Indice
1.
Introducción
2.
Las causas de la
guerra
4. El
imperialismo
5. La expansión
militar
6. Las crisis anteriores a la guerra
(1905-1914)
7. Las operaciones
militares
8. Las gestiones
diplomáticas
9.
Las declaraciones de
guerra
10. 1914-1915: la guerra de
trincheras
11. El frente
occidental
12. El frente
oriental
13. La guerra en
serbia
14. El frente
otomano
15. El frente
italiano
16. 1916: continuación del
estancamiento
17. Verdún y el
somme
18. Las bajas de los rusos y la derrota de los
rumanos
19. Italia y los
balcanes
20. Los dominios
otomanos
21. Los intentos de
negociación
22. 1917: la entrada de estados unidos y la
retirada de rusia
23. Batallas de arras e
ypres
24. El empleo de los carros de
combate
25. La guerra
submarina
26. La retirada de
rusia
27. Las derrotas
italianas
28. La entrada de grecia en la
guerra
29. Oriente
próximo
30. 1918: el año
final
31. La retirada de bulgaria y
Austria-Hungría
32.
La retirada de
turquía
33. El último esfuerzo de
los alemanes
34. El final de la
guerra en europa
35. La guerra en las
colonias
36. El
pacífico
37. El hundimiento de la flota
alemana
38. La guerra
aérea
39. La segunda guerra
mundial
40. La ofensiva
alemana
41. La guerra en el pacífico
y las primeras victorias
aliadas
42. Acontecimientos de la II
guerra mundial.
43. La primera guerra
mundial
44.
¿Qué es lo que hay detrás de la ampliacion
de la otan?
45. Tratados de
paz
46. El período entre
guerras
47. Los estallidos
totalitarios
48. Revolución
rusa
49. La revolución de
marzo
50. El aumento del poder de los
bolcheviques
51. El nuevo
gobierno
52. Revolución
china
Conflicto militar que comenzó el 28 de julio de
1914 como un enfrentamiento localizado en el Imperio
Austro-Húngaro y Serbia; se transformó en un
enfrentamiento armado a escala europea
cuando la declaración de guerra
austro-húngara se extendió a Rusia el 1 de agosto
de 1914; y finalmente pasó a ser una guerra mundial,
en la que participaron 32 naciones, finalizada en 1918.
Veintiocho de ellas, denominadas ‘aliadas’ o
‘potencias asociadas’ y entre las que se encontraban
Gran Bretaña, Francia,
Rusia, Italia y Estados Unidos,
lucharon contra la coalición de los llamados Imperios
Centrales, integrada por Alemania,
Austria-Hungría, el Imperio otomano y Bulgaria. La causa
inmediata del inicio de las hostilidades entre
Austria-Hungría y Serbia fue el asesinato del archiduque
Francisco Fernando de Habsburgo, heredero del trono
austro-húngaro, cometido en Sarajevo (Bosnia, entonces
parte del Imperio Austro-Húngaro; en la actualidad
Bosnia-Herzegovina) el 28 de junio de 1914 por el nacionalista
serbio Gavrilo Princip. No obstante, las causas profundas del
conflicto
remiten a la historia europea del siglo
XIX, concretamente a las tendencias económicas y políticas
que imperaron en Europa desde
1871, año en el fue fundado y emergió como gran
potencia el II
Imperio Alemán.
Los verdaderos factores que desencadenaron la
I Guerra Mundial
fueron el intenso espíritu nacionalista que se
extendió por Europa a lo largo
del siglo XIX y comienzos del XX, la rivalidad económica y
política
entre las distintas naciones y el proceso de
militarización y de vertiginosa carrera
armamentística que caracterizó a la sociedad
internacional durante el último tercio del siglo XIX, a
partir de la creación de dos sistemas de
alianzas enfrentadas.
La Revolución
Francesa y las Guerras
Napoleónicas habían difundido por la mayor parte
del continente europeo el concepto de
democracia,
extendiéndose así la idea de que las poblaciones
que compartían un origen étnico, una lengua y unos
mismos ideales políticos tenían derecho a formar
estados independientes. Sin embargo, el principio de la
autodeterminación nacional fue totalmente ignorado por las
fuerzas dinásticas y reaccionarias que decidieron el
destino de los asuntos europeos en el Congreso de Viena (1815).
Muchos de los pueblos que deseaban su autonomía quedaron
sometidos a dinastías locales o a otras naciones. Por
ejemplo, los estados alemanes, integrados en la
Confederación Germánica, quedaron divididos en
numerosos ducados, principados y reinos de acuerdo con los
términos del Congreso de Viena; Italia
también fue repartida en varias unidades políticas,
algunas de las cuales estaban bajo control
extranjero; los belgas flamencos y franceses de los Países
Bajos austriacos quedaron supeditados al dominio
holandés por decisión del Congreso. Las
revoluciones y los fuertes movimientos nacionalistas del siglo
XIX consiguieron anular gran parte de las imposiciones
reaccionarias acordadas en Viena. Bélgica obtuvo la
independencia
de los Países Bajos en 1830; la unificación de
Italia fue culminada en 1861, y la de Alemania en
1871. Sin embargo, los conflictos
nacionalistas seguían sin resolverse en otras áreas
de Europa a comienzos del siglo XX, lo que provocó
tensiones en las regiones implicadas y entre diversas naciones
europeas. Una de las más importantes corrientes
nacionalistas, el paneslavismo, desempeñó un
papel
fundamental en los acontecimientos que precedieron a la guerra.
El espíritu nacionalista también se puso
de manifiesto en el terreno económico. La Revolución
Industrial, iniciada en Gran Bretaña a finales del
siglo XVIII, en Francia a
comienzos del XIX y en Alemania a partir de 1870, provocó
un gran incremento de productos
manufacturados, por lo que estos países se vieron
obligados a buscar nuevos mercados en el
exterior. El área en la que se desarrolló
principalmente la política europea de
expansión económica fue África, donde los
respectivos intereses coloniales entraron en conflicto con
cierta frecuencia. La rivalidad económica por el dominio del
territorio africano entre Francia, Alemania y Gran Bretaña
estuvo a punto, desde 1898 hasta 1914, de provocar una guerra en
Europa en varias ocasiones.
Como consecuencia de estas tensiones, las naciones
europeas adoptaron medidas tanto en política interior como
exterior entre 1871 y 1914 que, a su vez, aumentaron el peligro
de un conflicto; mantuvieron numerosos ejércitos
permanentes, que ampliaban constantemente mediante reclutamientos
realizados en tiempo de paz, y
construyeron naves de guerra de mayor tamaño. Gran
Bretaña, influida por el desarrollo de
la Armada alemana, que se inició en 1900, y por el curso
de la Guerra Ruso-japonesa, modernizó su flota bajo la
dirección del almirante sir John Fisher. El
conflicto bélico que tuvo lugar entre Rusia y Japón
había demostrado la eficacia del
armamento naval de largo alcance. Los avances en otras
áreas de la tecnología y organización militar estimularon la
constitución de estados mayores capaces de
elaborar planes de movilización y ataque muy precisos,
integrados a menudo en programas que no
podían anularse una vez iniciados.
Los dirigentes de todos los países tomaron
conciencia de que
los crecientes gastos de
armamento desembocarían con el tiempo en
quiebras nacionales o en una guerra; por este motivo se
intentó favorecer el desarme mundial en varias ocasiones,
especialmente en las Conferencias de La Haya de 1899 y 1907. Sin
embargo, la rivalidad internacional había llegado a tal
punto que no fue posible alcanzar ningún acuerdo efectivo
para decidir el desarme internacional.
De forma paralela al proceso
armamentístico, los estados europeos establecieron
alianzas con otras potencias para no quedar aisladas en el caso
de que estallara una guerra. Esta actitud
generó un fenómeno que, en sí mismo,
incrementó enormemente las posibilidades de un conflicto
generalizado: el alineamiento de las grandes potencias europeas
en dos alianzas militares hostiles, la Triple Alianza, formada
por Alemania, Austria-Hungría e Italia, y la Triple
Entente, integrada por Gran Bretaña, Francia y Rusia. Los
propios cambios que se produjeron en el seno de estas
asociaciones contribuyeron a crear una atmósfera de crisis latente
por la cual el periodo fue denominado de la ‘paz
armada’.
6. Las crisis
anteriores a la guerra (1905-1914)
Al encontrarse Europa dividida en dos sistemas de
alianzas hostiles, cualquier alteración de la
situación política o militar en Europa,
África o en cualquier otro lugar provocaría un
incidente internacional. Desde 1905 hasta 1914 tuvieron lugar
varias crisis internacionales y dos guerras
locales, y todos ellas estuvieron a punto de desencadenar una
guerra general en Europa. El primer conflicto se produjo en
Marruecos, donde Alemania combatió en 1905 y 1906 para
apoyar al país en su lucha por la independencia
y para evitar el dominio del área por Francia y España.
Francia amenazó a Alemania con declararle la guerra, pero
el incidente se solucionó finalmente en una conferencia
internacional celebrada en Algeciras (España) en
1906. Los Balcanes fueron el escenario de un nuevo enfrentamiento
en 1908, motivado por la anexión de Bosnia-Herzegovina por
parte de Austria-Hungría. Entre los distintos tipos de
paneslavismo se encontraba el panserbianismo o movimiento
para la creación de una Gran Serbia, uno de cuyos objetivos era
que esta región adquiriera la zona meridional de Bosnia,
por lo que los serbios amenazaron a Austria con declararle la
guerra. No se inició ninguna campaña debido a que
los serbios no podían emprender la lucha sin el apoyo de
Rusia, y ésta no se encontraba en condiciones de
intervenir en la contienda. En 1911 estalló una nueva
crisis en Marruecos, cuando el gobierno
alemán envió un buque de guerra a Agadir en
protesta por los intentos franceses para conseguir la
supremacía en esta zona. Hubo amenazas de guerra por ambas
partes, pero el conflicto se solventó en la Conferencia de
Agadir. Italia, aprovechando la preocupación de las
grandes potencias por la cuestión marroquí,
declaró la guerra al Imperio otomano en 1911, con la
esperanza de poder
anexionarse la región de Tripolitania, situada al norte de
África. Dado que Alemania se había visto obligada a
entablar relaciones amistosas con el Imperio otomano a causa de
su política de Drang nach Osten (‘Expansión
hacia el Este’), el ataque de Italia debilitó a la
Triple Alianza y alentó a sus enemigos. Las Guerras
Balcánicas de 1912-1913 aumentaron el interés de
Serbia por obtener el control de las
áreas del Imperio Austro-Húngaro habitadas por
pueblos eslavos, agudizó el recelo del Imperio
Austro-Húngaro hacia los serbios y generó en
Bulgaria y el Imperio otomano un deseo de revancha tras su
derrota en dichos conflictos.
Alemania, irritada por el hecho de que el Imperio otomano hubiera
perdido sus territorios en Europa como consecuencia del conflicto
balcánico, formó un Ejército más
numeroso. Francia respondió con la ampliación del
servicio
militar obligatorio de dos a tres años en tiempo de paz.
Las demás naciones europeas siguieron el ejemplo de estas
potencias y asignaron en 1913 y 1914 enormes cantidades al
presupuesto destinado a gastos
militares
7. Las operaciones
militares
El asesinato del archiduque austriaco tuvo una
repercusión catastrófica en una Europa armada y
desgarrada por las rivalidades nacionales.
El gobierno
austro-húngaro, que consideraba que el asesinato
había sido obra del movimiento de
la Gran Serbia, decidió suprimir esta agrupación
enviando una expedición militar a Serbia. El 23 de julio,
Austria-Hungría envió un ultimátum a Serbia
que contenía diez condiciones concretas, la mayoría
de las cuales estaban relacionadas con la eliminación de
la propaganda
antiaustriaca en Serbia. Ésta, alentada por Gran
Bretaña y Rusia, aceptó las exigencias
austro-húngaras salvo dos de ellas el 25 de julio, pero
Austria replicó que la respuesta serbia no era
satisfactoria. Los rusos intentaron convencer a Austria para que
modificara los términos exigidos, y declararon que si los
austriacos atacaban Serbia, ellos se movilizarían contra
Austria. El ministro de Asuntos Exteriores británico, sir
Edward Grey, primer vizconde Grey de Fallodon, propuso el 26 de
julio que Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia se
reunieran en una conferencia para arbitrar en la disputa
austro-serbia, pero Alemania declinó dicha oferta.
9. Las declaraciones de
guerra
Austria declaró la guerra a Serbia el 28 de
julio, ya fuera porque creía que Rusia no llegaría
a unirse a Serbia o porque estaba dispuesta a correr el riesgo de un
conflicto europeo general con tal de poner fin al movimiento
nacionalista serbio. Rusia respondió movilizándose
contra Austria. Alemania advirtió a Rusia de que si
persistía en su actitud le
declararía la guerra, y consiguió que Austria
accediera a discutir con Rusia una posible modificación
del ultimátum enviado a los serbios. No obstante, Alemania
insistió en que los rusos retiraran sus tropas
inmediatamente. Rusia se negó a hacerlo y Alemania le
declaró la guerra el 1 de agosto.
Los franceses comenzaron la movilización de sus
fuerzas ese mismo día; las tropas alemanas cruzaron la
frontera de Luxemburgo el 2 de agosto y Alemania declaró
la guerra a Francia al día siguiente. El día
anterior, el gobierno alemán había informado al
gobierno belga de su intención de marchar sobre Francia
cruzando Bélgica, a fin de evitar que los franceses
utilizaran esta ruta para atacar Alemania. Las autoridades belgas
se negaron a permitir el paso por su territorio de las tropas
alemanas y recurrieron a los países firmantes del Tratado
de 1839 —en el que se garantizaba la neutralidad de
Bélgica en el caso de un conflicto en el que estuvieran
implicados Gran Bretaña, Francia y Alemania— para
que se cumpliera lo establecido en dicho acuerdo. Gran
Bretaña, uno de los países signatarios del Tratado
de 1839, envió un ultimátum a Alemania el 4 de
agosto en el que se exigía que se respetara la neutralidad
de Bélgica; Alemania rechazó la petición y
el gobierno británico le declaró la guerra ese
mismo día. Italia permaneció neutral hasta el 23 de
mayo de 1915, cuando rompió su pacto con la Triple Alianza
para satisfacer sus aspiraciones territoriales y declaró
la guerra a Austria-Hungría. La unidad de los aliados se
fortaleció en septiembre de 1914 a través del Pacto
de Londres, firmado por Francia, Gran Bretaña y Rusia. A
medida que avanzaba la contienda, fueron sumándose al
conflicto países como el Imperio otomano, Japón,
Estados Unidos
y otras naciones del continente americano. Japón, que
había firmado una alianza con Gran Bretaña en 1902,
declaró la guerra a Alemania el 23 de agosto de 1914, y el
6 de abril de 1917 lo hizo Estados Unidos.
10. 1914-1915: la guerra de
trincheras
Las operaciones
militares comenzaron a desarrollarse en Europa en tres frentes:
el occidental o franco-belga, el oriental o ruso y el meridional
o serbio. El Imperio otomano intervino en noviembre de 1914 como
aliado de los Imperios Centrales, por lo que la lucha se
extendió al estrecho de los Dardanelos y a Mesopotamia. A
finales de 1915 se habían abierto dos nuevos frentes: el
austro-italiano, después de que Italia entrase en la
guerra en apoyo del bando aliado (es decir, el bando enfrentado a
los denominados Imperios Centrales) en mayo de 1915, y el de la
frontera griega situada al norte de Salónica, tras
adherirse en octubre de 1915 Bulgaria a la causa de los Imperios
Centrales.
El plan inicial de
la estrategia
alemana era derrotar a Francia en el oeste en poco tiempo,
mientras una pequeña parte del Ejército
alemán y todas las fuerzas austro-húngaras
contenían la invasión rusa que se esperaba por el
este. Se confiaba en vencer a Francia rápidamente gracias
a la estrategia de la
‘guerra relámpago’ contenida en el Plan Schlieffen,
elaborado por el conde Alfred von Schlieffen, jefe del Estado Mayor
alemán desde 1891 hasta 1907. El proyecto previsto
era el siguiente: las tropas alemanas debían conquistar
Bélgica, rodear a los franceses mediante movimientos
veloces y, a continuación, cambiar de frente y derrotarlos
de forma rápida y contundente. Cuando se aplicó
este plan en el otoño de 1914 parecía haber sido un
éxito. La veloz incursión de los alemanes a
comienzos de agosto aniquiló al Ejército belga, que
abandonó las plazas fuertes de Lieja y Namur y se
refugió en la fortaleza de Amberes. Las tropas alemanas,
que avanzaban a gran velocidad,
derrotaron a los franceses en Charleroi y a la Fuerza
Expedicionaria británica en Mons, lo que provocó la
retirada de Bélgica de toda la línea aliada. Al
mismo tiempo, los alemanes expulsaron a los franceses de Lorena,
que había sido invadida, y les obligaron a retirarse de la
frontera de Luxemburgo. Los contingentes británicos y
franceses no tardaron en retroceder hasta el río Marne,
pero tres ejércitos alemanes se dirigieron
rápidamente hacia su posición, por lo que tuvieron
que cruzarlo. La caída de la capital
francesa parecía tan inminente que el gobierno galo se
trasladó a Burdeos. Sin embargo, una vez que los alemanes
habían atravesado el Marne, los franceses, dirigidos por
el general Joseph Joffre, rodearon París y atacaron al I
Ejército alemán, mandado por el general Alexander
von Kluck, situado a la derecha de los tres ejércitos que
avanzaban hacia la capital
francesa.
En la primera batalla del Marne, que se
desarrolló desde el 6 hasta el 9 de septiembre, los
franceses consiguieron detener al ejército de Kluck, que
se había distanciado de las otras dos fuerzas alemanas y
no pudo recibir refuerzos. Además, los alemanes
habían perdido una parte de sus tropas el 25 de agosto,
cuando el general Helmuth Johan von Moltke, jefe del Estado Mayor
alemán, pensando que ya se había alcanzado la
victoria en el frente occidental, envió seis de estas
unidades al oriental. La presión francesa sobre el flanco
derecho alemán obligó al ejército de Kluck a
retirarse, y posteriormente todas las fuerzas alemanas
retrocedieron hasta el río Aisne. Los franceses avanzaron
e intentaron expulsar a los alemanes del territorio
próximo a dicho río, lo que provocó las
batallas del Aisne, del Somme y la de Arras. Sin embargo, no les
fue posible desalojar a los alemanes de esta posición y
éstos extendieron sus líneas por el este hacia el
Mosa, al norte de Verdún. Ambos contendientes intentaron
entonces alcanzar el mar del Norte, donde se encontraban los
puertos del canal. Los alemanes no pudieron alcanzarlo debido a
que los belgas habían inundado la región del
río Yser. La parte occidental de las líneas aliadas
estaba ocupada por los británicos, que se hallaban ya en
Ypres (situado en el extremo suroccidental de Bélgica) en
la carrera hacia el Canal. Los alemanes, después de tomar
Amberes el 10 de octubre, intentaron atravesar las posiciones de
los británicos en Bélgica, pero no pudieron cumplir
su objetivo tras
las denominadas batallas de Flandes. En diciembre, los aliados
lanzaron una serie de ofensivas a lo largo de todo el frente,
desde Niewpoort por el oeste hasta Verdún en el este, pero
no consiguieron conquistas territoriales
significativas.
A finales de 1914, ambos bandos se encontraban
atrincherados en sendas líneas que se extendían a
lo largo de 800 kilómetros, desde Suiza hasta el mar del
Norte. Apenas se produjeron cambios en este frente durante casi
tres años.
Las batallas de Flandes representaron el final de la
guerra de movimientos en el frente occidental. Desde finales de
1914 hasta casi el final de la contienda, ésta se
convirtió en una guerra de trincheras o de
‘desgaste’. El frente estaba formado por numerosas
líneas paralelas de trincheras comunicadas y protegidas
por alambres de púas y cada bando intentaba atravesar las
líneas enemigas esporádicamente. Los
británicos intentaron romper el frente enemigo en marzo de
1915, pero sólo capturaron la línea delantera de
los alemanes. Éstos lanzaron un asalto fallido sobre Ypres
en el mes de abril empleando gas de cloro;
ésta fue la primera vez que la guerra química se practicaba
a gran escala. La
ofensiva conjunta lanzada por los británicos y franceses a
lo largo del frente situado entre Neuve Chapelle y Arras en mayo
y junio permitió que sus tropas avanzaran 4 km en el
sistema de
trincheras alemán, pero no se consiguió
atravesarlo. Los británicos asediaron en varias ocasiones
la ciudad de Lens durante el mes de septiembre, mientras los
franceses atacaban la cresta de Vimy. Ese mismo mes, los
franceses lanzaron un asalto a gran escala sobre un frente que se
extendía desde Reims hasta la región boscosa de
Argonne y consiguieron tomar la primera línea de
trincheras alemanas, pero no pudieron avanzar hasta la segunda.
En términos generales, puede decirse que durante 1915 no
se produjo ninguna modificación en las posiciones
establecidas a finales de 1914.
Los rusos asumieron la ofensiva en el frente oriental
desde el comienzo de la guerra, de acuerdo con los planes de los
aliados. En agosto de 1914, dos ejércitos rusos se
adentraron en Prusia oriental y otros cuatro ejércitos
invadieron la provincia austriaca de Galitzia. Tras una serie de
victorias rusas, la evacuación de Prusia oriental
parecía inminente; sin embargo, las tropas de refuerzo
alemanas, dirigidas por el general Paul von Hindenburg,
derrotaron definitivamente a los rusos en la batalla de
Tannenberg, librada del 26 al 30 de agosto de 1914. Los cuatro
ejércitos rusos que habían invadido territorio
austriaco avanzaron incesantemente a través de Galitzia;
conquistaron Przemysl y Bucovina, y se encontraban en
situación de adentrarse en Hungría a finales de
marzo de 1915. No obstante, una fuerza
conjunta austro-alemana les hizo retirarse de la cordillera de
los Cárpatos. En mayo, los ejércitos
austro-alemanes iniciaron una gran ofensiva en la zona central de
Polonia; hacia septiembre de 1915, habían conseguido
expulsar a los rusos de Polonia y Lituania y tomado todas las
fortalezas fronterizas de Rusia. Los rusos abandonaron Galitzia
para hacer frente a la ofensiva; cuando ésta cesó,
las líneas rusas se encontraban detrás del
río Dvina, entre Riga y Daugavpils, y los alemanes se
dirigieron hacia el río Dniéster. Aunque los
Imperios Centrales no realizaron ninguna operación
decisiva en el frente oriental entre 1914 y 1915, Rusia
había perdido tantos hombres y tal cantidad de suministros
que a partir de ese momento no pudo emprender acciones
importantes. Este frente fue el escenario de notables combates
durante 1914 y 1915, librados concretamente en la región
de Masuria, entre los que destacan la primera (del 7 al 14 de
septiembre de 1914) y la segunda (del 7 al 21 de febrero de 1915)
batallas de los Lagos Masurios; ambas concluyeron con la victoria
de los alemanes.
Los austriacos invadieron Serbia en tres ocasiones a lo
largo de 1914 y fueron rechazados en todas ellas. El frente
permaneció estabilizado hasta octubre de 1915, fecha en la
que tropas británicas y francesas llegaron a
Salónica gracias a un acuerdo establecido con el gobierno
de Grecia, que se
mantenía neutral; los aliados se anticiparon así a
la entrada en el conflicto de Bulgaria en apoyo de los Imperios
Centrales; su propósito era ayudar a Serbia, que
sería el objetivo del
ataque búlgaro. Cuando Bulgaria declaró la guerra a
Serbia el 14 de octubre de 1915, las fuerzas aliadas se
internaron en Serbia. Los búlgaros derrotaron al
Ejército serbio y también a los británicos y
franceses procedentes de Salónica. Asimismo, el 6 de
octubre, las tropas austro-alemanas, dirigidas por el general
August von Mackensen, lanzaron un fuerte ataque sobre Serbia
desde Austria-Hungría. A finales de 1915, los Imperios
Centrales habían conquistado toda Serbia; las tropas
serbias supervivientes se refugiaron en Montenegro, Albania y en
la isla griega de Corfú, ocupada por los franceses en
enero de 1916. Las tropas británicas y francesas que se
encontraban en Serbia se retiraron a Salónica,
posición en la que permanecieron preparados para nuevas
acciones.
El Imperio otomano entró en la guerra el 29 de
octubre de 1914, fecha en la que sus naves colaboraron con las
alemanas en el bombardeo naval de los puertos rusos del mar
Negro; Rusia le declaró la guerra oficialmente el 2 de
noviembre, y Gran Bretaña y Francia lo hicieron a su vez
el 5 de noviembre. Los turcos (otomanos) comenzaron la
invasión de la zona rusa de la cordillera del
Cáucaso en diciembre, pero el escaso territorio que
conquistaron se vio reducido considerablemente en agosto de 1915.
No obstante, la presión turca en esta región
había obligado al gobierno ruso a solicitar a comienzos de
1915 que los británicos llevaran a cabo una maniobra de
distracción en el estrecho de los Dardanelos. En
respuesta, la fuerza naval británica, capitaneada por el
general sir Ian Hamilton bombardeó los fuertes turcos de
los Estrechos en febrero de ese año, y entre abril y
agosto se produjeron dos desembarcos de tropas aliadas en la
península de Gallípoli; el primero, efectuado en
abril, fue llevado a cabo por tropas británicas,
australianas y francesas; en agosto acudieron más
divisiones británicas. El objetivo de los aliados era
conquistar los Dardanelos; sin embargo, la campaña de
Gallípoli resultó un completo fracaso para las
tropas aliadas, que en diciembre de 1915 y enero de 1916 se
retiraron.
Mientras tanto, las fuerzas británicas de la
India
derrotaron a los turcos en varias batallas libradas en el valle
de Mesopotamia
durante 1914 y 1915, especialmente en la de Kutal-’Amara;
pero los turcos frenaron el avance de los británicos hacia
Bagdad con la batalla de Ctesifonte y les obligaron a retirarse a
Kutal-’Amara en noviembre de 1915. Las tropas otomanas
sitiaron esta ciudad el 7 de diciembre.
Italia declaró la guerra a Austria-Hungría
el 23 de mayo de 1915. Los principales enfrentamientos militares
que tuvieron lugar en el frente austro-italiano durante ese
año fueron cuatro batallas libradas entre sus respectivos
ejércitos en el río Isonzo. El objetivo de los
ataques italianos era romper las líneas austriacas y
conquistar Trieste.
16. 1916:
continuación del estancamiento
El triunfo obtenido por los alemanes en 1915 al
conseguir que los rusos retrocedieran en Prusia oriental,
Galitzia y Polonia les permitió centrar sus operaciones en
el frente occidental para intentar concluir en 1916 la
campaña en esta zona.
El plan de los alemanes, concebido por Erich von
Falkenhayn, jefe del Estado Mayor del Ejército
alemán, era lanzar un ataque sobre Verdún para
conseguir debilitar a las derrotadas fuerzas de los franceses
causando el mayor número de bajas posible. El plan de los
aliados en 1916, establecido por el mariscal del Ejército
francés, Joseph Joffre, y el general del Ejército
británico sir Douglas Haig, consistía en intentar
romper las líneas de los alemanes en el oeste mediante una
ofensiva masiva en la región del río Somme. Los
alemanes iniciaron la batalla de Verdún el 21 de febrero;
tras una lucha encarnizada, tomaron los fuertes de Douaumont (25
de febrero), Vaux (2 de junio) y Thiaumont (23 de junio), pero no
lograron conquistar Verdún gracias a la defensa que de
esta ciudad hizo el general Henri Philippe Pétain. Debido
a las numerosas bajas sufridas en la batalla, los franceses
redujeron su aportación a la ofensiva aliada del Somme,
que comenzó el 1 de julio y se prolongó hasta
mediados de noviembre, y cuya responsabilidad recayó sobre los
británicos. En la batalla del Somme, los británicos
utilizaron por primera vez carros de combate modernos en el
ataque lanzado sobre Courcelette el 15 de septiembre. Los
franceses emprendieron un contraataque sobre Verdún en
octubre y reconquistaron los fuertes de Douaumont y Vaux (2 de
noviembre), restableciendo la situación existente antes de
febrero. Hindenburg destituyó a Falkenhayn como jefe del
Estado Mayor alemán y nombró a Erich Ludendorff en
agosto. El general Robert Georges Nivelle reemplazó a
Joffre como comandante general de los ejércitos franceses
del Norte y del Noreste en el mes de diciembre.
18. Las bajas de los rusos
y la derrota de los rumanos
Por lo que respecta a la situación del frente
oriental en 1916, los rusos lanzaron una ofensiva sobre la
región del lago Narocz, al Noreste de Vilna. Esta
acción, cuyo propósito era obligar a los alemanes a
trasladar sus tropas de Verdún a la región del lago
Narocz, fracasó estrepitosamente. La operación que
emprendieron en junio resultó más satisfactoria.
Los italianos solicitaron que se llevara a cabo alguna
acción para aliviar la presión de la ofensiva
austriaca en la región de Trentino-Alto Adigio; los rusos,
en respuesta a su petición, atacaron a los austriacos en
un frente que se extendía desde el sur de Pinsk hasta
Chernovtsi. Hacia el mes de septiembre, cuando los numerosos
refuerzos alemanes procedentes del frente occidental detuvieron
el avance de los rusos, éstos habían hecho
retroceder unos 65 km a las tropas austro-alemanas a lo
largo de todo el frente y habían capturado alrededor de
500.000 prisioneros. Pese a no conseguir tomar sus principales
objetivos, las
ciudades de Kovel y Lvov, el ataque ruso persuadió a
Rumania para intervenir en la guerra en apoyo del bando aliado
(27 de agosto de 1916). Rumania lanzó inmediatamente una
invasión sobre la provincia austro-húngara de
Transilvania (agosto y septiembre), pero las fuerzas
austro-alemanas expulsaron a los rumanos de la región.
Estas tropas, junto con soldados búlgaros y turcos,
invadieron Rumania (noviembre y diciembre), que a mediados de
enero de 1917 había sido completamente conquistada, con lo
que los Imperios Centrales se habían asegurado importantes
reservas de trigo y petróleo.
La actividad en el frente italiano durante 1916 se
centró en la quinta batalla del río Isonzo y en la
ofensiva austriaca en el Trentino, cuyo objetivo era llegar hasta
la retaguardia de la posición italiana en el Isonzo. Los
austriacos conquistaron un territorio considerable en el
Trentino, pero la contraofensiva de los italianos les
permitió recuperar la mayor parte del terreno cedido.
Desde agosto a noviembre tuvieron lugar cuatro nuevas batallas en
el Isonzo, de las que sólo cabe destacar la conquista de
Gorizia por parte de los italianos el 9 de agosto.
En los Balcanes, las potencias aliadas interfirieron en
la vida política de Grecia durante
1916 alegando que el gobierno griego, dirigido por el rey
Constantino I, favorecía a los Imperios Centrales a pesar
de su declarada neutralidad. La intervención de los
aliados provocó el establecimiento de un gobierno
provisional en Salónica (29 de septiembre), presidido por
Eleuterios Venizelos, que declaró la guerra a Alemania y
Bulgaria el 3 de noviembre. El rey Constantino seguía
ejerciendo el poder en
Atenas y gran parte de Grecia, lo que generó conflictos
con los aliados, que recurrieron al bloqueo de Grecia. Gran
Bretaña reconoció oficialmente al gobierno
provisional griego el 19 de diciembre.
Se produjeron dos contiendas en los Balcanes durante
1916. En agosto el Ejército serbio, reorganizado en
Corfú, se trasladó a Salónica, donde se
unió a las tropas rusas e italianas para lanzar una
ofensiva conjunta contra las fuerzas búlgaras y alemanas.
Tras las primeras victorias, se vieron obligados a retroceder
debido a un fuerte contraataque. Los aliados lanzaron una
ofensiva a gran escala sobre Macedonia a principios de
octubre; sus tropas capturaron Monastir (en la actualidad Bitola)
el 19 de noviembre y llegaron hasta el lago Ohrid (situado en la
frontera entre Albania y Macedonia) a mediados de
diciembre.
Durante 1916 se desplegó una considerable
actividad militar en tres zonas del Imperio otomano: Mesopotamia,
Arabia y Palestina. En Mesopotamia, la ciudad sitiada de
Kutal-’Amara fue tomada por los turcos el 29 de abril de
1916 y en febrero de 1917 los británicos la
reconquistaron. En Arabia, Husayn ibn Ali, jerife de La Meca,
dirigió junto con su hijo, Abdullah ibn Husayn, la
rebelión del Hiyaz (en la actualidad Arabia Saudí)
contra el dominio otomano en junio de 1916. Husayn ibn Ali
contó con la ayuda de los británicos, que le
reconocieron como rey del Hiyaz en diciembre de 1916. A fin de
favorecer la revuelta árabe, los ingleses destacados en
Egipto
comenzaron a avanzar hacia la península del Sinaí y
Palestina, y a principios de
enero de 1917 habían conquistado varias
fortificaciones.
21. Los intentos de
negociación
En 1916, Thomas Woodrow Wilson, presidente de Estados
Unidos, país que en esos momentos era una potencia neutral,
intentó que las naciones beligerantes entablaran
negociaciones que condujeran a la paz. Como resultado de sus
esfuerzos, el gobierno alemán comunicó a Estados
Unidos en el mes de diciembre que los Imperios Centrales estaban
dispuestos a iniciar las negociaciones de paz. Cuando Estados
Unidos informó de esta noticia a los aliados, Gran
Bretaña rechazó la oferta:
Alemania no había establecido cláusulas concretas
para la paz y en esos momentos Rumania acababa de ser conquistada
por los Imperios Centrales, por lo que no era de esperar que
éstos aceptaran unos términos razonables.
Finalmente, Wilson consiguió que cada uno de los bandos
comunicara sus peticiones concretas, pero éstas resultaron
ser irreconciliables.
22. 1917: la entrada de
estados unidos y la retirada de rusia
La política de neutralidad estadounidense
quedó modificada cuando Alemania anunció en enero
de 1917 que a partir del 1 de febrero recurriría a la
guerra submarina sin restricciones contra la flota
británica y todas las embarcaciones que se dirigieran a
esta nación. Los expertos civiles y militares alemanes
habían calculado que esta estrategia provocaría la
derrota de Gran Bretaña en seis meses. Estados Unidos ya
había expresado su fuerte oposición a la guerra
submarina sin restricciones porque violaba sus derechos como potencia
neutral, e incluso había amenazado a Alemania con la
ruptura de relaciones diplomáticas si se llegaba a aplicar
esta estrategia, de manera que interrumpió sus gestiones
en favor de la paz. El 3 de febrero, Estados Unidos rompió
relaciones diplomáticas con Alemania; varias naciones
latinoamericanas, entre ellas Perú, Bolivia y
Brasil,
secundaron esta acción. Estados Unidos declaró la
guerra a Alemania el 6 de abril.
En 1917 los aliados lanzaron dos ofensivas a gran escala
para romper las líneas alemanas en el frente occidental.
El primer intento tuvo lugar cerca de Arras entre el 9 de abril y
el 21 de mayo. Mientras los altos mandos británico y
francés planeaban la estrategia, los alemanes se retiraron
de la línea del Aisne y se trasladaron a la denominada
Línea Hindenburg, contra la que los aliados dirigieron su
ataque. En esta operación se libraron la tercera batalla
de Arras y fuertes enfrentamientos en el Aisne y en la
región de Champaña, que concluyeron con
pequeñas conquistas por parte de los franceses, pero a
costa de tal número de bajas que provocó el
amotinamiento de las tropas. Tras el fracaso de esta
acción, el general Nivelle fue reemplazado por el general
Henri Philippe Pétain el 15 de mayo.
La segunda gran ofensiva comenzó en junio, cuando
la Fuerza Expedicionaria británica mandada por Haig
intentó atravesar el flanco derecho de las posiciones
alemanas en Flandes. La batalla de Messines y la tercera batalla
de Ypres concluyeron sin ningún progreso para los
aliados.
24. El empleo de los
carros de combate
Entre los ataques que emprendieron los aliados en el
frente occidental durante 1917 destaca una batalla en
Verdún, en la que los franceses consiguieron recuperar los
territorios que habían perdido en los años
anteriores, y la batalla de Cambrai (del 20 de noviembre
al 3 de diciembre), en la que los británicos atacaron con
400 tanques. Ésta fue la primera acción de la
historia militar
en la que se utilizaron carros de combate a gran escala, y pudo
haber concluido con la ruptura de las líneas enemigas de
no ser por la falta de reservas de los atacantes, lo que
provocó que los alemanes terminaran reconquistando el
territorio cedido a los británicos.
Tras su entrada en la guerra el 17 de abril, Estados
Unidos trasladó a Europa la denominada Fuerza
Expedicionaria Estadounidense (AEF), al frente de la cual se
encontraba el general John Pershing. Hacia junio de 1917,
más de 175.000 soldados estadounidenses estaban
adiestrándose en Francia, y una división se
encontraba ya en las líneas del sector aliado
próximo a Belfort; las tropas de la AEF contaban en
noviembre de 1918 casi con dos millones de hombres.
Durante 1917 la guerra submarina alemana fracasó
en su intento de provocar la rendición de Gran
Bretaña mediante la destrucción de la flota aliada,
de la que los británicos dependían para la
obtención de alimentos y
suministros. La campaña submarina alemana parecía
eficaz en sus comienzos; hacia finales de 1916 los alemanes
hundían mensualmente alrededor de 300 toneladas de
embarcaciones británicas y aliadas en el Atlántico
norte; la cifra ascendió a 875.000 toneladas en el mes de
abril, por lo que los alemanes estaban seguros de
conseguir la victoria en breve. Sin embargo, Gran Bretaña
consiguió, desde el verano, restar eficacia a la
estrategia alemana siguiendo varios métodos:
adoptó un sistema de
convoyes en el que las flotas mercantes eran protegidas por
destructores y cazasubmarinos, utilizó hidroaviones para
detectar a los submarinos y empleó cargas de profundidad
para destruirlos. Al llegar el otoño, los alemanes
comenzaron a perder numerosos submarinos, a pesar de que
seguían hundiéndose una gran cantidad de barcos
aliados. A su vez, las naciones aliadas, especialmente Estados
Unidos, construían rápidamente nuevas
embarcaciones. El intento alemán de poner fin al conflicto
a través de la guerra submarina había
fracasado.
En marzo de 1917 la primera fase de la Revolución
Rusa culminó con el establecimiento de un gobierno
provisional y la abdicación del zar Nicolás II. El
nuevo régimen prosiguió con la guerra; en julio las
tropas rusas, al frente de las cuales se encontraba el general
Alexéi Alexéievich Brusílov, avanzaron con
cierto éxito en el frente de Galitzia, pero posteriormente
perdieron gran parte del territorio conquistado. En septiembre
los alemanes tomaron Riga, defendida por las fuerzas rusas del
general Lavr Gueórguievich Kornílov, y un mes
más tarde ocuparon la mayor parte de Letonia y un gran
número de islas rusas del mar Báltico. Uno de los
puntos programáticos del partido bolchevique, que
tomó el poder el 7 de noviembre, era la retirada de Rusia
del conflicto; el 20 de noviembre
el nuevo gobierno ofreció a Alemania la suspensión
de las hostilidades. Los representantes de Rusia, Austria y
Alemania firmaron el armisticio el 15 de diciembre, con lo que
cesó la lucha en el frente oriental.
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