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Retrospectiva de "En este país". El paisaje en la novela criolla venezolana (página 2)




Enviado por Leudy B�ez



Partes: 1, 2

Por igual, la crisis y la
problemática de aquella sociedad
desorientada, obligó desesperadamente aferrarse a
cualquier soporte que le impidiera su naufragio. Tal caldo de
cultivo, engendró el acercamiento entre escritor y
sociedad en la búsqueda de su autenticidad; encontrando el
punto, donde novela y
sociedad, en exclusivo matrimonio
emprendieran el camino de la identidad,
floreciendo consigo el criollismo, entendido éste como el
resultado de una condición de vida para asumir la realidad
y relacionarse con ella, más no como estilo literario
academicista.

Ahora bien, ante aquel momento histórico que
sirvió de entorno a los criollistas, y entre ellos, a Luis
Manuel Urbaneja Achelpohl (1.873-1.937), máximo
representante de nuestro criollismo, abonan a la naciente
democracia.

Para aquellos, ya los personajes no van a ser seres
neuróticos, ni escritores incomprendidos, sino más
bien, estereotipos del suelo patrio
engendrados de una transformación social que brotó
impetuosamente, inspirándose en temas locales con
personajes que actúan con psicología criolla,
cuyos mensajes inician una novelística distinta,
desplazando, en algunos casos, al personaje mismo, a pesar de
representar su esencia interior, conduciéndolo hacia la
autoexploración íntima de su conciencia.

Hoy, éste entorno renace en la inédita
literatura local,
retornándole al paisaje y a su gente; y por supuesto, a
los neocriollistas, la posibilidad de recobrar la dormida
memoria
colectiva.

Ante aquel surgimiento, los escritores criollistas
aprovecharon la combinación del lenguaje a
emplear, uno de gran perfección formal; el otro, popular,
colmado de giros rústicos del habla campesina, motivo por
el cual Rufino Blanco Fombona define el criollismo como "pintura de las
costumbres populares, con los tipos y en el lenguaje de
bajo pueblo".

Éste estilo renace hoy con los nuevos horizontes
políticos y sociales que vive el país.

Cabe destacar, que el criollismo en la literatura
venezolana, se presentó ayer, al igual que se presenta
hoy, como un instrumento de defensa ante lo extranjero, con el
fin de "rescatar" el habla del pueblo, sus actitudes,
hábito social, para explicar así, el ser
venezolano. Por esta razón, el proceso de
modernización de la literatura impulsada en el
país, después de los años treinta, implicaba
el planteamiento de una literatura al ritmo, recursos y temas
de la literatura norteamericana y europea; y por tal, profesaba
un urbanismo que incorporaba lo campesino y
regional, sumergiendo a los escritores venezolanos en la
búsqueda de diferenciación de la identidad. Vale
decir, que para el país nacional, el desarrollo de
esta novela llevó incluido una aspiración
sociológica y política de
definición de la nación.

Con referencia al paisaje, el mundo rural y la ciudad se
integran detallando de manera muy definida cada uno de los
elementos que conforman esos ambiente con
minuciosa rigurosidad, y como herencia del
romanticismo
se aproxima al calor local.
De allí que, es muy común el hecho que el
sentimiento patrio comience por el paisaje. Por otra parte,
éste es el elemento básico enfilado en la novela "En
este país" (1.920) de Urbaneja, donde en ésta obra,
al igual en otras, el paisaje consagra su entusiasmo, y narrar lo
que les ocurre a los hombres de pueblo con quienes se tropieza en
posadas de camino, a la sombra de bucares, en las estepas y al
pie de las vacas. La visión de pueblo de Urbaneja
Achelpohl la vemos implícita en sus palabras, cuando nos
dice: "Un pueblo que no posee la manera genuina expresar sus
sentimientos, no tiene derecho alguno a aspirar un puesto en la
armonía universal".

Ahora, el autor en su obra, conserva el sentimiento del
paisaje, la visión vivificada y personificada de la tierra, la
flora, la fauna y el
interés
por la vida del hombre rural.
Estos oficios campestres le ofrecen, por asociación, el
contacto diario, íntimo y desgarrado con la Venezuela
rural que tan de amplitud aparece en sus relatos. Urbaneja
experimenta complacencia e interés por la gente
rústicas, con quien charla por horas, sobre sus formas de
vida, sus problemas,
tradiciones, costumbres y consejas.

Y ante este escenario, hoy nos preguntamos ¿No es
ese el mismo sentimiento que late en los neocriollistas
venezolanos?.

Otro aspecto resaltante del precursor del criollismo
venezolano, nos lo testifica su amigo y, en cierta medida su
discípulo literario, José Rafael Pocaterra
(1.888-1.955): "Acaso sólo con su alma y con su
talento, por los ojos se lo entraba mejor el paisaje; y como si
todo lo demás fuera un mundo de fantasmas,
captaba el gañán y el predio, la yunta de bueyes y
el crepúsculo, la moza y la vieja, y tal vez el campanario
del pueblecito y siempre el celaje en sangre coagulada
y el verde tierno de los botones de algodonero".

Por consiguiente, los temas autóctonos, opuestos
al exotismo de los modernistas, orientados a la captación
del paisaje criollo y de los tipos humanos característicos
del país, con sus trajes, costumbres, hábitos de
trabajo y
formas de vida en general; así como, el uso de
términos venezolanistas ("chamiza", "pichagua",
"guarapo"), constituye la insistente búsqueda de Urbaneja;
por ello, su énfasis por exaltar el paisaje de manera
resplandeciente, de enorgullecerse como versado lírico al
revelarlo ante los ojos del lector.

De igual manera, en su obra Urbaneja Achelpohl llega al
más alto ambiente paradisíaco, donde Paulo y
Josefina se enamoran. Siendo, en esencia, el contexto del
Ávila, el punto obligado de referencia en sus novelas, por
cuanto la obra desarrollada en el plano del presente, en el
cálido ambiente fluvial de los llanos bajos, pero en el
plano evocado del pasado torna a aparecer el Ávila.
Misticismo ya observado en "El tuerto Miguel" (1.927), donde la
visión del Ávila no guarda una energía
secreta, sino familiar.

Si en ésta plasma el recuerdo de su infancia, en
aquellas vemos descripciones rebosadas de saludo lírico
del paisaje. Divagaciones y meditaciones del protagonista
presente en la geografía del
Ávila, no sólo como paisaje, sino como un arquetipo
de la patria.

Aquí, el paisaje ejerce un papel preponderante
que por su importancia en el desenvolvimiento de los conflictos
humanos, toma carácter de protagonista; de allí
que, el autor logra describirlo con gran maestría,
paseándonos, en el inicio, desde el valle del río
Tócome, en Los Dos Caminos, por los valles de Aragua y la
serranía del estado
Miranda, hasta adentrarse, al final de la obra, en la Caracas de
los techos rojos.
Inscrita en la gran tradición hispanoamericana de la
novela marcada por el realismo
criollista, la obra novelística del autor asocia el
simbolismo de los personajes y situaciones arquetípicas a
una descripción vivaz del hábitat
para ofrecer la gran síntesis
narrativa del mundo campestre venezolano, captado en sus
contradicciones: Dominio
extranjero contra la lucha nacional; Modernismo
literario versus Criollismo; riquezas contra miserias
desigualdad; Conservadores en oposición a Progresistas,
inmoralidad contra moralidad,
naturaleza y
hombre. Salta a la vista el propósito de Urbaneja
Achelpohl, erigir a todos estos personajes en símbolos de la Venezuela descompuesta por
la ambición y las guerras
civiles. Por ello, uno de los valores en
ésta novela es el carácter ético.

Por su carácter, puede decirse que la citada
obra, es una novela realista; en ese sentido, hay en ella una
observación profunda del mundo, marcada por
una desahogada descripción, procedimiento
éste afín a los escritores del realismo e
intención que va más allá de lo literario.
Es decir, posee un fin social y sus personajes no se mueven
sólo por su propia voluntad, sino que están
condicionados por el medio. Su elemento, es el paisaje
testimonial de una topografía, de una vegetación y de una fauna del paisaje
central de Venezuela. Desde el punto de vista de la literatura,
la importancia de ésta queda resumida en el concepto mismo de
expresar libremente los sentimientos del ser interior del
escritor, así como sus más anhelantes
sensaciones.

Al indagar sobre contexto histórico de la obra,
refiere Lubio Cardozo (1997) que "En este país (1.920) se
cuenta entre las novelas más representativas del
criollismo literario en Venezuela. Preocupado por describir
nuestro paisaje, el aspecto de nuestros pueblos y los personajes
que en ellos habitan, así como por transcribir sus
costumbres coloquiales, Urbaneja Achelpohl nos ofrece en esta
novela una extensa gama de modos de decir y de ser
venezolanos".

En ella, su autor trabaja con delicada maestría,
la disparidad ya clásica entre la manera de vivir en los
aburguesados citadinos, la cual termina devorándose entre
sí, y la vida de los aldeanos, compenetrados con el
paisaje y protegidos por la apacibilidad campestre. Urbaneja
pinta en su narrativa, como lo hace Gallegos, la evidencia no
sólo objetiva, la exuberancia de la tierra
(Ávila, valles y llanos), sino también la del
hombre con su hombría y valentía.

Pedro Emilio Coll, lo recuerda así:

"Meses hacia que Urbaneja faltaba a nuestras
pequeñas tertulias literarias y a los patios de la
Universidad,
en donde como estudiantes solíamos encontrarnos; no se le
veía en calles, ni plazas; ¿En dónde diablos
se había metido?. Alguien me asombró con la
noticia  de que Urbaneja tenía una vaquería.
No, quería convencerme por mis propios ojos. Y allá
me fui. Pasé la rústica puerta de un
corralón, tropecé con una carreta repleta de
hierba, con varios instrumentos de labranza, con una montura
desvencijada, y entre el vaho cálido del establo,
acariciando con su mano el lomo de una vaca, estaba Urbaneja
Achelpohl, con burdos zapatos y un kepis blanco que a duras penas
le sujetaba la cabellera desordenada".

"En este país" (1.920), se adentra en los hombres
que se alojan en la relativa atmósfera campestre,
en las estribaciones y valles de la cordillera de la costa,
cercanos al Ávila, donde la vida de los protagonistas
transcurre en la hacienda "Guarimba", situada a escasa distancia
de Los Dos Caminos, a orillas del río Tócome. En
aquel ambiente paradisíaco, una pareja de jóvenes,
Paulo y Josefina, se atraen y terminan por enamorarse, desatando
pasiones. Es, en esencia, el mismo tema idílico que ya
conocemos como típico en la novela hispanoamericana del
siglo diecinueve y primeras décadas del siglo
veinte.

Haciendo referencia a los personajes centrales de la
obra, y dada la circunstancia que uno de ellos (Paulo) es un
pobre peón, y el otro, ella, (Josefina) la hija de los
dueños de "Guarimba", crea el conflicto, que
es de orden socioeconómico. Ellos, al ser procreados
claramente para protagonizar un conflicto de clases, resultan
convencionales y estáticos. A lo largo de la novela, Paulo
no hace sino atender a sus sentimientos por Josefina, como
peón que la acompaña en sus excursiones campestres,
como soldado que rechaza toda clase de
peligros y cumple las mayores hazañas en su afán
por hacerse general e ingresar a la clase de su amada. Desde la
Independencia
-recuérdese a José Antonio Páez- este fue el
camino de los campesinos para superar su origen.

Josefina es la muchacha enfermiza que recuerda a las
heroínas románticas, quien haciendo caso omiso de
los prejuicios de su clase, se enamora de Paulo Guarimba,
descendiente de esclavos, afronta la ira de sus padres, que la
arrojan de la casa por considerarla indigna. En este aspecto, la
novela de Urbaneja, es romántica e imaginativa.

Del mismo modo, la obra es una novela donde predomina el
ambiente, es decir, existe en  ella un elemento de
interés, independientemente de los otros objetivos
moralista trazados por el autor, completamente desligado de los
personajes y hasta de las acciones
realizadas por éstos. El ambiente desborda en las
descripciones y logra salir superante en su lucha con el entorno
citadino. El campo adquiere una importancia dominante en esta
obra y los caracteres han sido determinados por él, lo
mismo que el curso de sus actos. Desde la primera página,
hasta la última, está latente la fuerza
inaudita de la geografía campestre, convertida en ser
vivo, tentacular y vigorizante, tal en las campiñas de lo
romántico.

Se puede constatar, asimismo, que todos los personajes
de la novela, desde los protagonistas hasta los más
insignificantes, están en cierta relación con el
ambiente. Ésta determina sus efectos, sus amores, sus
odios, sus ansias de riqueza y de gozo efímero, los actos
más elementales como los más trascendentales de su
vida y hasta de su muerte.

Más interesante es el doctor Gonzalo
Ruiseñol, propietario de la hacienda "La Floresta".
Graduado en Norteamérica de Ingeniero Agrónomo,
regresa lleno de proyectos
encaminados a lograr un mayor rendimiento de las tierras de
labranza, un mejor provecho en la cría de ganado vacuno y
de las aves de
corral. Sus ideas progresistas chocan con la opinión
adversa de los viejos agricultores, quienes llegan a juzgar al
doctor Ruiseñol como un demente, un alocado o un
soñador. El personaje de Urbaneja recuerda al joven
ingeniero Carlos, el de Peonía, y, en alguna medida se
emparenta con el futuro Santos Luzardo, de Gallegos.
Otro personaje de interés, como caricatura social, es la
del periodista de apellido Guaro. Hombre adulador, oportunista y
reaccionario. Aquí, salta a la vista el propósito
de Urbaneja. Él quiere erigir a todos estos personajes en
símbolos de una Venezuela descompuesta por la
ambición y las guerras civiles. Por ello, uno de los
valores en
esta novela es de carácter ético.

Además, se ha observado que el título "En
este país!" (1920) es idéntico al de uno de los
artículos de costumbres del romántico español
Mariano José de Larra (1.809-1.837). Más que una
simple coincidencia de títulos, hay una relación
más profunda, consistente en una definida y beligerante
posición de moralistas que toman las costumbres de sus
pueblos, así como los personajes característicos de
ambas sociedades,
para ejercer una función de
censores.

Esta orientación ética de
Urbaneja se evidencia en la segunda y tercera parte de la
novela.

La segunda parte (capítulos XII-XVII) tiene por
escenario los campos de la guerra civil.
Los combates, particularmente, están narrados con gran
vigor y realismo, por lo que es de suponer que responden a
vivencias de Urbaneja en sus andanzas revolucionarias. En esta
guerra juegan su suerte Paulo Guarimba (quien pelea como recluta
en las filas del gobierno), y el
doctor Gonzalo Ruiseñol (quien se ha ido con los
revolucionarios para salvar de la hipoteca su hacienda "La
Floresta"). El bando subversivo pierde. El doctor Ruiseñol
cae preso y es conducido a una tenebrosa cárcel
política, a la que llega moral y
materialmente destruido. De la prisión lo libera el
General Paulo Guarimba, Ministro de Guerra y Marina, quien
además le consigue un empleo como
archivero, para que el doctor Ruiseñol viva
decorosamente.

La tercera parte (capítulos XVII-XX) refiere la
entrega de la hacienda "La Floresta" a don Toribio y doña
Carmen Pichirre; y las bodas fastuosas del General Paulo Guarimba
y Josefina Macapo, quienes cuentan ahora con la aprobación
y el contento de los padres de la novia.

La novela de Urbaneja presenta el ascenso de un
personaje del pueblo a las cimas del poder. En
esto, el personaje de Paulo Guarimba recuerda al General Galindo,
personaje de "Ídolos rotos" (1.900), quien de mayordomo de
hacienda llega a Ministro de Fomento, pero Urbaneja va más
allá; Guarimba, signo del pueblo, sale del anonimato y
escala elevadas
posiciones, pero Ruiseñol desciende de la posición
de un rico terrateniente a la de un empleadillo de inferior
categoría. El tema de la descomposición moral y el
desmoronamiento de la vieja aristocracia terrateniente
venezolana, es también materia
novelística en José Rafael Pocaterra,
particularmente en "Vidas oscuras"

(1.916). El tema no se queda en estos  narradores,
sino que avanza hasta Rómulo Gallegos, quien lo replantea
en La trepadora (1.925).

Desde el punto de vista de la temática de
ésta novela se puede afirmar que su autor se muestra
más preocupado por los problemas de su patria, por los
hombres y el paisaje del entorno, que por las diferentes técnicas
novelísticas que pueda utilizar en ella; de allí
que, estos elementos hallaron en Urbaneja Achelpohl, el escritor
que los mostró al mundo con un lenguaje plausible, al
igual como lo hizo Andrés
Bello en su oportunidad.

La  verificación de las críticas de
otros autores, entre ellos, Rafael Fauquié (1.993) y
Antonio López Ortega (1.998), permiten conocer hasta
qué punto ésta novela ha sido leída e
interpretado su contenido estructural, para lograr adquirir
conocimientos que sirvan al desarrollo del problema objeto de
estudio.

Nuevamente, para Lubio Cardozo, la obra se cuenta entre
las novelas más representativas del criollismo literario
en Venezuela. Preocupado por describir nuestro paisaje, el
aspecto de nuestros pueblos y los personajes que en ellos
habitan, así como por transcribir sus costumbres
coloquiales, Urbaneja Achelpohl nos ofrece en esta novela una
extensa gama de modos de decir y de ser venezolanos.

Aunque "En este país"(1.920) fue bien recibida
por la crítica, ésta no ha producido
semejante oleada de estudios halagadores. Uno de los
propósitos de la actual ensayo posa
precisamente en el deseo de llenar este vacío
crítico, que raya casi en la injusticia, cuando se
considera el peso especifico y el alcance de la novela, obra
catedrática que como lo podrán comprobar los
lectores de esta edición, ofrece aspectos múltiples,
diversos y sigue brindándonos a los 90 años de su
primera aparición, y 86 años de su segunda
edición, posibilidades de nuevas lecturas, enfoques e
interpretaciones, experimentando con cada nueva lectura o
comentario, un nuevo nacimiento, surgiendo en toda su pujante y
radiante.

En este orden de ideas, Rafael Fauquié (1.993) en
su artículo "Rómulo Gallegos: La realidad, la
ficción, el símbolo", al citar la obra "Todo un
pueblo" de Miguel E. Pardo (1.899), en clara referencia a Caracas
dice: "pueblo con pretensiones de ciudad, espacio agobiado por la
pequeñez y la miseria: … "Todo es ridículo" en
Villabrava; pero lo peor de ella es haberse convertido en un
símbolo de la decadencia nacional".  Para Pardo
-reafirma Fauquié- como de hecho para casi todos los
escritores de la época, el país digno se halla muy
lejos de los linderos de Villabrava.

La Venezuela ajena a la decadencia, la nación
"rescatable" es ésa que existe fuera de la ciudad, muy
lejos de la directa influencia del poder del caudillo, ésa
que se conserva aún en las viejas haciendas de la
provincia, todavía apegada a la tradición y al
orgullo de viejas herencias.

La repetida imagen novelesca
es que los dignos herederos de los viejos terratenientes del
tiempo
colonial no se acercan a la ciudad. La rechazan.

Personajes como Crisóstomo Gárate de
"Vidas oscuras" (1.916) de José Rafael Pocaterra, o como
el tío Pedro de "Peonía" (1.890) de Manuel Vicente
Romero García, o como Gonzalo Ruiseñol de "En este
país" (1.920) de Urbaneja Alchelpohl, son ejemplos de esos
dignos representantes de los viejos grupos; sectores
debilitados y agobiados por las deudas; permanentes
víctimas de los nuevos oportunistas: políticos
indignos, banqueros usureros, y, sobre todo, del gran culpable de
todos los males venezolanos: el caudillo de turno que ocupa la
presidencia.

Aclara asimismo Fauquié (1.993)  que: "la
escritura
galleguiana se vuelve contra esos códigos y abre una
entrada violenta de nuevas perspectivas, de diferentes
planteamientos. Sin embargo, existía una novela que
parecía anunciar algunos de los itinerarios que Gallegos
habría de emprender, y esta era "En este país"
(1.920), de Luis Manuel Urbaneja Alchelpohl.

Advirtiéndonos, igualmente, que  ésta
obra inicia el rumbo nuevo en los temas y enfoques que la
literatura criollista había venido desarrollando en la
Venezuela de entonces, planteando las cosas de otra manera,
alterando viejos argumentos. En ella -dice- se comienza por
establecer el valor de lo
autóctono: un primer paso en la propuesta de que los
venezolanos debíamos comenzar a aceptarnos en lo que
éramos; descubrirnos más a nosotros mismos en
nuestros signos y en la
peculiaridad de nuestros rumbos. En un momento determinado, se
dice en la novela: "Cada zona hace a su hombre y a sus enfermedades como cada
sabana da su pelo y cada comarca el casco del cuadrúpedo
que la ha de trajinar. Seres y cosas se hacen a la naturaleza que
los circunscribe".

Remata el autor que esa planteada necesidad de
autenticidad proponía, como algo absolutamente necesario,
un cambio de
actitud. "No
se trata ya tanto de criticar y condenar como de entender y,
eventualmente, de aceptar.

Aceptarnos los venezolanos en nuestra fisonomía
nacional, aceptarnos en nuestra historia, aceptarnos en las
peculiaridades que nos definen. Para Urbaneja Alchelpohl, la
historia de nuestro país es, a fin de cuentas, un
itinerario que hemos ido construyendo los propios venezolanos. No
hay decadencia ni maldición en ella; como, de hecho, no
existe decadencia o maldición en la historia de
ningún pueblo. En palabras de Urbaneja: "No hay que tener
miedo sino fe. A los pueblos los hacen sus ideas".

… "Los cambios ocurridos en el país puedan
haber sido positivos. La figura del mestizo "forastero", por
ejemplo, ya no es vista como un estigma. El deseo o la
posibilidad de progresar ya no son entendidos como arribismo,
ambición o codicia, sino como una legítima
esperanza de quien nada tiene y de quien se propone prosperar en
la medida de sus posibilidades. Es el caso, por ejemplo, del
personaje Paulo Guarimba, mestizo peón de una hacienda, en
quien encarna toda la vitalidad del valor y de la justa
ambición de un noble individuo":

"Este era un hombre simple y basto, pero un hombre. En
aquella alma (…) no había cabida para las mil
pequeñeces de la turba de casaca y guantes blancos.
¡Si aquellos seres eran hasta ridículos, las
casacas, en sus cuerpos desgarbados y enclenques, lucían
desairadamente! Bien hacía Josefina en asirse a Paulo; la
sutil, la graciosa y espiritual Josefina ganaba al injertar, al
unir su vieja savia gestada, podrida, con el vigor y la salud que representaba aquel
hombre heroico, bondadoso y bárbaro".

Recalca más adelante Rafael Fauquié
(1.993)  que "En este país" (1.920) plantea que el
mestizo ha pedido su calificación de "advenedizo
usurpador"; que su falta de tradición ya no es lastre sino
potencial; y que su acción,
abierta a un porvenir construido a la medida de sus
sueños, permite suponer la desaparición de viejos
estereotipos carentes ya de sentido. Todo esto, está
relacionado al claro ofrecimiento de Urbaneja: los protagonismos
sociales deben poseer una vital correspondencia con el tiempo que
los genera. Concluido ese tiempo, terminadas sus circunstancias
originarias, los principios y las
referencias deben modificarse".

Con relación a la obra como tal, Rafael
Fauquié (1.993) dice que: "El camino que inicia Urbaneja
lo continuará Gallegos hacia nuevos derroteros. Los
"hallazgos" de En este país: el mestizaje como punto de
partida, las nuevas condiciones sociales de Venezuela como
generadoras de nuevos protagonistas y valores, habían sido
el primer paso. Era, de muchos modos, el despertar de una actitud
diferente: la de la aceptación de lo propio, la de la
comprensión del presente histórico venezolano. A
partir de allí, Gallegos irá más lejos:
hasta proponer una especie de simbología de nuestra
esencia nacional.

Sobre la obra de Urbaneja Achelpohl, expone Antonio
Requena que "poder recorrer el folklore
venezolano sin exóticos lazarillos de expresión;
ser capaz, como lo fue, de bucear en el alma del pueblo y extraer
de allí el caudal inagotable de una ternura típica
por la fusión de
razas en su formación y orígenes (…) valorar
debidamente las justas proporciones ambientales, localismo y
costumbre, para lograr hacerlas universales".

Edgar Martínez (2.000), nos manifiesta en "Tips
antropológico sobre el desarrollo endógeno para
configurar una nueva clase", que "En el caso de Venezuela, como
es sabido por todos, se incorporó al mercado mundial,
durante el siglo XIX y comienzos del siglo XX, mediante un
impositivo esquema de dominación de explotación
primaria, particularmente a través de la exportación del café y
el cacao, lo que generó una nueva cultura que a
su vez generó también un nuevo estilo de
vida, al principio una vida "europeizante", como lo relataba
Luis Manuel Urbaneja Achelpohl en su libro "En este
país!…", esto significaba el cambio de una mentalidad
para mantener el dominio humano y territorial mientras se
consumía todo lo que era europeo: productos e
ideas.

Mireya Vázquez Tortolero, en "Los problemas de
construcción de un personaje" nos comenta
que, con la novela "En Este País" (1.920) de Urbaneja
Achelpohl, conformará los cimientos de la narrativa
nacional de comienzos de siglo.

Toda esa literatura, hasta ese momento, se apoya
definitivamente, en la realidad y no en la escritura, o en el
juego de la
imaginación y el lenguaje.

Si definimos el termino paisaje, encontramos
según C. Troll (1.971) que el ambiente es "El estudio de
las relaciones físico-biológicas (intra-entre), que
gobiernan las diferentes unidades espaciales de una
región". Por su parte, Zonneveld (1.979) lo define como
"una parte del espacio sobre la superficie terrestre, la cual
consiste en un complejo de sistemas, formado
por actividad de la roca, del agua, del
aire de las
plantas, de los
animales y
el hombre y
por su fisonomía constituye una entidad
reconocible".

Ahora bien, nuestro laureado escritor, Rómulo
Gallegos (1.979) se referirse al paisaje como "algo que
embrutece, deshumaniza, encallece, si bien tiene la facultad de
despertar las facultades líricas del alma". Este ha sido
profundamente asimilado por él, y aplicado con vigor y
maestría al medio físico venezolano.

Amen de las anteriores enunciaciones, diremos que la
obra necesita de un espacio, de un paisaje, de un ambiente, que
es el espacio general en cual se desarrolla el relato; en
él, se mueven los personajes. Por lo cual, existe el
ambiente físico y el ambiente
psicológico.

Ahora, analizaremos algunos fragmentos.

"El gigante, la mole, el Ávila no existía.
La bruma se le echó encima espesa,
densa y lo borró. Garuaba, garuaba sin cesar.
En los mogotes los guati-guatíes lloraban sus
pesares.
A ratos, en algún confín lejano, brillaba la
alegría medrosa y
fugaz de un rayo de sol, sobre la greña de los montes
y
el verdor de los cañamelares".
(pág.9)

Aquí, Urbaneja Achelpohl nos evidencia
reiteradamente su predilecto degustación por las
descripciones y relatos de dulce sabor campestre, y en este caso
especifico por la de su añorado Ávila, el cual
viene a ser un punto obligado en sus novelas. Aquí,
él nos describe el paisaje desnudándolo cuando nos
habla de las caricias de la bruma y el rayo de sol sobre el
imponente Ávila, suaves y luminosa combinaciones de
coloridas líneas líricas que dan vida y
alegría a la mole, a quien él le consagra
estéticos y significativos párrafos como muestra de
su amor a la
región, la cual lo convierten aun más
enigmático y elegantemente hermoso.

De igual manera, nos muestra las manifestaciones de la
vida animal reflejándola en el llanto de
guati-guatíes sobre los mogotes, a la vez que nos
traslada, a través de los apocados y efímeros rayos
del sol, por los mechones de los cañaverales del valle
caraqueño; en el cual, al llegar la bruma le embelesa una
serenidad abrumadora como si todos estos componentes naturales
emprendieran el descanso, después de una labor cumplida.
Aquí el autor logra con su descripción la
transformación de un Ávila bullicioso a otro
silencioso, con la vuelta a sus hogares de los
guati-guatiés que
componen este ambiente venezolano.

En el aspecto positivo, en este fragmento se patentiza
una magnifica descripción de todos los componentes del
ambiente natural del Ávila, la cual permite realzar una
parte de la belleza del paisaje criollo venezolano. Así
mismo, utiliza las reminiscencias de la naturaleza para
manifestar la placidez de la lluvia campante en el lugar.
Es el sentimiento del paisaje que plasma el autor donde radica la
verdadera importancia de este párrafo, al presentar a éste como lo
que verdaderamente es "un espectáculo maravilloso con un
lato potencial del arte de un
pintor".
1) "Sobre los campos morían las luces de la tarde. La masa
colosal del Ávila levantábase a los ojos suaves, en
la diafanidad  del aire".

En este párrafo se puede notar a simple vista el
papel simbólico que el autor le da al paisaje campestre, a
través del Ávila con la descripción que de
éste hace el autor para trasmitirnos la gran majestuosidad
y belleza de lugar, evidencias de
un relieve, de
una vegetación y de una fauna del paisaje central de
Venezuela, confesado por Andrés Bello en otrora, y
exaltado e enarbolado, ahora, como bandera de valoración
de lo nuestro.

2) "El ambiente, refrescado por las rumorosas quebradas,
impregnado de oxígeno, oliente a pezgua y
parásitas, acariciaba la negra cabellera de Josefina,
besuqueaba las mejillas de las morochas, se entraba en los
pulmones de Paulo, ensanchándolos como un huelle;
descendieron luego al valle, azotaba las frondas, maullaba como
un zorro rabioso en los ahumados torreones de los trapiches;
dando resoplido aventaba la hojarasca a diestro y siniestro;
precipitándose en los poblados rezongaba en todos los
rincones, charloteaba en los empinados campanarios,
rompíase en los ángulos de las elevabas fachadas;
regolfándose en estrechas callejuelas, ahogaba
sollozos"…

En el fragmento antes expuesto, se puede descubrir como
el paisaje, a través de la descripción que hace
Urbaneja Achelpohl de éste, quiere transmitir la
sensación de ensueño, delirio, fantasía y
apacibilidad que invade el entorno; como serpentea sobre el
resuelto y esplendoroso torrente caraqueño, hasta
mostrarlo como un conocido que estimula el dominio que tiene el
Ávila sobre el ambiente en sí.

Al describir las estribaciones de la mole, lo hace
inspirado en la placidez que fecunda el escenario silvestre, es
decir, la mansa vista que infunde a los congénitos, como
si la naturaleza fuera un ser viviente la cual comparte la
ternura de sus valles.

El paisaje es sentido intensamente en toda su fuerza y
en toda su belleza; pero, el sentimiento va más profundo,
y se siente la parte efectiva de una forma dulce en toda la
descripción, mostradas con los vocablos: espléndido
panorama, impetuoso torrente, espejo de la comarca, sabana
esmeraldina, rosal salvaje, lienzo de matices, inmensa comba
azul, la cual transmite una sensación de tranquilidad ante
las fuerzas manifiestas.

La importancia del fragmento radica en la forma como el
autor plasma su sentimiento, su amor, a la región, que
domina los elementos presentes en este ambienta
natural.

A manera de conclusión, diré que cuando se
pretende realizar un estudio crítico se busca demostrar la
importancia y la realidad de un autor o de su obra en
relación con sus características, o a los aportes
que éste haga al campo literario. Al elegir una obra se
busca también descubrir los valores sociales,
políticos y el compromiso histórico que ésta
tenga en el pasado y el presente.

Al realizar un análisis de afirma o se niega su
importancia, apartando interpretaciones objetivas y subjetivas,
ya que la literatura permite múltiples y diferentes
interpretaciones de acuerdo a la visión del mundo que
tenga cada lector.

El criterio criollista, surgido por obras del
período 1.900-1.940, busca la afirmación cultural
latinoamericana y proclama su diferencia con respecto a la
cultura europea y universal. La estrategia de
nuestros escritores criollistas apela con ese fin al
símbolo artístico de una abundancia de figuras y
signos considerados característicos de un país o
región; y a diferencia de los románticos e
indigenistas de esa época, centran su objetivo en el
paisaje antes que en los individuos. Por eso son manifiestamente
descriptivos; de allí que, la categoría de paisaje
o geografía prevalece sobre la del personaje.

Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, en su obra "En este
país" (1.920), llega preocupado por describir nuestro
paisaje, el aspecto de nuestros pueblos y los personajes que en
ellos habitan; de allí que nos presenta el fruto de su
vida rural y como buen criollista llena su alma de ritmos y
colores, donde
sus pinceladas se muestran con variados matices palpitantes de
finos colores a sabor de pueblo, reflejándonos la rica
idiosincrasia nacional.

Su manejo de la lengua y
conocedor a fondo del vocabulario regional, los cuales usa sin
prejuicios en su obra, engalana sus personajes, donde los
diálogos se caracterizan por la fidelidad del habla
rural.

Finalmente, conoce a fondo la psicología de los
campesinos, y los presenta con exageraciones o idealizaciones
irreales en franca y tradicional narrativa como buen conocedor de
su país, del paisaje de la región central, de su
historia y de sus hombres.

Como el Prometeo criollo, le inyecta a sus personajes el
alma venezolana, le delega esa experiencia trascendental y les
hace expresar ese vivir, lo que hace que en su obra se muestre la
Venezuela rural, el país campesino, enmarcado entre una
democracia racial y una aristocracia beneficiaria, representada
por el gobierno de Juan Vicente Gómez, dictadura
venida a menos por las eventualidades de la guerra, la
inestabilidades de la política o por el bravío de
nuestros campos.

El propósito de Urbaneja Achelpohl es
desentrañar por medio de la indagación literaria la
condición humana venezolana, como se desprende de la
creación de tipos y arquetipos populares y
psicológicos, con el objeto de hacer una propuesta de
rectificación y superación individuales que pueden
surgir sólo en un estado de insatisfacción o de
angustia que propicia la meditación
hacia el
conocimiento de sí mismo.

En esta novela, el autor resuelve la problemática
de búsqueda de sí mismo: la aceptación de un
destino personal y la
consagración a un ideal colectivo, elección que
realiza el protagonista de la obra, elemento de superación
de la realidad venezolana para ese entonces. Empleando al mismo
tiempo, un mensaje de liberación personal, que se traduce
en la libertad
nacional ante el dominio extranjero, y la lucha del progreso,
para hacer de ella una civilización moderna, contra el
ideal conservador del régimen de Juan Vicente
Gómez, teniendo siempre en cuenta la realidad social en la
cual actúa el individuo. El escritor indaga en el ser
íntimo venezolano para que el individuo pueda vencer los
impulsos funestos de violentos procesos
sociales y políticos creados por la desorientación
colectiva, persiste en la búsqueda del pasado con fines
éticos.

Por demás, el rol protagónico del paisaje,
que se presenta en esta novela, es el símbolo de la
Venezuela donde transcurrió su vida. Mundo lleno de
recuerdos rurales, rehaciéndonos con su narrativa los
primorosos valles del Ávila, el aspecto de sus pueblos y
la gente que en ellos habitó; ofreciéndonos sus
costumbres y su habla coloquial, naturaleza muy propia de la
Venezuela campestre de los primeros años del siglo XX; al
mismo tiempo, que explora los rincones de la evocación en
busca de las bases para la memoria
colectiva venezolana, realidad histórica que desemboca en
la aguda crisis de aquella sociedad desorientada, la cual
demandaba emprender el camino de la identidad; contexto ajustado
al quehacer diario del país de entonces, país
sumergido en la desigualdad
social, fracasos económicos y una marcada crisis
agrícola.

El escritor, amante del medio campesino, ve ligado el
despertar de su conciencia social al amor por la tierra y los
hombres que la trabajan, siendo su patria su gran pasión
temática. La profunda compenetración del hombre y
la tierra en el medio agrícola se manifiesta repetidamente
en su novela como recuerdo vivencial y rasgo pedagógico.
De este modo, la experiencia de la naturaleza se incorpora a la
configuración del sujeto, viniendo a ser parte esencial
del universo
poético.

Otro aspecto a referir es el lenguaje utilizado en la
obra, donde se observa una desarrollada cadena de modos de decir
y de ser venezolano, mostrando la rica idiosincrasia venezolana,
la cual se engrandece con las tonalidades líricas de las
descripciones del paisaje, exaltación y gala lírica
que plasma Luis Manuel Urbaneja Achelpohl sobre el paisaje
evocado de su obra.

Bibliografías:


·Urbaneja Achelpohl, Luis Manuel. En
este país…! (1920) Monte Ávila Editores
Latinoamericana. Caracas – Venezuela, 5ta. Reimpresión,
1997
·Di Prísco, Rafael. (1969). "Acerca de los
Orígenes de la Novela Venezolana".  Universidad
Central de Venezuela. Caracas.
·Cosimo, Mandrillo (1992). "La Cuentística de
Gustavo Solín en el Contexto de la Narrativa Venezolana".
Trabajo Especial de Grado. Universidad del Zulia. Facultad de
Humanidades y Educación.
Maracaibo.
·Uslar Pietri, Arturo. ( 1995). Letras y Hombres de
Venezuela. Monte Ávila Editores. Caracas.
·Guía: Principios para una teoría
de la Novela Venezolana del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
"Literatura Lingüística N° 11". Santiago
1998
·Decadencia, incertidumbre, irreverencia. Rafael
Fauquié (1993)
·Fundación Polar (1997) Diccionario de
Historia de
Venezuela. Caracas. Venezuela.

Leudy Báez

Carrasquero, Municipio Mara estado Zulia. Venezuela.
Licenciado en Comunicación
Social y Lengua y Literatura.
Docente de Lengua y Literatura
Venezuela – Maracaibo – 04 de agosto de 2007

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