profundamente el sistema,
porque de lo contrario sus bases se verán seriamente
afectadas. De todos modos, me parece que el sistema ha estado
avanzando a formas de hacer que han elevado el nivel de
complejidad de la solución, sobre todo pensando en
soluciones
duraderas.
Ahora bien, independientemente a las causas de la
situación económica actual, lo importante
será, por un lado, aplicar las medidas que permitan
superar la crisis y encontrar nuevamente el camino de la
recuperación económica, todo esto en el menor plazo
de tiempo posible; mientras que por otro, está la
capacidad de las empresas para hacer frente a las consecuencias
nefastas de la crisis. Desde el punto de vista global no puede
olvidarse la necesidad de que a la par de ir implementando
acciones en pos de superar la actual coyuntura, será
necesario introducir cambios estructurales en el
sistema.
¿Y las empresas?
De todos es sabido que en situaciones como estas, las
empresas, como eslabón básico de la
economía, son las que en primera instancia sufren el
impacto de la desaceleración, el estancamiento y el
retroceso económico. A partir de aquí se generan un
sin número de efectos negativos que abarcan como es
lógico a la sociedad.
Ante una situación de crisis económica el
entramado empresarial se resiente inevitablemente, pero las que
peor preparadas estén serán las primeras en
sucumbir, independientemente a que las afectaciones pueden ser
más o menos generalizadas. El proceso de
"selección natural" se impone y las
más débiles desaparecerán, mientras que
otras serán capaces de reinventarse, de adaptarse
rápidamente -aunque no sin esfuerzo- al nuevo
escenario.
Lamentablemente existen empresas y empresarios que no
son capaces de en tiempos de bonanza prepararse para los tiempos
de escasez, algo que
también sucede a nivel macroeconómico. Parece una
verdad de Perogrullo, pero por elemental que sea no deja de ser
cierta. La euforia parece no dejar lugar a la previsión y
la precaución. También la audacia puede que no
ayude a percibir que vivimos en un mundo cada vez más
complejo, menos previsible, donde la perspicacia, el olfato y la
osadía siguen siendo cualidades imprescindibles para un
negocio y para un buen empresario,
pero hay que saber conjugarlas con otras, como la
organización, el control, la correcta dirección y
la previsión.
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