Cuba: La Guerra Hispano-Norteamericana de 1898 y sus repercusiones en Mendoza
DESCRIPCION: La situación de Cuba,
última colonia española en América, conmovía los pensamientos y
sentimientos de los hispanoamericanos hacia finales del siglo
XIX. La preciada isla caribeña se esforzaba por
independizarse. La metrópolis peninsular se aferraba con
todas sus fuerzas a ese espacio histórico que representaba
su pasado glorioso. Pero los tiempos habían cambiado. Las
motivaciones libertarias nutrían las esperanzas de los
modernos cubanos. Quienes, sin percibir las consecuencias,
apelaron al poderoso aliado con que contaban. EE.UU. no
desperdiciaría la oportunidad para demostrarle al mundo
occidental, quien tutelaría los destinos del continente
americano. Mendoza, lejana ciudad del Oeste argentino,
conoció las alternativas de dicho proceso, a
través del único periódico
de la época: "Los Andes", quien también
reflejó la opinión de criollos y de
inmigrantes.
HISTORIA
CUBA EN LA EPOCA DE LAS GUERRAS
REVOLUCIONARIAS
Durante el siglo XIX y parte del siglo XX, el desarrollo de
Cuba estuvo ligado a dos factores: la producción azucarera y la vecindad con
EEUU, quien además fijaba el precio del
azúcar. A cambio le
vendía productos
manufacturados a menor precio.
Cuba era, hacia 1860, la más rica y poblada de
las dos colonias que le quedaban a España en
América. Pero a partir de esa fecha,
enfrentaría serios problemas
económicos y políticos.
Muchos hacendados ya habían iniciado la
mecanización de la industria para
modernizarla, pero la debilidad económica de España, "y
en concreto su
carencia de refinerías de azúcar, así como
su incapacidad para absorber la producción azucarera de Cuba, hacían
cada vez más evidente el dilema colonial de Cuba: una
creciente dependencia económica de mercados y
tecnología
que la metrópoli no podía proporcionarle"
(1).
Una minoría de cubanos era partidaria de la
independencia.
"Algunos de ellos, bajo la influencia del sentimiento
nacionalista que a principios de
siglo sembrarán filósofos como Félix Varela y poetas
como José María Heredia, veían una Cuba
libre y soberana, con estrechos lazos económicos con los
EEUU. Otros querían poner fin a la dominación
española y luego, como hiciera Texas en el decenio de
1840, procurar la anexión por parte de los EEUU.,
País que a sus ojos simbolizaba tanto el progreso
económico como la democracia"
(2).
Otras causas hacían que la oposición a
España aumentara y se extendiera a todos los sectores de
la población. Altos e injustos impuestos y
gobierno
arbitrario formado por burócratas españoles que se
creían superiores a la población nativa.
Así, muchos cubanos, entre ellos los negros
libres, comenzaron a expresar su malestar. Y la isla se
dividió en dos campos hostiles: los cubanos contra los
españoles. Estos, numéricamente superados por los
nativos. Sobre todo en las provincias orientales, donde el
porcentaje era aún mayor.
El sentimiento antiespañol se generalizó y
los grupos
independentistas decidieron que había llegado su momento.
Con el lema "¡A España no se la convence, se la
vence!", iniciaron el desafío.
Por otro lado, el fracaso de España en la
República Dominicana; el de Napoleón III en
México,
convencieron a muchos cubanos de que España podía
ser derrotada. Una consecuencia más directa de la
situación internacional, fue que muchos dominicanos con
experiencia militar, que se instalaron en la parte oriental de
Cuba, harían una aportación valiosísima a la
rebelión cubana.
Finalmente, las circunstancias políticas
que agitaban a España ayudaron en gran medida a la causa
cubana de emancipación. Durante la guerra de los
Diez Años, la metrópolis presenció la
abdicación de Isabel II; una regencia militar; el reinado
de Amadeo de Saboya (1871-1873); la proclamación de una
república; la restauración de Alfonso XII; y una
segunda guerra carlista (1872-1876).
Como consecuencia de esas turbulencias
históricas, el ejército español destacado en
Cuba, no recibía la atención y los pertrechos que
necesitaba. Se sumaba a esto la tradicional corrupción
burocrática y el favoritismo político, que minaron
todo esfuerzo militar serio. Prueba de ello es que, durante los
primeros años de la guerra, once militares
desempeñaron el cargo de capitán general de
Cuba.
Mientras tanto, en EEUU reaparecía amenazador el
"destino manifiesto", con el nombre de imperialismo
económico y político.
Su reaparición se explica por la conveniencia de
contar con un paso interoceánico por América
Central. El deseo de asegurarse navalmente el control que
protegería el posible canal y sobre todo, la
presión de mantener seguras las fronteras logradas y la
necesidad de encontrar mercados.
Sin embargo, desde 1850, se había alzado una
barrera contra el "destino manifiesto", pero en 1897, el
capitán Thayer Mahan publicó un libro que puso
en movimiento un
"segundo destino manifiesto". Este promovía un canal en
América Central y bases en el Caribe y el
Pacífico.
Ya en la presidencia de Harrison (1889-1893), el
secretario de estado Blaine,
expresó la urgencia de comprar Cuba, adquirir las islas
Vírgenes, conseguir las bases navales en Santo Domingo y
tomar las islas Hawai. Blaine comprendió que con la
Doctrina Monroe se podrían estrechar vínculos
comerciales con Hispanoamérica, y darle salida al exceso
de producción. Así orientó la doctrina hacia
el panamericanismo, cuyo primer fruto fue el Congreso
Panamericano de 1889-90; de donde salió la idea de la
Unión Panamericana y de una América unida
jurídica y políticamente, en torno a
EE.UU.
Pero en 1892 ganó nuevamente las elecciones
Cleveland, quien gobernaría el período 1893-97,
aplazando el "nuevo destino manifiesto". Deseaba el canal, pero
no el dominio sobre
pueblos extraños.
Lo ideal para EEUU, era desalojar del Caribe a Francia e
Inglaterra, pero
resultando imposible, se contentaba con desahuciar a
España mediante su política de imperialismo
protector. Así, al darse la revuelta cubana de 1895,
ofreció su mediación para acabar la guerra. Pero
España la rechazó. En 1896, el gobierno
español de Sagasta accedió a la autonomía de
Cuba y retiró de la isla al odiado gobernador
Weyler.
Los problemas
internos continuaron y los intereses en una Cuba sin
España, se acentuaron. La publicación en la
prensa de una
carta en la
que se expresaba cierto desprecio por McKinley y la
explosión del Maine a causa de un artefacto colocado en su
interior, llevó a que EEUU, enviara a Madrid un
ultimátum exigiendo que se firmara el armisticio con
Cuba.
A pesar de ello, EEUU declaró la guerra a
España. Esta fue muy breve; en efecto, el 3 de junio de
1898 fueron destruidos en Santiago de Cuba los barcos
españoles de la escuadra de Cervera; el 17 cesó la
lucha y una semana después desembarcaron los
norteamericanos en Puerto
Rico.
Paralelamente, las islas de Hawai, Guam y Filipinas
serían bases para la expansión comercial en
Oriente. La definición del "destino manifiesto" se
ampliaba. Antes había servido para justificar el derecho a
extenderse y poseer todo el continente, ahora la
definición incluía islas del Caribe, del
Pacífico y de todo el océano.
CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
Por el Tratado de París, firmado el 10 de
diciembre de 1898, España renunció a todo derecho
de soberanía y propiedad
sobre Cuba. Cedió a los EEUU, la isla de Puerto Rico y las
demás que estaban bajo su soberanía en las Indias occidentales y la
de Guam en el archipiélago de las Marianas ó
Ladrones.
También cedía el archipiélago de
las Filipinas y los EEUU pagarían a España la suma
de veinte millones de dólares en el transcurso de los tres
meses posteriores al canje de ratificaciones.
Los negociadores españoles no consiguieron
obtener ni la más mínima concesión de sus
adversarios. "Pero lograron lo único que era posible
lograr en sus circunstancias, a saber: silenciar los argumentos
contrarios y forzar al gobierno de los EEUU a refugiarse, a
propósito de cada punto litigioso, en lo que era su
exclusivo y único argumento: la fuerza. Y esto
tiene y tendrá valor para
todo el que no se resigne a dejar la vida reducida a un simple
juego de
intereses materiales"
(3).
Mientras tanto, en Madrid se fueron apagando los ecos
nacionalistas de la guerra. Las críticas hacia los
norteamericanos se diluyeron con la ira que ahora se
dirigía hacia las autoridades españolas, las cuales
enfrentaban el grave problema de hacer frente a las
indemnizaciones de guerra, a la deuda cubana y a las tropas que
llegaban en masa, enfermas y hambrientas desde Cuba.
La perla del Caribe quedó en poder de un
gobierno militar norteamericano que se prolongó hasta
1902, no sin problemas graves y apremiantes.
"Cuatro quintas partes de las plantaciones de
caña de azúcar se hallaban en ruinas; la zafra de
1898 fue inferior en unos dos tercios a la de 1895. Alrededor del
90 por 100 del ganado de la isla se había perdido y la
industria del
tabaco
virtualmente había dejado de existir. Las comunicaciones
estaban cortadas. Disperso, mal pertrechado y hambriento, el
ejército rebelde cubano vigilaba, a pesar de todo, lo que
hacían las autoridades norteamericanas. La posibilidad de
una confrontación armada entre los antiguos "aliados"
empezaba a preocupar a Washington" (4).
El gobierno militar actuó rápida y
enérgicamente, licenciando en menos de dos años al
ejército cubano, al que se le abonaron salarios
atrasados, a cambio de que
entregaran las armas y volvieran
a sus hogares.
El desarme de los justicieros rebeldes no se
consiguió tan fácilmente, teniendo que intervenir
los generales rebeldes para convencer a sus soldados y negociando
con las autoridades norteamericanas el procedimiento
menos incómodo para los miembros de las tropas cubanas,
quienes interpretaban el hecho como si se tratara de una derrota,
o de un acto de sumisión, lo cual estaba muy lejos de su
espíritu combativo.
Máximo Gómez, el más popular de los
jefes de la revolución
cubana, si bien había aceptado la propuesta de Calixto
García sobre la entrega de armas, (la que se
realizó finalmente ante las autoridades municipales de
cada pueblo y no a las autoridades militares norteamericanas),
rehusó ir a La Habana para la izada de la bandera
estadounidense en el castillo del Morro.
Escribió que "la nuestra es la bandera cubana, la
bandera por la que tantas lágrimas y sangre se han
derramado… debemos permanecer unidos con el fin de poner fin a
esta ocupación militar injustificada" (5).
Sin embargo, los norteamericanos estaban allí y
de alguna manera ellos lo habían hecho posible, en su
afán de desprenderse del yugo español. Aceptaron la
ayuda proveniente de los EEUU, sin saber de qué manos
interesadas procedían y ahora sus jefes agotados, aunque
esperanzados en vagas promesas, dirigían sus pedidos a
Washington, en procura de créditos para poner en marcha la
isla que aparecía marchita después del fragor de la
guerra.
"El resultado inmediato de esta dominación
creciente fue la formación de un poderoso grupo de
presión en Washington que pretendía mejorar las
relaciones comerciales con Cuba" (6).
Pero mientras persistía la desconfianza hacia las
intenciones norteamericanas, crecía también el
nacionalismo
cubano y se hacía fuerte.
Los países latinoamericanos, que en su
mayoría no tuvieron injerencia en esta guerra, vieron
confirmadas sus sospechas. EEUU había demostrado con el
despliegue de su potencial militar, que estaba decidido a
hegemonizar el Caribe, controlar el futuro canal
interoceánico y liderar económicamente el resto del
Continente.
En adelante, los países más ilustrados
iniciaron una política de defensa
de la libre determinación de las naciones, en concordancia
con la tan proclamada soberanía lograda a comienzos del
siglo XIX. Así, la Argentina,
Chile,
Venezuela y
México, se
opondrán a los intentos norteamericanos de
panamericanización del continente. Los forcejeos
diplomáticos se manifestarán en las Conferencias
que para tal efecto se convoquen a lo largo de la primera mitad
del siglo XX.
Poco a poco y bajo las apremiantes circunstancias
históricas, las repúblicas latinoamericanas
irán cediendo a los designios de la emergente potencia del
Norte. Argentina
será la última en hacerlo y sólo
después de haber realizado grandes esfuerzos por
mantenerse al margen de las grandes potencias y de haber agotado
todas sus posibilidades en ese sentido.
MENDOZA Y LA GUERRA DE 1898
A juzgar por la atención que dio a los hechos el
diario "Los Andes" de Mendoza, por la profusión y
extensión de las informaciones provenientes de diferentes
partes del mundo sobre lo que sucedía en la isla
caribeña, se puede suponer que la prensa y la
opinión pública en general, se preocuparon y
ocuparon de la guerra de 1898, cuya gestación
también fue objeto de tratamiento periodístico a
partir de los primeros años de la década de
1890.
Desde que se declaró la guerra, aparecieron
anuncios en las escasas páginas de "Los Andes", llamando a
reunirse los españoles para recolectar fondos, en
diferentes domicilios e instituciones.
Por otra parte, resulta llamativa la estrategia
publicitaria del diario. Cuando la guerra comenzó a ser
noticia de interés
general, y a medida que los cables abundan en los funestos
detalles; utiliza titulares destacados como "Bombardeo en Cuba",
para anunciar los avisos comerciales de sus clientes.
Seguramente, en procura de un mayor impacto.
Este periódico,
recurso esencial del presente estudio, fue fundado en 1882, por
el Dr. Adolfo Calle, quien le imprimió, "Un compromiso que
comienza con la entrega a la causa noble y fecunda de la información y termina con el cumplimiento
de imperativos morales superiores, de los que hay que rendir
cuenta a la conciencia y a la
sociedad"
(7).
Sus páginas amarillentas, pero reveladoras,
guardan las expresiones que vertiera aquella sociedad
polifacética y plural, que aunque pequeña ya se
manifestaba en nuestro medio.
Los inmigrantes españoles se expresaron en forma
calurosa y contundente en favor de su patria y no escatimaron
recursos los
más pudientes, para ayudar a la causa española, a
cuyas raíces aún se hallaban aferrados.
Una gran mayoría sin embargo, defendía
la empresa de
los cubanos. Rememoraban las hazañas argentinas de Mayo y
las comparaban con las del pueblo cubano y sus héroes. No
desdeñaban la ayuda que subrepticiamente salía de
los EEUU, pues reconocían que la Revolución
de Mayo de 1810, había contado con el apoyo de Inglaterra.
Pero guardaban y procuraban todos, un respeto memorable
hacia España, a quien decían, se le debían
los bienes
culturales y morales de Hispanoamérica.
También se vislumbran algunas opiniones, tal vez
como reflejo de lo que se decía en naciones europeas, como
Italia, Francia y
Austria-Hungría y advertían sobre las verdaderas
intenciones de EEUU.
Así, en 1897 el articulista de "Los Andes" dedica
un editorial que titula "Pro Cuba Libre", para comentar una
manifestación en Mendoza, en ese sentido. Dice que "Gran
entusiasmo reina en el pueblo de Mendoza y sobre todo entre la
juventud, con
motivo del meeting de adhesión a la causa cubana, que se
celebrará el domingo próximo". Agrega el
artículo, que la causa cubana ha levantado el
espíritu de nuestro pueblo que adhiere a la independencia
de la Gran Antilla, que a imitación de todos los
países de América
Latina, lucha hoy por conquistar sus derechos desconocidos y
constituirse en estado
autónomo y soberano. Dice que no puede haber nada
censurable en esta actitud del
pueblo argentino. Que el movimiento de
simpatía hacia Cuba, no importaba absolutamente hostilidad
a España, cuyos derechos sobre la isla nadie
desconoce. Concluye que la actitud de los
españoles, al pretender contrarrestar las manifestaciones
es injustificada, propio "de un sentimiento de aversión a
este hospitalario país, cuyos habitantes tienen el derecho
de ser respetados en sus opiniones, así como los
argentinos sabemos respetar las de todos los extranjeros que
pisan nuestro suelo"
(8).
En otra publicación y en una editorial especial,
el diario da cuenta de graves revelaciones y cargos contra EEUU.
Al respecto, la prensa londinense publica una carta dada a
publicidad por la
agencia Reuter y de la cual es autor un súbdito inglés
que reside en Cuba y ocupa una posición preeminente entre
sus ciudadanos. Las afirmaciones que contiene causaron gran
impresión en España, donde se cree que el autor es
un funcionario consular. Lo más importante de esta
correspondencia habla sobre la falsedad de la pacificación
de Cuba o de que lo estará en pocos meses, lo que
considera absolutamente risible. "No hay ninguna provincia
pacificada, ni la situación general de la isla puede
decirse, que sea mejor que hace dos años. Weyler ha
fracasado por completo. La Habana sigue rodeada de partidas
rebeldes que se pasean por todas partes. La ruina de la isla
llega a extremos aterradores y la mortalidad es horrible; la
mitad del ejército español dado de baja por
enfermedad, está en los hospitales, ó en las
enfermerías de los cuerpos. El resto padece hambres y
desnudeces que únicamente los sufridos soldados
españoles son capaces de soportar." Agrega también
el autor de la carta, que los
EEUU son los verdaderos culpables de la situación en que
se encuentra España, pues sin la protección que han
dado a la rebelión, ésta hubiera podido ser
aplastada en tres meses. "Los mismos cubanos reconocen que lo
deben todo al apoyo moral y
material de los EEUU y que mañana sería imposible
la vida de la república si les faltara semejante
protección" (9).
Para 1898, la guerra era inminente. La información al respecto es profusa y el
articulista se hace eco de la situación en España,
donde la agitación patriótica aumenta y se
generaliza. Todos los diarios consideran la guerra como
inevitable y protestan por las calumnias contra España,
formuladas en EEUU. Afirman que jamás, ni minas ni
torpedos, fueron colocados dentro del puerto de La Habana. Se
dice que la Reina Regente firmó el decreto para abrir en
la Península y en las colonias, una gran
suscripción nacional, con el objeto de aumentar la flota.
"Todos los diarios suscribiránse con fuertes sumas".
Mientras que, el gobierno envió una nota a los
representantes de las grandes potencias en esta capital, para
explicarles las decisiones que adopte el consejo en lo relativo a
Cuba y EEUU. . "Asegúrase que la guerra está
decidida" (10).
En tanto, desde Cuba, las noticias que se reciben de
Washington y Nueva York, causan gran emoción entre los
voluntarios y confían que España sabrá
recoger el guante que le lanzan los norteamericanos, e irá
a la guerra (11).
De Nueva York recibe la siguiente
informacíón que publica el articulista. Anuncia que
la votación de la cámara de diputados fue acogida
entusiastamente por los diarios, quienes opinan en forma
unánime que la guerra estallará, salvo que
España ceda y reconozca la independencia de Cuba. Mientras
que en Washington, se anunció que el ministro
español Polo de Bernabé, rehusará las
invitaciones que le hicieron los ministros de McKinley, para
arreglar amigablemente la cuestión Cuba. Esto es
considerado, como un indicio de guerra. Por su parte, las
potencias europeas reanudarán las negociaciones de
mediación entre España y EEUU, para evitar la
guerra (12).
Al respecto, la prensa de varios países europeos,
como Francia, Alemania,
Suiza e Italia, se
manifiesta en favor de España, y dicen que lo que empuja a
EEUU a la guerra, no es sino codicia, y no fines humanitarios.
Hacen votos por el triunfo de las armas españolas, si
llega a producirse la guerra (13).
El Diario finaliza su reseña de aquel día,
reflexionando sobre la grave situación, en una extensa
editorial, que en algunas de sus partes dice que: "En la
política exterior de las naciones, lo que se sabe ó
llega a traslucir, no es nunca la última palabra, aunque
parezca imposible las reconciliaciones y el apartamiento de los
conflictos. La
diplomacia guarda siempre en el más profundo secreto las
últimas soluciones que
muchas veces y de improviso, apagan la tea de la guerra
convirtiéndola en deslumbrador arco iris". "En el tapete
de la lucha, se ha puesto la independencia de Cuba, idea
simpática y halagadora para todos los pueblas americanos,
pero a estos les consta que tal deseo solo puede convertirse en
realidad por medio de una guerra sangrienta, que ha de hacer
época en los anales de la historia moderna. Porque hay
que desengañarse: los españoles de hoy no son lo
que ha dicho el diario oficial de Mendoza; son los mismos
españoles de Trafalgar y Zaragoza, tienen el orgullo de
una raza gloriosa que un tiempo
dominó al mundo y solo podrá sometérseles
cuando no haya una gota más de sangre que
derramar en la tierra del
Cid, de Pelayo y de Churruca". "Como americanos aspiramos a que
nuestros hermanos de Cuba sean libres e independientes; pero
sinceramente y por que no podemos olvidar los lazos indisolubles
con la madre patria, hacemos votos por que aún en el
último instante se encuentre una solución honrosa
para todos y España, así como los EUA, no tengan
más luchas en lo sucesivo que las del progreso y la
civilización, en que ambos pueblos se han mostrado hasta
ahora poderosos y en condiciones de competir victoriosamente con
el enemigo más grande" (14).
En los días que siguen, el ambiente
bélico se generaliza y en España, los
últimos despachos de EEUU vinieron a dar mayor impulso al
patriotismo español. "El pueblo, presa de gran
excitación, reclama la guerra a todo trance". Mientras que
desde Cuba se comunica que delegados del Ministerio cubano han
salido para tratar que los jefes insurrectos se sometan mediante
nuevas e importantes concesiones en lo relativo a la
autonomía. "Dícese que muchos revolucionarios han
depuesto ya las armas en vista de la actitud de EEUU"
(15).
Al fin se decide concretar la fatal operación y
el articulista publica información recibida desde
Washington. Allí McKinley acaba de firmar las resoluciones
del Congreso concernientes a Cuba, y firmó también
el ultimátum, el cual fue enviado a España. Al
saberlo, Polo de Bernabé, (Ministro español en
Norteamérica) reclamó al Ministerio de Estado sus
pasaportes (16).
El pueblo norteamericano se manifestó contra el
gobierno español, frente a la legación
española, mientras que el ministro español
emprendió viaje a México, donde esperará
nuevas órdenes de Madrid (17).
Justamente de allí son las próximas
noticias, objeto de información del Diario. Hablan sobre
la inauguración en presencia de la Reina, de las cortes
legislativas. En su discurso, la
Reina dijo que sí EEUU, cede a la corriente popular, la
situación se haría intolerable para la dignidad
nacional, y obligaría a España a romper
hostilidades. El mensaje recuerda la intervención de
León XIII y termina diciendo que las dificultades del
porvenir, no serán superiores ni a la fuerza, ni a
la energía de la patria española. En todas las
ciudades del reino, a donde llegó la noticia de la ruptura
con EEUU, se realizan manifestaciones patrióticas, de gran
entusiasmo popular en favor de la guerra. Al respecto, se supo
que Woodford (Ministro norteamericano en España),
saldrá para Francia el próximo sábado. "Ya
no queda ninguna esperanza para evitar la guerra". Y las cortes
votaron todos los créditos que para la defensa nacional
pida el gobierno (18).
Por otra parte, en La Habana reina entre los
españoles y cubanos favorables a España, gran
entusiasmo para luchar contra EEUU. Y en Washington, el Gral.
Miles conferenció largamente con el presidente de la Junta
cubana, Sr. Estrada Palma. Finalmente y según un
boletín de "La Nación", de última hora, el
gabinete español de Sagasta decidió ir a la guerra.
" ¡Guerra!, ¡Guerra!" (19).
Ya en el fragor de la guerra, se busca la opinión
calificada de los representantes diplomáticos. Y el
articulista da cuenta de las declaraciones del Dr. Pellegrini,
entrevistado en París por un corresponsal del "Herald".
Dice que los sentimientos argentinos están divididos
frente a la guerra. Que Argentina no puede condenar los esfuerzos
cubanos por conseguir su independencia, pues significaría
renegar de su propia historia. Que tampoco se
puede condenar la simpatía o la ayuda dada a los cubanos
por una nación extranjera, "pues nos sería
difícil olvidar el apoyo moral y
material que nosotros recibimos de Inglaterra en la de nuestras
luchas". Pero que a pesar de todo ello, la Argentina está
completamente ligada a la España. Y que la colonia
española forma una familia con la
sociedad argentina. Que existen lazos entre argentinos y
españoles, que la independencia no ha podido romper. Ha
citado a Pascal al decir
que "El corazón
tiene razones que la razón no comprende". Sospecha
también que a los norteamericanos, no los guían
solamente sentimientos humanitarios, sino que persiguen fines
comerciales, "objetivo de
todas sus acciones y
secreto de su expansión colosal." Respecto a la pregunta
sobre la duración de la guerra, respondió que eso
dependía del resultado del primer combate naval
(20).
Echadas las cartas de la
confrontación, el Diario centra su atención y su
espíritu en las posibles consecuencias de la guerra. En la
geografía
de la ciudad clave, Santiago de Cuba, sobre la cual reflexiona en
una extensa editorial. Dice que la posibilidad de un combate, es
allí inminente porque a sus puertas se encuentra anclada
la escuadra de Cervera, y en las inmediaciones, la de Schley,
(Almirante de la flota norteamericana). Sobre las consecuencias
del combate dice que, la derrota de los yankees
significaría un desastre de consecuencias fundamentales
para la guerra, por que perderían la mitad de sus buques
más modernos y poderosos; pero que derrotados los
españoles, el hecho asumiría las proporciones de
una catástrofe, pues además de perder naves de un
valor
inapreciable, caería en poder del
enemigo la importante ciudad de Santiago, a cuyos alrededores se
encuentran numerosas fuerzas insurrectas perfectamente armadas,
que se abalanzarían sobre la plaza. Describe al puerto,
(en un tiempo el
principal de la isla), situado en la orilla de una de esas
ensenadas que se abren en la cadena de arrecifes que rodean a
Cuba y comunican con el mar por una canal estrecho. "La
bahía de Santiago de Cuba, solo tiene ciento sesenta
metros en la parte más angosta del canal de entrada; pero
en el interior se abre una magnífica bahía rodeada
de caletas, en que todos los buques de la isla podrían
encontrar abrigo" (21).
Iniciados los combates, el Diario da cuenta de las
noticias que van generando las fuentes
más próximas a la guerra y que por su lógico
interés
estratégico, es importante confrontar. Así, por
ejemplo, se informa que en EEUU se anunció oficialmente un
nuevo bombardeo a Santiago, el 7 de junio, que perjudicó
seriamente a los fuertes y ocasionó muchas muertes. Fue
demolido el crucero español "Reina Mercedes", matando al
segundo comandante y a cinco marineros e hiriendo a un teniente y
diez marineros. Por su parte en Madrid, un despacho oficial de La
Habana anuncia que los norteamericanos empezaron a bombardear
ayer los fuertes de Santiago, pero no da detalles. Más
tarde, otro despacho dice que los españoles han vuelto a
rechazar el nuevo ataque de los navíos norteamericanos a
Santiago, aunque murieron varios españoles entre los
cuales se hallan el Coronel Ordoñez y el Capitán
Sánchez (22).
El Diario continúa brindando detalles del ataque
norteamericano a Santiago. Y noticias de los EEUU concluyen que
ningún buque norteamericano ha sido tocado por los
proyectiles enemigos y que no hay bajas "americanas". Mientras
que en Madrid un telegrama de Cervera confirmó el ataque a
los fuertes y buques a su mando; que el "Reina Mercedes" tuvo
seis muertos y diecisiete heridos. Que los daños sufridos
"no son de importancia y que el enemigo recibió
averías visibles". Por otra parte, comunican de Las
Antillas que la censura telegráfica es tan rigurosa que se
rechazan todos los telegramas dirigidos a España, con los
detalles de la acción de Santiago. En tanto que en Bs.As.
"El Diario", publica que Washington recibió noticias sobre
la guerra y que hablan sobre las fuerzas de desembarco
norteamericanas, que ayudadas por los insurrectos, habrían
llegado a tierra,
resistiéndoseles tropas españolas, las que
finalmente tuvieron que ceder al número y fuego de los
buques norteamericanos, que los protegían al desembarcar.
"Los españoles se replegaron sufriendo grandes
pérdidas" (23).
Algunos días después, el Diario mantiene
informada a la opinión pública sobre lo que
acontece en el Caribe. En Nueva York "El World" (sic) anuncia que
el Comodoro Sampson telegrafió diciendo que su
situación es muy crítica, y que es indispensable se
adopten medidas inmediatas para apoderarse de Santiago. Mientras
que en Madrid, el Ministro de Guerra, (Gral. Correa)
volvió a protestar enérgicamente contra las
infracciones continuas de los norteamericanos, a los derechos
internacionales. En tanto que en Barcelona, la "Unión
Catalana" ha dado hoy un manifiesto al pueblo en el cual ataca
vivamente al gobierno por su imprevisión, que no se ha
preparado para la guerra. Pide que se haga la paz enseguida,
"pues así será menos costosa que más tarde
cuando la impondrán los norteamericanos" (24).
A comienzos de Julio, el Diario anuncia en grandes
titulares que Santiago de Cuba ha sido atacada por mar y tierra. Y que
Manzanillo ha sido bombardeado también. Que los cubanos
insurrectos toman parte en la lucha, y según despachos de
Schafter, están batiéndose con heroísmo. En
Washington, de donde proviene la noticia, reina gran ansiedad por
conocer el resultado de esa batalla. Mientras que en Madrid,
también se supo del ataque combinado, con resultado
favorable a España, aunque el rumor no fue confirmado. Por
otro lado, Monseñor José Pozuelo de Herrera, dio
una pastoral concerniente a la guerra con EEUU, que causó
viva impresión. Dicho prelado ataca duramente a
Norteamérica e invita al pueblo español a no ceder
y proclama la guerra santa en todas las parroquias de su
diócesis. Los eclesiásticos van a promover
reuniones tendientes a avivar el patriotismo y ayudar al gobierno
por todos los medios
posibles (25).
Al día siguiente, el Diario informa que en
Washington se dijo que la batalla de Santiago comenzó a
las 7 de la mañana y que el Gral. Lawton tiene ahora en su
poder a Cabaña, posición que los españoles
defendieron tenazmente. Que las flotas de Sampson y Schley,
están bombardeando rigurosamente el fuerte del Morro, el
cual contesta con todo vigor. Que hasta el momento, no se sabe
cuál será el resultado, pero se sabe ya que los
muertos por ambas partes son numerosos. Por otra parte, en
Barcelona el obispo de esa diócesis, la cámara de
comercio y el
comité central del partido socialista catalán,
dirigieron al gobierno central, una nota solicitando se ponga
término a la guerra, por que si esta continúa la
provincia se arruinará. No obstante, en Madrid las idean
parecen ir en otra dirección. Allí se ha comunicado que
todos los miembros del gabinete se expresaron contrarios a la
paz. Al respecto, los despachos recibidos dicen que excepto
Barcelona, la reacción belicosa se acentúa en toda
la Península. Más adelante, la crónica del
día da cuenta de un parte oficial proveniente de
Washington, con más detalles sobre el combate de Santiago
de Cuba. Dice que "La batalla ha sido encarnizada. Los americanos
han tenido quinientas bajas entre muertos y heridos. Las
pérdidas españolas no se conocen, pero no pueden
ser inferiores. Los americanos han logrado ocupar y establecerse
firmemente en los obrajes avanzados de Santiago y esta
mañana… han debido reanudar el combate, emprendiendo
nuevamente el ataque a las posiciones españolas. El
espíritu de las tropas es excelente". Por otra parte, en
Roma se supo que,
a través de su prensa, El Vaticano exhorta a las grandes
potencias para que ofrezcan su mediación, con el
propósito de que cesen las hostilidades entre
España y Norteamérica (26).
El Diario continúa brindando información
con detalles de la batalla de Santiago de Cuba. Al respecto se
supo en Washington, que el Gral. Schafter deberá
replegarse con sus tropas a las colinas próximas a la
costa, pero en forma temporaria y con el objeto de dar descanso a
las tropas. "Parece que Schafter abandonó completamente
todo el llano que circunda a Santiago y las posiciones que
ocupaba en el Camey". Mientras tanto que, desde Madrid se informa
que dos mil soldados españoles combatieron heroicamente
contra diecisiete mil norteamericanos. Que murieron de la misma
forma el Coronel Ordoñez y el Comandante Domínguez,
mientras que otros generales y oficiales quedaron heridos. Por
otra parte, de Nueva York se informa que en Manzanillo fue
hundido por los españoles el buque norteamericano
"Hornet". Los buques americanos se retiraron después de
haber hundido a un torpedero y una cañonera
española. En tanto que, el gobierno adoptó medidas
urgentes para el envío de refuerzos a Cuba. Más
adelante, se da cuenta de un despacho originado en Washington con
carácter de "urgente", en el cual se señala que la
flota americana del Comodoro Sampson, entró al puerto de
Santiago y destruyó la flota española del Almirante
Cervera. Todos los buques españoles fueron destruidos,
menos uno. Agrega que, un telegrama de Schafter de fecha 3 de
julio, dice que pidió capitulación inmediata de
Santiago, amenazando en caso contrario, bombardearla. "Cree que
la plaza capitulará". Por otra parte, se supo en Nueva
York, gracias a un comunicado fechado en Playa Este, que habiendo
salido de la bahía de Santiago, los españoles,
alinearon sus buques y los incendiaron, menos uno, en el que se
supone se hallaba Cervera. Se trata del buque "Vizcaya". Por su
parte, el Comodoro Sampson confirmó a Washington la
voladura de la escuadra de Cervera, y además, que
tomó mil doscientos prisioneros españoles entre los
cuales se encuentra Cervera. En tanto que, allí mismo, un
telegrama de Schafter al Ministro de Guerra norteamericano,
anunció que la guarnición de Santiago rehusa
capitular y que, de acuerdo con las instrucciones que se le
enviaron, él ha acordado un plazo hasta mañana a
medio día para rendirse, pasado el cual, procedería
vigorosamente al bombardeo. En contraposición, noticias de
España sobre la escuadra de Cervera dicen que el gobierno
acaba de comunicar a la prensa un despacho oficial de Cuba,
según el cual dicha escuadra salió de Santiago
pasando el canal sin accidente alguno. Y que después se
oyó un vivo cañoneo. Que se ignora el resultado del
combate que ha debido librarse con la escuadra norteamericana.
Luego, el Ministro de Guerra ha recibido otro telegrama de
Santiago, anunciando la llegada a esa plaza de la columna del
Gral. Escario, después de haber forzado las líneas
americanas. Finalmente, otros despachos procedentes de Madrid,
anuncian que la escuadra de Cervera forzó el bloqueo
establecido por los buques norteamericanos, y gracias a su
velocidad pudo
alejarse sin haber siquiera recibido averías. Mientras que
las noticias americanas sobre la destrucción de esa flota,
serían falsas y con el objeto de desanimar a las tropas
españolas, que defienden a Santiago de Cuba para obtener
la rendición de la plaza (27).
Un día más en la vida del diario que nutre
nuestro trabajo. En su escaso volumen
continúa la redacción de los telegramas con noticias de
la guerra. Madrid informa que su gobierno, ignora la
destrucción de la flota de Cervera y que los despachos
oficiales de Cuba no lo mencionan. Mientras que en Nueva York se
supo que Cervera está herido en un brazo, y que le
declaró a Sampson que prefería arriesgar un combate
en alta mar, que esperar la perspectiva de sucumbir en la
situación en que se halla. Se informó
también en aquella ciudad, que Schafter cayó
enfermo, por lo que será reemplazado por el
generalísimo Miles, quien se trasladará a la isla
antes de 8 días con refuerzos y asumirá el mando
del Ejército. En tanto que en Washington, se
anunció desde Santiago, que los cónsules
extranjeros tuvieron una conferencia con
Schafter para pedirle prolongara el plazo fijado para la
rendición de la ciudad. Es posible que dicho general
acepte con el fin de que los extranjeros, puedan ponerse a salvo.
Finalmente y después de varias aseveraciones y
desmentidos, una editorial de "Los Andes", merced a los despachos
que provee la agencia "Havas", se confirma la destrucción
de la escuadra de Cervera, disipando todas las dudas. Detalla el
nombre y calado de los buques, su tonelaje y la
tripulación, totalizando 2.164 marinos, los que se
habrían enfrentado a los norteamericanos. Y que
según datos de estos,
1.600 de ellos han sido presos. Aunque se afirma que el
"Cristóbal Colón" se habría salvado, con sus
543 tripulantes. "Esto interesa por que dicho buque es gemelo de
nuestro Garibaldi". Agrega que aunque rudo, el golpe no ha
desarmado a España en el mar, pues además cuenta
con la poderosa escuadra del Contra Almirante Cámara. Sin
contar con otras naves muy a propósito para la defensa de
las costas. Dice finalmente que Cervera merece el respeto universal
por su gloriosa, aunque desgraciada página que ha agregado
a la brillante historia naval de España. "Quien tan
brillantemente acaba de luchar, nació el 18 de febrero de
1839 y cuenta con 45 años de importantes servicios,
habiendo ganado muchos de sus ascensos por acciones de
guerra y tiene numerosas condecoraciones" (28).
El 7 de Julio de 1898, el Diario informa que en Madrid
fue confirmada la destrucción de la flota. Lo que
causó consternación y los diarios apenas consignan
la noticia. Por su parte, el Gabinete celebró un nuevo y
largo acuerdo. A la salida de la reunión, el Gral. Correa
declaró a los periodistas, que España estaba
más dispuesta que nunca a proseguir la guerra, y que la
lucha seguirá mientras le quede un soldado en la isla. En
tanto que en Nueva York, se supo que el Gral. Linares
declaró en Santiago, que quemaría la ciudad antes
que entregarla a los americanos. Mientras se asegura, que
surgió un desacuerdo entre Schafter y Sampson, sobre la
forma en que debe realizarse el ataque contra Santiago
(29).
Noticias provenientes de España, encabezan las
columnas del Diario el 8 de Julio, dedicadas al desenlace de la
guerra en Cuba. Hablan de que el Gral. Linares, curado ya de sus
heridas, volvió a asumir el comando del Ejército de
operaciones en
Santiago. Mientras que el Ministro de Estado, recibió
numerosas expresiones de condolencia, por el desastre de la flota
española; la mayoría, de gobiernos europeos. En
tanto que, el Gral. Blanco pidió a Madrid con urgencia, la
remisión de fondos para hacer frente a erogaciones
apremiantes "que no admiten dilaciones". Acerca de los rumores de
paz, se dijo también en Madrid que un alto personaje del
gobierno declaró que si esta fuera indispensable,
sería otro el gobierno que la negociaría. "El
actual gabinete no la aceptará ni la propondrá…"
Y otros despachos enviados de Cuba a Madrid, comunican que la
población de Santiago sigue en calma. Que se lleva a cabo
el canje de prisioneros. Mientras que otro despacho confirma que
los españoles echaron a pique, a la entrada de la
bahía, el crucero "Reina Mercedes", para impedir que los
americanos penetren en ella. Finalmente, una nueva editorial de
"Los Andes", ofrece detalles importantes y desconocidos por el
público de Mendoza, sobre el combate naval de Santiago.
Dice que el Comodoro Sampson ofreció a la Nación,
como presente del 4 de julio, la destrucción completa de
la escuadra de Cervera. Que la noticia de la destrucción
de dicha flota, recibida el mismo día en que el pueblo
norteamericano celebraba el aniversario de su independencia,
avivó allí el entusiasmo y en Nueva York, se
hicieron festejos inusitados. Que toda la población de
Canadá tomó parte en esas fiestas y sus milicias
visitaron varias ciudades norteamericanas, habiéndose
mezclado en estas manifestaciones, hasta un destacamento de
tropas regulares inglesas (30).
CONCLUSIÓN
Estalló la guerra y los contendientes mostraron
sus verdaderos rostros. Se apagaron sus fuegos y los pensamientos
proféticos de los héroes iluminados se
cumplieron.
España se esforzó siempre por no perder a
su hija más preciada. En la lucha por mantener su
presencia orgullosa en el Caribe, donde ahora flameaban las
banderas de naciones más poderosas, que la habían
desplazado de su liderazgo
imperial; hizo concesiones inimaginables en su historia de
altivez. Pero todo fue en vano.
Paralelamente se libró una guerra de noticias,
cuya confrontación revela que las informaciones generadas
en EEUU, sobre los avances y victorias de los insurrectos, fueron
siempre contradecidas por la versión oficial
española, quien siempre se apropió de las
victorias.
Este juego fue
posible por la escasez casi total de observadores neutrales de la
contienda, por la fuerte censura que oponía el sistema colonial
español, a la prensa local y extranjera.
El tímido sentimiento americanista, a favor de
una Cuba libre e independiente, comenzó a cobrar fuerza a
fines de 1896, cuando se conoció la noticia de la muerte de
Antonio Maceo, en una traidora emboscada, cuando el valiente
general se dirigía a parlamentar con un bando
español, una posible tregua.
Pero la suerte de Cuba ya estaba echada, el campo
rebelde y la tozudez española, posibilitaban el avance de
los fines perseguidos por la mayoría de los
norteamericanos.
Entonces la opinión pública decidió
terminar con la cuestión. Azuzada por sectores
interesados, como lo eran los delegados cubanos de la revolución, quienes realizaron grandes
campañas en favor de la causa cubana, denunciando las
arbitrariedades del gobierno español, al que por otra
parte consideraban único adversario; los empresarios
azucareros y tabacaleros apurados por restablecer sus negocios; los
grupos
políticos siempre ávidos de extender su "destino
manifiesto"; y por supuesto el sentido humanitario de la sociedad
en general que clamaba por el fin de las calamidades que
padecían sus conciudadanos y las del pueblo cubano en
general, cuya causa creían justa.
Se exigía a España renunciara a su
soberanía sobre la isla y se ordenaba al Presidente que
hiciera cumplir lo anterior, para lo cual confería poderes
suficientes para usar las fuerzas militares y navales de la
nación.
Calixto García y Máximo Gómez
acataron no sin reconvenciones y recelos, la orden del Consejo de
Gobierno de aceptar la jefatura del alto mando
norteamericano.
Calixto García reconoció que el Consejo de
Gobierno había muerto al entregarle al presidente McKinley
el mando de las fuerzas del ejército cubano, admitiendo
con ello la necesidad de intervención de EEUU. Y
consideraba que al Consejo de gobierno no le quedaba más
que entregar su autoridad al
pueblo revolucionario, que lo había tenido hasta ahora
como el poder supremo del Estado.
El razonamiento de Calixto para negarle su apoyo al
Consejo de gobierno, se basaba en el hecho de que éste no
sería reconocido por los EEUU, por sus deficiencias
estructurales e incapacidad. No cabe la menor duda de que
éste era un enfoque de la realidad muy ingenuo. El
gobierno yanqui no reconocía al Consejo de Gobierno,
simplemente porque era su política ignorar a las
autoridades cubanas, no porque éstas estuvieran
deficientemente constituidas.
Pero seguramente, Calixto García
comprendió la necesidad de que una vez consumada la
intervención armada norteamericana, habría que
luchar junto a los norteamericanos en primera línea y no
permitir que el pabellón extranjero flotase en el viento
de su tierra, sin que a su lado lo hiciere el de Cuba.
Posiblemente, este proceder de los políticos
revolucionarios cubanos se debió a la confusión
política que reinaba en aquella época y sobre todo
a su concepción y formación liberal; la cual les
impidió comprender que la acción política y
la lucha de masas podía traducirse en un poderoso
movimiento capaz de modificar la situación.
La ausencia de José Martí y de Antonio
Maceo, se hacía sentir, más que nunca, en aquellos
momentos cruciales de la historia de Cuba. Así lo
interpretó el Diario "Los Andes" de la ciudad de Mendoza,
Argentina. A través de los artículos que
publicó durante el desarrollo de
la guerra.
Mendoza, alejada por la distancia de los fuegos de la
guerra, tuvo sin embargo un interés permanente por lo que
acontecía en Cuba. A pesar, según hemos visto, de
la fuerte presencia de los intereses españoles que se
hallaban establecidos en la Provincia.
Sin embargo, el espíritu crítico del
fundador del Diario, estaba presente también en los
artículos y prueba de ello es el fuerte apoyo a la
independencia de Cuba.
Es que en el fondo, la problemática de la guerra
universaliza el espíritu del hombre, se
encuentre donde se encuentre y sean quienes fueren los
contendientes.
Con más fuerza se solidarizó entonces con
aquel distante pero hermano espacio cultural, ese espíritu
adormecido junto a la Cordillera de Los Andes, habitante
provinciano y orgulloso de su cuna. Valle de antiguas gestas
emancipadoras sudamericanas. Simiente que aguarda, cien
años después de la victoria de Cuba, el despertar
de una nueva era de hombres que ilumine la unidad de toda
Latinoamérica, en la gesta definitiva que la libere de su
forzado enclaustramiento, como entiendo y trata el maestro
Leopoldo Zea en su texto: "La
esencia de lo americano".
NOTAS
1.. Aguilar, Luis. En: Bethell L., "Historia de América
Latina". Barcelona, Editorial Crítica, 1992. Tomo IX:
México, América Central y el Caribe (c. 1870-1930).
p. 210.
2.. Idem.
3.. Azcárate, Pablo de. "La guerra del 98". Madrid,
Alianza, 1968. p. 56.
4.. Aguilar, Luis. En: Bethell L., "Historia de América
Latina". Tomo IX, (op.cit.). p. 223.
5.. Idem. p. 224.
6.. Idem.
7.. "Centenario de Diario Los Andes". Octubre de 1982, p. 2.
8.. Diario "Los Andes". 1 de Enero de 1897, p. 2, col. 1; p. 3,
col. 1.
9.. Idem. 11 de Noviembre de 1897, p. 2, col. 1; p. 3, col.
3.
10.. Diario "Los Andes". 15 de Abril de 1898, p. 2, col. 1 y
2.
11.. Idem.
12.. Idem.
13.. Idem.
14.. Idem.
15.. Diario "Los Andes". 17 de Abril de 1898, p. 2, col. 1 y
2.
16.. Idem. 21 de Abril de 1898, p. 2, col. 1.
17.. Idem.
18.. Idem.
19.. Idem.
20.. Diario "Los andes". 29 de Mayo de 1898, p. 2, col. 1.
21.. Idem. 31 de Mayo de 1898, p. 2, col. 1.
22.. Idem. 8 de Junio de 1898, p. 2, col. 1.
23.. Idem. 10 de Junio de 1898, p. 2, col. 1.
24.. Idem. 19 de Junio de 1898, p. 2, col. 1; p. 2, col. 2.
25.. Idem. 2 de Julio de 1898, p. 2, col. 1.
26.. Idem. 3 de Julio de 1898, p. 2, col. 1.
27.. Idem. 5 de Julio de 1898, p. 2, col. 1; p. 2, col. 3.
28.. Idem. 6 de Julio de 1898, p. 2, col. 1; p. 2, col. 3.
29.. Idem. 7 de Julio de 1898, p. 2, col. 1.
Autor:
Jose Antequera
Mendoza – Argentina
6-12-1999