La transculturación y asimilación,
condicionó para llegar a la cultura
venezolana actual, similar en muchos aspectos al resto de
América
Latina, pero el medio natural hace que haya diferencias
importantes. La influencia indígena se limita al
vocabulario de algunas palabras y la gastronomía. La influencia africana del
mismo modo, además de la música como el
tambor. La influencia española fue más importante y
en particular de las regiones de Andalucía y Extremadura,
que eran la mayoría de colonos en la zona del Caribe de la
época colonial. Ejemplos culturales de ellos, se pueden
mencionar las edificaciones, parte de la música, la
religión
católica y el idioma. Una influencia evidente
española son las corridas de toros y parte de la
gastronomía.
Venezuela también se enriqueció por otras
corrientes culturales de origen antillano y europeo en el siglo
XIX, en especial de procedencia francesa.
En etapa más reciente en las grandes ciudades y
las regiones petrolíferas irrumpieron manifestaciones
culturales de origen estadounidense y de la nueva inmigración de origen español,
italiano y portugués. Aumentando el ya complejo mosaico
cultural. Así por ejemplo de Estados Unidos
llega la influencia del gusto del deporte de béisbol, del cine, el
arte y las
construcciones arquitectónicas actuales.
La minúscula clase rica y
la clase media alta, esencialmente blancas, como muchos intelectuales
y periodistas, veían con pavor la perspectiva de ver subir
en la escala social a
la gente de color, cobriza o
negra, que aquí, como en toda América
Latina, ocupa los lugares inferiores de la sociedad.
Habría que compartir privilegios. Así llegó
la situación del 11 de abril. Una confrontación de
clase contra clase. Por un lado el Presidente Chávez,
apoyado por una parte mayoritaria del pueblo común; por el
otro una alianza neoconservadora: la burguesía que ocupaba
las calles del barrio rico con cacerolas, apoyada por la
patronal; los medios de
comunicación (prensa, radio y televisión), ferozmente hostiles, mintiendo
descomunalmente, inventando rumores y calumnias, falseando las
evidencias; y
la aristocracia obrera movilizados por la CTV, el sindicato
considerado como el más corrupto de América
Latina.
CARACTERÍSTICAS DE LA
SOCIEDAD VENEZOLANA DURANTE LOS PRIMEROS AÑOS DEL SIGLO
XXI?
No hay combate político sin ideas.
El que frunza la nariz porque alguien se dedique a pensar es un
necio. La pelea en el terreno de las ideas es tan importante como
el enfrentamiento de la cotidianeidad oprobiosa que nos atosiga.
Ambas batallas hay que darlas en simultáneo, sin tregua en
ninguna de las dos, sin pausa para perder el tiempo. Nadie
puede decir que, en lo personal, no hago
ambas tareas.
Tenemos enfrente una oferta de
"socialismo del
siglo XXI" y hay que producir una respuesta que he considerado no
puede ser otra que "la democracia del
siglo XXI". Al respecto hemos creado "La sociedad de las ideas",
sin junta directiva, como un intercambio horizontal de pensamiento
político, para analizar las fallas que la democracia ha
presentado y presenta, para incluso modificar conceptos, para
tratar de darle vuelo a un sistema que es el
único posible. Para quienes se burlen del pensamiento
recordemos los ejemplos de los "think tanks" norteamericanos, con
numerosas fundaciones y miles de millones de dólares
gastados en la producción de ideas. Ellos son
norteamericanos y lo hacen a su manera, pero allí
está en Francia
"La
república de las ideas", dirigida por el profesor
Rosanvallons, que dirige este instituto en la universidad de
Grenoble y a dónde van los intelectuales franceses a
analizar temas como los que hemos propuesto, con influencia y
oídos atentos en las élites dirigentes y en el
común de los interesados en los asuntos
públicos.
Hemos estado
pensando sobre "el socialismo del
siglo XXI" y llegado a conclusiones que van desde el
pensamiento político cubano del siglo XIX marcado por el
"destino manifiesto", desde el pensamiento jacobino pasando por
la "filosofía del resentimiento" del
sociólogo francés Pierre Bourdieu con su "teoría
de la violencia
simbólica" hasta los viejos moldes vistos en el siglo **,
sumados los elementos populistas y militaristas propios de
América Latina. Si no sabemos lo que enfrentamos no
sabremos cómo combatir. Por supuesto que nadie ha venido a
asistirnos como a las fundaciones norteamericanas ni nadie nos ha
dado cobijo como lo tiene "La república de las ideas" de
Francia. Es así, vivimos en Venezuela, un
país donde pensar es una tontería y un acto banal.
Hemos deliberado, claro está, sobre "la democracia del
siglo XXI", y hemos llegado a algunas conclusiones. La primera,
obviamente, es que no se puede seguir hablando de democracia
pensando que es un sistema donde se vota o donde hay
representatividad o participación. A la democracia tenemos
que hincarle los dientes, revisar todo y ahora mismo estamos
sobre el concepto de
política.
Indispensable entrar en él porque en este país la
gente dice estar "harta de política" cuando en verdad lo
que está es harta de falta de política.
Política no es la actividad que realizan los
políticos. Política es participar en la actividad
social. Es necesario terminar con la desnaturalización del
concepto mismo, la creencia generalizada de una
particularización "profesional". Ejemplos: La medicina la
ejercen los médicos, la ingeniería los ingenieros, la
política los políticos. Toda acción
sobre la vida pública o, dicho de otra manera, sobre los
intereses colectivos, es una acción política. Otra
cosa distinta es lo que podríamos denominar "actividad
política" (proselitismo, búsqueda del poder, etc.)
que es propia de los políticos.
La sociedad venezolana ha olvidado que es la democracia.
Con su rechazo a un pasado al que no quiere regresar, está
incurriendo en un error garrafal de percusión, con la
excepción de valores claves
como libertad y
limpieza electoral, y es aquí donde se justifica
plenamente el planteamiento de conceptuar la democracia. Lo que
no se renueva perece; lo que ante los ojos de la gente es ya
conocido, con sus virtudes y vicios, carece de la
atracción de la novedad. Hay que conceptuar para la
demostración práctica de una democracia sin
adjetivos, sólo ubicada en un contexto de tiempo: siglo
XXI, con todo lo que ello implica.
La sociedad venezolana está atomizada por muchas
causas: desvío y confusión por la profusión
de "aprendices de brujo" que pululan en los medios
radioeléctricos, la conversión de los encuestadores
en analistas con las consecuentes barrabasadas, la
determinación de los medios de "escoger" cuidadosamente
quienes asisten a sus programas de
entrevistas,
los negociantes que se dirigen a sobrevivir en el actual
régimen.
La sociedad venezolana ha perdido la capacidad de
reacción, está sentada frente al televisor
esperando que la pantalla le diga cómo debe comportarse.
Consecuencia: la sociedad venezolana está imposibilitada
de generar dirigentes. La sanación del cuerpo social
implica un largo proceso que
debe partir de la inserción en la
cotidianeidad.
Sin entrar a discutir si terminó la era de los
partidos y su sustitución por cortes transversales de
gente que encuentra elementos de lucha común y objetivos
compartidos (tema que está incluido en el segundo punto de
la discusión), podemos percibir que estamos en un momento
que bien puede definirse como "limbo": los partidos están
minusválidos pero los grupos emergentes
(denominados tribus urbanas por los sociólogos) no
terminan de conformarse. No obstante, el gobierno
prevé la materialización de la nueva forma de
organización social legislando para
controlar las ONG. La
ausencia de política (la verdadera enfermedad que nos
atosiga) es la causa directa del fatalismo actual de la población venezolana. Se releva que no hay
nadie que encarne los "intereses generales". La política
está ausente, es necesario bajarla de la ausencia y
sembrarla en lo cotidiano, única posibilidad de que
reencontremos lo social.
En eso andamos en "La sociedad de las ideas".
Diagnosticando la oferta del adversario y tratando de preparar la
propia. El que se quiera sumar bienvenido será: la
única condición es saber pensar.
LA SOCIEDAD VENEZOLANA PARA 1830
LAS CLASES
SOCIALES: Surgen de acuerdo a la posición que
ocupan los individuos respecto a la estructura
económica entre España y
Venezuela. La influencia que España ha tenido en las
mismas situaciones que en este territorio, han sido dominantes,
por los hechos y las situaciones e influencia que ellos
creían predominantes. La característica esencial en
la sociedad venezolana, son los elitescos: ósea, son
sociedades que
desde la conquista de
nuestro territorio, por los españoles, han creado
dependencia con respecto a sus propios intereses. Pues, la
sociedad se dividía y estaba de acuerdo con su raza. Eran
mercaderes, capitalistas que vinieron a conquistarnos. A
nosotros, Indios y sumisos. Y nos hicieron pasar por penas y
penurias. Porque para entonces la sociedad se dividía en
razas, o en su color de piel.
Así, nacimos nosotros; pero porque ellos se mezclaron; se
nacimos así:
Blancos Criollos: Eran los hijos de
Españoles con Venezolanos, porque nacían
aquí; eran los descendientes de los conquistadores,
poseían la riqueza agrícola y ganadera, eran
dueños de la tierra y
los títulos de nobleza y se mostraron muy activos en la
vida comercial y financiera.
Pardos o Mestizos: Constituyen los grupos de
blancos, indios y negros. Eran el grupo
más numeroso de la población, y carecían de
derechos
políticos. Cumplían funciones de
artesanos, comerciantes menores, pulperos y
asalariados.
Indios: Prestaban servicios
personales a misioneros y encomenderos, un alto porcentaje de
esta población vivían en las selvas.
Negros: Constituían el sector más
bajo de la pirámide social. Los esclavos trabajaban en las
haciendas, como peones o arrendatarios y los cimarrones eran
aquellos que se escapaban del dominio de sus
amos y formaban fiestas y parrandas.
Se estableció una nueva estratificación
social basada en la propiedad,
como consecuencia de la Guerra de
Independencia,
y especialmente de la Guerra Federal, que sembró
aspiraciones de igualdad en la
conciencia social
del pueblo venezolano. Las clases sociales dependían de
las características económicas, del tipo de vida,
del nivel de educación y del
éxito
político y militar. Fueron:
Terratenientes: Eran los propietarios de grandes
extensiones de tierras rurales.
Grandes comerciantes: Controlaban la importación y la exportación, y prestaban dinero a altos
intereses.
Profesionales y altos funcionarios
públicos: Cobraban los honorarios por servicios
prestados, al igual que los artesanos que trabajaban en forma
independiente.
Artesanos: Correspondían a las personas
que trabajaban con poca intervención de maquinaria para la
producción de objetos operativos de uso doméstico a
base de barro.
Pequeños comerciantes y transportistas:
Los pequeños comerciantes se entienden como aquellos
dueños de pulperías y tiendas y vendían las
mercancías directamente a los pobladores, y los
transportistas era aquellas personas cuyos ingresos
dependían de las ganancias que les dejara llevar a las
personas ó mercancías de un lugar a
otro.
Campesinos: Formaba la mayoría de la
población Venezolana trabajaban en condiciones de
servidumbre como aparceros medianeros .arrendatarios o peones
jornaleros en las tierras de los latifundistas.
TEMA 4
Educación
como mecanismo de inclusión en Venezuela
Sin duda alguna. Muchas veces el problema de niños
en la escuela, el
famoso fracaso escolar, se debe a un fracaso tanto de la escuela
y de la familia,
ese fracaso se deduce en muchas ocasiones en que no pueden
acceder a los mecanismos necesarios para llevar una vida digna
(desempleo,
viviendas precarias etc).Es necesario reeducar a esta gente, y
una de las mejores armas con las que
contamos es la educación, ya que
a través de la educación podemos cambiar a las
personas, asesorarles y mostrarle posibles salidas a su
situación.
Todo país debe poner lo máximo de
interés
en la educación, dé su pueblo, con ella se alcanza
todo lo que aspira un ser humano, su libertad en todo sentido y
sin ella se hunde en la ignorancia, y le impide su progreso para
sí y para su familia. El saber
no ocupa lugar. Así que no dejéis de aprender
nunca.
La educación es un mecanismo indispensable
para la inclusión social, es a través del que los
jóvenes pueden formarse y tener la posibilidad de
insertarse en la sociedad a través de un empleo o
profesión, es por eso que la educación debe ser
libre y gratuita para que todos los sectores sociales puedan
acceder a ella. Un niño que no tiene la posibilidad de
educarse es un niño excluido de la sociedad, marginado y
eso es una injusticia. Por supuesto que ahí no acaban los
problemas, la
educación además de libre y gratuita debe tener el
mismo nivel de excelencia que la privada, porque si no estamos
nuevamente frente a una falta de equidad en
cuanto a las oportunidades que tienen los niveles altos de la
sociedad y los pobres. Educarse es un DERECHO que toda persona debe
tener y es un DEBER del estado proporcionar los medios para que
este derecho pueda hacerse efectivo.
Educación, valores y
cohesión social
La nueva etapa del proceso de mundialización
está caracterizada por una creciente interacción entre los procesos
económicos, sociales, políticos, culturales y
ambientales de índole mundial y los de índole
nacional o regional; por cambios en la percepción
del espacio y del tiempo, consecuencia de la revolución
de las comunicaciones
y de la información (particularmente por su grado
de penetración y su instantaneidad); por una
tensión entre lo global y lo local, entre lo
homogéneo y lo heterogéneo; por la emergencia de
una cultura de la virtualidad; por la acción y
reacción de las identidades, a través de la puesta
en marcha de una pluralidad de movimientos de
auto-definición con base religiosa, nacional, territorial,
étnica y de género; y
por fuertes tensiones entre la dinámica y el desarrollo de
las dimensiones económica y tecnológica frente a
las dimensiones política, jurídica, cultural,
ambiental y de género.
Al finalizar la década de los 90, más
allá de los avances sectoriales, nos encontramos con
sociedades más pobres y desiguales. Esta situación
se agrava si tenemos en cuenta que en los últimos
años se desataron procesos recesivos que colocaron a las
sociedades periféricas, valga el ejemplo de América
Latina, en situaciones de fragilidad mayor y que en el campo
político se reflejaron en el debilitamiento de las bases
de legitimidad.
Esta serie de cambios está dejando sus huellas en
la dinámica social y política y ha favorecido un
aumento de las desigualdades, tanto a nivel global como en el
interior de las sociedades.
Están afectando directamente a los modelos hasta
ahora vigentes de organización e introduciendo
modificaciones de cierta envergadura en la estructura y el
funcionamiento de nuestras sociedades.
Entre las consecuencias de dichos cambios debemos
destacar la ruptura de los modos tradicionales de integración social. El informe Delors ya
advertía en 1996 que "no se puede dejar de observar hoy
día en la mayoría de los países del mundo
una serie de fenómenos que denotan una crisis aguda
del vínculo social". Entre esos fenómenos cabe
mencionar el desarraigo que provocan las migraciones y el
rápido abandono del medio rural, la dispersión de
las familias, la urbanización desordenada o la ruptura de
los modos tradicionales de solidaridad
basados en la proximidad. La confluencia de estos
fenómenos, se decía en el informe, ha creado una
situación en la que asistimos, en términos
generales, a "una impugnación, que reviste diversas
formas, de los valores
integradores".
Sociedad y cambios tecnológicos
El conocimiento y
la información son variables
claves en la generación y distribución del poder en nuestras
sociedades, donde la pugna por concentrar su producción y
su apropiación es tan intensa como lo fue
históricamente la desarrollada por conseguir los recursos, la
fuerza y
el
dinero.
La sociedad informacional, además de modificar la
productividad,
la riqueza y las relaciones de poder, genera rupturas en las
formas de simbolización y apropiación del espacio
local como referencia para la vida colectiva y personal. A la vez
que el espacio globalizado moderno – construido
según las normas de la
ingeniería y la arquitectura
urbana- permanece como un territorio con fronteras
sólidas, todo el entramado social que alberga esa
contextura material y concreta se ve sacudido por el impacto de
las tecnologías innovadoras, en tanto que instauran un
nuevo marco referencial para el conjunto de la sociedad, con
especial significación para los más jóvenes
(Echeverría, 1999).
La revolución tecnológica no puede
entenderse entonces como la simple incorporación o
acumulación de un mayor número de máquinas,
sino como una nueva relación entre los procesos
simbólicos que constituyen lo cultural y las formas de
producción y distribución de bienes y
servicios. Entre ambos media el
conocimiento como una fuerza de producción
vital (Castells y Hall, 1994).
Esta nueva forma de producción y
distribución de bienes y servicios se corresponde con lo
que algunos autores denominan economía informacional (Castells,
1999). En ella, la productividad y la competencia
dependen en forma creciente de la generación de nuevos
conocimientos y del acceso al procesamiento de la
información. De ahí que a partir de 1950 los
insumos de la ciencia, la
tecnología
y la gestión
de la información hayan sido decisivos en el incremento de
la productividad y actúen como la base material para la
integración de los procesos económicos.
En otras palabras, en la sociedad del conocimiento y la
información, la mediación de la tecnología
dejó de ser algo instrumental para transformarse
en estructural. El gran cambio
consiste en comprender que "la tecnología remite hoy
no a unos aparatos sino a nuevos modos de percepción y de
lenguaje, a
nuevas sensibilidades y escrituras" (Martín Barbero,
2000).
La nueva economía depende en forma creciente de
las innovaciones científicas y sus aplicaciones
tecnológicas. Las modalidades de producción tienen
un alto valor agregado
en términos de conocimiento. Por primera vez en la
historia de la
humanidad la información y el conocimiento son a la vez el
principal insumo y el principal producto.
Pero la velocidad de
asimilación de los cambios tecnológicos es
proporcional al nivel de acceso al mismo, algo que reproduce y
aún amenaza con acrecentar las fuertes asimetrías
que se producen en la población mundial. Un gran
número de países viven de modo desigual el ingreso
a esta nueva sociedad. Las nuevas
tecnologías no tienen un crecimiento y una
distribución pareja a lo largo y ancho del planeta. Su
expansión se produce en el marco de estructuras
sociales y productivas consolidadas, que albergan largas
tradiciones. Los efectos de su desarrollo se producen e inciden
desigualmente en el centro y en la periferia del sistema
mundial.
Esta brecha, por lo tanto, adquiere mayor
dimensión cuando corroboramos que, ante la complejidad de
los nuevos patrones de organización social y
económica y fundamentalmente a partir de las políticas
des-reguladoras de los años ochenta y noventa, lejos de
generarse más igualdad e integración social, se ha
provocado un incremento del malestar y la incertidumbre, un
aumento de las desigualdades, una ampliación de los
sectores vulnerables y de los excluidos, una disparidad de
oportunidades y una inestabilidad laboral cuyo
impacto se ha traducido en un acceso desigual a servicios como la
educación4, la salud, la protección
social, el agua o la
electricidad.
Se ha producido lo que Alain Tourraine comentaba en un
artículo publicado en el diario El País (agosto
1999): "Hemos abierto nuestras economías; ahora hay que
volver a abrir las puertas de la sociedad a todos los que fueron
excluidos y arrojados a espacios donde se reúnen la
desesperación y la violencia".
La sociedad del conocimiento y de la información
conlleva así el riesgo de una
polarización social entre dos modelos de
organización del trabajo: el
modelo
taylorista para tareas más banales y estandarizadas y una
organización del trabajo más flexible para quienes
desempeñan tareas más cualificadas. Una
polarización que se da también entre empleos
formales y seguros y una
proliferación de empleos periféricos, precarios y subcontratados.
Una polarización que se extiende hasta el acceso al
conocimiento y a la información, donde los empleos
precarizados impiden acceder a ese "aprendizaje a lo
largo de toda la vida" que se promueve como centro del nuevo
paradigma
social. Se conforman de ese modo una serie de barreras que frenan
el ritmo de reducción de la pobreza y
obstaculizan el desarrollo (Conde y Garrido, 2001).
En este contexto, además, la experiencia de un
gran número de países ha venido a desmentir la
identificación taxativa del desarrollo con el crecimiento
económico, una premisa cuya evidencia parecía
estar fuera de toda duda en los inicios de la década de
los 90. Más bien, se ha insistido con énfasis en
que no sólo el rendimiento económico, sino el
desarrollo mismo, dependen del desarrollo
social, de la reducción de la desigualdad, de la
eliminación de la discriminación y de una serie de factores
que exceden el mundo económico.
Los países periféricos tendrán que
definir estrategias de
desarrollo integrales
para insertarse críticamente en el nuevo contexto,
contemplando los problemas de inclusión (deuda social) los
problemas del presente (deuda externa,
privatización, restricción del
empleo y gasto
público) y los desafíos del futuro (las nuevas
tecnologías) Existe consenso en reconocer que en las
condiciones que adquieren los estilos de desarrollo emergentes,
vinculados fuertemente a la expansión del conocimiento, el
papel de la educación es y será cada vez más
significativo para garantizar una ciudadanía plena y una integración
equitativa en las nuevas sociedades.
Exclusión social
En estas nuevas circunstancias, aumentan los riesgos de
exclusión
social, hasta el punto de que esta realidad ha llegado a
suscitar una creciente preocupación. Hay que recordar que
la noción de exclusión social nace a raíz de
la crisis del Estado de bienestar. Desde las posiciones
neoliberales, el Estado de
bienestar se considera un freno para el crecimiento
económico, por lo que hay que desmantelarlo o al menos
reducirlo drásticamente (Lenkow, et al, 2000). Con su
desmantelamiento, la política
social pierde sentido, lo que produce que aumenten las
desigualdades sociales y la vulnerabilidad corra el riesgo de
convertirse en exclusión radical.
Según Ramón
Cotarelo, con los sistemas
democráticos es muy difícil debilitar los Estados
de bienestar. No obstante, el estancamiento al que están
sometidos hace que se incremente la demanda por
parte de los beneficiarios de la política social, que
trata de ayudar a aquellas personas que están
comparativamente peor y de recuperar e integrar a los excluidos o
marginados sociales (Cotarelo, 1992).
Cuando se produce este aumento de la demanda y el Estado
no puede darle respuesta, se crea un problema (asociado a una
población) susceptible de ser gestionado. Es entonces
cuando la exclusión se convierte en categoría de
políticas públicas, ya que incluye a la vez una
dimensión cognitiva, relativa a la problematización
de lo social, y una dimensión de acción, de
actuación sobre lo social (Autes, 2000).
Así pues, las dificultades de integración
y los riesgos de precarización afectan sensiblemente a
ciertos colectivos, mientras que por otro lado también
aumenta la sensación de inseguridad y
vulnerabilidad en todo el cuerpo social (López
Hernández, 1999). Desde este punto de vista, la
exclusión se desplaza hacia sectores centrales de la
sociedad, produciéndose una modificación en la
estructura de la misma. Lo importante hoy en día no es
tanto su posición de jerarquía sino su
centralidad.
De acuerdo con esta evolución, el concepto de exclusión
se desliga del de pobreza a
principios de
los años noventa designando una nueva forma de
problematizar la cuestión social. Los cambios producidos a
nivel estructural desplazan el debate hacia
el concepto de exclusión, que engloba la pobreza pero va
más allá en tanto que designa la dificultad para el
desarrollo
personal, la inserción socio comunitaria y el acceso a
los sistemas preestablecidos de protección (Brugué
et al, 2001)
La mayoría de autores coinciden en que la
exclusión es un fenómeno social estructural,
dinámico, multifactorial y politizable.
Estructural, ya que hace referencia a las desigualdades
sociales a través de la historia;
dinámico, en cuanto a su carácter cambiante respecto a personas y
colectivos sociales; multifactorial, porque es debido a un
cúmulo de circunstancias desfavorables e
interrelacionadas; y politizable porque es abordable desde las
políticas públicas o
sociales.
Tema 5
La salud en la
Venezuela actual
En Venezuela se está
conformando un nuevo sistema de salud. Constituye uno de los
segmentos socioeconómicos de mayor incidencia social por
su valor cuantitativo en el índice de desarrollo
humano. Sin duda es el resultado de las ingentes inversiones
públicas desde 2002-2003, aunque la génesis de esta
nueva "salud" en Venezuela se encuentra en los primeros
años del proceso político nacionalista conocido
popularmente como "revolución
bolivariana". Este nuevo mapa de salud se apoya en la
Misión
Barrio Adentro, uno de los programas sociales de mayor
trascendencia en la reciente historia nacional, si es medido por
sus efectos territoriales en salubridad masiva. Como todo lo que
se hace con la movilización social, no viene
solo.
Para el establecimiento de esta
Misión se encadenaron decisiones y convicciones
políticas dentro y fuera de Venezuela (por ejemplo,
Cuba que
aportó 14 mil médicos y su experiencia
internacional en asistencia primaria). Una de las convicciones
decisivas fue la de los barrios obreros y pobres que sostuvieron
el programa en
todos los sentidos, no
sólo yendo a curarse, también ejerciendo la defensa
de los módulos y sus clínicos. Esto
constituyó una movilización social y una batalla
ideológica.
Sería inconcebible el triunfo de Barrio Adentro,
sin la profunda movilización política registrada en
Venezuela desde 1998, especialmente cuando esta acción de
masas adquirió carácter revolucionaria en 2002. En
esa medida Barrio Adentro y la nueva salud venezolana constituye
una conquista social.
Es sencillo, la Misión Barrio Adentro no hubiera
sido posible sin no lo sostenía el poderoso movimiento
social bolivariano que apoya a Chávez.
Sus efectos positivos están impactando en forma
inmediata sobre todos los segmentos de la población, en
esa perspectiva su acción tiene alcance territorial. Ha
servido para ayudar a sostener la estabilidad etaria, el equilibrio
sanitario ambiental (relación individuo—ciudad—naturaleza),
la reducción en las tasas de morbilidad y mortalidad, la
estabilidad en el empleo productivo y el estado de felicidad
individual y social. Como programa social en pleno desarrollo,
vive atrapado en la dialéctica del impacto de lo nuevo,
que por eso mismo es frágil, bajo el peso muerto de lo
rancio.
LA MÁS ÚTIL DE LAS
CONQUISTAS
Hasta 1998, Venezuela era valorada por los
barriles de crudo en el mercado mundial,
sus teleculebrones y las reinas de belleza que salían de
sus pasarelas.
Esa imagen bizarra
comenzó a modificarse en 1999 en el terreno
político. Desde la acción revolucionaria de abril
de 2002, y 11 meses después, la conquista de PDVSA, la
sociedad venezolana dio un salto en histórico en el
desarrollo de sus logros. Cada uno de sus segmentos sociales
comenzó a transformarse. La salud fue uno de
ellos.
Se evidencia desde entonces, una transformación
radical en los ritmos de construcción del proyecto
nacionalista del gobierno. Lo que permanecía dormido se
despertó bruscamente, lo que era lento se aceleró y
lo indefinido comenzó a contrastarse, a la luz de la
más grande movilidad social y toma de conciencia
política vivida por Venezuela desde la Revolución
del 23 de Enero de 1958.
Si 1999 fue el inicio de las transformaciones
políticas e institucionales, abril y diciembre de 2002
fueron la espita para las conquistas sociales.
Lo logrado en la salud, educación, soberanía petrolera, soberanía
estatal; más reciente lo que ha comenzado en la propiedad
de la tierra, entre
otros planes de menor dimensión, constituyen
pilares.
Pero la más útil y trascendente de todas
las conquistas, la que sostiene la legitimidad social del proceso
y el gobierno venezolano actual, es la conciencia política
adquirida por la población. Sin ella todo sería
volátil.
ENTRE MALES, REMEDIOS Y
"DOCTORES"
La cuantificación de esta realidad
emergente, en el terreno de la salubridad, comienza por el dato
del universo
poblacional atendido. El servicio
público sanitario de nivel primario alcanzó entre
1999 y 2004, a más de 12 millones de personas. Esto, en
relación con lo obtenido en ciclos históricos
anteriores, representa una novedad.
Tomaremos dos ciclos, el que va de 1950 a
1980 y el que comienza en 1981.Todo lo bueno acumulado en
servicio de atención primaria a la salud,
después de la Revolución del 23 de Enero, hasta
1980, se derrumbó entre 1981 y 1998. Así lo
señalan taxativamente, autores como Augusto Galli y Haydee
García, en el libraco "El Caso Venezuela. Una
Ilusión de Armonía" (Capítulo 19, "El Sector
Salud: Radiografía de sus males y de sus remedios".
Compiladores:
Moisés Naim y Ramón Piñango, Ediciones IESA,
2ª Edic. Páginas 452 a 470. Caracas 1985)
Naim y Piñango tuvieron el mérito de
dirigir en 1980 el más completo estudio de la realidad
venezolana, bajo orientación ideológica y
financiera de la gran burguesía neoliberal de entonces. No
por casualidad, es el mismo grupo social que en 2002 apoyó
el golpe de Estado y
que en 2005 -o 2010 no importa- daría cualquier cosa con
tal de ver pulverizadas las Misiones sociales: sus peores
enemigas en el largo plazo. En 1981, cuando hicieron "El caso
Venezuela. Una ilusión de armonía", tenían
el objetivo de
reconstruir el país que se les comenzaba a ir de las
manos.
Ese libro fue un
proyecto de país en los papeles. Un proyecto de
"doctores". Hoy, ya ni eso les interesa. Les bastaría con
reconquistar PDVSA.
LA RUINA DE UN SISTEMA DE SALUD
VULNERABLE
Todo lo que se construyó como "sistema de salud"
en Venezuela después de la II Guerra Mundial
fue frágil y condenado a la decadencia, porque no se
asentó en el criterio matriz de la
atención masiva estructural y permanente. El criterio fue
el negocio, el privado y el otro.
Al revisar el estado de la salud en las tres
décadas que fueron de 1950 a 1980, estos autores cuentan
en el libro de Naim y Piñango que "Al observar la
evolución del gasto en salud se aprecia que este ha pasado
de 21 bolívares per cápita en 1950, a 398
bolívares en 1980. Sin embargo, tal como lo evidencia el
Cuadro 4, en ese mismo período el porcentaje del presupuesto del
Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS) con respecto al
presupuesto nacional pasó de 7,5 por ciento en 1950, a 6,1
por ciento en 1980" (pág. 456)
El valor nominal de la cantidad de bolívares per
cápita invertidos desde 1950, se diluyó por
acción inflacionaria y perdió valor acumulativo en
el desarrollo del sector salud, al reducirse
históricamente su inversión global, bajando en 1,4 puntos
mientras la población se multiplicaba a razón de
2.8 promedio anual, o sea, el doble.
Más grave aún, los autores indican que la
inversión destinada a "medicina preventiva y saneamiento
ambiental" se redujo en la mitad en el período tratado.
Del 28% alcanzado en 1950, se redujo al 14 por ciento en 1980.
Eso se tradujo en un grave déficit acumulado de camas
médicos y enfermeras hospitalario por habitantes. El
medicamento venezolano de ese período fue el segundo
más caro del continente latinoamericano. Sólo
Perú superaba a Venezuela en el costo social
promedio por medicamento. Un estudio realizado por la
Organización Panamericana de la Salud (1984),
mostró que un modelo de precio
construido con 30 medicamentos básicos de atención
primaria, dio este resultado: Mientras en Perú esa unidad
abstracta costaba al público 3.7 dólares, en
Venezuela costaba 3.5 dólares. Ambos países estaban
por encima de todos los demás del grupo
latinoamericano.
El resultado fue la consolidación de
la medicina privada orientada por el lucro individual, que en
Venezuela creció en desmedro de la pública. 68% del
mercado nacional de la salud (medicamentos, material
médico y atención) se realizaba en el sector
privado.
Siguiendo la información del
texto
mencionado de Naim y Piñango, es fácil comprender
por qué la salud de la sociedad venezolana se redujo a
niveles de miseria en la década de los 90. A la
reducción del gasto social histórico se sumaba
anualmente el desarrollo de los servicios privados de
atención médica y la indefensión
inmunológica de los habitantes por la desatención
de la prevención. Mientras el rubro "Servicio ambulatorio
y preventivo" (del cuadro 5 del capítulo, página
458 en el libro citado) ocupaba el 24.1 por ciento del gasto
porcentual del MSAS en 1950, en pleno auge de la dictadura
perezjimenista, reflejando los ingresos petroleros de Postguerra,
esa realidad cambió en 1980. Este "Servicio", fundamental
en el equilibrio sanitario, tanto para la defensa frente a las
infecciones como para la resistencia
inmunológica humana, se redujo al 9,8 en el gasto del
MSAS. Una reducción de casi dos tercios.
"El énfasis en lo curativo y no en
lo preventivo ha llevado a que el problema de la "enfermedad" se
trate de resolver con un enorme despliegue de recursos, lo que ha
significado, entre otras cosas, la construcción de los
más modernos hospitales dotados de la más moderna
tecnología. Mientras tanto, el individuo y la comunidad han
quedado al margen de esfuerzos destinados "a mantenerse sanos"
como serían la prevención de la enfermedad, y la
educación para cuidarse a sí mismo y proteger sus
derechos a una mejor calidad de
vida".
Sólo faltó un dato clave en
esta ecuación de la salud: la alimentación, que en
el modo de vida capitalista depende de un ingreso salarial
periódico, es decir del trabajo, o sea, de
los dueños del trabajo.
No sólo no se prevenía la
enfermedad, tampoco se curaba a la mayoría de la
población, que terminaba acudiendo a la medicina privada,
a la espera de meses o años por una cama en el Seguro
Social… al más inmediato y barato "sistema de
salud", la curandera del barrio. Con los riesgos
conocidos.
No hay mejor manera de medir los resultados desastrosos
del capitalismo
venezolano bajo la
administración de la "IV República", que
conocer la evolución de las principales causas de muerte.
Según el cuadro confeccionado por los autores referidos
hasta ahora, 7 de las 10 principales causas de muerte en el
país en 1972, habían crecido en 1980. O sea, toda
la "inversión" pública en salud, terminó en
otra cosa que no fue la población venezolana. (Ibid,
pág. 455, Cuadro 2: Principales Causas de Muerte
1950-1980)
1981: SEGUNDO CICLO DE CAÍDA
INEXORABLE
Un especialista de la Comisión Económica
de América Latina (CEPAL) determinó las causas del
desastre de la salud en Venezuela desde 1981. La
investigación y la redacción del informe estuvieron a cargo
del especialista Marino J. González R. Se llamó
"Reformas del sistema de salud en Venezuela 1987-1999: Balance y
perspectivas. Editado en Santiago de Chile, junio de 2001 por la
Unidad de Estudios Especiales, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.
En ese trabajo, Marino informa lo siguiente:
"La cobertura de los servicios de salud del Instituto
Venezolano del Seguro Social
(IVSS), especialmente del FAM, se ha estimado en 35% de la
población total (incluyendo los trabajadores asegurados y
sus familiares) en 1998 (D´Elia 2000)"
El autor señala un dato: "La cobertura de otras
instituciones
contributivas no se publica de manera regular", dato que no es
menor porque encubría dos grandes tendencias: la
reducción drástica del servicio sanitario que
brindaba el Estado y los grandes negocios
legales e ilegales que realizaban las multinacionales de la
medicina.
El autor acudió a muestras empíricas que
resultaron suficientes como ilustraciones del drama. Sobre todo
porque aleja la lectura del
Informe de la frialdad de las estadísticas y nos acerca al mortal
común que expresa su indefensión social.
"La Encuesta
Social de 1998 (elaborada por la Oficina Central
de Estadística e Informática, OCEI) incluyó en una de
sus preguntas la cobertura de seguro social, más no la de
otras coberturas de sistemas de salud. Lamentablemente no se pudo
contar con la base de datos
que permitiera identificar la cobertura al menos de la seguridad
social. Sin embargo, otras áreas de dicha encuesta
permiten aportar algunos elementos indirectos (González y
Molina 2000)
Por ejemplo, que "el 8% de las personas que presentaron
trastornos agudos reportaron que acudieron a los servicios del
Seguro Social". Que "el 33% de los entrevistados manifestó
la asistencia a consultorios o clínicas
privadas."
"El resto de los entrevistados (poco más del 60%)
reportó su asistencia a instituciones públicas. En
el caso de aquellos que reportaron la realización de
exámenes de laboratorio,
casi el 60% señaló que acudió a centros
privados o religiosos. Este hallazgo es coincidente con las
reiteradas quejas de los usuarios sobre la dotación de los
centros de salud del sector
público", resalta el Informe.
"Pareciera que las instituciones públicas
sólo atienden las demandas de servicios de laboratorio a
una fracción (posiblemente 50%) de los usuarios que
consultan por problemas de salud."
Más grave es el caso de atención a los
problemas de salud crónicos. "El 10% de los pacientes
acudió a servicios del IVSS, más del 40% de los
pacientes acudió a instituciones privadas o religiosas. El
40% de los pacientes fue atendido en instituciones
públicas no dependientes del IVSS."
Y el secreto de los secretos de la sanidad humana: "El
50% de los pacientes que reportó la imposibilidad de
realizarse exámenes complementarios, señaló
que la causa era la carencia de medios económicos. El 80%
de los pacientes que reportó la imposibilidad de adquirir
medicamentos indicó que se debía a la carencia de
medios económicos."
En líneas generales se puede inferir que la
cobertura real de los servicios
públicos, especialmente aquellos del MSDS, es menor en
los casos de trastornos crónicos. Más del 50% de
los pacientes por estas causas son atendidos en instituciones del
seguro social o en el sector privado.
En el caso de los pacientes que consultan por dolencias
agudas, este porcentaje es ligeramente menor. "Pareciera, en
consecuencia, que la demanda de servicios en instituciones
privadas es superior a lo tradicionalmente aceptado."
1987-1998: EL DERRUMBE
La miseria ampliada que definió a la sociedad
venezolana en 1998, comenzó a gestarse a comienzos de los
años 80 y se implantó masivamente entre mediados de
esa década de déficits en el gasto social y casi
toda la década de los 90 cuando esos déficits y
malversación de dineros públicos, se transformaron
en derrumbe.
La señal de ese fenómeno en el terreno de
la lucha de clases fue la insurrección del Caracazo
(febrero de 1989) los brotes de insurrección militar de
1992 y la más intensa y extensa lista de luchas de todos
los tipos en la sociedad que haya vivido Venezuela desde
1958-1960 (Margarita, CLACSO, Caracas/Buenos Aires,
2003) El dato es conocido: El 82 por ciento de la
población venezolana ya vivía en la miseria en
1992.
Una sombra grotesca del derrumbe de la salud del
venezolano hasta 1999 fue la cantidad de leyes, Decisiones
y Decretos ejecutivos que sirvieron para todo, especialmente para
la propaganda de
Estado, pero no para curar. Más de 10 años de
reformas que no reformaron nada. Así lo muestra el
investigador Marino J. González en su informe a la
CEPAL:
"Entre 1987 y 1999 Venezuela ha ensayado diferentes
tipos de reformas en el sistema de salud. En dicho período
se sucedieron las siguientes reformas: (1) Ley del Sistema
Nacional de Salud de 1987, (2) descentralización de servicios de salud (a
partir de 1990), (3) reestructuración del Instituto
Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) en 1992, y (4)
aprobación de la propuesta de reforma del Subsistema de
Salud de la Seguridad Social
en 1998.
A pesar de que todas estas reformas se han concretado en
instrumentos legislativos o reglamentarios, el proceso de
implementación ha sido difícil e infructuoso en
todos los casos."
El principal efecto de este desastre se verificó
en la salud de la población. El sistema sanitario que
comenzó a desarrollarse en 1936 y acumuló algunos
éxitos relativos en la década de los años 60
(Ver Naim y Piñango, 1982) fue destruido durante casi 15
años.
LOS QUE NUNCA VIERON UNA JERINGA
Hasta 1998, la red de salud
pública atendía a un poco más de 2
millones de ciudadanos por año, en una evolución
histórica que comenzó en 1950 con poco más
de 280.000 personas atendidas por el Estado.
Entre mediados de 2002 y el primer semestre de 2004,
el universo
total anual atendido ascendió hasta una nueva escala
anual: 11.230.000 personas.
Desde el punto de vista de la atención este dato
constituye un hecho revolucionario, una conquista social. Sus
beneficiarios así lo entienden políticamente.
Sólo así se entiende que el apelativo "Barrio
Adentro" sea sinónimo en Venezuela de salud,
atención sanitaria inmediata y gratuita. De hecho,
reemplazó en la memoria
social a instituciones de salud como IVSS y otros, que por medio
siglo fueron, en el mejor de los casos, referencia difusa de ese
servicio básico. En el peor, IVSS simboliza en la memoria popular
corrupción, ineficacia,
angustia.
Esta transformación radical del servicio de
atención primaria universal comenzó en 2002, aunque
tuvo sus primeras iniciativas en entre el 2000 y el
2001.
El técnico de la CEPAL dio cuenta en su informe
de estos precedentes: "El sector salud ha recibido especial
atención por parte de los niveles ejecutivos y
legislativos nacionales. La Asamblea Nacional deberá
legislar en el año 2001 en las áreas de seguridad
social y salud. Las características y consecuencias de la
nueva legislación afectarán, sin lugar a dudas, el
sistema de salud de las próximas décadas." Sin
embargo, el nuevo sistema de salud en Venezuela sólo puede
ser medido a partir de 2002-2003, con el programa Barrio Adentro
y las inversiones de 2002-2003.
DOS RIESGOS DE MORTALIDAD
Desde junio de 2003 se ha complementado con la
ampliación de inversiones en áreas y ramas de
atención compleja, como la oncología, el Sida y
otros.
La nueva orientación de las inversiones del
Estado y su modo de ejecutividad impusieron una
modificación radical de las formas de inserción. La
mayoría de las decisiones e inversiones en materia de
salud y atención están concentradas en el gobierno
central, muchas a expensas de la parte útil acumulada en
el Ministerio de Salud y Desarrollo Social (MSDS) y otras
dependencias.
Este emergente sistema de salud en Venezuela está
en proceso de desarrollo. Ese mismo hecho obliga a pensar en los
riesgos que lo acechan.
No es la primera vez en nuestro continente, que un
gobierno o proyecto político adelanta planes de desarrollo
en la salud o la educación. Argentina, Uruguay, Chile
y Costa Rica lo
han hecho entre la década de los 40 y la de los
años 70.
El desafío de la nueva red de salud en Venezuela
es impedir su decadencia, corrupción
y quiebra, como ha
ocurrido en cada uno de los países señalados. De
todos, el ejemplo más contratante es el de Argentina. Este
país contó con uno de los mejores sistemas de salud
del hemisferio hasta que fue destruido por las privatizaciones y la corrupción
interna.
Cuba es el único caso donde el sistema de salud
ganó escalones de desarrollo positivo en la
atención primaria y en algunas ramas de medicina compleja
y no retrocedió a los niveles de desastre de los otros
países señalados. Ese se debe a que en Cuba la
salud es parte integral de una cadena de conquistas sociales
regidas por la ausencia de criterios capitalistas en la
atención sanitaria. Destruir la salud cubana
exigiría derribar en forma simultánea toda o buena
parte del sistema
político, económico y social instaurado por las
revoluciones de 1959 y 1963.
La "revolución bolivariana" no alcanzó
aún ese nivel de profundización política y
económica. El nacimiento del nuevo sistema de salud es
frágil en términos históricos y
comparativos. Podrá sobrevivir y consolidarse si logra
encadenarse a otras transformaciones similares en toda la
estructura política y económica del Estado y la
sociedad.
En esa perspectiva, el nuevo sistema de salud creado por
la "Revolución bolivariana" contiene dos riesgos
ingénitos. El principal peligro está en el peso
ganado desde 1959 por los sistemas de salud privados, cuyos
criterios éticos, económicos y políticos
tienen como único fin el lucro individual, no la
asistencia sanitaria de la población. En este caso la
salud es apenas una más de las mercancías de un
sistema mundial, que tiene su base en el control
imperialista de la biotecnología, las patentes y
moléculas.
El segundo peligro es un epifenómeno del
anterior, no por eso de menor peligrosidad. Se llama
corrupción. Nace en el negocio privado y termina en el
funcionario, no al revés. Se perfila como el principal
factor de distorsión y peligro para el sistema sanitario
que está creando la "revolución
bolivariana".
LA SALUD PÚBLICA EN VENEZUELA
HOY
Marco histórico de la salud en Venezuela.
Precedentes.
La salud pública en Venezuela siempre ha sido una
asignatura pendiente, aun suponiendo una necesidad ineludible y
un derecho básico para todo ser humano.
La asistencia médica siempre fue un privilegio
sólo apto para las clases altas, ya que la clase media y
baja a duras penas llegaban a pagar un análisis rutinario o cualquier
atención primaria. Estas clases privilegiadas, a pesar de
venir fortaleciendo la sanidad privada y de no hacer nada
antaño por que se implantara un sistema justo y solidario
de salud pública, sí que han venido achacando el
problema de muchas generaciones al actual presidente de la
República Bolivariana de Venezuela.
A continuación pasaremos a criticar, de manera
constructiva, todos aquellos aspectos positivos y negativos con
los que, tras más de ocho años de mandato de
Hugo
Chávez en el país, se encuentra el venezolano
cuando requiere de atención médica. Pero antes
haremos una breve introducción para situarnos en los
antecedentes históricos y comprender así qué
avanzó y qué sigue igual en el tema de la
sanidad.
En 1.998, un 80% de la población era pobre (gran
parte de ellos en la más absoluta pobreza) y estaba
privada de educación, que a pesar de ser gratuita era de
pésima calidad y no
llegaba a todos los rincones y barrios. Una población
pobre e inculta era un caldo de cultivo para los gobernantes
más ambiciosos, que no tenían la más
mínima intención de cambiar el panorama para no
encontrarse con un pueblo preparado que decidiera su propia y
justa administración. Un bien básico como
la alimentación, apenas contaba con algunas tiendas mal
repartidas por el país de precios
solidarios, con productos de
mala calidad y normalmente ausentes en las escasas
estanterías, en lugar de ello se repartía alguna
que otra bolsa de comida por los barrios más
desfavorecidos cuando se acercaba la campaña electoral o
había una celebración importante, por lo que los
fondos destinados a alimentación se perdían de mano
en mano y de bolsillo en bolsillo entre unos pocos
burócratas sin escrúpulos. Los productos
alimenticios de primera necesidad como la leche, los
huevos o la carne no tenían sus precios regulados por el
Estado. Una población pobre y desnutrida tenía en
consecuencia otro enemigo mayor, si cabe, que acentuaría
aún más la injusticia social en el pueblo
venezolano: la nulidad del sistema sanitario.
En Venezuela la red hospitalaria era muy deficiente, sin
un mínimo de personal y sin medios para tratar la
mayoría de los males. Ése 80% de la
población pobre, no encontraba en sus barrios
ningún tipo de ambulatorio o asistencia sanitaria,
teniendo que desplazarse a las grandes ciudades para buscar una
posibilidad de ser atendido con un mínimo de dignidad,
siempre que tuviera la suerte de llegar cuando aún
quedaban recursos medicinales.
Hoy en día, el país cuenta con una serie
de medidas que se están haciendo efectivas pero que no
llegan aún a alcanzar el nivel mínimo deseado en
materias de sanidad. Es un largo proceso que requiere de mucho
tiempo pero del cual debemos exigir y esperar resultados
provisionales que se vayan estabilizando y que muestren un claro
camino hacia un gran sistema de seguridad social sanitaria. A
continuación procedemos a analizar esos puntos positivos y
negativos por los que, hasta el día de hoy, ha pasado y
pasará a corto plazo el proceso.
Como medidas de carácter urgente,
aplicación inmediata y eficaz para atender a la
población desde el mayor al menor grado de des
favorecimiento, surgen una serie de misiones llamadas Barrio
Adentro 1, 2, 3 y 4 (hasta la actualidad) y Misión Sonrisa
(asistencia dental).
HISTORIA DE LA SALUD EN
VENEZUELA
Jesús Eloy Gutiérrez
Hace algunos años vengo observando con marcada
alegría el desarrollo de una nueva línea de
investigación por parte de los
historiadores venezolanos. Se trata de las investigaciones
relacionadas con la historia de la salud en Venezuela, impulsadas
por el historiador Germán Yépez Colmenares desde el
Instituto de Estudios Hispanoamericano de la Universidad Central
de Venezuela. Dichas investigaciones han llevado a que nuevos
colegas sensibles a lo social se dediquen al estudio especifico
de temas de salud y que algunos estudiantes de
historia e historiadores noveles hayan decidido
iniciarse en ese sentido. La labor del profesor Yépez
Colmenares para motivar el interés por estos
tópicos ha sido incesante: motivando a los estudiantes
desde su cátedra en la Escuela de Historia de la
Universidad Central de Venezuela; a través de sus
conferencias leídas en diversas partes del país y
del extranjero; en sus artículos de prensa y de revistas
especializadas; y en la organización de los
simposiums sobre investigación en historia de la salud en
Venezuela.
Fruto de esta última iniciativa se ha publicado
el libro Historia de la Salud en Venezuela, en el cual
se recogen doce ponencias presentadas en el primer
simposium sobre la historia de la salud venezolana,
realizado en Caracas durante el mes abril de
1998.
La publicación de este libro es de vital
importancia para la historiografía venezolana, ya
que son muy pocos o inexistentes los trabajos
científicos sobre la historia de la salud de nuestro
país. En ese sentido este texto se erige como
un manual de
referencia obligada para médicos, investigadores, docentes,
políticos, estudiantes, planificadores y público en
general. Además se convierte en el pionero no sólo
en condenzar en una sola publicación el resultado de
investigaciones de largos años sino que da la oportunidad
de conocer a nuevos investigadores en el área de la
salud.
El trabajo se podría dividir fácilmente en
cuatro partes. En una primera, a través de los
trabajos de los médicos Mary Zamora Romero y
José Esparza se define el marco
teórico-literario de dos tópicos esenciales en
salud: Etiología, epidemiología y
clínica de viruela y Sobre el origen
histórico del virus de la
vacuna. La segunda parte podían ser dos
trabajos específicos ubicados en el período
colonial venezolano: La reacción de la Iglesia
Católica ante la epidemia de viruela en la ciudad de
Caracas 1763 y 1777, de Iliana Gómez Tovar
y La incorporación de la vacuna
antivariólica en Puerto Cabello
en 1804, de David Martínez. En una tercera parte que
nos ubica en el siglo XIX se pueden agrupar los trabajos de
Antonieta Camacho: Salud, alimentación y mano de obra
agrícola en la cuenca de Valencia (siglo XIX);
Consuelo Ramos de Francisco: La pediatría venezolana a
través de su literatura; y Luis García
Bermúdez: El suministro de agua y las
condiciones de vida en Caracas durante el septenio
1870-1877. Finalmente están los trabajos de Rigel
Ochoa: Las condiciones sanitarias del Acueducto de Caracas
1908-1935; Germán Yépez Colmenares:
Acciones antimalaricas en Venezuela antes de
Malariología; Omar Roa Véliz: Maracay, La
Comisión Rockefeller y la epidemia de paludismo de
1930-1931; José Gregorio Brito: La primera
Conferencia
sanitaria Nacional y la anquilostomiasis; y Marco Tulio
Mérida con Demografía histórica y
mortalidad infantil en Carabobo 1936-1995, que estudian
aspectos específicos de la salud venezolana del siglo
XX.
Estas investigaciones pretenden ser "resultados que
permitan evaluar el impacto de las enfermedades en el proceso
de formación de nuestras sociedades, en su dinámica
económica, política, demográfica, en su
cosmovisión de los procesos relacionados con la
salud-enfermedad". Hoy todo ello cobra vital importancia,
ya que a raíz de la reestructuración del
Estado, se plantea la puesta en práctica de nuevas
políticas sanitarias, para lo cual "es necesario estudiar
y evaluar la eficacia o
ineficacia de políticas sanitarias instrumentadas en el
pasado para combatir estas enfermedades que hoy adquieren
características endémicas, epidémicas y en
algunos casos amenazan con convertirse en verdaderas pandemias"
(p.11).
La aparición de esta obra es producto de la
tendencia, cada vez más, hacia la especialización y
profesionalización que vienen adquiriendo
nuestros estudios históricos y a la
concienciación (aunque no plena para algunos sectores
decisivos del país) que se ha tomado en la sociedad
venezolana de la necesidad de apoyar la investigación científica y
humanística. La labor desempeñada por los
consejos de desarrollo científico y humanístico de
las universidades nacionales y por el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Tecnológicas
(Conicit), por mencionar sólo dos de las más
importantes, es una muestra de esa realidad.
Sin dudas este trabajo motivará nuevas
investigaciones relacionadas con la historia de la salud que
permitan obtener una interpretación más sólida de
nuestra sociedad. Hacia este último objetivo apuntan
nuestros deseos de que se siga este ejemplo en otras áreas
de la historiografía venezolana que aún gozan de
virginidad.
Historia de la Salud en Venezuela (Coord.
Germán Yépez Colmenares). Caracas, Fondo Editorial
Tropykos-Conicit, 1998, pp.248.
LA SALUD PÚBLICA VENEZOLANA: ENTRE |
|
Teresa Gamboa Cáceres
En un trabajo previo discutimos la relación entre
la coyuntura política, económica y social y las
características de los modelos de salud en Colombia, Chile y
Venezuela, que nos permitió establecer cómo la
primera influye significativamente en la posibilidad y alcance de
las reformas; igualmente discutimos las limitaciones para llevar
a la práctica un modelo ideal, independientemente de su
formulación legal, puesto que las condiciones de la
realidad van imponiendo ajustes más allá de la
voluntad de sus diseñadores (Gamboa, 1998).
En esta oportunidad, queremos discutir las
características peculiares de la coyuntura político
social venezolana, y las oportunidades que ella representa para
el desarrollo de un modelo determinado de salud.
La coyuntura política:
¿revolución, populismo o
neoliberalismo?
Venezuela vive actualmente un momento especial de su
historia: después de 40 años de una democracia
ineficiente y corrupta, bajo la dirección de los partidos tradicionales que
surgieron y se consolidaron durante el siglo pasado, la nación
ensaya un proceso inédito de cambios en democracia, que ha
ocasionado el desplazamiento de dichos partidos en la escena
política y el renacer de la esperanza popular. El proceso
es indudablemente difícil, pues como afirmara el
Presidente Hugo Chávez: "Ser y pretender transformar es un
compromiso serio que requiere mucha convicción, fortaleza
y meditación para avanzar contra esas corrientes,
además de convencer a la gente de recorrer nuevos caminos"
(Blanco Muñoz, 1998).
Como es conocido, el actual Presidente de la
República irrumpe en el escenario político
venezolano el 4 de febrero de 1992, como líder
de un intento de golpe de estado, resultado de un trabajo
creativo y sistemático de organización, planificación y accionar político de
casi quince años, iniciado formalmente al crear en el
ejército al MBR 200 (Movimiento Bolivariano Revolucionario
200), al cumplirse el bicentenario del natalicio de Simón
Bolívar
(Blanco Muñoz, 1999; Zago, 1998). La crisis
política, acelerada por la rebelión militar,
conduce finalmente a la destitución del entonces
presidente Carlos Andrés Pérez, quien ya
había sufrido en 1989 una revuelta popular contra las
medidas de ajuste neoliberal, implantadas a escasas tres semanas
de su asunción al poder, revuelta que concluyó en
una masacre sin precedentes (Ochoa Antich, 1992). Este evento –
al decir de Leonardo Vivas (1999,33) -"cambió
radicalmente, sin que nos percatáramos enteramente, la
manera de registrar los eventos sociales
y políticos de la nación".
Detenido y encarcelado por dos años,
Chávez obtiene en 1994 del entonces Presidente Caldera el
sobreseimiento
(no el indulto) por la rebelión militar, y se dedica a
recorrer el país, acumulando fuerzas y promoviendo
originalmente la abstención hasta 1998, año en que
lanza su candidatura presidencial con la propuesta de una
Asamblea Nacional Constituyente y reorganización del
gobierno, como únicas ofertas electorales, de
carácter eminentemente político, a un país
en franco deterioro económico, político y social.
El MBR se transforma por impedimentos legales en MVR, Movimiento
V República, en alusión a la nueva república
que pretende contribuir a desarrollar.
En una carrera política sin precedentes,
Chávez es electo Presidente en diciembre 1998 contra todos
los pronósticos del estatus, contra la alianza
de todos los opositores, contra la acción
sistemática de los medios de
comunicación. Inmediatamente inicia el proceso
constituyente: referéndum para su convocatoria,
elección mayoritaria de constituyentes del MVR, cierre del
antiguo Congreso, discusión pública de la nueva
Constitución, aprobación en
referéndum del nuevo texto constitucional, incluyendo la
modificación del nombre del país – República
Bolivariana de Venezuela – y finalmente relegitimación de
todos los poderes a escasos dieciocho meses de su primera
elección. Es necesario reconocer que se produjeron 68
impugnaciones de un total de 774 cargos electos, que están
siendo analizadas por el organismo electoral; igualmente hubo
algunos conflictos
locales (sobredimensionados en los medios de comunicación) por desconocimiento de los
resultados oficiales, de los cuales diez días
después sólo se mantienen dos protagonizados por
los gobernadores salientes de los Estados Mérida y Yaracuy
(socialdemócratas), quienes se niegan a entregar la
Gobernación.
Durante el año y medio que estuvo centrado en el
proceso político, el país ha vivido un clima de
confrontación verbal, que en algunos momentos llegó
a la agresión física entre los
adherentes a los sectores en pugna. Como resultado, los dos
grandes partidos tradicionales prácticamente
desaparecieron como bastiones políticos, al punto de no
llevar candidato a la presidencia de la República.
Perdieron todas las gobernaciones importantes y se convirtieron
en fracciones minoritarias de la Asamblea Nacional Legislativa.
Sin embargo, lograron mantenerse en menos de la tercera parte de
las alcaldías menores.
La dirigencia joven de los partidos tradicionales
conformó nuevos grupos políticos, con los cuales
logró conservar algunas posiciones en aquellas regiones
donde los liderazgos locales habían desarrollado una labor
de gobierno significativa; igualmente lograron conquistar las
tres alcaldías menores del Distrito Capital,
correspondientes a los sectores medios y altos de Caracas.
Además pasaron a formar parte de las fracciones
minoritarias del Parlamento.
Por su parte, la coalición oficial controla la
Asamblea Nacional Legislativa, la mayoría de las
gobernaciones y un número significativo de
Alcaldías. La oposición carece de líderes
con proyección nacional y de un discurso
trascendente. La mayoría de los gobernantes electos de la
oposición no tradicional declararon su disposición
a colaborar con el gobierno central.
La base de la posición gubernamental respecto al
rol del Estado Venezolano, se fundamenta en los principios
fundamentales de libertad, justicia,
igualdad, solidaridad, democracia, responsabilidad
social, preeminencia de los derechos humanos,
ética,
pluralismo político y participación
protagónica popular, establecidos en la
Constitución (ANC, 1999, art. 2,62). Además, parte
de la siguiente convicción: si bien el mercado posee una
eficiencia
relativa para resolver problemas de distribución de
recursos en el corto plazo, es inoperante para asignar recursos
financieros, técnicos y humanos necesarios en una
perspectiva de desarrollo a largo plazo, así como para la
prestación de los servicios sociales
necesarios.
En consecuencia, el gobierno bolivariano no renuncia a
la intervención estatal como ente regulador y
redistribuidor de recursos; por la misma razón, la
Constitución consagra el rol del Estado en la
dirección de la industria
petrolera y de otras industrias
básicas, así como en la redistribución de la
renta correspondiente (ANC, 1999, 302), y consecuentemente, el
gobierno actual asume responsablemente el liderazgo del
cartel petrolero, en defensa de la estabilidad de los
precios.
El gobierno del presidente Chávez se ha
caracterizado por el predominio de la visión de largo
plazo y por la defensa de los intereses de los sectores populares
"el soberano", que ha impuesto su
voluntad en este proceso y ha visto concentrar esfuerzos en el
pago de la denominada "deuda social" de hecho y de derecho, como
el reconocimiento de la deuda laboral por prestaciones
sociales, la cancelación de deudas salariales acumuladas.
El incremento de la pensión a los jubilados y su pago
oportuno. Clara evidencia de la conjugación de la
visión de largo plazo con la de corto plazo, ha sido la
respuesta dada a la tragedia ocurrida en Vargas en Diciembre de
1998. Aunque se atiende la necesidad inmediata, no se pierde
vista la construcción de largo plazo, por lo cual la
investigación y la planificación juegan un rol
fundamental.
El presidente ha cuestionado sistemáticamente el
neoliberalismo salvaje, cuyos efectos nocivos han sido
reconocidos incluso por estudios del BM y del BID. Al respecto
afirma Vilas (1995: 17-18):
Existe relativo consenso sobre el impacto nocivo del
ajuste neoliberal y de la reforma del estado sobre las
condiciones de vida de amplios segmentos de la población
latinoamericana. Para algunos se trata de un efecto de corto
plazo que una consistente y sistemática aplicación
del enfoque permitirá revertir gracias a la
reactivación de las inversiones y del crecimiento; para
otros, el deterioro social es consecuencia e incluso requisito
del esquema; para otros más, el enfoque simplemente agrava
las tendencias inerciales del modelo de acumulación
vigente: reducida y precaria generación de empleo,
concentración de ingresos, exclusión social, que
son aspectos inherentes a la creciente subordinación de la
economía real a la economía financiera que el
ajuste neoliberal involucra. Cualquiera sea la hipótesis que se adopte, todas ellas
coinciden en que el nivel de vida de importantes sectores de la
población trabajadora y de las clases medias, así
como la sobre vivencia de franjas amplias de la empresa
latinoamericana, han sido dos de las más sensibles
"variables de ajuste" de las economías locales a la
economía
mundial.
El gobierno de Chávez ha realizado
privatizaciones, ha cumplido rigurosamente con el pago de la
deuda externa, así como ha honrado la deuda heredada con
el sector privado por el "draw back". Igualmente ha ofrecido
infructuosamente exoneraciones fiscales a los empresarios a
cambio de empleos generados, los ha incluido en diversas
comisiones y en giras internacionales con miras a la apertura de
nuevos campos de negocios. Por otra parte ha dedicado ingentes
recursos al desarrollo de infraestructura, ha brindado apoyo
crediticio público y dedicado esfuerzos a la negociación con las entidades financieras
para bajar las tasas de
interés.
La gestión de Chávez es criticada por los
dos extremos: para la derecha es "víctima de la
obsesión igualitaria", promueve las cooperativas,
crea inseguridad para la propiedad y le atrae el modelo cubano
(El Nacional, 13-08-00); según la izquierda recalcitrante
no hace ningún esfuerzo por implantar un modelo radical
socialista.
Evolución
del modelo de salud venezolano
Es durante el siglo XX, cuando el gobierno venezolano
asume su responsabilidad con la salud de los venezolanos:
la Oficina de Sanidad es creada en 1911, en pleno inicio de la
actividad petrolera, mientras el Ministerio correspondiente se
crea tan solo en 1936, después de la muerte del
dictador Juan Vicente Gómez y ocho años más
tarde el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. El
derrocamiento de Pérez Jiménez, el dictador de
mediados de siglo y el advenimiento de la democracia a comienzos
de los años 60 genera una ampliación de los
servicios, especialmente de educación y salud, como
estrategia
consensual ante el auge de las luchas populares y por la
profundización del modelo de sustitución de
importaciones,
o de economía hacia adentro, que requería ampliar
la capacidad para el consumo
interno.
LOS CUATRO MODELOS DE ATENCIÓN DE LA SALUD
DESARROLLADOS PROGRESIVAMENTE, FUERON:
a) Modelo de atención amplia y libre acceso, que
incluye los servicios de malariología y saneamiento
ambiental financiado básicamente con recursos fiscales; la
infraestructura de atención constituía en la
década de los ochenta una de las mayores de América
Latina, con una capacidad de 2,7 camas por cada mil habitantes.
Los hospitales y ambulatorios públicos funcionaron
gratuitamente durante la primera época democrática,
pero al iniciarse la crisis a comienzos de 1980 fueron
estableciendo modalidades de recuperación de costos por
servicios prestados, así como fundaciones por
especialidades que actúan como clínicas privadas
dentro de la infraestructura pública.
b) Modelo de atención de acceso restringido,
correspondiente al Seguro Social y diversas instituciones
similares de previsión social para grupos
específicos de trabajadores, logrados en los convenios
laborales. El Seguro Social ha sufrido diversas crisis, producto
tanto de la corrupción como de la evasión del pago
porparte de los empresarios.
c) Modelo de atención privada, de carácter
empresarial, según demanda y pago por servicios prestados,
correspondiente a las clínicas, que también han
sufrido los embates de la crisis.
d) Modelo de medicina prepagada y seguros de
hospitalización: que prestan servicios directos a los
afiliados o bajo contratos con
clínicas privadas, los cuales han crecido a medida que se
deterioran los servicios públicos y se encarecen los
servicios de las clínicas.
En los años noventa, la crisis económica,
política y fiscal,
así como las presiones de los organismos multilaterales
empujaron hacia una reforma general de la administración
pública, cuyas características fundamentales
serían la administración tecnocrática basada
en la eficiencia, la privatización y como medida previa,
la descentralización (Ochoa Henríquez, 1996). Esta
reforma se inició en aquellas instituciones vinculadas
directamente a la economía, vale decir: empresas del
estado, organismos tributarios, puertos, aeropuertos,
etc.
La reforma del sistema venezolano de salud se inicia con
la descentralización; es un proceso que lleva más
de una década sin resultados integrales, desarrollado en
un clima de confrontación social e inestabilidad
política.
La reforma propuesta e iniciada a mediados de los
noventa incluía los siguientes aspectos (Rondón
Morales, 1996,32, 169):
a) Cambio del nombre de Ministerio de Sanidad y
Asistencia Social por el de Ministerio de salud, para eliminar el
carácter formal asistencialista.
b) Crear un Consejo Nacional de Seguridad Social y
Salud.
c) Reducir la intervención del Estado en la
prestación de los servicios
d) Establecer tres modelos de gestión seriamente
competitivos, que ofrezcan planes obligatorios de salud: modelo
público abierto con sistemas de recuperación de
costos, modelo de seguridad social de acceso restringido y modelo
privado.
e) Sustituir el financiamiento
a la oferta por el financiamiento a la demanda.
f) Convertir los hospitales y otros establecimientos
públicos en empresas sociales del Estado, condición
para la autonomía institucional.
g) Desarrollar un sistema escalonado de tarifas y un
mecanismo estratificado de costos a subsidiar.
h) Reducir el 75% del personal obrero y administrativo
no productor de servicios de salud.
Como puede observarse, a los diferentes elementos de la
propuesta subyacen las características de los modelos
privatistas y el énfasis en la eficiencia, promovidos por
los organismos multilaterales, sin definiciones claras de un
sistema integral; esto responde a la política de
desarrollo progresivo de los cambios, sin recurrir a
políticas de shock que puedan generar resistencias
organizadas. El segundo gobierno de Rafael Caldera, motivado
por la crisis fiscal y por la presión de
los organismos multilaterales conforma una Comisión
Tripartita (Ejecutivo, Fedecámaras y Central de
Trabajadores) para proponer las reformas en dos sistemas vitales:
el de prestaciones sociales y el de seguridad social. El proceso
de concertación entre cúpulas, fue dominado por la
representación empresarial y se realizó carente de
consulta, discusión e información a la
nación.
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