1.
Introducción
3. Medula
espinal
4. Formaciones – revestimiento –
liquido del s.n.c.
5. Vascularización del
s.n.c.
Denominado también eje-di encéfalo-espinal
o bien neuroeje, es una entidad anatómica, protegida
eficazmente de los traumas externos mediante formaciones
óseas del cráneo y de la columna vertebral (canal
raquídeo), encargada de recibir y transmitir impulsos,
coordinando de esta forma las diferentes actividades del
organismo. Se origina por modificación y sucesiva evolución de la parte medial (placa neural)
de la hoja external o ectodermo del embrión, durante las
primeras semanas del desarrollo el
S.N.C., comprende el cerebro,
cerebelo, puente, bulbo y médula espinal. Cada parte va
envuelta en membranas de naturaleza
conectiva denominadas meninges, que, desde el exterior hacia el
interior, son la duramadre, la aracnoides y la piamadre. A lo
largo de todo el recorrido del eje cerebroespinal en el interior
de él se aprecia un canal que modifica la propia
uniformidad de su calibre, ampliándose o
estrechándose según las regiones que se examinen:
es el canal central del epéndimo. En él, como en
los espacios delimitados por las meninges, circula una sustancia,
compleja en cuantos a su composición, denominada
líquido cefalorraquídeo, cuya función es la
de evitar que los traumas de cierta entidad repercutan,
transmitiéndose directamente sobre el neuroeje. En el
espesor de la sustancia encefaloespinal se encuentran,
ordenadamente dispuestas, los elementos nerviosos, reagrupados,
formando los denominados núcleos, cada uno de los cuales,
como es conocido, está provisto de prolongaciones
dendríticas y de una neurita. La mayoría de las
neuritas, de longitud variable, se unen formando
fascículos nerviosos que, por lo general, salen del S.N.C.
o, como se dice en lenguaje
anatómico, emergen en puntos del neuroeje bien
individualizados y recorren tramos más o menos largos,
alcanzando las áreas de inervación. Los citados
haces constituyen las vías nerviosas (piramidales,
sensoriales, de asociación, etc.), que proceden desde los
centros neuroaxiales (vías eferentes) y conducen
estímulos motores o que
provienen de la periferia (vías aferentes), y conducen
sensaciones más o menos en el límite de la conciencia.
A la localización normal de las diferentes partes
ayudan los elementos de sostén del S.N.C., definidos con
el término de neuroglia y de células
ependimales. Las primeras (células de
oligodendroglia, microglia y astrositos están situadas en
el contexto del S.N.C., y con sus propias prolongaciones forman
una red más o
menos amplia de mallas irregulares, útil para las
relaciones con las neuronas; las segunda, que mantienen los
caracteres de células epiteliales, revisten internamente
el canal homónimo y dan lugar a una membrana limitante
interna. De la parte basal de las células del
epéndimo, colocada hacia la sustancia neuroaxial, se
originan unas finas prolongaciones que se ramifican en el seno de
la sustancia misma y con sus extremidades en forma de finos
pedículos envuelven todo el contorno de los vasos; en
correspondencia de la porción periférica de la
misma sustancia, justo por debajo de la piamadre, otros
pedículos forman la membrana limitante externa.
En el seno del neuroeje se observa la presencia de dos
tipos de sustancias, las cuales, a causa del color que poseen,
se denominan sustancia blanca y sustancia gris. Estas
están distribuidas de una forma típica, y en
algunos segmentos del eje encefaloespinal se encuentran a veces
en compañía de la sustancia gris, pequeños,
debidos a masas de elementos nervioso funcional y
morfológicamente distintos. También los centros
nerviosos, están definidos como zonas de llegada o de
partida de los estímulos relativos a las actividades
neurológicas más amplias y complejas.
De las cinco vesículas cerebrales primordiales,
que, en sentido cráneo-caudal, están representadas
por el telencéfalo, diencéfalo, mesencéfalo,
metencéfalo y mielencéfalo, toman su origen para
describir, delimitando así mejor los diferentes segmentos
del encéfalo; la médula espinal viene descrita, por
lo tanto, como el segmento que se desarrolla caudalmente al
mielencéfalo.
El cerebro, que se
presenta generalmente en forma de un grueso ovoide con la
extremidad posterior más amplia respecto a la anterior,
ocupa gran parte del cráneo, incluida la fosa craneal
posterior. El volumen y el peso
son variables
según la edad, la forma del cráneo etc., y
además se distinguen claramente según el sexo.
En el cerebro distinguiremos una porción convexa,
en relación con la calota craneal, y una base que
constituye su cara inferior. Una fisura longitudinal bastante
profunda divide parcialmente estas partes en los hemisferios,
derecho e izquierdo. En el seno de esta fisura
ínterhemisférica se encuentra una
prolongación de la duramadre, hoz del cerebro, que llega a
encontrar en la parte media de los dos hemisferios una
lámina de sustancia blanca que constituye el segmento de
unión entre estos últimos y que se conoce con el
nombre de cuerpo calloso. En correspondencia a esta
formación en la cara basal del cerebro se aprecian como
medios de
conexión de naturaleza
nerviosa entre los dos hemisferios las partes de sustancia blanca
y gris conocidas como formaciones comisurales de la base. Otras
formaciones ínterhemisféricas están
representadas por el quiasma de los nervios ópticos, por
las cintillas ópticas, por el tuber cinereum, formados en
parte por sustancia blanca y en parte por sustancia
gris.
Toda la superficie del cerebro, como todas las otras
formaciones contenidas en el cráneo, presentan una serie
de salientes (circunvoluciones) y de surcos más o menos
profundos (fisuras) que le confieren un aspecto muy característico y los subdividen en
lóbulos (frontales, temporales, occipital, etc.) de gran
importancia, especialmente las numerosas alteraciones
patológicas que se dan en estas zonas. La fisura lateral o
de Silvio se inicia en la cara inferior de cada hemisferio
cerebral, formando una curvatura muy manifiesta y
encontrándose luego también en la cara lateral de
éste en la unión entre el tercio medio con el
tercio posterior. En la profundidad del surco está
contenida, además de la arteria cerebral media, rama de la
arteria carótida interna, una formación cortical
muy importante denominada ínsula de Reil o lóbulo
de la ínsula. Por la presencia de la cisura de Silvio, la
parte basal de la extremidad anterior del hemisferio cerebral se
divide en una parte pre-Silviana, que contiene el complejo
olfatorio (trígono, cintillas, etc.), y en una parte
post-Silviana, situada lateralmente a la silla turca del
esfenoides. La cisura de Rolando o circunvolución de
Rolando, llamada también cisura central o
circunvolución central, se inicia en correspondencia a una
ramificación (rama posterior) de la circunvolución
de Silvio y va hacia arriba y un poco hacia atrás,
alcanzando frecuentemente, después de un curso flexuoso,
el nivel del borde superointerno de cada hemisferio cerebral,
dividiendo claramente el lóbulo frontal del lóbulo
parietal, donde la cisura de Silvio separa la parte inferior del
lóbulo frontal y del lóbulo parietal del temporal.
Por último, la circunvolución parietooccipital o
perpendicular lateral se origina del margen superior del
hemisferio, yendo hacia delante y hacia abajo, para terminar
cerca del borde lateral del mismo hemisferio, dividiendo el
lóbulo parietal del lóbulo occipital.
Cada lóbulo presenta además
circunvoluciones menos profundas o surcos que delimitan otras
circunvoluciones, en las cuales están situados centros
nerviosos de importancia considerable y cuya lesión
eventual lleva consigo daños específicos en
regiones bien determinadas del organismo. Se aprecia una
circunvolución rolándica o frontal ascendente, una
circunvolución postrolándica o postcentral, una
circunvolución parietal inferior, una primera, segunda y
tercera circunvoluciones occipitales, etc…Otras cisuras o
surcos se encuentran también en la cara media de cada
hemisferio (cisura calloso-marginal, calcarían,
perpendicular media), junto a los otros lóbulos y
circunvoluciones (circunvolución del cuerpo calloso,
circunvolución frontal media, lóbulo
temporoccipital), etc.
En las secciones efectuadas sobre el encéfalo se
aprecia que éste presenta hacia la periferia una capa
cortical o corteza cerebral constituida por sustancia gris,
encontrándose en la parte más interna la sustancia
blanca, en el espesor de la cual son visibles núcleos
más o menos grandes de sustancia gris. Los estudios
efectuados sobre la estructura de
la sustancia gris cortical han puesto de manifiesto la existencia
en su espesor de seis capas superpuestas (isocórtex) de
células nerviosas que, procediendo desde el exterior hacia
el interior, son:
- Estrato zonal o molecular con escasas células
nerviosas, por lo general fusiformes, mezcladas con elementos
más numerosos de naturaleza neuroglica. - Estrato granuloso externo o de las pequeñas
células piramidales, constituido por numerosas
células de pequeño volumen,
algunas de forma piramidal. - Estrato de células piramidales, constituido de
preferencia por células de aspecto periforme o
piramidal, cuyo tamaño va progresivamente aumentando
hacia las capas más profundas. - Estrato granular interno, con células que
tienen una cierta semejanza con las de la segunda
capa. - Estrato de las grandes células piramidales o
de Betz, cuyo volumen alcanza cerca de las 70-80
micras. - Estrato de las células polimórficas,
que presenta elementos celulares de diferentes formas y
volúmenes.
Se aprecia además, que estos estratos no
están siempre presentes en todas las zonas de la corteza
cerebral (alocórtex). Hay que subrayar que en la mayor
parte de la corteza los seis estratos están siempre
presentes, aun con variaciones de espesor en cada uno de ellos, y
ejerciendo una actividad del todo particular en las zonas en las
cuales están mayormente representados algunos tipos de
células respecto a otros.
En la sustancia blanca discurren, por lo general, fibras
nerviosas mielínicas, las cuales sirven para poner en
relación los diferentes centros cerebrales entre sí
o con los órganos efectores periféricos.
Grandes masas de sustancia gris están contenidas
en el espesor del cerebro (núcleos subcorticales):
éstos forman el cuerpo estriado y el tálamo
óptico. El primero está a su vez dividido por
fascículo de fibras mielinizadas en dos porciones, que
constituyen el núcleo caudado, en relación con el
ventrículo lateral, y el núcleo lenticular,
colocado al exterior del ventrículo mismo. El
tálamo óptico se encuentra en correspondencia del
suelo de cada
ventrículo lateral, presentando una forma ovoidal, estando
constituido, desde un punto de vista estructural, por cuatro
núcleos principales de células nerviosas destinado
a recibir fibras que provienen del nervio olfatorio; al
núcleo externo está en relación con la
sensibilidad general, y, por último, el núcleo
interno recibe impresiones de la sensibilidad visual.
En la parte de delante y lateralmente al tálamo
óptico, siempre en relación con el suelo de los
ventrículos laterales, se encuentra el núcleo
caudado, que asume conexiones con el pedúnculo cerebral,
con el tálamo óptico, con el núcleo
lenticular y con la corteza cerebral. El núcleo
lenticular, a su vez, se encuentra un poco al exterior e
inferiormente al núcleo caudado, separado de éste y
del tálamo óptico mediante una formación
gris situada más externa. Las conexiones son
análogas a las del núcleo caudado.
En una sección frontal del cerebro, efectuada a
nivel de los tubérculos mamilares, la cápsula
interna aparece como una lámina de sustancia blanca,
comprendida entre el núcleo caudado y el núcleo
lenticular, a través de la cual pasan fibras nerviosas de
diferente significado morfofuncional: son las fibras
óptico-estriadas que unen entre sí los
núcleos talámico-caudado, lenticulares, de cada
lado; las fibras que desde la corteza cerebral (desde la calota
craneal o desde el pie de la misma) alcanzan, modificando sus
relaciones con la cápsula interna, los únicos
componentes de los núcleos óptico estriados
(fascículos léntico-talámicos,
fascículos corticobulbares de la motilidad ocular,
filamentos nerviosos de las radiaciones talámicas
posteriores, en relación con las vías
ópticas, filamentos nerviosos en relación con la
corteza del lóbulo temporal y en relación con
sensaciones acústicas, etc.).
Mediante los estudios e investigaciones
experimentales se ha alcanzado un cierto conocimiento,
tanto de los centros como de las vías a través de
las cuales el S.N.C., se pone en relación con el mundo
exterior (esteroceptores, efectores somáticos) o con los
diferentes distritos del organismo (propioceptores,
intraceptores, etc.), habiéndose demostrado de forma clara
que todas las zonas de la corteza tienen una relación de
interdependencia entre sí, por lo cual la
destrucción de un centro puede tener repercusiones sobre
otro teóricamente independiente.
Al cerebro le sigue inmediatamente un tramo le sigue
inmediatamente un tramo de sustancia encefálica que
comprende distintas formaciones; los pedúnculos
cerebrales, los pedúnculos cerebelosos superior y medio,
los tubérculos cuadrigéminos, el puente de Varolio,
etc., que forman parte del denominado istmo del encéfalo.
El puente o protuberancia anular presenta relaciones
anteriormente con la parte ósea del occipital, y en sus
porciones laterales se observa la aparición (origen
aparente) de las raíces (motoras y sensitivas) del nervio
trigémino (V par de nervios craneales). Sobre la cara
posterior del puente, cubierta por el cerebelo, se observa un
saliente redondeado en relación con el origen del nervio
oculomotor externo (VI par de nervios craneales o nervio
abducente). La superficie inferior está en relación
con la médula oblonga, mientras que la cara superior
corresponde a los pedúnculos cerebrales. De la sustancia
blanca del puente forman parte fascículos de fibras
nerviosas de carácter motor, sensitivo
(fascículo piramidal, fascículo de Reil, etc.) y de
asociaciones, que desde la médula oblonga llevan
estímulos para la motilidad refleja. Por último,
existen, colocados de forma diversa, núcleos de sustancia
gris que en parte constituyen puntos de llegada de neuronas, que
provienen de la sustancia gris espinal o de la bulbar
(núcleo del facial, del abductor, etc.): en parte forman
núcleos de sustancia gris propios del puente
(núcleo reticulado, oliva superior, etc.), en
conexión con el cerebelo mediante el pedúnculo
cerebeloso medio y con el cerebro mediante las fibras que
alcanzan las zonas corticales de éste.
Posterior y superiormente a la protuberancia anular se
observan cuatro salientes, mamelonados, dos por cada lado de la
línea media, que se denominan cuerpos o tubérculos
cuadrigéminos, los cuales constituyen una vía
importante de conexión de un cierto número de
fibras motoras y sensitivas. Los cuerpos cuadrigéminos
anteriores son puntos de llegada de fibras nerviosas que
provienen de la retina, o punto de partida para los centros
írido-constrictores; a los cuerpos cuadrigéminos
posteriores llegan fibras nerviosas que se relacionan con la
sensibilidad del oído. Los pedúnculos cerebrales
constituyen una importante vía para la conducción
de diferentes estímulos, los cuales, recogidos por las
neuronas que provienen de diferentes zonas del neuroeje, son
llevados a través de un complejo de fibras nerviosas que
corresponden a dos formaciones, pertenecientes a los mismos
pedúnculos y conocidas con el nombre de calota y pie de
los pedúnculos cerebrales. Los pedúnculos
cerebelosos tienen fibras eferentes o aferentes del cerebelo, y
se presentan unidos mediante una lámina de sustancia
blanca y gris en directa dependencia con el vérmix
superior del cerebelo. Esta misma formación, que se
origina por modificaciones de una parte de la primitiva
vesícula mesencefálica, está situada en la
fosa craneal posterior y recubierta, a través de una
dependencia de la duramadre, por la porción del cerebro
que constituye los lóbulos occipitales.
El cerebelo se asemeja morfológicamente a una
mariposa, con un cuerpo central alargado en sentido
posteroanterior y dos alas dispuestas lateralmente a él,
denominadas lóbulos cerebelosos: Las dos superficies del
cerebelos (superior cóncava e inferior convexa) son
bastante irregulares por la presencia de numerosos surcos
más o menos profundos y curvilíneos, con una
concavidad anterior y medial. La superficie cerebelosa, y algunos
núcleos situados en el interior, están constituidos
por sustancia gris (núcleo del techo, núcleo
dentado, etc.); la sustancia blanca ocupa la parte restante y
contiene numerosas fibras nerviosas, aferentes y eferentes, que
llegan o salen del cerebelo a través de los
pedúnculos cerebelosos superiores, medios e
inferiores. Además se encuentran un discreto número
de fibras nerviosas comisurales que ponen en relación
zonas del hemisferio del mismo significado funcional y fibras
nerviosas asociativas interpuestas entre las láminas de
sustancia delimitada por los surcos cerebelosos. De gran
importancia son los núcleos dentados, inmersos uno a cada
lado en cada lóbulo y constituidos por una estría
de sustancia gris, flexuosa, que delimita internamente una zona
de sustancia blanca, característicamente reconocible en
sección transversal del órgano y que recorre
diferentes fibras nerviosas de conexión entre el cerebro y
el bulbo, entre el cerebelo y el tálamo óptico,
etc.
Desde el punto de vista histológico las corteza
cerebelosa presenta capa externa o molecular formada por
células de pequeñas dimensiones, con numerosas
prolongaciones; una capa interna o granular, o células de
distintas formas y dimensiones y por último, una capa
intermedia compuestas por células voluminosas
(células de Purkinje), provistas de numerosísimas
prolongaciones dendríticas, que alcanzan la capa
molecular, y prolongaciones neuríticas que, penetrando en
la capa alcanzan los núcleos de sustancias del cerebelo.
Están además presentes células de neuroglia
distribuidas en forma diferente.
El bulbo o médula alargada constituye para los
numerosos sistemas en
él contenidos una de las formaciones más
interesantes y complejas del neuroeje, y ocupa la extremidad
posterior del cráneo y la parte inicial del espacio
vertebral. En él se encuentran diferentes puntos de origen
de los nervios craneales y a él llegan las más
importantes vías eferentes del S.N.C. Anteriormente
está en relación, a través de la duramadre,
con la porción basilar del hueso occipital y con la parte
de la apófisis odontoide de la II vértebra cervical
a través de la interposición de los diferentes
ligamentos occipitoalantoideos y del ligamento transverso
odontoatlantoideo; posteriormente, está recubierto en
parte por el cerebelo y en parte se encuentra libre en el espacio
del canal vertebral comprendido entre el occipital y la I
vértebra cervical o atlas, mientras que lateralmente,
además de relacionarse con el espacio comprendido entre
los cóndilos del occipital y la I vértebra
cervical, está en relación también con una
porción de la arteria vertebral. Observando el bulbo por
su superficie ventral se aprecia la presencia de unos
condoncillos de fibras nerviosas, las cuales, pasando de la
izquierda hacia la derecha y viceversa, se entrecruzan a
diferentes alturas. Este aspecto, definido mejor con
término de cecussatio pyramidum, ofrece una interesante
consideración fisiopatológica, ya que muchas
vías nerviosas que provienen del hemisferio derecho pasan,
a este nivel, al lado izquierdo y, por otra parte, las
vías nerviosas que provienen del hemisferio izquierdo se
irradian hacia la parte derecha. De ello se deduce la
explicación, en líneas generales, por la cual los
procesos
patológicos evidenciables en la mitad derecha del cuerpo
corresponden a lesiones situadas en el hemisferio izquierdo y
viceversa, por lo que respeta a hechos patológicos a cargo
de la mitad izquierda del cuerpo.
Entre el bulbo y la protuberancia emergen las
raíces del VI par de nervios craneales, mientras que en
límite comprendido entre los fascículos piramidales
y las caras laterales del bulbo, o sea el denominado surco
lateral, emergen las raíces del nervio hipogloso (XI par
de los nervios centrales). En su parte posterior el bulbo
presenta dos fascículos de fibras nerviosas que
están formados, medialmente, por el fascículo de
Goll, y, lateralmente, por el fascículo de Burdach, que
provienen de las raíces posteriores (sensitivas) de la
médula espinal, las cuales se ramifican en la mitad
superior del bulbo, delimitando un espacio triangular abierto en
su parte superior, que en su parte profunda posee una
dilatación del canal del epéndimo denominado IV
ventrículo. También en esta región del
neuroeje, además de las formaciones sumariamente
descriptas, de sustancia blanca, se encuentran núcleos de
sustancia gris.
Al bulbo le sigue, justo por debajo del decussatio
pyramidum, la médula espinal, formación nerviosa
contenida en el canal vertebral. De forma groseramente
cilíndrica, en cuanto que es aplanada en sentido
anteroposterior, presenta un ensanchamiento fusiforme, superior o
cervical, que se sitúa entre la III vértebra
cervical y la II vértebra dorsal, y otro ensanchamiento
inferior o lumbar que se inicia a nivel de la IX vértebra
dorsal, y alcanzan su máximo volumen a nivel de la XII
vértebra dorsal, estrechándose más debajo de
esta vértebra, hasta llegar a la II lumbar, donde termina
en forma de cono terminal, continuándose con los
filamentos nerviosos de la denominada cola de caballo hasta la
base del cóccix. Tiene una longitud media de 45 cm, con un
diámetro de 2,5 cm en su parte media que aumenta hasta
3,6-3,7 cm en los ensanchamientos cervical y
dorsolumbar.
Siguiendo las desviaciones fisiológicas de la
columna vertebral, la médula espinal presenta una
curvatura cervical de concavidad posterior, una curvatura dorsal
con concavidad anterior y se mantiene en posición por
continuidad con el bulbo en su parte superior, y con el
cóccix mediante una prolongación de la duramadre,
en la parte inferior, y a todo lo largo del canal vertebral, a
través de conexiones que la misma duramadre asume con las
paredes del canal vertebral. Después de haberla separado
de sus relaciones, si se distiende la médula espinal sobre
una superficie lisa, habrá que considerar una cara
anterior o ventral, una cara posterior o dorsal y dos caras
laterales.
A lo largo de la superficie ventral se aprecia un surco
bastante profundo, denominado cisura mediana anterior, provisto
de una banda transversal o comisura blanca. Sobre la superficie
dorsal el surco mediano posterior es más estrecho y menos
profundo respecto al anterior, dotado también de un septo
medial posterior que alcanza una formación de sustancia
gris, denominada comisura gris. A los lados de cada surco se
aprecia la presencia, respectivamente, de las raíces,
anteriores y posteriores, de los nervios espinales.
Observando una sección transversal de la
médula espinal rápidamente se pone de manifiesto
cómo la masa de sustancia blanca se encuentra rodeando
periféricamente la agrupación de sustancia gris,
característicamente conformada, en cuanto que se presenta
como dos semilunas unidas por su parte media por un puente
transversal, siempre de sustancia gris, en el centro del cual se
encuentra el canal ependimario. De tal manera se distinguen en
ella dos astas anteriores, más amplios, especialmente a la
altura de los dos ensanchamientos, cervical y lumbar, y dos astas
posteriores, más finas. Además, especialmente en
los segmentos dorsales de la médula espinal, se observan,
en correspondencia con la base de cada asta anterior, una
pequeña masa de sustancia gris que constituye la
denominada asta lateral. Del asta anterior salen las fibras
nerviosas, provenientes de los cuerpos celulares allí
situados, que componen las raíces anteriores espinales
motoras, y al asta posterior llegan las raíces posteriores
de naturaleza sensitiva. Es conocido que todo músculo
está inervado por más de una fibra nerviosa; por lo
tanto, en la médula existen células nerviosas,
distribuidas en más de un segmento, encargadas de dar las
prolongaciones nerviosas para la contracción. Así,
por ejemplo, las fibras nerviosas del músculo
bíceps braquial (uno de los músculos flexores del
antebrazo sobre el brazo) tienen sus neuronas, de las cuales
parten las neuritas, distribuidas en los segmentos de la
médula espinal, comprendida entre el quinto y el sexto
segmento cervical (C1- C 2).
En la sustancia blanca se distinguen tres tipos de
formaciones cordonales divididas en cordón anterior,
posterior, lateral y que constituyen las vías a
través de las cuales las fibras nerviosas del
fascículo piramidal directo, del fascículo de Goll
y de Burdach, del fascículo piramidal cruzado, cerebeloso
directo, etc., representan el conjunto de varias vías
eferentes y aferentes de la médula espinal.
Existe un sistema especial
que, desde un punto de vista fisiológico, representa un
mecanismo regulador y coordinador y que constituye el sistema
extrapiramidal, útil para la función estática y
postural, para la motilidad automática, etc.
Las funciones
útiles para la conservación y regulación de
la vida forman parte del sistema nervioso
vegetativo, cuyos centros están situados en el
hipotálamo, en el tronco encefálico y en la
médula espinal. También éstos están
dotados de vías aferentes y eferentes, de constitución anatómica especial,
algunos de ellos situados en el interior o en la periferia de los
órganos viscerales.
4. Formaciones –
revestimiento – liquido del s.n.c.
Formaciones: Los ventrículos laterales se
encuentran en los hemisferios cerebrales y van desde el
lóbulo frontal hasta el lóbulo occipital.
Constituyen cavidades anfractuosas por los salientes en su
interior de protuberancias de la sustancia cerebral más o
menos pronunciadas. Los ventrículos laterales, así
como las otras formaciones cavitarias, están revestidos
enteramente por células ependimales que han conservado los
caracteres propios del revestimiento ectodérmico de los
primeros períodos del desarrollo.
Cada ventrículo lateral comunica con el denominado III
ventrículo mediante el foramen de Monro, de tal manera que
el líquido cefalorraquídeo contenido en ellos puede
recorrer todo el tubo neural. El III ventrículo, con un
aspecto en embudo con su base hacia arriba y comprendido entre
los talámos ópticos, el fórnix y la coroides
superior comunica con el IV ventrículo descrito a nivel
del bulbo mediante el acueducto de Silvio. De aquí el
líquido cefalorraquídeo traspasa al canal central
del epéndimo, al centro de la médula espinal, que
alcanza hasta el nivel de la II vértebra
lumbar.
Los plexos coroideos, la membrana coroidea superior y la
membrana coroidea inferior son estructuralmente pequeñas
formaciones vasculares, recubiertas por la piamadre y situadas en
los ventrículos laterales (y, respectivamente, en el III y
IV ventrículo), encargadas, a través de los cuales
el suero se extravasa a los espacios perivasculares. La
vía de circulación está constituida por
determinadas formaciones vasculares que se encuentran en la
duramadre de la calota craneal, de las cuales quedan testimonio
sobre las paredes óseas internas de algunas huellas
digitiformes capaces de acogerlas (granulaciones de Pacchioni).
Desde el punto de vista de su composición, el
líquido cefalorraquídeo difiere del suero
sanguíneo sólo por la distinta proporción de
las sustancias en él contenidas.
Liquido Cefalorraquideo: se halla en el espacio
subaracnoideo, delimitado por una hoja parietal, adherida a la
duramadre, y una hoja visceral, adherida a la piamadre. En el
conjunto forman la porción intermedia de las meninges
encefálicas o aracnoides. La duramadre representa la
meninge externa y forma una membrana de naturaleza fibrosa, que
envuelve el eje encefaloespinal en toda su extensión y
adhiriéndose con su superficie externa más o menos
íntimamente, según la edad, a las paredes internas
del cráneo y a lo largo del canal vertebral, estando
separada de las partes óseas mediante un espacio (espacio
epidural) ocupado por tejido adiposo o por plexos venosos
intrarraquídeos.
Revestimiento: la duramadre acompaña,
revistiéndolo completamente hasta la altura de los
orificios de conjunción, a los nervios espinales. En
particular, hacia la extremidad inferior de la médula
espinal, la duramadre se estrecha formando un fondo ciego,
denominado como dural, y termina envolviendo el filum
terminal.
La duramadre, a nivel del cráneo, se adhiere a su
capa interna mediante segmentos fibrosos que de ella parten y
mediante formaciones vasculares que hacen la superficie de
ésta un tanto irregular.
De la cara interna de la duramadre cefálica salen
septos fibrosos que van a constituir la hoz del cerebelo, que se
insinúa entre los dos hemisferios cerebelosos, y la
denominada tienda del cerebelo, que separa este órgano de
los lóbulos cerebrales occipitales. La duramadre
está constituida por fascículos de fibras
dispuestos de diferentes formas, y, por lo general, según
el curso de la hoja meníngea y de algunas fibras
elásticas.
La piamadre, formada por fascículos fibrosos
dirigidos longitudinalmente y en sentido circular, se adhiere
íntimamente y sigue con diferentes aspectos todas las
inflexiones de las circunvoluciones de la médula espinal y
del cerebro, dando lugar a algunas formaciones, (plexos
coroideos, etc.).
La irrigación arterial cerebral está a
cargo de las ramas de la carótida interna y de las
arterias vertebrales; de las carótidas internas provienen
las arterias cerebrales anterior y media, la arteria coroidea
anterior y la arteria comunicante posterior; de las arterias
vertebrales provienen las arterias cerebrales posteriores, las
cuales, uniéndose con algunas ramas del sistema anterior,
provenientes, forman el denominado polígono de Willis,
situado en la base del cerebro. Este, en su parte anterior,
está formado por las dos arterias cerebrales anteriores,
unidas por la arteria comunicante homónima, y,
posteriormente, por las dos arterias cerebrales posteriores
anastomosadas mediante las comunicantes posteriores con la
arteria carótida interna.
La arteria cerebral media o arteria Silviana se encarga
de la irrigación de la corteza cerebral correspondiente a
la superficie lateral del hemisferio del propio lado; la arteria
cerebral anterior irriga parte de la superficie medial del mismo
hemisferio; así, pues, resulta que el cerebro presenta una
abundante red
anastomótica que explica la posibilidad de un mantenimiento
funcional. Las venas acompañan, por lo general, a las
subdivisiones de las ramas arteriales. Por lo que respecta a las
vías linfáticas, se debe subrayar que la linfa, que
como en otros segmentos del neuroeje no posee una clara distribución, se distribuye de forma
variable a lo largo de los intersticios de las diferentes zonas
encefaloespinales, vecina a los vasos
sanguíneos.
A la médula llegan las arterias espinales
anteriores, posteriores y laterales, que provienen todas ellas de
las arterias vertebrales, con exclusión de las
últimas, que a nivel del tórax y de la
región lumbar y sacra están irrigadas,
respectivamente, por las arterias intercostales, arterias
lumbares y arterias sacras.
Los nervios encefálicos, aun perteneciendo, por
su curso, a la porción periférica del neuroeje,
tienen sus propios núcleos de origen o de
terminación en el S.N.C.: el nervio olfatorio proviene de
la mucosa nasal y alcanza el bulbo olfativo del encéfalo;
el nervio óptico, en conexión con la retina, llega
al lóbulo occipital; el nervio oculomotor común
tiene su propio origen en los núcleos ventrales del
mesencéfalo, y en éste a la altura del pie del
pedúnculo cerebral; el nervio oculomotor interno posee los
núcleos de origen en la extremidad caudal del
mesencéfalo; el trigémino (motor y
sensitivo) tiene su origen a la altura del puente (los
núcleos motores) y en el
ganglio semilunar de Gasser (los núcleos sensitivos); el
nervio abductor u óculo motor externo tiene también
su origen en los núcleos situados, en el puente; el nervio
facial se origina en los núcleos del puente; el
acústico (vestibular y coclear) se origina en el ganglio
vestibular y en el ganglio de Corti; el nervio
glosofaríngeo (sensitivo y motor) se origina del ganglio
superior, del ganglio petroso y de los núcleos situados en
el bulbo; el vago (motor y sensitivo) se origina del
núcleo ambiguo del bulbo y de los ganglios nodal y
yugular; el nervio accesorio tiene su origen en la sustancia gris
de la médula espinal (tramo cervical); el hipogloso tiene
su origen en los núcleos grises situados en la
médula oblonga.
Trabajo enviado y realizado por:
Lucía Mabel Del Giúdice