El mito de
Sísifo, como obra literaria, es un extenso ensayo de
Albert Camus,
originalmente publicado en francés en 1942 como Le
Mythe de Sisyphe.
Para esta lección sería útil si
compartiéramos los pensamientos que guiaran al
filósofo cuando escribiera esta obra tan parca:
Típico del pensamiento de
Camus, mucha energía se dedica a los problemas de
la validez de nuestras vidas, de lo aconsejable del suicidio y de la
futilidad de todos nuestros anhelos.
El libro concluye
con una discusión del mito de Sísifo, quien, de
acuerdo a la mitología
griega, fue castigado por toda la eternidad a empujar un
peñón loma arriba, para que al lograr llegar a la
cima lo vea desplomarse a la falda de la montaña para
empezar de nuevo. Camus declara a Sísifo como el
héroe ideal y absurdo y su castigo como representante de
la condición humana:
Sísifo debe de luchar perpetuamente y lo hace sin
esperanza de poder
conquistar o vencer. Por tanto como el condenado acepte su
destino resignado a que no hay nada más que puede hacer.
Su vida se convierte en un conflicto
absurdo y cuando esto realice más pronto encontrará
su felicidad.
La leyenda de este personaje mitológico y su
infinita agonía ha sido una alegoría de
índole adecuada que, en el pasado, hemos utilizado para
enfatizar el dilema de quienes dietan para remediar sus
gorduras.
En seguida describimos el mito, ya que hemos resuelto a
su descripción en muchas de nuestras ponencias
referentes a la pérdida del sobrepeso:
En la mitología, Sísifo es el más
astuto de los mortales y el menos escrupuloso. Era hijo de Eolo y
fue fundador de Corinto, que por entonces se llamaba
Éfira. Su leyenda cuenta con varios episodios. En el
primero de éstos se cuenta que Autólico le
robó sus rebaños, que fue a buscarlos y los pudo
recuperar porque había tenido la precaución de
grabar en las pezuñas de los animales su
nombre. Pero, el mismo día en que Sísifo fue a
reclamar lo que era suyo, se celebraba la boda de la hija de
Autólico, Anticlea, en esta versión del drama,
Sísifo seduce a Anticlea la cual concibió un hijo,
Ulises. Pero, de acuerdo a otra versión fue el propio
padre quien entrega su hija a Sísifo pues deseaba tener un
nieto tan malicioso como el hombre que
lo procreara.
Otro episodio cuenta que Zeus en uno de sus muchos
devaneos y raptos. En este caso el rapto de Egina, hija de
Aesopo, pasó por Corinto y fue avistado por
Sísifo, mientras acarreaba su presa amorosa. Mientras esto
sucediera, Sísifo, sabiamente, pretendería estar
desapercibido de lo ocurrido.
Más tarde cuando el ultrajado padre, Aesopo, que
era asimismo un dios-río, se presentara en Corinto en
busca de la doncella, Sísifo se ofreció a contarle
lo que sabía si, en retorno, éste hacía
brotar una fuente en la ciudadela de la ciudad, a lo que el padre
accedería.
Una vez se entera de ello Zeus, el dios de los dioses;
lo fulmina con un rayo, su arma favorita, y precipita
Sísifo al infierno, condenándolo a empujar
eternamente una roca enorme hasta la cima de una pendiente. Para
imponer más dureza a su sentencia, cuando la roca llegaba
al tope volvía a caer y nuevamente tenía que
subirla hasta lo alto, una y otra vez.
Este último castigo, sin embargo, tiene otra
explicación en la mitología. Zeus, irritado por la
denuncia de su rapto por parte de Sísifo envió al
genio de la
muerte, Tánatos,
para que lo ultimara, pero Sísifo lo sorprendió y
lo encadenó — el resultado de esta trama es que mientras
Tánatos estuvo preso ningún ser viviente
murió, con el consiguiente trastorno del orden natural de
las cosas.
Las Furias por Boris Vallejo.
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