Introducción
¿Alguna vez habéis buscado un sentido de
forzosas piernas que pudiera caminar por valles rocosos y laderas
empinadas?, pues bien te digo amigo mío que esta empresa me ha
llevado y consumido varias horas de mi tormentosa vida. ¿Y
cuando se reputa superfluo la búsqueda de un camino
cierto, una luz que mantenga
el mañana como mapa pronto a ser explorado?, ¿acaso
no somos humanos errantes, humanos dl ningún lugar? La
belleza se escurre entre nuestras ventanas en los días
nublados, y nosotros, sorprendidos, soplamos con el viento suave
de un soleado matinal. Tal ves la respuesta este en el soplido
del viento, en su brisa, en su susurro. Como hombre
sediento corro hacia los brazos del dios Felicidad, oh, pues
¿Cómo no debería ser felicidad?, si me
siento tan bien, tan cómodo. ¿No es eso un
manantial que calma mi sed?. Pero no seamos tontos y no creamos
en ídolos hechos de cera, con corazón de
cera, y alas de cera también, la belleza se transfigura
con mil mascaras y nosotros no podemos ver profundamente el
sentido de las cosas, el sentido de los hechos a causa de la
obnubilación producida por tan refulgentes destellos de
luz. Entre mil redes caí en otros
tiempos, y aun seguiré cayendo a causa de mi
desesperación, la desesperación por la vida:
allí entre mohínas catedrales camina mi
pájaro que aun espera volar ¿Por qué espera
volar?, ¿tendrá miedo acaso?, mas aun mi
corazón me convence que para raudos vuelos es mejor
esperar días soleados.
Y si aun querido amigo sigues buscando la fuente de la eterna
belleza y perdición de los sentidos, te vaticino que estas
cerca si el letargo que con dolor sufres se extiende en el
tiempo y a
causa de la oscuridad empieza a tomar forma extraña e
inexpresable; el dolor se hace pesado y mira con ojos
devastadores, aniquiladores. Ya te digo, tu estas cerca, y como
decía un genio budista:
"el tiempo pasa muy rápido, has el amor
mientras puedas". Y el viento nórdico y frió canta
también: "¿no ves el movimiento
allí afuera?, este me atrapa, ¡tengo que formar
parte de el!.
¿Todavía tienes vergüenza de tener los
zapatos rotos? ¡que importa ya ello!, ¿estáis
contento o no estáis contento?, esa pregunta me
gustaría que se repita por el fin de los tiempos. Alejado
de lo mas próximo que me rodea, despreciando soles y
noches nubladas, he llegado a un lugar cuyas lejanías
hacen mas delicadas y aguda la voz del hombre. Entre cuchicheos
he hablado al cielo y este me ha contestado, "¿Qué
somos muy profundos?, pues eso ya era fácilmente
deducible, ¿me hablas al oído?,
¿que me dices?, ¡ay,ay!, ¿como no llorar
altísimo Urano, poderosísimo? ¡ay, ay! ya no
quiero oír mas tus predicas.
Un poco exagerado, y tal ves inconsistente en los relatos,
pero no podría haber sido de otra manera, pues en el se
delata la tan impaciente e insolente forma de expresividad de un
joven aun no asentado en su forma de ver el mundo. "la luna y el
solitario", dejara, tal como lo preveo y espero, mas dudas que
certezas; y es que he escrito esto solo para preguntar y un
buscar una respuesta. No hay respuestas y no se si las encontrare
en un futuro; después de todo ¿Qué son las
respuestas?. Tengan una considerable paciencia con este escrito,
si te tientas en arrojarlo a hoguera, por favor, que sea bajo un
robusto fundamento. Los discursos son
pesados y tienen un carácter muy grave, nada de lo que
aquí se cuente carece de seriedad.
Y por ultimo a ti te hablo alma
vagabunda, que correteas por infinitas canteras en busca del
arroyo de aguas cristalinas que dará nueva vida,
¿no has probado y besado ya muchas aguas cristalinas?; a
ti ojos esperanzadores que luchan con la vida y los
acontecimientos nefastos que desgarran corazones y arrancan las
mas lastimeras lagrimas ¿ no has llorado ya demasiado?; a
ti corazón lacerado por mil infortunios y desilusiones
amorosas, tu corazón semejante a porcelana reclama
cuidados complicados de satisfacer, ¿ no has aprendido
volar mas alto? ¿No has aprendido a amar por encima de ti
mismo?. A ti, amor
mió, felicidad mía, mi ultima belleza deslumbrante
te entrego con cariño mi ser completo, a ti,
excelentísima mujer de piernas
graciosas, te pido que me recibas en tu delicado corazón y
me resguardes por un momento, a ti, brazos calidos y salvajes
miro con ansias de embullarme en extrema felicidad; te pido seas
indulgente conmigo ya que vengo herido por pelear en arduas
batllas.
La luna y el
solitario
Díganme, oh musas, que es de ese ingenioso hombre que
en un tiempo acostumbro a vagar en sus pensamientos cual hombre
perdido que no encuentra el camino para descubrir su alma; tal es
la única perdición que perturba al hombre. A
vosotras que compartís relación con el radiante
Apolo os invoco en esta acometida que arrastrara pensamientos y
corazones débiles, no aptos para esos que hablan como
gorgoteando palabras desde pozos infecundos y vacíos de
cristalina agua.
Hacia tiempo ya que el solitario había huido de la
muchedumbre, refugiándose en una cueva en
compañía de su espíritu y sus pensamientos.
En otros tiempos hablaba en el espíritu de las
multitudes, la sabiduría de los muchos era el saber que se
aprendía y se proclamaba. Entre gentes andaba el
pequeño ser humano, reía cuando tenia que
reír, lloraba cuando tenia que llorar y hacia todo cuanto
el habito se lo impelía. Pero este solitario
aprendió a mirar con desden a las multitudes, como lo hace
el hombre alado que acaba de elevarse a alturas insospechadas. La
voluntad aligero su peso en el corazón del solitario, pues
este era el mayor sufrir, el mayor peso existencial, y la
inquietud y la perturbación conmovió su cabeza. El
arduo trabajo trae
consigo una pesadumbre y fastidio incalculable, y los
pensamientos son tormentos que nublan la vista del navegante
errando en alta mar. Mira el solitario desde una
montaña poca amistosa para los mortales: pues esta era
fría y húmeda, y los vientos soplaban furiosos,
pero el era el primero en avistar desde las alturas rocosas y
hostiles el rayo ígneo del gran sol. Así estaba el
solitario: tan solo como en una alta y nevada montaña.
Cansado estaba el solitario de su soledad y de la existencia en
su refugio tan esculturalmente tallado por la naturaleza
para hombres sufrientes y filósofos apasionados y tranquilos,
tendientes a la meditación indagadora. El tedio
invadió sus miembros y el deseo, ese travieso gusanillo,
se presentaba como lo absurdo y agobiante.
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