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Cuba: La Guerra Hispano-Norteamericana de 1898 y sus repercusiones en Mendoza




Enviado por joseantequera



    DESCRIPCION: La situación de Cuba,
    última colonia española en América, conmovía los pensamientos y
    sentimientos de los hispanoamericanos hacia finales del siglo
    XIX. La preciada isla caribeña se esforzaba por
    independizarse. La metrópolis peninsular se aferraba con
    todas sus fuerzas a ese espacio histórico que representaba
    su pasado glorioso. Pero los tiempos habían cambiado. Las
    motivaciones libertarias nutrían las esperanzas de los
    modernos cubanos. Quienes, sin percibir las consecuencias,
    apelaron al poderoso aliado con que contaban. EE.UU. no
    desperdiciaría la oportunidad para demostrarle al mundo
    occidental, quien tutelaría los destinos del continente
    americano. Mendoza, lejana ciudad del Oeste argentino,
    conoció las alternativas de dicho proceso, a
    través del único periódico
    de la época: "Los Andes", quien también
    reflejó la opinión de criollos y de
    inmigrantes.

      

    HISTORIA

    CUBA EN LA EPOCA DE LAS GUERRAS
    REVOLUCIONARIAS

    Durante el siglo XIX y parte del siglo XX, el desarrollo de
    Cuba estuvo ligado a dos factores: la producción azucarera y la vecindad con
    EEUU, quien además fijaba el precio del
    azúcar. A cambio le
    vendía productos
    manufacturados a menor precio.

    Cuba era, hacia 1860, la más rica y poblada de
    las dos colonias que le quedaban a España en
    América. Pero a partir de esa fecha,
    enfrentaría serios problemas
    económicos y políticos.

    Muchos hacendados ya habían iniciado la
    mecanización de la industria para
    modernizarla, pero la debilidad económica de España, "y
    en concreto su
    carencia de refinerías de azúcar, así como
    su incapacidad para absorber la producción azucarera de Cuba, hacían
    cada vez más evidente el dilema colonial de Cuba: una
    creciente dependencia económica de mercados y
    tecnología
    que la metrópoli no podía proporcionarle"
    (1).

    Una minoría de cubanos era partidaria de la
    independencia.
    "Algunos de ellos, bajo la influencia del sentimiento
    nacionalista que a principios de
    siglo sembrarán filósofos como Félix Varela y poetas
    como José María Heredia, veían una Cuba
    libre y soberana, con estrechos lazos económicos con los
    EEUU. Otros querían poner fin a la dominación
    española y luego, como hiciera Texas en el decenio de
    1840, procurar la anexión por parte de los EEUU.,
    País que a sus ojos simbolizaba tanto el progreso
    económico como la democracia"
    (2).

    Otras causas hacían que la oposición a
    España aumentara y se extendiera a todos los sectores de
    la población. Altos e injustos impuestos y
    gobierno
    arbitrario formado por burócratas españoles que se
    creían superiores a la población nativa.

    Así, muchos cubanos, entre ellos los negros
    libres, comenzaron a expresar su malestar. Y la isla se
    dividió en dos campos hostiles: los cubanos contra los
    españoles. Estos, numéricamente superados por los
    nativos. Sobre todo en las provincias orientales, donde el
    porcentaje era aún mayor.

    El sentimiento antiespañol se generalizó y
    los grupos
    independentistas decidieron que había llegado su momento.
    Con el lema "¡A España no se la convence, se la
    vence!", iniciaron el desafío.

    Por otro lado, el fracaso de España en la
    República Dominicana; el de Napoleón III en
    México,
    convencieron a muchos cubanos de que España podía
    ser derrotada. Una consecuencia más directa de la
    situación internacional, fue que muchos dominicanos con
    experiencia militar, que se instalaron en la parte oriental de
    Cuba, harían una aportación valiosísima a la
    rebelión cubana.

    Finalmente, las circunstancias políticas
    que agitaban a España ayudaron en gran medida a la causa
    cubana de emancipación. Durante la guerra de los
    Diez Años, la metrópolis presenció la
    abdicación de Isabel II; una regencia militar; el reinado
    de Amadeo de Saboya (1871-1873); la proclamación de una
    república; la restauración de Alfonso XII; y una
    segunda guerra carlista (1872-1876).

    Como consecuencia de esas turbulencias
    históricas, el ejército español destacado en
    Cuba, no recibía la atención y los pertrechos que
    necesitaba. Se sumaba a esto la tradicional corrupción
    burocrática y el favoritismo político, que minaron
    todo esfuerzo militar serio. Prueba de ello es que, durante los
    primeros años de la guerra, once militares
    desempeñaron el cargo de capitán general de
    Cuba.

    Mientras tanto, en EEUU reaparecía amenazador el
    "destino manifiesto", con el nombre de imperialismo
    económico y político.

    Su reaparición se explica por la conveniencia de
    contar con un paso interoceánico por América
    Central. El deseo de asegurarse navalmente el control que
    protegería el posible canal y sobre todo, la
    presión de mantener seguras las fronteras logradas y la
    necesidad de encontrar mercados.

    Sin embargo, desde 1850, se había alzado una
    barrera contra el "destino manifiesto", pero en 1897, el
    capitán Thayer Mahan publicó un libro que puso
    en movimiento un
    "segundo destino manifiesto". Este promovía un canal en
    América Central y bases en el Caribe y el
    Pacífico.

    Ya en la presidencia de Harrison (1889-1893), el
    secretario de estado Blaine,
    expresó la urgencia de comprar Cuba, adquirir las islas
    Vírgenes, conseguir las bases navales en Santo Domingo y
    tomar las islas Hawai. Blaine comprendió que con la
    Doctrina Monroe se podrían estrechar vínculos
    comerciales con Hispanoamérica, y darle salida al exceso
    de producción. Así orientó la doctrina hacia
    el panamericanismo, cuyo primer fruto fue el Congreso
    Panamericano de 1889-90; de donde salió la idea de la
    Unión Panamericana y de una América unida
    jurídica y políticamente, en torno a
    EE.UU.

    Pero en 1892 ganó nuevamente las elecciones
    Cleveland, quien gobernaría el período 1893-97,
    aplazando el "nuevo destino manifiesto". Deseaba el canal, pero
    no el dominio sobre
    pueblos extraños.

    Lo ideal para EEUU, era desalojar del Caribe a Francia e
    Inglaterra, pero
    resultando imposible, se contentaba con desahuciar a
    España mediante su política de imperialismo
    protector. Así, al darse la revuelta cubana de 1895,
    ofreció su mediación para acabar la guerra. Pero
    España la rechazó. En 1896, el gobierno
    español de Sagasta accedió a la autonomía de
    Cuba y retiró de la isla al odiado gobernador
    Weyler.

    Los problemas
    internos continuaron y los intereses en una Cuba sin
    España, se acentuaron. La publicación en la
    prensa de una
    carta en la
    que se expresaba cierto desprecio por McKinley y la
    explosión del Maine a causa de un artefacto colocado en su
    interior, llevó a que EEUU, enviara a Madrid un
    ultimátum exigiendo que se firmara el armisticio con
    Cuba.

    A pesar de ello, EEUU declaró la guerra a
    España. Esta fue muy breve; en efecto, el 3 de junio de
    1898 fueron destruidos en Santiago de Cuba los barcos
    españoles de la escuadra de Cervera; el 17 cesó la
    lucha y una semana después desembarcaron los
    norteamericanos en Puerto
    Rico.

    Paralelamente, las islas de Hawai, Guam y Filipinas
    serían bases para la expansión comercial en
    Oriente. La definición del "destino manifiesto" se
    ampliaba. Antes había servido para justificar el derecho a
    extenderse y poseer todo el continente, ahora la
    definición incluía islas del Caribe, del
    Pacífico y de todo el océano.

    CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

    Por el Tratado de París, firmado el 10 de
    diciembre de 1898, España renunció a todo derecho
    de soberanía y propiedad
    sobre Cuba. Cedió a los EEUU, la isla de Puerto Rico y las
    demás que estaban bajo su soberanía en las Indias occidentales y la
    de Guam en el archipiélago de las Marianas ó
    Ladrones.

    También cedía el archipiélago de
    las Filipinas y los EEUU pagarían a España la suma
    de veinte millones de dólares en el transcurso de los tres
    meses posteriores al canje de ratificaciones.

    Los negociadores españoles no consiguieron
    obtener ni la más mínima concesión de sus
    adversarios. "Pero lograron lo único que era posible
    lograr en sus circunstancias, a saber: silenciar los argumentos
    contrarios y forzar al gobierno de los EEUU a refugiarse, a
    propósito de cada punto litigioso, en lo que era su
    exclusivo y único argumento: la fuerza. Y esto
    tiene y tendrá valor para
    todo el que no se resigne a dejar la vida reducida a un simple
    juego de
    intereses materiales"
    (3).

    Mientras tanto, en Madrid se fueron apagando los ecos
    nacionalistas de la guerra. Las críticas hacia los
    norteamericanos se diluyeron con la ira que ahora se
    dirigía hacia las autoridades españolas, las cuales
    enfrentaban el grave problema de hacer frente a las
    indemnizaciones de guerra, a la deuda cubana y a las tropas que
    llegaban en masa, enfermas y hambrientas desde Cuba.

    La perla del Caribe quedó en poder de un
    gobierno militar norteamericano que se prolongó hasta
    1902, no sin problemas graves y apremiantes.

    "Cuatro quintas partes de las plantaciones de
    caña de azúcar se hallaban en ruinas; la zafra de
    1898 fue inferior en unos dos tercios a la de 1895. Alrededor del
    90 por 100 del ganado de la isla se había perdido y la
    industria del
    tabaco
    virtualmente había dejado de existir. Las comunicaciones
    estaban cortadas. Disperso, mal pertrechado y hambriento, el
    ejército rebelde cubano vigilaba, a pesar de todo, lo que
    hacían las autoridades norteamericanas. La posibilidad de
    una confrontación armada entre los antiguos "aliados"
    empezaba a preocupar a Washington" (4).

    El gobierno militar actuó rápida y
    enérgicamente, licenciando en menos de dos años al
    ejército cubano, al que se le abonaron salarios
    atrasados, a cambio de que
    entregaran las armas y volvieran
    a sus hogares.

    El desarme de los justicieros rebeldes no se
    consiguió tan fácilmente, teniendo que intervenir
    los generales rebeldes para convencer a sus soldados y negociando
    con las autoridades norteamericanas el procedimiento
    menos incómodo para los miembros de las tropas cubanas,
    quienes interpretaban el hecho como si se tratara de una derrota,
    o de un acto de sumisión, lo cual estaba muy lejos de su
    espíritu combativo.

    Máximo Gómez, el más popular de los
    jefes de la revolución
    cubana, si bien había aceptado la propuesta de Calixto
    García sobre la entrega de armas, (la que se
    realizó finalmente ante las autoridades municipales de
    cada pueblo y no a las autoridades militares norteamericanas),
    rehusó ir a La Habana para la izada de la bandera
    estadounidense en el castillo del Morro.

    Escribió que "la nuestra es la bandera cubana, la
    bandera por la que tantas lágrimas y sangre se han
    derramado… debemos permanecer unidos con el fin de poner fin a
    esta ocupación militar injustificada" (5).

    Sin embargo, los norteamericanos estaban allí y
    de alguna manera ellos lo habían hecho posible, en su
    afán de desprenderse del yugo español. Aceptaron la
    ayuda proveniente de los EEUU, sin saber de qué manos
    interesadas procedían y ahora sus jefes agotados, aunque
    esperanzados en vagas promesas, dirigían sus pedidos a
    Washington, en procura de créditos para poner en marcha la
    isla que aparecía marchita después del fragor de la
    guerra.

    "El resultado inmediato de esta dominación
    creciente fue la formación de un poderoso grupo de
    presión en Washington que pretendía mejorar las
    relaciones comerciales con Cuba" (6).

    Pero mientras persistía la desconfianza hacia las
    intenciones norteamericanas, crecía también el
    nacionalismo
    cubano y se hacía fuerte.

    Los países latinoamericanos, que en su
    mayoría no tuvieron injerencia en esta guerra, vieron
    confirmadas sus sospechas. EEUU había demostrado con el
    despliegue de su potencial militar, que estaba decidido a
    hegemonizar el Caribe, controlar el futuro canal
    interoceánico y liderar económicamente el resto del
    Continente.

    En adelante, los países más ilustrados
    iniciaron una política de defensa
    de la libre determinación de las naciones, en concordancia
    con la tan proclamada soberanía lograda a comienzos del
    siglo XIX. Así, la Argentina,
    Chile,
    Venezuela y
    México, se
    opondrán a los intentos norteamericanos de
    panamericanización del continente. Los forcejeos
    diplomáticos se manifestarán en las Conferencias
    que para tal efecto se convoquen a lo largo de la primera mitad
    del siglo XX.

    Poco a poco y bajo las apremiantes circunstancias
    históricas, las repúblicas latinoamericanas
    irán cediendo a los designios de la emergente potencia del
    Norte. Argentina
    será la última en hacerlo y sólo
    después de haber realizado grandes esfuerzos por
    mantenerse al margen de las grandes potencias y de haber agotado
    todas sus posibilidades en ese sentido.

    MENDOZA Y LA GUERRA DE 1898

    A juzgar por la atención que dio a los hechos el
    diario "Los Andes" de Mendoza, por la profusión y
    extensión de las informaciones provenientes de diferentes
    partes del mundo sobre lo que sucedía en la isla
    caribeña, se puede suponer que la prensa y la
    opinión pública en general, se preocuparon y
    ocuparon de la guerra de 1898, cuya gestación
    también fue objeto de tratamiento periodístico a
    partir de los primeros años de la década de
    1890.

    Desde que se declaró la guerra, aparecieron
    anuncios en las escasas páginas de "Los Andes", llamando a
    reunirse los españoles para recolectar fondos, en
    diferentes domicilios e instituciones.

    Por otra parte, resulta llamativa la estrategia
    publicitaria del diario. Cuando la guerra comenzó a ser
    noticia de interés
    general, y a medida que los cables abundan en los funestos
    detalles; utiliza titulares destacados como "Bombardeo en Cuba",
    para anunciar los avisos comerciales de sus clientes.
    Seguramente, en procura de un mayor impacto.

    Este periódico,
    recurso esencial del presente estudio, fue fundado en 1882, por
    el Dr. Adolfo Calle, quien le imprimió, "Un compromiso que
    comienza con la entrega a la causa noble y fecunda de la información y termina con el cumplimiento
    de imperativos morales superiores, de los que hay que rendir
    cuenta a la conciencia y a la
    sociedad"
    (7).

    Sus páginas amarillentas, pero reveladoras,
    guardan las expresiones que vertiera aquella sociedad
    polifacética y plural, que aunque pequeña ya se
    manifestaba en nuestro medio.

    Los inmigrantes españoles se expresaron en forma
    calurosa y contundente en favor de su patria y no escatimaron
    recursos los
    más pudientes, para ayudar a la causa española, a
    cuyas raíces aún se hallaban aferrados.

    Una gran mayoría sin embargo, defendía
    la empresa de
    los cubanos. Rememoraban las hazañas argentinas de Mayo y
    las comparaban con las del pueblo cubano y sus héroes. No
    desdeñaban la ayuda que subrepticiamente salía de
    los EEUU, pues reconocían que la Revolución
    de Mayo de 1810, había contado con el apoyo de Inglaterra.

    Pero guardaban y procuraban todos, un respeto memorable
    hacia España, a quien decían, se le debían
    los bienes
    culturales y morales de Hispanoamérica.

    También se vislumbran algunas opiniones, tal vez
    como reflejo de lo que se decía en naciones europeas, como
    Italia, Francia y
    Austria-Hungría y advertían sobre las verdaderas
    intenciones de EEUU.

    Así, en 1897 el articulista de "Los Andes" dedica
    un editorial que titula "Pro Cuba Libre", para comentar una
    manifestación en Mendoza, en ese sentido. Dice que "Gran
    entusiasmo reina en el pueblo de Mendoza y sobre todo entre la
    juventud, con
    motivo del meeting de adhesión a la causa cubana, que se
    celebrará el domingo próximo". Agrega el
    artículo, que la causa cubana ha levantado el
    espíritu de nuestro pueblo que adhiere a la independencia
    de la Gran Antilla, que a imitación de todos los
    países de América
    Latina, lucha hoy por conquistar sus derechos desconocidos y
    constituirse en estado
    autónomo y soberano. Dice que no puede haber nada
    censurable en esta actitud del
    pueblo argentino. Que el movimiento de
    simpatía hacia Cuba, no importaba absolutamente hostilidad
    a España, cuyos derechos sobre la isla nadie
    desconoce. Concluye que la actitud de los
    españoles, al pretender contrarrestar las manifestaciones
    es injustificada, propio "de un sentimiento de aversión a
    este hospitalario país, cuyos habitantes tienen el derecho
    de ser respetados en sus opiniones, así como los
    argentinos sabemos respetar las de todos los extranjeros que
    pisan nuestro suelo"
    (8).

    En otra publicación y en una editorial especial,
    el diario da cuenta de graves revelaciones y cargos contra EEUU.
    Al respecto, la prensa londinense publica una carta dada a
    publicidad por la
    agencia Reuter y de la cual es autor un súbdito inglés
    que reside en Cuba y ocupa una posición preeminente entre
    sus ciudadanos. Las afirmaciones que contiene causaron gran
    impresión en España, donde se cree que el autor es
    un funcionario consular. Lo más importante de esta
    correspondencia habla sobre la falsedad de la pacificación
    de Cuba o de que lo estará en pocos meses, lo que
    considera absolutamente risible. "No hay ninguna provincia
    pacificada, ni la situación general de la isla puede
    decirse, que sea mejor que hace dos años. Weyler ha
    fracasado por completo. La Habana sigue rodeada de partidas
    rebeldes que se pasean por todas partes. La ruina de la isla
    llega a extremos aterradores y la mortalidad es horrible; la
    mitad del ejército español dado de baja por
    enfermedad, está en los hospitales, ó en las
    enfermerías de los cuerpos. El resto padece hambres y
    desnudeces que únicamente los sufridos soldados
    españoles son capaces de soportar." Agrega también
    el autor de la carta, que los
    EEUU son los verdaderos culpables de la situación en que
    se encuentra España, pues sin la protección que han
    dado a la rebelión, ésta hubiera podido ser
    aplastada en tres meses. "Los mismos cubanos reconocen que lo
    deben todo al apoyo moral y
    material de los EEUU y que mañana sería imposible
    la vida de la república si les faltara semejante
    protección" (9).

    Para 1898, la guerra era inminente. La información al respecto es profusa y el
    articulista se hace eco de la situación en España,
    donde la agitación patriótica aumenta y se
    generaliza. Todos los diarios consideran la guerra como
    inevitable y protestan por las calumnias contra España,
    formuladas en EEUU. Afirman que jamás, ni minas ni
    torpedos, fueron colocados dentro del puerto de La Habana. Se
    dice que la Reina Regente firmó el decreto para abrir en
    la Península y en las colonias, una gran
    suscripción nacional, con el objeto de aumentar la flota.
    "Todos los diarios suscribiránse con fuertes sumas".
    Mientras que, el gobierno envió una nota a los
    representantes de las grandes potencias en esta capital, para
    explicarles las decisiones que adopte el consejo en lo relativo a
    Cuba y EEUU. . "Asegúrase que la guerra está
    decidida" (10).

    En tanto, desde Cuba, las noticias que se reciben de
    Washington y Nueva York, causan gran emoción entre los
    voluntarios y confían que España sabrá
    recoger el guante que le lanzan los norteamericanos, e irá
    a la guerra (11).

    De Nueva York recibe la siguiente
    informacíón que publica el articulista. Anuncia que
    la votación de la cámara de diputados fue acogida
    entusiastamente por los diarios, quienes opinan en forma
    unánime que la guerra estallará, salvo que
    España ceda y reconozca la independencia de Cuba. Mientras
    que en Washington, se anunció que el ministro
    español Polo de Bernabé, rehusará las
    invitaciones que le hicieron los ministros de McKinley, para
    arreglar amigablemente la cuestión Cuba. Esto es
    considerado, como un indicio de guerra. Por su parte, las
    potencias europeas reanudarán las negociaciones de
    mediación entre España y EEUU, para evitar la
    guerra (12).

    Al respecto, la prensa de varios países europeos,
    como Francia, Alemania,
    Suiza e Italia, se
    manifiesta en favor de España, y dicen que lo que empuja a
    EEUU a la guerra, no es sino codicia, y no fines humanitarios.
    Hacen votos por el triunfo de las armas españolas, si
    llega a producirse la guerra (13).

    El Diario finaliza su reseña de aquel día,
    reflexionando sobre la grave situación, en una extensa
    editorial, que en algunas de sus partes dice que: "En la
    política exterior de las naciones, lo que se sabe ó
    llega a traslucir, no es nunca la última palabra, aunque
    parezca imposible las reconciliaciones y el apartamiento de los
    conflictos. La
    diplomacia guarda siempre en el más profundo secreto las
    últimas soluciones que
    muchas veces y de improviso, apagan la tea de la guerra
    convirtiéndola en deslumbrador arco iris". "En el tapete
    de la lucha, se ha puesto la independencia de Cuba, idea
    simpática y halagadora para todos los pueblas americanos,
    pero a estos les consta que tal deseo solo puede convertirse en
    realidad por medio de una guerra sangrienta, que ha de hacer
    época en los anales de la historia moderna. Porque hay
    que desengañarse: los españoles de hoy no son lo
    que ha dicho el diario oficial de Mendoza; son los mismos
    españoles de Trafalgar y Zaragoza, tienen el orgullo de
    una raza gloriosa que un tiempo
    dominó al mundo y solo podrá sometérseles
    cuando no haya una gota más de sangre que
    derramar en la tierra del
    Cid, de Pelayo y de Churruca". "Como americanos aspiramos a que
    nuestros hermanos de Cuba sean libres e independientes; pero
    sinceramente y por que no podemos olvidar los lazos indisolubles
    con la madre patria, hacemos votos por que aún en el
    último instante se encuentre una solución honrosa
    para todos y España, así como los EUA, no tengan
    más luchas en lo sucesivo que las del progreso y la
    civilización, en que ambos pueblos se han mostrado hasta
    ahora poderosos y en condiciones de competir victoriosamente con
    el enemigo más grande" (14).

    En los días que siguen, el ambiente
    bélico se generaliza y en España, los
    últimos despachos de EEUU vinieron a dar mayor impulso al
    patriotismo español. "El pueblo, presa de gran
    excitación, reclama la guerra a todo trance". Mientras que
    desde Cuba se comunica que delegados del Ministerio cubano han
    salido para tratar que los jefes insurrectos se sometan mediante
    nuevas e importantes concesiones en lo relativo a la
    autonomía. "Dícese que muchos revolucionarios han
    depuesto ya las armas en vista de la actitud de EEUU"
    (15).

    Al fin se decide concretar la fatal operación y
    el articulista publica información recibida desde
    Washington. Allí McKinley acaba de firmar las resoluciones
    del Congreso concernientes a Cuba, y firmó también
    el ultimátum, el cual fue enviado a España. Al
    saberlo, Polo de Bernabé, (Ministro español en
    Norteamérica) reclamó al Ministerio de Estado sus
    pasaportes (16).

    El pueblo norteamericano se manifestó contra el
    gobierno español, frente a la legación
    española, mientras que el ministro español
    emprendió viaje a México, donde esperará
    nuevas órdenes de Madrid (17).

    Justamente de allí son las próximas
    noticias, objeto de información del Diario. Hablan sobre
    la inauguración en presencia de la Reina, de las cortes
    legislativas. En su discurso, la
    Reina dijo que sí EEUU, cede a la corriente popular, la
    situación se haría intolerable para la dignidad
    nacional, y obligaría a España a romper
    hostilidades. El mensaje recuerda la intervención de
    León XIII y termina diciendo que las dificultades del
    porvenir, no serán superiores ni a la fuerza, ni a
    la energía de la patria española. En todas las
    ciudades del reino, a donde llegó la noticia de la ruptura
    con EEUU, se realizan manifestaciones patrióticas, de gran
    entusiasmo popular en favor de la guerra. Al respecto, se supo
    que Woodford (Ministro norteamericano en España),
    saldrá para Francia el próximo sábado. "Ya
    no queda ninguna esperanza para evitar la guerra". Y las cortes
    votaron todos los créditos que para la defensa nacional
    pida el gobierno (18).

    Por otra parte, en La Habana reina entre los
    españoles y cubanos favorables a España, gran
    entusiasmo para luchar contra EEUU. Y en Washington, el Gral.
    Miles conferenció largamente con el presidente de la Junta
    cubana, Sr. Estrada Palma. Finalmente y según un
    boletín de "La Nación", de última hora, el
    gabinete español de Sagasta decidió ir a la guerra.
    " ¡Guerra!, ¡Guerra!" (19).

    Ya en el fragor de la guerra, se busca la opinión
    calificada de los representantes diplomáticos. Y el
    articulista da cuenta de las declaraciones del Dr. Pellegrini,
    entrevistado en París por un corresponsal del "Herald".
    Dice que los sentimientos argentinos están divididos
    frente a la guerra. Que Argentina no puede condenar los esfuerzos
    cubanos por conseguir su independencia, pues significaría
    renegar de su propia historia. Que tampoco se
    puede condenar la simpatía o la ayuda dada a los cubanos
    por una nación extranjera, "pues nos sería
    difícil olvidar el apoyo moral y
    material que nosotros recibimos de Inglaterra en la de nuestras
    luchas". Pero que a pesar de todo ello, la Argentina está
    completamente ligada a la España. Y que la colonia
    española forma una familia con la
    sociedad argentina. Que existen lazos entre argentinos y
    españoles, que la independencia no ha podido romper. Ha
    citado a Pascal al decir
    que "El corazón
    tiene razones que la razón no comprende". Sospecha
    también que a los norteamericanos, no los guían
    solamente sentimientos humanitarios, sino que persiguen fines
    comerciales, "objetivo de
    todas sus acciones y
    secreto de su expansión colosal." Respecto a la pregunta
    sobre la duración de la guerra, respondió que eso
    dependía del resultado del primer combate naval
    (20).

    Echadas las cartas de la
    confrontación, el Diario centra su atención y su
    espíritu en las posibles consecuencias de la guerra. En la
    geografía
    de la ciudad clave, Santiago de Cuba, sobre la cual reflexiona en
    una extensa editorial. Dice que la posibilidad de un combate, es
    allí inminente porque a sus puertas se encuentra anclada
    la escuadra de Cervera, y en las inmediaciones, la de Schley,
    (Almirante de la flota norteamericana). Sobre las consecuencias
    del combate dice que, la derrota de los yankees
    significaría un desastre de consecuencias fundamentales
    para la guerra, por que perderían la mitad de sus buques
    más modernos y poderosos; pero que derrotados los
    españoles, el hecho asumiría las proporciones de
    una catástrofe, pues además de perder naves de un
    valor
    inapreciable, caería en poder del
    enemigo la importante ciudad de Santiago, a cuyos alrededores se
    encuentran numerosas fuerzas insurrectas perfectamente armadas,
    que se abalanzarían sobre la plaza. Describe al puerto,
    (en un tiempo el
    principal de la isla), situado en la orilla de una de esas
    ensenadas que se abren en la cadena de arrecifes que rodean a
    Cuba y comunican con el mar por una canal estrecho. "La
    bahía de Santiago de Cuba, solo tiene ciento sesenta
    metros en la parte más angosta del canal de entrada; pero
    en el interior se abre una magnífica bahía rodeada
    de caletas, en que todos los buques de la isla podrían
    encontrar abrigo" (21).

    Iniciados los combates, el Diario da cuenta de las
    noticias que van generando las fuentes
    más próximas a la guerra y que por su lógico
    interés
    estratégico, es importante confrontar. Así, por
    ejemplo, se informa que en EEUU se anunció oficialmente un
    nuevo bombardeo a Santiago, el 7 de junio, que perjudicó
    seriamente a los fuertes y ocasionó muchas muertes. Fue
    demolido el crucero español "Reina Mercedes", matando al
    segundo comandante y a cinco marineros e hiriendo a un teniente y
    diez marineros. Por su parte en Madrid, un despacho oficial de La
    Habana anuncia que los norteamericanos empezaron a bombardear
    ayer los fuertes de Santiago, pero no da detalles. Más
    tarde, otro despacho dice que los españoles han vuelto a
    rechazar el nuevo ataque de los navíos norteamericanos a
    Santiago, aunque murieron varios españoles entre los
    cuales se hallan el Coronel Ordoñez y el Capitán
    Sánchez (22).

    El Diario continúa brindando detalles del ataque
    norteamericano a Santiago. Y noticias de los EEUU concluyen que
    ningún buque norteamericano ha sido tocado por los
    proyectiles enemigos y que no hay bajas "americanas". Mientras
    que en Madrid un telegrama de Cervera confirmó el ataque a
    los fuertes y buques a su mando; que el "Reina Mercedes" tuvo
    seis muertos y diecisiete heridos. Que los daños sufridos
    "no son de importancia y que el enemigo recibió
    averías visibles". Por otra parte, comunican de Las
    Antillas que la censura telegráfica es tan rigurosa que se
    rechazan todos los telegramas dirigidos a España, con los
    detalles de la acción de Santiago. En tanto que en Bs.As.
    "El Diario", publica que Washington recibió noticias sobre
    la guerra y que hablan sobre las fuerzas de desembarco
    norteamericanas, que ayudadas por los insurrectos, habrían
    llegado a tierra,
    resistiéndoseles tropas españolas, las que
    finalmente tuvieron que ceder al número y fuego de los
    buques norteamericanos, que los protegían al desembarcar.
    "Los españoles se replegaron sufriendo grandes
    pérdidas" (23).

    Algunos días después, el Diario mantiene
    informada a la opinión pública sobre lo que
    acontece en el Caribe. En Nueva York "El World" (sic) anuncia que
    el Comodoro Sampson telegrafió diciendo que su
    situación es muy crítica, y que es indispensable se
    adopten medidas inmediatas para apoderarse de Santiago. Mientras
    que en Madrid, el Ministro de Guerra, (Gral. Correa)
    volvió a protestar enérgicamente contra las
    infracciones continuas de los norteamericanos, a los derechos
    internacionales. En tanto que en Barcelona, la "Unión
    Catalana" ha dado hoy un manifiesto al pueblo en el cual ataca
    vivamente al gobierno por su imprevisión, que no se ha
    preparado para la guerra. Pide que se haga la paz enseguida,
    "pues así será menos costosa que más tarde
    cuando la impondrán los norteamericanos" (24).

    A comienzos de Julio, el Diario anuncia en grandes
    titulares que Santiago de Cuba ha sido atacada por mar y tierra. Y que
    Manzanillo ha sido bombardeado también. Que los cubanos
    insurrectos toman parte en la lucha, y según despachos de
    Schafter, están batiéndose con heroísmo. En
    Washington, de donde proviene la noticia, reina gran ansiedad por
    conocer el resultado de esa batalla. Mientras que en Madrid,
    también se supo del ataque combinado, con resultado
    favorable a España, aunque el rumor no fue confirmado. Por
    otro lado, Monseñor José Pozuelo de Herrera, dio
    una pastoral concerniente a la guerra con EEUU, que causó
    viva impresión. Dicho prelado ataca duramente a
    Norteamérica e invita al pueblo español a no ceder
    y proclama la guerra santa en todas las parroquias de su
    diócesis. Los eclesiásticos van a promover
    reuniones tendientes a avivar el patriotismo y ayudar al gobierno
    por todos los medios
    posibles (25).

    Al día siguiente, el Diario informa que en
    Washington se dijo que la batalla de Santiago comenzó a
    las 7 de la mañana y que el Gral. Lawton tiene ahora en su
    poder a Cabaña, posición que los españoles
    defendieron tenazmente. Que las flotas de Sampson y Schley,
    están bombardeando rigurosamente el fuerte del Morro, el
    cual contesta con todo vigor. Que hasta el momento, no se sabe
    cuál será el resultado, pero se sabe ya que los
    muertos por ambas partes son numerosos. Por otra parte, en
    Barcelona el obispo de esa diócesis, la cámara de
    comercio y el
    comité central del partido socialista catalán,
    dirigieron al gobierno central, una nota solicitando se ponga
    término a la guerra, por que si esta continúa la
    provincia se arruinará. No obstante, en Madrid las idean
    parecen ir en otra dirección. Allí se ha comunicado que
    todos los miembros del gabinete se expresaron contrarios a la
    paz. Al respecto, los despachos recibidos dicen que excepto
    Barcelona, la reacción belicosa se acentúa en toda
    la Península. Más adelante, la crónica del
    día da cuenta de un parte oficial proveniente de
    Washington, con más detalles sobre el combate de Santiago
    de Cuba. Dice que "La batalla ha sido encarnizada. Los americanos
    han tenido quinientas bajas entre muertos y heridos. Las
    pérdidas españolas no se conocen, pero no pueden
    ser inferiores. Los americanos han logrado ocupar y establecerse
    firmemente en los obrajes avanzados de Santiago y esta
    mañana… han debido reanudar el combate, emprendiendo
    nuevamente el ataque a las posiciones españolas. El
    espíritu de las tropas es excelente". Por otra parte, en
    Roma se supo que,
    a través de su prensa, El Vaticano exhorta a las grandes
    potencias para que ofrezcan su mediación, con el
    propósito de que cesen las hostilidades entre
    España y Norteamérica (26).

    El Diario continúa brindando información
    con detalles de la batalla de Santiago de Cuba. Al respecto se
    supo en Washington, que el Gral. Schafter deberá
    replegarse con sus tropas a las colinas próximas a la
    costa, pero en forma temporaria y con el objeto de dar descanso a
    las tropas. "Parece que Schafter abandonó completamente
    todo el llano que circunda a Santiago y las posiciones que
    ocupaba en el Camey". Mientras tanto que, desde Madrid se informa
    que dos mil soldados españoles combatieron heroicamente
    contra diecisiete mil norteamericanos. Que murieron de la misma
    forma el Coronel Ordoñez y el Comandante Domínguez,
    mientras que otros generales y oficiales quedaron heridos. Por
    otra parte, de Nueva York se informa que en Manzanillo fue
    hundido por los españoles el buque norteamericano
    "Hornet". Los buques americanos se retiraron después de
    haber hundido a un torpedero y una cañonera
    española. En tanto que, el gobierno adoptó medidas
    urgentes para el envío de refuerzos a Cuba. Más
    adelante, se da cuenta de un despacho originado en Washington con
    carácter de "urgente", en el cual se señala que la
    flota americana del Comodoro Sampson, entró al puerto de
    Santiago y destruyó la flota española del Almirante
    Cervera. Todos los buques españoles fueron destruidos,
    menos uno. Agrega que, un telegrama de Schafter de fecha 3 de
    julio, dice que pidió capitulación inmediata de
    Santiago, amenazando en caso contrario, bombardearla. "Cree que
    la plaza capitulará". Por otra parte, se supo en Nueva
    York, gracias a un comunicado fechado en Playa Este, que habiendo
    salido de la bahía de Santiago, los españoles,
    alinearon sus buques y los incendiaron, menos uno, en el que se
    supone se hallaba Cervera. Se trata del buque "Vizcaya". Por su
    parte, el Comodoro Sampson confirmó a Washington la
    voladura de la escuadra de Cervera, y además, que
    tomó mil doscientos prisioneros españoles entre los
    cuales se encuentra Cervera. En tanto que, allí mismo, un
    telegrama de Schafter al Ministro de Guerra norteamericano,
    anunció que la guarnición de Santiago rehusa
    capitular y que, de acuerdo con las instrucciones que se le
    enviaron, él ha acordado un plazo hasta mañana a
    medio día para rendirse, pasado el cual, procedería
    vigorosamente al bombardeo. En contraposición, noticias de
    España sobre la escuadra de Cervera dicen que el gobierno
    acaba de comunicar a la prensa un despacho oficial de Cuba,
    según el cual dicha escuadra salió de Santiago
    pasando el canal sin accidente alguno. Y que después se
    oyó un vivo cañoneo. Que se ignora el resultado del
    combate que ha debido librarse con la escuadra norteamericana.
    Luego, el Ministro de Guerra ha recibido otro telegrama de
    Santiago, anunciando la llegada a esa plaza de la columna del
    Gral. Escario, después de haber forzado las líneas
    americanas. Finalmente, otros despachos procedentes de Madrid,
    anuncian que la escuadra de Cervera forzó el bloqueo
    establecido por los buques norteamericanos, y gracias a su
    velocidad pudo
    alejarse sin haber siquiera recibido averías. Mientras que
    las noticias americanas sobre la destrucción de esa flota,
    serían falsas y con el objeto de desanimar a las tropas
    españolas, que defienden a Santiago de Cuba para obtener
    la rendición de la plaza (27).

    Un día más en la vida del diario que nutre
    nuestro trabajo. En su escaso volumen
    continúa la redacción de los telegramas con noticias de
    la guerra. Madrid informa que su gobierno, ignora la
    destrucción de la flota de Cervera y que los despachos
    oficiales de Cuba no lo mencionan. Mientras que en Nueva York se
    supo que Cervera está herido en un brazo, y que le
    declaró a Sampson que prefería arriesgar un combate
    en alta mar, que esperar la perspectiva de sucumbir en la
    situación en que se halla. Se informó
    también en aquella ciudad, que Schafter cayó
    enfermo, por lo que será reemplazado por el
    generalísimo Miles, quien se trasladará a la isla
    antes de 8 días con refuerzos y asumirá el mando
    del Ejército. En tanto que en Washington, se
    anunció desde Santiago, que los cónsules
    extranjeros tuvieron una conferencia con
    Schafter para pedirle prolongara el plazo fijado para la
    rendición de la ciudad. Es posible que dicho general
    acepte con el fin de que los extranjeros, puedan ponerse a salvo.
    Finalmente y después de varias aseveraciones y
    desmentidos, una editorial de "Los Andes", merced a los despachos
    que provee la agencia "Havas", se confirma la destrucción
    de la escuadra de Cervera, disipando todas las dudas. Detalla el
    nombre y calado de los buques, su tonelaje y la
    tripulación, totalizando 2.164 marinos, los que se
    habrían enfrentado a los norteamericanos. Y que
    según datos de estos,
    1.600 de ellos han sido presos. Aunque se afirma que el
    "Cristóbal Colón" se habría salvado, con sus
    543 tripulantes. "Esto interesa por que dicho buque es gemelo de
    nuestro Garibaldi". Agrega que aunque rudo, el golpe no ha
    desarmado a España en el mar, pues además cuenta
    con la poderosa escuadra del Contra Almirante Cámara. Sin
    contar con otras naves muy a propósito para la defensa de
    las costas. Dice finalmente que Cervera merece el respeto universal
    por su gloriosa, aunque desgraciada página que ha agregado
    a la brillante historia naval de España. "Quien tan
    brillantemente acaba de luchar, nació el 18 de febrero de
    1839 y cuenta con 45 años de importantes servicios,
    habiendo ganado muchos de sus ascensos por acciones de
    guerra y tiene numerosas condecoraciones" (28).

    El 7 de Julio de 1898, el Diario informa que en Madrid
    fue confirmada la destrucción de la flota. Lo que
    causó consternación y los diarios apenas consignan
    la noticia. Por su parte, el Gabinete celebró un nuevo y
    largo acuerdo. A la salida de la reunión, el Gral. Correa
    declaró a los periodistas, que España estaba
    más dispuesta que nunca a proseguir la guerra, y que la
    lucha seguirá mientras le quede un soldado en la isla. En
    tanto que en Nueva York, se supo que el Gral. Linares
    declaró en Santiago, que quemaría la ciudad antes
    que entregarla a los americanos. Mientras se asegura, que
    surgió un desacuerdo entre Schafter y Sampson, sobre la
    forma en que debe realizarse el ataque contra Santiago
    (29).

    Noticias provenientes de España, encabezan las
    columnas del Diario el 8 de Julio, dedicadas al desenlace de la
    guerra en Cuba. Hablan de que el Gral. Linares, curado ya de sus
    heridas, volvió a asumir el comando del Ejército de
    operaciones en
    Santiago. Mientras que el Ministro de Estado, recibió
    numerosas expresiones de condolencia, por el desastre de la flota
    española; la mayoría, de gobiernos europeos. En
    tanto que, el Gral. Blanco pidió a Madrid con urgencia, la
    remisión de fondos para hacer frente a erogaciones
    apremiantes "que no admiten dilaciones". Acerca de los rumores de
    paz, se dijo también en Madrid que un alto personaje del
    gobierno declaró que si esta fuera indispensable,
    sería otro el gobierno que la negociaría. "El
    actual gabinete no la aceptará ni la propondrá…"
    Y otros despachos enviados de Cuba a Madrid, comunican que la
    población de Santiago sigue en calma. Que se lleva a cabo
    el canje de prisioneros. Mientras que otro despacho confirma que
    los españoles echaron a pique, a la entrada de la
    bahía, el crucero "Reina Mercedes", para impedir que los
    americanos penetren en ella. Finalmente, una nueva editorial de
    "Los Andes", ofrece detalles importantes y desconocidos por el
    público de Mendoza, sobre el combate naval de Santiago.
    Dice que el Comodoro Sampson ofreció a la Nación,
    como presente del 4 de julio, la destrucción completa de
    la escuadra de Cervera. Que la noticia de la destrucción
    de dicha flota, recibida el mismo día en que el pueblo
    norteamericano celebraba el aniversario de su independencia,
    avivó allí el entusiasmo y en Nueva York, se
    hicieron festejos inusitados. Que toda la población de
    Canadá tomó parte en esas fiestas y sus milicias
    visitaron varias ciudades norteamericanas, habiéndose
    mezclado en estas manifestaciones, hasta un destacamento de
    tropas regulares inglesas (30).

    CONCLUSIÓN

    Estalló la guerra y los contendientes mostraron
    sus verdaderos rostros. Se apagaron sus fuegos y los pensamientos
    proféticos de los héroes iluminados se
    cumplieron.

    España se esforzó siempre por no perder a
    su hija más preciada. En la lucha por mantener su
    presencia orgullosa en el Caribe, donde ahora flameaban las
    banderas de naciones más poderosas, que la habían
    desplazado de su liderazgo
    imperial; hizo concesiones inimaginables en su historia de
    altivez. Pero todo fue en vano.

    Paralelamente se libró una guerra de noticias,
    cuya confrontación revela que las informaciones generadas
    en EEUU, sobre los avances y victorias de los insurrectos, fueron
    siempre contradecidas por la versión oficial
    española, quien siempre se apropió de las
    victorias.

    Este juego fue
    posible por la escasez casi total de observadores neutrales de la
    contienda, por la fuerte censura que oponía el sistema colonial
    español, a la prensa local y extranjera.

    El tímido sentimiento americanista, a favor de
    una Cuba libre e independiente, comenzó a cobrar fuerza a
    fines de 1896, cuando se conoció la noticia de la muerte de
    Antonio Maceo, en una traidora emboscada, cuando el valiente
    general se dirigía a parlamentar con un bando
    español, una posible tregua.

    Pero la suerte de Cuba ya estaba echada, el campo
    rebelde y la tozudez española, posibilitaban el avance de
    los fines perseguidos por la mayoría de los
    norteamericanos.

    Entonces la opinión pública decidió
    terminar con la cuestión. Azuzada por sectores
    interesados, como lo eran los delegados cubanos de la revolución, quienes realizaron grandes
    campañas en favor de la causa cubana, denunciando las
    arbitrariedades del gobierno español, al que por otra
    parte consideraban único adversario; los empresarios
    azucareros y tabacaleros apurados por restablecer sus negocios; los
    grupos
    políticos siempre ávidos de extender su "destino
    manifiesto"; y por supuesto el sentido humanitario de la sociedad
    en general que clamaba por el fin de las calamidades que
    padecían sus conciudadanos y las del pueblo cubano en
    general, cuya causa creían justa.

    Se exigía a España renunciara a su
    soberanía sobre la isla y se ordenaba al Presidente que
    hiciera cumplir lo anterior, para lo cual confería poderes
    suficientes para usar las fuerzas militares y navales de la
    nación.

    Calixto García y Máximo Gómez
    acataron no sin reconvenciones y recelos, la orden del Consejo de
    Gobierno de aceptar la jefatura del alto mando
    norteamericano.

    Calixto García reconoció que el Consejo de
    Gobierno había muerto al entregarle al presidente McKinley
    el mando de las fuerzas del ejército cubano, admitiendo
    con ello la necesidad de intervención de EEUU. Y
    consideraba que al Consejo de gobierno no le quedaba más
    que entregar su autoridad al
    pueblo revolucionario, que lo había tenido hasta ahora
    como el poder supremo del Estado.

    El razonamiento de Calixto para negarle su apoyo al
    Consejo de gobierno, se basaba en el hecho de que éste no
    sería reconocido por los EEUU, por sus deficiencias
    estructurales e incapacidad. No cabe la menor duda de que
    éste era un enfoque de la realidad muy ingenuo. El
    gobierno yanqui no reconocía al Consejo de Gobierno,
    simplemente porque era su política ignorar a las
    autoridades cubanas, no porque éstas estuvieran
    deficientemente constituidas.

    Pero seguramente, Calixto García
    comprendió la necesidad de que una vez consumada la
    intervención armada norteamericana, habría que
    luchar junto a los norteamericanos en primera línea y no
    permitir que el pabellón extranjero flotase en el viento
    de su tierra, sin que a su lado lo hiciere el de Cuba.

    Posiblemente, este proceder de los políticos
    revolucionarios cubanos se debió a la confusión
    política que reinaba en aquella época y sobre todo
    a su concepción y formación liberal; la cual les
    impidió comprender que la acción política y
    la lucha de masas podía traducirse en un poderoso
    movimiento capaz de modificar la situación.

    La ausencia de José Martí y de Antonio
    Maceo, se hacía sentir, más que nunca, en aquellos
    momentos cruciales de la historia de Cuba. Así lo
    interpretó el Diario "Los Andes" de la ciudad de Mendoza,
    Argentina. A través de los artículos que
    publicó durante el desarrollo de
    la guerra.

    Mendoza, alejada por la distancia de los fuegos de la
    guerra, tuvo sin embargo un interés permanente por lo que
    acontecía en Cuba. A pesar, según hemos visto, de
    la fuerte presencia de los intereses españoles que se
    hallaban establecidos en la Provincia.

    Sin embargo, el espíritu crítico del
    fundador del Diario, estaba presente también en los
    artículos y prueba de ello es el fuerte apoyo a la
    independencia de Cuba.

    Es que en el fondo, la problemática de la guerra
    universaliza el espíritu del hombre, se
    encuentre donde se encuentre y sean quienes fueren los
    contendientes.

    Con más fuerza se solidarizó entonces con
    aquel distante pero hermano espacio cultural, ese espíritu
    adormecido junto a la Cordillera de Los Andes, habitante
    provinciano y orgulloso de su cuna. Valle de antiguas gestas
    emancipadoras sudamericanas. Simiente que aguarda, cien
    años después de la victoria de Cuba, el despertar
    de una nueva era de hombres que ilumine la unidad de toda
    Latinoamérica, en la gesta definitiva que la libere de su
    forzado enclaustramiento, como entiendo y trata el maestro
    Leopoldo Zea en su texto: "La
    esencia de lo americano".

    NOTAS

    1.. Aguilar, Luis. En: Bethell L., "Historia de América
    Latina". Barcelona, Editorial Crítica, 1992. Tomo IX:
    México, América Central y el Caribe (c. 1870-1930).
    p. 210. 

    2.. Idem.
    3.. Azcárate, Pablo de. "La guerra del 98". Madrid,
    Alianza, 1968. p. 56.
    4.. Aguilar, Luis. En: Bethell L., "Historia de América
    Latina". Tomo IX, (op.cit.). p. 223.
    5.. Idem. p. 224.
    6.. Idem.
    7.. "Centenario de Diario Los Andes". Octubre de 1982, p. 2.
    8.. Diario "Los Andes". 1 de Enero de 1897, p. 2, col. 1; p. 3,
    col. 1.
    9.. Idem. 11 de Noviembre de 1897, p. 2, col. 1; p. 3, col.
    3.
    10.. Diario "Los Andes". 15 de Abril de 1898, p. 2, col. 1 y
    2.
    11.. Idem.
    12.. Idem.
    13.. Idem.
    14.. Idem.
    15.. Diario "Los Andes". 17 de Abril de 1898, p. 2, col. 1 y
    2.
    16.. Idem. 21 de Abril de 1898, p. 2, col. 1.
    17.. Idem.
    18.. Idem.
    19.. Idem.
    20.. Diario "Los andes". 29 de Mayo de 1898, p. 2, col. 1.
    21.. Idem. 31 de Mayo de 1898, p. 2, col. 1.
    22.. Idem. 8 de Junio de 1898, p. 2, col. 1.
    23.. Idem. 10 de Junio de 1898, p. 2, col. 1.
    24.. Idem. 19 de Junio de 1898, p. 2, col. 1; p. 2, col. 2.
    25.. Idem. 2 de Julio de 1898, p. 2, col. 1.
    26.. Idem. 3 de Julio de 1898, p. 2, col. 1.
    27.. Idem. 5 de Julio de 1898, p. 2, col. 1; p. 2, col. 3.
    28.. Idem. 6 de Julio de 1898, p. 2, col. 1; p. 2, col. 3.
    29.. Idem. 7 de Julio de 1898, p. 2, col. 1.

     

     

    Autor:

    Jose Antequera
    Mendoza – Argentina
    6-12-1999

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