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Regimiento de Granaderos a Caballo "General San Martín" – Formación de sus primeros oficiales (página 2)



Partes: 1, 2

Fue aprobado por Decreto del 21 de marzo, que
expresaba:

"Apruébase el plan y el pie de
guerra que se
acompaña con el goce de sueldo en todos iguales al Rgto.
De Dragones de la Patria y a objeto de que se formalice la
creación del indicado Escuadrón de Granaderos a
Caballo, sin pérdida de tiempo,
comuníquese con copia a donde corresponda, y
archívese este original tomada que sea la correspondiente
razón en el tribunal de cuentas, caja,
Comisario gral. De Guerra
".

Su firme voluntad generó sucesivos logros y
empezó a conocer a los hombres que podrían integrar
ese escuadrón, formado personalmente mediante
instrucciones precisas y avanzando en sus lecciones, cuando
comprobaba que ya habían interpretado sus anteriores
órdenes. Sabía que para los oficiales y soldados,
importaban tanto como las palabras los hechos y por eso,
predicaba con su ejemplo.

Tenía un "Código de Honor", conciso
y severo, que determinaba los delitos
punibles, desde el hecho de agachar la cabeza en acción
de guerra y no aceptar un duelo justo o injusto, hasta el de
poner las manos a una mujer aun siendo
insultado por ella, y comprendía todos los casos de mala
conducta personal.

Nos señala el General Bartolomé
Mitre:

"El primer escuadrón de Granaderos a caballo
fue la escuela
rudimental en que se educó una generación de
héroes. En este molde se vació un nuevo tipo de
soldado animado de un nuevo espíritu, como hizo Cromwell
en la revolución
de Inglaterra,
empezando por un regimiento para crear el tipo de un
ejército y el nervio de una situación. Bajo una
disciplina
austera que no anonadaba la energía individual, y
más bien la retemplaba, formó San
Martín soldado por soldado, oficial por oficial,
apasionándolos por el deber y les inoculó ese
fanatismo frío del coraje que se considera invencible, y
es el Secreto de vencer. Los medios
sencillos y originales de que se valió para alcanzar este
resultado, muestran que sabía gobernar con igual pulso y
maestría espadas y voluntades
".

En mayo de 1812 quedó constituido el
Escuadrón por los siguientes jefes y oficiales: como
Comandante, el Teniente Coronel D. José de San
Martín; el Sargento Mayor D. Carlos María de
Alvear; el Ayudante Mayor D. Francisco Luzuriaga y el Porta
Estandarte D. Manuel Hidalgo; se lo dividió en dos
Compañías; en la Primera estaban el Capitán
D. José Zapiola, el Teniente D. José
Bermúdez y el Subteniente D. Hipólito Bouchard y en
la Segunda, el Capitán D. Pedro Bergara, el Teniente D.
Agustín Murillo y el Subteniente D. Mariano
Necochea.

La instrucción se impartía en el cuartel
ubicado cerca de la zona del Retiro, en el denominado Campo de
Marte, actual plaza San Martín de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, y
en los campos de Olivos y San Fernando.

El Teniente Coronel San Martín, con su humildad y
modestia, pero con su férrea y enérgica voluntad
que lo caracterizaban, sin constituirse en censor de la
situación que se vivía, política y
militarmente, "sistemáticamente
cuidó de no ingerirse en la dirección de la guerra ni apuntar planes de
campaña, contrayéndose seriamente a la tarea que se
había impuesto, que era
fundar una nueva escuela de táctica, de disciplina y de
moral
militar
".

Así, después de escasos cinco meses de su
creación, el brillante estado de la
disciplina e instrucción del escuadrón de
granaderos fue el móvil que llevó a pensar
"elevarlo a regimiento de cuatro escuadrones, conforme a los
reglamentos y prácticas de entonces
"; en tal sentido,
fue valorada esta escuela en que fue educado el plantel de ese
cuerpo, ni más rígida ni escrupulosa con los
soldados que con los oficiales, cuando a su turno estaban
llamados a ejercer el rol de maestros.

Por Decreto del 11 de septiembre, el Triunvirato
resuelve "la creación de un segundo escuadrón de
Granaderos a caballo, a solo el mando del teniente coronel
comandante don José San Martín".

En relación a los oficiales, el General Espejo
destaca:

"Así cuando el gobierno
resolvió en setiembre elevar a regimiento el primer
escuadrón, eligió para oficiales de él la
flor de la juventud en
las mas aristocráticas familias de Buenos
Aires
".

Tres meses después, con fecha 7 de diciembre, el
Gobierno Superior Provisional libra "despacho de Coronel del
Regimiento de Granaderos a caballo al comandante de ese cuerpo
don José San Martín
"; firman al pie el Dr. Juan
José Paso, el Dr. Nicolás Rodríguez
Peña, Antonio Álvarez Jonte, y Tomás Guido,
en su carácter de Secretario interino de
Guerra.

A decir por el historiador Julio Luqui Lagleyze, un
experto en historia militar del
Instituto Sanmartiniano:

"la creación del Regimiento de Granaderos a
Caballo, que finalmente el Triunvirato autoriza,
representó todo un intento -exitoso- de
modernización de una fuerza local
que era poco más que una milicia armada, en no pocos
casos, con sólo lanzas y
boleadoras
".

2. Ejercicio del Mando:

El Teniente Coronel San Martín buscó la
eficiencia del
componente humano de su organización, especialmente la calidad de sus
futuros oficiales, destacándose por el
conocimiento de sus hombres, y especialmente de sí
mismo:

"El jefe deberá analizar, comprender,
predecir, dirigir y controlar el comportamiento
humano individual y colectivo de los hombres que componen su
organización. Además deberá conocerse a
sí mismo porque el efecto del mando dependerá de la
interrelación entre dos o más personalidades. Este
análisis introspectivo estará
destinado a evaluar sus propias aptitudes, perfeccionar sus
cualidades, dominar sus debilidades y controlarse para ganar de
sus hombre
voluntaria obediencia, confianza, respeto y leal, y
activa cooperación
".

Como Jefe del Escuadrón, el Teniente Coronel San
Martín impuso un exigente programa de
capacitación al cual debían
ajustarse todos los oficiales y reclutas; también
estableció un severísimo régimen de
conducta, a través de un código
de honor, que él cumplía y respetaba primero que
nadie.

En tal sentido, el M-65-1 nos señala en el Nro
5.001:

"a) La eficiencia del componente humano se
manifestará en un doble aspecto:

  1. El espiritual, que se reflejará en la
    moral individual y colectiva del conjunto.
  2. La aptitud táctica, técnica y
    física que se evidenciará por la concurrencia
    de ciertos factores tales como la organización, la
    doctrina, la instrucción, la administración,
    etc, y la actitud individual y de conjunto para adquirirla y
    demostrarla
    ".

Asimismo conviene tener presente los siguientes indicadores
básicos del mando, pilares de los futuros oficiales
sanmartinianos:

Moral:

"Es el estado
mental y emocional del individuo y
del conjunto. Se evidencia a través de la actitud que
adoptan hacia todo aquello que los afecten directa o
indirectamente. Sus manifestaciones positivas más
relevantes son la
motivación, la disciplina y el espíritu de
cuerpo
".

Motivación:

"Consiste en producir en el individuo o en el
conjunto una entrega volitiva de energía en la
obtención de una determinada finalidad creando en los
hombres el afán de hacer su trabajo
".

Motivación del grupo:

"El grupo puede ser motivado en dos formas bien
definidas:

1) Por la acción intencional del jefe, en cuyo
caso aplicará por extensión los procedimientos
señalados en los Art 2.006 (La motivación
individual) y 6.008 (La creación de las motivaciones y el
empleo de los
incentivos).

2) Por causas externas e internas al grupo
normalmente ajenas a la acción intencional del
jefe.

Las causas externas serán dadas por la
influencia de otros grupos y la
situación particular que se vive.

(…)

Las causas internas podrán ser conscientes e
inconscientes. (…)".

Disciplina:

"Es el estado de orden y obediencia existente en el
individuo y en el conjunto, que se manifiesta por la
subordinación y el respeto en el cumplimiento de las
órdenes, especialmente en situaciones difíciles, y
la adecuada conducta y estricta observancia de las leyes y
reglamentos militares
".

Espíritu de Cuerpo:

"Es el estado mental y emocional de la
organización que se logra cuando la totalidad o la
mayoría de los individuos que la integran están
identificados con sus valores,
intereses y objetivos, y
los adoptan como si fueran propios, de tal manera que sientan
orgullo y satisfacción por sus éxitos y abatimiento
por sus fracasos
".

Eficiencia:

"La eficiencia de la organización será
la resultante de un conjunto de factores que participan
activamente en su desarrollo y
obtención. Entre ellos, por su relevancia merecen
destacarse la
administración, la instrucción, la
organización, la doctrina y la calidad del elemento
humano. Estos factores alcanzarán su máximo
rendimiento cuando sean auxiliados por la motivación, la disciplina y el
espíritu de cuerpo. Recíprocamente, el incremento
de capacidades en la organización y en sus hombres
elevará la moral
individual y de conjunto al proporcionar aptitudes,
conocimientos, experiencias, confianza y
seguridad
".

DESARROLLO

"Hasta hoy las Provincias Unidas han
combatido por una causa que nadie conoce, sin bandera y sin
principio declarados que expliquen el origen y tendencias de la
insurrección:

preciso es que nos llamemos
independientes para que nos conozcan y respeten".

Teniente Coronel D José de San
Martín

1. Objetivo
operacional

El primer objetivo del Teniente Coronel San
Martín fue la selección,
designación y formación de sus Oficiales; a los
veteranos de las guerras
europeas se le sumaban los que habían probado su valor al
servicio de la
causa revolucionaria desde 1810, y jóvenes
cadetes.

"En la misma fecha en que se decretaba la
creación del Escuadrón de Granaderos a Caballo, se
confería empleo de Capitán de la Primera
Compañía a D. José Matías Zapiola, y
con fecha 17 del mismo mes el de Sargento Mayor a D. Carlos
María de Alvear
"; así
"comenzó metódicamente la selección y la
instrucción del
personal"
.

En tal sentido "podemos apreciar la
existencia de un verdadero Colegio Militar en potencia, ya que
se impartía instrucción sobre táctica,
manejo de armas, moral y
procedimientos, sin olvidar el aspecto jurídico
íntimamente ligado a la más férrea
disciplina militar. Indudablemente fue la ética y la
moral los hábitos determinantes en la formación de
los Oficiales,
(…)".

Así quedarían delineados desde el
nacimiento del Escuadrón de Granaderos, los valores y
fundamentos primarios que el Teniente Coronel San Martín
esperaba se convirtieran en los basamentos del accionar del
Ejército Argentino: la estricta disciplina y la conducta
ejemplar; y en ese esquema, el cuadro de oficiales debía
constituir su columna vertebral.

"San Martín caracterizó al conductor
reflexivo y consciente. Poseía las grandes
cualidades
morales imprescindibles en un comandante de tropas. Era
también un acabado maestro y un edificante ejemplo para
sus oficiales. Los mejores Generales de la
República en la Revolución fueron reclutados
por él o instruidos en la escuela de su enseñanza, que será la mejor norma
eterna para los oficiales argentinos. Era así un conductor
y un maestro, difícil dualidad que solo se consigue en los
hombres dotados de un equilibrio
extraordinario
".

Uno de "sus muchachos", como los solía
denominar ante jefes de otros regimientos, el Coronel Manuel
Pueyrredón, comenta en relación al trato con sus
oficiales:

"Cuando hablaba era siempre con afabilidad,
aún en los casos que tenía que revestirse de
autoridad.
Tanto en sus conversaciones familiares como en los casos, de
demandas, cargos o reconversiones que tenía que hacer a
sus subalternos, jamás se le escapaba una palabra
descomedida que pudiese humillar al individuo. El modo de
reprender a un oficial era siempre una lección dada con
energía pero sin acritud, de que resultaba que el hombre
salía de su presencia más orgullosos de lo que
había entrado, y si algo prometía era siempre para
cumplirlo
".

El General San Martín logró en todo
momento, el conocimiento
de sus propios hombres, asegurando el éxito
de su futura empresa
libertadora:

"El jefe deberá analizar, comprender,
predecir, dirigir y controlar el comportamiento
humano individual y colectivo de los hombres que componen su
organización"
.

2. Aptitudes

El Regimiento de Granaderos a Caballo, destacado e
inigualado durante la guerra de Independencia
sudamericana, reconocía la permanente dedicación
personal puesta por su jefe para educarlo e instruirlo, no menor
que para seleccionar a sus integrantes y equiparlo
adecuadamente.

a. Físicas

Inicialmente, fueron convocados para componer el primer
escuadrón algunos veteranos de otras unidades, y luego se
solicitaron contingentes a las provincias, hasta formar los otros
dos; no obstante "Muchos de los oficiales eran
porteños, como también los jóvenes cadetes
que en los Granaderos Montados comenzaron su carrera
militar
".

El 12 de agosto de 1812 el Triunvirato decretó la
admisión de cadetes en todos los Regimientos como
establecían las Ordenanzas de 1768, a excepción del
Nº 6, "Pardos y Morenos"; en tal sentido rescata el
Dr. Ruiz Moreno:

"Del cuerpo de cadetes que se inició en el
propio regimiento –un mes antes de crearse como tal- fueron
los primeros Manuel y Mariano Escalada, de 17 y 16 años
respectivamente,
(…) lo que sirvió para
acicatear a otros jóvenes"
.

La política de selección del personal,
extremadamente rigurosa en los oficiales y suboficiales, se
extendió también al personal de soldados; el 18 de
agosto de 1812, el Triunvirato, por pedido del Teniente Coronel
San Martín, exhorta a los hijos de los pueblos de Misiones
a combatir por la causa americana, en las filas de los Granaderos
a Caballo.

El Dr. Rivadavia, el 22 de agosto, en cumplimiento de
dicha resolución, solicita a los subdelegados de
Yapeyú, Candelaria y Concepción, colaborar con el
comisionado D. Francisco de Doblas para el reclutamiento
de 300 guaraníes "… de
talla y robustez que S. E. destina al Regimiento de Granaderos a
Caballo al mando del teniente coronel don José de San
Martín, oriundo de aquel territorio…"
.
(…) "…cuya intención revelaba desde un
principio el valor que se asignaba a la relación del
terruño con el jefe para acrecentar el espíritu del
cuerpo
". Asimismo, en su carácter de Secretario de
Gobierno y Guerra, "había impartido instrucciones en el
sentido que se tratara de elegir "a los oficiales que se creyera
más dignos".

Si bien aquella orden no pudo cumplirse por varias
circunstancias, se recurrió a la incorporación de
reclutas de diversas provincias siguiendo un criterio de
selección sumamente exigente, que tan buenos resultados
daría luego en la práctica. En tal sentido nos
ilustra el Coronel Martí
Garro:

"Entregado San Martín a la tarea que se le
confiara, es conocida la "rigurosa" selección aplicada al
reclutamiento del personal de oficiales y tropa, preparando
minuciosamente lo que después habrá de constituirse
en el glorioso regimiento de Granaderos a Caballo, que fue a
través de los años el símbolo señero
de la epopeya sanmartiniana
".

En relación a los Oficiales, la
incorporación se dio como sigue:

"Con fecha 21 de abril de 1812 dio de alta como
capitán a D. Pedro Zoilo Bergara, de origen español-europeo; el 24 de abril de 1812
como Teniente a D. Agustín Murillo, también
español-europeo; el 21 de abril de 1812 como Subteniente a
D. Mariano Necochea; el 24 de abril de 1812 como Teniente a D.
José Bermúdez; con igual fecha, como Subteniente a
D. Hipólito Bouchard, lo mismo que a D. Manuel Hidalgo
para el cargo de Porta Estandarte. El 6 de mayo dio de alta como
Ayudante Mayor a D. Francisco
Luzuriaga
".

El Teniente Coronel San Martín medía muy
bien el grado de responsabilidad de sus Oficiales, y sabía
que la jerarquía estaba proporcionada directamente a cada
grado; por ello el procedimiento no
solo demandaba tiempo, sino cuidado, conciencia y una
serie de pautas muy particulares, dándose así
término a la ligereza en los procedimientos de
selección que se venían practicando en los
distintos regimientos.

Como queda demostrado, las tareas de organización
progresaban con lentitud, sean por la rigurosa selección de
personal, la obtención del armamento y caballada, como
también debido a las dificultades económicas y
políticas.

b. Tácticas

El Teniente Coronel San Martín comprobó
que las armas de la insipiente revolución estaban mal
organizadas, "…que los ejércitos
carecían de consistencia, que las operaciones no
obedecían a ningún plan, y que no se preparaban los
elementos para las grandes empresas que
necesariamente habría que acometer; en una palabra, que no
existía una organización ni una política
militar
".

Señala el Teniente Coronel Luis Leoni:

"Además, la aguda percepción
político- militar sobre su patria, de su territorio, de
sus posibilidades, de la idiosincrasia y aptitudes de sus
habitantes, como de la extensión de sus líneas de
operaciones le señalaban, sin ninguna duda, la
materialización de esa idea en un cuerpo de
caballería, que ya en los campos de batalla de Europa
había demostrado todo su valor y
potencialidad
".

El Dr. Levene rescata el siguiente pasaje sobre el nuevo
concepto
táctico de la caballería:

"Es San Martín quien ha dicho –en las
contestaciones a las preguntas del General Miller- que
había formado un regimiento compuesto de cuatro
escuadrones, "cuyo cuerpo rindió servicios muy
señalados a la causa de la Independencia", pues en la
época de su creación "se ignoraba en las Provincias
Unidas la importancia de esta Arma y el verdadero modo de
emplearla, pues generalmente se la hacía formar en
línea con la Infantería para utilizar sus
fuegos
".

Y el Dr. Ruiz Moreno señala:

"Don José de San Martín presidía
una "academia" para oficiales en la cual impartía sus
conocimientos y difundía las innovaciones que introdujo en
las prácticas establecidas. Simplificó la maniobra,
aplicando un sistema derivado
del francés, en vez de ajustarse a los movimientos
señalados por los españoles; uniformó las
voces de
mando; implantó un nuevo código de toques de
Corneta, luego adaptado para todo el
ejército
".

En tal sentido, la "caballada" ocupó
también la atención preferencial del Teniente Coronel
San Martín, y por ende de sus oficiales y tropa, por
considerársela prácticamente "elemento de
batalla
", esencial para la movilidad a darle al nuevo
Cuerpo.

c. Técnicas

La descripción en detalle de la
instrucción militar que se impartía a los oficiales
y tropa se encuentra bien relatada y detallada en las obras
citadas de los generales Espejo y Mitre.

Por primera vez se conoció un proceso
metódico en la preparación de Oficiales y tropa,
donde su jefe, instructor y educador a la vez, con su ejemplo
personal, logró imponer una estructura y
un espíritu de conjunto jamás logrado hasta
entonces.

La instrucción era teórica y
práctica, basada principalmente en los reglamentos
franceses de la época. San Martín en persona fue
modelando a su imagen y
semejanza a todos y a cada uno de sus oficiales, ya que
visualizó que no bastaba solo una sólida
instrucción para llevar adelante la empresa
emancipadora, sino que la misma debía ser
acompañada de una férrea formación
espiritual, moral y de una mística capaz de sostener tanto
en la embriaguez de la victoria, como en el desaliento de la
derrota. Cada oficial se sintió así transformado,
reflejando en sus fibras íntimas todas las connotaciones
sanmartinianas que su maestro les había sabido inculcar
con su ejemplo, aglutinando voluntades y modelando caracteres
como nadie hasta ese momento había hecho.

El General Mitre nos refiere e ilustra en cuanto a esta
nueva escuela de táctica:

"Su primer conato se dirigió a la
formación de oficiales, que debían ser los monitores de
la escuela bajo la dirección del maestro. Al núcleo
de sus compañeros de viaje fue agregando hombres probados
en las guerras de la revolución, prefiriendo los que se
habían elevado por su valor desde la clase de
tropa; pero cuidó que no pasaran de tenientes. Al lado de
ellos creó un plantel de cadetes, que tomó del seno
de las familias respetables de Buenos Aires arrancándolos
casi niños
de brazos de sus madres. Era la amalgama del cobre y del
estaño
que daba por resultado el bronce de los héroes. Con estos
elementos organizó una academia de instrucción
práctica que él personalmente dirigía,
iniciando a sus oficiales y cadetes en los secretos de la
táctica, a la vez que les enseñaba el manejo de las
armas en que era diestrísimo, obligándolos a
estudiar y a tener siempre erguida la cabeza ante sus severas
lecciones una línea más arriba del horizonte,
mientras llegaba el momento de presentarla impávida a las
balas enemigas. Para experimentar el temple de nervios de sus
oficiales, les tendía con frecuencia asechanzas y
sorpresas nocturnas, y los que no resistían a la prueba
eran inmediatamente separados del cuerpo, porque "sólo
quería tener leones en su regimiento
".

Se buscaba en todo momento un cuerpo de elite; en tal
sentido basten estos conceptos del General Espejo:

"Es tradición que ha venido
transmitiéndose hasta el presente, que mañana y
tarde se presentaba San Martín en el cuartel del Retiro
(…), a enseñar a los reclutas que se le
habían destinado. Que salía el escuadrón
formado a la plaza del cuartel, y él como su maestro
instructor, dictaba la lección de viva voz, esplicando en
los términos mas sencillos e inteligibles la
posición del recluta. Luego, hacía salir uno de
ellos al frente, para mejor demostrar a todos
prácticamente la teoría
que esplicaba, y ejecutaba en él, el modo de colocar la
cabeza y la vista, poner los brazos, las piernas, las rodillas,
las manos, el cuerpo todo, en fin, en una posición
académica, airosa, elegante. San Martín
hacía de figurante modelo"
.

Sin duda procedió cabalmente como señala
el M-65-1, Nro 4.007, en cuanto a dar el ejemplo como
jefe:

"1) (…) Los hombres normalmente nunca
se conducirán por los preceptos abstractos de la
razón pura. Necesitarán ver su ideal encarnado en
un hombre, que los incite a seguirlo por la seducción del
ejemplo
"; "2) (…) El jefe que de el ejemplo
podrá pedirlo todo a sus hombres porque siempre
conquistará y merecerá la confianza de ellos.

(…) El ejemplo deberá darse en y fuera de los
actos del servicio porque la vida del jefe hablará a sus
hombres más alto que su voz,…
".

Dos escritos de sus integrantes, que señala el
Dr. Ruiz Moreno, resultan ilustrativos:

"…perfectamente organizados, disciplinados,
vestidos, equipados y montados, conociendo perfectamente el
manejo de la tercerola y el sable, podían, por su
instrucción y moral, servir de modelo a los demás
cuerpos y rivalizar con las tropas de Europa, bajo cuyo sistema
se habían creado", y "Los soldados educados en la escuela
de San Martín eran entonces, y han sido después, un
modelo digno de ser imitado, por su gallarda postura, sus airosos
movimientos y su arrogante desempeño, tanto en las funciones
militares cuanto en las civiles y
sociales
".

En cuanto a la destreza con las armas, vaya este
pasaje:

"La instrucción de armas no solo se daba a la
tropa sino que alcanzaba a todos los oficiales, quienes
debían ser maestros en el manejo, esgrima y combate de sus
armas, pues para saber y poder instruir
a la tropa, antes que nada, debían ser diestros en el
manejo de las armas
".

El Dr. Ruiz Moreno refiere a la denuncia del Teniente
Coronel San Martín a la superioridad, el 27 de noviembre
de 1812, por el caso del Capitán Bergara, jefe de la
Segunda Compañía, dado que se retrasaba en las
cargas durante la instrucción, hecho repetido este pese a
las advertencias "de que metiese espuelas a su caballo y que
no manifestase un temor que era poco decoroso a un oficial
".
Señala en tal sentido:

"El 30 del próximo pasado haciendo el
ejercicio, y viendo que reincidía me aproxime, y con
moderación le previne que no demostrara un miedo que ya
era notado por la tropa, y que esperaba que en la carga que
íbamos a dar no se quedase atrás y me desorganizase
la fila. Mande seguir al gran galope y con admiración
volvió a hacer lo mismo; entonces le grite:
-¿Señor capitán, cumpla usted con su deber,
y si no, salga de la fila!, a lo que me contesto que no
podía mas, y a lo cual le dije: -Pues si Ud. No sirve para
esto, pida su retiro. Ahora bien: V.S. conoce que si en un
ejercicio doctrinal un capitán que debe dar el ejemplo a
su compañía se porta con este temor, mal
podrá conducir a la carga de un enemigo; por otra parte,
su absoluta ignorancia en el oficio y su desaplicación son
de tal grado que jamás ha mandado una
compañía, y yo mismo he tenido que encargarme de su
instrucción
".

Sustanciado el trámite, poco más de un mes
después el oficial fue separado del Regimiento.

En síntesis,
de los primeros rudimentos del recluta, se pasaba a los giros y a
las marchas, de frente y de flanco; luego al manejo de la
tercerola, de la lanza y del sable –movimientos que
enseñaba San Martín en persona, siempre con
paciencia, claridad, alternando teoría y práctica-;
una vez diestros en el manejo de las armas, se alternaba la
instrucción con marchas de a pie y maniobras de
pelotón y de compañía. Luego se
procedía a la preparación de monturas y caballos,
operación que terminada, permitía proceder
recién a la instrucción de a caballo:

"Más trabajo dio la
enseñanza previa de la nomenclatura
técnica de las piezas de la montura y miembros del caballo
con sujeción a la nueva táctica, que, por supuesto,
la equitación, en que, paradójicamente hablando,
bien pudiera decirse que nuestros paisanos son diestros desde que
nacen. En una palabra y para decirlo una vez por todas, el
cuartel de Granaderos era una verdadera escuela, nueva,
desconocida hasta entonces, entre nosotros, sujeta a todas las
reglas del arte
europeo
".

Y ya en los momentos previos a la Epopeya de los Andes,
el General Mitre señala:

"El general, que había trasladado su
alojamiento al campo, trabajaba con su jefe de Estado Mayor o
conferenciaba con los jefes de cuerpo, a quienes llamaba
nominalmente por toques convenidos de corneta, para ahorrar
tiempo. Por la noche recorría las academias
teóricoprácticas de táctica de los
batallones y escuadrones, que convertía en escuelas de
arte militar y estrategia,
suscitando cuestiones facultativas fuera del programa,
proponiendo la solución de lances de guerra que
podían ocurrir en el curso de una campaña, a fin de
hacer discurrir a los oficiales por sí mismos, y terminaba
su conferencia
con el relato de algún episodio ilustrativo en que
él mismo había sido actor
".

3. Espíritu

El Dr. Domingo F. Sarmiento refiere en cuanto al
espíritu del Cuerpo, una síntesis digna de ser
rescatada:

"La táctica y disciplina eran mucho; pero
más el espíritu moral de estos veteranos que
debían imprimir su sello a todos los ejércitos.
Tomó al efecto jóvenes robustos, bellos, educados
en las maneras cultas, susceptibles de todos los sentimientos
nobles. Hízoles llevar la cabeza erguida con
exageración y avanzar al pecho hacia delante, con
altanería. Para atusarse los bigotes debían
levantar ambos codos más arriba de la altura de la mano y
no dar vuelta la cara sin volver el cuerpo entero. El lenguaje
insolente de estos matones debía corresponder a su talante
y sus actos a su lenguaje. Una
sociedad
secreta daba de que todo insulto fuese lavado con sangre y toda
acción innoble trajese en pos la excomunición del
mal caballero a quien ninguno de sus compañeros
dirigía la palabra hasta su separación del cuerpo.
Permitidas las calaveradas extravagantes y licenciosas, con tal
que fuesen de buen género y
en buena compañía, estos bizarros jinetes, galanes
rendidos, sableadores insignes, han dejado por toda América
rastros de proezas que es lástima no pueda la historia
recoger, como el polvo que se pega a los grandes acontecimientos.
De diez cuadras a la distancia podía conocerse un oficial
del ejército de San Martín, por esa
transfiguración del aspecto humano, obrada por la
dilatación del espíritu; y hasta ahora es
fácil conocer un viejo coronel, o un simple soldado, por
la manera de llevar la cabeza a lo Saint-Just, mirando más
arriba del horizonte
".

a. Motivación

Existía una acción motivante externa y
general al Cuerpo, ya que el entusiasmo bélico dominaba a
toda una sociedad que lanzó el grito del 25 de
mayo:

"La emancipación, la guerra, era el
símbolo de los argentinos. En esos primitivos tiempos se
ofrecían con frecuencia rasgos de magnanimidad, de
abnegación cívica, que más se
repetían mientras mas apuradas fueran las
situaciones
".

Asimismo existía una acción motivante
interna y particular al Cuerpo, dada por la figura de San
Martín y su ascendencia, que poco a poco fue adquiriendo
sobre aquellos hombres a su mando; el veterano granadero e
historiador, Coronel Pueyrredón, señala en
relación a ello:

"Él supo introducir el espíritu de
unión, espíritu de cuerpo, de orden, de aseo y de
disciplina. Desde el principio supo introducir en los oficiales,
como en la tropa, un espíritu tal de emulación, que
ha sido llevado después hasta la temeridad, y que ha hecho
un héroe de cada oficial de granaderos
".

b. Disciplina

San Martín dispuso el reclutamiento de los
hombres más aptos y estipuló un estricto
código de disciplina, que hasta el día de la fecha,
bajo la denominación de "Código de Honor
Sanmartiniano
", rige no solo el accionar diario de los
Granaderos a Caballo, sino que continúa siendo el faro que
permite evaluar la conducta actual de los oficiales que comandan
el Ejército Argentino.

En esencia, en sustancia ese reglamento de honor y
bizarría buscaba dar a luz al "ser
militar
":

"Su verdadero objeto es, infundir al oficial un
amor decidido
por las armas. Para ello, es preciso mover con destreza sus
pasiones: así es que, hiriendo vivamente su vanidad
(único móvil de toda heroica empresa) se persuade
el honor de su carrera, le inspira valor, honradez y una justa
parcialidad por su cuerpo, que lo sobrepone, digámoslo
así, a las demás clases del Estado. Tienden a tal
fin, estos preceptos
".

Señala el General Espejo, testigo
presencial:

"Bajo este sistema, sostenido con perseverancia y
hasta con vigorismo dice en sus Memorias sobre
el Paso de los Andes- se verificó la enseñanza de
todos y cada uno de los soldados de ese cuerpo, debiendo
añadir que no era una enseñanza de mera forma ni
que el jefe u oficiales tolerasen algunas pequeñas
faltas de
ejecución, no señor. No se pasaba de una
lección a otra mientras no se viera perfecta y bien
ejecutada la anterior. Que las lecciones enseñaban, y si
causa se observa sin excusa ni pretexto de ningún
género, hasta que todas y cada una de las posiciones y
movimientos de táctica se arraigaban como hábito en
los hombres. Así es que los soldados educados en la
escuela de San Martín eran entonces y han sido
después un modelo digno de ser imitados, por su gallarda
apostura, sus airosos movimientos y su arrogante despejo, tanto
en las funciones militares cuanto en las civiles y sociales. "Y
qué diremos acerca del aseo personal y la uniformidad del
traje? Sería fatigar la paciencia del lector explicar las
minuciosidades de este ramo; pero para no dejarlo en obscuridad,
baste decir, que era tan sostenido y escrupuloso su cuidado como
lo había sido el de la instrucción. No se toleraba
una manchita en el uniforme, ni un botón no bien
limpio
".

De la misma forma que reclamara de los granaderos el
acatamiento de una conducta ejemplar frente a la sociedad y el
Ejército, haría caso irrestricto de tales
disposiciones sosteniendo como forma de vida, la política
de "predicar con el ejemplo"; sin duda, la base de sus preceptos
la obtuvo de su propio aprendizaje.

Las Reales Ordenanzas del Ejército Español
-del año 1768- en donde se formó como militar,
señalan que:

"El oficial cuyo propio honor y espíritu no lo
estimulan a obrar bien, vale muy poco en el
servicio".

El General Espejo dice en relación a la
disciplina, especialmente de los oficiales:

"Pero si a la tropa se le había sujetado a esa
estrictez sistemática, la oficialidad en su elevada clase,
era no menos estrechada a un adecuado paralelismo. Desde el
primer momento también se habían establecido tas
reglas de la más severa disciplina y la moral individual.
Las órdenes del cuerpo eran un sistemático curso
doctrinario, para enaltecer al hombre, arraigar el
espíritu militar y fundar el honor del cuerpo. En ese
sentido, la vida pública y privada de la oficialidad, fue
objeto de un reglamento secreto y espreso"
.

La férrea disciplina, el culto al valor y al
honor, la exigencia y rigurosidad en la instrucción
física y
militar, quedarían entonces patentes en las siguientes
disposiciones, establecida en aquel entonces como la lista de
"Delitos por los cuales deben ser arrojados los
Oficiales
":

"1. Por cobardía en acción de guerra,
en la que aún agachar la cabeza será reputado
tal.

2. Por no admitir un desafío, sea justo o
injusto.

3. Por no exigir satisfacción cuando se halle
insultado.

4. Por no defender a todo trance el honor del cuando
lo ultrajen a su presencia o sepa ha sido ultrajado en otra
parte.

5. Por trampas infames como de
artesanos.

6. Por falta de integridad en el manejo de intereses,
no pagar a la tropa el dinero que
se haya suministrado para ella.

7. Por hablar mal de otro compañero con
personas o oficiales de otros cuerpos.

8. Por publicar las disposiciones internas de los
oficiales en sus juntas secretas.

9. Por familiarizarse en grado vergonzoso con los
sargentos, cabos y soldados.

10. Por poner la mano a cualquier mujer aunque ha
insultado por ella.

11. Por no socorrer en acción de guerra
algún compañero suyo que se halle en peligro,
pudiendo verificarle.

12. Por presentarse en público con mujeres
conocidas como prostituidas.

13. Por concurrir a casas de juego que no
sean pertenecientes a la clase de oficiales, es decir, jugar con
personas bajas e indecentes.

14. Por hacer un uso inmoderado de la bebida en
términos de hacerse notable con perjuicio del honor del
Cuerpo.

Nota: "El cuerpo de oficiales tiene un derecho de
reprender (por la voz de su jefe) a todo oficial que no se
presente con aquel aseo propio del honor del cuerpo, y en caso de
reincidencia sobre este defecto, quedan comprendidos en los
artículos de separación de
él
".

Domingo Albariño – José
María Urdininea – Hipólito Bouchard –
Mariano Necochea – Luis José Pereira – Manuel
Soler – Lino Raymundo de Arellano – Anselmo Vergara
– Ladislao Martínez – Ángel Pacheco
– Juan Manuel Blanco – Carlos Bornes – Rufino
Guido – José Hilario Basabilbaso
.

Explicó, en nota que puso al final del citado
documento, el sentido de tales normas, pensadas
y redactadas por él mismo:

"Yo estoy seguro que los
oficiales de honor tendrán un placer en ver establecido en
su cuerpo unas instrucciones que los garantice de confundirse con
los malvados y perezosos, y me prometo (porque la experiencia me
ha demostrado) que esta medida les hará ver los más
felices resultados, como la segura prosperidad de las armas de la
Patria
".

Existía un Consejo o Tribunal de Disciplina,
presidido por el Coronel San Martín, que velaba por el
cumplimiento de las disposiciones del citado Código de
Honor; esto "levantó el sentimiento de la
jerarquía del Cuerpo como organismo social, y mucho hizo
para seleccionar a sus componentes, expulsando de su seno a los
indignos
".

c. Espíritu de Cuerpo

En relación al nuevo espíritu que el
Teniente Coronel San Martín quería imprimirle a sus
oficiales, el General Mitre escribió:

"Pero no bastaba fundir en bronce a sus oficiales,
modelarlos correctamente con arreglo a la ordenanza,
haciéndoles pasar por la prueba del miedo. Para completar
su obra, necesitaba inocularles un nuevo espíritu,
templarlos moralmente, exaltando en ellos el sentimiento de la
responsabilidad y de la dignidad
humana, que como un centinela de vista debía velar
día y noche sobre sus acciones. Esto
es lo que consiguió por medio de una institución
secreta, que bien que peligrosa en condiciones normales o en
manos infieles, produjo sus efectos en la ocasión.
Evitando los inconvenientes del espionaje que degrada y los
clubes militares que acaban por relajar la disciplina,
planteó algo más eficaz y más sencillo.
Instituyó una especie de tribunal de vigilancia compuesto
de los mismos oficiales, en que ellos mismos debían ser
los celadores, los fiscales y los jueces, pronunciar las
sentencias y hacerlas efectivas por la espada, autorizando por
excepción el duelo para hacerse justicia en
los casos de honor. En el primer domingo de cada mes se
reunía en sesión secreta el consejo de oficiales
bajo su presidencia, dirigiéndoles un discurso sobre
la importancia de la institución y la obligación en
que todos estaban de no permitir en su seno a ningún
miembro indigno de la corporación. En una pieza inmediata
y sola estaban preparadas sobre una mesa tarjetas en
blanco, en que cada oficial escribía lo que hubiese notado
respecto del mal comportamiento de algún compañero.
Enseguida, el sargento mayor recibía las cédulas
dobladas en su sombrero, que eran escrutadas por el jefe. Si
entre ellas se encontraba alguna acusación, se
hacía salir al acusado y se exhibía la papeleta,
sobre la cual se abría discusión.
Nombrábase, acto continuo una comisión
investigadora que daba cuenta del resultado en una próxima
sesión extraordinaria. Abierta nuevamente la
discusión, cada oficial daba su dictamen por escrito, y la
votación secreta decidía si el acusado era o no
digno de pertenecer al cuerpo. En el primer caso, el cuerpo de
oficiales, por el órgano de su presidente le daba en
presencia de todos una satisfacción cumplida. En el
segundo, se nombraba una comisión de oficiales para
intimarle pidiese su separación absoluta;
prohibiéndole usar en público el uniforme del
regimiento, bajo la amenaza que si contrariase esta orden le
sería arrancado a estocadas por el primer oficial que le
encon
trara".

El Código de Honor, señalado en el punto
anterior, no era una simple declaración de principios
teóricos o expresiones de buena voluntad como quedo
demostrado; fueron internalizados, hechos carne por cada uno de
los granaderos, viviendo la unidad entera dentro del marco de sus
elevadas normas.

CONCLUSIÓN

"La patria no hace al soldado para que
la deshonre con sus crímenes, ni le da armas para que
cometa la bajeza de abusar de estas ventajas ofendiendo a los
ciudadanos con cuyos sacrificios se sostiene. La tropa debe ser
tanto más virtuosa y honesta, cuanto es creada para
conservar el orden, afianzar el poder de las leyes y dar fuerza
al gobierno para ejecutarlas y hacerse respetar de los malvados
que serían más insolentes con el mal ejemplo de los
militares."

General D José de San
Martín, Cuartel General de Mendoza,

4 de septiembre de 1816.

1. Reflexiones finales:

A modo de ir concluyendo, considero pertinente apoyarme
en las citas que a continuación detallo:

"Al mismo tiempo que el coronel de Granaderos
aplicaba la táctica y la disciplina a la milicia, se
ocupaba en hacerla extensiva a la política, para dar
organización en uno y otro terreno a las fuerzas morales y
materiales con
que se debía combatir y vencer, teniendo en ambos por
objetivo la independencia americana. No era San Martín un
político en el sentido técnico de la palabra, ni
pretendió nunca serlo. Como hombre de acción con
propósitos fijos, con vistas claras y con voluntad
deliberada, sus medios se adaptaban siempre a un fin tangible, y
sus principios políticos, sus ideas propias y hasta su
criterio moral se subordinaban al éxito inmediato, que era
la independencia, sin dejar por esto de tener presente un ideal
más lejano, que era por entonces la libertad en la
república
".

"En conclusión, el General San Martín
ejerció el mando -civil y militar- con honor, disciplina,
espíritu de cuerpo y ética, al servicio de la
misión
que la providencia le asignó
".

"El culto exagerado del valor y del honor, la
exigencia imposible en la instrucción, la persistencia
constante en el duro aprendizaje físico, la férrea
disciplina, el orgullo ilimitado de ser granadero, la altivez en
la mirada, en el gesto o en el hablar, fueron el basamento que
cimentaba a aquellos hombres, educados nada menos que en una
misión, sin otra alternativa que la victoria o la
muerte
".

En base a lo expuesto en el desarrollo del presente
trabajo, concluyo que:

  • El Escuadrón de Granaderos a Caballo, luego
    Regimiento, logró ser ejemplo de profesionalismo,
    perfeccionamiento y disciplina, no solo para el resto de la
    milicia local, sino que se proyectó hacia el resto del
    continente.
  • El Teniente Coronel San Martín fundó en
    su Cuartel una verdadera academia técnica y
    práctica para oficiales y cadetes, ocupándose
    personalmente de la educación y condiciones de cada
    uno; "es que el concepto de educación
    era arraigado en San Martín, y sincera su fe en todas
    las formas de la ilustración general
    ".
  • Tal aspiración se correspondía con la
    visión que tenía sobre el futuro mediato de las
    fuerzas militares modernas: confiaba en una rigurosa disciplina
    militar, evocada no sólo en las maniobras y el
    entrenamiento, sino también en la esfera social del
    militar, que debía funcionar como figura ejemplificadora
    no sólo para sus camaradas de armas, sino también
    para el resto de la sociedad.
  • De esa escuela de virtudes, basten como
    síntesis las propias palabras del General D. José
    de San Martín: "De lo que mis Granaderos
    son capaces, solo lo sé yo. Quien los iguale
    habrá; quien los exceda, no".

Lic. Gustavo Carrère
Cadirant

Ciudad de la Santísima Trinidad y
Puerto de Santa María de los Buenos Ayres,

25 de febrero del año 2008 de
nuestro Señor,

230ª Aniversario del Natalicio del
Gral. D José de San Martín, "Padre de la
Patria
".

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Autor:

Lic. Gustavo Carrère Cadirant

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