El primer problema que se me presentó al comenzar
a elaborar el presente texto, fue
cómo comenzarlo. Puede parecer un problema menor, ya que
en otro contexto y con un tema más acotado hubiese sido
hasta un pensamiento
banal. Sin embargo este problema, dentro de las características específicas de
nuestra consigna, no es ni menor ni banal, ya que elegir un
determinado comienzo es también elegir un camino que
signará todo el texto.
Reflexionando bastante sobre el asunto concluí
(esto no es ninguna novedad) que cuando se hace historia mediática se
está haciendo historia cultural. Y que
hablar de ‘historia cultural’ es hablar
de dos términos (historia y cultura)
profundamente ligados a posturas ideológicas, a diferentes
visiones, a diferentes formas de abordaje, etc. Por lo tanto
llegué a la conclusión de que el comienzo y las
diferentes formas de encarar la sinopsis no estaban
‘prefijadas’ por la consigna sino que hay varias
formas de comenzar y de iluminar las historias mediáticas
y sus relaciones.
Entonces, someramente explicitaré el futuro
derrotero a seguir. Tomaré como eje transversal el medio
gráfico a nivel nacional, porque es el que más me
atrae (aunque no es menos falso que es sobre el medio que
más hincapié hizo la cátedra). Desde
allí entablaré las relaciones con la historia de
los otros medios a nivel
nacional y mundial.
La historia del medio gráfico nacional comienza a
formalizarse a comienzos del siglo xix, con la Revolución
de Mayo. Sin embargo este comienzo se relaciona con el comienza
de los medios gráficos franceses e ingleses a fines del
siglo xviii y comienzos del xix. (v. Rivera, 1998)
Los grandes cambios tecnológicos producidos por
la Revolución
Industrial vinculados a las artes gráficas, al mismo
tiempo que los
grandes cambios estructurales (los primeros cambios en el pasaje
del modo de producción feudal a los inicios del
capitalismo,
el florecimiento de la Ilustración, luego la Revolución
Francesa, el ascenso de la burguesía, etc.) dieron
lugar al desarrollo de
la prensa y la
literatura, sobre
todo en Francia e
Inglaterra.
Así aparecen las primeras publicaciones y una nueva figura
en escena: el periodista. Los dirigentes jacobinos de la Revolución
Francesa, comenzaron a publicar los primeros
periódicos modernos.
Aquí, en el Río de la Plata, la Revolución
de Mayo nace bajo la impronta de la Ilustración y de la Revolución
Francesa, por lo tanto la situación material e
ideológica de la prensa comienza a
tomar un fuerte impulso a partir de 1810. Se modernizan las
imprentas, nacen otras nuevas, se comienza a dar prestigio a la
palabra impresa. Algunos ejemplos serán La Gaceta de
Buenos Aires,
de Mariano Moreno, los periódicos como El Censor,
Mártir o Libre, El Independiente, Los Amigos de la Patria,
El Grito del Sud, etc. Sin embargo estas primeras publicaciones
tenían también su reflejo en la prensa inglesa de
esa época, donde los periodistas eran los políticos
de esa época, que más que escribir predicaban,
enseñaban, adoctrinaban… (v. Rivera, 1998).
Tanto en Inglaterra como
en Francia, la
revolución
industrial y el ascenso de la burguesía opera como
motor de cambio del
periodismo
gráfico dando origen a los nuevos diarios y a la
profesión del periodista, a las agencias de noticias, los
corresponsales y fundamentalmente la separación entre los
periódicos -abocados a la noticias- y las revistas
-más dedicadas al análisis político-literario-. (v.
Ford, s/a).
Mientras tanto en nuestro país, o proyecto de
país, se estaban organizando las primeras imprentas, se
comenzaban a fijar los primeros temas importantes para la
discusión cultural, como la creación de imprentas y
bibliotecas, las
academias, la educación, etc. Esto
siempre bajo la influencia de la Ilustración europea. Los
escritores y protoperiodistas todavía se dedicaban a otras
profesiones que les remitieran ingresos y en
segundo plano a escribir.
Con el auge del romanticismo (en
las primeras décadas de 1800 en Europa y en
América
un par de décadas después) comienzan a publicarse
obras periódicas ilustradas, generalmente semanales, (las
primeras revistas) donde ya no se hace hincapié en la
noticia sino que se permiten la licencia de incluir obras de
teatro,
literarias, noticias sociales, ilustraciones litográficas
y el género más importante: el folletín
(aunque sabemos este género tiene casi dos siglos de
existencia, tendrá en el siglo xix un auge y un desarrollo
nunca experimentado). Este género será
hegemónico hasta entrado el siglo xx, cuando sea
reemplazado por la historieta o cómic. (v. Rivera,
1994)
Los orígenes europeos de la prensa ilustrada no
son tan lejanos de los nuestros. En 1835 Rivera Indarte crea el
primer periódico
ilustrado de Buenos Aires: El
Diario de Anuncios. (v. Rivera, 1998). Luego llegarán
Museo Americano de ese mismo año, que era un semanario
ilustrado editado por el suizo César Bacle, quien
instaló en Buenos Aires, el primer taller de
litografía hacia 1928, y La Moda, 1837, la
primer revista que
incluye en sus páginas la frivolidad como tema, aunque de
todas formas sigue el estilo de la Ilustración, con sus
notas de marcado enciclopedismo. Alberdi fue uno de sus ilustres
integrantes.
De todas formas Europa y ee.uu.
continuaban llevando la delantera, en adelantos técnicos,
mediáticos y estilísticos. El crecimiento
poblacional, la creciente instrucción y poder
adquisitivo hacen del público letrado un mercado
más que apetecible tanto en Francia, en Inglaterra como en
ee.uu. Por eso comienzan a partir de la tercera década del
siglo xix a florecer lo que se llamó la prensa
sensacionalista, dando lugar a temas policiales, crímenes
espectaculares, el relato detallado de hechos reales, etc. (v.
Ford, s/a). Este tratamiento y popularización de la prensa
junto con las innovaciones técnicas como la prensa
rotativa y luego los linotipos, junto con la fabricación
cada vez más barata de papel,
permitirá el nacimiento de los grandes imperios
periodísticos como los de Pulitzer y de Hearts.
En el Río de la Plata, dentro de una coyuntura
política
conflictiva, una guerra civil y
la nueva organización nacional, dará lugar a
un tipo de relación política facciosa que
también determinará la forma de la prensa hasta
principios del
siglo xx, esta prensa de facciones conservadoras dará
origen a dos diarios fundamentales en la historia de los medios
gráficos: La Prensa (de José C. Paz) y La
Nación (de Bartolomé Mitre), estos dos medios
matutinos serán por mucho tiempo los medios
hegemónicos de transmisión de noticias y manejo de
la opinión pública. Presentando una permanente
tensión entre ambos, adscribiendo alternativamente al
modelo
americano moderno, o al modelo
francés. (v. Saitta, 1998)
Pero ya para 1870 el mundo había logrado varios
cambios tecnológicos y habían nacido otras
relaciones entre nuevas tecnologías y comunicación mediática. La palabra
escrita no era lo único que el público
quería ver, hacía tiempo que las imágenes
informaban tanto como la palabra, desde que en 1831 Louis Jacques
Daguerre había inventado la forma de plasmar imágenes
sobre una plancha metálica bañada en yoduro de
plata. Este será el comienzo de un siglo de innovaciones
técnicas hasta la incorporación definitiva de la
fotografía
como un medio de expresión e información. Hubo intentos y mejoramientos
del procedimiento de
Daguerre, pero el último cambio
fundamental fue la creación de la película de
celuloide creada en 1889 de George Eatsman que puso fin al
daguerrotipo para dar lugar a la fotografía
moderna. (v. Microsoft
Corporation, 1998).
Sin embargo las fechas y las evoluciones
cronológicas de los dispositivos técnicos poco nos
dicen de su desarrollo concreto, de
sus concretas inserciones o de sus propios tiempos de evolución. En el caso de la
fotografía, nos encontramos con que el género
más utilizado por la prensa, fotoperiodismo, había
sido inaugurado mucho antes del nacimiento de la
fotografía. Como cuenta Rivera, en "Antepasados de la
fotografía. Pintores periodistas", (v. Rivera, 1997) la
fotografía periodística ya tenía un nicho de
aplicación antes de haber siquiera nacido. Los pintores
del siglo xviii y principios del
xix, ya pintaban sucesos importantes, generalmente hechos
sensacionales o fuertemente emotivos (muertes de célebres,
fusilamientos masivos, etc.). El fin tenía un fuerte
carácter informativo. Aquí, en el Río de la
Plata, cuando ya estaba instalada la fotografía, aun se
continuaba haciendo, como el caso del cuadro Episodio de la
Fiebre Amarilla, del uruguayo Juan Manuel Blanes. Famosas fueron
las primeras imágenes fotográficas de la Guerra de
Crimea, del inglés
Roger Fenton en 1855. Aunque en general esto fue aislado, pues
los primeros fotógrafos se
dedicaron, en un principio a fotografiar paisajes, naturalezas
muertas o retratos, sin encontrar, hasta pasada la mitad del
siglo un lugar dentro de los medios informativos o
periodísticos. En este sentido me parece interesante la
reflexión de Rivera acerca del descubrimiento de la
noticia y en especial de la ‘mala noticia’ (el
sensacionalismo) hecho por la pintura mucho
antes que lo pudiera hacer la fotografía.
Como vemos la palabra escrita y la imagen no siempre
fueron juntas, sobre todo porque las limitaciones técnicas
y las diferencias de códigos muchas veces hacían
que las relaciones no fueran tan simétricas como las
conocemos ahora.
La llegada de formas modernas de composición
tampoco cambiaron la historia en forma inmediata. Los
periódicos de finiseculares hasta entrada la primera
década de nuestro siglo continuaban componiendo sus
portadas sin aprovechar todas las posibilidades técnicas
de composición. Encontramos que diarios de gran tiraje
como La Prensa y La Nación, no incluyen todavía,
grandes titulares o fotografías en sus
portadas.
Sin embargo, para completar este desarrollo
histórico mediático nos faltan todavía dos
procesos
tecnológicos fundamentales que serán el eje del
cambio del código perceptivo que signará al siglo
xx. Claro estamos hablando del nacimiento de la radio, creada
a partir del desarrollo tecnológico descubierto por
Guglielmo Marconi en 1896, al inventar la telegrafía sin
hilos. El objetivo de la
telegrafía sin hilos fue en un principio acompañar,
en plena etapa de los imperialismos, el desarrollo
económico de las grandes potencias marítimas, y
apoyar estratégicamente el desarrollo de las relaciones
beligerantes de estas mismas potencias en su afán de
dividirse el mundo (v. Bosetti, 1994). Pero Sarnoff, un ingeniero
en radiotelefonía de la empresa de
Marconi, vio la posibilidad de que la radio no tenga
solo una fin sino que pueda pensarse como parte de un proyecto
comercial y comunicativo más amplio, esto daría
lugar a las transmisiones culturales.
En la Argentina (desde
la primera transmisión de la ópera Parsifal de
Wagner lograda por Susini en 1920) también recorrió
el modelo europeo y americano de corte educacional-cultural, pero
en 1927, con la compra de Radio Belgrano
por parte de Jaime Yankelevich comenzarán a aparecer al
aire los primeros
shows radiales y el entretenimiento popular (v. Bosetti,
1994).
También a fines de siglo, en 1895, nace un medio
que cambiará definitivamente la percepción, la difusión de la
cultura y los
conceptos de comunicación. Desde la presentación
del colosal invento de los hermanos Lumière en el
salón del sótano del Grand Café de
París, donde el corto "La llegada de un tren"
provocó el pánico en los espectadores, hasta la
primera presentación del film en Buenos Aires, en el
teatro
Odeón (en 1896) sólo había pasado un
año. Esto nos muestra que
contrariamente con lo que sucedía con los desarrollos
desiguales de los otros medios el cine no
estará tan desfasado en tiempo ni en desarrollo (por lo
menos hasta los años ’30 o ’40).
Aunque cabe destacar que el cambio fundamental del medio
cinematográfico operará no sólo a nivel
perceptivo sino a nivel mediático en los demás
dispositivos. La fotografía no volverá a ser la
misma a partir del nacimiento de la imagen en
movimiento. El
pasaje de la imagen estática,
propia de la iconografía y del retrato pictórico, a
la dinámica de la figura, diferenciada del
fondo, son obra, seguramente, del desarrollo de los planos,
primeros planos y del montaje, propios de la enunciación
cinematográficas, que tendrá como pioneros a
Griffith y Eisenstein. (v. Rivera, 1994, Schnitzer y otros,
1974). En la Argentina, como decíamos, el cine
llegó muy pronto, en relación a los otros adelantos
tecnológicos anteriores, y sus pioneros, sin duda fueron
Eugenio Pastor y Eustaquio Pellicer, quienes organizaron la
primera muestra de cine
en el teatro Odeón y Eugenio Py, que fue el primero en
realizar una filmación, en 1897, con una máquina de
la Casa Lepage, que fue el primero en importar la cámara
Elgé, similar a la de los hermanos Lumière (v.
Martín, s/a).
Además, el cine, fue un importante motor del cambio
en las concepciones de los escritores y dramaturgos quienes
hicieron interesantes adaptaciones de obras de teatro o
folletines. Vale nombrar a Gonzáles Castillo con su
adaptación de "Juan Moreira", para el film de Mario Gallo,
o el de "Nobleza Gaucha". También las adaptaciones de Hugo
Wast, sobre todo "Federación o muerte" (1919)
dirigida por Gustavo Carballo basada en el folletín que se
publicaba en PBT. Otras incursiones relevantes fueron las de
Horacio
Quiroga y Manuel Gálvez, que intentaron crear una
productora cinematográfica, aunque el proyecto
fracasaría por no conseguir el financiamiento
económico.
El caso de Quiroga es, especialmente interesante, porque
fue uno de los primeros escritores-periodistas en dedicarse a la
crítica cinematográfica, un género nuevo en
las publicaciones periódicas de la época (Caras y
Caretas, Atlántida, El Hogar) aunque, poco tiempo
después, se convertiría en una sección
más de los periódicos.
Tanto el cine como la radio
modificarían fundamentalmente las concepciones hasta
entonces conocidas, pero los tiempos políticos del
país serían un serio determinante de la
popularización de algunos medios, como los
periódicos vespertinos y los magazines modernos (al estilo
europeo, pero con algunas modificaciones contextuales). Un
ejemplo de esto será sin duda Caras y Caretas, que elige
una novedosa fórmula, la de incluir historietas,
viñetas costumbristas y otros géneros
periodísticos como la entrevista.
Además de la composición más novedosa, la
publicación ingresa en un terreno interesante, la
crítica política.
Cuando hablamos de la coyuntura política de
principios de siglo, estamos teniendo en cuenta a la
generación modernista, a las nuevas formas de
relación social producida por el ingreso de actores
sociales nuevos como el proletariado urbano, a la
democratización educativa producida por la
generación del ’80 en su afán de homogeneizar
la gran masa de inmigrantes europeos del último cuarto de
siglo xix. Estamos hablando también del ingreso a la vida
política del socialismo y el
anarquismo y de la ucr, primer partido burgués no
faccional que, a pesar de su compleja conformación, fue el
primero en plantear concretamente el fin del fraude
conservador, impulsando desde su lugar opositor la Ley de Sufragio
universal y el ingreso a la vida política de una gran masa
-con altos niveles de instrucción- que exigían
participar de la vida política. Está coyuntura
política permitió seguramente la creación y
nacimiento de nuevas publicaciones con formato magazine y
también con estructura
periódica.
En este terreno es imposible eludir el cambio
significativo provocado por Natalio Botana con Crítica que
en 1913, (un año después de la Ley Saenz
Peña) sale a la calle a competir por un espacio entre los
diarios vespertinos. Crítica, según Saitta, nace
como un diario que, a pesar de tener un discurso de
independencia
de los partidos
políticos, tiene un fuerte posicionamiento
conservador y antipopular. Pero su innovación más importante fue la
gran utilización del titular de gran cuerpo, el
hincapié constante en la noticia policial,
situándose en un lugar sensacionalista muy marcado. Aunque
en los finales de la década del ’10 y el principio
de la década del ’20, las transformaciones eran muy
grandes, lo que permitían esta suerte de
hibridación de sensacionalismo e intelectualidad, que
podía convivir en un medio. Más tarde incluso una
década después, Botana, le entregará a Petit
de Murat y a Borges el
suplemento de los sábados que tendrá un sesgo
intelectual pero haciendo permanentes concesiones a la cultura
popular.
Este hincapié en las concesiones permanentes a lo
popular llaman la atención por el origen y posterior
derrotero de Borges y Petit de
Murat, ya que ambos provenían de la vanguardia
artepurista de los años ’20, es decir el Grupo Florida
(que había editado la revista
Martín Fierro). Este grupo
modernizador había aportado las innovaciones de utilizar
en su publicación el tamaño tabloid, tematizando
una gama muy amplia de fenómenos expresivos que van desde
la arquitectura
hasta el jazz. Buscando permanentemente la originalidad
expresiva, la supremacía de la forma por sobre el
contenido y el alejamiento de cuestiones banales como la
política. Sin embargo, contradictoriamente, el grupo se
separa por cuestiones políticas
(el apoyo o no a la segunda candidatura de Yrigoyen).
Meridionalmente opuesto se encontraba el Grupo Boedo,
con fuerte compromiso político de izquierda. En su seno se
encontraban escritores de no menor importancia que en el Grupo
Florida. Aunque con menos desenfado y más comprometidos,
el caso de Roberto Arlt se transforma en paradigmático,
puesto que nos obliga a dudar (con el beneficio de la perspectiva
que nos da el tiempo) si estas divisiones y clasificaciones no
son demasiado rígidas o solo son formas de encuadrar el
clima confuso
de la época.
Por último, y sabiendo que esta síntesis
es incompleta y caótica, (aunque como decíamos al
principio, todas los son), me gustaría referirme a un tema
interesante que es algo que trasciende hasta nuestros
días. En los comienzos de la radio, más
específicamente en su época comercial a fines de la
década del ’20, se comienza a organizar la programación con el criterio utilizado en
la literatura,
las revistas y hasta las publicaciones periódicas, de
acuerdo al género. Bosetti habla de los géneros
radiales y los divide en cinco: los programas
humorísticos, los programas
musicales, los programas deportivos y los informativos. Por
último los radioteatros. Que tenían su origen en el
folletín y en la obra costumbrista.
Me parece interesante pensar cómo esta suerte de
homogeneización de géneros fuertes en la programación radial pervive hasta nuestros
días sin demasiados cambios. Excepto por un género
importante que es el magazine matutino, nacido como una nueva
forma de cohesión de diferentes géneros: el
informativo, el musical, el radioteatro, etc.
Tanto la radio, cómo los demás medios
estudiados, han pasado por un proceso de
instauración social, donde comienzan a aparecer las
primeras relaciones entre emisiones radiales y oyentes. Bosetti
plantea los cambios lingüísticos que genera la radio,
cambiando el vocabulario cotidiano, puesto que a partir de fines
de la década del ’20 y hasta los años
cincuenta será la radio será el medio
hogareño hegemónico. Por ejemplo la
utilización de palabras como sintonizar (utilizada
metafóricamente en la vida cotidiana para preguntar si el
otro nos entiende) , estar en la misma frecuencia (más de
nuestra época por las fms), cambiar de dial (para cambiar
de tema), etc. refleja sin duda como el medio opera un
irremisible cambio en la vida cotidiana. Lo harán
también los programas humorísticos y las
publicidades, extendiendo su penetración social hasta
ahora.
Para finalizar quiero detenerme en este último
análisis. Cuando los medios se van
instalando socialmente lo hacen siempre con diferentes tiempos y
diferentes niveles de penetración social. Esta
instauración mediática se realiza conforme a dos
limites
dialécticamente relacionados: las posibilidades
tecnológicas y las posibilidades perceptivas (de
codificación) social. Muchos cambios mediáticos no
se pudieron realizar puesto que aunque estaban dadas las
posibilidades tecnológicas no había posibilidades
receptivas y viceversa. Esto ocurre con los cambios producidos en
la prensa y en el nacimiento de los géneros de los medios
gráficos, ocurre con el cine, la radios y sus
géneros específicos. Pero también sabemos,
lo hemos visto, que un nuevo medio puede generar un cambio
perceptivo y a su vez este cambio permite cambios en otros
medios. Por ejemplo el cambio perceptivo operado por el cine
(imagen en movimiento)
sobre la enunciación fotográfica, la
profundización del campo y las diferenciaciones entre
fondo y figura. Al mismo tiempo dando lugar a integrar
imágenes en los medios gráficos que todavía
no habían reconocido que la cultura letrada había
caído significativamente en pos de dar lugar a una cultura
visual y luego audiovisual.
Bueno el espacio, definitivamente, no me alcanzó.
Borré muchos párrafos de análisis, lo cual
se nota en el "estilo colage" del presente texto. De todas formas
está bien que sea así, porque como decíamos
al principio toda historia cultural es ante todo un recorte
arbitrario, ideológico e individual. Bien este es mi
modesto recorte, se que han quedado afuera infinidad de elementos
respecto de los medios gráficos, de la función del
periodista, de los cambios producidos por los adelantos
tecnológicos en la composición, de algunas
relaciones mediáticas con la Primera Guerra, etc. etc.,
etc.
Espero que haya cumplido con algunos de los objetivos
propuestos por ustedes, en mi caso este último trabajo me
dio una perspectiva (que no tenía) acerca de la intrincada
relación entre medios y vida cotidiana, de vida cultura,
de historia cultural. Reflexionando sobre esto pensaba que
seguramente ninguno de nosotros es el mismo que hubiera sido de
no haber existido el cubismo, el
montaje cinematográfico, la publicidad radial
o el fútbol visto desde la tv. Quiero decir que los
medios, nuestra historia cultural, nos condiciona profundamente:
nadie verá jamás una construcción o un cartel publicitario de la
misma forma que se veía antes del cubismo,
tampoco nadie verá jamás un partido de
fútbol, de la misma forma que lo hacía antes,
después de Fútbol de Primera.
Buenos Aires, 25 de junio de 1999
Gustavo Sotolano
Bibliografía
Bosetti, Oscar (1994). Radiofonías. Palabras y
sonidos de largo alcance, Buenos Aires: Colihue.
Ford, Aníbal (s/a). "Literatura, crónica y
periodismo" en
Capítulo Universal Nº 39. Buenos Aires: CEAL.
(Editado en Documento de la Cátedra Nº3, del
primer cuatrimestre de 1999).
Martín, Jorge Abel (s/a). Cine Argentino.
Historia, documentación, filmografía. Buenos Aires:
Cine Libre.
Microsoft Corporation, (1998), Enciclopedia Encarta 99
(2 CDs)
Rivera, Jorge (1995). El periodismo Cultural. Buenos
Aires: Paidós.
Rivera, Jorge (1998). El escritor y la industria
cultural. Buenos Aires: Atuel.
Rivera, Jorge, (1994) Postales
electrónicas. Buenos Aires: Atuel.
Rivera, Jorge, "Pintores Periodistas" en El país
cultural. (Montevideo), 21 de marzo de 1997, pp. 7. (En documento
de la cátedra Nº3, primer cuatrimestre de
1999)
Saitta, Silvia (1998) "La arena del periodismo" en
Regueros de tinta. El diario Crítica en la década
de 1920. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
Schnitzer, Luda, Schnitzer Jean, Martin, Marcel (1974).
Cine y revolución. El cine soviético por quienes lo
hicieron. Buenos Aires: Ediciones de la flor.
Palabras claves: Historia -Medios – Argentina – Diarios
– Revistas – Radio
Resumen: HISTORIA DE LOS MEDIOS EN LA ARGENTINA
Sinopsis
El trabajo
elabora una sinopsis histórica de los medios de
comunicación en, la Argentina, durante los siglos XIX
y XX (llegando como mínimo hasta 1930). Trabaja
comparativamente los aspectos nacional y mundial, y relaciona los
factores socio-políticos, económicos,
tecnológicos y culturales del proceso,
así como posibles influencias, competencias etc.
entre las
distintas tradiciones mediáticas. El trabajo es
de análisis, y no una yuxtaposición de
textos. Incluye, al menos los siguientes elementos:
a) Períodos macrohistóricos y el modo en
que afectaron al proceso mediático.
b) Génesis y desarrollo de la
prensa moderna, la radio, el cine, la fotografía y las
revistas.
c) Algunas particularidades de los géneros
propios de la modernización (folletín,
sensacionalismo, radioteatro, por ejemplo)
Autor:
Gerardo Sturzen