Los inducimos a un viaje, por el
camino de la ciencia
comprometida, porque a nuestro juicio: ciencia y
conciencia tienen
que ir juntas
A decir de nuestro profesor
Núñez Jover, en el corazón de
la civilización contemporánea está la
moderna tecnología y esa
tecnología es ciencia intensiva.
El desarrollo
tecnológico está alterándolo todo, desde lo
económico, lo político, la vida íntima de
las personas, los patrones de consumo, la
reproducción humana, la extensión de
la vida y sus límites
con la
muerte.
Tal omnipresencia es producto de un
desarrollo histórico, que evidencia la tesis de que
la ciencia y la tecnología son productos y
fenómenos sociales.
La ciencia del Siglo XX ocupó un lugar cimero en
el sistema de
valores y en
la actividad humana. Si en el pasado la búsqueda del saber
y la investigación científica estuvieron
asociados casi exclusivamente con la apetencias, posibilidades e
intereses individuales, ahora la ciencia es un componente
constitutivo de la vida cotidiana del hombre
moderno, a tal punto que nuestro modo de realización
social y humana la presupone como elemento insoslayable de la
cotidianidad. Pero la ciencia no siempre ocupó ese lugar,
en el medio social y en la vida de los seres humanos, sino que
ella misma es el resultado de desarrollos sociales e intelectuales
que han tenido lugar en el mundo.
Los éxitos de la ciencia nos han proporcionado
una gran capacidad para controlar y transformar al mundo. Este
éxito
ha conducido a diferentes enfoques sobre la ciencia, uno de
éstos es que hay algo especial en la práctica
científica, una cierta manera de proceder que permite
develar las esencias más profundas de la
realidad.
A esa llave triunfadora se la ha denominado "método
científico"; así los científicos armados
de "métodos"
son capaces de progresar de forma ininterrumpida hacia la
verdad. Los científicos son personas que actúan
racionalmente y ese progreso científico es la base del
progreso humano, moral y
material.
Verdad, racionalidad, progreso, método
científico, son temas que han llenado los volúmenes
y son parte de un ideario de la ciencia, ideario que hacia
finales del Siglo XX se han puesto en duda.
La primera duda epistemológica procede de la
inducción pesimista sobre los resultados de
la historia de la
ciencia. Vista desde hoy muchas de las teorías
del pasado revelan demasiadas deficiencias para suponerlas
verdaderas, y si esto es así, ¿no serán
apreciados como erróneas nuestras actuales teorías
cuando sean contempladas desde el futuro?
Desde otras visiones la ciencia se concibe como una
tradición más entre otras, nada hay en ella que la
haga superior a otras tradiciones espirituales, ese paradigma de
racionalidad y verdad ha sido inventado por los
científicos en su propio provecho. Según esta
filosofía las teorías no son ni verdaderas ni
falsas: apenas son instrumentos convencionales para controlar y
manipular la realidad. No existe el método
científico, ni la ciencia dispone de ningún recurso
especial para conocer.
Cada una de estas tesis reflejan posiciones extremas
ante el análisis del fenómeno. Según
la opinión de expertos la ciencia debe saber colocar las
cosas en su lugar; esto incluye, a nuestro modo de ver, el
formato de una imagen crítica
del formato de la ciencia, de su práctica, como de sus
resultados, aunque dicha imagen no puede conducir a despedir
a la razón ni a equiparar a la ciencia con cualquier otra
tradición espiritual.
La historia de la ciencia demuestra que el hombre
puede conocer al mundo, obtener conocimiento
objetivo, pero
esto no conduce a identificar la objetividad del conocimiento por
su adecuación en cierto grado a la realidad, a la naturaleza, al
mundo, como la imagen del conocimiento como algo infalible y
definitivamente probado, por eso junto a la confianza en la
capacidad cognoscitiva del hombre hay que sostener una actitud
crítica ante cada uno de sus resultados, ya que
todo conocimiento es perceptible y no hay un método
infalible sea inductivo, deductivo o de cualquier otro tipo que
garantice la certeza del conocimiento.
La historia de la ciencia registra numerosas tentativas
de búsqueda de modelos de
conocimiento
científico y de los presupuestos
epistemológicos de los mismos.
Los pitagóricos ya habían comprendido que
con el lenguaje de
las matemáticas pueden expresarse mejor que con
otro las regularidades profundas de la naturaleza; los estudiosos
del pensamiento
antiguo señalan que la palabra griega matemáticas
significaba en su acepción inicial ciencia, saber
teórico en general, de ahí que fuese evidente la
importancia de las matemáticas para los pensadores
griegos.
Aristóteles realizó aportes decisivos al
codificar y ordenar por primera vez los procedimientos
que sigue el razonamiento para lograr demostraciones. Para el
quehacer filosófico antiguo el
conocimiento que no cambia es absoluto y sólo el
conocimiento absoluto es racional, existiendo en el
conocimiento racional una prohibición: no debes
recurrir a la experiencia.
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