Indice
1. Arte
rupestre: imagen, luz, sombras y conocimiento.
2. Algunos datos sobre la
percepción
3. Los medios de
comunicación
4. La jerarquía de los
sentidos
5. Los campos de la
percepción
6. Bibliografía
utilizada
1. Arte rupestre:
imagen,
luz, sombras y
conocimiento.
Todos los medios son
prolongaciones de alguna facultad humana, psíquica o
física.
Los medios, al
modificar el ambiente,
suscitan percepciones sensoriales de proporciones únicas.
La prolongación de cualquier sentido modifica nuestra
manera de pensar y de actuar – nuestra manera de percibir el
mundo.
Cuando esas proporciones cambian, los hombres cambian.
Marshall McLuhan
Pretendo examinar de manera rigurosa, pero sin
prejuicios de ninguna naturaleza algunos de los asuntos centrales
que aparecen en la problemática de la percepción
de la realidad a través de vista. Tratare de delinear
cómo el sujeto hoy se encuentra ante una
reconfiguración de los modos y medios de
comunicación (instituciones
de poder), una
reestructuración de la percepción
de la realidad y una metamorfosis cognitiva, de acuerdo a los
cuales funcionan los procesos de
orden social y las instituciones.
La supremacía de la vista y la cultura
audiovisual (y sus ordenes epistémicos) produjeron,
producen y producirán cambios en la
organización perceptual del espacio y el tiempo
organizados electrónicamente, en la generación,
procesamiento y consumo de la
información. Esta nueva percepción
de la realidad indudablemente trae aparejadas consecuencias en
los procesos de la
codificación de modelos del
orden social, ruptura en el marco psíquico del pensamiento
humano, redefinición de la subjetividad y los objetivos
políticos de la sociedad.
Como el orden de los factores no altera el producto no
voy a escribir de lo más importante a lo menos importante.
Voy a desplegar algunos puntos paradigmáticos a manera de
croquis.
Hay una causalidad recíproca entre la
metamorfosis de los modos y medios de comunicación y la estructuración de
la percepción tal como lo demuestran las conexiones entre
el despliegue y el hundimiento de la oralidad en la constitución de la cultura clásica.
Cada formación histórica ve y hace todo lo que
puede, en función de
sus condiciones de visibilidad, al igual que dice todo lo que
puede en función de sus condiciones de enunciado. Los
enunciados y las visibilidades son elementos bajo los cuales
todas las ideas se formulan y los comportamientos se manifiestan
en un momento determinado. A propósito de esto, me remonto
en el tiempo para dar
un ejemplo de percepción visual de la realidad, conocimiento y
sociedad de
control:
Hace unos treinta mil años, en el interior de una
caverna, ubicada en una formación caliza en la Francia
Meridional, varios adolescentes
temblaban en la oscuridad. Estaban esperando una
iniciación al culto de los hacedores de herramientas.
Las semanas de ayuno y abstinencia, las pruebas de
silencio y sufrimiento, los rituales de toque de tambor, cantos y
danzas estaban a punto de alcanzar el clímax. Un
paleontólogo contemporáneo argumenta que las
actividades en aquellas cavernas estaban estrechamente
relacionadas con una serie de cambios que se producían en
el pensamiento y
la acción humanos y que continúan reverberando hoy
en día. Las cavernas de Lascaux y otros lugares similares
podrían ser sitios donde se llevaba a cabo el
aprendizaje.
Una vez al año, los candidatos que habían
cumplido cierta edad eran llevados al interior de las cavernas,
por un grupo de
fabricantes de herramientas,
chamanes y artistas cuyas actividades cambiaban el modo en que la
raza humana trabajaba y vivía. Luego de recorrer pasillos
oscuros, estrechos, laberínticos, profundos, se llegaba a
cámaras especiales. Después de los cánticos,
los mitos y textos
susurrados, la oscuridad era rota por antorchas y lámparas
dispuestas a intervalos estratégicos. Los jóvenes
que estaban situados en posiciones predeterminadas con exactitud,
veían de pronto figuras sobrenaturales que flotaban en el
espacio delante de ellos: bisontes, pájaros,
símbolos, figuras humanas que saltaban desde la oscuridad
llenando su campo de visión.
En este momento de miedo y temblor inducido
audiovisualmente, se impartían los primeros secretos
tecnológicos. La psique sensibilizada, de los iniciados se
enmarcaba con secuencias elaboradas de visiones y sonidos. Los
conocimientos, la información, eran grabados en los cerebros
de nuestros ancestros con el acompañamiento de un
espectáculo tridimensional de luz y sonido.
En la época en que se crearon las pinturas
rupestres, nació una nueva forma de vida. Se fueron
produciendo cambios en casi todos los campos del entendimiento
humano. Muchas de las pinturas de estas cavernas son figuras
distorsionadas sobre protuberancias y depresiones naturales en la
piedra caliza, a fin de que las representaciones tuvieran una
apariencia tridimensional al ser vistas bajo una luz y un
ángulo adecuados. Otras imágenes
fueron talladas en la pared de modo que solo se vieran cuando se
movía una luz que incidía en ellas desde un
ángulo apropiado. Todo esto se podría deber a la
intención de crear un "estado de
conciencia
alterado" para favorecer la impresión de
información en la mente de nuestros ancestros, se llevaba
a cabo el aprendizaje.
El tema subyacente es la continuidad. El hoy es el
resultado de la elaboración creciente y de escala mayor, de
fuerzas liberadas ayer durante el paleolítico superior. La
tarea de procesar y analizar la información es aún
decisiva, y así es la tarea de la
comunicación: crear símbolos más
compactos, nuevos, imágenes
más refinadas sobre las pantallas del tipo de televisión
(TV, PC, etc.). La supervivencia sigue dependiendo del uso de
todos los recursos, del
arte y la
ceremonia, así como de la tecnología, para
construir sociedades
"estables", organizadas a partir de una cantidad creciente de
individuos ariscos e impredecibles que necesitan ser
"disciplinados".
El rápido desarrollo de
las técnicas
de gráfica computarizada es parte de la
reconfiguración de las relaciones entre una observación subjetiva y modos de
representación que invalidan definitivamente la
mayoría de los significados culturalmente establecidos
para los términos observador y representación. La
difusión y la formalización de imágenes
generadas por computadoras
prometen la implantación omnipresente de "espacios"
visuales fabricados. Pero espacios diametralmente distintos a los
espacios miméticos como el cine la
fotografía
o la
televisión.
Las técnicas (realidad
virtual, ideografía dinámica, hipertextos, resonancia
magnética, holografía, sensores
multiespectrales, etc.) para la producción de imágenes están
relocalizando la visión, la percepción, en un plano
separado del observador humano. A la vez, estas técnicas
se están convirtiendo en los modelos
dominantes de visualización, de acuerdo a los cuales
funcionan los procesos de orden social y las
instituciones.
No es difícil darse cuenta que el Estado
aplica estrategias y
tácticas particulares de gobierno, para
que los sujetos y las poblaciones adopten comportamientos
deseados por el poder, a
través de diferentes mecanismos. En realidad "dos grandes
mecanismos que son la fuerza que
actúa sobre los cuerpos" y la fuerza que
ejerce sobre la población".
Como uno de los paso necesario para la adopción
de comportamientos por parte del sujeto las funciones del ojo
humano están siendo suplantadas por prácticas en
las cuales las imágenes visuales, ya no tienen ninguna
referencia respecto de la posición de un observador en un
mundo "real", ópticamente perceptible (Internet). Crecientemente la
visibilidad está situada en un terreno cibernético
y electromagnético, donde la abstracción visual y
los elementos lingüísticos se entremezclan y
coinciden, se consumen e intercambian en el ámbito
global.
Estamos ante un proceso por el
cual el capitalismo
desarraiga y hace móvil lo que esta fijo, despeja o
destruye lo que impide la circulación, y hace
intercambiable lo que es singular. Todo esto es lo que sucede en
este proceso de
modernización, donde el sujeto humano se constituye o se
lo constituye de acuerdo a los nuevos acontecimientos, fuerzas e
instituciones y regímenes de visibilidad. Las sociedades
capitalistas controlan a la población por medio de la "gigantesca
maquinaría de instituciones (familia, medios de
comunicación, la escuela, centros
de trabajo, clubes sociales y deportivos, partidos
políticos, etc.) que encuadran a los individuos a lo
largo de su existencia" y de acuerdo con practicas disciplinarias
tendientes a ordenar, clasificar y constituir los cuerpos de los
sujetos, sus posiciones y desplazamientos de los espacios
íntimos, en los espacios privados y en los espacios
públicos. Así como controlar la dimensión
temporal de sus vidas.
A comienzos del siglo XIX, una nueva serie de relaciones
entre el cuerpo, por un lado, y las formas del poder
institucional y discursivo, por el otro, redefinieron el campo
perceptual del sujeto observador. El corte con los modelos
clásicos de visión y de observador en este siglo
fue mucho más que un simple cambio en la
apariencia de las imágenes y obras de arte, o en los
sistemas de
convenciones representacionales. Este corte fue, mas bien
inseparable de una masiva reorganización del conocimiento
y las prácticas sociales que modificaron de
múltiples maneras las capacidades productivas, deseantes y
cognitivas del sujeto humano.
La historia de la
visión, como herramienta para la percepción de la
realidad, depende mucho más que de un resumen de los
cambios o variaciones en las practicas representacionales,
depende del problemático fenómeno del observador.
La visión y sus efectos son siempre inseparables de las
posibilidades de un sujeto observador, cuyo cuerpo es a la vez un
producto
histórico y el asiento de ciertas prácticas,
técnicas, instituciones y procedimientos de
subjetivización.
A través de las practicas comunicacionales las
instituciones (y los medios de
comunicación como parte de ellas) buscan
"individuarnos según las exigencias del poder" y
normalizarnos, es decir vincular a cada individuo a una identidad
sabida, conocida, determinada.
En este sentido, los placeres y rituales de la
comunicación (en apariencia libres) están
fuertemente codificados por el poder según
"regímenes de visibilidad" y discursivos que prescriben lo
que puede ser visto, dicho, leído o escuchado, lo deseable
y lo indeseable, lo placentero y lo no placentero, lo que se
puede hacer y lo que no por determinados sujetos en tiempos,
espacios y situaciones socialmente definidas. Se habla sobre el
ejercicio del poder de los medios a través de los discursos, de
los contenidos de los mismos. Sin embargo el poder también
se ejerce y constituye merced a practicas no discursivas, que
actúan sobre los cuerpos de manera más
sutil.
"Nuestras sociedades disciplinarias pasan por
categorías de poder que pueden definirse así:
imponer una tarea cualquiera o producir un efecto útil,
controlar una población cualquiera o gestionar la
vida".
Así, el establecimiento de una "normalidad" en la
medicina, en
psicología
y en otros terrenos se tornó una parte esencial de la
modernización del individuo según los
requerimientos del poder institucional del siglo XIX, y fue a
través de estas disciplinas que el sujeto, en un sentido
se volvió visible. La discusión científica y
filosófica de la visión, en el siglo XIX
acumuló el
conocimiento sobre el rol constitutivo del cuerpo en la
aprehensión del mundo visible y a posteriori se
descubrió la importancia que la eficiencia y la
racionalización en muchas áreas de la actividad
humana dependían de la información sobre las
capacidades del ojo humano. El resultado de una óptica
fisiológica fue el de exponer la idiosincracia del ojo
"normal". Esto genero nuevas
tecnologías para imponer una visión normativa
sobre el observador.
Los medios electrónicos de comunicación pueden ser considerados como
disciplinadores (si se tiene en cuenta la noción de
disciplina
desarrollada por Foucault a partir
del análisis del "Panóptico de Bentham"
como modelo de las
instituciones de encierro del siglo pasado) en la medida en que
van transformando la definición de los espacios urbanos y
se ha trastocado la división tradicional entre espacio
público y espacio privado e incluso íntimo, gracias
a la emergencia de las nuevas tecnologías de la
información, la informática y todas las formas de
comunicación a distancia y según las necesidades
del gobierno de la
población.
La estandarización de la imaginería visual
del S. XIX debe ser vista como un proceso de normalización y sujeción del
observador. Los artefactos ópticos involucraron
dispositivos de cuerpos en el espacio, regulaciones de actividad
y despliegue de cuerpos individuales, lo que significó y
normalizó al observador con sistemas
rígidamente definidos de consumo
visual.
El poder busca tener la ubicación precisa de los
individuos y una distribución de ellos en un espacio
susceptible de ser analizado. El documento de identidad es
en las sociedades contemporáneas, "condición de
existencia". Los documentos de
identidad y localización son regímenes de
visibilidad, permiten saber quién es quién,
cómo y dónde encontrar a cada sujeto, y de esa
manera, vigilar o por lo menos predecir su conducta.
En el contexto de la ciudad moderna, la casa, dominio de la
institución familiar y espacio tradicionalmente privado,
gracias al impacto de las nuevas tecnologías
comunicativas, se ha ido metamorfoseando. El hogar fue objeto de
invasión del poder público, quien interviene, en
particular, a través de la
televisión y la radio. Estos
medios, en la vida cotidiana, reordenan los espacios y las
actividades que en ellos se realizan. Producen una metamorfosis
de poder – saber. Por mediación de ellos el poder
individualiza a los sujetos y disciplina a
los cuerpos.
Así, también los medios de
comunicación a distancia las actividades públicas a
los espacios privados. El poder busca a través de los
medios electrónicos restringir el contacto físico
de los cuerpos, disminuir los desplazamientos, evitar
aglomeraciones, hacer innecesario que la gente tenga que salir de
sus casas (espacio de control de
cuerpos en donde los sujetos se encuentran "encerrados"
voluntariamente) y con ello impedir las situaciones de encuentro
colectivo.
Gracias a la comunicación mediada (teléfono, computadora,
fax, etc.) el
poder inscribe al individuo en el hogar ya que desde ahí
el sujeto puede realizar las distintas actividades cotidianas de
trabajo y diversión sin necesidad de desplazarse. La casa
es una metáfora de la celda y la ciudad se convierte en la
gran prisión controlada por la mirada del poder que se
introduce vía la pantalla, en el centro mismo del espacio
"íntimo" del hogar.
La propaganda
paranoica de los medios de comunicación, alientan a la
población a permanecer en casa y evitar los "peligros" de
la calle, las incomodidades de las concentraciones humanas y la
convivencia colectiva, y las molestias del contacto con otros
cuerpos. Los ciudadanos se convierten en individuos solitarios
secuestrados en su propia casa y virtualmente observados por los
padres, los maestros, los jefes, etc.
Observare significa "confrontar la propia acción,
consentir en", como cuando observamos reglas, códigos
regulaciones y prácticas. Un observador es alguien que ve
con una gama de posibilidades preescritas, alguien que
está inmerso en un sistema de
convenciones y limitaciones. Hablar de un observador es
irreductible al sistema de las
relaciones discursivas, sociales, tecnológicas e
institucionales. No hay sujeto previo a este campo en continuo
movimiento y
transformación. Lo que cambia son las fuerzas
heterogéneas y las reglas de composición del campo
en el que la percepción ocurre. Y lo que determina la
visión en cada momento histórico no es alguna
estructura
profunda, base económica o visión del mundo, sino
el funcionamiento de un compuesto colectivo de partes dispersas
sobre una única superficie social.
El ojo electrónico nos mira virtualmente y frente
a él hay que comportarse siempre "correctamente".
Justamente la mecanización del poder estriba en que el
sujeto se sabe vigilado sin necesidad de ver a quien lo vigila,
de manera que el poder es introyectado por el sujeto hasta el
punto de que "él que esta sometido a un campo de
visibilidad, y lo sabe, reproduce por su cuenta las coacciones
del poder; las hace jugar espontáneamente sobre sí
mismo".
Desde los ojos electrónicos que nos vigilan en el
supermercado hasta la pantalla televisiva que nos acompaña
en nuestro hogar (cocina, living, habitación), en la
cotidianeidad, los medios electrónicos se constituyen en
el entorno permanente de todas nuestras actividades, como
presencia continua. Panóptico virtual que representa
imaginariamente la mirada omnipresente del poder, la mirada del
"Otro" como el ojo del vigilante del "Gran Hermano" en la novela 1984 de
Owell. El efecto del poder del panóptico radica en que
induce en el sujeto "un estado
consciente y permanente de visibilidad que garantiza el
funcionamiento automático del poder".
Los medios de comunicación como instituciones del
Estado, al inscribiese en el centro de la vida cotidiana de los
sujetos, cumple la función de encuadre y organización de las rutinas diarias en su
dimensión temporal.
Para Baudrillard, la modernidad esta
íntimamente ligada a la capacidad de los grupos y clases
sociales recientemente llegados al poder para superar la
exclusividad de los signos y para iniciar una
proliferación de la demanda de los
signos. Imitaciones, copias, falsificaciones, y las
técnicas para producirlas fueron todos desafíos al
monopolio y
control aristocrático de los signos. La mímesis en
este caso es una cuestión de poder social, un poder
fundado en la capacidad de producir equivalencias.
El tiempo libre y el tiempo de trabajo son dos momentos
complementarios de la dimensión temporal de la vida de la
población ajustada a las necesidades del aparato de
producción. Por ello es necesario dinamizar
el consumo, y ofrecer a la población nuevas formas de
entretenimiento y organización del tiempo libre. El aparato
de producción, los medios electrónicos de
comunicación, la publicidad, la
mercadotecnia,
etc. se transformaron en una retícula de instituciones y
dispositivos de fiscalización y control de la totalidad
del tiempo vital del individuo.
El tiempo libre del sujeto (encaminado al consumo, a la
reproducción) es en el que los mecanismos y
dispositivos de consumo y la publicidad
ejercen un control general del tiempo encaminado a drenar la
economía
de la población y controlar la forma y el momento en que
los sujetos utilizan su salario.
La televisión
y todos los equipamientos tecnológicos se privilegiaron un
lugar en el espacio privado familiar e intimo. Constituyen un
campo de visibilidad, de manera que la pantalla articulada al
resto de medios de comunicación y rituales de consumo y de
comunicación, sostiene la vida de los sujetos y organiza
la rutina de sus actividades, en series, a lo largo del tiempo.
Organizan la vida privada de los sujetos en el calendario de la
vida nacional (fiestas, fechas patrias, días de la madre,
del niño, del padre, del amigo, etc.).
Tenemos así que todos los deseos, las formas de
ver y de decir están codificadas por la cultura. La
percepción se configura a través de la mirada y de
los lenguajes de los otros.
Todo es cuestión de interpretaciones, todo es
cuestión de relaciones de poder y correlaciones de fuerza,
solo hay maquinas
deseantes y voluntad de poder, fuerzas productivas y relaciones
de producción, han intentado convencer al mundo de que el
conocimiento
científico no es más digno ni más
universal que un anuncio publicitario, o un ritual
chamánico, de que la verdad de una palabra, de una
imagen, de una
representación solo reside en su eficacia
práctica o en su rendimiento comercial y en definitiva, de
que todo vale.
"Por un lado cada estrato o formación
histórica implica una distribución de lo visible y de lo
articulable que actúa sobre la propia formación,
por otro lado, de un estrato al otro hay una variación en
la distribución porque la propia visibilidad cambia de
estilo, en tanto los enunciados cambian ellos mismos su
sistema".
A modo de reflexión, la resistencia a
esta configuración tecnocultural puede ampliarse para el
observador crítico, y no mero resonador de los signos de
los tiempos, hay que tener deseo en otro lugar que el socialmente
sancionado, hay que sustraerse a la norma, tomar distancia frente
a los signos naturalizados de la cultura visual, ser un
"desadaptado", un insumiso, un desarraigado de los "valores"
establecidos. Entonces la lucha por la subjetividad como derecho
a la diferencia y derecho a la variación, a la
metamorfosis es interminable, permanente.
La televisión, los medios de comunicación
en sí, y los equipamientos tecnológicos
(cualesquiera sean) deben ser utilizados por los seres humanos,
no depender de ellos y terminar alienados en la
"comunicación impersonal" que genera
incomunicación.
La circulación y la recepción de toda la
imaginería visual está tan estrechamente
interrelacionada para mediados del siglo, que cualquier forma de
representación visual ya no tiene, por sí sola, una
identidad autónoma significativa. Los sentidos y
los efectos de cada imagen son siempre adyacentes tanto a este
ambiente
sobrecargado y plurisensorial como al observador que lo habita.
Lo que se inicia en las primeras décadas del siglo XIX, es
un reposicionamiento del observador, que deja fuera las
relaciones fijas de interior / exterior propuestas por la
cámara oscura y se interna en un terreno en el cual la
línea entre la sensación interna y signos externos
se hace borrosa. Los imperativos de la modernización
capitalista a la vez que demolieron el campo de la visión
clásica, generaron técnicas de imponer la atención visual, racionalizar la
sensación y organizar la percepción. Estas fueron
las técnicas disciplinarias que obligaron a concebir al
acto de ver como instrumental modificable y abstracto.
Es importante considerar como parte de la
imaginería al procesamiento de los datos personales,
de los datos que tienen
en su poder la policía, los departamentos administrativos
y de seguridad. Como
hecho anecdótico me gustaría señalar que de
acuerdo Miguel Bonasso, en su libro Don
Alfredo, expone que Yabran tenía un servicio de
inteligencia
que manejaba información (dataimagen) de más de un
millón y medio de personas, que manejaba a través
de todas sus empresas.
Aplicada a la información personal, el
incremento en la capacidad para procesar recuperar datos tiene
implicaciones trascendentales para la vigilancia, pues la nueva
mediación tecnológica de los datos y la construcción, comunicación y uso
informatizado de los archivos con
datos personales plantea una serie de cuestiones. Dicho se de
paso y me parece relevante: en la última reforma de la
constitución nacional se adoso un articulo,
el 43 donde dice que "toda persona
podrá interponer el recurso de hábeas data para
tomar conocimiento de los datos a ella referidos y de su
finalidad, que consten el registro o
bancos de
datos públicos, o los privados destinados a proveer
informes, y en
el caso de falsedad o discriminación, para exigir la
supresión, rectificación, confidencialidad o
actuación de aquellos. No podrá afectarse el
secreto de las fuentes de
información periodística."
Cada vez es más fácil poder disponer de
perfiles integrados de ciudadanos individuales. La capacidad de
vigilancia aumenta gracias al uso de las nuevas
tecnologías.
2. Algunos datos
sobre la percepción
La percepción, como el vinculo vital de la
conexión del hombre al
mundo, incluye al sujeto como perceptor, al acto de percibir y el
contenido de lo percibido. El sujeto humano perceptor visualiza
al mundo como campo vivido, horizontal y este acto une al sujeto
con lo percibido. Lo percibido, sus contenidos, que resultan del
tal acto, afecta la influencia del sujeto en el mundo. Obtenemos
así que la percepción es un todo reflexivo,
integral que abarca, al perceptor, el acto de percibir y el
contenido de lo percibido.
La percepción como todo reflexivo e integral es
el contexto inmanente y hermenéutico en el cual localizar
todo contenido de pensamiento. Esta percepción está
limitada por tres factores, a saber:
- Los medios de comunicación que encuadran y
facilitan la percepción. - La jerarquía de los sentidos,
es decir, el oído, el
tacto, el olfato, el gusto y la vista, que estructura
el sujeto como perceptor encarnado. - Las presuposiciones epistémicas que ordenan el
contenido de lo percibido.
Estos tres factores están relacionados e
interactúan. Este conjunto constituye un campo de
percepción. Estudios recientes revelan que los medios de
comunicación, la jerarquía de los sentidos y las
presuposiciones epistémicas cambian con el correr del
tiempo.
En este siglo proliferan los medios de
comunicación, cada uno de los cuales se sucede y se
sobrepone a los anteriores. Estos no solo transmiten la
información sino que también la empacan y la
filtran, cambiando así su significado.
A la cultura se la puede concebir como oral,
quirográfica, tipográfica o electrónica, según el soporte
mediático que utilicen. Cada uno de estos tipos de cultura
organiza y enmarca el
conocimiento en forma distinta de los otros tres.
Una cultura oral no tiene lenguaje
escrito, por esta razón, no tiene registros, no
posee textos. Aquí el habla cumple una combinación
de funciones que
la cultura tipográfica separara en compartimentos. En la
cultura tipográfica el habla es comunicación, en
tanto que el conocimiento se conserva no ya a través del
habla sino de la prensa. En
cambio en una
cultura oral, sin registros
escritos, el habla tiene que satisfacer obligatoriamente las dos
funciones: la de conservar el conocimiento así como
también la comunicación, ya que sólo en el
acto del habla puede permanecer su conocimiento. Sin el apoyo de
la imprenta, el habla en la cultura oral es ayudada por la memoria. El
conocimiento en la cultura oral tiende a ser conservador, no
especializado, y su contenido no es analítico sino
formulaico.
En el siglo XX, estamos ingresando en una cultura
electrónica, una cultura de la
comunicación basada en medios eléctricos y
electrónicos, como el telégrafo, el
teléfono, la radio, el
cinematógrafo, el televisor, la videocasetera, el
tocadiscos, el CD rom,
DVD, la
computadora, etc. Esta nueva cultura electrónica se
está superponiendo a la antigua cultura
tipográfica, sin desplazarla por completo. Está es
una época de transición. El cambio se da en la
comunicación por medio del "tipo" a la comunicación
por medio del "bit".
La lógica
de la ciencia
objetiva esta siendo desplazada por la lógica
binaria – digital de las ciencias de
las computadoras.
4. La jerarquía de
los sentidos
Podemos decir que ninguno de los sentidos es
completamente autónomo. Estos, en su conjunto, nos brindan
la experiencia de la realidad. El oído se caracteriza por
ser el más continuo y ponderante. La vista siempre va
dirigida a lo que está enfrente, no demasiado lejos ni
demasiado cerca, ya que de otra manera no se podría ver
claramente. La vista es considerada el más noble de los
sentidos. En cambio, el sonido es
más sugestivo y más cercano que la vista. La vista
siempre realiza la percepción de una superficie desde un
ángulo especifico. La calidad del
sonido es fundamentalmente más vital y conmovedora que la
vista.
De los cinco sentidos, el tacto es el más
realista y más seguro. A lo que
se ve u oye siempre se tiende a verificarlo y a esto se lo hace a
través del tacto. El tacto da la seguridad de
aquello que se ve u oye.
A la realidad cotidiana la percibimos no sólo a
través de la vista sino mediante una combinación de
los cinco sentidos, que se verifican y se refuerzan unos a otros.
Cada ser humano tiene una combinación ligeramente distinta
de capacidad de percibir sensaciones, como así
también una diferente experiencia de la realidad debido a
la distinta combinación de los cinco sentidos.
Los medios electrónicos extienden nuestros
sentidos, han extendido y extrapolado la vista y el oído
alterando nuestra realidad cotidiana.
En la modernidad el
cine y la
televisión crearon una "realidad" basada en la
visión y el sonido extendido sin ninguna referencia a los
otros tres sentidos. Al hablar de fotografía, cine y televisión
hablamos de mímesis. En la actualidad, a diario, el sujeto
humano es bombardeado con estas nuevas imágenes visuales y
auditivas.
5. Los campos de la
percepción
Desde el aquí y el ahora, el hombre,
enfoca el mundo como campo horizontal. La dimensión
espacial entre aquí y ahora y la dimensión temporal
entre ahora y entonces, son las coordenadas perceptuales que
definen el marco de vida para el sujeto humano. Se caracteriza
por ser un campo horizontal, ya que el sujeto lo enfoca
perspectivamente, desde lo íntimo y familiar hasta lo
distante y tipificado, con la intención de vivir. "En cada
período la cultura de los mass media forja el acto de
percibir; el sujeto queda delimitado por una diferente
organización jerárquica de los sentidos, y el
contenido de lo percibido lo ofrece un conjunto distinto de
reglas".
En la Edad Media, el
campo de la percepción estaba conformado por una cultura
oral-quirografica, una jerarquía de los sentidos que daba
preferencia al oído y al tacto. El mundo de la Edad Media,
perceptualmente no era centrado en sí mismo sino
ilimitado. De acuerdo a su visión teocentrica.
El campo perceptual en el renacimiento
fue reconstituido por una cultura oral – quirográfica, una
jerarquía de los sentidos que daba preferencia al
oído y al tacto y al orden epistémico de la
analogía.
La percepción renacentista, fue reconstituida por
una cultura de los medios de comunicación en
transición, de la quirografía a la
tipografía, aunque con la persistencia de la oralidad
subyacente en el ámbito popular. Un cambio gradual en la
jerarquía de los sentidos, de la preferencia por el
oído y el tacto a la supremacía de la
vista.
En los siglos XVII y XVIII, un nuevo campo perceptual,
constituido por la cultura tipográfica, la
supremacía de la vista y el orden de la
representación en el espacio se sobrepuso a los
anteriores. Un campo no reflexivo, visual y
cuantitativo.
El campo perceptual en la sociedad burguesa estuvo
conformado por una cultura de carácter
tipográfica que se complemento con la revolución
fotográfica y merced a ello, por una visualidad extendida.
En cambio, el campo perceptual del siglo XX esta constituido por
la cultura electrónica y por la extrapolación de
vista y sonido. El contenido del conocimiento, es determinado por
el campo de percepción.
En la burguesía la principal característica de la percepción fue
la linealidad. La supremacía visual y la razón
objetiva, respaldadas por la cultura tipográfica, aislaron
ciertos fenómenos percibidos como causa y otros como
efecto.
La revolución
perceptual, de los años que van desde 1905 hasta 1915,
metamorfoseo el campo burgués de la percepción. La
linealidad visual fue característica principal de la
percepción en la sociedad burguesa. Lo que surgió
en su lugar fue la aceptación de diferentes relaciones
perspectivas dentro de una sola disciplina. La
multiperspectividad desembocó en un nuevo campo perceptual
en el siglo XX para reflejar la estructura controlada de la
sociedad burocrática de consumo controlado.
El nuevo campo perceptual, de nuestro siglo, está
constituido por una cultura electrónica, por la
extrapolación del sonido y de la vista, y la
sistematización sincrónica de oposiciones binarias
y diferencias sin identidad. La revolución perceptual
destruyó el campo ideal de una personalidad
individual así como la causalidad freudiana del
subconsciente ya no es viable, pues la persona
contemporánea tiene mucho menos de personalidad
integrada, mucho menos de interior. El campo de la
percepción determina el contenido del conocimiento. Pero
ese campo es, a su vez, determinado por la sociedad como
totalidad, pues el conocimiento dentro de la totalidad es mucho
más que una simple ideología o superestructura. Es la conciencia
intencional dentro del campo perceptual. Pero los medios de
comunicación, la jerarquía de los sentidos, y el
orden epistémico que constituyen ese campo están
determinados por la estructura de la totalidad.
Una vuelta de tuerca más…
Hasta aquí intente mostrar los modos y maneras de
"ver" la "realidad", la dimensión que adquiere la
percepción visual para nuestra cultura, y cómo
quienes ostentan el poder utilizan la noción de disciplina
desarrollada por Foucault a partir
del análisis del "Panóptico de Bentham",
como modelo de las
instituciones de encierro del siglo pasado. La sociedad
capitalista industrial, los medios electrónicos de
comunicación, la publicidad, la mercadotecnia,
etc. se transformaron en una "retícula" de instituciones y
dispositivos de fiscalización y control de la totalidad
del tiempo vital del individuo, para lo cual la visión
desempeña un papel de
fundamental importancia.
La vista se aparece en un principio como un dato
natural, como un dato continúo, el sentido de la vista
esta implicado en una continuidad. Incluso si uno cierra los
ojos, o al dormir, en las imágenes mentales o en los
sueños, nuestro sentido de la "vista" sigue en
funcionamiento. Se puede decir que nuestro estado normal de
conciencia es de por sí una simulación
hiperrealista. Nosotros construimos modelos (en nuestra "pantalla
mental") del mundo en nuestra mente, usando los datos que
provienen de los órganos de nuestros sentidos y las
aptitudes de procesamiento de información de nuestro
cerebro.
Existe una obligación de ver no relacionada
directamente con las tecnologías, que solo canalizan esta
obligación. Para darle impulso a la obligación de
ver son necesarias la fuerza de voluntad de ver (que depende de
la subjetividad individual y en cierta medida constituye un
mecanismo de defensa ante la imposición visual), la
orientación de la mirada, un conjunto de creencias y
costumbres sociales y una red de
relaciones.
La proporción y la cantidad de entrada auditiva y
visual con respecto a la recepción / percepción
dominante de la realidad fueron alteradas por la radio y por
los teléfonos y luego vueltas a alterar por la
televisión; nosotros vemos, oímos, aprehendemos y
"nos enseñan", así el mundo de una forma
diferente.
Como lo adelantara Marshall McLuhan: "Los medios
electrónicos alteran las proporciones entre los sentidos",
pero, además, se podría agregar que "no existe una
realidad absoluta, sino solo visiones o concepciones subjetivas,
y en parte totalmente opuestas, de la realidad, de las que se
supone ingenuamente que responden a la realidad "real", a la
"verdadera" realidad".
6. Bibliografía
utilizada
-Jonathan Crary, "La modernidad y la cuestión del
observador", 1996.
-Richard Lowe, "Historia de la
percepción Burguesa".
-Paul Watzlawick, ¿Es real la realidad?,
Editorial Herder, Barcelona,
1989
-David Lyon, "El ojo electrónico", Ed. Alianza
Editorial.
-Deleuze – Foucault, "Lo Visible y lo
Invisible".
-G. Deleuze, Foucault. Madrid, Paidós,
1987.
-John Pfeiffer, The creative explosion, 1982.
-M. Foucault, cuarta y quinta conferencia, en
La verdad y las Formas Jurídicas, Gedisa,
11981.
-M. C. de la Peza Casares, Medios de
comunicación, gobierno de la población y
sujetos.
-Pardo, José Luis, Tiempo de subjetividad,
Paidós.
-Alejandro Piscitelli, Ciberculturas,
Paidós.
-Marshall MacLuhan, El medio es el masaje.
-Virilo P. El complejo de los medios, en "El arte del
Motor", Ed.
Manantial, Bs. Aires, 1993.
-Miguel Bonasso, "Don Alfredo" Ed Planeta, Buenos Aires,
1999.
Palabras Clave:
Visibilidad, visión, control, realidad, capitalismo,
percepción, medios de
comunicación, individuos, cultura, Imagen,
panóptico.
Categoría:
Creo que puede incluirse en Estudios Sociales.
Resumen:
En este pretendo examinar la problemática de la
percepción de la realidad a
través de vista. Tratare de delinear cómo el sujeto
hoy se encuentra ante
una reconfiguración de los modos y medios de
comunicación (instituciones de
poder), una reestructuración de la percepción de la
realidad y una
metamorfosis cognitiva, de acuerdo a los cuales funcionan los
procesos de
orden social y las instituciones.
Autor:
Fernando G. Correa
fernancorrea[arroba]yahoo.com.ar
Estudiante de Licenciatura en Comunicación
Social
Universidad
Nacional del Comahue.
Rio Negro