- Resumen
- Una guerra
anunciada - El
problema de los prisioneros de guerra - El
problema de los partisanos - El
Ejército Rojo, el pánico y la
bebida - ¿Hubo
traición en Stalingrado? - Conclusiones
- Bibliografía
Resumen
La Gran Guerra Patria
(1941-1945), como la llamaron los soviéticos, fue uno de
los peores y más brutales acontecimientos bélicos,
sólo comparable a la devastación que produjo alguna
vez el Imperio Mongol y a la Conquista de América. La Gran Guerra Patria es en
realidad poco conocida en muchos aspectos. La
historiografía occidental la abordó muy poco, y la
soviética se dedicó casi exclusivamente a lo
más edificante y heroico. En este texto, a
partir de trabajos antiguos y más recientes (facilitados
por la apertura de los archivos
soviéticos), se busca poner de relieve
distintos aspectos desconocidos que tuvieron lugar antes y
durante el acontecimiento bélico.
Introducción
La Gran Guerra Patria (1941-1945), como la llamaron los
soviéticos, fue uno de los peores y más brutales
acontecimientos de que tenga memoria la
Historia de la
Humanidad. Hasta cierto punto, el conflicto
sólo puede parangonarse, en términos de efectos
demográficos, con las devastaciones que provocó el
Imperio Mongol en su expansión, y, también, con las
secuelas de la Conquista de América en el siglo XVI. Las
cifras de muertos durante la Gran Guerra Patria han variado. La
oficial, soviética, fue durante mucho tiempo de 20
millones de muertos, pero la apertura reciente de los archivos de
Moscú y algunas especulaciones han llevado la cifra de
caídos hasta 27 millones de muertos. Lo mejor, en aras de
la objetividad, es quedarse con una cifra como la que propone el
historiador británico Laurence Rees, y que se sitúa
alrededor de los 25 millones de muertos.
Ian Kershaw ha reconocido hasta qué punto ha sido
mal abordada la Gran Guerra Patria en la historiografía
occidental, que de hecho se concentró en otros sucesos de
la segunda Guerra
Mundial, tales como la batalla de Inglaterra, la
del Atlántico, la del desierto en el norte de Africa y el
desembarco en Normandía. La filmografía occidental
tampoco se ocupó mayormente de lo que aconteció en
el Frente del Este. Para los estadounidenses, en particular,
siempre fue más importante tratar de la guerra en Asia y de Pearl
Harbor (por ejemplo en Tora, Tora, Tora), o dar versiones
maniqueas de lo ocurrido en Europa Occidental
(como en El gran escape). Por su parte, la
filmografía soviética, al buscar narrar los efectos
de la guerra, produjo algunos clásicos, como La balada
del soldado, o Cuando pasan las cigueñas (a
partir de una obra de Mijaíl Shólojov).
Existe dentro de ésta filmografía una nota
disonante, en el filme de Andrei Tarkovski, La infancia de
Iván. De acuerdo con el cineasta, la inocencia de un
niño no podía verse truncada ni siquiera por las
órdenes de superiores soviéticos de enviarlo al
frente, a una muerte casi
segura. Una mirada muy distinta es la del filme de Elem Klimov,
Ven y mira, en el cual la inocencia de un niño se
encuentra destruida por la bestialidad de los invasores alemanes.
Una visión matizada se encuentra en el filme de Nikita
Mijalkov, Cinco tardes, que muestra con
sutileza los efectos del conflicto sobre una pareja
soviética común y corriente.
Hasta hoy, pese a la desaparición de la
Unión Soviética en 1991, la de la Gran Guerra
Patria sigue siendo una de las conmemoraciones más
importantes en Rusia, si es
que no la que tiene mayor relevancia. Los veteranos del
conflicto, a veces objeto de desprecio por los jóvenes,
han tomado distintos rumbos políticos, cuando lo han
hecho. Y, como lo muestra el filme soviético Urga,
de Nikita Mijalkov, el descalabro de los años ’90
del siglo XX fue tal que no faltaron quienes estuvieran
dispuestos a ganarse un poco de dinero
vendiendo souvenirs de la guerra y estafando así al
prójimo.
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