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Globalización de la economia venezolana




Enviado por margaritosa



Partes: 1, 2



    1.
    Introducción

    2.
    Globalización

    3. Análisis del Mercado
    Venezolano

    4. Características del Mercado
    Venezolano

    5. Crisis de la cultura
    democrática en Venezuela y el impacto de la
    globalización

    6. Integración del Mercado
    Latinoamericano

    7. Organismos Multilaterales de
    Integración

    8. Factibilidad de la
    Integración.

    9. Beneficios para la
    Industria Venezolana

    10.
    Proyectos

    11. Economía
    Venezolana en el Mundo

    12. Organismos
    Multilaterales de Integración fuera de
    Latinoamérica

    13. Beneficios para la
    Industria

    14.
    Tendencias

    15.
    Conclusión

    1.
    Introducción

    A pesar de los innumerables trabajos dirigidos al
    estudio y análisis del fenómeno de la
    globalización no es fácil encontrar un intento
    de definición que vaya más allá del nivel
    descriptivo. En términos generales, por globalización se entiende el movimiento
    acelerado de bienes
    económicos a través de las barreras regionales y
    nacionales. Este intercambio incluye personas, productos y
    por sobre todo, las formas tangibles e intangibles de capital. El
    efecto inmediato de la globalización es la
    reducción de la "distancia económica" entre
    países y regiones, así como entre los actores
    económicos mismos, incrementando, de este modo, las
    dimensiones de los mercados y la
    interdependencia económica.

    En los últimos dos decenios del siglo veinte se
    han desencadenado una serie de procesos de
    gran trascendencia, tanto por la magnitud de los efectos
    generados como por la complejidad que estos asumen en su
    expresión fenoménica, en donde se advierte la
    inmediata y recíproca dependencia con la cual están
    concatenados. De estos procesos destacan dos: las formas en las
    cuales se desarrolla competencia en el
    mercado global y;
    la acelerada dinámica del desarrollo
    científico tecnológico ambos, responsables de las
    transformaciones que de manera dramática alteran la
    configuración tecno-económica, modificando el
    conjunto de premisas organizativas y
    científico-tecnológicas así como de las
    formas de comprensión que durante largo tiempo
    posibilitaron el despliegue de un cierto modelo de
    desarrollo (centro-periferia) y de una particular estructura
    bipolar del poder
    mundial.

    Por otra parte, estos proceso
    también han provocado el derrumbe de muchas de las
    certezas que guiaron gran parte de la actividad en la
    época moderna; certezas derivadas a
    partir de marcos teóricos de interpretación hoy
    bajo serios cuestionamientos, pues ellos no facilitaron una
    compresión ni mucho menos la previsión de la
    dinámica y magnitud que asumen las actuales
    transformaciones. Junto con ello, se desdibujan valores,
    ideologías y doctrinas políticas,
    sociales y económicas que impregnaron de sentido a los
    proyectos
    individuales y colectivos de una parte importante de la
    humanidad. Por ello, han sido abandonadas, o por lo menos no
    tienen el poder de convocatoria que antes tuvieron. Sin embargo,
    se advierte que, aunque en forma precaria, a finales del siglo se
    han impuesto una
    serie de consideraciones en torno a las
    determinaciones centrales de la política
    económica contemporánea.

    En el plano económico, por ejemplo, parece
    evidente que al mercado le fue otorgado un rol preponderante: se
    impone como el instrumento más apropiado para manejar los
    intereses competitivos. En el plano político, por su
    parte, la democracia
    representativa es considerada como el medio de mayor eficacia para
    elegir entre orientaciones políticas diferentes. En el
    plano social, las cosas no están muy claras. Sin embargo,
    una tendencia parece imponerse; los gobiernos abandonan la
    pretensión de una sociedad
    más equitativa que asegura el bienestar social para el
    conjunto de los ciudadanos, propiciando en cambio, el
    surgimiento entre los individuos, de atomizadas formas de
    autoayuda, mediadas por el mercado y no por formas colectivas de
    solidaridad.

    Estas consideraciones que dominan en la política
    económica contemporánea, de algún modo,
    configuran un sistema
    político, económico y social ligado en forma
    indisoluble a dos procesos estrechamente relacionados, mismos que
    emergen como distintivos en este último cuarto de siglo:
    la competencia derivada de la economía global y; la
    dinámica del desarrollo tecnológico, que
    además de generar las condiciones para la
    consolidación de un cierto sistema, impone a escala planetaria
    un nuevo paradigma del
    que hacer eficiente, entendiendo por ello la sustitución
    de un modelo rector del progreso tecnológico-comercial que
    las empresas
    utilizaban para identificar y desarrollar los procesos, productos
    y sistemas de
    gestión
    mas rentables a partir de las alternativas tecnológicas
    que estaban disponibles en el mercado.

    2.
    Globalización

    Globalización es una palabra de origen inglés,
    la cual se refería inicialmente a la expansión de
    las empresas multinacionales a través del mundo. La
    globalización se ha desarrollado más allá de
    la actividad de las multinacionales y se define hoy en día
    como el proceso de expansión de las relaciones culturales,
    políticas y económicas entre todas las naciones del
    globo. El fenómeno de la globalización afecta en
    mayor o menor grado a todos los países del mundo. Al lado
    de la globalización se presenta la regionalización,
    la cual no es más que el mismo fenómeno con una
    extensión geográfica menor.

    Podríamos señalar que la
    globalización es un proceso en el cual desaparecen las
    fronteras tradicionales, donde se produce una integración acelerada en el ámbito
    internacional, en el área de los bienes, la tecnología, el trabajo y
    el capital; donde, en los últimos 20 años, se ha
    producido un crecimiento masivo en el comercio
    internacional, en el movimiento y la movilidad de la
    tecnología, el trabajo, el capital. Entre los
    países se han formado bloques, las fronteras empiezan a
    ser determinadas hoy en día, cada vez más, por la
    comunidad de
    intereses económicos y políticos, en lugar de las
    jurisdicciones territoriales tradicionales.

    La globalización económica tiene tres
    manifestaciones: la del comercio de
    bienes y servicios
    entre países, denominada la globalización
    comercial; la creación del mercado de
    capitales globales, denominada globalización
    financiera o geofinanza; y el traslado de personas entre
    países en búsqueda de mejores oportunidades de
    trabajo (globalización del factor trabajo). El
    recíproco de globalización es la autarquía,
    en la cual un país se asila del comercio internacional, a
    través de aranceles y
    restricciones, y controla los movimientos de capital. Un
    país en autarquía trata de bastarse por sí
    mismo.

    Finalidad

    Con la globalización comercial, los países
    tratan de mejorar sus niveles de productividad a
    través de mejor formación de los medios de
    producción, que permita que el país
    desarrolle industrias
    exportadoras. Un país que ignore la existencia de la
    globalización comercial, normalmente se vuelve un
    país importador de materias primas y algunos productos
    manufacturados, y presenta periódicamente problemas en
    sus balanzas de pago.

    Este proceso de transformación ha dado lugar
    también a una búsqueda en paralelo sobre nuevas
    concepciones de las políticas de desarrollo
    económico, puesto que está visto que el reto
    que las economías enfrentan es más complejo y mucho
    más impresionante y, en muchos casos, ya no hay ni
    siquiera el tiempo que las sociedades de
    antes podían dedicarle a la meditación y a la
    negociación; las exigencias son mucho
    más difíciles.

    Ambito

    La globalización comercial comenzó en
    1948, con el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) y, recientemente con
    el tratado de Marrakech, Marruecos. Igualmente forman parte de la
    globalización comercial los acuerdos regionales de
    libre
    comercio, como lo son el Mercado Andino y el Mercosur.

    Los tratados de libre
    comercio tienen como fin facilitar el comercio entre diferentes
    países, mediante la eliminación de barreras
    arancelarias. Cuando se eliminan las barreras arancelarias, los
    bienes producidos en un país se pueden exportar y vender
    libremente en otro país. La globalización comercial
    coloca al productor en un mercado abierto donde puede vender sus
    productos en el mundo, pero también tiene que competir con
    el mundo. El efecto de la globalización comercial ha
    tenido un crecimiento sostenido en el comercio mundial, el cual
    alcanzó un total de 5.500 millardos de dólares en
    1998 (FMI

    3. Análisis del Mercado
    Venezolano

    La economía para el ciudadano corriente no es
    fácil de entender, a menos que se pueda aplicar
    estrictamente pegada al sentido común, lo que no es
    frecuente, especialmente en cuanto al significado práctico
    de los índices económicos. Cierto diario Capitalino
    publicó unos comentarios en donde expone que el venezolano
    común quizá no muestra todo su
    valor.
    Afirmaba que el ingreso familiar del venezolano cubre 37,1% de la
    canasta básica, según los datos recogidos
    por el Cenda (Centro de Documentación y Análisis
    para los Trabajadores), información que ilustra la
    disminución de nuestro poder adquisitivo, al menos en
    cuanto a la canasta básica.

    Por otra parte, el Banco Central
    ratifica que el Sistema de Bandas y la Oficina de
    Asesoría Económica del Congreso, al igual que
    bancos de
    inversión y organismos multilaterales
    afirman que el bolívar está sobrevaluado 35,8% de
    acuerdo al cálculo de
    la paridad de compra con las monedas de los 16 principales socios
    comerciales del país. Días antes el Banco Central
    había informado que la inflación durante 1999
    había alcanzado alrededor de 20%, considerándolo
    muy exitoso si se la comparaba con la del año 1998 que a
    su vez había sido inferior a la de 1997 y que espera
    además que este año llegue a sólo un
    dígito.

    Para el ciudadano corriente que sólo dispone de
    su sentido común esos índices e informaciones
    resultan contradictorios y difíciles de entender en
    conjunto, lo que debe ser posible. La infografía, esa gran
    ayuda de que disponen ahora los medios y los comunicadores para
    ayudarnos a comprender con un vistazo lo que se expresa en
    cuartillas de texto, es, sin
    embargo, muy reveladora. Ella mostraba un hombrecillo con los
    brazos levantados que indicaba el poder adquisitivo del ingreso
    familiar del venezolano frente a la respectiva columna por meses,
    indicativa del valor de la canasta básica, la que cada mes
    desde Agosto hasta Diciembre de 1999 iba subiendo desde Bs.
    534.778 hasta Bs. 646.602.

    El hombrecillo está cada vez más distante
    de alcanzar la cima de la columna respectiva pues su poder
    adquisitivo, por el contrario, ha disminuido en esos mismos meses
    desde 44,8% hasta 37,1% de la respectiva canasta. La
    infografía es muy clara, aunque quizá lo hubiera
    sido más si el cuerpo del hombrecillo se hubiera
    empequeñecido y sus brazos se hubieran alargado, mostrando
    que su pedido de auxilio, su angustia, hubieran
    aumentado.

    Qué pasaría si todos esos índices:
    inflación, poder adquisitivo, sobrevaluación del
    bolívar, etcétera, se integraran en uno solo o al
    menos se indicara su influencia mutua o en cada uno de ellos la
    inflación, por ejemplo, lo que suponemos se podrá
    hacer en la práctica; asimismo la sobrevaluación
    del bolívar debería permitir bajar o mantener el
    precio de algo
    de lo que adquirimos cada día, aun o sobre todo, en los
    productos que conforman la cesta básica que tienen muchos
    componentes importados. Sin duda estas informaciones se
    correlacionan y el ciudadano común, sin comprender
    completamente, intuye que algo falta en la información
    oficial que le llega a través de los medios. Nos hacemos
    preguntas, pero no estamos en capacidad de analizar y sacar
    conclusiones.

    4. Características del Mercado
    Venezolano

    Naturaleza y características de la cultura
    democrática del venezolano

    Podríamos decir que en Venezuela,
    así como en América
    Latina en general, ha prevalecido al menos desde la
    década de los años 30 del presente siglo una
    cultura basada en una visión colectivista y redistribuida
    que privilegia los elementos valorativos de "solidaridad" e
    "igualdad" que
    tiende a liberar al individuo de la necesidad de elegir y
    competir, y lo lleva a acogerse a la protección de otra
    voluntad. Se trata de una concepción que contrasta
    abiertamente con aquella derivada de la tradición
    anglosajona, la cual ha contribuido a desarrollar una cultura de
    tipo más individualista, que se centra en el valor de
    "libertad" y
    que propicia en los individuos una conducta de mayor
    responsabilidad y participación ciudadana,
    disponiéndolos a tomar decisiones y realizar escogencias
    por sí mismos.

    Ciertamente, los estudios realizados hasta el momento en
    Latinoamérica aunque no son muy específicos en
    cuanto a los valores
    culturales propios de cada país, muestran un perfil
    cultural bastante común, cuyas características
    psico-sociales son las siguientes, según el especialista
    venezolano Alfredo Keller.

    1) Presencia de una fuerte tendencia generalizada a
    percibir el entorno como algo que cambia sin que se le pueda
    controlar, razón sobre la cual se ha nutrido el
    fenómeno del paternalismo de Estado y, por
    derivación, de una fuerte relación de dependencia
    del ciudadano hacia las estructuras
    sociales dominantes.

    2) Bajos niveles de confianza en las instituciones
    dado el carácter paternalista e instrumental de las
    relaciones del individuo con la sociedad.

    3) Fuerte personalidad
    autoritaria que refuerza o magnifica la necesidad de sociedades
    dominadas por superestructuras poderosas, referidas a la
    concepción del Estado y a las demandas de un orden
    previsible.

    4) Doble racionalidad entre el discurso y los
    hechos que pone de relieve la
    conflictividad entre las costumbres y las normas que
    explica, en buena medida, las dificultades para asumir
    compromisos colectivos bajo marcos jurídicos
    comunes.

    5) Cierta sobrevaloración del "yo" dentro de una
    cultura mágico-religiosa destinista e igualitaria que, en
    conjunción con la externalidad del control, deriva
    en actitudes que
    privilegian relaciones basadas en la solidaridad sobre las
    relaciones de productividad y que llevan, por ejemplo, a
    considerar la competencia como una cosa indeseable.

    6) Dominio de lo
    emocional sobre lo racional, y permanente conflicto
    entre la esfera de intereses variables y
    los normativos, por la superioridad de aquellos sobre
    éstos.

    7) Bajo nivel de información y superficialidad en
    los niveles cognitivos.

    8) Finalmente, un cuerpo hiperbólico y
    acrítico de creencias sobre el entorno, reflejo de los
    bajos índices de conocimiento e
    información.

    Estas características psicosociales que conforman
    una base cultural cuyos orígenes deben buscarse en
    nuestras herencias y tradiciones políticas,
    económicas, sociales, religiosas y ético-morales
    propias de cada nación latinoamericana pero que en general
    nos identifican como sociedades de fuertes tendencias
    autoritarias, dependientes y clientelares se nutren, a su vez, de
    un cuerpo de creencias sumamente arraigado que refuerza la
    necesidad de un Estado todopoderoso y redistribuidor, a la par
    que desalienta las iniciativas personales y
    competitivas.

    Todo ello explica, en gran parte, el desarrollo en
    América
    Latina y en Venezuela en particular de sistemas políticos
    acentuadamente presidencialistas, centralistas, populistas y
    partidistas, de modelos
    económicos de naturaleza
    rentista y de intervencionismo de Estado, y de sistemas sociales
    poco estructurados, con niveles bajos de asociación,
    organización, participación y
    pluralismo. Este es el caso, precisamente, de la democracia que
    se instaura en Venezuela a partir de 1958, cuyas bases
    sociopolíticas básicas se establecieron entre los
    años 1945-1948.

    Y es a este perfil cultural que también se deben
    como veremos más adelante las resistencias a
    los cambios por una economía abierta y una democracia
    apegada realmente al Estado de
    Derecho, más participativa y moderna, que se han
    producido en prácticamente todas nuestras sociedades
    latinoamericanas. De hecho, las inevitables reformas
    económicas y políticas producto de la
    globalización mundial en sus aspectos de
    liberalización y democratización introducidas en la
    mayoría de los países de la región a partir
    de finales de la década de los ochenta, fueron al menos en
    un principio rechazadas por sus respectivas poblaciones (como ha
    sido el caso venezolano en 1989 y 1993) y posteriormente
    aceptadas pero bajo un contexto de autoritarismo abierto (caso
    chileno con Pinochet) o de autoritarismo velado al estilo civil
    (siendo el caso del régimen Fujimorista en Perú el
    más destacado).

    Para entender cabalmente la naturaleza de la cultura
    democrática venezolana se hace necesario explicar, aunque
    sea muy brevemente, el modelo o proyecto
    democrático que nace en 1958 y que entra en crisis a
    partir de la "década perdida" de los 80, ya que ambos
    están íntimamente vinculados. Este modelo de
    democracia se caracterizó en el ámbito
    político por ser un sistema altamente partidista en virtud
    de que los principales partidos
    políticos del status (Acción Democrática
    y Copei) monopolizaban el proceso político, jugaban el rol
    tanto de mediadores principales, y casi únicos, entre
    el Estado y la
    Sociedad Civil
    como de canales de agregación y articulación de
    intereses sociales. Se trataba a su vez de una democracia pactada
    y populista porque funcionaba sobre la base de un esquema
    complejo de negociación y acomodación de intereses
    acordado por las elites políticas y sociales del
    país, y porque se basó en el reconocimiento de la
    existencia de una pluralidad de intereses sociales,
    económicos y políticos, así como en la
    necesidad de su incorporación en el nuevo
    sistema.

    El sistema político era de carácter
    populista, además, porque su ideal giraba en torno a un
    gobierno que
    respondiera en grado máximo a los deseos y preferencias
    efectivas de la mayoría de los electores, aun cuando este
    populismo
    estuvo signado por fuertes rasgos demagógicos y
    clientelares. el ámbito económico, el sistema
    democrático del 58 se basó en un modelo de
    desarrollo capitalista de Estado dado que ese Estado jugaba un
    papel central
    en la estructuración de las principales coordenadas de la
    nación al fungir como propietario de la fuente principal
    de recursos
    (el
    petróleo) y como agente de distribución de la riqueza nacional. De
    allí que la renta petrolera haya sido el factor
    dinamizador de la economía, mientras que el sector privado
    cumplía un papel secundario.

    Este modelo estatista fue orientado a la
    diversificación del aparato productivo nacional de manera
    de sustituir productos importados por el establecimiento de
    industrias productoras o ensambladoras de bienes terminados
    (modelo cepalista de sustitución de importaciones),
    proceso también financiado por la renta petrolera. Por
    último, en vista de las características
    político-económicas señaladas, el sistema
    social venezolano manifestó un carácter de extrema
    dependencia del Estado y los partidos políticos. La
    creación por parte del Estado de una extensa y compleja
    red asistencial
    que se ejercía y funcionaba esencialmente a través
    de los partidos políticos, produjo una sociedad civil
    débil, basada en pocas organizaciones no
    partidistas y con un nivel precario de
    institucionalización, asociación y
    participación.

    Ahora bien, es preciso señalar que dentro del
    proyecto específico de democracia se garantizaron
    formalmente los valores fundamentales de una cultura
    democrática moderna al estilo occidental. La libertad, la
    igualdad y la justicia
    quedaron consagrados en la Constitución de 1961. Después de
    diez años de dictadura, la
    libertad se convirtió en el valor fundamental,
    especialmente en la esfera de los derechos individuales,
    sociales y políticos; sin embargo, la libertad
    económica estuvo contraía por muchos años en
    virtud de las facultades y funciones
    desproporcionadas que se le dio al Estado en materia
    económica.

    La libertad de expresión, el derecho de libertad
    política y el derecho al voto fueron los valores
    más desarrollados. La igualdad fue especialmente atendida
    en el ámbito social, no obstante siempre asociada
    más a la búsqueda de la igualdad de recursos (con
    un marcado sesgo redistributivo y colectivista) que a la igualdad
    de oportunidades.

    La sistematización de la distribución por
    parte del Estado, aunque no fue necesariamente equitativa, (y
    consecuencia sin que ello haya significado una sociedad
    más igualitaria) permitió un mayor bienestar
    colectivo. La justicia, aun cuando fue proclamada como el gran
    ideal democrático, fue en la práctica el valor
    menos atendido e inculcado. De hecho, la igualdad para acceder
    oportuna y eficazmente a la solución jurídica de
    conflictos fue
    poco asegurada por un sistema de administración de justicia que
    perdió aceleradamente independencia,
    autonomía y eficacia.

    En este modelo democrático también se
    garantizó y desarrolló el pluralismo no sólo
    entendido en términos estrictamente políticos
    (existencia de una sociedad conformada por diversos grupos
    políticos y centros de poder) sino como actitud
    cívica respecto a la diversidad de ideas y posiciones, de
    tolerancia,
    moderación y diálogo para el manejo de las
    diferencias, divergencias y antagonismos. La actitud
    participativa se dio principalmente en el ámbito
    político dando lugar a niveles altísimos de
    participación partidista y electoral. Pero la
    participación económica y cívica fue
    precaria porque se llevó a cabo casi en forma exclusiva
    por intermedio de los partidos políticos, y en
    consecuencia fue poco activa y efectiva. La actitud de
    responsabilidad ciudadana y de rendición de cuentas entre el
    Estado y la sociedad fueron, sin embargo, prácticamente
    inexistentes.

    Pero con todas sus debilidades y diferencias con
    respecto al ideal democrático occidental, entre 1958 y
    1989 (aunque lógicamente estas fechas son imprecisas)
    prevaleció en Venezuela una cultura democrática y
    en estrecha correspondencia con la evolución del sistema político y el
    modelo socioeconómico aquí esbozado. Una cultura en
    donde los rasgos populistas, estatistas, nacionalistas,
    centralistas, rentista fueron los predominantes, pero en la que
    también se desarrollaron los valores y actitudes de
    libertad, pluralismo, competencia e individualismo.

    Esta cultura fue sólida en el sentido que
    existía un gran apoyo y confianza hacia el ideal de la
    democracia y su sistema por parte de la mayoría de la
    población venezolana, a pesar de la
    oposición y critica a determinados gobiernos o formas de
    gobernar (Torres 1990). Sin duda, este basamento cultural fue un
    factor de suma importancia en el proceso de estabilidad,
    consolidación, legitimidad, alternabilidad y
    gobernabilidad democrática del Estado-nación
    venezolano, y un paso de avance significativo con relación
    a la cultura política prevaleciente durante los
    períodos autoritarios del siglo XX.

    5. Crisis de la cultura
    democrática en Venezuela y el impacto de la
    globalización

    No obstante, durante la década de los 80 y en
    particular en la década de los 90, esta cultura
    democrática ha empezado un proceso de resquebrajamiento y
    cambio. Su crisis y deterioro se puede deducir y palpar
    más nítidamente de las opiniones que la
    mayoría de la población venezolana viene
    manifestando con relación a la democracia como sistema,
    hacia sus instituciones fundamentales, sus procesos y actores;
    así como en las actitudes y creencias políticas y
    económicas que expresa, las cuales también han sido
    detectadas y seguidas en múltiples estudios cualitativos y
    sondeos de opinión pública (Fundación
    Pensamiento y
    Acción et al. 1996; Zapata 1996). De ellos sabemos, por
    ejemplo, que la mayoría de la población venezolana
    manifiesta que la democracia es, sin lugar a dudas, el sistema de
    gobierno preferible pero que en algunas circunstancias un
    gobierno no democrático podría ser aceptado. Para
    el año de 1990, una minoría (5.2%) de la
    población manifestaba estar "muy contenta" con la
    democracia; alrededor del 66.2% indicaba que estaba "más o
    menos contenta"; y algo más de una cuarta parte (28.6%)
    expresaba que el sistema debería ser sustituido. Y al
    preguntársele por cuál sistema debería ser
    sustituido un 37% decía que por una dictadura, un 30.8%
    por una mejor democracia y un 23.6% por un modelo
    socialista).

    Aunque la oposición al sistema democrático
    no era mayoría, abarcaba en 1990 a un sector bastante
    apreciable de la población. Con estas cifras en mente, no
    debe sorprendemos que los intentos de golpes de Estado
    acontecidos en 1992 hayan tenido más eco y apoyo del
    esperado por parte de los venezolanos. Para 1996, el nivel de
    satisfacción con la democracia ya era francamente escaso
    (24%) en contraste con los niveles de insatisfacción 75%);
    y esta insatisfacción venía dada porque los
    aspectos negativos que se ven y sufren en esta democracia
    (corrupción, falta de justicia, desorden,
    delincuencia,
    falta de seguridad
    personal,
    pobreza,
    inflación, desempleo) son
    más y mayores que los positivos, referidos casi
    exclusivamente a la libertad de expresión y de
    votación

    Con estas cifras, que sin duda han aumentado en 1997 y
    1998, tampoco nos debe asombrar que en la actualidad el 82,8% de
    los venezolanos quiera cambios radicales en el sistema
    democrático, que un 53% los quiera a través de una
    Asamblea Constituyente (es decir, eliminando el Congreso
    Nacional) y que un 47% de la población venezolana se
    encuentre dispuesta a votar por el exmilitar golpista Hugo
    Chávez (Datanálisis-El Universal 1998). Los
    estudios también demuestran actitudes de muy poca
    participación política y electoral (de hecho los
    niveles de abstención electoral han crecido
    exponencialmente en las elecciones presidenciales y regionales
    que se han dado a partir de 1988); de rechazo y desconfianza
    hacia las instituciones fundamentales de la democracia tales como
    los partidos políticos tradicionales (que hoy congregan un
    60% de rechazo en promedio), el congreso, el ejecutivo y el
    poder judicial;
    así como actitudes de confusión, apatía y
    anomia colectiva.

    En suma, los venezolanos de hoy desean una democracia
    distinta que les proporcione orden y bienestar. Si ese cambio
    democrático no se da, están dispuestos a aceptar,
    al menos circunstancialmente, un régimen no
    democrático. Pero dentro de este deseo de cambio no se
    observa una inclinación clara por una democracia de
    economía abierta y menos estatista o dependiente de la
    renta petrolera. La mayoría de la población
    continúa pensando que el bienestar depende del Estado, que
    el petróleo
    nos beneficia a todos los venezolanos y que si bien es necesario
    reducir el tamaño del Estado, éste no debe dejar
    los controles y subsidios. La mayoría espera acción
    gubernamental más que incentivo a la sociedad para que
    asuma la propiedad de
    las empresas (Datanálisis – El Universal 1998). No
    obstante, en comparación con años anteriores, una
    buena parte de la población empieza a considerar la
    importancia y funcionalidad de la empresa
    privada, de las privatizaciones, de la inversión
    extranjera y del valor de la competencia.

    Estos hallazgos acerca de los valores, actitudes y
    creencias del venezolano actual ponen en evidencia valoraciones y
    patrones de conducta mixtos y contradictorios, en los que
    resaltan tanto los aspectos modernizadores (democracia liberal)
    como especialmente los aspectos tradicionales (democracia
    populista y estatista). Todo este perfil cultural confirma, que
    la cultura democrática se encuentra en proceso de crisis,
    de acentuada transición sea hacia una
    reconstrucción o hacia una deconstrucción
    democrática.

    Es difícil precisar cuál de los dos
    caminos se terminará adoptando ya que ni siquiera
    está claro aún si la evolución
    sistémica de la democracia terminará por mantener
    una continuación de la democracia populista o imponer un
    modelo de democracia moderna al estilo liberal o una dictadura
    abierta o velada de autoritarismo-civil.

    Basta señalar, en líneas generales, que
    este modelo de democracia partidista, populista y pactada fue
    agotándose en la medida que entraba en crisis el modelo de
    desarrollo económico de carácter rentista y
    estatista, y en la medida que colapsaba el esquema clientelar
    adoptado por los partidos políticos como mecanismo de
    intermediación entre el Estado y la sociedad, al ir
    creando un estado de frustración con relación a las
    expectativas que se tenían en torno a la eficiencia del
    sistema mismo.

    El modelo democrático dependió de la
    presencia y adecuación de tres factores fundamentales: la
    abundancia de recursos económicos provenientes de la renta
    petrolera, con los que el Estado pudo satisfacer las demandas de
    grupos y sectores heterogéneos; un nivel relativamente
    bajo y de relativa simplicidad de tales demandas que
    permitía su satisfacción con los recursos
    disponibles; y la capacidad de las organizaciones (partidos y
    grupos de presión) y de su liderazgo para
    agregar, canalizar y representar esas demandas, asegurando la
    confianza de los representados. Pero al producirse un cambio
    negativo en estas tres variables lo cual sucedió durante
    la década de los años 80 y muy especialmente a
    partir de 1989- el deterioro y la crisis del modelo se hicieron
    presentes.

    Pero la crisis sistémica y cultural de la
    democracia también se deben a factores externos. Y
    aquí es que entra en juego el
    proceso de globalización. Se podría decir que la
    globalización entra en Venezuela y que Venezuela mira
    hacia el nuevo orden global, a partir del año de 1989
    cuando el entonces recién instaurado II gobierno del
    socialdemócrata Carlos Andrés Pérez del
    partido Acción Democrática toma la decisión
    de implementar un programa radical
    de ajuste y reestructuración – mejor conocido como "El
    Gran Viraje"- destinado básicamente a transformar la
    economía pero que fue acompañado de reformas para
    transformar el Estado y modernizar el sistema
    político.

    6. Integración del
    Mercado Latinoamericano

    El proceso de integración regional es un elemento
    fundamental para insertarnos en la globalización.
    Ciertamente la integración regional es una de las salidas
    estratégicas en Latinoamérica, para aumentar la
    escala de nuestros mercados, para sumar recursos y para
    complementarnos. Esto se ha visto no sólo en materia
    estrictamente comercial, sino también en materia
    financiera. En tal sentido, la integración regional juega
    un papel importante, pero vista como un proceso abierto, como un
    proceso integrado a esa internacionalización de los
    mercados de los que hemos estado tratando.

    El rol preponderante de las corporaciones
    transnacionales, en el campo de la reestructuración o
    regionalización industrial, se visualiza especialmente con
    relación a las dos áreas principales, en las cuales
    se ha incrementado la competencia internacional, el comercio y la
    inversión directa. Justamente aquí, es donde se
    expresan las tendencias que impulsan la competencia internacional
    y lo que lleva a la regionalización e integración
    con los mercados.

    En este sentido, el crecimiento
    económico y la transformación sería
    acompañada por un cambio en los patrones de las ventajas
    comparativas, relativas y absolutas de cada país. Las
    empresas transnacionales que actúan en el mercado global
    deben concebir e implementar estrategias
    específicas para cada uno de los tres más
    importantes mercados que componen la tríada,
    específicamente con relación al diseño
    de los productos, el mercadeo y
    distribución, la red de abastecimiento, finanzas,
    comercio e inversión externa.

    Las industrias de alta tecnología que se
    convierten en las empresas líderes de la competencia
    global no están igualmente distribuidas entre los
    países. Esto implica, muchas veces, que ante un incremento
    de la competencia, los gobiernos se sientan impulsados a generar
    políticas diseñadas para alcanzar o mantener
    sectores económicos competitivos, al mismo tiempo que
    generan medidas que dificultan el desarrollo de los negocios de
    las empresas "extranjeras".

    7. Organismos Multilaterales
    de Integración

    Estos organismos de una manera u otra forman parte de la
    Integración Latinoamericana:

    • América Latina y el Caribe Asociación
      Estados del Caribe – AEC
    • Asociación Latinoamericana de Instituciones
      Financieras para el Desarrollo – ALIDE
    • Asociación Latinoamericana de
      Integración – ALADI
    • Banco Centroamericano de Integración
      Económica – BCIE
    • Cámara de Integración Económica
      Venezolana Colombiana – CIVC
    • Centro de Formación para la Integración
      Regional – CEFIR
    • Centro Latinoamericano de Administración para
      el Desarrollo – CLAD
    • Centro Americano de Administraciones Tributarias –
      CIAT
    • Centro Latinoamericano de Globalización y
      Prospectiva – CeLGyp
    • Centro Regional de Información sobre Desastres
      para América Latina y el Caribe – CRID
    • Comisión Económica para América
      Latina y el Caribe – CEPAL
    • Comunidad Andina – CAN
    • Comunidad del Caribe – CARICOM
    • Corporación Andina de Fomento –
      CAF
    • Federación Latinoamericana de Bancos –
      FELABAN
    • Foro Electrónico de Micro, Pequeñas y
      Medianas Empresas Latinoamericanas
    • Grupo de Países Latinoamericanos y del Caribe
      Exportadores de Azúcar – GEPLACEA
    • Instituto para la Integración de
      América Latina y el Caribe – INTAL
    • Instituto Interamericano de Cooperación para
      la Agricultura
      – IICA
    • Mercado Común del Sur – MERCOSUR
    • Organización de Estados Americanos –
      OEA

    Acuerdos de Integración:

    Europa viene desarrollando nuevas e interesantes formas
    de organización político-administrativas durante
    las últimas dos décadas. Espacios y competencias
    económicas tradicionalmente reservados al Estado nacional,
    han sido deliberadas y conscientemente adjudicados a ese singular
    Estado supranacional que es la Unión
    Europea (políticas comunes en el ámbito
    agrícola, monetario, protección al consumidor, e
    industria del
    gas natural,
    para mencionar sólo algunas).

    Tres formas de organización
    político-administrativa parecen fortalecerse en Europa: la
    supranacional, la regional y la municipal, ante lo cual la
    instancia nacional, si no pierde significación, sí
    cambiará radicalmente su papel. Este fenómeno, sin
    embargo, no es ajeno a la tradición y cultura
    política de Europa, como lo demuestran el status
    federalizado de Alemania o
    Suiza. Más recientemente, se destacan las
    autonomías españolas, la regionalización en
    la Francia de
    Mitterrand y las ofertas de una mayor autonomía
    político-administrativa a Escocia y Gales en el Reino
    Unido de Tony Blair.

    La política exterior de un país en
    vías de desarrollo, de medianas dimensiones
    económicas y de extenso territorio como Venezuela, no
    puede estar ausente de tan trascendentales procesos
    simultáneos de integración supranacional y de
    regionalización cultural en el viejo continente,
    máxime cuando nuestras propias instituciones son hijas del
    ordenamiento político-administrativo europeo y de la
    cultura grecoromana y judeocristiana de Occidente, que tuvo su
    cuna también en el Mediterráneo. La diplomacia
    moderna de Venezuela viene asignándole a Europa el sitio
    estelar que le corresponde ante las nuevas realidades de una
    unión total en el orden económico y monetario, por
    una parte, y de una marcada descentralización regional con claro acento
    cultural y lingüístico, por la otra.

    Son innumerables los proyectos de integración que
    tiene Venezuela con el resto de Latinoamérica, estos son
    un ejemplo que tomamos al azar de tres organismos:

    • Grupo andino:

    Países Participantes: Colombia,
    Ecuador,
    Bolivia,
    Perú, Venezuela .

    La Comunidad
    Andina es una Unión Aduanera y la Zona de Libre
    Comercio funciona plenamente entre sus Miembros, por lo que el
    intercambio de las mercancías originarias de los
    países miembros, está libre de restricciones y de
    derechos de importación en la Sub-región. Asimismo
    se ha avanzado en la facilitación del movimiento de
    factores productivos a través del Comercio de Servicios y
    la liberalización del Régimen de Inversiones
    Extranjeras.

    Las relaciones comerciales del Grupo Andino,
    hoy Comunidad Andina, han adquirido una importante
    dinámica desde 1992. Dentro de ese auge comercial, tiene
    una gran significación el intercambio desarrollado entre
    Venezuela y Colombia, con un crecimiento del 300% entre 1993 y
    1994.

    • Grupo de los tres g-3:

    Países Participantes: Colombia, México y
    Venezuela.

    Es un acuerdo de libre comercio que entró en
    vigencia el primero de enero de 1995, creando un mercado
    potencial de 149 millones de consumidores. El acuerdo estipula
    una reducción arancelaria del 10% anual, durante diez
    años (comenzando en 1995), para el libre comercio de
    bienes y servicios de los países miembros. El G-3 es un
    acuerdo de tercera generación y no se limita a la
    liberalización comercial, sino que incluye una serie de
    nuevos tópicos del comercio internacional, tales como
    servicios, inversión, adquisiciones gubernamentales,
    regulaciones contra la competencia desleal y propiedad
    intelectual.

    • Asociación latinoamericana de
      integración – aladi:

    Países Participantes: Argentina,
    Brasil,
    Chile,
    Paraguay,
    Uruguay,
    México, Venezuela.

    El tratado de Montevideo de 1980, que sirve de marco
    para la actuación de la ALADI, tiene como objetivos:

    1. La promoción y regulación del
      comercio recíproco, la complementación
      económica y el desarrollo de las acciones de
      cooperación económica que ayuden a la
      ampliación de los mercados.
    2. Fomentar y regular el comercio agropecuario
      intraregional.
    3. Establecer en forma gradual y progresiva un mercado
      común Latinoamericano.

    Dicho tratado contiene además, ciertos principios que
    los países deben tomar en cuenta para la ampliación
    del mismo y la evolución hacia el objetivo
    final, los cuales son:

    Pluralismo: voluntad de los países para su
    integración

    Convergencia: multilateralización progresiva de
    los acuerdos de alcance parcial.

    Flexibilidad: permite la concertación de acuerdos
    de alcance parcial.

    Tratamientos diferenciales: aplicado de acuerdo al grado
    de desarrollo de los países.

    8. Factibilidad de
    la Integración.

    La globalización, es decir, el viejo crecimiento
    de la actividad económica por encima de las fronteras
    políticas de las naciones, se ha intensificado en la
    última década. El impulso procede del desarrollo de
    las comunicaciones, la avalancha informativa y
    la muerte de
    la bipolaridad económica e ideológica que
    marcó la Guerra
    Fría. También han contribuido las nuevas
    estrategias corporativas geográficamente
    flexibles.

    Alianzas estratégicas, crecimiento del mundo de
    los servicios, intenso flujo de capitales y si faltaba algo,
    ahora también avanza una visión convergente de los
    riesgos
    ambientales, los derechos humanos,
    la expansión de la democracia, la descentralización
    y la participación de la sociedad civil. Cada vez hay
    más cosas consideradas como patrimonio
    universal.

    Nos enteramos en segundos sobre eventos y
    declaraciones. Capitales e Inversionistas migran hacia donde
    encuentran las mejores condiciones. Hasta las fábricas son
    portátiles. Los gobiernos con visión se adaptan al
    cambio redefiniendo estrategias.

    Algunos futuristas perciben a la globalización
    consolidada dentro de pocos años. No creemos que sea
    así, todavía hay mucha tela que cortar. La
    regionalización y la tendencia a construir un mundo
    multipolar es quizá la fuerza
    más importante que se opone a la globalización y
    está funcionando. Así lo entendió hace
    años la Unión Europea y nos preguntamos si ese es
    el rumbo general de la política del presidente
    Chávez. En efecto en su viaje por Asia ha repetido
    varias veces la palabra 'multipolar' y con la misma frecuencia
    mencionó a 'un gran bloque económico
    latinoamericano', ¿Vamos hacia la regionalización
    como alternativa?

    La regionalización está mostrando ser un
    movimiento de defensa bastante efectivo en el ajedrez de la
    globalización. Un estudioso del tema la describió
    como una fuerza centrípeta opuesta a la centrífuga
    de la globalización. Una estrategia
    política y económica dirigida a ampliar el mercado
    interno, mientras se dosifica la competencia externa. Si el
    Gobierno de Venezuela quiere practicar este difícil
    arte, es
    necesario hacer cambios profundos en la política
    económica actual y mirar primero a ese mercado, antes de
    endeudarse de nuevo para impulsar cierto tipo de
    producción.

    Formar un bloque económico demanda
    políticas coherentes, compartidas con los potenciales
    socios comerciales y elevar la competitividad. No puede dominar el discurso
    minúsculo que a veces nos envuelve para proteger
    algún nicho del mercado interno o efectuar grandes
    inversiones sólo para el consumo local.
    Hay que pensar en grande y hacia fuera como lo han hecho
    Japón, Corea del Sur y Chile, como lo están
    haciendo México y China.

    Venezuela a duras penas, ha realizado un tambaleante
    esfuerzo integracionista con los países andinos. Un
    negocio entre pobres era mejor que ningún negocio,
    decían algunos. Pero los Andes no son suficiente mercado y
    estamos ¿con acierto? atisbando en otras direcciones:
    Mercosur es una de ellas, Brasil, en un contexto bilateral, es
    otra.

    Ahora el Presidente tiene la mirada puesta, en los
    grandes mercados de Japón, China e Indonesia. Pero ellos
    también están mirando, con oriental pragmatismo,
    la confusión de quinientos y pletóricos
    artículos del proyecto constitucional, los atrasos en la
    privatización, la inercia de la política
    económica y la retórica parroquial que ve
    árboles aislados sin percibir el bosque.

    Vender orimulsión, café o cacao en Asia,
    luce bien interesante, siempre que lleguemos, allende el mar, con
    precios
    competitivos. Pero China quiere colocar aquí sus textiles.
    Japón sus miles de productos industrializados, y hasta con
    algo de suerte, quizás arriesgue unos miles de milloncejos
    en las tan anheladas sus inversiones.

    Algunos ven en estos viajes la
    inscripción del Presidente en la globalización. Hay
    quienes temen que nos atrapen las tenazas de los grandes bloques,
    mientras, aletargados, no hacemos lo suficiente por elevar la
    competitividad. Otros prefieren consolidar primero al CAN antes
    de aventurarse en Mercosur y no faltan quienes anhelan volver a
    los golilleros tiempos de protección total. Pero no hemos
    llegado al fin de la historia y como nos gusta
    tanto vivir de ilusiones, a lo mejor se logra el milagro de
    globalizar la golilla sentados en un barril de
    petróleo.

    Partes: 1, 2

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