Resumen
En el trabajo se
analiza el fenómeno de la crisis actual
de la filosofía. Se parte del presupuesto de
que ésta es de fondo y estructural, que afecta tanto la
parte fundamental de la filosofía como a su cuerpo
aplicado. En este trabajo,
también, se intenta proponer alternativas a la crisis, es
decir, el replanteamiento del lugar de la filosofía en el
cuadro general del mundo y su reorganización y
reestructuración.
DESARROLLO
Nuestra sociedad
actual vive una contradicción relacionada con el papel
social de la filosofía. La filosofía, como forma de
la conciencia
social, deberá aportar al hombre
(cualquiera que este sea), según el punto de vista
tradicional, una concepción del mundo que le permita
orientarse en éste (el mundo) y reflexionar sobre su lugar
en él, de modo que el hombre
encuentre en la filosofía la guía orientadora de su
conducta y
sentido de la vida. Pero la filosofía, tanto la oficial
como la no oficial, se muestra incapaz
de llegar al hombre, al menos de la forma y en la
proporción que éste, según este punto de
vista, necesita. Esto por una parte; por la otra, el hombre mismo
se aparta de la filosofía, huye de la filosofía, de
sus construcciones teóricas y prácticas como el que
no le interesa el asunto. Esto es una contradicción in
cito e in adjecto. Este orden de cosas está relacionado
con la crisis que vive la filosofía actual.
La filosofía actual transita por una crisis que afecta
su funcionamiento social. Aquí no se trata de una crisis
de esta o aquella filosofía, sino de una crisis
generalizada, una crisis de fondo. El punto culminante en esta
crisis está relacionado con la crisis actual de la
filosofía marxista. Por decirlo así, esta crisis
(la del marxismo) es
el término o remate del proceso de
crisis, que ya desde antes se venía precipitando.
La filosofía marxista atraviesa por una crisis no tanto
de constructos teóricos como de valoración y
significado, en particular de aplicación práctica
de sus tesis. Algunos
autores hablan de esta crisis en distintos términos, tales
como: crisis fecundante, crisis de crecimiento, crisis de
acumulación interna, crisis gnoseológica, crisis de
ineptitud (de agotamiento de sus posibilidades), etc. (1). Esta
crisis, de la valoración y la significación de la
filosofía marxista, está asociada a la crisis del
socialismo
real. La una es, en cierta medida, la expresión subjetiva
de la otra.
Un análisis epistemológico de esta
crisis y del término mismo de crisis lo hace Mario
González Arencibia, donde señala las repercusiones
de la misma (2). Hiram Marquetti Nodarse señala que el
análisis de esta crisis no fue ni ha sido correcto, lo que
no permitió la búsqueda de alternativas (3). El
hecho real es que la crisis del marxismo no es tanto la crisis de
esta filosofía, como la crisis de los marxistas, es decir,
de los pensadores. Y no tanto la crisis de los pensadores
marxistas en general, como crisis de los pensadores
prácticos, de los que intentan aplicar en la
práctica la propuesta social del marxismo. Toda
filosofía, de una forma u otra, hace siempre una propuesta
social. El marxismo no escapa a ello. Por el contrario, se
caracteriza por un enfoque práctico del quehacer
filosófico.
En general, toda filosofía (se trata de esta o aquel
sistema
filosófico) tiene la capacidad de la
autocorrección, de la autodefensa, del autodesarrollo
creador, etc., de modo que está en condiciones de
adaptarse como sistema al cambio de la
realidad. Por eso es que no cobra un sentido absoluto hablar de
crisis de esta o aquella filosofía. Lo que pasa es que en
determinado momento y en determinadas condiciones esta o aquella
filosofía cae en desuso, en desacuerdo con la realidad, en
pérdida de significado práctico. Esta es la esencia
de la crisis del marxismo asociada a la crisis del socialismo
real.
Pero la crisis del marxismo no es solo la crisis que aporta la
pérdida de su significado por esta situación
transitoria en la práctica social (en la construcción de un orden de cosas). La
crisis del marxismo está asociada, también, a la
crisis de los valores
que vive la sociedad actual. Esta crisis (la de los valores), que
por demás es por casi todos reconocida, afecta no
sólo a la filosofía marxista, sino a toda la
filosofía en general. Resulta ser que la filosofía
debe aportar al hombre, según el punto de vista
tradicional, un sistema de valores, una axiología, que le permita orientarse en la
vida y en el sentido de su vida. Pero si el sistema de valores
del hombre y la sociedad está en crisis, en crisis
estará la filosofía en tanto que
axiología.
La filosofía actual no puede cumplir cabalmente con
esta tarea -se nos dice- y, por tanto, está en crisis. La
pregunta que hay que hacerse es de si ahora, ¿ya?, la
filosofía debe aportar al hombre un sistema de valores,
tal y como se concebía anteriormente. ¿No
habrá cambiada la función de
la filosofía? Atribuirle enteramente a la filosofía
la responsabilidad por esta crisis nos parece que no
es del todo correcto. Pero el hecho es que la crisis de los
valores afecta a la filosofía. La pone en crisis.
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