Fantasía, magia, supersticiones y leyendas del mundo andino contemporáneo
INTRODUCCIÓN
Cuando en el mes de julio de 1998 me interné en las
selvas de la cordillera de Vilcabamba, buscando los restos de la
última capital de los
incas tras la
conquista
ibérica, no pensé en encontrarme con una realidad
"cotidiana" tan diferente a la mía, en sus aspectos
más profundos. Aquellas jornadas de indagación y
cansancio físico fueron mucho más que un mero
traslado en el espacio y geografía del
Perú. En cierto modo, a medida que avanzábamos por
esos abruptos cerros tupidos de vegetación subtropical, no hacíamos
más que adentrarnos en un universo
cosmovisional distinto en el que las fronteras que separan la
"realidad" de la "fantasía" se desdibujaban,
pudiendo experimentar en carne propia una forma de ver y entender
el mundo plagada de magia y, desde nuestro punto de vista
occidental, irracionalismo sin par.
Ingresábamos en el universo del
indio y del mestizo andino; y allí muy pocas cosas se
parecen a lo previamente conocido. El contacto con lo que
nosotros denominamos "sobrenatural" se volvió
"natural" y los esquemas mentales que heredamos del
iluminismo dieciochesco encontraron fuertes competidores y
oponentes, capaces de debilitarlos y transformar nuestras miradas
del Cosmos en una observación claramente llena de romanticismo.
Algunos quizá piensen que nos dejamos influenciar por
creencias y actitudes
religiosas (las andinas) vanas en sí mismas; o que
permitimos que nuestro sentido religioso se desviara hacia la
superstición. Pero nada de ello es cierto. Soy
agnóstico, muy respetuoso de todas las prácticas
religiosas y consciente de que es muy sencillo (y hasta
diría, reaccionario) caratular de supersticiosas las
creencias que "otros" juzgan fundadas, olvidando que éstas
responden a necesidades que la ortodoxia religiosa o
científica no satisfacen. También tengo claro que
es muy difícil acceder a otro "sistema de
referencias" independientemente de sus relaciones con las
doctrinas, paradigmas y
prácticas sustentadas por las fracciones dominantes de una
comunidad
(científica o religiosa). Claramente es una lucha. Un
combate que siempre existió y existirá. Pero
hagamos un esfuerzo intelectual y rescatemos la pequeña
cuota de tolerancia que
aún nos queda para introducirnos en un mundo -el andino-
abandonando los prejuicios en los que nos formaron, tratando de
captar la validez, y hasta la poesía,
que los herederos de los incas actualizan cada vez que se
relacionan con su entorno ecológico y cotidiano.
Dejemos algo bien claro de entrada: en el Perú las
creencias y los rituales que se conservan desde los días
del Tahuantinsuyu* (seguramente modificados en
algunos aspectos formales) guardan íntima relación
con la satisfacción de la subsistencia de los grupos
domésticos o de las comunidades andinas en general. En
función
de esas creencias y rituales perciben, se conectan y
actúan sobre el medio; de allí la necesidad de
analizar el sistema de representaciones de esos individuos y
grupos para poder conocer
de qué forma realidad, necesidades y cosmovisión
interactúan a la hora de observar cómo ideas y
conceptos religiosos (o mágico-religiosos) se aplican a
solucionar los problemas
concretos de la vida.
Desde la práctica de la adivinación hasta las
relaciones que el hombre
andino mantiene con la Pachamama, los apus,
auquis, huacas y otras deidades muy bien definidas
(algunas con un fuerte arraigo local), podemos ver gran parte del
contexto sociocultural de esas comunidades. En cada uno de
esos casos (de los que diremos algunas palabras más
adelante) lo que se busca es resolver estados de
preocupación o inseguridad
producidos por las amenazas propias que soportan los
países subdesarrollados y sectores marginales de la
sociedad.
Consecuentemente, esas creencias no sólo denuncian
problemas reales que afligen a la gente sino que les permiten
superar las crisis; aunque
más no sea a nivel simbólico. Lo que no implica
falta de efectividad a la hora de calmar angustias y dar soluciones a
inconvenientes concretos.
Veamos una serie de ejemplos derivados de mi experiencia
personal.
EL VUELO DEL
CHAMÁN
El Cusco es una ciudad mágica, un lugar en donde el
pasado y el presente se mezclan de una forma muy difícil
de describir con palabras. Allí están los muros
incas, con su majestuosidad e imponencia monolítica
soportando el peso de los siglos, de las invasiones y de los
terremotos.
Allí están los restos de los palacios desde los
cuales se controló
gran parte de la América
del Sur, antes de que los españoles pusieran sus pies en
estas tierras.
Hoy convertidos en hoteles,
museos o restaurantes, esas prestigiosas obras de la arquitectura
precolombina siguen impactando y admirando al más
insensible de los viajeros. Cusco, el Ombligo del Mundo, fundada,
según reza el mito, hacia el
año 1200 de nuestra era por los héroes
civilizadores más destacados de la genealogía
incaica: Manco Cápac, el primer soberano, y Mama Ocllo, su
hermana y esposa.
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