Monografias.com > Arte y Cultura
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El cine argentino en la década del 30




Enviado por mariajoseiriarte



    El cine argentino
    en la década del ’30
    Microhistoria de vida


    1.
    Introducción

    2. Contexto histórico –
    mediático

    3. El desarrollo de la
    cinematografía argentina

    4. El cine y las salas de
    barrio

    5.
    Conclusión

    6.
    Bibliografía

    1. Introducción

    José Iriarte (79 años. Nació el 6
    de junio de 1920 en la ciudad de Necochea, Provincia de Buenos Aires.
    Oficio: relojero)y Elsa Juana Craba de Iriarte (75 años.
    Nació el 10 de mayo de 1924 en el barrio porteño de
    Belgrano. Oficio: modista). Barrio donde viven: Caballito.
    Relación de parentesco conmigo: abuelos. Relación
    de parentesco entre ellos: esposos. Medio sobre el que relatan:
    cine.

    José

    Yo era un loco del cine. Iba a la escuela,
    hacía la tarea y me iba al cine. ¿A que no saben
    cuántos días por mes iba al cine?. 30 días.
    Una barbaridad. ¿Y a qué no saben cuánto
    valía la entrada?. 10 centavos.

    Desde los 5 a los 9 años viví en
    Avellaneda, después me mudé a Caballito, a
    Cachimayo y Santander, y ahí estaba el cine "Asamblea".
    Ahí repartía programas en la
    calle con otros chicos pero como yo era muy educadito, prolijo y
    me vestía bien entonces me mandaban al centro a poner los
    avisos clasificados del cine. También me acuerdo que le
    llevaba mate a los acomodadores y me daban 10 centavos. Para
    mí 10 centavos era una maravilla porque eso era lo que
    salía una entrada. También podías juntar los
    envases de cierto tipo de mercaderías del almacén y
    te regalaban entradas para el cine. Por ejemplo, tenías
    que juntar papeles de yerba o de manteca de equis marca. Estoy
    hablando de cuando yo tenía 10 años. Hace 70
    años.

    Cuando tenía 16 me mudé a San Juan y
    Boedo. En Boedo estaba el Cine "Moderno", "Alegría", el
    "Nilo", "Los Andes" y el "Cuyo". Los buenos eran: "Los Andes", el
    "Nilo" y "El Cuyo". Los baratos, que eran de medio pelo para
    abajo, donde se hacía mucho barullo y no te costaba nada
    la entrada eran el "Moderno" y el "Alegría". Pasaban
    películas de convoys y de pistoleros. Eran cines chicos,
    familiares y más que nada iban las mujeres y los chicos
    porque los hombres trabajaban.

    A mi mama y a mí nos encantaba el cine. Tanto es
    así que mi vieja no se llevaba bien con Elsa y entonces yo
    que sabía que el cine era su punto débil, le
    regalaba una entrada para comprarla. Ella era loca del cine.
    Había uno a 60 metros de mi casa cuando vivía en
    San Juan y Boedo. Entonces la invitaba a mi mamá a ver
    películas habladas en castellano porque
    no sabía leer y ya se quedaba contenta.

    El cine funcionaba matiné, vermout y noche. Se
    pasaba tres veces la misma película, generalmente de
    convoys. Argentinas no había o muy pocas. Se daban tres
    películas por 10 centavos. Te pasabas en el cine tres
    horas como nada. Entre película y película se
    hacía un intervalo, te vendían helados y caramelos
    y pasaban "Sucesos Argentinos", que era un noticioso del momento
    de acá y de Europa.
    También cuando terminaba una película podía
    venir un dúo que se llamaba "número vivo". Era para
    generar fuentes de
    trabajo. Había dos tipos que tocaban la guitarra y uno que
    cantaba o un malabarista.

    Varias veces fui al cine en La Plata y ahí no
    pagabas entrada sino una consumición. Tomabas un café
    con leche o una
    bebida o comías un sandwich mientras mirabas la
    película.

    Yo veía muchas películas del far west. Las
    películas del far west me acuerdo que se daban en 10 o 12
    episodios: lunes, miércoles y viernes. Valían poco
    pero te enganchaban. Tres veces por semana tenías que ir
    de cajón. Eso movía mucho a la gente y si te
    perdías algún capítulo le pedías a
    alguien que te lo contara.

    Las películas eran más cortas que ahora,
    duraban una hora más o menos. Por ejemplo, cuando vi "Lo
    que el viento se llevó" ese día dieron una una sola
    película porque era muy larga. Esa la vi como tres
    veces.

    También vi muchas películas mudas,
    películas de Carlitos Chaplin y Los Tres Chiflados.
    Pasaban escritura pero
    si no sabías leer, mirando los gestos y los movimientos
    entendías todo.

    De las argentinas una que me acuerdo es "La guerra
    gaucha". Otra: "Todo un hombre" con
    Amelia Bence. También las de Niní Marshall como
    "Catita" y "Puertas cerradas" con Libertad
    Lamarque, y entre los artistas estaban Luis Sandrini, Hugo del
    Carril, Zuly Moreno y Carlos Gardel. Nunca había escenas
    de obscenidad ni desnudos. Tampoco existía como ahora que
    ponen si es prohibida para 18 o para 13. Todos podían
    verlas. Eran buenísimas. Yo no sé por qué no
    pasan esas películas ahora.

    Elsa

    Una de las cosas que me acuerdo es cuando vino el
    dirigible y fuimos a la plaza "Balcarce" a ver cómo
    pasaba. Esto fue en el año del ajo. En esa época yo
    siempre miraba las películas de Gardel y el día que
    pasaba el dirigible yo había arreglado para ir al cine a
    la mañana y me quedé pensando que no iba a poder ver la
    película.

    Otra cosa que me acuerdo es que en el almacén te
    daban bonos. Cada 5
    pesos de bonos te daban
    una entrada y así mi viejita iba al cine con los nenes.
    Nos llevaba a los cines de Belgrano o de Nuñez como el
    "Saavedra" o el "Estrella". No se daba ir al centro porque por
    ejemplo el "Elite" nos quedaba a dos cuadras de casa. En el
    "Saavedra" llegué a ver cine mudo y te ponían
    música de
    fondo mientras pasaba la película.

    La primera película que vi fue "Flor de Durazno".
    Otra que me gustó fue "Cuesta Abajo" y "Melodía de
    Arrabal" o las de amor aunque a
    mí lo que más me gustaba del cine era Carlos
    Gardel.

    Yo tendría 10 años. Y tengo una
    anécdota increíble. El día que murió
    Gardel fui al cine a ver "El día que me quieras". Cuando
    salí una amiga de la cuadra me dijo: ¿A qué
    no sabes quién murió?. Y yo le dije: Mira, mientras
    no sea Gardel cualquiera. Y me dijo: Murió Gardel. Yo
    tenía una locura muy grande por Gardel. Me gustaba
    cómo cantaba, sus películas, todo. Como las chicas
    ahora con los actores o los conjuntos de
    música.

    2. Contexto
    histórico – mediático

    "No se puede tener una visión viva de lo que fue
    el país sin ver las películas argentinas. En
    particular del cine que fue totalmente libre. Desde su origen fue
    libre, democrático y competitivo, hasta 1945". (Domingo Di
    Núbila).

    Cualquier análisis sobre el desarrollo de
    los medios de
    comunicación en la Argentina permite
    reconstruir una historia más general,
    que abarca aspectos políticos, sociales, culturales y
    económicos del pasado nacional.

    El cine, por ejemplo, se remonta a 1896 cuando se
    efectuaron en el país las primeras proyecciones
    cinematográficas. Para 1900 aparecen las primeras salas
    específicamente dedicadas al cine y los primeros
    noticieros. Hacia 1907 se realizaron los primeros ensayos de
    cine sonoro pero recién en 1933 logra afianzarse el
    sonido,
    momento en el cual nace una verdadera una industria
    nacional.

    Vale recordar que la Argentina desde
    1916 a 1930 se halló en manos de presidentes radicales. En
    primer lugar, Hipólito Yrigoyen; luego Marcelo T. de
    Alvear y nuevamente Yrigoyen hasta el golpe militar de
    José Felix Uriburu, en el '30. A partir de ese año
    y hasta 1943 se extendería un período conocido como
    la Década Infame. Es decir, luego de una etapa
    tímidamente populista como fue la radical comienza la
    restauración conservadora. Durante esa larga década
    se van a suceder tanto gobiernos militares como pseudo
    democráticos, que accedieron al poder mediante
    el fraude
    patriótico.

    No hay que olvidar que a fines de 1929 estalla la bolsa
    de Wall Street en Estados Unidos y
    con ella una crisis
    financiera que se extiende hasta la Argentina.

    Para aquel entonces, se percibe en el país un
    avance del fascismo europeo
    entre militares y civiles nacionalistas. También, una
    aguda desocupación, recesión y
    empobrecimiento de los sectores populares; freno de la inmigración; una política
    caracterizada por el fraude, la
    corrupción
    y la acentuación de la dependencia económica con
    Gran Bretaña.

    Estos procesos
    repercuten en los productos de
    la cultura de
    masas. Por ejemplo, Enrique Santos Discépolo escribe los
    tangos "Yira, Yira" y "Cambalache"; y Roberto Arlt detalla los
    deseos y las pasiones de los sectores populares de Buenos Aires en
    sus "Aguafuertes porteñas".

    Asimismo, hacia 1930 se acentuó la política de
    sustitución de importaciones y
    esta tendencia desarrolló dos fenómenos: la
    industrialización y la migración
    rural. Esa fluencia de migrantes internos a las ciudades
    también provocó un brutal crecimiento
    demográfico en Buenos Aires y su creciente
    urbanización; una reducción del analfabetismo
    dado el mejor acceso a los servicios
    educativos públicos y un auge de la industria
    cultural de masas.

    La ciudad se modernizaba. Surgieron nuevos empleos como
    el de secretaria, manicura, telefonista, empleada de tienda
    mientras que las mujeres de los sectores más favorecidos
    continuaron con su ocupación de damas de beneficencia.
    Muchos avances se incorporaron a la vida cotidiana como el
    automóvil, los artefactos eléctricos y muebles para
    el baño y la cocina.

    La actividad cultural se intensificó y por
    ejemplo, los medios
    gráficos y la industria editorial
    experimentaron los beneficios del aumento del consumo
    cultural. Para esta época, los diarios alcanzaron tiradas
    excepcionales, aparecieron nuevas revistas populares y las
    editoriales argentinas consiguieron dominar el mercado
    hispanohablante.

    También la radio
    amplió su éxito y
    el cine alcanzó un verdadero desarrollo, ya
    que hacia 1930 existían en el país más de
    1.000 salas y a partir de 1933 con la introducción de las primeras
    películas sonoras ("Tango" y "Los
    tres berretines") se abrieron alrededor de 600 salas preparadas
    para este nuevo adelanto tecnológico. Además, se
    fundaron las dos primeras productoras argentinas: Argentina Sono
    Film y Luminton, responsables de la realización de los dos
    filmes antes mencionados.

    3. El desarrollo de la
    cinematografía argentina

    La cinematografía había constituido, desde
    la segunda década del siglo, un entretenimiento importante
    de los sectores medios
    urbanos, con algunos éxitos nacionales en la etapa muda
    como "Nobleza Gaucha", en 1915. Este producto
    impactó no sólo por su entretenimiento sino
    también por su contenido social ya que mostraba la
    situación del proletariado, del gaucho dentro de la
    sociedad
    feudal. Esta película reflejaba la opresión del
    patrón y también los deseos de justicia, de
    progreso y de liberación de los inmigrantes que trabajaban
    en las estancias cultivando las tierras de otros o en el puerto
    para exportar el producto de
    esas tierras.

    A partir de estos filmes pioneros, la afición por
    el cine nacional se desarrolló y en consecuencia, la
    producción. Pero en la década del 20
    se evidenció una discontinuidad artística del cine
    nacional, ya que las películas argentinas no podían
    competir con las norteamericanas y europeas. Por supuesto, esto
    continuó hasta que llegó el sonido y el
    propio idioma.

    Puede decirse que en los '20 predominó el
    teatro, el
    cual contribuyó posteriormente al desarrollo del cine
    argentino junto con la novela por
    entregas, el tango y la
    historieta.

    En las primeras épocas de la
    cinematografía argentina se produjo un gran número
    de películas con relación al tango, las cuales se
    instalaron exitosamente en el mercado nacional
    y extranjero gracias al auge de este género
    musical. Su éxito, según Claudio España en
    "Reportaje al cine argentino", dependió de su lenguaje
    coloquial, la imagen
    porteña que se paseó mitificada por todo el
    interior del país, la presencia de los grandes artistas
    del teatro, el
    cabaret y la revista en la
    intimidad de la sala de proyección y las figuras de
    orquestas y cantantes populares que se escuchaban por la radio.

    Así surgieron actores como Carlos Gardel,
    Libertad
    Lamarque y Hugo del Carril, entre otros.

    Por su parte, el periodista y crítico
    cinematográfico Domingo Di Núbila señala que
    con las primeras películas sonoras comenzó la
    difusión masiva de mensajes sociales y políticos,
    que a veces caían en la demagogia y el
    dramatismo.

    El cine apuntó, entonces, al público
    masivo y los filmes intentaron reflejar la realidad desarrollando
    ciertos imaginarios sociales cuyos ejes temáticos eran la
    vida cotidiana, el costumbrismo, la modernidad, lo
    popular, lo nacional, el humor, la hipocresía, la familia,
    el trabajo, la
    actualidad política y lo criollo.

    Por ejemplo, el tango, el fútbol, las carreras,
    la medicina, la
    educación,
    la pobreza, el
    fraude electoral fueron tópicos de películas como
    "Los tres berretines" (1933), "Maestro Levita" (1938) y "Puerto
    Nuevo" con Pepe Arias, "El viejo doctor" (1939) con Enrique
    Muiño y "Ya tiene comisario el pueblo" (1936).

    Otros filmes como "Los muchachos de antes no usaban
    gomina" (1937), "Fuera de la ley" (1937) o
    "Tres anclados en París" (1938) constituyeron un
    testimonio muy fresco y sagaz de la Argentina en la década
    del '30, con su política liberal y conservadora y su
    pueblo trabajador y escéptico.

    España dice asimismo que "en sólo tres
    años (1933 a 1936), los realizadores han aprendido una
    técnica y también han encontrado un estilo personal y
    fórmulas generales para adaptar el modo de cada uno al
    gusto colectivo. Todos los realizadores tienden a incorporar
    todos los estratos sociales, y especialmente a la clase media,
    que ya ha ido adquiriendo formas y movilidad propias, heredera de
    la inmigración, consumidora
    incansable".

    Pero en los últimos años de la
    década del '30 se empezaron a abrir paso películas
    con un enfoque más serio y conciente de la realidad y
    más alejadas de las imitaciones de los productos de
    los países desarrollados.

    Las películas adquirieron entonces identidad
    nacional en la medida que mostraban problemas
    concretos de la vida diaria y lograban captar el modo de vida las
    clases medias y los sectores humildes. Es importante recordar la
    movilidad social que existía en aquella época y la
    confianza que existía en el país y en las
    posibilidades colectivas de ascenso social. El trabajo y
    el estudio se habían convertido en vehículos para
    acceder a un mejor nivel de vida, sobre todo por parte de los
    hijos de inmigrantes y aquellos que se habían desplazado
    del campo a la ciudad.

    El migrante interno apareció como un nuevo actor
    social y las películas de esa época contribuyeron a
    incorporarlo en el imaginario del momento.

    Asimismo, en 1938, se estrenó "Mujeres que
    trabajan", de Manuel Romero, donde Niní Marshall
    interpretó el papel de
    Catita y ahí se expuso otro fenómeno social: la
    incorporación masiva de la mujer al
    estudio y al mercado de trabajo en la Argentina. Generalmente,
    las realizaciones de Romero causaban un gran impacto en el
    público porque denotaban preocupación por la
    modernidad y
    todos los cambios que producía como la movilidad social,
    las reivindicaciones laborales, la migración
    interna, la inserción cultural de los inmigrantes y hasta
    el divorcio.

    También en el '38, salió "Kilómetro
    111", inspirada en el drama de los agricultores explotados por
    los intermediarios; y en el '39, "Prisioneros de la Tierra",
    basada en el trato inhumano que se producía en los
    yerbatales.

    "Aquel era un cine libre, competitivo, arriesgado.
    Contrasta con un cine que debe contemplar intereses", manifiesta
    Di Núbila, ya que hacia en 1940, esta industria comienza a
    utilizarse como medio del sistema imperante
    para difundir y fijar las pautas de una sociedad
    burguesa, acrítica y ordenada.

    El éxito del cine nacional en el ámbito
    interno y su expansión en el mercado latinoamericano
    permitió un aumento sostenido de su producción: 15 en 1936, 28 en 1937, 40 en
    1938, 50 en 1939, 49 en 1940, 47 en 1941 y 56 en 1942.

    Este auge posibilitó la consolidación de
    un grupo de
    directores formado por José Ferreyra, Mario Sofficci,
    Manuel Romero, Leopoldo Torres Ríos, Lucas Demare y Hugo
    del Carril que produjeron algunos de los títulos ya
    mencionados y otros como "La muchacha de a bordo", "Pelota de
    trapo", "La vuelta al nido" "Viento norte" y "El
    hincha".

    4. El cine y las salas de
    barrio

    Es evidente que el cine ejerció un papel
    socializador importante en la Argentina de los años '30 en
    adelante. Por aquel entonces existían, solamente en la
    Capital
    Federal, alrededor de 200 salas que se dividían entre las
    del centro y las de los barrios.

    Los grandes complejos ubicados cerca del Obelisco eran
    los más formales y contaban con las mejores carteleras, ya
    que en ellos se lanzaban los títulos más
    importantes para la taquilla. En cambio, los
    cines barriales se especializaban en determinados géneros
    y ofrecían las películas de moda varias
    semanas más tarde que en los grandes cines y casi siempre
    acompañadas de un nuevo serial de cowboys o un film
    romántico.

    Además, según señala el texto
    "Luz,
    Cámara, Memoria…" de
    Fernando Ferreyra, se habían establecido para las mujeres
    días especiales con descuentos y los chicos podían
    repartir volantes entre los vecinos, lo que les permitía
    adquirir una entrada gratis para la función
    del sábado.

    Ferreyra manifiesta que en las primeras épocas
    las invitaciones al cine constituían una salida de gala ya
    que iban acompañadas de las orquestas típicas de
    tango. Cuando surgieron las matinés de larga
    duración, que llegaron a proyectar cuatro películas
    seguidas, pronto fueron ocupadas por muchachos que hicieron del
    cine un punto de encuentro y parejas que las utilizaban como
    "zaguán de moda".

    Un barrio que merece una distinción especial es
    Almagro, ya que en el cruce de las avenidas San Juan y Boedo
    llegaron a coexistir 8 cines. "Los Andes" y el "Select Boedo"
    tenían una construcción similar y estaban en la misma
    vereda. A pocos metros funcionaba el "Nilo", "El Bristol"
    (Independencia
    entre Boedo y Colombres), el "Cuyo" (Boedo 858), el "Cine Teatro
    Boedo" y el "Follies Boedo". En el "Moderno" (Boedo 937)-conocido
    como "La Piojera" por su público poco recomendable- se
    proyectaban tres películas y la entrada valía 10
    centavos los días de semana y 20 los domingos,
    según cuenta el historiador Vicente Cutolo. También
    existía el pequeño cine "Alegría" (Boedo
    785), el "San Juan Select" (San Juan entre Loria y 24 de
    noviembre)y el "Del Plata" (Av. La Plata y Carlos Calvo). El
    único que continúa en la actualidad es el "Gran San
    Juan" (San Juan 3246) pero proyecta solamente material
    condicionado.

    José Agustín Ferreyra, un precursor de la
    cinematografía argentina, era de Boedo y en el cine "Los
    Andes", estrenó en 1930, "La Patria de los Gauchos". Otro
    dato curioso que aporta Cutolo es que la primera película
    sonora resultó ser un cortometraje llamado "Mosaico
    Criollo", que la Asociación Cinematográfica
    Argentina, estrenó en la Galería Ariel de la calle
    Boedo.

    5.
    Conclusión

    La historia de un país
    está vinculada a las relaciones que se establecen entre
    sus universos simbólicos y sus procesos
    concretos. Por esa razón, todo análisis sobre el desarrollo de los medios
    de comunicación permite mostrar
    comportamientos, sueños y expectativas de los actores de
    una nación
    en determinados momentos del pasado.

    En el caso del cine argentino, los imaginarios sociales
    que circularon en sus películas permiten reconstruir
    visiones, creencias, mitos y
    proyectos de
    diferentes generaciones.

    Y cuando hablamos de imaginario tomamos el concepto que
    propone Fortunato Mallimacci, en su texto "Cine e
    imaginario social", cuando sostiene que pensar lo imaginario es
    pensar la producción social de significaciones, lo
    simbólico, en tanto elemento constitutivo de las sociedades,
    que a su vez no se puede separar del problema del poder, como
    imposición de redes de sentido que
    instituyan un orden y como reacción de significaciones que
    subviertan el mismo.

    Si tomamos la década del '30, observamos el
    nacimiento de una verdadera industria del cine nacional -con el
    advenimiento del sonido- y el surgimiento de nuevas ideas y
    representaciones que darán sentido y pertenencia a
    sectores sociales antes relegados como los grupos medios,
    los trabajadores y los migrantes internos.

    No hay que olvidar que los años '30 comenzaron
    con una gran crisis
    financiera que se propagó hacia otras áreas como lo
    político, lo social, lo cultural y hasta lo religioso. En
    aquel momento comienza el quiebre del modelo liberal
    hegemónico que había sostenido a la Argentina hasta
    entonces y comienza un nuevo momento, de la cual dará
    testimonio el cine nacional. Esa etapa está signada por el
    deseo de ascenso social, las ansias de mejoras laborales y de
    igualdad. Una
    época formada por una clase tradicional,
    oligárquica y conservadora, como siempre reticente al
    cambio, y por
    un grupo bajo y
    medio integrado por migrantes internos e hijos de inmigrantes con
    deseos de una oportunidad.

    Según Mallimacci, "el cine es un medio cuya
    especificidad exige ser abordada desde tres grandes niveles: como
    medio de comunicación, como lenguaje y
    como industria". Y explica que como medio de comunicación
    es un espacio para el discurso,
    donde una sociedad particular, nos habla y se escucha.
    También puede ser considerado como sistema
    lingüístico ya que los mensajes en los films se
    formalizan a través de recursos, cuya
    materialidad expresiva debe ser organizada para que sea
    comprensible por el espectador. Y también lo define como
    sistema industrial, el cual es tributario del teatro, del circo,
    del cabaret, de la pantomima, de la revista, de la
    ópera, de la zarzuela y de tantas otras ofertas del
    espectáculo popular, a las cuales relegó y
    absorbió.

    Por estas y otras tantas razones, la
    cinematografía argentina muestra
    cómo los films de determinada época hablan sobre el
    pasado, el presente y el futuro de una sociedad
    heterogénea, dividida y cambiante. A través de esas
    cintas de celuloide no sólo se proveía
    entretenimiento sino que a su vez se criticaban las características de una sociedad egoista y
    maniquea y se les proporcionaba una identidad a
    los nuevos grupos
    sociales.

    Por ese y otros muchos motivos, los integrantes de esa
    generación no dudan en afirmar que las películas
    del '30 eran "buenísimas". Quizás porque
    permitían más contacto entre la gente, más
    familiaridad, porque hacen evidente la existencia de un tiempo libre que
    ya no existe en esas dimensiones. Tal vez, porque constituyeron
    un lugar de referencia o porque permite recordar que no eran tan
    solo ficción ya que a través de ellas se
    podía soñar y en muchos casos, ver cómo los
    proyectos se
    hacían realidad.

    En la actualidad, ya no quedan aquellos cines de barrio,
    de tres películas por 10 centavos, ni tampoco aquel
    espacio generador de identidad y de
    encuentro. Hoy, los shoppings, los grandes complejos
    cinematográficos y la
    televisión nos ofrecen otras oportunidades: la ansiada
    seguridad,
    soledad y distracción anestesiante del hombre
    posmoderno.

    6.
    Bibliografía

    Arlt Roberto, Aguas Fuertes Porteñas – Buenos
    Aires, ida cotidiana, Buenos Aires, Alianza Bolsillo, 1993.
    Cutolo, Vicente, Historia de los barrios, Ediciones Elche,
    1996.
    Ferreira, Fernando, Luz,
    cámara, memoria…Una
    historia social del cine argentino, Corregidor, 1995.
    Fortunato, Mallimacci y Marrone, Irene, Cine e imaginario social,
    Oficina de
    publicaciones del CBC Universidad de
    Buenos Aires, 1997.
    Mahieu, José Agustín, Breve historia del cine
    nacional, Alzamor Editores.
    Rivera Jorge y Ford Aníbal, Medios de
    comunicación y cultura
    popular, Buenos Aires, Ligasa, 1997.
    Romano, Eduardo, Voces e imágenes
    en la ciudad, Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1993.
    Vazeilles, José Gabriel, Historia
    Argentina- Etapas económicas y políticas
    1850 – 1993, Buenos Aires, Editorial Biblos, 1997.

      

     

     

    Autor:

    María José Iriarte

    Periodista y estudiante de Ciencias de
    la
    Comunicación
    Universidad de
    Buenos Aires

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter