¡Tienen ochenta años pero no los aparentan! Estoy
hablando de las Veinte reglas para escribir historias de
detectives de S. S. Van Dine (seudónimo de Willard
Huntington Wright 1889-1939), el famoso escritor norteamericano
de la "Edad Dorada".
¡Es verdad! Mientras las leo y las releo me asaltan las
dudas: ¿Qué autor moderno no las aprobaría
casi todas? Digo "casi" porque, en realidad, algunos elementos
han cambiado, no tanto en el texto, como en
el contexto productivo.
La competición es muy ruda, particularmente si
hablamos, por un lado, de las series televisivas de vanguardia que
tratan temáticas similares (cito, per ejemplo, la
mítica serie CSI, la original con William Peterson en el
papel de Gil Grissom, para entendernos), y por otro, de las
emociones
criminales que el muy frecuentado Internet ofrece en cada
momento.
De cualquier manera, no se puede negar que este género
literario (yo lo clasifico así, ¿qué
problema hay?) ha demostrado una insospechada resistencia a los
repetidos ataques. Su fuerza se
origina del hecho de que se ha defendido como un erizo,
conservando así intactas sus particularidades
(¡quizás también gracias al trabajo de Van
Dine!). Su firme estructura y
estilo serán, según mi opinión, el alma
invencible que garantizará su supervivencia y acceso al
público por muchos años venideros.
Esto no significa que algunas de las reglas creadas hace
ochenta años por el escritor americano, no sean obsoletas.
No se puede negar tampoco que otras han caducado por la evolución natural del sentido humano (y
también por las prácticas criminales y los métodos de
investigación usados).
¡Tenemos que admitirlo! No hay nada malo o
presuntuoso al mantener esta posición; sobre todo, hay que
tener en cuenta que no estamos desvalorizando al autor. De la
misma manera, tanto las viejas como las nuevas enseñanzas
(las cuales han sido pensadas para cubrir las fracturas
aparecidas en las antiguas con el paso del tiempo) pueden
convivir a la vez.
El siguiente documento es una reescritura liberal (¡ex
novo, en realidad!) de las veinte reglas para escribir historias
de detectives según mi modesta opinión. Esto que he
escrito es una visión personal de las
características que poseen las novelas de
detectives y no tiene ninguna ambición universal
(¡esto tampoco es una contradicción, por si acaso,
alguno lo está pensando!). Por esta razón y con el
respeto debido a
los que son mejores que nosotros, yo voy a subrayar, cuando sea
necesario, todos los puntos adonde yo no estoy de acuerdo con los
conceptos originales de Van Dine.
Entonces, una historia de detectives
será mucho más valida cuando el autor recuerde
que:
1. ¡Una historia de detectives es una
historia de detectives! ¡No es una historia de aventuras,
espías o una novela
romántica! No es tampoco un tratado de filosofía o un trabajo literario que
cambiará el mundo. Además, una historia de
detectives, por naturaleza, es
siempre una escritura de
partida, nunca una escritura ya formada (otro aspecto son
las tramas válidas que se pueden buscar en diferentes
contextos literarios, por ejemplo, la maravillosa trama criminal
en El Nombre de la Rosa de Umberto Eco). Esto significa
que si un escritor de historia de detectives piensa que es un
"gran" escritor, lo deberá demostrar con otros trabajos.
De la misma manera, la iluminada crítica, en posesión de la Verdad,
no se debería sentir insultada cuando hay un renovado
interés
por este tipo de producción literaria. También
debería evitar dar advertencias a los lectores
instándoles a no tomar en serio a estos escritores.
¡Dios nos libre!
2. Una buena historia de detectives no tiene
otros significados; entonces, no tiene sentido aclamar al
autor por haber insertado problemas
sociales de hoy en día o por las sutiles cualidades
semánticas de su escritura. Una buena historia de
detectives se debe juzgar solamente y exclusivamente por la
calidad de su
trama criminal y por la manera con la cual esta se ha integrado
en la historia narrada.
3. Si es verdad que las historias de
detectives pueden ser escritas por cualquiera, es también
verdad que no todo el mundo puede escribir historias de
detectives. Elegir este tipo de escritura significa confesar una
cierta "perversión mental" (¡vista positivamente,
debemos decir que esta perversión está
siempre acompañada de un toque de genialidad!) que se
expresa con éste (¡con este estilo de escritura para
clarificar las cosas, y no, se espera, crear un asesino en
serie cazado por la Interpol!). ¡Esta es una conditio
sine qua non! Absteneos, oh literatos, que deseais
dignificar el género (principalmente por razónes
financieras), autores talentosos dispuestos a probaros,
periodistas criminalistas que justificais vuestros escritos
anclándoos en que teneis experiencia de primera mano, y
similares.
4. La atmósfera es un
elemento irremplazable en este tipo de producción
literaria. Esto significa principalmente que una historia de
detectives, por ser tal, debe mantener al lector expectante,
desde la primera página, seduciéndolo y
asegurándole de que está en su salsa. En
este punto, yo no estoy de acuerdo con las instrucciones dadas
por Van Dine en su regla número 16. Para justificar mi
opinión, cito algunas de las novelas maestras de este
género: And then there were none, Mousetrap, The
murder of Roger Ackroyd, The Murder on the Orient Express,
etc.
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