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Restauración de la Física Clásica




Enviado por José Miguel Ledesma



Partes: 1, 2

    1. Sobre el experimento que reivindica la
      validez general del principio de relatividad de
      Galileo
    2. El
      experimento

    Explicación novedosa de la incongruencia entre la
    física de
    Newton y la
    electrodinámica de Maxwell cuya errónea interpretación descarriló la
    física hasta la teoría
    de la relatividad de Einstein. El entendimiento de este
    artículo y la realización del experimento que se
    describe conducirán a la restauración de la
    física clásica conduciendo a su redil los
    fenómenos que no logra reunir la física
    moderna.

    Sobre el experimento que
    reivindica la validez general del principio de relatividad de
    Galileo

    La verdadera interpretación del experimento de
    Michelson-Morley (por nombrar el más conocido y utilizado
    para justificar el advenimiento de la teoría de la
    relatividad restringida), es diametralmente opuesta a la aceptada
    por el común de los científicos desde hace
    décadas: lo que en realidad expresa el resultado de esta
    experiencia es la validez universal del principio de relatividad
    de Galileo y de las leyes de
    Newton.

    Nada personal tengo
    contra los físicos pero aunque estos se exasperen siento
    la responsabilidad de decirles que su juicio sufre de
    aberración congénita.

    La razón de esta escalofriante realidad, dado que de
    ellos depende nuestra visión del Universo, es la
    hipótesis del "espacio absoluto", que por
    un tiempo se
    denominó "éter" y hoy: "espacio-tiempo".

    Por causa de Einstein, el espacio concebido como un ente
    concreto no
    fue en realidad extirpado de la física sino reciclado con
    propiedades ilógicas y quimérico apodo.

    Este sempiterno y subyacente supuesto universal, opuesto sin
    remedio al principio de relatividad, parecería emitido de
    modo persistente desde los archivos
    más antiguos de sus psiquis, y es causa -para darle alguna
    explicación a tamaña desventura intelectual- de que
    sus modernas cortezas cerebrales no logren fundar conciencia de que
    lo demostrado en dicho experimento es la relatividad de la
    velocidad de
    la luz, que esta
    sí depende del estado de
    movimiento de
    la fuente y/o del observador y que transparencias y espejos se
    comportan como nuevas fuentes.

    Esta legítima explicación ya había sido
    propuesta hace más de un siglo ni bien conocido el
    imprevisto resultado de dicho experimento, pero hubo de sucumbir
    bajo el enorme peso del referido preconcepto.

    No sería necesario extenderse más ya que
    está todo dicho: por no aferrarse en su momento a la
    lógica
    conclusión de que cristales y espejos cambian la velocidad
    de la luz, ahora vivimos en los tiempos de la relatividad
    einsteiniana. Tan enraizada está hoy esta teoría y
    tan renuentes a revisarla los que viven de ella que pareciera ser
    tarde para dar marcha atrás. Hoy los físicos se
    niegan terminantemente a escuchar argumentos en su contra.

    No obstante, Einstein tenía razón en muchas
    otras cosas: en que la estupidez humana no tiene límites,
    por ejemplo.

    "¿Cómo diablos revertir esta situación?
    ¡Qué se puede hacer!"

    En vista de que no hay modo en que la lógica atraviese
    la barrera de prejuicios, sumado a la creencia en que la
    física moderna está más allá de su
    jurisdicción, no parece haber esperanza de que una
    argumentación destinada a rescatar a los físicos
    del error en que se encuentran logre su objetivo
    -durante diecinueve años las conclusiones aquí
    expuestas han sido automáticamente calificadas de
    erróneas sin haber sido su lectura
    siquiera considerada. Pero a la larga o a la corta la verdad
    saldrá a la luz y espero que podamos verlo, porque este
    punto de vista tiene a favor que fundamenta un sinnúmero
    de experimentos
    posibles para su verificación, muchos de ellos realizables
    con recursos caseros
    como el de este informe.
    Algún grupo de
    adolescentes,
    con más ganas que dinero,
    podría construir diversos aparatos que derribarían
    el paradigma
    vigente.

    Por mi parte he realizado algunas pruebas con
    dispositivos lamentables. No he hecho más por
    circunstancias que no tiene sentido enumerar aquí (falta
    de tiempo y colaboradores, más que nada). El alentador
    resultado observado es insuficiente, a mi juicio, para convocar a
    una demostración. (Cuando los hermanos Wright hicieron la
    primera exhibición de su aeroplano, no todo el mundo fue
    convencido de que el aparato en realidad voló… y cuando
    Galileo pretendió que algunos personajes importantes de su
    época constataran por sí mismos sus observaciones
    mediante su telescopio, se negaron totalmente).

    No obstante difundí por Email el resultado de mi
    experimento para ver si conseguía entusiastas que me
    ayudaran a mejorarlo y no obtuve el menor eco.

    Este experimento es inmune a las estrambóticas
    interpretaciones que padecen los realizados hasta ahora: bajo
    condiciones adecuadas la Naturaleza
    respaldará con seguridad el
    análisis que a continuación desvela
    la fatuidad del edificio teórico corriente, lo cual es
    lapidario para la relatividad einsteiniana ya que impugna su
    principio de constancia de la velocidad de la luz.

    Este dispositivo demuestra, sin dar lugar a otra
    interpretación, que la luz directa emitida por un arco
    voltaico consta de mayores y menores velocidades de la que hoy es
    considerada única…

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