1.
Ensayo: Dios y la ética
2. El Dilema de Platón y el
argumento meta – ético del
ateísmo
4. El pluralismo social y el relativismo
ético
5. La
Autonomía
6.
Conclusión
7.
Bibliografía
Las religiones cristianas
siempre se han caracterizado por un marcado monoteísmo en
el que se expresa el bien y el mal en su forma más
radical. La creencia en Dios ha determinado en nuestra cultura sus
más profundos cimientos ideológicos y, por ende,
sus valores
morales desde sus más profundas bases. Es tal la
influencia, que incluso hay varias ideas de cómo una
creencia en Dios determina lo que es bueno o malo, haciendo que
incluso la propia concepción del bien y del mal sea
variable entre los mismos cristianos. He aquí un ejemplo:
el comportamiento
moral correcto
es creer en Dios y su religión. Idea
fácilmente rebatible con que hay muchos ateos cuya
conducta moral
nos parece correcta. Hay otras más difíciles de
refutar, como que un comportamiento moral correcto es el que
sigue el ejemplo de Jesús, y que lo inmoral es aquello que
se desvía de esa conducta ideal. Y puede que hayan otros
varios ejemplos. Sin embargo, hay una gran diferencia en decir
que la creencia en Dios determina los valores
morales y sirve de base a la ética y en
decir que es el propio Dios quien lo hace. Porque mucha gente, o
tiende a confundirlos o, lo que es más común, cree
que la moral y la
ética dependen, en últimas, de Dios, ya que es
quien determina lo bueno y lo malo. En este ensayo busco
evidenciar, por ende, la garrafal equivocación en la que
han caído éstas personas, demostrar que la
existencia de valores
morales no depende de Dios y que por tanto Dios no es la base de
la ética. Durante éste, mostraré las
posturas contradictorias de los éticos teístas, que
defienden a Dios como base de la ética, y los
éticos ateos, que defienden la proposición
contraria, con especial énfasis en ésta
última que es con la que me identifico y que es la que al
final "sale ganando".
2. El Dilema de Platón y
el argumento meta – ético del
ateísmo
El dilema de Platón es una interesante y muy
lógica
forma de demostrar el error de las ideas cristianas, y demuestra
por lógica de silogismos una fuerte contradicción
entre 3 postulados básicos del cristianismo.
Éste también ha sido denominado "el argumento meta
– ético del ateísmo". A medida que se sacan
conclusiones lógicas de esos 3 postulados iniciales, va
apareciendo el dilema.
El dilema empieza con 3 proposiciones que aparentemente
pueden ser ciertas a la vez sin contradecir una a la
otra:
- Dios es bueno.
- Dios quiere que nosotros hagamos el bien.
- Dios es la base de la ética.
Las 2 primeras proposiciones son evidentemente ciertas
para las religiones cristianas, y la tercera también lo
es, pero de forma menos obvia. Pero, haciendo un razonamiento
simple, encontramos una contradicción entre 1 y 3. Si Dios
es bueno, es porque las cosas que son buenas lo son
independientemente de Dios. Si no fuese así, Dios
decidiría lo que es bueno y malo, y estaría por
sobre lo bueno y lo malo y por ende sería imposible
clasificarlo dentro de alguno de estos criterios. Por ende, si
Dios decide lo que es bueno y malo no puede ser considerado
bueno.
Si Dios es bueno, no puede decidir lo que es bueno o no.
Vamos a ver la situación con más claridad en la
siguiente demostración.
- Si las ideas de la fe cristiana son ciertas, Dios es
bueno. - Si las ideas de la fe cristiana son ciertas, Dios es
la base de la ética. - Si Dios es bueno, estará por debajo del bien y
del mal, por ende la moral es independiente de Dios.Operamos así 1 con 3 y 2 con 4:
- Si Dios es la base de la ética, la moral
estará por debajo de él, por ende la moral no
será independiente de Dios. - Si las ideas de la fe cristiana son ciertas, la moral
será independiente de Dios.Operamos 5 y 6:
- Si las ideas de la fe cristiana son ciertas, la moral
no es independiente de Dios.Conclusión lógica (por
contradicción y falsedad de la consecuencia en
7): - Si las ideas de la fe cristiana son ciertas, la moral
es y no es independiente de Dios. - No son ciertas las ideas de la fe
cristiana.
Hemos llegado ya a la primera falsedad y sin necesidad
de recurrir a la proposición 2. Pero, si lo hacemos, lo
que lograremos será ahondar más en el asunto y
negar nuevamente 1. En el diálogo Euthyphro de
Platón, presenta éste la siguiente pregunta:
¿a qué se debe que Dios quiera que hagamos el bien?
Hay 2 posibles respuestas:
- Dios quiere que hagamos el bien porque ciertos actos
son buenos y él desea que se realicen. - Un acto es bueno únicamente porque Dios
así lo quiso.
De cualquiera de las 2 formas, llegamos a un resultado
poco favorable al teísta. Supongamos que esacogemos la
primera opción. Ya vimos el porqué de que de por
sí ciertos actos sean buenos es contradictorio con la idea
de un Dios bueno. Ahora bien, si la segunda opción fuese
cierta, no sólo queda todo reducido a que nosotros hacemos
lo que él quiere que hagamos (cosa ya de por sí
poco buena e idea que después desarrollaré con
mayor profundidad), sino que volvemos a la idea de un Dios por
encima del bien y el mal, que ya vimos es contradictoria con la
de un Dios bueno.
El teísta, bajo ésta demostración,
aboga a alteraciones del ser bueno para Dios y a considerarlo
como un caso excepcional. Uno de los planteamientos es el
siguiente: "La bondad de Dios radica no en ser bueno o
malo según nuestra concepción, sino en ser la
fuente de los valores morales, con lo que escapan al dilema de
Platón. Acorde con esa idea, el teista plantea que Dios
"inserta" en nuestras mentes (cual información en un disco duro) la
moral, porque el deseo de Dios es que nuestra convivencia sea
armónica. Desde ese punto de vista, el teista justifica la
bondad de Dios sin contradecirlo como fuente de la moral". Pero,
en mi opinión (y espero que opinen lo mismo)
planteamientos de ésta naturaleza
resultan rebuscados y vienen a ser pataletas de los
teístas.
Sin embargo, aún considerando la posible validez
de estos argumentos, el ateo tiene aún otras líneas
de ataque. Veamos otra de ellas.
3. El realismo moral
y el subjetivismo moral
De aquí en adelante no me remitiré a
demostraciones lógicas, sino que demostraré
qué postura resulta más plausible desde cierto
punto de vista. Ese es el caso de estas 2 posiciones opuestas
acerca del origen de nuestra moral.
Empecemos considerando que es convenido por todos que
las características morales de un conjunto de
actos van de común acuerdo con sus características
naturales. Supongamos un asesinato. En una balacera, alguien es
muerto accidentalmente. Y ahora supongamos una esposa que desea
quedarse con las posesiones de su rico marido y lo envenena de la
forma más cruel, abandonando su cuerpo en un lejano
paraje. A pesar de lo distinto de ambos actos, identificamos las
características naturales de un asesinato, que nos hacen
condenar ambos actos de forma similar. Entonces podemos decir que
si 2 actos comparten ciertas características naturales
(hurto, sevicia, engaño, mentira, las de un suicidio, un
asesinato, un robo; honestidad,
verdad, las de ayudar a los necesitados, etc.), también
compartirán ciertas características morales (bueno,
malo, justificado o injustificado, etc.).
El problema surgirá entonces en tratar de
explicar porqué ciertos actos con determinadas
características naturales tendrán, o más
bien generarán, en nosotros la impresión de que es
bueno o malo. El teísta tendrá una respuesta con su
realismo moral. El realismo moral dice que lo que hará
Dios será condenar los actos con características
naturales x, y y z, que serán los actos
malos, y gratificar los buenos, que serán los que tengan
las características naturales a, b y c. De
esa forma, Dios nos hace saber, de alguna forma, cuándo un
acto tiene ciertas características morales. Pero un nuevo
problema se presenta: ¿cómo Dios nos permite
conocer las características morales de un acto?
¿Acaso nos equipó con un "sexto sentido", que hace
ello posible? ¿Dios revela de esa forma cuándo le
parece que un acto debe ser aprobado o condenado? En contraste
con la rareza de éstas ideas se nos presenta el ateo con
su subjetivismo moral, que responde a la pregunta con razones
naturales. El subjetivismo moral dice, como el realismo, que el
que un acto tenga determinadas características morales
dependerá de que tenga ciertas características
naturales. Pero, en ésta ocasión, se dice que es la
propia naturaleza de nuestra psique y de nuestra razón las
que nos hacen sentir ciertas sensaciones de repulsión o
aprobación ante los actos buenos o malos. Nosotros
sabemos que un acto está bien o mal porque
distinguimos en él ciertas características
naturales que crean en nosotros ciertas sensaciones. De esa
forma, la relación entre características naturales
y morales queda explicada con una psicología
moral.
Podemos hacer una analogía entre el subjetivismo
moral y los colores en
nuestros ojos. El color de un
objeto dependerá de la forma en la cual se han organizado
los átomos dentro de él y de la naturaleza de los
mismos. Éste arreglo determina qué longitudes de
onda del espectro lumínico serán absorbidas y
qué longitudes serán reflejadas. De esa forma, 2
objetos con similar estructura
molecular reflejarán las mismas longitudes de onda, y esas
longitudes producirán en nuestros ojos la sensación
de color: 2 objetos que reflejen la misma longitud
producirán en nosotros la misma sensación y las
veremos de igual color. Éste ejemplo, además, nos
permite entender la "percepción" de las características
naturales de un acto como algo tan natural como el ver o el
oír. Pero, a diferencia de éstos, esa capacidad es
aprendida, y ese será un detalle que tendremos en cuenta
más adelante.
Bajo esa perspectiva, el teísta dirá que
Dios nos ha construido de tal manera que respondamos
emocionalmente de cierta forma ante actos con determinadas
características naturales, siendo así responsable
de nuestra psicología moral. Sin embargo, será el
ateo quien dé un contra – argumento nuevamente
más aceptable: nuestra psicología moral puede ser
el resultado de la evolución biológica o social; las
sociedades en
quienes se refuerzan ciertas respuestas emocionales educan
así a sus descendientes. Nuevamente el teísta
defenderá su posición, pero ella nos lleva al
siguiente tema de este ensayo. Pero puedo decir que al
teísta ya se le van agotando sus defensas, y que el ateo
lleva la ventaja. En cuanto al realismo y al subjetivismo, creo
que ya hemos visto lo suficiente como para darnos cuenta de que
el subjetivismo es más plausible y que no es muy
inteligente defender el realismo. En el siguiente tema, el ateo
redondeará esta idea y logrará demostrar aún
más fallas en la argumentación
teísta.
4. El pluralismo social y
el relativismo ético
Habíamos quedado en que el ateo había
logrado argumentar la validez del subjetivismo y había
puesto en claro las múltiples fallas del realismo. El
teísta trata, entonces, ya no de defender su aniquilado
realismo, sino en rebuscar un papel para
Dios en la obra del subjetivismo. Recordemos que, ante la
proposición de que era más plausible que la
psicología moral dependiera de una evolución
biológica y social y no producto del
molde que tiene Dios de nosotros, el teísta aún no
había dicho su última palabra. Pues bien; lo que
dice el teísta es que Dios ha planificado ese desarrollo social
para producir la psicología moral.
Pero veamos: vivimos en un mundo pluralista; pluralista
en su sentido social, político, religioso y moral:
convivimos con gente que tiene opiniones radicalmente distintas a
las nuestras y a las suyas propias. De hecho, existen en una
misma sociedad toda
clase de corrientes e ideas que nos sorprenderían por su
oposición y rivalidad. Y sin embargo, la sociedad
así es en general armónica y pacífica (desde
este punto de vista, claro). ¿Será posible,
siquiera imaginable, que un único ser haya planeado todas
esas corrientes, tan diferentes entre sí? Es allí
donde el ateo esgrime el contra – argumento de que Dios
tendría que hacer muchos desarrollos morales distintos
para cada sociedad, algunos tan contradictorios que resulta
imposible pensar que un único ser los ha
generado.
Aparece también el relativismo ético, que
va de la mano con el pluralismo. Según el relativismo
ético no hay verdades morales absolutas, que hay como unas
"bases" que son las mismas de un contexto a otro, pero que hay un
juicio moral que varía, incluso radicalmente, de un
contexto a otro, en donde el contexto será un grupo de
individuos que comparten una misma perspectiva y cultura. Si el
relativismo es correcto, el teísta se enfrentará a
otro problema: para algunos sectores de la sociedad hay cosas
buenas que no lo son para otros, hasta el propio Dios se
verá involucrado en esa situación. Dios será
bueno para algunos, pero no para todos.
Ya hemos descartado varios de los posibles papeles de
Dios como base de la ética; sin embargo el teísta
sacará su última carta: Dios como
autoridad
moral. ¿Porqué debo refrenarme en dañar a
otros? Porque Dios lo ordena. No hago algo malo porque Dios lo ha
ordenado; haré el bien porque es lo Dios me ha dicho que
haga. Pero si nosotros hacemos lo que Dios quiere que hagamos,
entonces nuestros actos estarán guiados por una motivación
externa, y no podemos considerarlos parte de un comportamiento
moral. Recordemos que un comportamiento moral es aquel que es
guiado por los principios y
normas
personales de cada individuo, que a su vez van marcadas por sus
creencias e ideas del mundo. Un comportamiento no moral, por
ende, será aquel que hagamos sin deseo y cuya causa no sea
nuestra propia voluntad.
Bajo éste inconveniente, el argumento del ateo
será nuevamente darle una atribución especial a
Dios y tratarlo como un caso especial (acto que en mi
opinión es del más evidente rebusque). Lo que dice
esta vez es que el actuar, por ejemplo, según los diez
mandamientos, es moral porque Dios define lo que es bueno y lo
que quiere que hagamos, y que lo bueno radica en obedecer a Dios.
Volvemos nuevamente al problema del dilema platónico, pero
eso parece no importarle al teísta ya, y además
nosotros podemos derrumbar la nueva propuesta sin necesidad de
recurrir a él. Comparemos los 2 deseos: uno, ya
mencionado, de obedecer y subordinarse completamente ante los
deseos de una cierta autoridad, y que todos nuestros actos sean
en realidad la manifestación inconsciente de esos deseos;
y el deseo de que nuestro comportamiento refleje cómo
somos, nuestros ideales, nuestra personalidad,
nuestra propia moral, el ser autónomos. Nuevamente,
¿cuál es más admisible? Creo que todos, o
muchos de nosotros, nos inclinaremos hacia la segunda
opción. Lo más natural es que nuestro
comportamiento evidencie cómo somos; sentimos en ellos
nuestro sello personal. Si no
fuera así, sería imposible que las personas no
tuvieran identidad, y
se sabe que no es así.
Sin embargo, ello no niega la existencia de un Dios: es
posible que el deseo de Dios es que fuéramos libres y
autónomos, resolviendo nuestras propias razones y teniendo
nuestra propia forma de hacer las cosas, encontrando en ellas su
valor
intrínseco en el que hemos puesto algo de nosotros, como
el padre que desea la autonomía de sus hijos. Pero, si
ello es así, la moralidad no necesita hacer referencia a
Dios.
Hemos visto que las ideas cristianas acerca del papel de
Dios en la ética resultan tener varias fallas y al final
son superadas por una visión atea agotando todas las
posibilidades. Hemos visto las contradicciones de esa
proposición con que Dios sea bueno y desee que nosotros
hagamos el bien, hemos visto que es imposible que Dios sea la
causa de nuestra psicología moral y que esa idea es
incompatible con una sociedad pluralista, y que se descarta
también a Dios como autoridad moral al ser incompatible
con las ideas de individualidad y autonomía. Por tanto
logramos demostrar la idea inicial de que Dios no sirve de base a
la ética y a la moral.
He evidenciado, por ende, que los muchos cristianos con
la idea falsa de que la moral depende de Dios en alguna forma
están en un grave error. Y lo que considero más
importante: he conocido y trabajado otra de las grandes
inconsistencias de la fe cristiana, con lo que refuerzo y
defiendo mi postura atea.
www.learnwell.org/eth11
www.marriagesavers.org/C948.htm
http://hem.passagen.se/nicb/god_ethics.htm
Categoría: Ética o en su defecto,
filosofía u otros.
Resumen (Palabras clave):
Ensayo: Dios y la ética. Dios y la moral.
¿Son Dios y la moral inseparables o incompatibles? En este
trabajo se desarrolla la relación de Dios con la moral y
la ética y se niegan diversos preceptos de la fe cristiana
al respecto. Un debate entre
éticos ateos y teístas. El dilema de Platón
y el argumento meta – ético del ateísmo. El
realismo moral y el subjetivismo moral. Pluralismo cultural y
relativismo ético vs religión. Dios incompatible
con la moral y la autonomía. Logra al final concebirse una
ética sin necesidad de Dios.
Autor:
Eduardo Gorrón
Edad: 16 años.
Curso: 10º