Indice
1.
Preconceptos, Motivaciones, Expectativas
2.
Presentación
3. El nacimiento del encierro
moderno
4. Análisis Del
Dispositivo
5. el psicólogo:
quehaceres, saberes y poderes
6. Anexo: entrevista con psi.
Nelson de león
7. Conclusiones
Individuales
8.
Bibliografía
1. Preconceptos, Motivaciones,
Expectativas
Disparadores
"Si el deseo está reprimido es porque toda
posición de deseo, por pequeña que sea, tiene
motivos para poner en cuestión el orden establecido de una
sociedad… y
ninguna sociedad puede
soportar una posición de deseo verdadero sin que sus
estructuras de
explotación, avasallamiento y jerarquía no se vean
comprometidos… Para una sociedad tiene, pues, una importancia
vital la represión del deseo y algo aún mejor que
la represión, lograr que la represión, la
jerarquía, la explotación, el avasallamiento mismos
sean deseados."
Deleuze – Guattari
"La enfermedad aparece como la encarnación desdichada de
una protesta justa ante una opresión injusta"
Moscovich – Braunstein
"La crueldad de una cultura no se
debe medir por la cantidad de crímenes que allí se
cometen sino por el tipo de castigos que la sociedad impone a los
sujetos."
Oscar Wilde
"El hombre del
que se nos habla y que se nos invita a liberar es ya en sí
el efecto de un sometimiento mucho más profundo que
él mismo… Las Luces, que han descubierto las libertades,
inventaron también las disciplinas."
M. Foucault
Alvaro:
Para la realización del trabajo, la
organización grupal inicial fue bastante
espontánea. En mi caso, llegué al grupo ya casi
armado y me interesó la idea que se estaba manejando, que
en un principio no era exactamente de "encierro". Poco a poco
fuimos amoldando la idea hasta llegar aquí. En lo personal, creo
que lo más motivante del tema elegido es el acceso a un
conocimiento
más profundo de lugres de encierro como cárceles y
hospitales psiquiátricos, de sus características y de la vida que
allí llevan los internos. Mis preconceptos de estos
lugares de encierro no son para nada buenos. Creo que es falso
eso de que son "rehabilitadores sociales" salvo escasas
excepciones. Las cárceles para mí son centros de
castigo que traspasan toda barrera llegando a enormes castigos
psíquicos y morales, además de los ya sabidos
físicos. Y en el caso de los hospitales
psiquiátricos creo que no deben ser muchos los casos de
internos que salgan bien psicológicamente. Pienso que es
un lugar que cumple una función
que es algo así como de "reclutador" de aquellos que no le
sirven a esta sociedad. Respecto al trabajo, mis expectativas
giran en torno a una buena
realización basada en el grupo, en sus
vivencias personales y en todo el material teórico
mío y de mis compañeros, apuntando a un
enriquecimiento de mis ideas respecto a los lugares manejados y
sobre todo de los internos.
Madelein:
Existieron varias motivaciones que me llevaron a elegir
la temática acerca de los encierros. La primera de ellas
es lo diferente del tema; diferente tal vez para mí porque
tomo como referencia el hecho de que nunca antes había
estudiado o leído algo acerca del tema. Por otra parte, la
temática me parecía interesante porque trata de un
hecho o situación que ha existido a través de la
historia y el
tiempo de una
u otra manera, por ejemplo, las cárceles. De manera ya mas
especulativa encuentro como motivación
la necesidad de confirmar o no la creencia que existe en el
imaginario social de que los individuos que residen en instituciones
de encierro se encuentran viviendo una situación de horror
y espanto, y que allí nada se hace por ellos, esta
motivación es a la vez un
supuesto.
Tal vez mis motivaciones que en cierto punto pueden
confundirse con mis expectativas, sean muy ambiciosas para un
estudiante de primer ciclo, pero obviamente también
trataré de adecuarme a mis posibilidades al momento de
decidir hasta donde profundizar en la temática. En cuanto
a las expectativas, espero que este trabajo me ayude a decidir
qué rama de la Psicología quiero
seguir, y si no es mi decisión tomar ese camino por lo
menos saber y conocer un mínimo indispensable acerca del
quehacer del Psicólogo en estas instituciones.
Marcela:
En una primera instancia me intereso el tema por el
hecho de saber como se desempeñaba un psicólogo en
la sociedad, en un hecho amplio, donde se relacionan muchas
personas, con una característica en común su
hábitat, en una institución, tan peculiar como
pueden ser las cárceles los hospitales
psiquiátricos, etc., todos lugares de "encierro".
Es incierto para mí cual es la función del
psicólogo en instituciones como los hospitales
psiquiátricos en los cuales, todo esta controlado por el
médico psiquiatra; como son las terapias que allí
se realizan, como se afronta el hecho de la
rehabilitación.
También me interesa el tema del surgimiento de este tipo
de instituciones, cual es la demanda por la
cual surgen en el mundo y en nuestro país.
Marcelo:
Mis presupuestos… que al hablar de exclusión,
de poder, el
lugar que ocupamos nunca es neutro, tampoco fijo: es
móvil, somos sometidos aquí y dominamos
allá. Por eso, es ineludible a la hora de hablar del
quehacer del psicólogo el preguntarse desde qué
lugar pronunciamos un discurso y
desde qué juego de
relaciones de poder lo hacemos funcionar. Mis motivaciones…
hace mucho que estoy sensibilizado con las relaciones de poder en
instituciones ya que, por un lado, me permite acercarme a la
problemática de la exclusión y, por otro, a la
crítica a una sociedad como la nuestra que ambiguamente se
horroriza ante el loco, el delincuente o el drogadicto (quien hoy
encarna las marcas con que
tradicionalmente se los ha estigmatizado a ambos), segregando
así lo que ella misma produce; en el fondo quizás
se trate más de algunos rostros y nombres, yo mismo,
nuestras historias. Mis expectativas…poder plasmar y sintetizar
en un trabajo grupal inquietudes, ideas y sentimientos que a
veces me parecen difíciles de articular.
Diego:
Mi idea de encierros y del quehacer del psicólogo
dentro de los mismos, es un poco vaga porque nunca estuve muy al
tanto sobre el tema pero la idea principal de porque se encierra
a las personas es porque en la sociedad en que vivimos hay un
determinado orden en el cual la sociedad se basa para tener una
determinada armonía. Personas capacitadas son las que
"deciden" a quienes van a internar, tanto en internados
psiquiátricos , como en cárceles, estos son los
jueces (cárceles), o psiquiatras (internados
psiquiátricos).
El psicólogo tiene, dentro de las instituciones,
un rol muy importante que es tratar de que las personas que
tratan, puedan volver a la sociedad sin distorsionar la
armonía en que se trata de mantener, no solo por poner en
peligro a la sociedad, sino que también a la persona
institucionalizada. En el caso de las cárceles, los
objetivos no
son solo los de reformar sino que también de "castigar" en
modo de advertencia a la sociedad.
Valeria Tort :
Particularmente en lo que refiere a la
representación de conceptos con relación a los
encierros, no tengo ninguno formado. Algunos pensamientos me
llevan a suponer que tanto en los hospitales
psiquiátricos, como en las cárceles, existe un
abuso de poder por parte de los funcionarios que trabajan
allí. Pienso que el psicólogo cumple más
bien una función de apoyo o seguimiento de determinada
problemática, sin tener la potestad de tomar decisiones
relevantes. En relación a esto, es a donde apunta mi
interés
sobre la temática elegida, saber la/s función/es
que desempeña el Psicólogo en las instituciones de
encierro.
Me gustaría lograr un trabajo bien delimitado,
con conceptos claros, que luego pueda enriquecer con otros
conocimientos en ciclos más avanzados.
La idea de este trabajo empezó por querer
acercarnos a la Psicología
Social, para poder estudiar a nuestra sociedad uruguaya, a
través de los mecanismos de exclusión que se
materializan en instituciones cerradas como las prisiones y los
hospitales psiquiátricos. Al tiempo, nos dimos
cuenta que podíamos unir nuestros intereses primeros con
la temática que atraviesa Primer Ciclo y, en particular,
Taller: el que hacer del psicólogo; posibilitando
además la inclusión de otras reflexiones que a lo
largo del año nos han suscitado las distintos temas
trabajados en clase.
De todo esto elaboramos los siguientes objetivos de
nuestro trabajo en tres capítulos:
Realizar una genealogía del encierro y su desarrollo a
lo largo de la historia europea y uruguaya,
tomando para el análisis elementos de diferentes
disciplinas (Filosofía, Historia, Sociología, Psicología) y desde
momentos históricos y lugares diversos.
Clasificar las instituciones de encierro y estudiar qué
función cumplen en la sociedad moderna cuestionándo
aquello sobre lo cual están legitimadas (curación
del los enfermos mentales en el caso del hospital
psiquiátrico, rehabilitación de los reclusos en el
caso de la institución psiquiátrica).
¿Qué función cumple el psicólogo
dentro de estas instituciones? Preguntarnos si a partir de las
demandas sociales, desarticula o refuerza los mecanismos de poder
que allí funcionan (control,
vigilancia, disciplinamiento).
3. El nacimiento del
encierro moderno
La invención moderna
El Medioevo vio en la lepra el mal que era necesario
extirpar de la comunidad a
través del acto de exclusión que enviaba al
"maldito" al leprosario. Sin embargo, al final de la época
medieval los leprosos desaparecen de Occidente. Es así que
los pobres, vagabundos, muchachos del correcional y los locos
ocuparán su lugar en los juegos de la
exclusión social. En el Renacimiento,
la exclusión de la locura se materializaba en el
embarco1 de los locos a quienes libra a la
incertidumbre de su suerte; pero en el s. XVII el encierro, que
sólo después de un buen tiempo cobrará
valor
terapéutico, será la nueva forma de ocuparse
indiferenciadamente de todos los que constituyen un "peligro", un
escándalo para la comunidad.
Pobres, trastornados, delincuentes, inmorales, ociosos, niños,
todos al mismo lugar. Se instalan depósitos de mendicidad
que funcionan, en gran parte, como hospitales generales. Los
enfermos mentales estaban al cuidado de su familia, pero en
el caso que no tuvieran recursos
económicos o que la familia se
declarara incapaz de asistirlo, eran llevados a hospitales
generales. Las ordenes de detención provenían del
rey o poder
ejecutivo, y se aplicaban tanto a los enfermos, como aquellos
que atentaban contra la seguridad
pública. El problema de los enfermos mentales no
representaba más que una subespecie de delitos que
desencadenaba la intervención policial.
La sociedad feudal se libraba de los locos
embarcándolos hacia un destino incierto; al delincuente,
en cambio, lo
sometió al suplicio, espectáculo que buscaba
aterrorizar a los que asistían a él funcionando
como ejemplo y manifestando el poder del soberano que lo
castigaba. Hacia los siglos XVIII y XIX, este ritual desaparece.
Surge en el seno de la sociedad contractual un nuevo ritual que
se justifica, no ya por la venganza del soberano, sino por la
defensa a la sociedad; una forma general de castigo, el encierro
carcelario: pena uniforme cuyo fin explícito es la
rehabilitación de los reclusos, impedir que el criminal
reincida mediante el disciplinamiento de su conducta.
Dispositivo secular que retoma la arquitectura y el
funcionamiento de los conventos de la Cristiandad. Ahora, "si
bien es cierto que la lepra ha suscitado rituales de
exclusión que dieron hasta cierto punto el modelo y como
la forma general del gran Encierro, es la peste la que ha
suscitado esquemas disciplinarios"2. El leproso estaba
prendido en una práctica del exilio – clausura; se
le deja perderse allí como en una masa que importa poco
diferenciar; los apestados están prendidos en un
reticulado táctico meticuloso que atiende a las
diferenciaciones individuales. Esquemas diferentes, pero que
lentamente se aproximan hasta articularse en el s. XIX: el asilo
psiquiátrico, la penitenciaría, el correccional, el
establecimiento de educación vigilada
funcionan con esta doble modalidad.
Es así que llegamos, en la modernidad
capitalista, a las prácticas meticulosas de la
exclusión y el disciplinamiento de los anormales. Comienza
a distinguirse una diferencia entre los individuos que perturban
el orden social. Los delincuentes son ahora designados a centros
carcelarios donde se les aplicará sanciones provenientes
del orden jurídico. La absoluta necesidad de reprimir la
locura, la cual amenaza toda las reglas que presiden la organización social y constituye la figura
generalizada de la asociabilidad, se inscribe en esta naturaleza y pone
al loco al lado de la "animalidad". El loco, temible e inocente,
escapa a las categorías jurídicas de una sociedad
contractual quedando a cargo de la filantropía. La
necesidad de establecer cierto contrato social,
da por ende la creación de normas
racionales, y el no acatamiento de dichas normas es
entendido como un acto de delincuencia o
de enfermedad
Los enfermos mentales son llevados a hospitales
psiquiátricos, donde estarán atendidos por
médicos en una relación de tutela, de
subordinación reglamentada que se convierte en la matriz de toda
la política
asistencial.
La versión oriental
En Uruguay se
crea el Asilo de Dementes en 1788, y la primer persona internada
es "Juan Acosta". Los centros de reclusión de enfermos
mentales pobres de nuestro país del novecientos eran: el
Hospital Vilardebó (con este nombre desde 1910) llamado
desde sus comienzos Manicomio Nacional; y la Colonia de Alienados
de Santa lucía, la cual se abrió en 1912. Lugares
donde el enfermo, pobre, y loco estaba recluido contra su
voluntad. Perdiendo sus derechos y su libertad (el
loco era un enfermo, un marginado y un preso, un criminal). En el
manicomio el poder médico era totalitario, donde todo era
posible y donde la única limitación real del poder
era la conciencia del
médico. Los locos poco interesaban a la sociedad, solo
para testimoniar la fragilidad de la cordura.
Algunas de las terapéuticas utilizadas en los
dispositivos de encierro psiquiátrico en el Uruguay aunque
de origen francés, fueron las terapias "disciplinantes"
del alma y el cuerpo: rapar, hacer cama por largos
períodos de tiempo (ya que lo primero que se debía
cambiar era el estado de
excitación permitiendo, además, "la observación clínica, la vigilancia y
la terapéutica" continuas), el chaleco de fuerza,
chaleco químico de los medicamentos, la "maquina
eléctrica" (en 1909el manicomio tenía una completa
sala de electroterapia), el shock eléctrico, el absceso de
fijación mediante inyecciones de oxigeno,
trementina, etc.
Detrás de estas técnicas,
existían diferentes razonamientos que las justificaban,
como que el debilitamiento del cuerpo y la distracción del
alma, mediante el dolor físico podrían tornar
receptiva a la razón, pero en realidad parecen ser otros
motivos los que legitimaban estas prácticas. En primer
lugar, el terror del hombre frente
a la locura, más aun en aquellos hombres del novecientos,
los cuales estaban fascinados con el orden, el autocontrol de la
pasión y la planificación de sus vidas. En segundo
lugar no cabe duda del vinculo entre el poder médico –
burgués y el paciente loco y pobre, y el ejercicio de
estas terapias violentas. Dicho poder pudo ser absoluto en el
manicomio, ya que se encontraba frente a pacientes sin derechos civiles, sin
familias, recluido y pobre. Se pregunta Barran cual era el mayor
estigma ¿la locura o la
pobreza?3 Lo evidente es que la combinación
locura – pobreza: estuvo
atada a la aplicación de la violencia. Lo
que fundamento más el encierro fue lo que la
psiquiatría del novecientos vio como algo fundamental: La
separación del individuo de su medio, de su familia ya que no
era posible curar en el medio de contra poderes, por lo que se
debía someter al enfermo a un único poder del
psicoterapeuta.
El manicomio igual a la sociedad "ideal" construida por
la razón y el poder. El manicomio estatal fue un lugar
donde la autoridad
médico – burguesa del novecientos, ejerció el
control social de
los marginados y los pobres para disciplinarlos formando parte
del sistema de
control.
4. Análisis Del Dispositivo
Taxonomía de las instituciones
Goffman4 define lo que él llama instituciones
totales como: "un lugar de residencia y trabajo, donde un gran
número de individuos en igual situación aislados de
la sociedad por un período apreciable de tiempo, comparten
en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente".
Más adelante clasifica a estas instituciones, según
sus fines, en las que surgen:
- para cuidar de las personas que parecen ser a la vez
incapaces e inofensivas (geriátricos,
orfanatos) - para cuidar de aquellas personas que, incapaces de
cuidarse por sí mismas, constituyen además una
amenaza involuntaria para la comunidad
(psiquiátricos) - para proteger a la comunidad contra quienes
constituyen un peligro intencionalmente para ella, no se
propone como finalidad inmediata el bienestar de los reclusos
(cárceles) - para el cumplimiento de una tarea de carácter
laboral
(cuarteles, barcos) - para refugiarse del mundo, aunque con frecuencia
sirven para la formación de religiosos (conventos,
monasterios).
Ahora, si bien existe una gama de instituciones muy
variada, se puede decir que poseen características
similares en cuanto al funcionamiento y a los procesos que
allí sufren los internados. Nos referimos a la
mutilación del yo a través de un proceso de
"desculturación": desposesión de la propiedad
privada, despojo de los roles, y ruptura con el pasado y la
interacción social.
De aquí en adelante, nos remitiremos
principalmente a las instituciones carcelarias y
psiquiátricas por parecernos figuras paradigmáticas
del ejercicio del poder, arcaicas en su estructura,
rígidas en su aplicación, coercitivas en su
objetivo, y
además, por la creciente demanda actual
de la intervención del psicólogo en
ellas.
Los otros fines del encierro
En 1987, un grupo de psicólogos que trabajaban en
la Colonia Bernardo Etchepare observaban "cómo la
institución presenta una fuerte disociación entre
sus funciones
explícitas o manifiestas y aquellas latentes o
implícitas. Entre las primeras se destaca la de curar –
rehabilitar enfermos mentales, mientras que en lo
implícito, el principal objetivo
sería proteger a la comunidad encerrando y segregando a la
locura, para lo cual nada debe cambiar."5 Estamos
obviamente frente a una lectura
psicoanalítica que recuerda a los contenidos del
inconsciente. Habría que preguntarse, sin embargo, si se
trata de una finalidad que se encuentra ingenuamente a nivel del
inconsciente o a nivel del secreto, y si hasta, a veces, no se
manifiesta abierta y cínicamente. Dichas o no, en estas
instituciones encontramos una serie de funciones no
específicas que parecen ser, sin embargo, su principal
fundamento y razón por las cuales se mantienen en pie. A
continuación, una lista de alguna de ellas:
Saber
Ha sido el filósofo francés Michel
Foucault el
que más ha desarrollado la idea de que el poder produce,
no sólo excluye, realidad, ámbitos de objetos y
rituales de verdad. Es él también el que
reconstituyendo la historia de la locura en nuestra cultura
occidental concluye que la locura
En fin, es quizás en torno al examen
(ya sea médico, pericial o escolar) que se articulan las
complejas relaciones entre saber y poder en estas instituciones.
Combinando las técnicas de la jerarquía que vigila
y las de la sanción que normaliza; rodeado de todas sus
técnicas documentales, el examen hace de cada individuo un
"caso" que a la vez constituye un objeto para un conocimiento y
una presa para un poder.
Excluir Y Dominar
Un alienado no sólo es en enfermo, aun mental :
es alguien que debe ser internado. Y a la inversa, un enfermo que
no necesita el internamiento no es, hablando propiamente, un
enfermo mental; o, en todo caso, no compete a ninguna
técnica psiquiátrica de intervención.
Intervenir es internar. El loco, símbolo del poder que
interna. "Se proyecta una forma de encierro en que la
función médica y la función de
exclusión se desempeñarán, una tras otra,
pero en el interior de una estructura
única."8 Esta estructura es de entrada
alienante y, lejos de curar la enfermedad lo que hace es
cronificarla; es decir hace que el paciente se vea inmerso en un
proceso
entendido como "la progresiva pérdida de autonomía
y sostén social en el desempeño de los diferentes roles y en la
expresión de las potencialidades"9.
Que la prisión fabrica delincuencia,
empeora a los detenidos, favorece la creación de una
red de
complicidades criminal, condena a la reincidencia por la
dificultad de encontrar un empleo y la
miseria en que es sumergida la familia del
preso, engendra más violencia por
ser un medio hostil, represor e injusto, es sabido. Ahora, esto
tiene funciones políticas
bien precisas: se focalizan determinados ilegalismos, para
tolerar otros (en general, los de la clase dominante); se busca
asustar al pueblo ante la figura del pequeño criminal, se
divide; al restringirse a un grupo reducido es posible vigilarla
y controlarla; puede orientarse a los ilegalismos menos
peligrosos; se los ha usado en la colonización de América
(junto a los locos); utilización en forma de soplones,
infiltrados; constituye una excusa de vigilancia perpetua sobre
la población.10
Normalizar Y Disciplinar
Internalizar las normas, ocultar los deseos, fabricar
cuerpos dóciles. La escuela y la
religión
han funcionado como medios de
moralización, de disciplinamiento de las conductas.
"Fueron los niños, los delincuentes y los locos, los
objetos de la "suavización" de la violencia
"bárbara", y Dámaso A. Larrañaga, el Vicario
Apostólico de la Iglesia
Católica oriental desde 1830, el autor o nexo entre casi
todas las medidas que se lo propusieron."11 Pero
también fueron ellos, junto con las prostitutas, los que
más soportaron el autoritarismo del poder
médico12.
En 1937 escribe el Dr. Gabriel González, director
de la Clínica de la Conducta,
dependencia del Consejo del Niño: "La finalidad de este
organismo es la profilaxia: profilaxia de las enfermedades mentales y de
la delincuencia… Esta clínica, pues, está
destinada a enfermos de conducta, o en otras palabras, a los que
tienen conducta anormal."13 Tal es el status del loco
y el delincuente en nuestra sociedad. Delincuencia y enfermedad
mental se encuentran bajo el signo de la anormalidad y el
desorden; pero lo importante es preguntarse ¿con respecto
a qué criterios de normalidad, en relación a
qué orden? Evidentemente la locura es desorden y solamente
desorden. La vuelta a la razón no puede hacerse más
que mediante la interiorización por parte del alienado de
una voluntad racional que, en principio, le es ajena porque
él no es razonable. Desde ese momento, todo tratamiento es
una lucha, una relación de fuerza entre
un polo razón y otro sinrazón. Cuando lo penetra la
voluntad ajena delimitando poco a poco el sitio de la
agitación y del delirio hasta someterlo totalmente, es la
curación.
Por un lado, el bien y el mal; por otro, la razón
y la locura. En los intersticios de ambas antinomias, las
redes
institucionales de lo penal y la salud. A los primeros se los
privará de su libertad, en
consecuencia de su razón; a los otros de su razón,
y por ende del uso de su libertad. Entre la moral y la
salud, el
problema político.
Secularizar
Es a partir de Nietzche, que la modernidad se
puede abordar como un sistema de
dominación basado en el control y vigilancia de los
individuos por medio de la utilización de técnicas
de origen religioso (judeocristianas). La secularización,
en consecuencia, es el proceso por el cual la burguesía se
apropia de los esquemas de pensamiento,
organizaciones
y prácticas institucionales, y relaciones de poder del
cristianismo,
introduciendo contenidos nuevos, para liberarse del poder de la
Iglesia y
convertirse en clase dominante14.
Es por esto que hoy se pone en duda el "progreso" que el
humanismo
preconizaba y por el cual se legitimaban las instituciones que
comprendía el proyecto moderno.
"Lo importante es que el cristianismo
despoja a la enfermedad mental de su sentido humano y la ubica en
el interior de su universo… La
obra de los siglos XVIII y XIX es inversa: restituye a la
enfermedad mental su sentido humano, pero aleja al enfermo mental
del mundo de los hombres…de esta concepción humanista
surgirá una práctica que excluye al enfermo de la
sociedad de los hombres."15 El siglo XVIII
restituyó al enfermo mental su naturaleza
humana, pero el siglo XIX lo privó de los derechos y del
ejercicio de los derechos derivados de esta naturaleza, lo ha
ubicado en una humanidad abstracta despidiéndolo de la
sociedad concreta: esta abstracción se realiza en la
internación.
En sus comienzos, fue la propia Iglesia (tanto en
Europa como en el
Uruguay) quien exigió al pensamiento
médico este positivismo
crítico que un día iba a intentar reducir toda
experiencia religiosa a la inmanencia psicológica. El
nacimiento del positivismo
médico, los valores
escépticos con los que se pertrechó, cobran sentido
en el interior de todo un conjunto de conflictos
políticos y religiosos. Fue preciso que se produjese una
larga polémica entre el peso de la autoridad de
la Iglesia y la intervención del poder político
para que la locura se convirtiese en heredera, en el
ámbito de la naturaleza, de todo un mundo de trascendencia
que envolvieron en otro tiempo, la experiencia
religiosa.
"En estas instituciones vienen a mezclarse así, a
menudo no sin conflictos,
los antiguos privilegios de la Iglesia, en la asistencia a los
pobres y en los ritos de hospitalidad, y el afán
burgués de poner orden en el mundo de la miseria: el deseo
de ayudar y la necesidad de reprimir, el deseo de caridad y el
deseo de castigar….. El gesto que encierra no es más
sencillo: también él tiene significados
políticos, sociales, religiosos, económicos,
morales."16
La reforma vareliana, como propaganda
moralista y secularista del ha sido uno de los mayores
hazañas del positivismo en el Uruguay. Pero quizás
acepte otras lecturas que no pongan el acento en los progresos en
la alfabetización de las capas populares, sino en la
extensión del control social que el dispositivo escolar
permite ejercer directamente sobre el niño y, a
través de él, de todo el núcleo
familiar.
Medicalizar Y Psicologizar
El orden manicomial es la imposición de
técnicas disciplinarias, pero la tecnología
médica los da una unidad de la que antes carecían.
Desde hace tiempo, se denuncia este modelo
biologicista que despliega su hegemonía en el mundo
médico – hospitalario: jerárquico, clasista,
racista y asimétrico, este modelo tenderá a
reproducir y opacar los procesos
socioeconómicos y culturales que condicionan la enfermedad
mental. Se comprende, por tanto, que haya podido funcionar el
manicomio como paradigma de
una sociedad ideal en el sentido de idealmente reducida la
orden.
Se aprecia entonces "la localización subordinada
del aparato médico – sanitario en la estructura de
poder… ya que asume la misma ideología que la sociedad dominante
respecto a la estructura social, pues tiende a verla como no
conflictiva, competitiva, "naturalmente" estratificada,
etc…"17
Por otro lado, un modelo psicologizante se abre paso en
las instituciones que venimos trabajando. Este modelo posee dos
fuentes: una
europea y otra norteamericana. Con respecto a la primera
Félix Guattari18 critica al psicoanálisis la manera de desviar la
atención a los contenidos
sociopolíticos del inconsciente y enmarcarlo en las
coordenadas míticas y familiares. Así, por ejemplo,
el complejo de Edipo no respondería a la naturaleza de la
estructura psíquica, sino que sería "una idea al
servicio de la
represión"19 capaz de encerrar al deseo de los
individuos en una triangulación familiar entre padres e
hijos para controlarlo mejor. Además, las relaciones
sociales que determina la economía actual bajo
las formas de la competencia, de
la explotación, de guerras
imperialistas y de luchas de clases ofrecen al hombre una
experiencia contradictoria, alienante. Esto se agrava en la
institución psiquiátrica ya que ella reproduce las
relaciones de poder que se extienden en el campo social. Es
posible así ver al hospital psiquiátrico como
síntoma de una sociedad enferma que no se reconoce en la
experiencia contradictoria del loco y que constituye entre el
enfermo y el médico
Establece pues "la analogía entre un homo
psicologicus (difundido por terapias conductistas, Gestalt…) y
la movilidad requerida de un ser sin historia y sin
raíces, capaz por ello de reconvertirse o de reciclarse en
cualquier momento para responder a las exigencia
tecnocráticas", a la vez que habla de un "orden
posdisciplinario que no pasaría por la coerción
sino por la
organización y el control del factor humano en
función de las nuevas figuras que adopta la necesidad
social." Dentro de esta vertiente, el apuntalamiento de la
obligación en el individuo no pasa por la coerción
sino por su movilización voluntaria. La alternativa no es
someterse o rebelarse sino concentrar el potencial personal al
servicio de la
tarea a cumplir o ser marginado. Otro tipo de muerte social.
No pasa por la exclusión brutal, sino que anula a los
individuos desconectándolos de los focos de
decisión y de los circuitos de
intercambio.
La psicología en el Uruguay está signada
bajo estos dos modelos
(biologicista y psicologizante) y dentro de esas dos
vertientes21: el modelo manicomial europeo y el
norteamericano más difuso, complejo, sutil,
descentralizado, generalizado, y que ejerce un control sobre una
población más numerosa.
Capitalizar
Estas instituciones asumen un tipo de poder
disciplinario, poder que se extiende en otros ámbitos de
lo social gracias a las demandas del sistema capitalista. A su
vez, "la empresa
capitalista se desarrolla siguiendo un modelo
panóptico"22
Hace tiempo, Max Weber
creía encontrar las bases del sistema capitalista en la
laicización de la ética
protestante. Sin embargo, "la emergencia del capitalismo no
está sólo marcada como creía Max Weber por la
secularización del ethos ascético sino
también por la secularización de las formas
organizativas de la vida monacal, sobre todo en el manicomio y en
la prisión pero no menos en las manufacturas
(separación de sexos, obligación del silencio,
etc., duramente sentidos por los trabajadores), o en la escuela
(importante desarrollo del
internado a comienzos del siglo XIX)."23
El crecimiento de una economía capitalista
ha exigido la modalidad específica del poder
disciplinario, cuyas fórmulas generales, los procedimientos de
sumisión de las fuerzas y de los cuerpos pueden ser
puestos en acción a través de los regímenes
políticos, de los aparatos o de las instituciones
más diversas.
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