- La
educación moral - Necesidad de
la educación moral - Nociones
generales sobre el derecho y el deber. - Conclusiones
Introducción
La educación moral inculca
los hábitos de pensar y actuar que ayudan a las personas a
convivir y trabajar juntas como familia, amigos,
vecinos, comunidades y naciones.
La educación moral es un proceso de
aprendizaje
que permite a los estudiantes y adultos en una comunidad escolar
comprender, practicar e interesarse por los valores
éticos fundamentales tales como el respeto, la
justicia, la
virtud cívica y la ciudadanía, y la responsabilidad por sí mismo y por el
prójimo. Sobre tales valores
fundamentales, se forman las actitudes y
las acciones que
son propias de las comunidades seguras, saludables e informadas
que sirven como los cimientos de nuestra sociedad.
Durante su juventud, los
estudiantes pasan muchas horas de la vida en el salón de
clase. El
tiempo que se
encuentran en la escuela
constituye una oportunidad de explicar y reforzar los valores
fundamentales sobre las que se forma el sentido moral.
En la escuela, la educación moral
debe abordarse de manera integral de modo que se abarquen las
cualidades emocionales, intelectuales
y morales de una persona y un
grupo. Debe
ofrecer múltiples oportunidades a los estudiantes para
conocer, discutir y practicar conductas sociales positivas. El
liderazgo y la
participación de los estudiantes son imprescindibles para
que la educación moral se incorpore a las creencias y las
acciones de los estudiantes.
La
educación moral
Obviamente, que sin la vigencia de valores universales como la
igualdad y la
justicia no puede haber ciudadanía. En ese sentido, la
educación moral desea formar criterios de convivencia que
refuercen valores como la justicia, la solidaridad o la
cooperación, además de convertirse en un
ámbito de reflexión individual y colectiva.
Las cuestiones valorativas tienen, pues, diversas dimensiones,
pero constituyen el fundamento que permite responsabilidades en
una sociedad pluralista, en la que las propias creencias y
valoraciones han de convivir en el respeto a las creencias y
valores de los demás.
Aún más: los valores, impartidos por una
educación moral, pueden generar en los individuos la
suficiente capacidad de raciocinio y equilibrio
emocional para sentirse realizados y plenamente felices.
Por otro lado, la democracia es
un sistema
político de fuerte contenido moral, ya que nos permite
plantear de forma justa los conflictos de
valor que
genera la vida colectiva, por tanto la democracia es un valor
fundamental cuya persecución justifica holgadamente la
preocupación por la educación moral.
Podría decirse que la educación moral es el eje
en torno al cual se
articulan el resto de temas transversales. Siendo su finalidad el
desarrollo
integral de las personas, es necesario que no se limite a la
adquisición de contenidos intelectuales.
Es la educación moral que convierte a los individuos en
personas, en ciudadanos locales y universales, en seres libres,
sociables, felices y responsables.
"La felicidad social deriva de la justicia social",
solía argumentar el tratadista vienés Hans
Kelsen.
Necesidad de la
educación moral
Por consenso se admite que una persona en sus primeras etapas
de desarrollo y como consecuencia de su relación con
la familia, la
iglesia, la
etnia, la
cultura,
necesita forjarse una identidad, una
necesidad psicológica intrínseca que más
tarde deberá ser potenciada cuando la acción
de la comunidad
política
lo haga sentir que, además de individuo, es
parte de una nación
o de una colectividad amplia que lo convierte en ciudadano.
En ese proceso de aprendizaje, el ejercicio de la
ciudadanía eleva los niveles de la madurez moral de las
personas, ya que participar como tal destruye inercias
individuales y aumenta el altruismo y la acción del bien
común. Al mismo tiempo, ayuda a las personas cultivar la
virtud política de la conciliación y el diálogo
para solucionar los intereses en conflicto.
De allí la importancia de la educación moral que
sin ser una preocupación reciente, si lo es la voluntad
actual que se ha convertido en uno de los pilares de la
educación – que no sólo forma hombres, sino
también ciudadanos; es decir que, asumiendo como
irrenunciable la autonomía de sus miembros, imparte
modelos de
ciudadanía a la vez nacional y universal, configurados en
las características siguientes:
Autonomía personal.
Conciencia de deberes y derechos que deben ser
respetados.Sentimiento colectivo en visión y misión,
local y universal.
Este modelo de
ciudadanía universal supone introducir afectivamente en el
doble simbolismo e implicar a los niños
en proyectos tanto
locales como de alcance universal.
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