Investigación sobre Estilos de Vida y
Conductas no Saludables en el proceso de
enfermar.
Existencia de un gran por ciento de pacientes
dispensarizados en grupos de
riesgos con
adicciones
lícitas (alcoholismo)
INTRODUCCIÓN
Los conceptos de modo y estilo de vida
comienzan a ser objeto de las Ciencias
Médicas en la segunda mitad del Siglo XX, a partir del
redimensionamiento del concepto de
salud, y, por
tanto del redimensionamiento de los determinantes de la
salud.
Estos conceptos, desarrollados anteriormente por otras
ramas de las ciencias
sociales, han contribuido a la mejor comprensión y
operacionalización de los elementos no biológicos
que intervienen en le proceso Salud – Enfermedad y son
parte integrante de la medicina
social, característica de nuestro siglo.
Tienen sus orígenes en la década de los
50, cuando simultáneamente se establecen en los EE.UU. las
primeras escuelas de medicina
preventiva en que se recomendaba prestar atención a la prevención de salud,
y, por tanto , se comienza el estudio de los elementos que
intervienen en su cuidado, aunque aún no se identifican el
estilo y modo de vida dentro de estos elementos; y en Inglaterra;
cuando se definen las cuatro tareas principales de la medicina;
promoción, prevención,
recuperación y rehabilitación, lo que impulsa el
estudio de los elementos no biológicos que intervienen en
la salud.
El camino generalizado para arribar a estos nuevos
conocimientos en medicina se produjo a partir del cambio del
estado de
salud en poblaciones con desarrollo
socioeconómico avanzado, dónde las muertes y
enfermedades se
asocian cada vez menos a enfermedades infecciosas y se comienza a
prestar atención a aquellos elementos que inciden en estas
muertes y enfermedades, a saber: inadecuación del sistema de
cuidado de la salud existente, factores conductuales o estilos de
vida poco sanos, riesgos ambientales para la salud y factores
biológicos. De esta forma se comenzó a concebir que
la determinación de la salud es un proceso complejo,
multifactorial y dinámico en que los factores enunciados
interactúan no solo para deteriorar la salud, sino para
incrementarla y preservarla.
En 1974, Marc Lalonde propone un modelo
explicativo de los determinantes de la salud, en uso en nuestros
días, en que se reconoce el estilo de vida de manera
particular, así como el ambiente –
incluyendo el social en el sentido más amplio –
junto a la biología humana y
la
organización de los servicios de
salud. Posteriormente, Castellanos (1991) esclarece como se
produce esta interacción entre los determinantes de
salud con la categoría condiciones de vida, que
serían "los procesos
generales de reproducción de la sociedad que
actúan como mediadores entre los procesos que conforman el
modo de vida de la sociedad como un todo y la situación de
salud específica de un grupo
poblacional específico".
El reconocimiento de la determinación social de
salud, desde entonces, ha significado la comprensión del
proceso salud – enfermedad en el marco de condiciones
concretas que sobrepasas la biología humana y que abarcan
desde la sociedad como un todo hasta el individuo, de
forma que la determinación social de salud se produce en
diferentes niveles:
- Nivel macro social, que relaciona la formación
socio – económica como un todo y el estado de
salud de la población en general. - Nivel grupal, que relaciona el modo de vida y las
condiciones de vida determinado grupo con su estado de
salud. - Nivel individual, que relaciona el estilo de vida
individual, las condiciones de vida individuales y el estado de
salud individual.
Según este presupuesto, modo
y estilo de vida son categorías que expresan formas
particulares del quehacer humano en determinado momento y formas
de organización social que determinan el
estado de salud y que se interrelacionan entre sí con
mutuas influencias.
Para Castellanos (1991) es "el resultado de la dinámica de las condiciones particulares de
vida de un grupo de población, con el proceso general
reproductivo de la sociedad y las acciones de
respuesta social ante los procesos conflictivos que se reproducen
en esta dinámica, se produce un balance que se expresa en
problemas de
salud y bienestar o ausencia de ellos".
Para caracterizar el modo de vida como determinante de
salud, e han utilizado múltiples criterios, en los que la
epidemiología y las ciencias sociales han hecho grandes
aportes, al establecer relaciones entre las condiciones materiales y
la forma en que los grandes grupos
sociales se organizan y e realizan productivamente en esas
condiciones. Por ejemplo: servicios de salud y su
organización, instituciones
educacionales y nivel educacional de la población, tipos
de vivienda, condiciones y hacinamiento, abasto de agua e
higiene
ambiental.
Esta categoría resulta, pues imprescindible en la
comprensión no solo del estado de salud de una
población, sino además en la confección de
políticas sanitarias y estrategias de
promoción de salud, ya que su campo barca los grandes
grupos sociales en su conjunto.
El estilo de vida es un modo de vida individual, es la
forma de vivir de las personas. Se relacionan estrechamente con
la esfera conductal y motivacional del ser humano, y por tanto,
alude a la forma personal en que
el hombre se
realiza como ser social en condiciones concretas y particulares.
En la actualidad, se considera que la familia
como grupo particular con condiciones de vida similares, posee un
estilo de vida propio que determina la salud del grupo familiar y
sus miembros, por lo que se concibe, además, la
categoría de estilo de vida familiar.
Han existido varias formas de identificar el estilo de
vida; una forma ampliamente difundida ha sido caracterizar los
comportamientos de riesgo de las
personas para aludir a aquellos comportamientos y hábitos
que en un momento determinado ponen en peligro la salud, por
ejemplo el hábito de fumar, la conducta sexual
desprotegida, etc…, y las conductas protectoras de la
salud, que se refieren a aquellas actuaciones que las personas
llevan a cabo para defenderse de las enfermedades y sus
secuelas.
Estos elementos resultan importantes y decisivos para el
estudio de los factores personales que intervienen en la producción de enfermedades y, por tanto,
para instrumentar estrategias de prevención en los
llamados grupos de riesgo, pero son insuficientes, para llevar a
cabo estrategias de promoción de salud, ya que se ha
demostrado que el ejercicio de conductas protectoras, cuando esta
asociado a la amenaza de enfermedad o sus secuelas, no es
permanente.
Aspectos como los factores motivacionales, el aprendizaje,
las creencias y las influencias sociales, además de la
historia
biológica, han sido identificados como componentes de las
conductas y hábitos que caracterizan el estilo de vida de
una persona, por lo
que establecer conductas saludables y eliminar conductas de
riesgo de manera estable, como aspiración de la
promoción de salud, resulta un reto para nuestra ciencia.
Se impone el análisis desde una óptica
multidimensional. Tal como expresara Rodríguez
Marín (1995): "el análisis de los estilos de vida
debe hacerse desde un modelo que considere al ser humano como un
punto de corte entre sistemas sociales
y microsistemas orgánicos. El comportamiento
individual se produce en la intersección de los dos tipos
de sistemas, de forma que los acontecimientos sociales y los
acontecimientos biológicos tienen un impacto
recíproco sobre tal comportamiento y a su vez sobre la
integridad funcional de la persona".
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