2. El escenario
natural
3. Antropologia y tipologia de la
humanidad gaucha
4. Surgimiento Del Tipo
Gauchesco
5. ¿Como Es El
Gaucho?
6. El Mate, El Tabaco Y El
Facón
7. Rancheríos y
pulperías
8. Creación del cuerpo
de blandengues
9. ¿Desaparece el
gaucho?
10. Museo Del
Gaucho
11. Cuchillos Y
Facones
12. Espuelas, Arreadores Y
Rebenques
13.
Bibliografia
"… Pero el perfil de su
fisonomía moral es
tan acentuado,que la historia le asignará
un
lugar tan distinto en sus páginas, porque no
podrá escribirse la nuestra sin mentarle a él
en primer término".
(Apreciación de Francisco
Bauzá
acerca del Gaucho)
La República Oriental del Uruguay forma
parte de una extensa región denominada litoral
rioplatense; aunque también es válida la
expresión cuenca platense, si nos atenemos a los
territorios regados por el Río de la Plata, el Río
Paraná, el Río Uruguay y una
numerosa red de
afluentes.
Es, de cualquier modo, una zona que abarca no solo a
nuestro país, sino también a numerosos territorios,
especialmente a las provincias argentinas de Buenos Aires,
Entre Ríos, Santa Fé y Corrientes.
Desde la época de la dominación
española hasta fines del siglo pasado, vemos surgir y
definirse al habitante característico de las zonas rurales de esta
región y que recibe el nombre de gaucho. Pero no podemos
hacer un estudio del personaje, si no nos referimos al marco
geográfico en que surge. Esa descripción debe comprender además a
la fauna, la flora y
la actividad económica típica en la que nace y
desenvuelve el gaucho: la ganadería.
Si tenemos en cuenta las primeras descripciones de
nuestro territorio podríamos sacar de ellas algunas ideas
irróneas acerca del marco geográfico en que nace el
gaucho.
Por ejemplo, en el siglo XVI (1531), el viajero
portugués Pedro Lópes Souza dice en su "Diario de
Navegación": "…y yo fui con diez hombres por tierra a ver
si encontraba rastros de gente; no encontré nada; sino
rastros de muchas alimañas, y muchas perices y codornices,
y mucha otra caza. La tierra es
la más hermosa y apacible que yo jamás pensé
ver; no había hombre que no
se hartase de mirar los campos y la hermosura de
ellos".
De esta descripción indudablemente se desprende
que las condiciones naturales del medio oriental eran
excepcionales, desde todo punto de vista. Es sabida, por otra
parte, la importancia que los factores ambientales tienen para
determinar la actividad económica de un
país.
Casi dos siglos después, es Hernandarias quien ve
las bondades de lo que él llama "Vanda de los
Charrúas", señalando que la tierra es
grande capaz de albergar muchos pobladores y dar cabida a todo
tipo de ganado, gracias a la existencia de arroyos, quebradas,
riachuelos y, fundamentalmente, por la presencia de abrigos
naturales para el ganado.
Efectivamente, ésta era para los viajeros una
tierra de
pastos "gordos", con ligeras ondulaciones, suaves valles y
cuchillas, flora de buena sombra, riqueza hidrográfica y
fuentes de
agua seguras
aun cuando se presentara una sequía muy abundante ne le
verano.
Sumemos a estas determinantes naurales el hecho de que
los indígenas no eran muy numerosos y poseían una
organización débil, con una economía basada en la
caza, la pesca y la
recolección de alimentos, y para
la cual no estaban materialmente equipados de manera de modificar
sustancialmente al medio. La fauna contaba con
variedad de ejemplares hervíboros y carnívoros,
pero no muy numerosos ni tampoco de gran tamaño:
ñandúes, tigres y pumas, todo lo cual va a
favorecer el desarrollo de
la ganadería que introducirían los
españoles.
Poco tiempo
después, en al año 1611, Hernandarias, luego de una
muy positiva expedición
y estadía en la Banda Oriental en el año
1607, ordenó el rpimer desembarco de ganado acuno en la
isla del Vizcaíno. Luego hizo lo mismo en le 1617,
introduciendo ahora cien vaquillonas y algunos toros.
Por fin, 17 años después, una definitiva
introducción de ganado fue llevada a cabo
por los misioneros jesuítas, en un número aprox. de
cinco mil cabezas.
Esta riqueza se disperzó luego por todo el
territorio oriental, y hacia la época de la
fundación de Montevideo, los datos estimativos
se inclinarían por la friolera de veinticinco millones de
cabeza de ganado vacuno.
El Medio Se Transforma
Lo cierto es que la introducción del ganado
vacuno y su gran crecimineto, trajo aparejada transformaciones
importantes en el medio.
Comenzó a crecer una pastura tierna, en
diferencia de la flora espinosa que caracterizaba a la
región.
También hubo transformaciones en la fauna. Las
especies de poco peso y fuerza, tales
como el venado, fueron desplazadas por un ganado de mayor talla y
fiereza. Su refugio fueron los montes y allí comenzaron a
desaparecer. Aunque mejor adaptado y defendido, el
ñandú también estuvo a punto de
extinguirse.
Muchas alimañas de la campaña se vieron
imposibilitadosde subsistir. Lo contrario sucedió con los
grandes carnívoros (tigres, pumas) que se encontraron con
una carne más apetitosa y y gorda, fundamentalmente cuando
se trataba de indefensos terneros, presa fácil en las
soledades del campo oriental.
Otras especies medraron y crecieron al amparo de esta
realidad.
Pero en este panorama falta todavía el caballo,
cuyo papel en estas
variantes es fundamental por varias razones; entre ellas, la de
constituir el medio de desplazamiento del hombre de
campaña, cualquiera que sea, incluso el propio
indígena.
En cuanto al orígen del caballo en tierras
orientales, son varias las posibilidades a tener en cuenta.
Algunas fuentes
mencionan a Don pedro de Mendoza trayendo, a su llegada a
Buenos Aires,
un contingente de caballos que fuera en parte abandonado luego,
cuando la ciudad comenzó a despoblarse. También, al
parecer, algunas expediciones que se dirigían a Buenos
Aires dejaron caballadas. De cualquier modo, el número de
equinos habría sido exiguo.
El caballo es la base más fuerte para el
surgimiento del tipo social gauchesco y el que dio sello a
nuestra sociedad rural
semimarginada. Para ver la influencia que el ganado caballar y
vacuno ha tenido en el forjamiento de nuestra nacionalidad, basta
observar uno de los símbolos nacionales: el escudo, donde
ambas especies están representadas como reconocimiento a
la función
histórica que cumplieron.
El Ambito Economico Y Social Del Gaucho
De todo lo anterior se desprende una conclusión
útil para explicar el nacimiento y las características de nuestra sociedad rural y,
en especial, del gaucho: en nuestro país, el ganado
llegó antes que el hombre, se
reprodujo en forma libre, fuera de la mano de éste, se
incorporó a la naturaleza, se
confundió con ella, se transformó en verdaderas
"minas de carne y cuero". En definitiva, el ganado
condicionó todo el proceso
histórico nacional, determinó su economía y el tipo
social que surgiría. Hizo que se instalaran en la zona una
multitud de personajes: faeneros, bucaneros y mamelucos
brasileños. Determinó el inicio del proceso
fundacional a cargo de los sacerdotes misioneros, teniendo como
perosnaje central a los indígenas. El ganado hizo que se
mirara con otros ojos esta tierra, antes ignorada y dejada de
lado.
Primero fue la Banda Oriental el lugar en que los
vecinos bonaerenses hallaban leña y carbón; ahora
estaba el ganado… y surgen las vaquerías.
En realidad, la vauqería no es sino la
explotación desordenada y destructiva de la riqueza
ganadera, con importantes consecuencias en el ámbito
social. El permiso de vaquería estaba destinado a repoblar
las estancias del litoral argentino, cuyos ganados habían
huído hacia esta parte del continente. Así
comenzaron las arreadasde ganado en pie a cargo de accioneros
santafecinos. Así surgieron, en confusión
mayúscula, las arreadas de los mamelucos, en consorcio con
los indígenas, hacia Río Grande y Minas Gerais,
especialmente.
A veces las tropas llegaban a veinte mil
cabezas.
Pero ¿era esta la única actividad
comprendida en los permisos de vaquería? Obviamente no,
porque junto a los troperos actuaban los faeneros. Estos
elegían un lugar determinado, generalmente la margen de un
río o arroyo o, aun mejor, una rinconada entre dos
corrientes de agua.
Allí erigían un corral al que denominaban manguera
y arreaban hacia allí a los animales
procediendo luego a sacrificarlos.
Los instrumentos de trabajo eran el lazo y las
boleadoras que habían heredado y aprendido su uso de los
indígenas. Usaban también una larga caña
tacuara en cuyo extremo aseguraban una media luna afilada que
servía para desjarretar al ganado, cortándole los
tendones de las patas traseras, luego de lo cual mataban ala
nimal y le sacaban el cuero dejándolo secar al sol. Era
común que también sacaran el sebo y las grasas para
hacer velas y jabón; pero la carne, ano ser por una
pequeña porción que se consumía durante la
matanza, se dejaba en el campo y servía de alimento a las
aves de
rapiña y animales
carniceros, especialmente los peroos cimarrones.
En el marco de estas actividades también actuaban
otros elementos ya mencionados: los indios depredadores, aunque
de poca monta, y sobretodo los mamelucos que violaban
constantemente la frontera para arrear y faenar ganado y capturar
indígenas levándolos como mano de obra a Minas
Gerais. Otro factor incidenete en las transformaciones de la
campaña oriental lo constituyó la presencia de los
piratas cuya actividad estaba ligada especialmente al contrabando
de cueros y frutos del país, actuando en las costas del
Río de la Plata e incursionando en el territorio
nacional.
3. Antropologia y
tipologia de la humanidad gaucha
Los antepasados del gaucho de los primeros tiempos son
productos del
mestizaje. Los vientres indígenas -mujeres güenoas,
minuanes, chanáes y charrúas – fecundados por los
faeneros y mozos sueltos de la aurora del siglo XVIII alumbraron
en las tolderías niños
bronceados de ojos zarcos, de revueltos jopos color miel, de
mentones voluntariosos y narices aquilinas. El gaucho, empero, no
es un tipo racial sino un producto
económico-social. Habrá guachos negros como el
carbón, gauchos de piel
olivácea, gauchos de pupilas celestes y pelambres de oro;
los habrá altos y espigados, rechonchos y patituertos,
pequeños y ágiles, musculosos y macizos. No hay,
por lo tanto un prototipo físico del gaucho ni existe una
antropología somática que lo defina
y circunscriba.
Sociológicamente considerado el gaucho tiene
antepasados y laderos. Los documentos
coloniales hablan de vagamundos, changadores, gauderios y
gauchos.
Se trata de "gente pobre necesitada a hacer sin
licencias lo que otros hacen con títulos". Son los
carneadores y cuereadores que andan a campo traviesa, cuchillo en
mano, cumpliendo duras jornadas para lograr unos cueros por los
cuales los ricos españoles y portugueses les daban una
"bagatela"….Desvirtuando la imagen
estereotipada del forajido rural, de Melo expresa que los
"changadores , los gauchos tan descantados son unos pobres
hombres a quienes la necesidad obliga a tomar lo que creen que no
tiene dueño para utilidad de los
que les pagan con mano bien miserable un escaso jornal". Estos
temibles malevos están "en la mayor miseria" y son
explotados por "amos crueles".
Antes que el término gaucho se abra paso
definitivamente en la Banda Oriental se utiliza el vocablo
gauderio, de claro origen portugués. Zabala ya
había fichado a los gauderios en 1746 como "gente que vive
como quiere sin saberse donde viven o de que se alimentan, pues
no trabajan…".
La página clásica cerca de estos libres
jinetes de las cuchillas se debe a un viajero cuya identidad se
ha discutido pero cuya pintura de los
tipos humanos de América
a fines del siglo XVIII (1771) es convincente y
atractiva.
He aquí la famosa descripción, que
conocía y utilizó Espinosa y Tello en la
página anteriormente transcripta: "Estos son unos mozos
nacidos en Montevideo y en los vecinos pagos. Mala camisa y peor
vestido, procuran encubrir con uno o dos ponchos, de que hacen
cama con los sudaderos del caballo, sirviéndoles de
almohada la silla. Se hacen de una guitarrita, que aprenden a
tocar muy mal y a cantar desentonadamente varias coplas, que
estropean, y muchas que sacan de su cabeza, que regularmente
ruedan sobre amores. Se pasean a su albedrío por toda la
campaña y con notable complaciencia de aquellos
semibárbaros colonos, comen a su costa y pasan las semanas
enteras tendidos sobre un cuero, cantando y tocando. Si pierden
el caballo o se lo roban, les dan otro o lo toman de la
campaña enlazándolo (…) .Muchas veces se juntan
de éstos cuatro o cinco, y a veces más, con
pretexto de ir al campo a divertirse, no llevando mas
prevención para su mantenimiento
que el lazo, las bolas y un cuchillo. Se convienen un día
para comer la picana de una vaca o de un novillo: le enlazan,
derriban y bien trincado de pies y manos le sacan, casi vivo,
toda la rabadilla con su cuero, y haciéndole unas
picaduras por el lado de la carne, la asan mal, y medio cruda se
la comen, sin más aderezo que un poco de sal, si la llevan
por contingencia. Otras veces matan solamente por comer una
lengua, que
asan en el rescoldo. Otras se les antojan caracuces, que son los
huesos que
tienen tuétano, que revuelven con un palito, y se
alimentan de aquella admirable sustancia (…)". (Concolorcorvo,
1773).
4. Surgimiento Del Tipo
Gauchesco
Este es el marco el amrco económico y social en
que surge el tipo gauchesco y, como tal, será heredero de
muchas de las características inherentes a estos grupos.
El hombre de la zona rural del Río de la Plata y
en especial de la Banda Oriental es, según expresa Pablo
Blanco Azavedo, una mezcla heterogénea de
aborígenes, de españoles desertores de tropas
regulares, de criollos nacidos en la propia campaña, de
portugueses. Y no es solamente asunto de razas sino (y
especialmenete) de caractéres, que de una manera u otra
hacen presentes en el gaucho.
Ya en el siglo XVIII, en la cual aparece definido el
tipo gauchesco, Alfonso Carrió de la Bandera, funcionario
real, compone esta descripción del gaucho:
"Estos son unos mozos nacidos en Montevideo y en los
vecinos pagos. Mala camisa y peor vestidos, procuran encubrirse
con uno o dos ponchos de que hacen cama con los sudaderos del
caballo sirviéndoles de almohada la silla".
"Se hacen de una guitarrita que aprenden a tocar muy mal
y a cantar desentonando varias coplas que estropean y muchas
veces sacan de su cabeza que regularmente ruedan sobre
amores".
"Se pasean a su albedrío por toda la
campaña y con notable complacencia de aquellos
semibárbaros colonos, comen a su costa y pasan las semanas
enteras tendidos sobre un cuero, cantando y tocando. Si pierden
el caballo o se lo roban, les dan otro o lo toman de la
campaña enlazándolo con un cabestro muy largo que
llaman "rosario"… Muchas veces se juntan de éstos cuatro
o cinco y a veces más con el pretexto de ir al campo a
divertirse, no llevando más prevención para su
mantenimieto que el lazo, las boleadoras y un
cuchillo".
"Se convinan un día para comer la picana de una
vaca o novillo: lo enlazan, derriban y bien trincado de pies y
manos, le sacan casi vivo, toda la robadilla con su cuero y
haciéndole una picadura por el lado de la carne, la asan
mal y medio cruda se la comen, sin más aderezo que un poco
de sal, si la llevan por contingencia. Otras veces matan
sólo una vaca o novillo para comer el matambre, que es la
carne que tiene la res entre las costillas y el pellejo. Otras
veces matan solamente por comer una lengua, que
asan en el rescoldo. Otras veces se les antoja caracuses, que son
los huesos que tienen
tuétanos, que revuelven con un palito, y se alimentan de
aquella admirable sustancia; pero lo más prodigioso es
verles matar una vaca, sacarle el mondongo y todo el sebo que
juntan en el vientre y con sólo una brasa de fuego o un
trozo de estiércol seco de las vacas, prenden fuego aquel
sebo, y luego que empieza a arder y a comunicarse a la carne
gorda y alos huesos, forma una extraordinaria iluminación, y así vuelven a unir el
vientre de la vaca dejando que respire el fuego por la boca y
orificio, dejándolo todo una noche o considerable parte
del día, para que se ase bien y a la mañana o tarde
la rodean los gauderios y con su cuchillo va sacando cada uno la
parte que más le conviene, sin pan ni otro aderezo alguno,
y luego que satisfacen su apetito abandonan el resto, a
excepción de uno u otro, que lleva un trozo a su campestre
cortejo".
Una de las características distintivas del gaucho
es su libertad. Esta
tiene dos elementos componentes muy importantes. Por un lado, el
caballo le da libertad de
movimientos en una pradera inmensa, infinita. Por otro lado, la
libertad se asienta en la abundancia del ganado que le brinda
sustento y, también, en la proximidad de la frontera en la
que halla los productos que
consume, principalmente yerba y tabaco; aunque a
veces le sirve asimismo de protección contra las partidas
armadas que le perseguían.
El gaucho también es muy orgulloso e
individualista, carácter
que, probablemente, heredó de los españoles. No
tiene una idea clara de lo que significan la sociedad y la familia. En
este sentido, dice Alberto Zum Felde:
"Antes de 1800 la familia casi no
existe en la campaña, son escasas las uniones conyugales
regulares y permanentes….casi todos los hijos son gauchos y se
crían bajo una especie de matriarcado doméstico. La
población crece, sin embargo,
rápidamente, porque la vida es fácil y la naturaleza ofrece
lo necesario para una existencia primitiva. No hay miseria, y con
el aire libre y
el ejercicio las terneradas se crían fuertes. Luego que la
vida se va haciendo más estable, fijándose en
estancias y villorios, la monogamia se define y las familias
aumentan.".
El gaucho, no obstante, no acepta esas normas porque es
por definición reacio a todo tipo de autoridad u
organización estable. La ignorancia de la
vida civil lleva al gaucho a pensar que la tierra es de todos,
como el aire y la
luz. En cierta
medida, en ese momento, no le falta razón, sobretodo si
tenemos en cuenta que era muy difícil precisar
quién era propietario y quién no, ya que los
títulos de propiedad no
abundaban y los límites
eran imprecisos. Lo mismo pensaba el gaucho en relación al
ganado y con mayor fundamento todavía.
Por oposición hay cosas que el gaucho consideraba
de su exclusividad y era, en eso, intransigente: el caballo, el
cuchillo y la mujer. He
ahí los elementos que no cedía a nadie. Este hombre
que se sentía libre frente al avance de los elementos
civilizadores, se hallaba satisfecho y a sus anchas en el siglo
XVIII, en el que se define su personalidad y
de donde datan numerosos testimonios que poseemos de
él.
Caillet Bois, un viajero francés, ve a los
gauchos de esta maner:
"El lujo tiene poco ascendente sobre ellos pues visten
de lienzo ordinario y algodón, y su vestuario más
decente se compone de unos calzoncillos blancos que llegan hasta
los tobillos con un fleco de cuatro dedos, un chiripá o
lienzos de colores liado a
la cintura, calzón corto de pana, o triple azul o
encarnado y un poncho de colores. En
teniendo esto, y sobrero de ala y copa chica, con un
pañuelo para asegurarlo a la cabeza, ya no aspiran a
mayores galas. La pasión dominante que ellos tienen es por
un buen caballo, con su apero correspondiente, buen freno y
espuelas de plata, botas de piel de gato o
de potro…. Son muy fuertes en los trabajos de campo y resisten
la intemperie como no hay ejemplar…".
Existen, sin embargo, descripciones más
descarnadas y más adecuadas a la realidad del gaucho. En
1776, Bouganville nos cuenta:
"Se ha formado desde hace algunos años
atrás, en el norte del Río de la Plata, una tribu
de montaraces que podrá convertirse cada vez en más
peligrosa para los españoles si no toman medidas prontas
para su destrucción. Algunos malechores escapados de la
justicia se
habían retirado al norte de Maldonado; a ellos se
agregaron muchos desertores. Insensiblemente el número
acreció y con las mujeres tomadas a los indios han
comenzado una raza que no vive sino del pillaje. Se asegura que
ellos pasan ya de seiscientos."
Blanco Azevedo ve en este texto algo
así como la partida de nacimiento del Gaucho, al cual
considera una etapa superior de civilización de los indios
charrúas. Basa esta afirmación en una primera cita
de Cataneo hecha en 1730:
"Un día, dando vuelta a la punta de un bosque,
después del cual se abría un buen trecho de playa
rasa, la encontramos cubierta casi toda de indios a caballo
armados de arco y lanza y dispuestos en forma de media luna, que
nos esperaban en aquel paso para darnos carne y recibir de
nosostros algunas cosas. Todos sus jefes tenían nombres
cristianos. El cacique principal se llamaba don Simón y
por cierto que era una caricaturabien ridícula. Llevaba
una especie de manto de la figura de una capa fluvial, compuesto
y remendado en varias piezas entre las cuales se veían
algunas pieles viejas pintadas como cueros que había
encontrado en casa de algún ropavejero. Llevaba en la mano
un pequeño bastón negro con puño de
latón, redondo encima y lo manejaba como un cetro con la
gravedad correspondiente a aquel manto y a su cabellera, no menos
desgreñada que la de los otros. En cuanto a los
demás jefes, uno se llamaba Francisco, y hablaba español
admirablemente, el otro tenía por nombre Juan".
Dice Blanco Azevedo que no cabe duda que lo que Cataneo
vio eran indios, pero que estaban en el umbral de transformarse
en un nuevo tipo social: el gaucho.
Por otra parte, los campamentos indígenas
servían de refugio a os desertores y prófugos de la
justicia. De
ese modo se intercambiaban usos y costumbres.
En 1785, en su "Memoria
Histórica", Doblas dice que la Banda Oriental estaba
poblada por gauderios y changadores cuya ocupación
principal era la faena del ganado y las ventas
clandestinas del mismo.
El gaucho por lo general es flaco, color
amarillo-verdoso, barbudo; pero también puede ser
lampiño y de pelo lacio, acaso rubio, abarcando toda la
gama de mestización.
Todas las características del gaucho están
dadas por el ambiente que
lo rodea: agreste y salvaje, rudo y ágil. Se sujetaba la
cabellera con la vincha heredada del indio, agregaba el sombrero
"panza e´burro". El torso desnudo o cubierto por un poncho,
el chiripá y las botas de potro completan el
personaje.
Solitario y de pocas palabras, pero hospitalario y leal.
Es corajudo, audaz, se juega la vida a cada momento, en la doma,
en la lucha con las fieras, el indio o las partidas armadas. Su
lenguaje es
una mezcla de español, indígena y voces portuguesas
y africanas, es sentencioso al expresarse y suele usar el
refrán como respuesta.
Hace culto del valor y
desprecia al maula, hace justicia por su mano propia pero
sólo cuando bebe busca pendencia, generalmente
éstas tienen por motivo el juego o las
mujeres.
Una de las cosas contra las cuales hay que precaverse es
el espíritu de las descripciones vistas, ya que
están hechas con el prejuicio lógico de una
cultura
distinta. Lo que más chocaba a los españoles como
seres civilizados es que el gaucho y la sociedad rural, en
general, no aceptaba los moldes que España
quería trazar en la campaña.
No debemos pensar que el gaucho es portador de todos los
vicios y defectos que le atribuyen los viajeros. El gaucho es
producto del
medio. Antes es, por eso, el portador (y ¿por qué
no?, el creador) de una cultura
criolla que sirvió de modelo a toda
la campaña oriental.
La vida cotidiana
Hay abundancia de carne durante el siglo XVIII y los
períodos de paz – muy pocos- del siglo XIX. Hay
también abundancia de caballos, a los que el gaucho de los
orígenes maltrata y agobia a sotera, espuela y galopadas
tremendas. Los ranchos son cubiles miserables con olor a humo, a
carne podrida, a guascas sanguinolientas. Hierven las pulgas,
abundan los piojos, pululan las temibles vinchucas amarillas. La
ropa es escasa; el abrigo no alcanza para capear las madrugadas
invernales, blanqueadas por la escarcha. No hay escuela, no hay
asistencia médica, no hay casi iglesias y alas capillas
privadas de las estancias solo asisten los latifundistas que
tienen especial interés en
salvar sus almas. Impera el más crudo y sumario de los
primitivismos. No obstante, en los espíritus elementales
de los hombres de a caballo, hechos al cuchillo y a la lucha
contra la naturaleza física,
biológica y humana, surge de tanto en tanto un resplandor
de ternura o generosidad que los rescata y redime del nivel
zoológico.
El mundo de los hombres y familias que viven al margen
de la comunidad
patriarcal de la estancia es un archipiélago humano
desarraigado y por lo mismo agresivo, etnocéntrico, auto
-complaciente con su ignorancia oscura, que la poesía
de los payadores viste de claridades, sumido en el peor de los
subdesarrollos: el de la rebarbarización de la cultura y
la involución de la sociedad. Esa gente es hospitalaria
como los beduinos del desierto. Es también, como en todas
partes, sensible a la amistad, al
amor, a la
alegría. Cree en el coraje por sobre todas las cosas, pero
cuando falla el zarpazo de los leones recurre a las
picardías de los zorros. Mata sin piedad y muere sin pedir
misericordia. No tiene conciencia de su
condición abyecta y desprecia el dinero,
abomina del trabajo sistemático, dilapida en el juego sus
pocos reales bien o mal habidos, utiliza una escala de
valores basada
en el honor y la destreza del hombre, cura sus pesares o mitiga
sus fríos con el aguardiente, es desmesurada,
colérica, insumisa, libertaria, enemiga de los patrones
que obligan, amiga de los contraventores que se burlan del "godo"
y del "portugo", americana por instinto y rebelde por
esencia.
El gaucho será la carne de cañón en
las guerras
civiles, como antes fuera el brazo armado de la independencia
y antes aún la conflictiva irrupción del hombre
blanco en las tolderías del indio. Vivió y
murió luchando, sin saber a menudo los motivos por los
cuales seguía a los caudillos grandes y menudos. Su mayor
contento fue siempre el de la hora del asado y cuando las reses
tuvieron dueño y marca
engrosó los ejércitos de blancos o colorados al
grito irredento de "aire libre y carne gorda". Pasó
fugazmente por el escenario geográfico del Río de
la Plata y no pudo madurar los frutos de una cultura rural
funcionalizada e idónea. No fue el hijo consciente de sus
obras sino la ceniza humana del latifundio, el chivo emisario del
imperialismo
lusohispano, el excedente del enjuto mercado laboral de las
urbes y de la economía depredatoria de los campos. Y su
redención de tanta miseria la logró a golpes de
sangre, de
coraje, al precio mismo
de la vida: entró en la luz de la
Historia cuando
dejó de ser el protagonista de la misma.
6. El Mate, El Tabaco Y El
Facón
Como dijimos, el mate y el tabaco constituían sus
mayores vicios, y acerca de ello, Eduardo Acevedo Díaz
escribe en "Nativa":
"Bajo el follaje y los trinos gorgeos de mil pajarillos
, que saludaban la luz, desde el canto de la calandria, del
sabiá, del cardenal, del tordo, del jilguero, del dorado
de los arrullos de la paloma, los silbos de la perdiz del monte,
los gritos estridentes de los horneros y gargantillas, hasta los
ronquillos baturrillos filarmónicos de la ratonera, la
urraca, la tijereta y el churrinche, al punto de no quedar un
sólo miembro de la fauna ornitológica sin tomar
parte en la embrollada y encantadora sinfonía. Bajo esa
atmósfera,
decimos cargada de axígeno y músicas aturdidoras,
nuestros hombres poniendo oidos sordos a tales conciertos,
habían emprendido con el "mate"
que circulaba sin cesar sin perjuicio de atender, entre
sorbo y sorbo, a dos regulares churrascos de carne de novillo que
se aderezaban al rescoldo".
"La estimulante infusión preparábales, el
estómago y llevábales contento al
espíritu".
"Todo ello no les impedía el fumar sus gruesos
cigarrillos de tabaco negro picado por ellos mismos sobre la
suela de la carona; un trozo cualquiera de madera o en la
palma de la mano, con sus grandes cuchillos siempre afilados y de
temple, cuyo uso era tan complejo, que de él se
servían para ésa y diez o doce operaciones
distintas".
"Con él daban muerte a la
res, la desollaban, dividían, cortaban, cortaban las
pieles para "lazos", "maneas", "maneadores" y simples guascas;
fabricaban pacientemente los "tientos"; labraban o bordaban las
caronas; trozaban gajos duros para estacas y macetas;
defendíanse en las luchas con las fieras o pendencias con
los hombres; degollaban con destreza increíble;
comían pasando su filo al trozo de carne encima de los
mismos labios, sin herirse; cercenaban arbustos y yerbas, pajas
bravas y cabezas de enemigos como penachos de cortaderas; y
limpia siempre su hoja en la piedra lustrosa; al pelo, aunque
simple cuchilla mangorrera o daga de tres canales o facón
de dos filos, servíales también, hasta de
mondadientes".
"Arma indispensable del paisano; del pastor, del
carrero, del matarife, era en manos del "matrero" un instrumento
de utilidad
universal".
Diferencia entre Gaucho y Paisano
Este es el momento de aclarar precisamente algunos
términos que los autores se preocupan de
distinguir.
Los términos gaucho y paisano no son
equivalentes. En general se utiliza el primero para designar al
"hombre de a caballo", nómade, libre en el pleno sentido
de la palabra, sin vínculos con la tierra ni con los
hombres. Pero ése hombre puede, llegado el caso,
"aquerenciarse", afincarse en una estancia, acceder a una
semi-sedentarización y así se transforma en
paisano.
A su vez, éste puede abandonar el "conchabo" y
volver a la vida anterior, volviéndose gaucho.
Son, par así decirlo, dos situaciones posibles,
pero un mismo protagonista.
A su turno, y una vez afirmada la sociedad civil,
el gaucho o el paisano pueden "caer en desgracia" y se tornan
matreros, el delincuente perseguido que merodea en la noche y se
ampara en los montes.
El Payador y los juegos
Pero el preferido del gauchaje es, sin duda, el payador,
a quien se pasan horas escuchando y que le canta a las cosas
cotidianas con las que el gaucho estaba en contacto.
Una crónica de la época nos
cuenta:
". . . se siéntan a comer en una banqueta de la
figura de un asiento de zapatero donde la hay, o sobre una
calavera de vaca, se fija el asador en el suelo que es lo
más común y puestos en rueda alrededor del asado
uno le tira tajos a su lado hasta que concluyen con él sin
otra bebida que el agua; si
verano se van detrás del rancho a la sombra y se tumban,
si invierno juegan o cantan unas raras seguidillas que llaman de
Cadena o el Pericón o Malainbo acompañándolo
con una desacordada (por destemplada) guitarrilla que siempre es
un timple; el talento de cantor es uno de los más seguros para ser
más bien recibido en cualquier parte y tener comida y
hospedaje".
". . . si en aquellos días ha carneado algunas
reses y ha granjeado por peonaje algunos reales muda el estilo y
rumbo y se da a emplearlos en aguardiente en la más
inmediata pulpería de donde no sale hasta haber acabado su
caudal y luego vuelve a empezar".
"Las pasiones favoritas u ordinario ejercicio de estos
guazos son el juego de cualquier especie; que son: las carreras
de caballos, las corridas de patos, los juegos de
naipes y bochas, y mujeres".
Si observamos detenidamente esta crónica vemos
aparece elementos nuevos. Aquí se habla de
rancheríos y pulperías.
La campaña se iba transformando. Iban apareciendo
las estancias primitivas con sus rancheríos circundantes.
Surgían las pulperías, verdadero foco socializador,
centro de reunión, diversión y pendencia.
Allí se jugaba, se cantaba, se bebía, se bailaba.
Allí llegaban las noticias de la
civilización.
Félix de Azara nos habla de la
pulpería:
"Algunos capataces y hacendados venden en sus casas
algunos artículos y sobretodo aguardiente entonces
éstas se llaman pulperías, y son puntos de
reunión para los habitantes de la campaña, que no
hacen ningún caso del dinero y no le
emplean sino en el juego y la bebida. Su costumbre es invitar a
beber a todos los presentes; entonces llenan un vaso grande de
aguardiente (porque no les gusta el vino) y lo hacen pasar de
mano en mano. Repiten esta ceremonia hasta que no les queda un
céntimo y se sienten ofendidos si se recusa su
invitación. Para pasar el tiempo que se
pierde en el llenado y vaciado del vaso, hay en cada
"pulpería", una guitarra, y quien la toca es siempre
convidado y regalado por aquellos que lo escuchan. Estos
músicos no cantan siao "yarabys", éstas son unas
canciones del Perú, las más tristes y
monótonas del mundo lo que ha hecho denominarlas
también "tristes". La melodía es lastimera y ellas
ruedan siempre sobre amores desventurados, sobre amantes que
lloran sus penas en los desiertos, pero nunca sobre temas
alegres, divertidos o aun indiferentes".
Pero indudablemente el centro del tema es ahora la
estancia "cimarrona" ya que en ella pasa a desenvolverse la vida
del gaucho y allí comienzan a. moldearse nuevas facetas de
su vida y su carácter.
En todas las estancias aparecen los mismos tipos
especializados, dice Fernando Assunçao: el bombero, que es
el que custodia la tropilla, los sebos y los cueros
después de realizada la faena; es también el que
vigila a los indios y las partidas armadas.
El baqueano, es el práctico, el que conoce la
tierra a través de los datos concretos
(accidentes
naturales, aguadas, escondrijos)que se grababan en la vista y
la memoria;
pero el baqueano también se sirve de los datos
insólitos como el olfato y aun el gusto de los pastos que
le permitía saber en qué pago se encontraba,
Assunçao observa que Rivera era excepcional, como
baqueano, en éste último procedimiento.
También está el domador que transforma los
potros salvajes en elementos útiles para el hombre.
Esta tarea está vinculada íntimamente al uso del
caballo desde sus primeros años, la forma de montar, de
disponer las piernas (las rodillas poco cerradas y las piernas
muy separadas), el fácil equilibrio en
el corcovo, el trote, el galope o la espantada, todo esto
denuncia al domador.
Organización que se procesa en la
campaña
El gaucho es un poco todos esos personajes que van
agrupándose en forma paulatina en torno a la
estancia primitiva o cimarrona, la qu en realidad no era un
establecimiento para criar ganado sino para juntar en sus aguadas
y rinconadas ganado de todo típo y origen.
Cuando se habla de casas debe aclararse que se trata de
ranchos de fagina y techo de paja o cuero. Cerca de estas "casas"
estaba el lugar donde se sacrificaban los animales y se
estaqueaban los cueros en medio de los restos de los vacunos
muertos y un olor desagradable. Así llegaban,
atraídos por la carroña, una multitud de
pájaros que armaban una gran gritería, siendo
comunes también las moscas, escarabajos e insectos de
otros tipos.
Los muebles eran un barril para traer agua, un cuerno
para beberla, asaderas de madera, una
jarrita de cobre para
calentar agua, una olla, una o dos sillas, un catre formado por
cuatro maderos unidos a cuatro estacas con una piel de vaca
puesta encima. Era común que los gauchos, en esta
actividad convertidos en paisanos, ya afincados, se sentaran
sobre sus talones o sobre un cráneo de vaca y sólo
comieran carne, burlándose de los europeos que
comían verduras diciendo que comían verde como los
caballos.
La actividad dominante seguía siendo el
desjarretamiento, el sacríficio, la cuereada y la sebeada
como en las primitivas vaquerías. Los cueros, una vez
procesados, se guardaban en los galpones si los había. No
había trazas de una huerta, explotación lechera ni
cultivo de ningún tipo. Cuando la estancia era grande eran
mayores las arreadas, se llegabaa a marcar las reses y se
aprovechaba algo de carne: "la carne de este novillo se cura al
viento que llamaban charquear, y dura sin corromperse mucho
tiempo. Se atocina con salmuera…", así se expresa un
cronista anónimo del siglo XVIII.
Las estancias podían ser muy graades y de hecho
casi nunca tenían límítes, eran atendidas
por un pequeño número de gente (un capataz y
algunos peones) para atraer el ganado y marcarlo. Cuado llegaba
la época activa se conchababan los changadores,
vagabuandos y gauchos y una serie de agregados que a veces
vivían en los alrededores, como siempre, comiendo, tomando
mate, haciendo guitarreadas y bailes que era lo que más
les gustaba.
El gaucho paulatinamente se va incorporaado a este
proceso, aunque su adaptación es difícil; pero el
propietario trata de integrarlo ya que le conviene su trabajo, su
mano de obra. El dueño de la estancia contrataba a la
gente suelta de la campaña para realizar la tarea del
campo y luego trasladar los productos a la ciudad. Allí en
un comercio se
hacía el simulacro de compra. Los gauchos se quedaban con
una parte de los cueros como pago y luego lo canjeaban por lo que
necesitaban ( ropa, yerba, tabaco o bebida ). Esto siempre que no
tuvieran una deuda en la pulpería, por la cual la ganancia
quedaba en nada.
El gaucho, entonces, no era el portador de todos los
vicios como se quería hacerlo aparecer. En realidad, era
el engranaje más importante de una economía
nacional que sin él no hubiera podido existir.
Son pocos los españoles de la época que
vieron esto. Uno de ellos decía:
"…la gente pobre necesitada a hacer sin licencia lo
que otros hacen con títulos… matando a diestro y
siniestro para sacar cueros, para llevarlos a los ricos
españoles o portugueses que les dan una bagatela por
ellos. Estos son los changadores, los gauchos tan decantados,
unos pobres hombres a quienes la necesidad obliga a tomar lo que
creea que no tiene dueño para utilidad de los que les
pagan con mano bien miserable".
Había otras estancias más pequeñas
en las cuales los ranchos eran bien miserables y donde
residía el propietario, que era un gaucho más -dice
Assunçao: " ..en lo rotoso, sucio, primitivo, bravo e
introvertido"- con su familia y
algún agregado.
Eran propietarios sin título, ocupantes de la
tierra simplemente, igual que el gaucho odiaban la ciudad, a los
gobernantes y comerciantes que residían en ella, a la
ley y a los
que querían hacerla cumplir.
Había pues, dos tipos de poblacines en la
estancia primitiva: una sedentaria (semi), formada por el
propietario, en la estancia chica, o el capataz, en la grande,
con algunos peones, con sus mujeres e hijos; y otra vagabunda,
constituida por los agregados, gauchos y changadores.
El capataz, patrón o jefe de partida era visto
como un caudillo, a quien el gaucho respetaba por sobre todos,
debido a sus aptitudes siempre probadas. Era el mejor en todo: en
domar, cuerear, sebear, marcar; era el baqueano por excelencia,
el más valiente, arrojado y también el más
sincero, ecuánime, abnegado, el "gauchazo" que siempre
echa una mano, respetuoso y respetado; en fin el que resume en su
persona todos
los valores y
virtudes que el gaucho más aprecia.
Un cambio, lento
pero real, comienza a operarse en la campaña oriental.
Tanto la administración española como alguno
de los proetarios rurales veían con otros ojos la riqueza
pecuaria y aspiraban a una explotación más racional
de ella. Esto tomaba más cuerpo si el patrón iba a
residir a la campaña, construía su rancho y
corrales y se empeñaba en el trabajo y
el esfuerzo junto a sus peones. A esto se agregaban las capillas
para los servicios
religiosos, las pulperías, los rancheríos de barro
y paja donde se van afincando nuevos pobladores. Se acelera el
proceso fundacional de villas y pueblos, las partidas armadas
recorren las zonas rurales, surge el Cuerpo de
Blandengues.
La adaptación del gaucho es lenta y
difícil. Las mismas tareas que realiza como peón en
la estancia perpetúan sus facetas más rudas: la
doma, el rodeo, el volteo, la corambre. Son operaciones
salvajes, donde peligra la vida y corre la sangre.
El principal enemigo del gaucho es su propio
carácter, formado en el incesante vagabundear, afirmado
constantemente el instinto de libertad, apoyado en el uso del
caballo en el espacio vacío de la campaña oriental.
El gaucho debe cambiar y lo hace, pero sin abandonar sus facetas
más puras: el amor por
la, libertad y la guerra.
Entretanto ha sonado la hora de la revolución
en la Banda Oriental,y es tambien la hora del caudillo
José Artigas, a quien el gaucho reconocerá por
propias vtrtudes y a quien seguirá en las luchas por la
Independencia.
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