- Trastornos asociados
- ¿Cuál es la causa de este
trastorno? - ¿Cuáles
son los síntomas? ¿cómo
reconocerlos? - Bibliografía
recomendada
Autora:
Isabel Menéndez Benavente
Comencemos por definir lo que es la hiperactividad o lo que es
más exacto de qué hablamos cuando se diagnostica a
un niño de déficit de atención con hiperactividad. Para que nos
entendamos, esto quiere decir que es un niño muy inquieto
y al que le falta la atención de una forma muy
llamativa.
La hiperactividad de los niños
es considerada como normal, cuando se produce dentro de una etapa
de la vida infantil alrededor de los dos o tres años. El
que un niño sea inquieto no tiene nada que ver con la
sintomatología que hoy vamos a abordar en esta información. La falta de atención y
la inquietud constante en el niño son síntomas que,
por lo general, los padres comentan primero al médico de
atención primaria, con frecuencia alertados por los
profesores y educadores.
Este trastorno ha recibido muchos nombres en el pasado,
daño o
disfunción cerebral mínima, hiperkinesia,
hiperactividad y déficit de atención…. Pero
en realidad todo ello engloba una alteración importante de
la atención que, muy a menudo, se da con una extrema
actividad en el niño…
El porcentaje de niños con este problema se estima
entre el 3 y el 5%, entre los niños en edad escolar,
siendo seis veces más frecuente en los varones.
TRASTORNOS
ASOCIADOS
Además, aproximadamente, el 40% de los niños con
este trastorno tienen dificultades en el aprendizaje,
lo que motiva, si no es tratado adecuadamente, el abandono de los
estudios en la adolescencia.
Y casi el 50% de estos niños tienen asociada alguna
alteración psiquiátrica, sobretodo problemas de
ansiedad, con rabietas y miedos o depresión
y baja autoestima, en
un 20% de los casos, también trastorno de oposición
en un 25% y todo tipo de trastornos de conducta. La baja
autoestima, está presente al menos en un 25%. Presentan
también mayor riesgo de
presentar conductas antisociales en la adolescencia,
especialmente si se da en familias de riesgo (abuso de drogas,
alcoholismo,
violencia).
Aunque la sintomatología mejora notablemente con la
edad, los síntomas pueden persistir en la edad adulta,
hasta en un 40 a 60% de los casos.
Fig. 1
¿CUÁL ES LA
CAUSA DE ESTE TRASTORNO?
Existen factores biológicos y genéticos. Entre
los no genéticos podemos hablar de complicaciones
prenatales, perinatales y postnatales.
Se sabe que predispone a padecer el trastorno el consumo
materno de alcohol y
drogas, incluso de tabaco…
también influye el bajo peso al nacer, la anoxia, lesiones
cerebrales, etc… Los factores ambientales pueden contribuir a
su desarrollo
aunque no hablaríamos en este caso de etiología
pura. Las psicopatologías paternas, el bajo nivel
económico, la marginalidad, el
estrés
familiar, en fin, un entorno inestable podría agravar el
trastorno.
Por otra parte desde el punto de vista genético, todos
los estudios inciden en que la existencia del mismo trastorno en
hermanos es de un 17 a un 41%. En cuanto a gemelos univitelinos
el porcentaje de trastorno común es hasta del 80%. Si el
padre o la madre ha padecido el síndrome sus hijos tienen
un riesgo del 44% de heredarlo.
Parece que existe una disfunción del lóbulo
frontal y por otra parte desde el punto de vista
neuroquímico existe una deficiencia en la producción de importantes neurotransmisores
cerebrales. Los neurotransmisores son sustancias químicas
que producen las neuronas, es decir las células
nerviosas. Para que se produzca una buena comunicación entre las neuronas y todo
funcione normalmente debe existir la cantidad adecuada de
determinados neurotransmisores que en este caso son la dopamina y
la noradrenalina. En el niño con TDAH existe una
producción irregular en estos dos neurotransmisores y, por
ello, la medicación que se les da y de la que hablaremos
más adelante, está orientada a regularizar la
producción de esas sustancias…
Con los adelantos científicos actuales es posible
visualizar el funcionamiento del cerebro como
vemos en esta imagen realizada
por PET (tomografía por emisión de positrones) en
la que se ven dos cerebros.
Fig. 2. Tomografía por emisión de positrones
(PET)
Uno es el de un niño sin el trastorno y el otro es un
niño aquejado de TDAH. La parte roja, anaranjada y blanca
del cerebro del niño sin el trastorno nos indica que
existe mucha más actividad ante una tarea que requiere
atención continuada… Falla por tanto la actividad que es
necesaria para focalizar la atención.
Página siguiente |