Fue un crimen de pasión. Niko, era un ser
dominante y enamorador contumaz. A las hembras las sometía
por la razón o la fuerza.
Si ellas no sucumbían a sus avances, las forzaba
a satisfacer sus caprichos sexuales de cualquier manera; mientras
que a terceros de su mismo sexo los
intimidaba con expresiones gráficas de su vigor bestial. Niko no era
respetado… Niko era temido.
"…como son las cosas, cuando son del
alma…
…y una noche obscura, lo que hacen los
celos…"
Nadie sabe realmente lo que ocurriera, ya que no hubo
testigos de ese crimen de abominación.
Un día, cuando la alborada asomó, Niko
apareció muerto en medio de un pozo de su sangre. Sus ojos
habían sido vaciados y sus testículos
arrancados. Ni se encontró el arma con la que el crimen se
perpetrara, ni nadie admitió responsabilidad por el mismo. Sus
compañeros de alojo, quienes a él resentían,
afectaban una astuta indiferencia absoluta.
Este fue evento bizarro, que horrorizó a todos
quienes regularmente frecuentaban el jardín
zoológico de Ámsterdam… porque era
éste el preciso lugar en donde moraba Niko, el
desventurado chimpancé.
Caín y Abel. Tintoretto
(1518-1594)
Richard Dawkins, Robert Wright, Jared Diamond y muchos
otros destacados antropólogos nos amonestan, con sus
entendimientos penetrantes, acerca de la capacidad sorprendente
que poseen muchas especies para destruir miembros de su mismo
género.
En otras palabras, para asesinar. Tal cual habitualmente lo hace
nuestro propio género, H. Sapiens
sapiens.
En su obra de suma magnitud (The Selfish Gene)
Dawkins describe, lo que puede que sea una de las razones por la
que tantos actos de crueldad ocurren en la Naturaleza:
"[Él dice que es]… para garantizar la
propagación exitosa de los genes de una
especie".
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