1.
Introducción
2. Los fines de la enseñanza
cristiana
3. Qué es enseñar desde el
punto de vista cristiano.
4. El proceso de enseñanza
– aprendizaje
5. Factores Que Afectan El Proceso De
Enseñanza – Aprendizaje
6. El Cambio De
Actitudes
7. Conclusiones
8. Bibliografía básica
del maestro o maestra cristianos
La enseñanza bíblica cristiana se
encuadra dentro de la estrategia
general de Dios para salvar al hombre. Dios
ha constituido a maestros (Efesios 4:11) y a otros líderes
de la iglesia de
Cristo para que estén "aconsejando y enseñando con
toda sabiduría a todos los seres humanos, para
presentarlos a todos perfectos en él." (Col. 1:28). La
misión
de la enseñanza bíblica cristiana es esa y tiene un
fin: que los seres humanos se presenten en santidad ante el
Señor.
Sin embargo, mucho de lo que se hace con el nombre de
"enseñanza cristiana" no es más que
palabrería sin sentido que no va más lejos que el
tiempo que se
gasta en "charlar" sobre temas religiosos que no producen
santidad en nadie. Y lo que es peor, se enseña como
"educación
bíblica" simples ideas humanas que están de
moda,
añadiéndoles un ropaje cristiano. No es de
extrañar que ni los maestros y maestras saben nada de lo
que la Biblia enseña.
Es un urgente que las iglesias de Cristo reconozcan la
grave falla que están afrontando al no tener en claro
qué es lo que se pretende con nuestra enseñanza,
para qué y cómo es que vamos a enseñar la
Biblia.
Si nuestras iglesias no crecen, ni los miembros muestran
el testimonio de honestidad y
conocimiento
bíblico en sus vidas, entonces no estamos enseñando
lo que dice la Biblia. Si "no pasa nada" como resultado de
nuestra enseñanza, entonces estamos inmersos en un rotundo
fracaso. Si todo lo que hacemos es "charlar" y "platicar" en
nuestras "clases bíblicas" estamos perdiendo el tiempo
miserablemente.
Si nuestros niños y
adolescentes
no entregan sus vidas a Cristo y si nuestros adultos son unos
hipócritas llenos de inmoralidad e ignorancia de las
Escrituras, entonces nuestro sistema de
enseñanza ha fracasado estruendosamente.
Si los que no conocen a Cristo y asisten a nuestras
clases no muestran ningún interés en
arrepentirse de sus pecados y bautizarse (Hechos 2:38) ni tampoco
muestran el más mínimo interés en
profundizar en los temas bíblicos que enseñamos,
entonces no estamos haciendo nada con eso que llamamos "estudios
bíblicos".
Es necesario que todos los líderes y los maestros
y maestras tengan plena claridad de lo que realmente es la
Enseñanza Bíblica Cristiana, se capaciten y
empiecen a buscar resultados espirituales en su
enseñanza.
Objetivo general:
Enseñar los fundamentos de la Educación
Bíblica Cristiana para poner en marcha una programa de
educación eficaz en las iglesias de Cristo.
Objetivos específicos:
- Tener claridad sobre la esencia de la
enseñanza bíblica cristiana. - Identificar los fines de la enseñanza
bíblica cristiana. - Reconocer los factores que influyen en el proceso de
enseñanza – aprendizaje. - Poner en marcha un programa de
educación bíblica cristiana eficaz en las
iglesias de Cristo.
2. Los fines de la
enseñanza cristiana
La conversión del adulto no creyente.
Jesucristo vino para que los seres humanos "tengan vida,
y la tengan en abundancia." (Juan 10:10). Se refiere a la vida
eterna en Cristo Jesús. Todo nuestro acercamiento al
adulto no creyente tiene por finalidad lograr que éste sea
salvo. En palabras del mismo Cristo: "El que crea y sea bautizado
será salvo" (Marcos 16:16).
La entrega a Jesucristo es un cambio radical
de la persona, tanto
que en muchos textos bíblicos se lo denomina "nacer de
nuevo". Si nuestra enseñanza no está planeada para
que la gente crea y se bautice, entonces no estamos haciendo
nada.
La edificación del creyente.
El cambio radical
del creyente que se produce en el momento de la conversión
toca principalmente con aquello que lo separa de Dios. La labor
del predicador o maestro cristiano es ayudarle a la persona a ubicar
qué es lo que le está separando de Dios, qué
es lo que le impide tener una relación de santidad con
Dios. Una vez ubicado esto, la persona se arrepiente y se bautiza
para el perdón de los pecados. Por ejemplo, si lo que
separaba a la persona de Dios era el robo, la entrega a
Jesucristo hace que la persona "no robe más, sino que
trabaje" (Efesios 4:28). Pero de ahí en adelante el
mensaje del evangelio tiene que inundar todas las áreas de
la vida de la persona, no sólo aquellas que evidentemente
le impedían recibir a Cristo. Los creyentes necesitan ser
edificados espiritualmente para que "arraigados y cimentados en
amor, puedan
comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y
largo, alto y profundo es el amor de
Cristo; en fin, que conozcan ese amor que
sobrepasa nuestro conocimiento,
para que sean llenos de la plenitud de Dios." (Ef. 3:18,19). Si
fracasamos en edificar a los hermanos y hermanas de las iglesias,
la persona puede volver a antiguos pecados y llegar a quedar en
peor condición que antes de entregar su vida a Cristo. Los
líderes y maestros y maestras de las iglesias de Cristo
deben entender esto muy profundamente. Si los creyentes no son
mejores cristianos que cuando se convirtieron, si "no hay
progreso", entonces lo que sucede es que no existe una verdadera
enseñanza bíblica cristiana en la iglesia.
La preparación del niño para la
conversión.
Eso de que "niños son el futuro de la iglesia"
aparte de ser una frase muy trillada, es completamente cierto.
Dios quiere que los niños sean criados "según la
disciplina e
instrucción del Señor" (Ef. 6:4b). Uno de los
requisitos para ser anciano líder
(pastor) de la iglesia es que "sus hijos deben ser creyentes"
(Tito 1:6). Todas las clases y actividades que la iglesia
desarrolle con los niños deben ir directa o indirectamente
relacionadas con ese fin: prepararlos para la
conversión.
Si los niños y adolescentes,
no entregan sus vidas a Jesucristo a su debido tiempo, se deben
estar enseñando muchas cosas en las clases que la iglesia
les imparte. Pero hay algo que no se les está
enseñando: la palabra de Dios.
3. Qué es
enseñar desde el punto de vista
cristiano.
Ser cristiano es un encuentro personal con
Dios, una relación, una experiencia. Consecuentemente,
enseñar desde el punto de vista cristiano consiste en
lograr que la persona tenga una relación personal con Dios
y la mantenga toda su vida.
Para poder tener un
encuentro personal con Dios la persona debe tener fe. La fe le
llega a la persona "como resultado de oír el mensaje, y el
mensaje que se oye es la palabra de Cristo" (Romanos 10:16). A
nosotros nos corresponde enseñar el mensaje de Cristo no
sólo para que la persona se haga cristiana, como acabamos
de ver, sino también para que se mantenga cristiana. A los
que ya son cristianos se les pide que vivan "manteniendo en alto
la palabra de vida" (Fil. 2:16). En esto, el papel de la
enseñanza cristiana es claro: "Que habite en ustedes la
palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y
aconséjense unos a otros con toda sabiduría." (Col.
3:16).
Un problema de muchas iglesias es que muchos de nosotros
creemos que enseñar es verbalizar, es decir que la persona
diga en sus propias palabras lo que la Biblia enseña.
Luchamos por todos los medios para
alcanzar ese logro. Pero en realidad que la persona sepa en su
mente una enseñanza bíblica y pueda decirla
claramente en sus propias palabras no es suficiente. El cristianismo
no es tan sólo una manera de pensar, sino una manera de
vivir. Mucha gente conoce y expresa verbalmente muy bien los
principios
bíblicos, pero no los vive. Jesucristo identificó
claramente ese problema en los fariseos que él tanto
reprobó (ver Mateo 23:1-4ss). Lograr que una persona
conozca la palabra de Cristo y la exprese con claridad en sus
propias palabras es algo muy grande, pero no es
suficiente.
Otro problema es que muchos de nosotros creemos que
aunque no es suficiente conseguir que una persona conozca la
palabra de Dios y la exprese en sus propias palabras, pensamos
que la solución es que además de eso, la persona
muestre entusiasmo por lo que ha aprendido. Pero eso tampoco es
suficiente: el cristianismo
no es tan solo un estado de
ánimo pasajero, es una manera de vivir. Hay gente que la
"pasa muy bien" en su relación con la palabra de Dios,
muestra
entusiasmo con la enseñanza, pero no practica la
enseñanza. Conocer y decir con sus propias palabras los
principios
bíblicos no es suficiente. Tampoco es suficiente que la
persona "se entusiasme" con la palabra de Dios.
Sí, es superimportante que la persona conozca la
palabra de Dios, la exprese en sus propias palabras y se
entusiasme con ella. Pero no puede quedarse ahí. Hemos
realmente enseñado cuando la persona cambia su vida y vive
una experiencia permanente con Dios, una relación personal
con Dios.
Entonces, desde el punto de vista cristiano hemos
realmente enseñado cuando al enseñar la palabra de
Dios la persona logra todo esto completamente:
Conoce la palabra de Dios è Expresa en sus
propias palabras la palabra de Dios è
Se entusiasma con la palabra de Dios è 4 Logra una experiencia
personal con Dios.
Lo anterior se puede dar casi simultáneamente, si
Dios quiere. Eso pasa en muchos casos en que la gente llega a
rendir sus vidas a Cristo. Pero, como podemos ver en el cuadro
anterior, parece darse generalmente un proceso de
enseñanza – aprendizaje. Eso
es lo que vamos a estudiar en el siguiente
capítulo.
4. El proceso de
enseñanza – aprendizaje
Dios hizo al ser humano. Nosotros debemos aprender
cómo es que funciona el cuerpo del ser humano para
poder ayudarle
cuando está enfermo. Eso es tarea de la medicina.
Si queremos aprender cómo es que el ser humano
aprende eso es tarea de la pedagogía.
La pedagogía nos dice que el aprendizaje es
un proceso. Por eso hablamos del proceso de enseñanza
– aprendizaje.
Conocer la palabra de dios.
Es importante tener claro que todo empieza con este
paso. La gente tiene que entrar en contacto con la palabra de
Dios. Romanos 10:14 dice: "Ahora bien, ¿cómo
oirán a aquel en quien no han creído? ¿Y
cómo creerán en aquel de quien no han oído?
¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?
¿Y quién predicará sin ser enviado?
Así está escrito «¡Qué hermoso
es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!»". Debe
haber alguien que enseñe la palabra de Dios y otro que
reciba la enseñanza.
Comprender la palabra de dios.
Comprender la palabra de Dios quiere decir que sabemos
lo que ella significa para nuestra vida diaria. Cuando impartimos
una enseñanza bíblica, el alumno debe comprender
qué significa esa enseñanza para su propia vida
individual. Una manera en que podemos ver que el alumno comprende
la palabra de Dios es cuando él puede explicarnos con sus
propias palabras la enseñanza bíblica que se le ha
dado. El alumno puede expresar esa comprensión por medio
de decir qué entendió, o por medio de construir un
instrumento en el que muestre su comprensión. Ese
instrumento dependerá de las capacidades del alumno: puede
expresar oralmente lo que entendió de la enseñanza,
o hacer dibujo, o un
cuadro sinóptico, o un ensayo, o
participar en un debate, o
crear un trabajo manual, o crear y
participar en un drama o representación teatral, o un
socio-drama, etc.
Convencerse de que la palabra de dios es lo
mejor.
El alumno debe tener una convicción muy fuerte de
que la palabra de Dios es lo mejor para su vida y para el mundo.
Su convicción en la verdad de la palabra de Dios debe
llegar hasta el extremo de estar dispuesto a guiar su vida por la
palabra de Dios. Su fe en los principios bíblicos deben
hacer que la palabra de Dios sea su norma de creencia y de
conducta. Un
discípulo de Cristo está plenamente convencido de
que su vida debe vivirse haciendo la voluntad de Dios tal como se
muestra en la
Biblia. El convencimiento incluye el hecho de que los principios
bíblicos deben obedecerse en todos los campos de nuestra
vida y con una actitud de
alabanza y entusiasmo. Cuando se tropiece con alguna dificultad,
el verdadero discípulo no desmaya, sino con toda
convicción dice como Pablo: "Sé en quien he
creído y estoy seguro" (1 de
Timoteo 1:12b).
Experimentar La Palabra De Dios
He aquí el último paso del proceso
enseñanza – aprendizaje sin el cual no podemos decir
que realmente se ha enseñado. Cuando el alumno comienza a
vivir de acuerdo con lo que se le ha enseñado de la
palabra de Dios, entonces podemos decir que ha aprendido la
palabra de Dios. Eso debe hacerse con todo principio
bíblico que se le presente: vivir de acuerdo a ese
principio. Eso y no la verbalización es lo que hará
cambiar al mundo. El que verdaderamente ha aprendido la palabra
de Dios, cambia su forma de vida pues ella "es viva y poderosa y
más cortante que toda espada de dos filos. Penetra hasta
lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la
médula de los huesos". (Heb.
4:12). Nadie puede ser el mismo después de una experiencia
así. Lo demás, es palabrería.
Vemos pues que el proceso de enseñanza –
aprendizaje de la palabra de Dios puede ser el
siguiente:
5. Factores Que Afectan El
Proceso De Enseñanza –
Aprendizaje
Dentro del proceso de enseñanza –
aprendizaje de la palabra de Dios hay factores que afectan para
bien o para mal ese proceso. La mayoría de educadores
están de acuerdo en ubicar esos factores en el maestro, en
el alumno y en el contexto del aprendizaje.
El Maestro
La personalidad
del maestro.
Es un factor clave que el maestro tenga una personalidad
cristiana. Empezando porque debe ser un creyente. Puesto que la
enseñanza cristiana consiste en un encuentro personal con
Dios, quien no lo haya experimentado no puede enseñar lo
que a él mismo no le ha ocurrido. Nadie puede
enseñar lo que no conoce.
El señor Jesucristo es el modelo del
maestro, a Él se le llama "el Divino Maestro". Su
personalidad atrajo multitudes. El carácter
de Jesús era "humilde de corazón"
(Mateo 11:29), y al mismo tiempo la gente se admiraba "porque les
enseñaba como quien tenía autoridad, y
no como los maestros de la ley" (Mateo
7:29). La gente venía a escuchar su enseñanza y le
traían sus hijos para que orara por ellos (Mateo
19:13).
La actitud del
maestro hacia la Biblia.
Jesucristo tenía en alta estima a la Biblia. En
sus discusiones con los líderes judíos les
decía: "Ustedes andan equivocados porque desconocen las
Escrituras y el poder de Dios" (Mateo 22:29). Y también
anda muy equivocado aquel maestro que desconozca hoy en
día la enseñanza de la Biblia y tenga una actitud
de menosprecio hacia ella o que base sus enseñanzas en
algo diferente a la palabra de Dios. El problema de los enemigos
de Jesús era que en realidad no le enseñaban a la
gente la palabra de Dios sino sus propias ideas y por eso
Jesús les dijo: "En vano me adoran; sus enseñanzas
no son más que reglas humanas" (Mateo 15:9).
La actitud del maestro hacia el alumno.
Jesucristo amaba a la gente y eso le motivaba a
enseñar. La Biblia nos dice que "al ver a las multitudes
tuvo compasión de ellas" (Mateo 9:36). Una actitud de
menosprecio o de temor hacia los alumnos es un factor que afecta
el proceso de enseñanza – aprendizaje de una manera
tal que lo puede bloquear. El maestro(a) cristiano(a) debe tener
en alta estima a sus alumnos, amarlos, tomarlo en cuenta y creer
que ellos pueden culminar el proceso con éxito.
La actitud del maestro hacia la
enseñanza.
El nombre más común para referirse a
Jesucristo en los evangelios es el de "maestro". Jesús
creía en la enseñanza. Un maestro que no crea en la
enseñanza no llega a nada con su actividad. El maestro
debe creer tanto en la enseñanza que él mismo debe
ser un alumno. Ser maestro es considerado en el Nuevo Testamento
como un don de Dios (Ef. 4:11).
El Alumno
La actitud del alumno hacia la palabra de
Dios.
Los primeros discípulos estaban ávidos de
la enseñanza de Jesucristo, le decían:
"Señor, enséñanos…" (Lucas 11:1b). El
maestro debe tratar de despertar el interés de los alumnos
hacia la palabra de Dios para que el proceso pueda darse con
efectividad. Es importante que el maestro conozca cuál es
la actitud del alumno hacia la palabra de Dios y hacia la iglesia
donde es enseñado.
La actitud del alumno hacia sí mismo.
Una actitud de baja autoestima, de
que "la palabra de Dios no es para mí" puede ser fatal
para el éxito del proceso de enseñanza –
aprendizaje. Lo hermoso de la enseñanza cristiana es que
no importa lo que uno piense de sí mismo, la Biblia trae
mensaje para uno. El maestro debe mostrarle eso al alumno para
que tenga un adecuado concepto de
sí mismo y eso favorezca el
aprendizaje.
La actitud del alumno hacia el maestro.
Si el alumno con confía en su maestro o maestra
es difícil que aprenda. Se necesita cambiar el concepto del
alumno hacia el maestro ya sea por medio de que el maestro
muestre un verdadero testimonio o por medio de que el alumno
venza prejuicios.
El Contexto De Aprendizaje
El contexto de aprendizaje tiene que ver con el lugar y
el ambiente donde
se imparte la enseñanza. Es importante que el ambiente sea
amistoso, acogedor, agradable, abierto al diálogo.
El lugar debe ser lo más cómodo posible y el
número de alumnos manejable.
Para poder tener éxito en el proceso de
enseñanza – aprendizaje de la palabra de Dios, es
necesario que se den una serie de cambios en las actitudes de
todos los que están envueltos en el proceso. Esos cambios
se dan en el momento de que alguien se hace cristiano, a
través del cambio en los conceptos y a través de
experiencias. Esos cambios los puede experimentar tanto el
maestro o maestra como los (as) alumnos (as).
Cambio de actitudes a
través de la conversión.
Por conversión entendemos la experiencia que vive
alguien al hacerse cristiano. Jesús dijo "El que crea y
sea bautizado será salvo" (Marcos 16:16). Tras esa frase
hay muchas implicaciones: El que cree se arrepiente de su mala
vida, está dispuesto a declarar públicamente su fe
en Cristo y se bautiza de buena voluntad para el perdón de
los pecados y recibir al Espíritu Santo (Hechos 2:38).
Así que una persona que crea y se bautice (en ese orden,
pues nadie puede cambiar el orden divino) es cristiana, se ha
convertido en cristiano (a). No hay otra manera de salvarse sino
como dice Jesucristo "Porque hay un solo Dios y un solo mediador
entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre." (1 de
Timoteo 2:5)
¿Qué pasa en una persona cuando llega a
Jesucristo?
1. La persona es salva.
Eso quiere decir que todos sus pecados han sido
perdonados (Hechos 2:38) y que ha recibido una nueva naturaleza. Es
como si naciera de nuevo (Juan 3:3). Es como si fuera otra
persona, una nueva creación (2 de Co. 5:17). Ahora somos
"hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas
obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las
pongamos en práctica" (Efesios 1:10)
2. La persona despierta un profundo deseo de seguir la
voluntad de Dios.
Ahora la persona quiere obedecer a Dios en todo y
ajustar su vida a lo que quiere Dios de ella. Eso quiere decir
que le tiene una profunda confianza a la palabra de Dios y muchos
deseos de aprender las enseñanzas de la Biblia. No tiene
ningún pero ante el
conocimiento y la obediencia de principios bíblicos
que le obliguen a cambiar sus patrones y modelos de
vida. Está dispuesta a acabar con todo aquello que le
había mantenido separada de Dios (Hechos 19:19; Efesios
4:25-32; 1 de Pedro 3:1-7)
3. La persona recibe un poder liberador que la ayuda a
tener victoria sobre el mal.
El Espíritu Santo habita en la persona y eso le
da un poder inmenso para vencer la tentación y la
persecución. El Espíritu Santo la dota con
algún don o dones (1 de Co. 12:7) para servir a Cristo en
la iglesia. Ese poder es un anticipo del goce y la herencia que
recibirá en el cielo (Efesios 1:14)
Cambio de actitudes a través del cambio de
conceptos.
Las actitudes también se cambian a través
del cambio de conceptos. La enseñanza de la palabra de
Dios debe producir un cambio de los conceptos humanos y carnales
hacia Dios, hacia la Biblia, hacia la iglesia, hacia la gente y
hacia uno mismo.
Cambio de actitudes a través de
experiencias.
A través de acercarse en forma práctica a
Dios, la Biblia, la iglesia y la gente con una óptica
bíblica, cambiamos las actitudes hacia ellos. La
enseñanza cristiana debe enfocarse en el cambio de
actitudes hacia:
-Dios.
-Uno mismo.
-La
familia.
-La Iglesia.
-Los no creyentes
-Del círculo familiar.
-Del círculo de trabajo
-Del círculo social:
-Los violentos.
-Los encarcelados.
-Los enfermos.
-Otros grupos
religiosos.
-Otros grupos
sociales.
El programa de enseñanza o currículo de una iglesia de Cristo debe
abordar poco a poco y a medida de las posibilidades de la iglesia
local los temas anteriores y trabajar sobre ellos en los procesos de
enseñanza – aprendizaje.
- Hay una sensación de fracaso y de " no estar
haciendo mucho" con la forma en que estamos enseñando la
Biblia en las iglesias. Igualmente un deseo de enseñar
con eficacia. - La enseñanza bíblica cristiana tiene
como fines el posibilitar un encuentro personal con Dios a las
personas no creyentes, mantener la experiencia personal con
Dios en los creyentes y preparar a los niños para un
encuentro con Dios. - Enseñar desde el punto de vista bíblico
cristiano consiste en que la gente tenga un encuentro personal
con Jesucristo y mantenga esa relación personal con
Él durante toda su vida. - El proceso de enseñanza – aprendizaje de
la palabra de Dios tiene las siguientes etapas: conocimiento de
la palabra de Dios, comprensión de la palabra de Dios,
convencimiento de la palabra de Dios y experiencia con Dios y
Su palabra. - Hay factores que afectan el proceso de
enseñanza – aprendizaje de la palabra de Dios.
Esos factores tiene que ver con el maestro, el alumno y la
atmósfera en que se lleva a cabo el
proceso. - El proceso de enseñanza – aprendizaje de
la palabra de Dios involucra un cambio de actitudes de parte de
todos los que participan en él. Esos cambios de
actitudes se dan principalmente mediante la conversión
de la persona a Jesucristo, mediante el cambio de conceptos y
mediante experiencias vividas con una mentalidad
bíblica.
8. Bibliografía básica
del maestro o maestra cristianos
-La siguiente bibliografía mínima debe
estar al alcance del maestro o maestra cristianos:
-Santa biblia. Nueva Versión Internacional. Sociedad
Bíblica Internacional.
-El Nuevo Testamento. Versión la Palabra de Dios para
todos. Centro Mundial de Traducción de la Biblia.
-Nuevo Diccionario De
La Biblia. Lockward, Alfonso, editor. Editorial UNILIT.
-Celebremos Su Gloria, Himnario.
-Serrano, Rafael. Fundamentos de la Educación
Bíblica Cristiana.
-Apartado 27953, Santafé de Bogotá, D.C. Año
2000.
Trabajo enviado y realizado por:
Rafael Serrano
Licenciado en Filología e Idiomas
Universidad
Nacional de Colombia
Especialista en Pedagogía de la Universidad
Nacional Abierta y a Distancia de Colombia.