1.
Justificación
2.
Introducción
3.
Objetivos
5. Caracterización de
amenazas
6. ¿Qué es
vulnerabilidad?
7.
¿Qué es un
desastre?
8. ¿Cuál es la escala
espacio-temporal de los
desastres?
9. ¿Puede hablarse de "desastres
naturales"?
10. ¿Qué es
riesgo?
11. ¿Qué son líneas
vitales?
12. ¿Qué es
mitigación?
13. ¿Qué es
prevención?
14. ¿Qué es
atención?
15. Eventos naturales relacionados con
desastres
16.
Terremotos
17. Erupciones
Volcánicas
18. Maremotos
(Tsunamis)
19.
Inundaciones
20.
Huracanes
21.
Incendios
22. ¿Y, las amenazas
tecnológicas y
ambientales?
23. ¿Anticiparse al futuro?
¿Mitigar los
riesgos?
24. Las amenazas en el contexto
regional
25. Marco
legal
26. Nuevas ideas y
políticas nacionales e
internacionales
27. El papel de la
ingeniería
sanitaria
28. Abastecimiento de
agua
29.
Historia
30. Erupciones
Volcánicas
31.
Incendios
32.
Huracanes
33.
Inundaciones
34. Peligros en Concentraciones de
Personas
35.
Deslizamientos
36.
Maremotos
37.
Hambrunas
38.
Metodologia
39. Análisis de la
informacion
40.
Conclusión
41.
Bibliografía
Desde un punto de vista científico, América
latina y el Caribe presentan una gran variedad de riesgos
naturales. Como parte del cinturón de Fuego que corre
alrededor del Océano Pacífico, la costa occidental
de América
Latina es altamente propensa a las amenazas geológicas.
Los terremotos y
los tsunamis han cobrado muchas victimas y han ocasionado la
pérdida de miles de millones de dólares desde
México
hasta Chile. Los
volcanes, que han
destruido ciudades enteras y arruinado muchas sociedades,
continúan siendo una amenaza para la supervivencia de los
asentamientos urbanos que se ubican en sus laderas. En la costa
del atlántico, la estación de huracanes dictamina
el estilo de vida del Caribe, dejando en segundo plano otras
amenazas naturales como los terremotos y
las erupciones volcánicas que, a lo largo de los siglos
también han dejado su huella en estas naciones insulares.
Así, las amenazas naturales como los desastes en que se
pueden convertir son una parte integral de la historia de la región
de las Américas. El citado cinturón de fuego es un
continuo factor de preocupación para las civilizaciones
orientales que por muchos siglos han tenido que enfrentar sus
embates, creando mecanismos de defensa tan especializados que en
Japón por ejemplo los temblores de tierra y
maremotos no causan efectos más desastrosos por la
preparación y tecnología
desarrollada para ajustarse a la naturaleza de
estos más no luchar contra ella. De la misma manera el Mar
Mediterráneo es el punto de unión de diferentes
placas tectónicas como la africana, la árabe, la de
anatolia y la euroasiática afectando el extremo norte del
continente africano y razón suficiente para que los
países que se extienden hacia el Mar de Mármara y
el Mar Negro estén en constante alerta.
Dentro de un contexto más específico,
Colombia por su
ubicación geográfica se encuentra en una zona de
alta actividad sísmica-volcánica; si a ello se suma
la acción de agentes antrópicos (desastres causados
por el hombre),
biológicos y la depredación causada por sus
habitantes, lo convierte en un país propenso a la
erosión, deslizamientos, crecientes torrenciales,
avalanchas e incendios
forestales. Si esta frecuente ocurrencia de fenómenos
naturales y/o antrópicos le sumamos la alta vulnerabilidad
que presentan los asentamientos humanos, atribuibles al
crecimiento desordenado de las ciudades y poblaciones y al tipo
de tecnología utilizada en los mismos, tenemos
como resultado un país con alta propensión a sufrir
las consecuencias de los desastres
naturales. Los desastres
naturales como se suelen llamar erróneamente, no son
causados en forma espontánea, se relacionan con el
ambiente
social, político y económico y la forma como estos
estructuran los grupos de
individuos. Por esto se enfoca esta monografía
hacia el recuento de los desastres más importantes a nivel
mundial a través de la historia y su influencia
sobre las comunidades, aunque solamente se consideran los
relacionados con eventos
naturales, porque desastre significa muchas cosas incluso algunas
definiciones incluyen las guerras.
Básicamente existen tres tipos de personas cuando
se habla del manejo de los desastres:
- Aquellos con poder que
generan vulnerabilidad, a veces sin tener conciencia
de sus acciones. - Aquellos con poder que
están tratando de hacer algo sobre las amenazas pero
quizás no lo hacen muy eficazmente debido a que no
consideran el efecto de la vulnerabilidad. - Aquellos que están operando en la base y que
sufren las consecuencias de los desastres o están
trabajando con la población para reducir su vulnerabilidad
e incrementar su poder.
A cual debemos pertenecer o tratar de
modificar?
Las primeras crónicas de desastres datan del
siglo XVI y desde ese momento, la forma en que la población y las autoridades han actuado
frente a las emergencias ha entrañado una
combinación de improvisada generosidad con abusos
oportunistas. Ocurría un desastre importante y sus efectos
se iban olvidando con el paso de los años hasta que
nuevamente la naturaleza
mostraba su cara tenebrosa y la gente se veía obligada a
sumergirse en la acción, como si las actividades meramente
físicas de desenterrar de entre los escombros a muertos y
heridos, ayudar a los vecinos a reconstruir y plantar de nuevo
los campos, pudieran suavizar en hecho de que seria
cuestión de tiempo hasta que
la adversidad llamara a la puerta y hubiera que enfrentar un
próximo desastre.
La realidad muestra que esta
era la manera como se manejaban los desastres en las
Américas hasta los primeros años de la
década de los setenta. La mayor parte de las veces en
socorro se prestó con mucha generosidad y solidaridad, pero
adoptando medidas improvisadas y poco coordinadas, con lo que se
presentaron problemas de
competencia entre
sectores y adicionalmente una respuesta internacional de ayuda
que no era la más apropiada técnicamente o la mas
sensible culturalmente. Esta respuesta o fase de socorro que
incluía la rehabilitación y reconstrucción
inmediata, cada vez se hizo mas frecuente y mas compleja debido
al crecimiento de la población expuesta al riesgo y a la
dependencia en aumento de la sociedad respecto
a servicios
indispensables como agua, electricidad,
comunicaciones, carreteras y puertos.
Estas experiencias traumáticas mostraron a los
países la necesidad de organizarse con el fin de responder
mejor a los diferentes problemas que
generalmente acompañan a un desastre, es decir: rescatar a
los sobrevivientes, atender a los heridos, apagar los incendios y
controlar los escapes de sustancias peligrosas, brindar albergue,
agua y
alimentación a los damnificados, evacuar a
las personas a lugares más seguros,
establecer comunicaciones, resguardar la seguridad y el
orden público, e identificar y disponer de los
cadáveres, entre otros.
Varias catástrofes pusieron de relieve las
deficiencias de una respuesta organizada. Asignar toda la
responsabilidad a las fuerzas armadas u otro
órgano similar, sin inversión previa de recursos y
participación del resto de la nación, trae consigo
una fase caótica en la que los sobrevivientes enfrentan
además de la recepción de la asistencia, a veces
contraproducente, de una multitud de organismo e instituciones
locales, nacionales e internacionales que actúan, no
sólo por mandato, sino también porque por buena
voluntad quieren brindar ayuda a los que sufren los efectos del
desastre.
La fase de respuesta es compleja, porque además
de la gran cantidad de entidades que participan, el problema
mayor radica en la toma de
decisiones sin medir sus repercusiones. Se complica
aún más si se pretende tomar decisiones y dirigir
las operaciones sin
conocer siquiera su funcionamiento en condiciones normales en
lugar de coordinar los esfuerzos de los actores
locales.
En todos los tiempos y culturas el ser humano
generalmente ha tenido una actitud pasiva
y facilista o ignorante frente a las dinámicas del
medio ambiente
físico. Aún está profundamente arraigado el
considerar las manifestaciones violentas de la Naturaleza como
designios de Dios o asuntos ineludibles de la Naturaleza misma.
Es común que ello se exprese en actitudes
fatalistas, de resignación y postración, o
simplemente de rechazo frente a un tema en el cual el bienestar o
incluso la vida están comprometidas en un futuro
incierto.
Planificar con el factor riesgo es,
fundamentalmente (y el término mismo lo implica) un
proceso de
toma de
decisiones frente a incertidumbre. Cada vez más, se
espera de la Ingeniería un estrecho compromiso entre la
búsqueda de mejor calidad de
vida, de opciones de desarrollo y
de la menor influencia adversa sobre el Medio
Ambiente, lo que conduce a la necesidad de entender la
complejidad del problema del manejo de riesgos, tratando
sus diversas facetas: culturales, históricas,
antropológicas, científico-naturales,
técnicas, económicas, entre otras.
Gran parte del riesgo asociado a los fenómenos
naturales puede atribuirse a problemas de percepción. Así como el riesgo de
los fenómenos de evolución rápida (p. ej. sismos) no se
percibe bien por su escasa ocurrencia, el riesgo que causan
fenómenos de evolución lenta, generalmente no es
percibido adecuadamente por esa característica, su lento y poco violento
desarrollo. La
escasa percepción
de riesgos también puede deberse a negaciones individuales
y colectivas que, incluso en lapsos de pocos años, pueden
borrar de la memoria la
ocurrencia de fenómenos amenazantes.
Para aportar a una nueva visión de los
fenómenos amenazantes, de la vulnerabilidad de poblaciones
y de las obras civiles y, sobre todo, al entendimiento que los
desastres no sólo son producidos por eventos de gran
magnitud que ocasionalmente afectan extensas regiones y producen
ingentes daños, si no que en nuestro medio
socioeconómico y cultural hacen parte de la cotidianidad y
que, probablemente, están creciendo en frecuencia y en
efectos.
Esta información, o la más reciente sobre
los centenares de eventos desastrosos, desde los que afectan a
individuos y pequeñas comunidades hasta los que producen
víctimas fatales, reportados en los últimos meses,
serían motivo suficiente para que en la Ingeniería colombiana se pensara más
en la responsabilidad que le cabe frente a su
interacción con la Sociedad y con la
Naturaleza, siempre dinámica y actuante según leyes que a veces
se nos olvidan, incluso en el salón de clase.
"Cuando llegue a Curacutín
Estaba lloviendo ceniza
Por voluntad de los volcanes
Me tuve que mudar a Talca
Donde habían crecido tanto
Los ríos tranquilos de Maule
Que me dormí en una embarcación
Y me fui a Valparaíso
En Valparaíso caían
Alrededor de mi las casas
Y desayune en los escombros
De mi perdida biblioteca
Entre un Baudelaire sobrevivo
Y un Cervantes desmantelado"
Pablo Neruda
De "desastres"
Del Corazón
Amarillo
General
Redactar un documento de fácil entendimiento que refleje
claramente la cronología de los desastres y sus efectos
sobre los grupos humanos
afectados dentro de un contexto global, considerando la
función de la Ingeniería Sanitaria en las
actividades de recuperación.
Específicos
- Hacer un recuento de algunas de las
catástrofes que han ocurrido durante la historia de la
humanidad. - Explicar los conceptos básicos referidos a los
desastres. - Identificar el papel del
Ingeniero Sanitario frente a los desastres.
Definiciones Y Conceptos Básicos
Todavía no existe una unificación clara en
el manejo del vocabulario y conceptos relativos al problema de
riesgos. En el marco de esta monografía
se adoptan los siguientes, tratando de ilustrar los alcances de
cada uno de ellos:
¿Qué es amenaza?
El término amenaza (en inglés,
hazard) se refiere a la probabilidad de
la ocurrencia de un fenómeno natural o tecnológico
potencialmente peligroso. Generalmente se aplica a los
fenómenos de ocurrencia sorpresiva, de evolución
rápida y de relativa severidad (o violencia).
Sin embargo, en rigor, la peligrosidad de los fenómenos
naturales tiene que ser vista en relación con el grado de
previsión de los elementos vulnerables y sobre todo, para
las obras de infraestructura vital en plazos de tiempo
relativamente largos; esto hace recomendable incluir en la
categoría de amenazas también algunos
fenómenos de evolución lenta (por ejemplo cambios
en cursos
fluviales y fenómenos de erosión). Conviene, con la
finalidad de orientar eficazmente las medidas de
mitigación, distinguir aquellos fenómenos
amenazantes que pueden ser híbridos, es decir, causados o
incrementados por acción humana, como los deslizamientos y
las inundaciones.
Estrictamente, ningún fenómeno es
inherente a una amenaza o peligro. Aunque por profundas razones
antropológicas o psicológicas algunos, como los
terremotos, jamás
dejarán de ser así. Este carácter
se lo da nuestra percepción, y más
específicamente nuestra vulnerabilidad y exposición
al fenómeno.
Fenómenos asociados (o efectos secundarios). Se
denominan así a aquellos que son causados por otros
fenómenos amenazantes (por ejemplo deslizamientos
inducidos por terremotos). En algunos casos estos
fenómenos asociados (que generalmente dependen de
condiciones locales) pueden significar mayor peligro que su
fenómeno causante (las tuberías enterradas, por
ejemplo, son más sensibles a desplazamientos del suelo que a las
fuerzas impuestas por vibración
sísmica).
Escenario de amenazas. Es una composición
descriptiva de las características espacio-temporales de
aquellos fenómenos más probables y relevantes en
donde es más posible que ocurra un fenómeno que
afecte a una comunidad, a una
ciudad, o a un conjunto de sistemas vitales
o de bienes y
servicios.
El término exposición se refiere a un
área o región, expuesta a un fenómeno
amenazante, o a un elemento potencialmente sometido a él
(vidas, estructuras).
Amenazas frecuentes. Los procesos y
fenómenos periódicos y con lapsos de retorno cortos
no son, en general, considerados como amenazas. Casi siempre las
estrategias de
adaptación a fenómenos estaciónales, a las
mareas oceánicas, a las inundaciones en llanuras o a las
lluvias periódicas, son eficaces. Sin embargo, en
ocasiones, la intervención humana sobre el medio ambiente
físico desconoce aún estas manifestaciones tan
frecuentes; como por ejemplo, cuando se obstruyen, mediante
procesos de
urbanización, los canales naturales de drenajes
permanentes o intermitentes.
5. Caracterización de
amenazas
Un fenómeno natural puede caracterizarse como
amenaza en relación con tres variables que
permiten identificarlo como peligroso:
a. Ubicación.
b. Severidad.
c. Recurrencia.
Los literales a y c caracterizan el comportamiento
espacio-temporal del fenómeno, mientras que el literal b
caracteriza la forma en que se manifiesta.
Cada una de estas variables
básicas puede ser reducida a componentes. Esta
reducción, generalmente, es necesaria para la evaluación
misma de la variable, en función de responder, mediante
investigaciones pertinentes, a preguntas como las
siguientes:
a. Ubicación: ¿Cuáles son sus
fuentes,
cuáles sus extensiones, cuáles sus manifestaciones
(sus áreas de ocurrencia), cuáles sus zonas de
influencia?.
b. Severidad: ¿Cuáles son los tipos de
efectos esperables?.
c. Recurrencia: ¿Cuáles son los lapsos de
tiempo en que el fenómeno puede ocurrir, con un
tamaño e intensidad definidos?.
En la realidad, ante limitaciones fundamentales
(conocimiento
científico) y circunstanciales (información accesible o disponible), es
más o menos difícil caracterizar estas tres
variables con la deseable exactitud y resolución. La
más difícil de caracterizar es la
recurrencia.
La ubicación se puede caracterizar mediante
información y registro
geológico, arqueológico e histórico, en
combinación con características del ambiente
físico natural tales como terrenos, topografía, drenajes, huellas de
fenómenos anteriores y cercanía de fuentes de
amenaza.
La severidad también puede ser evaluada mediante
registros
naturales y documentales, por extensión y tipo de efectos
observables o por comparación con regiones
similares.
Pero la recurrencia está sujeta a
múltiples limitaciones. Muchos de los fenómenos
ocurren en lapsos de tiempo promedio que pueden abarcar desde
varias generaciones hasta miles de años, frente a los
cuales el
conocimiento científico todavía no puede
establecer anticipaciones seguras de ocurrencia.
Gran parte del riesgo asociado a los fenómenos
naturales puede atribuirse a problemas de percepción.
Así como el riesgo de los fenómenos de
evolución rápida (p. ej. sismos) no se
percibe bien por su escasa ocurrencia, el riesgo que causan
fenómenos de evolución lenta, no es percibido
adecuadamente por esa característica, su lento y poco
violento desarrollo. La menguada percepción de riesgos
también puede deberse a negaciones individuales y
colectivas que, incluso en pocos años, puede borrar de la
memoria
colectiva la ocurrencia de fenómenos
amenazantes.
Ejemplo típico de esto es el fenómeno El
Niño, la anomalía climática global
más importante conocida hasta hoy. Sólo
después del "Súper Niño" de 1982/1983, cuyos
efectos sobre la economía del
Perú fueron desastrosos (en donde su impacto es más
directo), recibió la atención científica y
de los medios que
merecía. Aún cuando este Niño también
afectó a Colombia, el
fenómeno solo llegó a percibirse como grave para el
país cuando su ocurrencia, en 1991/1992, lo dejó
-entonces dependiente de la energía hidroeléctrica
como nunca antes- sumido en una prolongada y muy costosa crisis de
racionamiento eléctrico. La falta de previsión en
sectores modernos y estratégicos de la economía –pesca
industrial en el Perú y generación eléctrica
en Colombia- causó pérdidas socio económicas
de largo alcance. Colombia, otrora orgullosa de ser el primer
país en la utilización de fuentes de energía
"limpias" (agua), tuvo que reorientar su política
energética, incorporando el diseño
y construcción de importantes proyectos de
generación de energía a partir de combustibles
fósiles .
Este término tiene múltiples
connotaciones, dependiendo si se trata de personas, de conjuntos
sociales o de obras físicas. En su definición
latina significa que puede ser herido o sufrir daño.
Según esto, puede definirse como el grado de
propensión a sufrir daño por las manifestaciones
físicas de un fenómeno de origen natural o causado
por el hombre. La
vulnerabilidad de una comunidad o de un
bien material depende de varios factores, entre los cuales pueden
destacarse los siguientes:
- Su grado de exposición a un tipo de amenaza
(localizado sobre un terreno inundable o no inundable,
corrientes de viento que arrastran substancias contaminantes,
suelos
blandos que pueden amplificar las ondas
sísmicas, sobre (o aledaño) a un terreno que
puede deslizarse, etc.). - El grado de incorporación en la Cultura de
la educación y de los conocimientos que
permita a los pobladores reconocer las amenazas a las cuales
están expuestos. Es decir, el grado de entendimiento
sobre los procesos naturales y tecnológicos que pueden
afectarlos, como insumo básico para prevenir y mitigar
(evitar o disminuir) los efectos de los fenómenos
considerados como peligrosos. Es más vulnerable una
comunidad que ignora o desafía los procesos del Medio
Ambiente en el cual vive, que una consciente de
ellos. - La calidad del
diseño y de la construcción de las viviendas y de otras
edificaciones, y de la urbanización (por ejemplo la
disposición de suficientes espacios libres y de
vías amplias); la calidad de los
servicios públicos; la calidad de los terrenos sobre los
cuales se habita o se construye o la presencia o ausencia de
medidas físicas adecuadas de
protección. - El grado de organización de la Sociedad y la
capacidad de interacción y de diálogo entre sus
diversas instituciones: las de la comunidad, las del
Estado, las
de las Organizaciones
No Gubernamentales, las de las empresas
privadas, las de los gremios y las asociaciones profesionales,
etc. - La voluntad política de los
dirigentes y de quienes toman decisiones (incluyendo a las
organizaciones
comunitarias de base), y la capacidad de los equipos de
planificación para orientar el desarrollo
físico, socioeconómico y cultural, teniendo en
cuenta medidas de prevención y de mitigación de
riesgos. - Las capacidades de las instituciones que prestan
apoyo en las emergencias, como los sistemas
locales de servicios de salud y los organismos de
socorro (Cuerpo de Bomberos, Cruz Roja, Defensa Civil,
etc.).
Un desastre es un evento o conjunto de eventos, causados
por la Naturaleza (terremotos, sequías, inundaciones,
etc.) o por actividades humanas (incendios, accidentes de
transporte,
etc.), durante el cual hay pérdidas humanas y materiales
tales como muertos, heridos, destrucción de bienes,
interrupción de procesos socioeconómicos,
etc.
8. ¿Cuál
es la escala
espacio-temporal de los desastres?
Los desastres ocurren en una gama amplia de escenarios
del territorio y en períodos de tiempo variables. Por
ejemplo: un pequeño deslizamiento que afecta a una
familia y que
puede ocurrir en cosa de pocos minutos; un terremoto que afecta a
una gran región, causando muchos daños y que salvo
excepciones, no se percibe por más de un minuto; una
inundación que dura horas, días o incluso meses,
afectando a una comunidad, a una ciudad o a una extensa
región; una sequía o déficit de lluvias que
conduce a racionamientos de energía y que puede durar
meses o años.
Todavía es común que esta palabra se
utilice solamente para aquellos fenómenos que generan
muchos muertos, heridos y destrucción de bienes materiales.
Esta idea parece haber surgido de las agencias y organismos
internacionales especializados en el socorro y la asistencia
postdesastre, para quienes se trata por ejemplo, de "una
perturbación ecológica abrumadora que excede la
capacidad de ajuste de la comunidad afectada y, en consecuencia,
requiere de asistencia externa" (OPS-OMS, 1994). Sin embargo, una
investigación reciente en varios
países de América
Latina, partiendo de hipótesis tales como que los
pequeños y medianos desastres son cada vez más
frecuentes por las condiciones crecientes de vulnerabilidad de
los pobladores y que tras un gran desastre realmente existen
múltiples desastres, dependiendo de cómo sean
afectados los diferentes territorios municipales y las diferentes
comunidades, ha recopilado y evaluado la ocurrencia de más
de 25.000 en un período promedio de 15 años en 9
países de la región de Las Américas (OSSO –
LA RED,
1996).
Emergencia. Se denota con ello situaciones en las cuales
se requieren operaciones fuera
de las actividades normales, para volver a la normalidad. En este
sentido, no existe un límite definido entre las
emergencias y las situaciones de desastre, aunque estas
últimas se diferencian porque en ellas se produjeron
pérdidas directas asociadas a un evento.
9. ¿Puede hablarse
de "desastres naturales"?
No. Hay fenómenos de origen natural (amenazas),
que por sí mismos no son desastres. El desastre ocurre
cuando el fenómeno encuentra un núcleo social
(comunidad, ciudad, región, etc.) al cual las
manifestaciones físicas del fenómeno pueden hacerle
daño, es decir, cuando ese núcleo es
vulnerable.
El riesgo es la probabilidad de
ocurrencia de efectos adversos sobre el medio natural y humano en
su área de influencia. En este sentido, es una
conjugación de las características de las amenazas
y de las vulnerabilidades. Estrictamente, es el cálculo
anticipado de pérdidas esperables (en vidas y en bienes),
para un fenómeno de origen natural o tecnológico,
que actúa sobre el conjunto social y sobre su
infraestructura.
Riesgos primarios. Son aquellos que pueden ocurrir como
efecto directo de las manifestaciones físicas de un
fenómeno (licuación de suelos y
consecuente destrucción de edificaciones y ruptura de
tuberías; daños en equipos de control de una
industria o de
un sistema de
línea vital; destrucción de viviendas por
deslizamientos o por crecientes torrenciales de un río,
etc.).
Riesgos secundarios son aquellos que los efectos
directos pueden inducir, o sea, impactos sobre la salud, sobre el
hábitat, sobre el medio ambiente, sobre los costos y rentas
de la operación de un sistema social
productivo. El conjunto de riesgos constituye una cadena,
distribuida en el espacio y en el tiempo.
¿Qué es riesgo aceptable?
Es una decisión sobre el nivel de pérdidas
esperables que se asume como resultado de aceptar que
ocurrirán fenómenos naturales o
tecnológicos, los cuales incidirán sobre las vidas
y bienes expuestos. En la toma de esta decisión para cada
tipo de riesgo es óptimo que se balanceen los
conocimientos disponibles sobre las amenazas (ubicación,
severidad y recurrencia), y los costos de medidas
preventivas y de mitigación (reducción de las
vulnerabilidades).
Las decisiones sobre el riesgo aceptable son, entonces,
producto de la
conjugación de consideraciones y de variables
técnicas, económicas, sociales y políticas
en el marco de un proyecto
cualquiera. En nuestro caso particular y a la escala de la
ciudad, este Plan provee
algunos de los anteriores insumos en la búsqueda de una
optimización del futuro.
Se utiliza el término línea vital (del
Inglés
lifeline) para referirse a los sistemas y redes que proveen bienes y
servicios públicos imprescindibles para las formas de vida
modernas (sistemas y redes de acueducto,
alcantarillado, energía, hidrocarburos,
transporte y
comunicaciones). Por su carácter esencial se considera que
el nivel de riesgo aceptable debe ser comparativamente muy bajo,
es decir, todas sus componentes deben ser virtualmente
invulnerables a influencias adversas probables, como por ejemplo,
fenómenos naturales peligrosos.
El término mitigación (sinónimo de
reducción) abarca todas aquellas acciones
tendientes a reducir la exposición o la vulnerabilidad de
una comunidad, de un elemento o de un sistema, amenazados por uno
o por varios fenómenos de origen natural o
tecnológico previsibles. Las principales medidas de
mitigación se conciben en el mediano y largo plazo, e
incluyen tanto medidas de planificación del desarrollo (p. ej.
estatutos de usos del suelo,
áreas de reserva, áreas no urbanizables por
amenazas, normatividad constructiva y urbanizadora, medidas de
educación
continuada), medidas ingenieriles tales como obras de
protección, y medidas de relocalización.
Éstas últimas normalmente se toman cuando la
exposición a un fenómeno previsible es considerada
como alta; se trata, entonces, de alejar a la población
y/o a los bienes de esa exposición, para disminuir su
vulnerabilidad.
Prevención es el conjunto de medidas anticipadas,
principalmente de corto y mediano plazo, para evitar o reducir
los efectos de los desastres. Por ejemplo: preparación de
organismos de socorro e instituciones públicas y privadas
y de líderes de la comunidad; coordinación de los
mismos; evacuación de áreas de peligro inminente;
elaboración de planes de contingencia para atender
escenarios previsibles de emergencias, etc.
Todas las acciones dirigidas a controlar los efectos de
un fenómeno desastroso, desde el momento de su ocurrencia
(o si ello es posible, desde el instante en que se prevé
su inminencia), hasta la superación de las consecuencias
más graves y básicas (atención de heridos,
alojamiento provisional de damnificados, suministro de elementos
de supervivencia tales como carpas, raciones de alimentación,
etc.).
Estas medidas están, principalmente, a cargo de
organismos como la Defensa Civil, la Cruz Roja y los Cuerpos de
Bomberos, y del Sector Salud.
El énfasis en la atención y en los
preparativos institucionales para emergencias por parte de este
tipo de organismos ha empezado a variar en los últimos
años, reorientándose hacia estrategias de
prevención y de mitigación. Un ejemplo de esto
puede ilustrarse con varios hechos:
- A raíz del terremoto que afectó a la
Ciudad de México en 1985, en el cual el caos fue
mayúsculo y las comunidades afectadas actuaron por
sí solas durante horas y días, se
reconoció que en complejos urbanos, los pobladores
mismos juegan un papel
determinante, incluso en contra de instituciones paternalistas
del Estado, de
las ONGs, o de organismos internacionales (Carbó, et al,
1987). - Después del terremoto de Loma Prieta en
California (Estados Unidos,
1989), instituciones técnicas de planificación y
de socorro, difundieron ampliamente un documento conjunto en el
cual los conceptos de mitigación y de prevención
priman sobre los de atención (USGS, American Red Cross, United Way,
1990).
15. Eventos naturales
relacionados con desastres
De tipo geológico:
Deslizamientos
En principio, las rocas más
duras (diabasas y sedimentarias) cuando no se encuentran
alteradas, es decir, transformadas en lo que comúnmente se
llaman "suelos", presentan buena estabilidad, mientras que
aquellos que si lo están, tienen posibilidad de
deslizarse.
Las causas naturales son: excesivas pendientes,
naturaleza de los terrenos (grado de alteración), planos
de debilidad, saturación por infiltración de aguas
a partir de lluvias fuertes o prolongadas, socavación de
orillas de drenajes naturales y movimientos
sísmicos.
Las causas humanas son, principalmente, el uso urbano de
deslizamientos antiguos que pueden removilizarse,
deforestación y urbanización que facilitan la
escorrentía y la saturación por agua de masas de
suelo; construcción inadecuada de banqueos y pozos
sépticos; vertimiento de aguas por fallas en redes de
acueducto y vertimientos de aguas servidas, sobre las
laderas.
Los procesos erosivos pueden ser superficiales, tales
como la erosión laminar o arrastre de partículas en
superficie por acción del agua, o erosión
concentrada en forma de surcos y cárcavas; también
pueden ocurrir en masa, en forma de desprendimientos de bloques,
coladas de barro, y deslizamientos que pueden ser rápidos
(de varios metros por segundo) o lentos (de hasta
centímetros por año).
Por ser fenómenos que ocurren en o muy cerca de
la superficie, normalmente las primeras manifestaciones de los
deslizamientos, tales como agrietamientos o cambios en las formas
del relieve,
pueden ser observados con cierta anterioridad al desplazamiento o
deslizamiento de la masa. Por esta razón, la comunidad
puede ser capacitada para la detección temprana del
fenómeno.
Algunas de las acciones de mitigación,
además de la educación a la comunidad,
son:
- cambios de uso del suelo y relocalización de
asentamientos hacia zonas de menor peligro; - reforestación con especies apropiadas,
disposición de barreras vivas y técnicas
adecuadas de uso del suelo; - dotación de obras civiles de infraestructura
tales como captaciones de escorrentía, acueducto,
alcantarillado, pavimentación de vías, muros de
contención; - diseños urbanísticos y
reglamentación sobre la densidad de
ocupación de los terrenos en ladera.
Es característico de los terremotos – y esto los
distingue de otros fenómenos tales como deslizamientos,
inundaciones e incendios – que sus consecuencias en un ambiente
urbano generalmente pueden abarcar áreas más
extensas (en el peor caso, toda la ciudad) y ser más
diversas (víctimas, destrucción de edificaciones,
ruptura de líneas vitales, incendios, trastorno del
tráfico vehicular, suspensión de servicios de
energía
eléctrica, agua y teléfono, deslizamientos,
etc.). Ejemplos recientes en todo el mundo así lo
confirman, incluso en sociedades con
larga tradición en mitigación y prevención
de los efectos sísmicos (Popayán, 1983; Pereira,
1995; Ciudad de México, 1985; San Salvador, 1986; Los
Ángeles en Northridge, 1993, Kobe, 1995, …). Pero
también en pequeñas poblaciones y en regiones de
poca densidad de
población y de vivienda (Atrato Medio, 1992; Páez,
1994).
En los últimos cien años se han producido
terremotos de gran intensidad en muchos países de las
Américas, provocados por una interacción entre seis
placas tectónicas muy activas. La mayoría de los
terremotos han ocurrido en áreas donde se unen estas
placas. Llevando a cuestas la base del Océano
Pacífico, la placa de Cocos se emplaza por debajo de la
placas Americana, que es más liviana, esta clase de
actividad –la colisión a subducción entre
placas continentales y las placas oceánicas Cocos, Nazca y
del Caribe – es la responsable de la gran cantidad de
sismos que ocurren a lo largo de la costa del pacifico en
América
Central y del Sur. En Centroamérica las placas de Cocos y
del Caribe están fracturadas en distintos segmentos, en
tanto que depresiones estructurales llenas de sedimentos
volcánicos y de los ríos, marcan las interrupciones
transversas a los ejes volcánicos. Debido a la riqueza del
suelo en tales depresiones, estas zonas son muy proclives al
desarrollo de asentamientos densos, donde precisamente tienen
lugar terremotos con epicentros cercanos a la corteza
terrestre.
No se puede saber cuando va a ocurrir el próximo
evento, ya que la predicción sísmica es una meta a
largo plazo; tampoco se pueden modificar las
características de este fenómeno natural. En
consecuencia, la protección de vidas y bienes, como tarea
de mitigación, debe estar enfocada hacia la
reducción de su vulnerabilidad. Esto quiere decir que debe
evaluarse el probable nivel de peligro sísmico, reconocer
los terrenos que por su naturaleza y origen son más
susceptibles a efectos locales de amplificación de
ondas y de
deslizamientos, asentamientos y licuación de suelos
(incluso sin esperar a contar con los necesarios estudios de
micro zonificación sísmica del territorio),
evitando en lo posible emplazar allí poblaciones e
infraestructura crítica; hacer las edificaciones e
instalaciones resistentes a las fuerzas de las vibraciones
sísmicas (refuerzo de las existentes, diseño y
construcción sismorresistente, redundancia en sistemas de
líneas vitales); educar hacia el comportamiento
defensivo durante y después de terremotos y preparar
sistemas de comunicaciones de emergencia y a las entidades
encargadas, hacia mejorar la capacidad de socorro y
rehabilitación en caso de un terremoto.
Aún no es posible predecirlos con
precisión pero sabemos que seguirán ocurriendo. Lo
que si podemos es reducir sus efectos con construcciones
adecuadas y actualizaciones prudentes y oportunas.
17. Erupciones Volcánicas
Los volcanes son
desfogues en la corteza de la tierra a
través de los cuales las rocas derretidas
salen como lava o son arrojadas como cenizas o escombros a veces
acompañados de vapor y gases
calientes y a veces venenosos. Las amenazas asociadas incluyen
terremotos y derrumbes de lodo y rocas. Las erupciones
volcánicas ponen en peligro a cualquier persona que viva
dentro de la zona de alto riesgo. Las erupciones difieren de la
mayor parte de las demás causas de desastres como
terremotos, huracanes e inundaciones, por cuanto causan
prácticamente destrucción total de la vida y
propiedades dentro de áreas relativamente pequeñas
que se pueden delinear fácilmente.
Los maremotos son causados por terremotos, actividad
volcánica y derrumbes en el suelo marítimo. Las
olas de gran tamaño generadas por los tsunamis tiene
características particulares: tienen una longitud de cien
kilómetros o mayor y velocidades en aguas profundas de
hasta 700 Km/h y son difíciles de monitorear y detectar.
Las inundaciones costeras causadas por los maremotos son
similares a las provocadas por olas ciclónicas.
Aproximadamente un 805 de los tsunamis ocurren en el
océano Pacífico, pero ha habido un número
significativo en el Caribe.
De Tipo Hidrometeorológico
Las inundaciones son, quizás, el tipo de desastre
más frecuente y devastador; sin embargo, casi nunca
reciben la misma atención que, por ejemplo, un
terremoto.
Pueden ser rápidas o lentas. Las primeras ocurren
especialmente en quebradas y ríos que bajan por las
laderas de las montañas. Las segundas afectan
especialmente los valles de los ríos en zonas planas.
Evitando la erosión y asentamientos humanos en el lecho de
los ríos disminuirán los efectos de las
inundaciones. Las viviendas deben construirse dejando un margen
de seguridad.
Emergencias por inundaciones han estado asociadas
primordialmente, a los siguientes factores físicos,
urbanísticos y de uso del suelo:
- utilización urbanística de cauces de
inundación; - utilización urbanística de la llanura
de inundación del río Cauca; - desborde de caños y canales por aguaceros
torrenciales; - obstrucción de redes de alcantarillado,
caños y canales; - escorrentía concentrada en áreas
urbanizadas y en laderas deforestadas.
Las actividades de mitigación, prevención
y atención de emergencias por inundaciones que se deben
realizar son entre otras:
- campañas de educación y
reforestación en comunidades rurales y
suburbanas; - mantenimiento de las redes de alcantarillado y de los
caños y canales; - ampliación de caños y canales
colectores; - dotación de motobombas en barrios localizados
bajo el nivel de crecientes; - construcción y mantenimiento de jarillones;
- formación de líderes comunitarios en
prevención y atención de emergencias por
inundación; - emplazamiento y operación de plantas de
bombeo.
El potencial de inundaciones está asociado a
diversidad de fenómenos:
- obstrucción de drenajes por
sedimentación y basuras; - lluvias intensas;
- avenidas torrenciales de los ríos que drenan
al Cauca; - obstrucción o deterioro y ruptura de
tuberías subterráneas de gran diámetro, o
de canales; - períodos lluviosos que superan los niveles de
regulación de presas y los niveles de los
jarillones; - ruptura de jarillones por crecientes, por actividad
humana o por sismos; - mal función o daño en plantas de
bombeo.
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