- ¿Cómo
se hace Teología en América Latina? ¿Desde
qué presupuesto? - ¿Cómo
se enseña Teología en los
claustros?
¿CÓMO ENSEÑAR Y
HACER TEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA
HOY?
Cuando comencé mi formación
académica, mi primer grado de licenciatura en
teología, lo obtuve en un seminario
denominacional de mi país Colombia, lo que
pude aprender en este campo fue poco. Eso me llevó a
estudiar de nuevo la teología, filosofía, en otras
facultades del exterior, y pedagogía en mi país. Después
de pasar esta experiencia me pregunté ¿por
qué en ese seminario no aprendí hacer
teología?
La respuesta la halle al comparar los docentes de
ese seminario con los de otras facultades, el resultado era que
esos docentes de ese seminario, no sabían hacer
teología, porque su formación carecía de
estas disciplinas de las ciencias
sociales: como la filosofía, la pedagogía y la
metodología científica de la
investigación académica. Eran como
lo expresan los especialistas en pedagogía: Maestros
del martillo, es decir ellos enseñaban a martillazos
la teología, siempre veía a mis docentes compartir
las ideas del mismo autor, la clase se
convertía en un monólogo de lectura
lineal, no daban lugar a la critica ni mucho menos al taller de
la imaginación creativa; en cambio los
docentes de otras facultades, también se quedaban con el
estribillo de la marginación y la explotación,
aunque la clase daba lugar al taller critico, pero,
cometían otro error, nos daban un montón de
lectura, que en el fondo esas lecturas se perdían en el
horizonte de la clase.
En la actualidad esos docentes de ese seminario donde
comenzaba mis estudios de licenciatura en teología, han
podido ingresar a una universidad ya
sea por fuerza mayor o
por no quedarse fuera del sistema laboral, para
acreditarse en las disciplinas como la religión u otra, que
les dé un estatus como profesional. Una mirada cercana
particularmente del escenario teológico dudará mas
de estas formaciones rápidas, como suceden con los famosos
programas
doctorales que se ofrecen para América
Latina, que en el fondo son solo empresas para
comercializar titulillos para los ineptos latinoamericanos que
por su deseo de alcanzar un titulillo doctoritis, siguen siendo
campo de misiones, ya no en la evangelización individual
sino en el campo "intelectual". Es cierto que se necesita del
titulo; como profesional debo reconocer a todos los que poseen un
titulo, como perteneciente al campo teológico
académico solo a condición de permitir una gama de
miradas, de perspectivas, etc.
A un frente a esta diversidad, existe una experiencia
por parte del autor de este articulo compartidas entre quienes se
dedican hacer teología y los que enseñan
teología. En efecto, aunque pocas cosas tengan en
común no es lo mismo todos han vivido largos años
de escolaridad, en los que han disfrutado de la enseñanza de sus docentes y otros en
cambio, han vivido en la fauna
teológica de la sobre vivencia, pasaron por un grupo de
alumnos. A desgano o gustosos, quienes hacemos teología
nos encontramos ante los problemas
propio de enseñar.
Esta experiencia y dificultades que comparto, surge la
necesidad de reflexionar y pensar sobre nuestra función
como docentes: ¿Cómo se enseña
teología en los claustros? ¿Cómo se hace
teología en América
Latina? ¿Desde que presupuesto? Yo
como especialista en Diseño
de Ambientes de Aprendizaje
afirmo que la actividad de enseñar presenta siempre la
necesidad de plantearse preguntas y dificultades que, aunque no
resulten resuelto del todo, por lo menos intenta generar pensamiento
critico propio de la teología latinoamericana.
Por eso, a la hora de seleccionar contenidos para
confeccionar programas no resulta fácil elegir que textos
se ajusta a la realidad que vive cada estudiante de
teología. Optar por trabajar con problemas o realizar un
sondeo histórico, distinguir lo significativo, lo
inevitable, lo imprescindible no es una tarea exclusiva del
filosofo o del pedagogo, lo es para el teólogo, implica
posicionarse frente a ella y valorar su legado que han dejado no
solo la teología que enseña sino las demás
teologías que han existido y las que están
emergiendo desde cada cultura, desde
cada genero humano y
desde cada opción sexual. A su vez preferir ciertos
contenidos u otros, adoptar una metodología de trabajo,
exigir la participación del estudiante y elegir entre la
infinidad de matices que trae la acción
de enseñar, acompañada por una estrategia
pedagógica y filosófica. Aquí el docente
consciente e inconsciente debe revelar su forma de hacer
teología sobre que presupuesto basa su teoría
y sobre que punto mira el objeto de estudio. Esto le
permitirá al alumno poder seguir y
proponer su mirada a ese objeto estudiado.
Al evaluar el docente deberá posesionarse ante
dificultades que sabe, como son la diversidad de ideas y de
estilos, como manejar el poder en sus manos de condicionar a sus
alumnos autorizarlos o desautorizarlos como exponente
teológico, acreditarlo o desacreditarlo como
teólogo para un futuro que puede requerir destrezas tanto
teológicas como de otras disciplinas, imponerse o negarse
a cuantificar ideas y razonamientos…Enseñar es
enfrentar cuestiones éticas que no pueden ser ignoradas.
Si la esencia de la educación es, como
Sócrates
la concibió de la función profesional de su madre
partera que era dar a luz, es decir dar
vida a un nuevo conocimiento.
Enseñar implica una fuerte responsabilidad. Ser hospitalarios con los nuevos,
invitarles a nuestro taller intelectual sin violentarlos a entrar
en mi forma de ver y hacer teología, es una tarea que
requiere reflexión y cuidado pastoral. Teniendo en claro
nuestra función como docente y teólogo
académico quiero dar una posible respuesta, que no quedan
de todo resuelta pero quedan abiertas a otras respuestas
¿Cómo se hace teología en América
Latina? ¿Desde que presupuesto? ¿Cómo se
enseña teología en los claustros?
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