Solo pido al lector o lectora de este libro el
anticipo de su simpatía.
(Joseph Ratzinguer, prólogo de su libro
Jesús de Nazaret, 2007)
A MODO DE
PRÓLOGO
Los países adscritos al G8 tienen como norma
genérica controlar la venta mundial de
armas de fuego
de toda índole, de facto solo pueden ser vendidas armas a
países no productores si se cuenta con la
autorización de dicho estamento gubernamental y el
consentimiento entre ambos países, comprador y
productor-vendedor. El G8 está especialmente obligado a
contribuir y a crear un sistema efectivo
de control mundial
de las transferencias de armas.
Según el SIPRI (Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo) en el
último ejercicio de 1997 los ocho grandes países
exportadores de armas convencionales, vendieron por valor de dos
mil millones de Dólares americanos. Sin embargo la falta
de medidas adecuadas de control y la mala práctica a la
hora de hacer aplicar las normas y
reglamentos existentes hace que se sigan exportando armas del G8
a grupos y
gobiernos que cometen de manera persistente abusos contra los
derechos humanos
y que exacerban el sufrimiento humano.
Las compras excesivas
o inapropiadas de armas son también una sangría de
los recursos sociales
y económicos de determinas naciones. Debido a ellas, en
algunos países en desarrollo se
desvían de la lucha contra la pobreza
recursos que les son muy necesarios. Muchos de los países
pertenecientes al G8 son grandes donantes en programas de
ayuda humanitaria a África y
Asia. Sin
embargo, las continuas transferencias de armas a países en
desarrollo menoscaban su promesa de reducir la deuda, combatir
el sida,
aliviar la pobreza, hacer
frente a la corrupción y fomentar el buen gobierno.
Pero la realidad es muy otra, los grandes productores de
armamento tienen la necesidad de vender su producción, no les es posible aminorar
ésta, ello representaría tener que prescindir de
miles de puestos de trabajo en sus
países, aminorar su red mundial de ventas y en
definitiva ver menguados sus beneficios anuales notablemente,
situación que la junta de accionistas no permitiría
en modo alguno. Llegados a este punto es cuando los
escrúpulos y las normas legales se pierden y las vidas
humanas se devalúan.
Arabia Saudí adquirió recientemente a
Canadá, material militar, helicópteros,
vehículos armados ligeros, armas de fuego y municiones,
por valor de 53,6 millones de Dólares, parte de este
material no se quedó en el país, fue transferido a
terceros países en guerra con sus
vecinos o en conflicto
civil étnico interno, especialmente en el continente
africano.
Canadá trasfirió armas pequeñas y
munición a Israel, India y Arabia
Saudí. Según la política oficial
canadiense, el gobierno controla estrictamente las exportaciones de
armas a países en conflicto y a gobiernos con historiales
persistentes de violación de derechos humanos
de sus ciudadanos, si no se puede demostrar que no existe
ningún riesgo razonable
de que los artículos sean utilizados contra la población civil.
Arabia Saudí es el principal receptor de armas
canadienses. Según datos oficiales
presentados a la Comtrade de la ONU, este
año Canadá exportó material incluido en la
categoría de "tanques y otros vehículos blindados
de combate, motorizados y repuestos no especificados en otras
partes" a Arabia Saudí por valor de 179 millones de
dólares. Filipinas es otro país receptor habitual
de armamento producido por estos.
Liberia, Guinea Conakry, Costa de Marfil, Somalia y una larga
lista de países son receptores de este armamento para ser
utilizado contra sus enemigos vecinos, o de otras etnias de su
propio país. A cambio suelen
pagar con diamantes en bruto obtenidos sin la licencia de sus
gobiernos. A estos diamantes se les conoce como: " Bloody
Diamonds".
Capítulos
Capítulo Iº
El hall del Bentley Hotel de
Estambul era un hervidero de personajes singulares, los
principales clientes de este
lujoso hotel se repartían
entre conocidos armadores y navieros griegos sin demasiados
escrúpulos, brokers internacionales del mundo del petróleo,
intermediarios de venta de armas , aventureros y algún que
otro millonario británico perdido por Turquía.
El Bentley está situado en una tranquila y distinguida
zona de esta bulliciosa ciudad , en la calle Halaskargazi Cad,
justo en la intersección con Hardiye y Nisantasi, dispone
únicamente de 50 lujosas habitaciones sumamente
solicitadas, no lejos de allí se halla también un
Hilton, que al igual que el anterior, es nido en el que se
forjaban grandes negocios,
algunos de ellos lícitos y otros de muy dudosa legalidad.
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