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Anatomía cardíaca y funcionamiento del corazón




Enviado por luciadg




    1.
    Características
    Anatomicas


    3. Innervación
    Autonoma

    4. Metabolismo del
    corazon

    5. Actividad
    Cardiaca

    6. Fenómenos
    Estetoacusticos

     1. Características Anatomicas

    Órgano principal del aparato
    circulatorio, propulsor de la sangre en el
    interior del organismo de la sangre en el interior del organismo
    a través de un sistema cerrado
    de canales: los vasos sanguíneos.

    Está compuesto esencialmente por tejido muscular
    (miocardio) y, en menor proporción, por tejido
    conéctivo y fibroso (tejido de sostén,
    válvulas), y subdividido en cuatro cavidades, dos derechas
    y dos izquierdas, separadas por un tabique medial; las dos
    cavidades superiores son llamadas aurículas; las dos
    cavidades inferiores se denominan ventrículos. Cada
    aurícula comunica con el ventrículo que se
    encuentra por debajo mediante un orificio (orificio
    auriculoventricular), que puede estar cerrado por una
    válvula: las cavidades izquierdas no comunican con las
    derechas en el corazón.
    El corazón está situado en la parte central del
    tórax (mediastino), entre los dos pulmones,
    apoyándose sobre el músculo diafragma y
    precisamente sobre la parte central fibrosa de este
    músculo; está en una situación no totalmente
    medial, ya que en su parte inferior está ligeramente
    inclinado hacia el lado izquierdo (cerca de un cuarto a la
    derecha y tres cuartos a la izquierda de la línea
    medial).

    Tiene una forma que puede compararse a la de un cono
    aplanado, con el vértice abajo y hacia la izquierda, y la
    base arriba, dirigida hacia la derecha un poco dorsalmente; la
    base se continúa con los vasos sanguíneos
    arteriales y venosos (arteria aorta y pulmonar, venas pulmonares
    y cava), que contribuyen a mantenerlo y lo contiene, compuesta
    por dos hojas, una de ellas íntimamente adherida al
    órgano (epicardio) y otra que, continuándose con la
    primera, se refleja en la base en torno al
    corazón para rodearlo completamente (pericardio
    propiamente dicho); entre las dos hojas, que no están
    adheridas entre sí, existe una cavidad virtual que permite
    los libres movimientos de la contracción cardíaca.
    Al exterior del pericardio existe tejido conectivo, muy laxo y
    débil, de la parte inferior del mediastino, que facilita
    todos los movimientos e incluso la colocación del
    corazón. El corazón está preferentemente
    formada por la aurícula y por el ventrículo
    derecho; la aurícula izquierda es totalmente posterior, y
    del ventrículo se ve sólo una pequeña parte
    que forma el margen izquierdo del corazón. En la
    unión de los dos ventrículos se forma un surco
    (interventricular), en el cual se encuentra la rama descendente
    de la arteria coronaria anterior. La punta del corazón
    está formada sólo por el ventrículo
    izquierdo. El margen derecho está formado por la pared
    superior de la aurícula derecha, que se continúa
    hacia arriba con la vena cava superior; el ventrículo
    derecho, que forma el borde inferior, se continúa hacia
    arriba con la arteria pulmonar, que sobrepasa el
    ventrículo izquierdo, dirigiéndose hacia el margen
    izquierdo del corazón. Entre la vena cava superior y la
    arteria pulmonar se encuentra la parte inicial de la arteria
    aorta, que tiene su origen en la parte superior del
    ventrículo izquierdo y dirigiéndose también
    hacia la izquierda se cabalga sobre la arteria pulmonar y el
    bronquio izquierdo. Entre las aurículas y los
    ventrículos se forma un surco
    (aurículo-ventricular), por el cual van las ramas
    horizontales de las arterias coronarias, destinadas a la nutrición del
    corazón.

    El tejido muscular del miocardio está compuesto
    por células
    fibrosas estriadas, las cuales, a diferencia de las fibras
    musculares de los músculos voluntarios, se unen a unas a
    las otras por sus extremidades de manera que forman un todo
    único (sincitio) para poder tener
    una acción contráctil simultánea; cada fibra
    contráctil está formada por fibrillas elementales,
    dispuestas longitudinalmente, que tienen la propiedad de
    acortarse y alargarse en su diámetro longitudinal. Estas
    fibras se unen para formar haces musculares, dispuestos en
    diversas capas, bien en sentido circular, bien en sentido
    longitudinal y oblicuo (respecto a la base del corazón),
    de manera que puedan ejercer de la mejor manera la función
    para la cual está destinado el miocardio, es decir, la
    expulsión de la sangre cardíaca hacia los vasos
    arteriales.

    El tejido muscular es más abundante en el
    ventrículo izquierdo, que debe ejercer el trabajo de
    expeler la sangre a todo el organismo; un poco menos abundante es
    en el ventrículo derecho, que se limita a expeler la
    sangre sólo a la circulación pulmonar; por tanto,
    la pared del ventrículo izquierdo es de mayor espesor
    (más del doble) que la del derecho.

    Las paredes de las aurículas tienen solamente una
    acción contenedora de la sangre que proviene de las venas,
    por tanto, el espesor de sus pareces es muy inferior al de las
    pareces de los ventrículos. En el interior, la pared de la
    cavidad cardíaca está recubierta por una membrana
    epitelial (endocardio) que reviste todas las anfractuosidades y
    los salientes y se continúa con aquélla (intima) de
    las arterias y de las venas; este revestimiento interno de las
    cavidades que contienen sangre es necesario para evitar que
    ésta se coagule. El tabique que divide las
    aurículas y los ventrículos (respectivamente
    Inter.-auricular e Inter.-ventricular) tiene en su parte
    auricular, y en la porción supero-anterior de la
    ventricular, una constitución fibrosa, casi privada, de
    fibras musculares; ello depende del hecho de formación del
    órgano, en estas zonas existen orificios que se cierran en
    un segundo tiempo, cuando
    los haces musculares están ya formados. Otro tejido
    fibroso forma el perímetro de los orificios
    aurículo-ventriculares, aórtico y pulmonar, con
    fuertes anillos que sirven de sostén a las válvulas
    y de implantación a los haces musculares. Las
    aurículas tienen una cavidad de forma irregularmente
    redondeada, más globosa la de la aurícula derecha,
    más ovoidal la de la aurícula izquierda; las
    cavidades ventriculares son más anchas hacia la base del
    corazón-(es decir, hacia arriba), mientras que se
    estrechan hacia la punta: la cavidad ventricular derecha tiene la
    forma de una pirámide irregular triangular, con el lado
    medial (hacia el tabique) cóncavo; la del
    ventrículo izquierdo tiene la forma de un cono aplanado en
    sentido látero-medial.

    Las aurículas presentan entre ambas una
    prolongación anterior (orejuela) de fondo ciego que se
    prolonga sobre la cara anterior del corazón, rodeando
    lateralmente a la derecha el origen de la aorta, y a la izquierda
    el de la arteria pulmonar. Las paredes internas de las cavidades
    muestran el relieve de los
    haces musculares, especialmente en las partes más lejanas
    del tabique; en la aurícula derecha estos haces musculares
    se disponen más irregularmente, paralelo entre sí,
    cerca de la dirección longitudinal del corazón,
    recordando la disposición de los dientes de un
    peine(llamados por ello, músculos pectíneos), la
    aurícula izquierda tiene paredes generalmente lisas, los
    músculos pectíneos se encuentran exclusivamente en
    la orejuela. En los ventrículos existen unos haces
    musculares fuertes que sostienen las paredes, excrecencias
    musculares en forma de pirámides (músculos
    papilares) que parten de la pared del ventrículo y
    terminan con prolongaciones fibrosas (cuerdas tendinosas), las
    cuales se insertan en los márgenes libres y sobre la cara
    inferior de las válvulas aurículo-ventriculares.
    Durante la contracción cardíaca, cuando existe un
    fuerte aumento de la presión intraventricular, la
    contracción de los músculos papilares pone en
    tensión las cuerdas tendinosas y contribuye a mantener el
    cierre de las válvulas, evitando el reflujo hacia las
    aurículas.

    La aurícula derecha presenta en su parte
    superior, cerca del tabique, dos anchos orificios, uno superior y
    otro inferior, correspondientes a la desembocadura de las
    respectivas venas cavas y que no están provistos de
    válvulas. La parte medial de la aurícula fue
    indicada por los antiguos anatomistas como seno de la vena cava y
    el núcleo del tejido miocárdico especial, del cual
    se origina el estímulo para la contracción
    cardíaca, situado en el límite anterior de la
    desembocadura de la vena cava superior; fue denominado
    nódulo del seno. La parte inferior de la aurícula
    derecha está casi toda ella ocupada por un amplio
    orificio, orificio aurículo-ventricular, sobre el cual
    está implantada la válvula tricúspide; entre
    su margen posterior y la desembocadura de la vena cava inferior
    se encuentra la desembocadura del seno coronario, que descarga en
    la aurícula la sangre de la circulación del sistema
    de las coronarias.

    La aurícula izquierda, en su porción
    postero-superior, presenta las desembocaduras de las venas
    pulmonares, las dos derechas en la parte medial, cerca del
    tabique interauricular, y las dos izquierdas más
    lateralmente, hacia la izquierda; la parte inferior está
    casi toda ella ocupada por el orificio
    aurículo-ventricular, sobre el cual está implantada
    la válvula mitral (porque se asemeja a la mitra de los
    obispos). Estas válvulas están formadas por
    pliegues del endocardio que se reflejan sobre un soporte de
    tejido fibroso, llamado cúspide, que tienen un margen
    adherente al orificio aurículo-ventricular y un margen
    libre hacia el centro del orificio; a la derecha la
    válvula está formada por tres cúspides
    (tricúspide), y a la izquierda por dos (bicúspide).
    Estas válvulas se adaptan a sus paredes cuando la
    válvula está abierta, y permiten pasar libremente
    la sangre de la aurícula al ventrículo; cuando, por
    el contrario, se produce la contracción ventricular,
    forzadas por la presión sistólica, se alejan de las
    paredes y se cruzan entre sí por sus márgenes
    libres, causando el cierre del orificio e impidiendo con ello el
    reflujo de la sangre desde el ventrículo a la
    aurícula. Para facilitar la función y evitar que se
    reflejen hacia la cavidad auricular, están las cuerdas
    tendinosas de los músculos papilares descritos, que se
    ponen en tensión por la contracción
    ventricular.

    Los ventrículos presentan entre ambos en la base,
    además del orificio aurículo-ventricular, un
    orificio arterial, que se encuentra en posición más
    anterior, respectivamente para la arteria pulmonar en el
    ventrículo izquierdo. La cavidad ventricular hacia arriba
    se va estrechando hacia estos orificios, formando en ambos
    ventrículos el cono arterial, en cuyo extremo se encuentra
    el orificio. Los orificios arteriales están provistos de
    válvulas, formada semilunar (por lo cual se llaman
    válvulas semilunares o sigmoides); cada pared de la
    arteria tiene un margen cóncavo libre y arqueado, formando
    una especie de saco (seno de Valsalva) con la pared vascular y
    que está formado por repliegue del endocardio sobre un
    débil soporte fibroso. Con el reflujo de la sangre al
    final de la sístole ventricular las lengüetas se
    separan de las paredes y se ponen en tensión,
    uniéndose entre sí por sus márgenes libres
    hasta cerrar completamente el orificio e impedir con ello el
    reflujo de la sangre en la cavidad ventricular.

    2. Arterias
    Coronarias

    En correspondencia de los dos senos de Valsalva
    anteriores (derecho e izquierdo) de la arteria aorta, toman
    origen las arterias coronarias derecha (o posterior) e izquierda
    (o anterior), que van por el curso aurículo-ventricular e
    Inter.-ventricular, ramificándose y distribuyéndose
    por todo el miocardio por ramas transversales y ramas
    descendentes, de las cuales parten las ramificaciones directas a
    las fibras musculares y que discurren fuera del corazón. A
    este propósito es necesario hacer notar que las
    ramificaciones que irrigan el ventrículo izquierdo
    penetran en ángulo recto entre las fibras
    miocárdicas y se encuentran fuertemente comprimidas hasta
    llegar al cierre completo durante la contracción del
    mismo; de tal modo la nutrición de la musculatura del
    ventrículo izquierdo puede producirse sólo durante
    la relajación de las fibras musculares. Así, sucede
    que cuando existe una prolongación de la fase
    sistólica (como se da en la estenosis aórtica) o
    una hipertrofia de las fibras miocárdicas (miocarditis
    crónica) o incluso en la disminución del
    período diastólico que existe en el aumento de la
    frecuencia cardíaca, todas estas causas producen un
    obstáculo local a la nutrición del
    ventrículo izquierdo.

     3. Innervación
    Autonoma

    Un tejido miocárdico especial (específico)
    es el que forma el sistema de origen y conducción de los
    estímulos eléctricos que provocan las contracciones
    cardíacas. Este está dividido fundamentalmente en
    dos partes distintas: el nódulo del seno o nódulo
    de Keith y Flack, centro de formación de los
    estímulos, que se encuentra, como se ha dicho, en el seno
    de la vena cava; y el sistema del fascículo
    aurículo-ventricular, en el cual se pueden distinguir una
    porción superior (nódulo de Tawara), situado en la
    base del tabique interauricular, a la derecha de la pared
    posterior de la parte fibrosa de la aorta, y una
    prolongación hacia el tabique interventricular
    (Fascículo de His), que rápidamente se divide en
    dos ramas (izquierda y derecha), que se ramifican en filamentos
    cada vez más finos, tomando contacto con las fibras
    miocárdicas hasta en su punta. Este tejido ha sido llamado
    nodal porque los elementos musculares que lo forman presentan una
    disposición en forma de nudo; están formados por
    una red de delicadas
    fibras diferenciadas del restante tejido miocárdico, con
    unas estrías limitadas ricas en núcleo y
    entremezcladas por elementos conectivos. Este tejido especial,
    aun siendo muscular, no tiene función contráctil,
    pero por su especial metabolismo es
    capaz de producir automáticamente y de transmitir los
    estímulos eléctricos que van a excitar la
    contracción del miocardio. Los estímulos se
    originan normalmente en el nódulo del seno; de éste
    se difunden al miocardio auricular (a través de los haces
    de miocardio no diferenciado) hasta alcanzar el nódulo de
    Tawara y después de éste, a través del
    fascículo de His y de sus ramas, llegar a los dos
    ventrículos. La transmisión de estos
    estímulos eléctricos produce corrientes de
    acción que se registran con el electrocardiograma. En la
    nomenclatura
    habitual los estímulos que parten del nódulo del
    seno forman el ritmo sinusal (normal), mientras que en
    condiciones patológicas se originan en el nódulo de
    Tawara, produciéndose un ritmo nodal; existe,
    además, el origen en cualquier zona de los
    ventrículos de cierto tipo de estímulos
    produciéndose el ritmo idio-ventricular. La
    formación de estos estímulos es automática
    por el tejido específico, pero puede ser modificada en el
    tiempo y en el modo de conducción por excitaciones
    nerviosas que pueden alcanzar o a la inervación
    autónoma que el corazón posee, intrínsecas
    al órgano e independiente del sistema nervioso
    central, o por el sistema nervioso
    vegetativo formado por los grandes sistemas
    autónomos de nuestro organismo (vago y simpático),
    que pueden influir por vía refleja a continuación
    de los estímulos que parten de otros órganos,
    según las necesidades particulares de cada momento
    funcional de éstos; todas las excitaciones nerviosas
    cardíacas son independientes de la voluntad.

    4. Metabolismo del
    corazon

    Las pulsaciones cardíacas se inician mucho antes
    del nacimiento, en el embrión de pocas semanas y duran
    ininterrumpidamente durante toda la vida sin pararse
    jamás. Esto es posible por el metabolismo especial de la
    fibra muscular cardíaca, regulado por mecanismos
    químicos y humorales muy complejos y todavía no
    bien aclarados. Sobre ellos influyen seguramente iones activos
    (especialmente potasio, calcio y magnesio) que regulan la
    acción de las enzimas las
    cuales rompen el ATP (ácido
    adenosín-trifósfato) en ADP (ácido
    adenosín-difosfato) y ácido fosfórico, que
    modifica la estructura
    espacial de las moléculas de miosina contenidas en la
    fibra muscular, causando la contracción; el ATP
    posteriormente se reconstituye con el ácido
    fosfórico que está contenido en la fosfocreatina
    (que se regenera a expensas del ácido fosfopirúvico
    y del glucógeno); todas estas reacciones suceden
    sólo en presencia de oxígeno y proveen la
    energía necesaria para la contracción
    muscular.

    5. Actividad
    Cardiaca

    El número de las pulsaciones por minuto
    (frecuencia) varía de organismo en distintas condiciones
    de desarrollo o
    funcionales. La frecuencia, como la fuerza de la
    sístole cardíaca, varía según las
    necesidades del organismo. El funcionamiento del corazón
    se compara al de una bomba que aspira y expele (preferentemente
    expele). La sangre llega al corazón a la aurícula
    derecha a través de las dos venas cavas superior e
    inferior (de la circulación general), y del seno coronario
    (de la circulación propiamente cardíaca); en la
    aurícula izquierda las cuatro venas pulmonares que llevan
    la sangre oxigenada después del paso por la
    circulación pulmonar. El flujo de sangre es continuo y se
    lleva a cabo porque la nueva sangre que llega a través del
    territorio pulmonar al corazón es lanzada a la
    circulación de todo el organismo hasta volver otra vez al
    corazón; desde las aurículas la sangre pasa
    fácilmente a los ventrículos a través de los
    amplios orificios aurículo-ventriculares con las
    válvulas abiertas, mientras las paredes de los
    ventrículos relajados, no oponen ninguna resistencia hasta
    que las cavidades no están totalmente llenas
    (diástole de los ventrículos). Al final del
    período diastólico se produce la contracción
    de las aurículas, que sirve para completar, con un aumento
    de la fuerza, el llenado ventricular. Una vez llenas las
    cavidades ventriculares las válvulas tricúspide y
    mitral se cierran de manera total. Se inicia ahora la
    contracción (sístole) de los ventrículos,
    las válvulas puestas en tensión y luego sostenidas
    por los tendones de los músculos papilares, de manera que,
    a pesar del aumento de presión que sucede en la cavidad
    ventricular, resisten sin abrirse hacia arriba: de tal modo
    colaboran perfectamente con los márgenes libres, cerrando
    el orificio aurículo-ventricular. Así el retorno de
    sangre se ve impedido, no pudiendo, por tanto, refluir hacia las
    aurículas; apenas la presión en el interior de los
    ventrículos es mayor que la existente en la arteria
    pulmonar y en la aorta, se abren las válvulas de los
    respectivos orificios y la sangre sale a las arterias. Terminada
    la sístole ventricular, el miocardio se relaja y la
    presión en las arterias supera a la existente en los
    ventrículos: ello produce el reflujo de la sangre
    nuevamente a la cavidad ventricular, pero esto es impedido por la
    tensión y cierre de las válvulas semilunares
    pulmonar y aórtica, que cierra perfectamente los
    orificios. Así la progresión de la sangre es
    sólo desde el corazón hacia las arterias. Los
    términos sístole y diástole se refieren a
    los ventrículos; se habla también de sístole
    y diástole auricular. La acción aspirante de la
    cavidad ventricular, es como una diástole activa, muy
    escasa; mientras existe un notable influjo sobre el retorno de la
    sangre al corazón desde la periferia por la
    ventilación pulmonar, que durante la inspiración
    produce una presión negativa (es decir, inferior a la
    atmosférica) en el tórax y, por tanto, en el
    mediastino, actuando sobre las venas cavas y sobre las
    aurículas. La sístole ventricular cada vez y por
    cada ventrículo envía una cantidad de sangre de
    unos 60-70 ml. (lanzamiento sistólico), que es inferior al
    contenido total de la cavidad; por tanto, no se produce un
    vaciamiento completo, y por ello no existe un momento en el cual
    los ventrículos estén completamente vacíos
    de sangre. Existiendo lógicamente la posibilidad de una
    pequeña diferencia en cada una de las sístoles
    entre el lanzamiento sistólico del ventrículo
    derecho y el del izquierdo, esta diferencia será
    compensada en las sístoles sucesivas; porque si existe
    constantemente una diferencia, aún por mínima que
    sea entre la cantidad de sangre que sale por los dos
    ventrículos multiplicada ésta por el número
    de sístoles, se alcanzaría en breve tiempo el
    efecto de que toda la sangre estaría acumulada en la
    circulación mayor (periférica) o en la
    circulación menor (pulmonar); circunstancia ésta
    incompatible con la vida. El complejo de los movimientos del
    corazón se denomina ciclo cardíaco. Consiste en
    distintas fases: la diastólica o de llenado, la
    sistólica o de expulsión; la fase diastólica
    comprende la de dilatación de los ventrículos y el
    ingreso de la sangre en sus cavidades desde las aurículas,
    hasta el llenado completo que llega al máximo con la
    sístole auricular; la fase sistólica va desde el
    cierre de las válvulas aurículo-ventriculares hasta
    la completa expulsión de la cantidad de sangre que forma
    el lanzamiento sistólico a través de los orificios
    arteriales. Este complejo de movimientos produce fenómenos
    mecánicos y fenómenos acústicos. Los
    fenómenos mecánicos, que interesan en medicina, son
    aquellos que se reconocen clínicamente se pueden reconocer
    sólo las pulsaciones cardíacas y las de los vasos
    arteriales (aparato circulatorio). Está producido por el
    movimiento que
    tiene la punta del corazón contra la pared
    torácica, en el momento de la sístole que provoca
    un aumento de espesor de la pared del ventrículo izquierdo
    y con ello un mayor contacto con la pared del tórax, por
    una leve rotación del corazón de izquierda a
    derecha.

    6. Fenómenos
    Estetoacusticos

    Los fenómenos acústicos, normalmente
    advertíbles, están producidos bien por la
    contracción de la musculatura cardíaca, bien por el
    cierre de las válvulas de los orificios
    aurículo-ventriculares y arteriales; en la fase
    sistólica se distinguen un componente muscular y uno y uno
    valvular, en la fase diastólica actúa un componente
    arterial y valvular; la contracción auricular,
    habitualmente no produce fenómenos acústicos
    advertíbles. Cada sístole cardíaca produce
    dos tonos; el primero correspondiente a la contracción de
    los ventrículos, el segundo al cierre de las
    válvulas semilunares de los orificios arteriales
    aórtico y pulmonar. Los tonos se escuchan en determinados
    puntos del tórax, llamados focos de auscultación;
    el foco mitral, sobre la región del latido de la punta (y
    en el que se tiene en cuenta principalmente la actividad del
    ventrículo izquierdo); el foco pulmonar, en el segundo
    espacio intercostal izquierdo, en las proximidades del
    esternón (en el que se advierte la actividad de la
    válvula pulmonar y en parte la de la aórtica); y el
    foco aórtico, en el extremo esternal del segundo espacio
    intercostal derecho (en el que se advierte la actividad
    aórtica). A estos focos se une habitualmente la
    auscultación sobre el centrum cordis (en el extremo
    esternal del cuarto y tercer espacio intercostal izquierdo);
    existen además otros puntos de auscultación
    externos a la superficie de proyección cardíaca,
    que pueden estar en todas las regiones del tórax. La
    contracción de los ventrículos es
    simultánea, por lo que existirá una fusión de
    los fenómenos acústicos en un solo primer tono e
    igualmente simultáneo es el cierre de las válvulas
    arteriales, por lo que se ausculta un solo segundo tono. Sobre
    los focos de la punta (mitral, tricúspide) el primer tono
    es autóctono, el segundo se transmite a la base,
    debiéndose esto al cierre de las válvulas de los
    orificios arteriales; en los focos de la base (aórtico,
    pulmonar), los tonos son de génesis local. El primer tono
    tiene un componente debido a la contracción
    miocárdica, acústicamente menor, que es más
    un rumor que un tono, debido a la irregularidad de las
    vibraciones producidas por las fibras musculares que se contraen
    y a un componente valvular para el cierre de las válvulas
    aurículo-ventriculares (tricúspide y mitral), que
    producen vibraciones regulares y, por tanto, un verdadero tono.
    Este tono se advierte en correspondencia de los focos de
    auscultación de la parte inferior del corazón
    (mitral, tricúspide y centrum cordis); más hacia
    arriba, hacia la base, se auscultarán los tonos debidos a
    la actividad arterial (focos de auscultación
    aórtico y pulmonar), y donde el primer tono se debe a la
    rápida expansión de la pared arterial que vibra
    bajo el impulso imprevisto de la onda esfígmica,
    consecutiva a la sístole ventricular, y el segundo tono,
    que es debido a la expansión de la onda esfígmica
    contra las cúspides valvulares sigmoideas, que
    simultáneamente se ponen en tensión y, por tanto,
    vibran.

    El líquido (sangre), que corre con una cierta
    presión en un sistema de cavidades y de tubos comunicantes
    entre sí, pero no con el exterior, puede sufrir
    variaciones de velocidad y de
    cantidad a lo largo de su recorrido; estas variaciones le pueden
    imprimir una mayor velocidad o un enlentecimiento, una vía
    distinta a la normal y una progresión modificada, todas
    ellas circunstancias que pueden, a su vez, producir
    fenómenos acústicos. Es una ley general
    (definida por Concato y Bacceli en el siglo actual) que la
    difusión de los ruidos circulatorios suele ser siguiendo
    la dirección de la corriente sanguínea o bien el
    curso de los huesos, que son
    óptimos conductores de las vibraciones.

     

     

    Autor:

    Lucia del Giúdice

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