- El retorno del
Beagle - Lo que Darwin
ignorara - Lo que Darwin
viera y no advirtiera - Pero, antes de
proseguir, veamos a los finches mismos para de ellos
aprender - Ciencia, por
casualidad - Ahora, veamos la
serendipia misma, como concepto - La
pseudoserendipia - En
resumen - Bibliografía
Por qué los accidentes no
existen en teoría,
y de cómo poder
responder a los eventos ocurridos
al azar. Así diera como título a una serie de
lecciones que estudian las razones y causas de ciertos
fenómenos que son inmanentes para nuestro destino
colectivo.
Esta tesis se
elabora en dos ponencias relacionadas. Una que apareciera
en monografías.com, bajo el
título de: El Principio Antrópico como
Fulcro, la otra, Serendipia, Coincidencia y
Sincronía que está en proceso de
publicación.
Comencemos nuestra tarea de este día hablando de
Charles Robert Darwin — el de
la Teoría de la Evolución.
Todos conocemos algo de la biografía de este
genio de impacto científico universal. Todos sabemos que
viajaría en el Beagle, que visitó la
Argentina, Chile, las pampas, Tierra del
Fuego, que se detuvo en las Islas Galápagos y que, tras
mucho vacilar, publicó sus teorías
— las que compartiera con Alfred Russel Wallace — de quien
nada supiera. Antes de que, por serendipia, este último le
enviara sus manuscritos en los que le informaba — sin saberlo
— de que ambos habían arribado a conclusiones
idénticas. Esa coincidencia empujaría a Darwin a
publicar delante de Russel Wallace.
Las circunstancias que rodean la publicación
adelantada, son otra historia…
Un poco de su pasado antes del viaje famoso.
El joven Darwin estaba indeciso en lo que quisiera hacer
con el resto de su vida, ya que carecía de dirección y de soporte por un padre que lo
consideraba desmotivado. No quería ser clérigo y no
quería ser médico, ambas profesiones de
tradición para su familia. El
naturalismo, también aceptable, le atraía, porque
su abuelo famoso lo fuera.
La invitación para el viaje de periplo global
abordo del Beagle fue más función de
la posición social de este joven y recomendaciones de un
profesor que
intuyó sus posibilidades futuras, que de sus conocimientos
científicos.
El capitán de la nave, el teniente de
navío Robert FitzRoy, necesitaba un compañero con
quien compartir su mesa y sus tiempos de ocio. El joven Darwin
llenaba los requerimientos, y, así fue.
Darwin no era hombre
resoluto y el viaje mismo, que se esperaba duraría, dos
años, no lo incitaba en lo más mínimo. Su
papá lo oponía, pero su futuro suegro logró
convencer al reticente papá.
Cuando Darwin decidiera aceptar la opción de
viajar en el Beagle, lo hizo sin saber por qué —
simplemente, lo hizo. (Véase: Charles Darwin: The
Voyage of the Beagle por Charles Darwin).
Lo curioso aquí es que aceptara esta
invitación. Lo que no sería asunto circunstancial,
ya que el proceso de hacerlo probaría ser tortuoso y lo
suficientemente difícil para desanimar al joven
naturalista en ciernes — pero, es que no existen las
coincidencias como previamente hemos dicho.
El viaje duraría cinco años, de los cuales
Darwin pasó dos conduciendo exploraciones
terrestres.
Veamos un poco más acerca de su pasado temprano,
donde hay circunstancias dinámicas que pudieran haber
afectado el curso de toda su vida.
Charles Robert Darwin (1809-1882) nació el mismo
día en que naciera Abraham Lincoln. Charles Robert no debe
de ser confundido con su ilustre nieto, Sir Charles
Galton Darwin (1887-1962) hombre igualmente de carrera
meritoria, distinguido por sus propios logros
científicos.
Entre los antepasados notables del joven Charles Robert,
se encontraban su propio padre, médico de
reputación merecida — quien a menudo, como ya
intuyéramos, criticaba al joven, por ser holgazán.
Y para quien vaticinaba una vida de mediocridades.
El otro antepasado ilustre, su abuelo paterno, Erasmus
Darwin.
Erasmus (1731-1802) fue un genio tan polimorfo como
asimismo fuera polifacético. Durante su vida se
distinguió como médico, filósofo,
naturalista y precursor de ideas acerca de la importancia de la
selección sexual para las especies — no
coincidencia.
Erasmus perteneció a un grupo de
científicos que, en su época adquiriría una
reputación extraordinaria por sus talentos muy avanzados
para sus tiempos. (Véase: The Lunar Men: Five Friends
Whose Curiosity Changed the World por J. Uglow).
Erasmus también se distinguió por ser muy
gordo. Hago hincapié en este detalle que, a muchos, pueda
parecer nimio — simplemente, porque es hecho establecido que
quien de Erasmo habla, siempre lo señala.
Volvamos a Darwin
Cuando era muy joven, y de tan sólo ocho
años, Darwin sufrió la pérdida de su devota
madre. Ese fue un evento que marcaría su vida para
siempre. Impidiendo su adaptación personal a las
vicisitudes de una existencia que más adelante
sería visitada nuevamente por el dolor de las muertes de
sus seres más queridos. (Véanse mis tres ponencias:
Apego humano, Apego: ¿Servilismo o Amor? y
Apego y Pérdida).
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