¿Es necesario prescindir del argumento divino para explicar el origen del Universo?
- La ciencia
y el origen del universo - El
principio del Universo - El origen
del Universo - Desafío
de los científicos a la teología - Conclusión
- Bibliografía
Introducción
El tema de Dios ha sido tocado en los últimos
años del siglo XX por varios científicos que desde
la física han
entrado en el campo filosófico o teológico. Uno de
ellos, es el conocido científico Stephen Hawking, en su
libro
Breve historia del tiempo ha
rechazado el argumento de recurrir a Dios para explicar el
origen del
Universo. Otros físicos han seguido caminos opuestos:
Un ejemplo a citar Paul Davies, en su libro La Nueva
Física y Dios ha llegado a la existencia de Dios como
explicación ultima del universo. Esta
discusión no es nueva, como ha sucedido con la filosofía y la teología; pues la
cuestión de Dios toca el centro de la existencia humana y
ante ella el ser humano nunca queda indiferente. En el campo
científico se ha planteado de maneras diferentes del
nacimiento de la nueva ciencia con
los principios
newtianos: La física cuantica de Stephen Hawking
("Historia del Tiempo", 1992: 13 – 32). En este
artículo estaremos hablando acerca de la ciencia y
el origen del universo, y los desafíos que ésta le
origina a la teología; para ellos nos limitaremos a la
teoría
científica de Hawking.
La ciencia y el
origen del universo
El origen del universo es un tema difícil de tratar
tanto filosóficamente como científicamente. En los
libros y
artículos leído por el autor para realizar este
artículo, sobre el tema en cuestión, es raro que el
científico, cosmólogo, puede ser por su pobre
formación filosófica y teológica sean
capaces de precisar filosóficamente y
teológicamente los diversos significados de la palabra
creación. Por ende, es necesario aclarar que no es lo
mismo origen y principio. Ambos términos no son
sinónimos, si usamos la etimología como
aproximación a su significado; el primero hace referencia
a una generación, esto es a existencia. El segundo, en
cambio, hace
referencia a tiempo, no a generación en primer lugar, sino
a comienzo. Es posible que coincida la generación con el
comienzo temporal, pero, en general no tienen porque coincidir.
Hay una relación entre ambos conceptos, relación
que la ciencia y la teología han de precisar. Este
artículo tiene como objetivo
presentar la hipótesis planteada por Hawking al comienzo
del mismo y nos proponemos analizarlo desde el punto de vista
científico y filosófico.
El principio del
Universo
Antes de dar una respuesta a la pregunta si Dios tuvo que ver
en el principio o fue un suceso de la causalidad; para responder
es necesario partir de la cosmología Aristotélica.
El concepto de
principio temporal del universo, no existe en el pensamiento
científico y filosófico de Aristóteles. Para él, los cuerpos
celestes están en movimiento de
rotación uniforme y fueron puestas en movimiento por el
motor
inmóvil desde la eternidad. Aristóteles no tiene un
concepto de creación propio del judaísmo y cristianismo.
Por lo tanto, no tiene ningún prejuicio
religioso que le impida afirmar este movimiento continuo del
cosmo, una especie de movimiento inercial, mucho antes de que
éste fuera descubierto. Como todo modelo de
explicación del universo fue abandonado y sustituido por
el modelo Tolemaico de los epiciclos. Pero, dichos modelos eran
considerados en la antigüedad como meros modelos
descriptivos, no explicativos de la realidad por lo que no se
puede pedir a estos modelos una explicación del principio
u origen del universo. Ahora damos un salto de muchos siglos,
dejando a un lado las observaciones de Thomas de Aquino y nos
encontramos con el modelo copernicano. Este nuevo modelo trajo
como efecto secundario el principio de la reflexión sobre
las dimensiones del universo. Copérnico mantiene de las
cosmologías medievales la bóveda celeste. Pero el
hecho de poner al sol en el centro del universo y a la tierra en
movimiento alrededor de él. Demos otro saltito de los
fracasos de Tycho Brahe (1546 – 1601), el caso de Galileo y
dejando de un lado, a un grande Newton.
Pasamos a la paradoja de Olbers, formulada en el siglo
XIX.
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