- Las
coincidencias y las simetrías
revisitadas… - Los celos, el
lado lóbrego del amor - El
síndrome de Otelo: los celos
patológicos - Alteraciones
asociadas - Aquí lo
ilustramos, en: El caso de Niko (ya descrito en otra
lección) - En
resumen - Amor y odio,
pasiones poco entendidas - Las
contribuciones de la neurociencia - Amor y sexo,
en polos opuestos del cerebro - Recompensa y
aversión - Fenómeno
frustración-atracción
Hablamos del amor estas y
en otras lecciones — Pero, ¿y los celos? —
¿Quién los entiende?
¿Matar por amor? ¿Morir por amor?
¿Cómo es posible? Pero, esto sucede, y pasa
mucho… pasa tanto, que algunas naciones justifican este
tipo de homicidio como un
acto de autodefensa, ya que es la salvaguarda del "honor" —
Este último concepto es
simultáneamente, en nuestra opinión, concepto
nomotético e idiográfico, imbricado al concepto de
la Ley Natural.
Para quienes sean curiosos acerca de la Ley Natural, como
nosotros la hemos desarrollado, invitamos su atención a nuestras ponencias al
respecto.
Para quienes desean saber más acerca de los vocablos
que en el segundo párrafo
de esta ponencia imbricamos a la Ley Natural, aquí
reproducimos la explicación suministrada por la
Enciclopedia Symploké:
"Idiográfico/Nomotético:
"De Enciclopedia Symploké, la Enciclopedia
Libre.
"Distinción acuñada por Guillermo Windelband
para distinguir los diversos dominios de las ciencias.
Así, las ciencias nomotéticas son aquellas que
tienen por objeto las leyes
lógicas, es decir, las ciencias de la naturaleza,
que buscan estudiar procesos
causales e invariables. Por contra, las ciencias cuyo objeto es
el estudio de los sucesos cambiantes, como la Economía, el Derecho o la Historia, son ciencias
idiográficas. Esta distinción fue básica en
la Escuela de Baden,
proseguida por Enrique Rickert".
Prosigamos con nuestra faena de hoy…
¿Recuerdan ese poema antiguo, El Duelo del
Mayoral? Del mismo extraemos unas estrofas, para ilustrar
como operan los sentimientos del hombre que
cela:
"…Y tuve celos, señora, del que así me
hablaba
y tuve celos de aquel que moría
y aun muriendo la amaba…
Y la sangre
cegó mis pupilas
y el machete en la mano tembló me con rabia
y lo hundí en su pecho con odio y con furia
y rasgué su carne buscándole el alma…
Porque en el alma se llevaba mi hembra
y yo no quería que se la llevara…"
Pero, recordemos que esta serie de lecciones están
íntimamente superpuestas con la existencia incuestionable,
de los llamados "accidentes",
que como hechos, a menudo, nos visitan en la vida.
Los celos, no existen por accidente, como el amor no es
circunstancia fortuita de la condición humana. Para
entenderlos, debemos de examinar de nuevo lo que, a penas
conocemos de nuestro pasado prehistórico, investigar las
tendencias culturales y eventualmente considerar las teorías
que explican nuestro desarrollo
psicológico — porque tanto el amor como los celos son
asuntos que forman parte fundamental de nuestra
naturaleza.
Desde el punto de vista religioso, la tradición
judeocristiana nos enseña que Caín tuvo celos de
Abel, a quien eliminara. Que Dios, al principio de los Tiempos,
era un Ser agitado, enfadado, bipolar, impulsivo y celoso. Que
Sara acechaba a Hagar y que Saúl tenía celos de
David.
Con respecto a los celos, las mitologías griegas y las
hindúes son muy prolíficas en historias acerca de
éstos. Y para no ser menos, Shakespeare,
cuyas obras, a menudo, celebran el amor y sus
miserias en todas sus formas; en Otelo, especialmente nos
consagra el personaje trágico cuyo nombre se diera al
síndrome de los celos patológicos.
¿Quién las
envió?
Freud descubrió la rivalidad celosa entre hermanos
mientras que el santo/filósofo, San Agustín, en sus
Confesiones, lo hiciera con muchos años de
anticipación al advenimiento del psicoanálisis.
Mientras que Jesús, amonesta a sus discípulos
por tener celos de María Magdalena —
…y así nuestra historia prosigue.
Página siguiente |