Capítulo I. La realidad
sociocultural a fines del milenio
I.1 Identidad y
postmodernidad
Que entendemos por identidad
cultural.
La búsqueda de identidad
colectiva.
I.2 La globalización:
apertura de las fronteras
Posibilidades que brinda.
¿Dependencia o dominación?
Capítulo II. Los medios de
comunicación en el centro del debate
II.1 ¿Quienes
son los dueños de la
comunicación?
II.2 Los medios de
comunicación social como agentes
socializadores
II.3 Como inciden los
medios de comunicación en la identidad de una
sociedad
La
Televisión y la Sociedad.
Impunidad o libertad.
II.4 Los medios de
comunicación y el consumo: publicidad y
propaganda
Capítulo III. La sociedad del
consumo
III.1 La sociedad
actual
El consumo.
III.2 El comportamiento
del consumidor
Disparadores psicológicos.
III.3 El consumo sirve
para pensar
Conclusión
Bibliografía
En las últimas décadas del siglo XX
asistimos a un conjunto de transformaciones
económicas-sociales y culturales cuya vertiginosidad y
complejidad no admite precedente y nuestro país no se
encuentra ajeno a ello. Caen rápidamente todo tipo de
muros y barreras entre las naciones al mismo tiempo que se
amplía la brecha en el nivel de desarrollo
humano al que acceden los distintos pueblos.
El mundo se ve invadido por formas de producción y consumo, una
preocupación por el deterioro incontenible de los recursos
naturales, el avance de la pobreza; sin
embargo, se hace referencia a un nuevo fenómeno que ha
llegado a convertirse en un paradigma para
los países en desarrollo.
La globalización engloba un proceso de
creciente internacionalización del capital
financiero, industrial y comercial, nuevas relaciones políticas
internacionales y el surgimiento de nuevos procesos
productivos, distributivos y de consumo deslocalizados
geográficamente, una expansión y uso intensivo de
la tecnología sin precedentes.
Es por ello que intentaremos en el transcurso del
trabajo plasmar una conclusión integral de un tema en
particular para lo cual tendremos que apoyarnos en investigaciones,
análisis y conjeturas propias, tratando de
mantener una visión de la realidad como un todo. En otras
palabras buscamos sortear el aislamiento de diferentes
disciplinas que tratan este mismo tema para lograr una influencia
mutua arribando así a una respuesta conjunta. Llegando de
este forma a una verdadera comunicación entre nuestras diferentes
especialidades.
Tomando como tema principal a la identidad, trataremos
en el desarrollar en la monografía
la siguiente hipótesis
grupal.
La identidad cultural de los diversos pueblos en la
actualidad se va homogeneizando o generalizando según
ciertas pautas comunes en marcha hacia una cultura
estandarizada. Este proceso es
propiciado por los poderes generadores de nuevas necesidades de
consumo, que manejan a su vez los medios de
comunicación social y la producción ofrecida.
Teniendo en cuenta la nueva escena sociocultural
que se presenta ante nuestros ojos en este fin de siglo, dentro
de la cual desfilan ciertos procesos
reveladores del cambio, como
ser una creciente "… pérdida de peso de las instituciones
públicas locales y nacionales en beneficio de los
conglomerados empresariales de alcance transnacional…", "… la
reformulación de los patrones de asentamiento y
convivencia urbanos…", "… la reelaboración de lo
propio, debido al predominio de los bienes y
mensajes procedentes de una economía y una
cultura
globalizadas sobre los generados en la ciudad y la nación
a las cuales se pertenece", "la consiguiente redefinición
del sentido de pertenencia e identidad…" de los pueblos y "el
pasaje del ciudadano como representante de una opinión
pública al ciudadano como consumidor
interesado en disfrutar de una cierta calidad de
vida", cabe cuestionarnos acerca del impacto negativo que
éstos provocan sobre diversas realidades culturales de los
pueblos, en particular sobre sus respectivas identidades,
aceptando como un hecho ineludible la marcha hacia la aldea
global, como paradigma de
constitución del mundo con miras a la
homogeneización del planeta en lo político, lo
económico y lo social.
Para dar una visión más detallada de lo
expuesto anteriormente, y lograr el alcance correcto a los
términos utilizados en la hipótesis, nos basaremos en ciertas
definiciones para poder explicar
básicamente lo que entendemos por ellos.
La identidad de un pueblo está dada por
"lo que un sujeto se representa cuando se reconoce o reconoce a
otra persona como
miembro de ese pueblo. Se trata de una representación
intersubjetiva, compartida por una mayoría de los miembros
de un pueblo, que constituirían un sí mismo
colectivo."
La homogeneización es un proceso
según el cual dos o más elementos se van
configurando según pautas comunes, hasta adquirir la misma
naturaleza o
género.
Adhiriéndonos a la definición expuesta por
el Magisterio de la Iglesia
mediante el Documento de Puebla, "con la palabra cultura
se indica el modo particular como, en un pueblo, los hombres
cultivan su relación con la naturaleza, entre
sí mismos y con Dios. Es el estilo de vida común
que caracteriza a los diversos pueblos, por ello se habla de
pluralidad de culturas. Es decir, es el conjunto de valores que lo
animan y de desvalores que lo debilitan y que al ser participados
en común por sus miembros, los reúne en base a una
misma conciencia
colectiva."
En sentido general, el concepto de
estándar deriva del que tiene en el lenguaje
corriente particularmente en la producción de bienes: un
elemento, una pieza que es lo suficientemente extendida,
generalizable, común como para constituirse en
típica y universal.
Los grupos de poder, a nuestro entender, son una
unidad social constituida por un número de individuos que
poseen un estatus y unas relaciones mutuas estables, y que tienen
un conjunto de valores o
normas que
regulan su conducta. Estos
tienen las relaciones, bienes o elementos (políticas,
económicas, sociales, etc.) suficientes para llevar a cabo
sus logros e influir sobre el resto de los grupos y la
sociedad por
todos los medios
posibles valiéndose de un hábil manejo de sus
recursos. Ellos
crean nuevas necesidades de consumo, que "son un impulso
irresistible que obliga a obrar a las causas infaliblemente en
determinado sentido".
Partiendo de esta base intentaremos desarrollar el tema
de la identidad, enfocada desde el punto de vista que le hemos
dado en la hipótesis grupal, teniendo como objetivo
poder dar un
panorama concreto sobre
ello.
Este trabajo será abordado desde distintos
enfoques, tales como el cultural, sociológico,
económico-político, intentando así, cumplir
con la interdisciplinariedad planteada anteriormente.
Basándose en todo lo expuesto anteriormente, se
plantea la siguiente hipótesis
individual:
Los medios de
comunicación social y el proceso de
globalización influyen en el consumo de los individuos y
por medio de éste, en la identidad colectiva de un pueblo,
ya sea creándoles nuevas necesidades, ya sea
haciéndolos dependientes a los objetos de consumo y
generándoles, de esta manera, el hábito del
consumo. Dentro de este contexto, sin embargo, no se borran ni
disminuye la posibilidad de los individuos de optar entre las
alternativas que ofrece el gran mercado, por
aquella que mejor le satisfaga sus necesidades.
A través de este trabajo se intentará, en
primer lugar dar una caracterización del tipo de cultural
que se está forjando a fines del milenio y como
ésta nos afecta no solo como individuos de una sociedad,
sino también como consumidores.
Con el paso del tiempo los
hábitos de consumo se van modificando, así como
también, la forma de poner el producto en
contacto con la gente es distinta a la que existía hace un
par de años atrás. Los adelantos
tecnológicos en materia de
producción y distribución de bienes y servicios,
hacen posible que hoy en día se pueda conseguir un mismo
producto en la
Argentina que en
Japón.
Estos cambios no solo incidieron en la economía de un
país, sino también en las costumbres y tradiciones
del mismo; por ello abordaremos en el primer capítulo los
problemas de
la identidad, lo que sucede cuando se la pierde o se encuentra
sometida; y relacionado con esto se verá en que consiste
la
globalización, que efecto tiene en nuestras vidas, los
beneficios que ésta trae, así como también
los perjuicios que ocasiona, especialmente en los países
subdesarrollados que no cuentan con los recursos
necesarios y adecuados para enfrentar estos cambios que se vienen
dando a nivel mundial.
En un segundo capítulo se determinará cual
es la incidencia de los medios de
comunicación en la sociedad, como llegan a influir en
la identidad de un pueblo y también en los hábitos
de consumo. La gente quiere estar "al día", quiere poseer
"lo último", con el paradójico resultado, por lo
demás, de que cuando ha adquirido lo "último", lo
"nuevo" ya ha salido al mercado.Vivimos
inmersos en programas breves,
en el perpetuo cambio de las
normas y en el
estímulo de vivir al instante: el presente se ha erigido
en el eje principal de la temporalidad social.
Y por último se tocará el tema
específico del consumo. Como actúan los individuos
frente a una opción de compra, es decir que actitud
adoptan cuando tienen que elegir el modo de satisfacer sus
necesidades; y relacionado a este tema como influye el consumo en
la identidad del individuo. Además podemos decir que los
cambios en el consumo modifican la identidad de la sociedad;
nuevas costumbres, nuevos hábitos desplazan a los antiguos
produciendo una constante renovación y continuo cambio de
los gustos.
I- La realidad
sociocultural a fines del milenio
I.1 La identidad y la
posmodernidad.
Que entendemos por identidad cultural.
Dar una repuesta correcta a este interrogante, significa
emprender un arduo proceso; el tema de la identidad es rico y
complejo.
"Los individuos están inmersos en una realidad
social, su desarrollo
personal no puede disociarse del intercambio con ella, su
personalidad
se va forjando en su participación, en las creencias,
actitudes,
comportamientos de los grupos a los que
pertenece. Esa realidad colectiva consiste en un modo de sentir,
comprender y actuar en el mundo y en formas de vida compartidas,
que se expresan en instituciones,
comportamientos regulados; en suma en lo que entendemos por una
cultura. El problema de identidad de los pueblos remite a su
cultura".
Para los antropólogos, la cultura es, en primer
lugar, un todo integrado, una totalidad en la que se encuentran
orgánicamente articuladas diferentes dimensiones de la
vida social que hacen posible la identificación, la
comunicación y la interacción entre los
individuos.
Santillan Güemes, en su obra "Culturas,
creación del pueblo", define a la cultura como el cultivo
de una forma integral de vida, es decir, aparece como el medio
creado por la humanidad para entablar su diálogo
con el
universo.
Este nuevo fenómeno de carácter
internacional: la
globalización planetaria, tiene efectos opuestos, como
los de homogeneización y fragmentación cultural;
estos efectos han derrumbado las identidades tradicionales. A
través de los mecanismos de: desterritorialización
y la deshistorialización.
"Debemos comprender que el proceso de
globalización, al impulsar el movimiento de
desterritorialización hacia fuera de las fronteras
nacionales, acelera las condiciones de movilidad y "desencaje".
El proceso de mundialización de la cultura engendra, por
lo tanto nuevos referentes identitarios".
La globalización impacta en los procesos de
identificación de la gente porque pone delante de ella a
otros individuos que actúan como modelos para
asemejarse o diferenciarse. Es decir que, "…las nuevas
sensibilidades y estilo de vida, la crisis de
los sentidos,
valores y creencias instituidos, el creciente privativo,
neonarcisismo y hedonismo, en fin, las transformaciones
culturales de la sociedad contemporánea, plantean la
acción política cuestiones
cruciales que afectan tanto su dimensión ética como
institucional, entre ellas, la necesidad de reconstruir la
identidades colectivas."
La identidad no está dada de antemano: se
construyen, se aprenden, evolucionan. No es algo que nace de una
vez y para siempre.
A primera vista, un grupo se
manifiesta por el simple hecho de que sus miembros poseen en
común unos símbolos, un territorio, una historia, etc. Sin embargo,
de cerca, la noción de identidad se vuelve más
problemática; de hecho, la identidad connota una esencia,
lo cual implica invariabilidad, homogeneidad, permanencia. Ahora,
todos saben que las identidades cambian, nacen y desaparecen. Por
ello, cuando se produce alguna modificación en la
identidad de un pueblo, éste entra en crisis hasta
que se vuelven a acomodar las nuevas estructuras,
es decir, hasta que los individuos acepten y adopten como propios
los nuevos cambios.
"Por identidad de un pueblo podemos entender lo que un
sujeto se representa cuando se reconoce o reconoce a otra
persona como
miembro de ese pueblo. Se trata de una representación
intersubjetiva, compartida por una mayoría de los miembros
de un pueblo, que constituirían un sí mismo
colectivo".
Las identidades son diferentes y desiguales, porque sus
artífices, las instancias que las construyen, disfrutan de
distintas posiciones de poder y legitimidad. Concretamente, las
identidades se expresan en un campo de luchas y conflictos en
el que prevalecen las líneas de fuerza
diseñadas por la lógica
de la máquina de la sociedad.
El problema de la identidad ha sido quizás el
problema esencial de nuestra cultura. La identidad es considerada
como la faceta más importante de ciertas luchas tanto
pacíficas como violentas. Ha estado
presente ante el fenómeno de la modernidad y lo
está ante la posmodernidad.
La modernidad se
caracteriza principalmente por la crítica, la racionalidad
y la utopía; se conforma un "proyecto humano"
a partir de una manera de ver la realidad y de actuar dentro de
ella. Al sentido utilitario de los objetos en la modernidad se le
agrega ahora el sentido transitorio de los mismos en la
posmodernidad. Nunca como ahora se han descartado las cosas con
tanta rapidez a causa de lo precario de su duración.
Mientras más rápidamente se descartan unos objetos
y más rápida su sustitución por las nuevas
cosas, mayor es la dependencia de los mismos. Las cosas se
convierten en "mercancías". Se descree de valores,
virtudes e instituciones como la familia,
el trabajo; y
se valoriza la seducción, la simpatía, la
espontaneidad. Junto con su gran atractivo, su velocidad, su
animación y el incesante movimiento de
gente, se vive la desintegración y la soledad. Como dice
María Cristina Reigadas en su libro " Entre
la norma y la forma Cultura política hoy", el
trastocamiento y multiplicación de mundos diferentes,
precarios, contingentes, fragmentados, nos coloca ante la
dificultad de incluir y elaborar la presencia y posicionamiento
del otro bajo los modos habituales y propios de la modernidad. Y,
por lo tanto, de elaborar y sostener, a partir del encuentro con
el otro, nuestra propia identidad.
Cuando los ritmos de cambio se aceleran, es muy
difícil establecer posiciones de identidad. Las
identidades constituidas se deshacen: la crisis de alteridad es
crisis de identidad, afirma María Cristina
Reigadas.
El orden económico mundial exige homogeneizar
patrones de consumo, y esto no se logra tan sólo mediante
agresivas políticas económicas ni mediante
propagandas publicitarias centradas en la oferta de los
permanentemente renovados productos. Lo
que se difunde es, ante todo, un modelo
cultural que genere actitudes y
motivaciones orientadas a adoptar nuevos estilos y formas de
vida, más allá e independientemente de las formas
concretas que unos y otros asuman; lo que se difunde es una
suerte de "a priori" del consumo incesante y cambiante, que
instala al ciudadano en el rol eminente, de consumidor. De
este modo, el deseo de comunidad y de
participación se encarna en las comunidades
interpretativas de consumidores que les dan identidades
compartidas.
"Nos vamos alejando de la época en que las
identidades se definían por esencias ahistóricas:
ahora se configuran más bien en el consumo, depende de lo
que uno posee o es capaz de llegar a apropiarse. Las
transformaciones constantes en las tecnologías de
producción, en el diseño
de los objetos, en la
comunicación, vuelven inestable a las identidades
fijadas en repertorios de bienes exclusivos de una comunidad
étnica o nacional."
Es decir, la globalización de la economía
está definiendo una identidad más vinculada con los
bienes a los que se accede que con el lugar donde se ha
nacido.
La búsqueda de identidad
colectiva.
Como dice Villoro Luis en su obra "Estado plural
y pluralidad de culturas", los pueblos que se encuentran
sometidos a una relación de colonización,
dependencia o marginación por otros países, se les
hace imperante la búsqueda de su identidad.
La búsqueda de la identidad no está ligada
necesariamente a situaciones de colonización o
dependencia. También otras situaciones de
disgregación social pueden dar lugar a un sentimiento de
crisis de identidad.
En los nuevos procesos, se percibe una fragilidad en la
identidad colectiva y personal, la
misma está siendo amenazada por los procesos de
internalización, por el despliegue de una cultura
homogeneizadora que se impone a través de los medios de
comunicación y busca, por lo tanto, un sistema de
garantías que la reconforte, que le dé seguridad. No
solo el nacionalismo
exasperado es una respuesta frente a dichos procesos; el
proteccionismo a la economía regional, la defensa de lo
propio, la reivindicación de las identidades
étnicas, son ejemplos de reacciones frente a la
mundialización de los modos de vida y la
estandarización cultural del mundo. Se están
produciendo fuertes desestructuraciones y reestructuraciones,
creándose nuevas segmentaciones sociales y verdaderas
subculturas, que fomentan la desintegración de las
culturas locales.
La búsqueda de una identidad colectiva aspira a
la construcción imaginaria de una figura
dibujada por nosotros mismos, que podamos oponer a la mirada del
otro.
Reconocer nuestra identidad es reconocer nuestras
diferencias: " nosotros los argentinos", pero también es
reconocer a otros. Ahora bien, ocurre que no sólo
conocemos las otras culturas sino que, además, recurrimos
a ellas o a ciertos elementos de ellas.
La vía hacia la identidad reviste distintas
formas según sea la situación de que se parte. La
preservación de la propia identidad es un elemento
indispensable de la resistencia a ser
absorbidos por una cultura dominante. Tiene que presentarse bajo
la forma de una reafirmación, a veces excesiva, de la
propia tradición cultural, de la lengua, de las
costumbres.
La construcción de una identidad cultural debe
entenderse como un proceso de lucha política entre
facciones sociales, siempre provisional e incierto, que pasa por
la defensa y construcción de espacios expresivos y
reflexivos que den cabida a múltiples manifestaciones
estéticas y sociales. Las subculturas y contraculturas se
han construido disputando esos espacios. Es la dinámica propia de su constitución, así genera sus
vínculos internos y adquiere una identidad
social.
En la búsqueda de la identidad, como comenta
Villoro, se pueden reconocer ciertos rasgos comunes:
Se trata de oponer a la imagen
desvalorizante con que nos vemos al asumir el punto de vista de
otro, una imagen
compensatoria que nos revalorice. La representación
revalorizada de sí puede seguir dos vías distintas:
acudir a una tradición recuperada o seguir otra vía
más auténtica: aceptar la situación vivida e
integrarla en un nuevo proyecto
elegido.
Esa representación de sí mismo permite
reemplazar la disgregación de imágenes
con que puede verse un pueblo, por una figura
unitaria.
La representación de una identidad
nacional o étnica puede no ser compartida por todos,
corresponder a un proyecto de un grupo
particular dentro de la sociedad y servir a sus
intereses.
Los pilares de la identidad son: conocer la historia propia, reconocer
nuestros valores, practicar la autoestima y
la dignidad.
I.2 La
globalización: apertura de fronteras
Posibilidades que brinda
Es un proceso que todos reconocen como el más
determinante de la década del noventa, pero que suscita
opiniones muy encontradas. Si bien no es un proceso nuevo ha sido
retomado con mayor énfasis en los países en
desarrollo
como premisa específica para lograr un crecimiento
económico y erradicar la pobreza.
Los orígenes del fenómeno se remontan a
las dos décadas posteriores a la Segunda Guerra
Mundial, en el cual los países industrializados de
Norteamérica, Europa y Asia alcanzan
tasas de crecimiento del PBI tres veces superiores que en los 130
años precedentes, lo que a su vez provoca una
expansión a nivel mundial de las transacciones comerciales
de estos países.
Con el fin de regular las crecientes relaciones
comerciales, los países en cuestión generaron una
estrategia
económica y política de liberar todas las barreras
al libre comercio,
implantadas por la Estrategia de
Sustitución de Importaciones.
Producto de ello son las negociaciones del GATT, la creación del
FMI y el BM,
las áreas de libre comercio
subregionales, etc.
Este proceso se vio acelerado por las diferentes crisis
en que se vio inmerso el entorno internacional en los años
1971 ( crisis del dólar), 1973 y 1979 ( crisis del
petróleo) y en 1982 (crisis de la deuda);
otro elemento que ayudo al avance vertiginoso del mismo fue el
surgimiento de una teoría
económica a tono con los requerimientos del
fenómeno: el Neoliberalismo
La globalización es un proceso multidimensional,
aunque hay razones para pensar que es ante todo un proceso
económico hecho posible por cambios provenientes de
la ciencia y
la tecnología.
"El lazo indisoluble que se genera en el siglo XX entre
la ciencia y la
tecnología posibilita acelerar, ampliar y consolidar el
proceso de globalización, especialmente, en sus aspectos
económicos y culturales."
La digitalización de las comunicaciones
humanas ha revolucionado la producción, el almacenamiento y
el acceso a la información. Si la revolución
industrial multiplicó la fuerza del
hombre, la
evolución informática multiplica la capacidad del
cerebro humano.
Hoy la información se ha democratizado, y
está al alcance de quien posea una computadora y
un módem para acceder a Internet.
En efecto, se puede saber lo que ocurre en lejanos
rincones del universo. Podemos
trasladarnos en pocas horas a los más remotos y distintos
lugares y culturas, y convivir con distintos estilos de vidas.
Podemos ver la tierra
desde afuera y desde lejos gracias al avión y a las
fotos que
envían los satélites.
Las nuevas
tecnologías están creando un mundo donde
los valores y
las economías repercuten de en un lado a otro; la cultura
y los valores
humanos están siendo modelados por un medio
electrónico. Nunca antes las sociedades
habían quedado completamente supeditadas al mercado
comercial para determinar sus valores y sus modelos.
Del mismo modo que la globalización económica tiende a
instituir mercados sin
fronteras, la revolución
informática hace posible la
destrucción de barreras idiomáticas y el
aislamiento recíproco, ya no existe las fronteras
nacionales para la información. La TV ha creado una fuerza
cultural penetrante como nuca antes se había visto, tanto
en su intensidad como en su alcance.
¿Debe verse a la globalización como un
proceso autónomo que impacta en culturas que pasivamente
reciben sus consecuencias? Aunque no se lo reconozca, a veces se
piensa que la globalización es el nuevo nombre del
imperialismo.
Paralelamente a la globalización se han
revigorizado los nacionalismos (etnonacionalismo), se han
acentuado los esfuerzos de revitalización de identidades
de grupos étnicos o de su constitución por parte de
otros sectores culturales en el mundo, han regresado sentimientos
religiosos, además de fundamentalismos de diversa
índole.
Estos procesos de resistencia se
dan generalmente en los países que dependen más de
lo económico, lo político y lo cultural; estos
mismos han activado su potencialidad étnica, es decir, han
reafirmado su propia identidad, cargando simbólicamente
aspectos diferenciados de su cultura que han sido convertidos en
referentes de identidad.
En la Argentina, por
ejemplo, volvió a tener auge la música
folclórica, el tango; estos son
típicos ejemplos de cómo se trata de reafirmar un
símbolo cultural, para contrarrestar la continua
invasión de la música
extranjera.
La globalización otorga al hombre
más posibilidades de conocer la verdad y de acceder a la
belleza ¿Por qué, entonces, despierta tantas
prevenciones?¿ Por qué resurgen con fuerza todos
estos procesos de resistencia?
El hombre colocado en el centro de este proceso, siente
que ha perdido la protección de las diferentes instancias
que antes lo contenían. La vieja segmentación entre países tiende a
ser superada por una nueva segmentación en el interior de
éstos, por una parte los grupos culturales que poseen los
conocimientos necesarios para generar riqueza y comunicarse con
el resto del mundo, y por el otro, los nuevos pobres, excluidos
de los banquetes de las nuevas oportunidades por carecer de las
habilidades necesarias para entrar en el mercado de trabajo y
comunicación.
"Los llamados procesos globalizadores redundan en la
redistribución de privilegios y despojos, riqueza y
pobreza,
recursos y desposesión, poder e impotencia, libertad y
restricción. Las divisiones territoriales y segregaciones
de identidad que imponen y promueve la globalización de
los mercados e
información, no reflejan la diversidad de socios en pie de
igualdad.
Apenas el 22% de la riqueza global pertenece a los
llamados países en vías de desarrollo, que abarcan
al 80% de la población mundial ".
Los beneficios de la globalización están
siendo desigualmente repartidos entre las diversas regiones,
entre los diferentes países y en el interior de los
mismos, lo cual conlleva severos procesos de fragmentación
y polarización.
La globalización les da a los países
extremadamente ricos nuevas oportunidades para ganar dinero de
manera más rápida. Estos han utilizado la
tecnología de punta para desplazar grandes sumas de
dinero
alrededor del globo con extrema rapidez y especular con eficiencia
creciente.
La globalización es una paradoja: beneficia mucho
a muy pocos a la vez que excluye o margina a dos tercio de la
población mundial.
Como dice García Canclini, en su libro
"Consumidores y Ciudadanos", la internacionalización fue
una apertura de las fronteras geográficas de cada sociedad
para incorporar bienes materiales y
simbólicos de las demás. La globalización
supone una interacción funcional de actividades
económicas y culturales dispersas, bienes y servicios
generados por un sistema con
muchos centros, en el que importa más la velocidad para
recorrer el mundo que las posiciones geográficas desde las
cuales se actúa.
La globalización es, siempre,
"glocalización" (N. García Canclini), que implica
transformaciones espaciotemporales que afectan los modos y
estilos de vida concretos de las personas, producto de los
cambios de escala y de la
aceleración de los cambios, en especial aquellos debido a
las innovaciones tecnológicas y a los crecientes niveles
de complejidad de la vida urbana. Así sé
reconfiguran los sistemas de
percepción y representación del
tiempo y el espacio, que constituyen el entramado básico
de los mundos de la vida, de la historia concreta de los
individuos y grupos
sociales, de sus mitos y sus
ritos.
Estas transformaciones se apoyan en una
aceleración sin precedentes en los procesos
tecnológicos, tanto en lo que atañe al ritmo mismo
de las innovaciones como en lo que se refiere
al lapso que transcurre entre la innovación y su incorporación en la
producción. Tal proceso se inició en los
años 70 y ha llegado a ser tildado como la "tercera
revolución
tecnológica e industrial". Se ha asentado en la electrónica, la informática, la
robótica,
los nuevos materiales, la
genética y
la biotecnología.
Estas son sólo unas de las facetas del mundo
globalizado. Están además presentes los siguientes
efectos económicos:
- La estandarización de productos y
servicios: significa que éstos tienen poca o nula
variación entre los distintos países o regiones
donde se distribuyen. - Reducción de barreras arancelarias: ha
introducido el llamado consumo de productos masivos,
permitiendo que muchos países tengan acceso a
éstos. - Economía de escala: implica
hacer los productos más competitivos con una estrategia
de bajos costos. - La creación de grandes corporaciones e
integración de las empresas:
permite un mayor control del
mercado. - La creciente integración de las economías
nacionales a los mercados globales, pues de éstos
últimos depende el crecimiento y la estabilidad de
aquellas. - Configuración de grandes zonas integradas de
comercio.
¿Dependencia o
Dominación?
Lo que para algunos constituye un proceso de
integración, ya sea por asimilación,
endoculturación, o por sincretismo y yuxtaposición,
para otros puede significar la desestructuración y
desintegración de sus identidades, fragmentación y
exclusión, mutación de la identidad,
transfiguración de la matriz
originaria. El proceso de mundialización, tal como se esta
dando en la realidad no genera una sola dinámica sino dos dinámicas
complementarias y opuestas:
- La globalización
- La reafirmación identitaria
(localización).
Existe una creciente trasnacionalización del
mercado de
capitales, del mercado de nuevas tecnologías y del
mercado de los productos. Todo ello, unido a una
desconcentración de la producción, tiene como
consecuencia que los mercados estén cada vez más
mundializados. Pero no todo el mercado esta mundializado, un
elemento central del mismo, la fuerza de trabajo, queda afuera de
este proceso. Basta considerar las crecientes trabas que la
Unión
Europea, Estados Unidos,
por ejemplo, ponen ante los inmigrantes que van en busca de
trabajo.
Los mass medias, las nuevas tecnologías, los
programas
informáticos, la música rock, la
Coca
Cola, los jeans, las tiendas MacDonald o la
hegemonía de la lengua
inglesa, representan ejemplos de mundialización, son
consecuencia directa de la acentuación del imperialismo
cultural y de la imposición del "american way of
life".
El fenómeno globalizador no se está
expresando sólo en la economía y en las tendencias
referidas, ciertamente contradictorias, acerca del
Estado-Nación, sino también en el plano
sociocultural. Si bien McLuhan había hablado ya en los
años sesenta de una "Aldea Global", los adelantos en estos
últimos años han impulsado todavía
más las comunicaciones
entre distintos puntos del globo.
En lugar que todos estos efectos apunten en la dirección de una única "cultura
mundial" y una única "identidad planetaria", lo que
está sucediendo es que, crecientemente, aumenta la
conciencia de
las identidades culturales diferenciadas, es decir, como dice M.
Cristina Reigadas, el descentralismo del sujeto racional moderno,
la irrupción del multiculturalismo y de la diferencia
impide, por un lado, afirmar identidades cerradas, fuertes, y
absolutas, pero, por el otro, no se sabe aún cómo
evitar que la diferencia sea travestida en "indiferencia"
sociopolítica, legitimante de la injusticia.
Las grandes migraciones actuales y la extensión
del turismo en masa
no han producido homogeneidad ni globalización cultural,
sino que han puesto de manifiesto el pluriculturalismo realmente
existente.
"La experiencia del multiculturismo es contundente: la
diversidad estalla, se exhibe, reclama. Los otros están
entre nosotros. Nosotros somos los otros."
En todos las dimensiones se puede encontrar elementos
que están sujetos a una dinámica de
globalización y otros que responden a la dinámica
de reafirmación de identidades colectivas
(localización).
La crisis contemporánea constituye el caldero
donde se combinan y recrean creencias, actitudes y estilos que
darán lugar a una nueva cultura que, como sostiene Alain
Touraine en su obra "¿Podremos vivir todos juntos?", es
"de ninguna parte" pero que no por ello será uniforme,
abstracta, transhistórica o sobreimpuesta, sino que,
podrá ser, por primera vez en la historia de la humanidad,
global y planetaria. Construcción común de todas
las naciones y pueblos. En cualquier caso, las tendencias futuras
de la globalización dependerán de los modos de
recombinar lo nuevo y lo viejo, lo propio y lo ajeno, lo
económico, lo político, lo estético, lo
igual y lo diferente. El mundo globalizado dependerá
entonces de los modos concretos y específicos en que los
individuos y los grupos interactúen, es decir de los modos
en que toleren y promuevan la presencia y acción del otro
en la configuración de sus propias identidades. Se
habrá terminado la pesadilla de la homogeneidad, el
aniquilamiento de la diferencia. Pero también,
renacerá el deseo del otro, el deseo de
comunidad.
Página siguiente |