Influencia de las instituciones
educativas en la formación de la
personalidad del niño: el problema de la infancia
abandonada
"… Todo el drama de la infancia abandonada se
asienta en las heridas de la afectividad, en la falta de
satisfacción de la necesidad de amor, de
cariño, de atención solícita…
Introducción
Para nadie cabe duda de que las instituciones educativas
constituyen un elemento mediador por excelencia en el proceso de
anclaje del sujeto en la cultura, desde
la más antigua de ellas, la familia,
hasta las que han surgido producto al
desarrollo y
exigencia natural de la sociedad:
escuelas, instituciones culturales, hogares destinados a suplir
la ausencia familiar, etc., y que de las intersecciones de sus
influencias resulta fruto la personalidad
de los individuos, dirigiendo el proceso evolutivo de por
sí voluble y dinámico hacia su expresión
definitiva. Sin intención de desestimar la
intervención colateral que ejercen los factores
biológicos y psicológicos en este
proceso.
Tampoco es innegable que unas ejercerán un papel
más decisivo que otras en correspondencia con el momento
evolutivo por el que transite el sujeto, al igual que por las
particularidades que adoptan las interrelaciones suscitadas en su
contexto.
En esta dirección resulta interesante asomarse al
problema de la infancia abandonada, en relación a las
influencias que ejerce la vida en un hogar de niños
que carecen del amparo filial en
el proceso de formación y desarrollo de su personalidad,
siendo no pocos el número de hogares de este tipo en el
país y por la heterogeneidad de las relaciones e
influencias que se registran en su dinámica, dada por las historias
precedentes de vida de los menores y los objetivos de
la institución. Para ello partimos del análisis de la familia como
grupo social
primario y las contribuciones que reporta al desarrollo saludable
de la personalidad a través de la relación
emocional primaria que desarrolla el niño con su
madre.
Desarrollo
La Familia como unidad social primaria y universal al
constituir el primer grupo de personas que rodea al individuo
cuando nace, el que lo recibe, el primer espacio al que pertenece
y su primera red de relaciones, le aporta
al niño las condiciones necesarias para el desarrollo sano
de su personalidad, particularmente a través de su
repercusión en los primeros años de
vida.
Es así que dentro de toda la edad evolutiva, la
infancia constituirá el período más
importante, en el cual la personalidad infantil va absorbiendo y
elaborando sus primeras y más válidas experiencias,
recibe una fundamental impronta de dirección, la cual
quedará como determinante para el desarrollo
ulterior.
La familia es objeto de estudio de varias ciencias:
Psicología, Sociología, Filosofía y otras,
dentro de las cuales se han aportado diversos referentes
teóricos para su comprensión. De acuerdo al papel
que desempeña como institución social, el Estado
legisla su constitución y funcionamiento. De esta
forma, en nuestro contexto el Código
de Familia Cubano la contempla como una "…entidad en la que
están presentes e íntimamente entrelazados el
interés
social y el interés personal puesto
que, en tanto célula
elemental de la sociedad contribuye a su desarrollo y cumple
importantes funciones en la
formación de las nuevas generaciones y, en cuanto centro
de relaciones de la vida en común de mujer y hombre, entre
estos y sus hijos y de todos con sus parientes, satisface
intereses humanos, afectivos y sociales de la persona".
Si bien el Derecho, centra su atención en el
papel que desempeña la familia en el desarrollo de la
sociedad, desde su condición de institución social,
la ciencia
psicológica, centra su punto de mira en aspectos
más subjetivos que la definen. Es así que la
comprende como: …"la unión de personas que comparten un
proyecto vital
de existencia en común que se quiere duradero, en el que
se generan fuertes sentimientos de pertenencia a dicho grupo,
existe un compromiso personal entre sus miembros y se establecen
intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia". De
esta forma no quedan comprometidos aspectos o criterios que en
otro momento eran determinantes en su conceptualización
tales como: la procreación, la durabilidad, y los lazos de
unión, que cerraban su espectro.
Lo cierto es que en la actualidad han cambiado la forma
de hacer pareja, los estilos de autoridad, las
pautas de crianza, los modelos de
maternidad y paternidad, las formas de convivencia,, es decir,
han tenido lugar un conjunto de transformaciones en su
composición, estructura y
tipología evidenciándose un vuelco en las
concepciones que la abordaban.
Aunque hayan tenido lugar grandes transformaciones en el
mundo contemporáneo, la familia sigue siendo el hábitat
natural del hombre, al cumplir un conjunto de funciones que les
son innegables e insustituibles por otras instituciones a lo
largo del desarrollo del sujeto.
De acuerdo con la propuesta que realiza la
psicóloga Patricia Arés (2002), sus funciones se
enmarcan en tres dimensiones fundamentales: biológica,
económica y cultural-espiritual. La primera de ellas
está vinculada a la reproducción y planificación de la vida familiar, la
segunda destaca su papel en el sustento económico o la
satisfacción de necesidades materiales de
la familia, en tanto la cultural y espiritual se relaciona con la
transmisión de la cultura y los afectos. La autora
además, hace referencia a otra dimensión: la
educativa, concibiéndola como suprafunción, en
tanto se refleja en las funciones anteriormente referidas y que
contiene en sí elementos importantes tales
como:
· Función de
crianza, la cual no se limita exclusivamente a la alimentación y los
cuidados físicos de los niños, sino a aspectos que
tienen como finalidad proporcionarles un cuidado mínimo
que garantice su supervivencia, un aporte afectivo y un maternaje
y paternaje adecuados.
· Función de
culturización y socialización, según la cual la
familia resulta el vehículo transmisor de pautas
culturales a través de varias generaciones, es así
que interviene en la adquisición de una identidad de
género,
la inculcación de valores
sociales, éticos y morales y la conformación de una
identidad personal, familiar y social.
· Función de
apoyo y protección psicosocial, como una de las
principales finalidades de la familia, ya que puede ejercer un
efecto protector y estabilizador durante todo el desarrollo.
Facilita la adaptación de sus miembros a las nuevas
circunstancias en consonancia con el entorno social.
Cristóbal Martínez (2001) brinda elementos
que aunque implícitos en las funciones ya expuestas por
Arés, se considera esencial retomarlos para una mejor
comprensión debido a la particularización que
efectúa de las mismas. Es así que para este autor,
la familia será la encargada de: satisfacer las
necesidades físicas de sus miembros tales como abrigo,
higiene,
seguridad,
descanso, cuidados, recreación, apoyo; establecer patrones
positivos de relaciones
interpersonales, pues el niño introyecta el
"patrón de la familia", el modus operandi y los diferentes
roles que van a tener cada uno de los miembros a través de
la imitación, todo lo cual repercutirá en el modo
de interrelacionarse y en el papel que va asumir cuando
constituya su propia familia.
También considera a la familia como el espacio
propicio para el desarrollo de la identidad individual de cada
uno de los miembros que la conforman, ya que es en ella donde el
niño va aprendiendo a ganar conciencia de su
esquema corporal, de su sexo y nombre,
identidad que se irá desarrollando hasta que en la
adolescencia,
toma conciencia de individuo como tal, y "conciencia de su
conciencia"; espacio que favorece además la
adquisición de un patrón psicosexual adecuado
siempre y cuando asuma una actitud de
aceptación ante las manifestaciones que identifiquen al
niño con su rol. Por último plantea que esta debe
erigirse como promotora del proceso de socialización;
estimular el aprendizaje y
la creatividad de
sus miembros así como satisfacer las necesidades afectivas
de estos.
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