Indice
1.
Introducción
2.
Objetivos
3. Situación Del País
(1943)
5. Doctrina
Justicialista
6. Eva
Perón
7. La Caída De
Perón
8. El Regreso Del
Exilio
9.
Bibliografía
1. Introducción
Resumen
General de Temas Relacionados con este Trabajo
Monográfico: (indicando con ""
-comillas- las palabras resaltantes del mismo)
Antes de las elecciones de 1946, varios postulaban la
unión de todas las fuerzas democráticas para
enfrentar al gobierno
militar.
Perón
se movió con toda la relativa independencia
que le permitían las relaciones coyunturales del mundo,
"guerra
fría", manteniendo el principio de
autodeterminación de los pueblos y la solidaridad con
los pequeños países.
Entre sus obras más descollantes están el "estatuto
del peón", "los derechos del trabajador",
"los derechos de la
ancianidad", "los convenios colectivos de trabajo", "la ley de
previsión social", "la ley de accidentes de
trabajo", "la ley de vivienda obrera", "sueldo anual
complementario", "la mutualidad sindical", "las escuelas
sindicales", "la ley de creación de la justicia del
trabajo", "los regímenes de jubilación", "las
reglamentaciones de las condiciones del trabajo y del descanso",
"las proveedurías sindicales".
Además, un sueldo anual complementario se dispone
a los sindicatos
ofrecidos por la "Fundación Eva
Perón".
Y algo fundamental en la historia de nuestro
país, que llegó de la mano de Evita, fue el "voto
femenino".
La fórmula presidencial postulada para la segunda
presidencia fue el binomio: "Perón
– Evita".
Al morir ésta, hombres y mujeres extrañaron a
su"compañera Evita".
En su relación con la Iglesia,
ésta "ordenó" a los creyentes que votaran por la
fórmula que integraba Perón, quien otorgó
privilegios a la Iglesia
durante su gobierno.
Más tarde, por entredichos entre los sectores Perón
ordenó que se suprimieran feriados correspondientes a
celebraciones litúrgicas, aprobara la apertura de
"prostíbulos" realizara un acto en contra de la
posición de la Iglesia, que fuera espiritista y
anticatólico. La definitiva ruptura entre Perón y
la Iglesia se dio cuando esta última dispuso finalmente la
excomunión mayor de Perón, luego de que dignatarios
eclesiásticos fueran expulsados del
país.
Allí se incluían a comunistas y
socialistas que oportunamente se escudarán bajo el lema
"Cristo Vence", que enarbolará la contrarrevolución
del ’55 y a manifestantes del "Corpus Christi" que quemaran
la bandera argentina.
Como consecuencia, suprime la Dirección General de Enseñanza Religiosa "por orden
técnico-administrativo inadecuado, ineficaz y
oneroso".
La gente apoya "un movimiento
nacional" con el peronismo.
La Junta de Comandantes pretende proscribir al FREJULI, del cual
fue su manifiesto "Cámpora al gobierno –
Perón al Poder",
prohibiendo su regreso.
En su mandato implementó los "Cursos de
Doctrina Justicialista".
Cuando Perón muere lo sucede su esposa "Isabelita", quien
al estallar el llamado "Rodrigazo" (impuestazo) e iniciado el
"Proceso de
Reorganización Nacional", es detenida.
Transcripción a cargo de: María de los
Ángeles Navarro.
Elaborado por los Estudiantes de Derecho Provincial y Municipal
de la Universidad
Nacional del Nordeste (U.N.N.E.): Srta. Natalia Lovey y Sr.
Gastón Marcelo Navarro. Residentes en Resistencia,
Chaco, Argentina.Índice
2. Objetivos
Conocer cómo llega al país, qué medios
utiliza, con qué costos.
Trazar un paralelo con la realidad en el plano internacional, lo
que puede darnos una visión más completa de los
hechos y a veces hasta justificar ciertas determinaciones y
decisiones tomadas por Perón en su momento.
Ver los diferentes factores que influyeron a lo largo de sus
mandatos, a favor, como la ventajosa situación
económica al asumir su primer mandato, como en contra, su
enfrentamiento con la Iglesia.
Nombrar los aspectos oscuros de su política, cómo
fueron los actos represivos, las persecuciones a opositores,
intelectuales, etcétera.
Para al final, poder dar una
conclusión personal, lo
más fundada posible.
Los programas y los
dirigentes de los partidos
políticos existentes no eran capaces de ofrecer nada
de valor a la
clase trabajadora. Hasta 1940 el Congreso estuvo dominado por los
conservadores, que parecían totalmente indiferentes a los
problemas de
los trabajadores.
Éste era el escenario en 1943 cuando los jefes de
las fuerzas armadas asumieron nuevamente el papel
protagónico y depusieron al gobierno conservador. En el
gobierno militar que surgió del golpe, el poder se fue
concentrando gradualmente en las manos de un coronel destinado a
dominar el curso de la política argentina durante los 30
años siguientes.
Perón fue uno de los pocos hombres de la revolución
que percibió que había algo que satisfacer en el
pueblo y que hacerlo iba a ser el elemento legitimador de la
revolución. Perón fue uno de los
hombres del G.O.U. (Grupo de
Oficiales Unidos) quien desde los cargos que ocuparía en
progresivo ascenso sabría "oír" las necesidades del
pueblo argentino y comenzar a planear un movimiento de
opinión.
Perón fue el único dirigente militar que
pareció haber visto el potencial político del
movimiento obrero, algo que lo ayudó a descubrirlo fue su
relación con los gremialistas. Apoyó la
formación de nuevos sindicatos y
una gran expansión de los que ya existían le eran
favorables. Promovió una serie de medidas laborales y
previsionales tendientes a satisfacer reclamos y necesidades de
los trabajadores.
Perón fue nombrado ministro de Guerra y
Secretario de Trabajo. El control del
ejército y de la fuerza obrera
quedaban en sus manos.
La Vicepresidencia de la Nación
estaba vacante y por este motivo la oficialidad del
ejército, puesta en asamblea, votó a los candidatos
y ganó, por escaso margen, Perón designado
vicepresidente con retención de sus dos cargos anteriores.
La suma del poder se encontraba en sus manos.
En 1945, el gobierno peronista se veía cercado
por una conjura vigorosa y audaz, que reunía en un solo
impulso opositor a fuerzas tan diferentes como las grandes
empresas, el
estudiantado, la influencia de la embajada norteamericana, los
partidos tradicionales, las asociaciones de comerciantes y
ganaderos, los sindicatos ajenos a la órbita oficialista,
la burocracia
estatal, la marina, un sector no despreciable del
Ejército, los intelectuales, la justicia, la
inmensa mayoría de los diarios… Frente a esta
avalancha de fuerzas, sólo restaba a Perón el
manejo del aparato represivo del Estado y sus
propias huestes.
El panorama político las dos grandes alternativas
que habían de plantearse los argentinos en términos
electorales redondeaban sus respectivas propuestas. De un lado,
la democracia
liberal, políticamente formalista y convencional, deseosa
de retornar al sistema anterior
a la revolución del ’43 con las correcciones
debidas. Del otro lado, fervoroso caos popular que tenía a
Perón por líder
indiscutido y se abrigaba un profundo contenido nacional y una
adelantada actitud en el
campo social.
Varios de los partidos
políticos y diversas agrupaciones cívicas
postulaban desde tiempo
atrás la unión de todas las fuerzas
democráticas para enfrentar al gobierno militar:
"Unión Democrática de Fuerzas
Opositoras".
Las elecciones de 1946 habían dejado sorprendido
a los partidos tradicionales. Las elecciones fueron, desde el
punto de vista de la libre emisión del voto, las
más impecables de cuantas se habían realizado en el
país.
Ningún presidente había llegado al poder
en condiciones tan favorables como las de ese momento. Argentina
era un país acreedor. Solamente Gran Bretaña le
debía 1.700 millones de dólares, la hambreada
Europa de
posguerra aseguraba la colocación de nuestra carne y
nuestro trigo durante varios años, la producción industrial improvisada en la
Argentina durante el conflicto no
sentiría a corto plazo el impacto de la competencia
extranjera, puesto que el proceso de
transformación de la industria de
guerra a la de
paz iba a requerir un lapso de razonable duración. Por
consiguiente, estaba asegurada la plena ocupación, los
altos salarios la
inversión del ahorro
nacional en prioridades que el nuevo gobierno podía
determinar con toda generosidad. Más importante que esto
era el tono general del país, optimista, eufórico.
La guerra había sido pasada sin mayores perjuicios, por lo
menos en esos momentos se lo veía así, con una
posición que mantuvo durante 5 años una
singularidad; la neutralidad argentina, que recién se
interrumpe en marzo de 1945 cuando la guerra está
terminada.
El sistema de
Perón debía basarse obligatoriamente en condiciones
de abundancia, de alto consumo, de
plena ocupación y de gruesos saldos exportables. Cuando
este contexto –que no tenía posibilidades de
prolongarse mucho– se resquebraja, la política de
Perón se haría sinuosa, contradictoria y brutal,
aplastada por una realidad mucho más poderosa que su
personal
optimismo. Las condiciones que marcaban el comienzo de la
gestión
de Perón le permitían un plazo justo para intentar
una trasformación total o un cambio que
liberara a la Argentina de su tradicional condición agro
exportadora.
Se desarrollaba la Guerra
Fría y sus participantes eran Estados Unidos y
la Unión Soviética. La Argentina no quería
estar en ninguno de ambos bandos, por eso Perón lanza la
denominada Tercera Posición o Tercer Mundo.
Cosa retórica ya que en los grandes foros
internacionales, la delegación Argentina votó casi
siempre junto con los Estados Unidos,
pero se mantuvo aislada de organizaciones
como el F.M.I., la UNESCO y la FOA, respondiendo así
solamente a la política
económica que Perón llevaba a cabo.
Esta idea de la Tercera Posición hizo que el
pueblo se sintiese más nacionalista que nunca,
dándoles la idea de que nuestro país podía
ponerse a la altura de las economías internacionales y
mantener una posición neutral.
La Tercera Posición era respaldada por la Tercera
Guerra
Mundial, que no se concretó.
Política Internacional
El triunfo de 1946 había sido la victoria del
sentimiento nacional herido por la intromisión del
Departamento de Estado en
nuestra política interna.
Perón se movió con toda la relativa
independencia
que le permitían las relaciones coyunturales del mundo,
"guerra fría", manteniendo el principio de
autodeterminación de los pueblos y la solidaridad con
los pequeños países.
Política Económica
La Economía del sistema
peronista fue en un primer momento, nacionalista, estatista y
autarquizante. Nacionalista porque se traspasó al
país una serie de actividades o servicios que
hasta ese momento se encontraban en manos de países o
empresas
extranjeras.
La Argentina, durante la Segunda Guerra
Mundial había venido acumulando reservas de dinero
importantes en Gran Bretaña lo cual la convertía de
país deudor a acreedor. Se encontraba en una
posición muy especial reforzada por el hecho de ser
proveedora de materias primas en un mundo que recién
empezaba a construir sus economías y sus sistemas
productivos después de la guerra.
Es decir que el Estado tuvo
una enorme ingerencia en la vida económica del
país. El número de agentes públicos
aumentó considerablemente y las regulaciones se fueron
tornando más pesadas a medida que la política
económica sufría algunos tropiezos. Se
comenzaron a hacer campañas de abaratamiento del costo de vida, de
regulación de los precios y de
una política netamente estatista.
Y con respecto al carácter
autarquizante de la economía se
debía a la idea de que la Argentina tenía entidad
suficiente y un tipo de producción tan variada como para poder
autoabastecerse.
Pero también tenía la contra de que en
algún momento tenía que terminarse,
rápidamente se encontraría con que su
política era cada vez más difícil de
mantener. Esta política que sostenía la Argentina
de estatista, autarquizante y nacionalista, no podía en
efecto seguir durante mucho tiempo.
La política económica es lo que define la
filosofía general del régimen peronista, mucho
más que el régimen represivo que monta Perón
y que es posiblemente el que muchos argentinos recuerdan
más. Tiene una primera etapa de realizaciones muy
espectaculares. Con la nacionalización del Banco Central y
la subsiguiente creación del IAPI, el nuevo gobierno
tomaba firmemente el control del
sistema crediticio, los tipos de cambio y el
comercio
exterior, actividad en la que era un virtual comprador de la
producción de cereales y de oleaginosos y encargado
además de su colocación en los mercados
exteriores El IAPI además llegó más tarde a
encargarse de las operaciones
financieras del Estado Argentino, con la compra de materias
primas o de bienes de
capital. Era
una política estatizante y nacionalista y en ese
particular momento del país y del mundo parecía la
única posible. No hay que olvidar que en el 45 se
vivía todavía ideológicamente en todo el
mundo bajo el signo del new deal rooselveltiano y bajo el signo
del triunfo laborista en Gran Bretaña. Esas características se afirmaron con medidas de
parejo significado, como la repatriación de la deuda externa, la
creación de las empresas de Gas del Estado y
Flota Aérea Mercante Argentina, la expropiación de
elevadores de granos de propiedad
privada, la compra de la Unión Telefónica, la
compra de los ferrocarriles de capital
francés. Luego uno de los actos más espectaculares
discutidos del gobierno de Perón, la adquisición de
los ferrocarriles ingleses.
El análisis frío de la política
económica durante los 3 ó 4 primeros años de
su presidencia puede hacer parecer descabellada la
política de Perón, puesto que a fines de 1947 ya se
había evaporado el 32% de las reservas de divisas
acumuladas durante la guerra. Recordaremos la frase jactanciosa
de Perón de que no se podía caminar por el Banco Central de
tan abarrotado que estaba de lingotes de oro. Tres años
después el país estaba en una virtual
cesación de pagos. La política peronista no
sólo condenaba a la liquidación de las reservas,
sino que tenía una secuela inevitable que era el aumento
de la tendencia inflacionaria. Y, en última instancia,
también el refuerzo del vasallaje de nuestra
economía al depender, cada vez más, la industria
liviana de importaciones de
materias primas y combustibles. Una política de subsidios
a la industria liviana, una política impositiva y salarial
tendiente a mantener altos niveles de consumo
popular, por supuesto, no podía caminar mucho
tiempo.
Dijimos que el análisis de esta política puede
hacerla parecer como descabellada; sin embargo no lo era si se
aceptaba la premisa que Perón sostenía como de
cumplimiento inevitable: la próxima guerra mundial.
Perón estaba convencido que en 1950 o 1952
estallaría una tercera guerra mundial no atómica,
entre Estados Unidos y la Unión Soviética, en el
año 1950, no solamente hablaba de la próxima guerra
como inevitable, sino que se permitía dar algunos consejos
a los estrategas yanquis sobre cómo ganar la guerra. De
modo que la premisa sobre la cual basaba su política
económica podía o no ser equivocada, pero
indudablemente, si se aceptaba ese prerrequisito, la
política económica de Perón era la del
hombre al que
se le va agotando el dinero pero
que está seguro que en la
próxima lotería va a ganar mucho y entonces sigue
gastando. ¡Lo que pasó es que no se dio la
lotería!
Política Social
Con la intención de realizar una más
equitativa redistribución del ingreso se planearon mejoras
sociales que implicaron mejores salarios y
legislación laboral,
indemnizaciones por despido, salario familiar,
vacaciones pagas, etc.
Uno de los más importantes méritos del
peronismo
reside justamente en estas medidas. El gobierno insistió
con su política de reformas sociales (sobre todo en la
primera presidencia) constituyéndose en un verdadero
portavoz y defensor de la clase obrera.
Diez años de intensa obra social cambió la
Argentina de la explotación y la esclavitud de
1945 en la comunidad justa y
solidaria de la Argentina del ’55. Esta
transformación es ya suficientemente conocida en el mundo.
De una carencia absoluta de leyes de trabajo
y previsión social que nos colocaba en el último
lugar, hemos pasado en sólo 10 años a estar a la
cabeza del mundo en la materia.
El "estatuto del peón", "los derechos del
trabajador", "los derechos de la ancianidad", "los convenios
colectivos de trabajo", "la ley de previsión social", "la
ley de accidentes de
trabajo", "la ley de vivienda obrera", "sueldo anual
complementario", "la mutualidad sindical", "las escuelas
sindicales", "la ley de creación de la justicia del
trabajo", "los regímenes de jubilación", "las
reglamentaciones de las condiciones del trabajo y del descanso",
"las proveedurías sindicales", etcétera,
etcétera.
Son sólo una pequeña parte de la enorme
legislación promovida.
En la Argentina estas leyes se cumplen
en su totalidad bajo el control de las propias organizaciones
profesionales. Algunas cifras darán una idea sobre la
forma de su cumplimiento. Los salarios de 1945 a 1955 subieron el
500%; el salario real se
mantuvo en un mejoramiento del 50% pues el costo de vida
sólo llegó, con el control de precios de
primera necesidad, a un aumento de 250%. Así el costo de
la vida en la Argentina se mantuvo en un nivel medio
correspondiente a la mitad de la mayor parte del
mundo.
Mediante el estatuto del peón y sus sucesivos
ajustes entre 1945 y 1955 los sueldos de estos trabajadores
aumentaron el 1000% término medio.
En 1945 las leyes de jubilación no amparaban sino
a medio millón de habitantes. En 1955 puede considerarse
que todo el que trabaja de obrero, profesional y empresario tiene
asegurado su régimen jubilatorio, amparo que cubre
a más de 15 millones de habitantes en la vejez y la
invalidez.
Un sistema de pensiones a la vejez cubre
asimismo la imprevisión y el olvido en que vivieron los
trabajadores en los regímenes pasados, gobernados por los
mismos que hoy quieren asumir el papel de
libertadores sin que nadie los tome en serio.
Sólo durante el primer plan quinquenal
(1946 – 1951) se construyeron 350 mil viviendas para
empleados para obreros en toda la república. En el segundo
plan
quinquenal hasta el ’55 se llevan construidas más de
150 mil. Así los trabajadores que antes vivían en
conventillos sucios y hasta de 10 en cada pieza, comienzan hoy a
ser propietarios de su casa y vivir decentemente.
Más de 10 millones de trabajadores argentinos
reciben un sueldo anual complementario que les permite disfrutar
de un mes de vacaciones en las sierras, en el mar o en los buenos
hoteles de que
disponen los sindicatos o les ofrece la "Fundación Eva
Perón".
Más del 25% de los trabajadores tienen
participación en las ganancias de las empresas, ya sea
porque son ellos mismos los dueños, por sistema
cooperativo o porque patrones inteligentes y justos así lo
han dispuesto.
El sistema mutual de los sindicatos ofrece asimismo la
provisión barata de cooperativa
para los artículos de primera necesidad, como asimismo un
servicio
asistencial completo mediante modernos policlínicos,
maternidades, consultorios externos, odontológicos,
etcétera.
Además para la elevación cultural y social
de la masa, una verdadera red de escuelas sindicales
se extiende hacia todos los sindicatos. En ellas se imparten
enseñanzas de todo orden y se forman dirigentes
capacitados.
Al establecer nuestro gobierno la absoluta gratuidad de
toda la enseñanza, abrimos las puertas de la
instrucción y la cultura a
todos los hijos del pueblo. Se terminó así con la
odiosa discriminación y se dio acceso a todos por
igual, para que de acuerdo con sus aptitudes, pudieran labrarse
su porvenir.
La creación del Ministerio de Educación de la
Nación posibilitó dedicar una gran actividad y los
fondos necesarios, para encaminar y costear las diversas
disciplinas escolásticas, científicas y técnicas.
En cuanto a la
organización sindical diremos simplemente que en 1945
existían 500 sindicatos agrupados en 3 centrales obreras
(Unión Sindical Argentina, C.G.T. Nº 1 y C.G.T.
Nº 2) con 1 millón de afiliados. En 1955 existe una
sola central obrera (C.G.T.), 2500 sindicatos, con más de
6 millones de afiliados.
Los trabajadores argentinos bien se lo merecen porque es
lo mejor que el país tiene y precisamente por eso, porque
son buenos y porque son los que todo lo producen. (Juan Domingo
Perón).
Reforma Constitucional De 1949
En 1948, Perón señala la necesidad de
reformar la Constitución Nacional a fin de adecuarla a
los nuevos tiempos.
En enero de 1949 se reúne, en sesión
preparatoria, la Convención Nacional Constituyente, por lo
que Perón expresa: "lo que quiere el pueblo es eliminar
injusticias sociales."
En marzo queda sancionada la nueva Constitución Nacional, cuyo texto incluye
importantes modificaciones al espíritu liberal de 1853; se
integran los Derechos del Trabajador, de la Familia, de
la Ancianidad y de la Educación y la
Cultura; se
estipula que "la propiedad
privada tiene una función
social, y, en consecuencia, estará sometida a las obligaciones
que establezca la ley con fines de bien común. Incumbe al
Estado fiscalizador la distribución y la utilización del
campo, e intervenir con el objeto de desarrollar e incrementar su
rendimiento en interés de
la comunidad,
procurando a cada labriego o familia labriega
la posibilidad de convertirse en propietario de la tierra que
cultiva.
El artículo 39, sostiene que "El capital debe
estar al servicio de la
economía nacional y tiene como principal objeto el
bienestar social".
El artículo 40 garantiza que "los minerales, las
caídas de agua, los
yacimientos de petróleo,
de carbón, de gas y las
demás fuentes
naturales de energía, con excepción de los
vegetales son propiedades imprescriptibles e inalienables de la
Nación".
En otro de sus artículos se posibilita la segunda
presidencia de Perón, estableciendo la reelección
presidencial".
Las veinte verdades del justicialismo
Como un catecismo justicialista se extractaron las
verdades esenciales de nuestra doctrina, las que fueron
leídas personalmente por mí el 17 de octubre del
año 1950 desde los balcones de la Casa de Gobierno. Ellas
son las siguientes:
La verdadera democracia es
aquella donde el gobierno hace lo que el Pueblo quiere y defiende
un solo interés:
el del Pueblo.
El justicialismo es esencialmente popular. Todo círculo
político es anti popular y, por lo tanto, no es
justicialista.
El justicialista trabaja para el movimiento. El que en su nombre
sirve a un círculo o a un hombre o
caudillo, lo es sólo de nombre.
No existe para el justicialismo más que una sola clase de
hombres: los que trabajan.
En la Nueva Argentina el trabajo es
un derecho, que crea la dignidad del hombre y, es un deber,
porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que
consume.
Para un justicialista no puede haber nada mejor que otro
justicialista.
Ningún justicialista debe sentirse más de lo que es
ni menos de lo que debe ser. Cuando un justicialista comienza a
sentirse más de lo que es, empieza a convertirse en
oligarca.
En la acción política de escala de
valores de
todo justicialista es la siguiente: primero la Patria,
después el movimiento y luego los hombres.
La política no es para nosotros un fin, sino sólo
el medio para el bien de la Patria que es la felicidad de los
hijos y la grandeza nacional.
Los dos brazos del justicialismo son la justicia social y la
ayuda social. Con ellos damos al Pueblo un abrazo de justicia y
de amor.
El justicialismo anhela la unidad nacional y no la lucha. Desea
héroes, pero no mártires.
En la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los
niños.
Un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma. Por eso el
peronismo tiene su propia doctrina política,
económica y social: el Justicialismo.
El justicialismo es una nueva filosofía de la vida,
simple, práctica, popular, profundamente cristiana y
profundamente humana.
Como doctrina política, el justicialismo realiza el
equilibrio del
derecho del individuo con el de la comunidad.
Como doctrina económica, el justicialismo realiza la
economía social, poniendo el capital al servicio de la
economía y ésta al servicio del bienestar
social.
Como doctrina social, el justicialismo realiza la justicia
social, que da a cada persona su
derecho en función social.
Queremos una Argentina socialmente justa, económicamente
libre y políticamente soberana.
Constituimos un gobierno centralizado, un Estado organizado y un
pueblo libre.
En esta tierra, lo
mejor que tenemos es el Pueblo.
La Tercera Posición Doctrinaria
Para nosotros los justicialistas el mundo se divide hoy en
capitalistas y comunistas en pugna: nosotros no somos ni lo uno,
ni lo otro. Pretendemos ideológicamente estar fuera de ese
conflicto de
intereses mundiales. Ello no implica de manera alguna que seamos
en el campo internacional, prescindentes del problema.
Pensamos que tanto el capitalismo
como el comunismo son
sistemas ya
superados por el tiempo. Consideramos al capitalismo
como la explotación del hombre por el capital y al
comunismo como
la explotación del individuo por el Estado.
Ambos "insectifican" a la persona mediante
sistemas distintos. Creemos más; pensamos que los abusos
del capitalismo son la causa y el comunismo el efecto. Sin
capitalismo el comunismo no tendría razón de ser,
creemos igualmente que, desaparecida la causa, se entraría
en el comienzo de la desaparición del efecto.
Esto lo hemos probado nosotros durante los ocho
años de nuestro gobierno en que, el Partido Comunista en
nuestro país, alcanzó su mínima
expresión. Para ellos nos bastó suprimir los abusos
del capitalismo procediendo por evolución en los sistemas económicos
y sociales.
Es indudable también que esta revolución
reaccionaria, al destruir parte de nuestras conquistas y volver a
los viejos sistemas, traerá consigo un recrudecimiento del
comunismo en la Argentina. El comunismo es una doctrina y las
doctrinas sólo se destruyen con otra doctrina mejor. La
dictadura militar
con su sistema de fuerza y
arbitrariedad pretenderá destruir con la fuerza lo que es
necesario tratar con inteligencia.
Ni la policía, ni el ejército son eficaces en este
caso. Una justicia social racionalmente aplicada es el
único remedio eficaz y, los militares, entienden muy poco
de esto. Menos entenderán aún estando como
están en manos del más crudo reaccionarismo
conservador y clerical.
Nuestra doctrina ha elaborado consecuentemente con la
concepción ideológica toda una técnica de lo
económico y lo social, como asimismo en lo
político.
En lo económico abandonamos los viejos moldes de
la "economía
política" y los reemplazamos por la "economía
social" donde el capital está al servicio de la
economía y ésta al del bienestar social. En lo
social el justicialismo se basa en la justicia social a base de
dar a cada individuo la posibilidad de afirmar su derecho en
función social. Se capitaliza al Pueblo y se da a cada uno
la posibilidad de realizar su destino, de acuerdo a sus calidades
y cualidades, dentro de una comunidad que realiza a sí
mismo por la acción de todos. En lo político
buscamos congruentemente, el equilibrio
entre el derecho del individuo y el de la comunidad.
Yo puedo afirmar que el pueblo Argentino es
justicialista y que las conquistas alcanzadas no pueden ser
destruidas por la reacción. Nuestra doctrina sólo
podría ser superada por otra doctrina mejor y, en la
reacción, no veo hombres capaces de construir nada
permanente.
En cambio creo que la lucha se ha desencadenado en el
Pueblo argentino, a raíz del establecimiento de la
dictadura
militar oligarca clerical, será una tonificación
para nuestro movimiento justicialista. La historia prueba que las
doctrinas, para triunfar, necesitan ser combatidas. Ello las
fortalece y las extiende. Si los cristianos no hubieran sido
arrojados al circo, quizá el cristianismo
no habría llegado al siglo XX.
Nuestro movimiento es doctrinario. Podrán
destruir nuestras estatuas y aun nuestras instituciones,
pero, no lograrán neutralizar los sentimientos y la
convicción de muchos millones de justicialistas
convencidos, místicos y aun fanáticos.
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