- Amigo mío. Antoine De
Saint-Exupéry - A modo de
prólogo - Definición
- Amor,
afecto y desarrollo - Amistad e
Intimidad - Conclusión
- Bibliografía
Consultada
1. Amigo mío.
Antoine De Saint-Exupéry
Amigo mío,
tengo tanta necesidad de tu amistad.
Tengo sed de un compañero que respete en
mí,
por encima de los litigios de la
razón,
el peregrino de aquel fuego.
A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el
calor
prometido,
y descansar, más allá de mí
mismo,
en esa cita que será la nuestra.
Hallo la paz.
Más allá de mis palabras
torpes,
más allá de los razonamientos que me
pueden engañar,
tú consideras en mí, simplemente al
Hombre,
tú honras en mí al embajador de
creencias,
de costumbres, de amores particulares.
Si difiero de ti, lejos de menoscabarte te
engrandezco.
Me interrogas como se interroga al viajero,
Yo, que como todos, experimento la necesidad de ser
reconocido,
me siento puro en ti y voy hacia ti.
Tengo necesidad de ir allí donde soy
puro.
Jamás han sido mis fórmulas ni mis
andanzas
las que te informaron acerca de lo que soy,
sino que la aceptación de quien soy te ha
hecho
necesariamente indulgente para con esas andanzas y esas
fórmulas.
Te estoy agradecido porque me recibes tal como
soy.
¿Qué he de hacer con un amigo que me
juzga?
Si todavía combato, combatiré un poco por
ti.
Tengo necesidad de ti. Tengo necesidad de ayudarte a
vivir.
2. A modo de
prólogo
Este pequeño texto de
Saint-Exupéry lo encontré hace unos cuantos
años. No sé a qué obra de este gran autor (a
mi parecer, por supuesto) pertenece, tampoco me interesó
demasiado saberlo. Lo cierto es que siempre me atrajo
muchísimo por la profundidad de sus palabras. Yo, que
siempre experimenté grandes amistades, me sentí
superado por este concepto de
amistad que se entrevé en esos renglones. ¿Es
posible decirle todas esas cosas a un amigo? Siempre había
alguno de estos "datos" que se me
hacían ajenos. Me parecía utópica esa idea
de amistad. Hablar de "sed", de "calor prometido", de "cita"; me
generaba una especie de rechazo, seguro a causa de
esos prejuicios que uno tiene y que ante estas palabras se
hacían evidentes. Sin embargo, esa atracción
delataba una búsqueda en mí, como si mi corazón se
dirigiera hacia eso, la búsqueda de los sentimientos
más nobles. Encontrar un amigo que me reconozca y ame
simplemente como soy, sentirme puro en él y descansar en
él. Esto me parecía una gran "descarga afectiva"
que en mi psicología me costaba aceptar.
Y esto pasó; encontré un amigo a quien
dirigirle todas y cada una de estas palabras. La búsqueda
siguió interrogándome desde dentro de mí,
aceptando que tengo carencias, que todos las tenemos,
necesidades, afectivas sí, simplemente como algo natural,
propio en nosotros los seres humanos. Necesité y necesito
ponerle nombre a todo esto. Es un poco lo que estoy intentando
hacer.
3.
Introducción
El tema de los afectos es una cuestión esencial
en el hombre. Tan
esencial que creo que es por eso que nos cuesta tanto llegar a la
"médula". Es un tema que camina al borde de lo
psicológico y de lo antropológico. En este
último caso es como lo intento encarar. Trataré de
ser lo más preciso y específico posible dentro de
mis limitaciones y mi poco conocimiento.
Con esta humilde investigación, pobre seguramente, quisiera
ponerle nombres a algunas realidades que nos tocan vivir, estoy
seguro que a todos, en este campo afectivo.
Somos seres incompletos, necesitados de los
demás, de su reconocimiento, de su cariño, de su
amor y de su
manifestación en los afectos. Necesitamos una sonrisa, un
gesto cariñoso, un abrazo para poder seguir.
Un abrazo nos puede descontracturar más que una
sesión de kinesiología, nos puede consolar
más que mil palabras. Y, sin embargo, nos ponemos
centenares de limitaciones. Estas limitaciones pueden ser
prejuicios, cuestiones culturales y hasta alguna traba
psicológica.
Estas cosas nos hacen que seamos afectivamente
inmaduros, nos dejan incompletos, nos hacen sufrir nuestra
soledad. Alcanzar la madurez afectiva es tarea de todos los
días.
Página siguiente |