- Usos
médicos - El Síndrome
de la Deficiencia de la Recompensa (Reward Defficiency
Syndrome) - La biología de
la recompensa - Aplicaciones del
concepto
Como de costumbre, mi esposa y yo caminábamos temprano.
Le habíamos dado la vuelta al aeropuerto de La Romana, y
ahora procedíamos a caminar por el lado norte de la pista.
En esa parte de la trayectoria fue cuando llegaron a nuestros
oídos los ecos de las voces de unas
personas quienes saludaban la alborada con cánticos
religiosos. Las voces eran mezcla de sonidos tristes y exaltados.
La palabra "Señor" se discernía claramente,
obscurecida por lamentos y sollozos que contenían
imploraciones para una mejor vida, o aquí o en el
más allá.
Cuando pasamos cerca de ellos, detectamos que el grupo
había formado un círculo de más de veinte
personas, bajo la cubierta de un árbol frondoso.
Parecían estar poseídos por un éxtasis, y un
gozo inmenso, que emanando de ellos, trascendía la fresca
brisa del mar cercano.
Continuamos caminando en silencio, como si la experiencia que
viviéramos, observando los fieles en su adoración a
Dios, nos conmoviera a nosotros.
Unos dos kilómetros más adelante, mi esposa me
preguntó: "¿por qué aparecen tan felices?".
Luego de algunos momentos para reflexionar y organizar mis
pensamientos, le di mi respuesta (tan lacónica cuan poco
satisfactoria) "son las endorfinas", Le dije, a lo que ella
respondiese un poco fastidiada, "yo no lo entiendo; por favor,
explica"…
Bueno, a las 5:45 de la mañana, uno pudiese pensar en
otros asuntos más apropiados para conversar que en el
asunto éste de las endorfinas. Pero he aquí mi
"charla" adaptada para este artículo.
Las endorfinas derivan su nombre del opioide, la morfina. Son
substancias que se secretan en nuestros cuerpos para mitigar el
dolor, o para asociarle placer a actividades normales de nuestras
vidas físicas y (¿por qué no?)
espirituales.
Las endorfinas actúan, entrando el caudal de la
sangre, cuando
se ingieren ciertas drogas — por
ejemplo, el alcohol, el
azúcar,
el café y
los cigarrillos. También siendo liberadas dentro de la
circulación durante la actividad de comer, o durante el
acto sexual, entre otros.
Pero hay más, asimismo se liberan cuando pensamos algo
sublimador, escuchamos música inspiradora,
leemos un libro, tocamos
el pétalo de una flor, leemos un poema o recordamos el
aroma de quienes amamos.
Usos médicos
El efecto específico de algunas medicinas en el
metabolismo de
estos neurotransmisores (que es lo que las endorfinas son); han
permitido que se les usen en el tratamiento del alcoholismo,
la Naltrexona, siendo una de estas drogas. Las
endorfinas pueden, asimismo, propiciar comportamientos
aberrantes. Como cuando muchos animales de
laboratorio
buscan la sensación del dolor para, luego, deleitarse en
el éxtasis de los placeres derivados por la
circulación subsecuente de estas substancias las cuales
mímican a la morfina en sus efectos.
En ese aspecto nos parecemos a ellos.
Es muy posible, que ciertas experiencias sensoriales
estén programadas para ser asociadas con la
sensación del placer; y, que esas experiencias, a su vez
estén asociadas con el metabolismo de las endorfinas.
Por ejemplo, el ser humano es eminentemente social. Por ende,
actividades de grupo, pueden
ser muy gratificantes. Viene a la mente el acto de ir a un
concierto presentado por una banda de Rock and Roll,
donde, mientras mayor es la audiencia, mientras más
estertorosa es la música, y mientras
más personas se unen en sus gritos a la cacofonía
de los cantantes; más placer derivan (algunos, dicho sea
de paso) de esta experiencia tan especial.
Para prepararse para el combate, las tropas y los equipos
deportivos —formas civilizadas de combatir — se reúnen
bajo la dirección de sus líderes, mientras
ellos les incitan a que canten slogans
estereotípicos los cuales sirven el propósito de
unificar al grupo en un objetivo
común. El placer de servir a la "causa" (cualquiera que
ésta sea, no importa). Esto despierta l’esprit de
corps y la elevación del coraje; lo que resulta en el
incremento de la serotonina circulante (aumentando la autoestima), y
la abolición de los miedos.
Esta cascada bioquímica
de neurotransmisores hace que se ignore la certeza presente de la
posibilidad de la muerte o de
injuria, las que se esfuman por virtud del efecto misterioso de
estas substancias. Es así como se halla la
explicación a la autoinmolaciones desconcertantes de
ciertos individuos pertenecientes a ciertas sectas
religiosas.
San Francisco en éxtasis por
Caravaggio.
Página siguiente |