En este trabajo me
refiero a algunos de los inmigrantes estadounidenses que llegaron
a la Argentina, y a algunas de las obras literarias en las que se
los evoca.
"William Wheelwright, en 1823 llegó de Estados
Unidos a Sudamérica. En Chile y en nuestro país
contribuyó con su espíritu emprendedor a tejer la
red de
ferrocarriles por la que circuló la riqueza agropecuaria e
industrial. Hubo otros norteamericanos en nuestro campo; algunos,
colonos en Santa Fe; otros vinculados a la introducción de maquinaria agrícola
que perfeccionó la explotación" (1). Y hubo,
también, norteamericanos que se destacaron en la cultura,
la ciencia y
las artes.
En enciclopedias, diccionarios,
investigaciones, artículos
periodísticos y obras literarias, encontramos inmigrantes
procedentes de los Estados Unidos.
Transcribo párrafos de algunos de estos
trabajos.
Maestras
El historiador Exequiel César Ortega se refiere a
la labor cultural de Sarmiento, quien propició la llegada
al país de docentes
norteamericanas. Sarmiento, "el nuevo titular del Poder
Ejecutivo era bastante conocido: posición
antirrosista, evidenciada en el largo exilio y concretada como
saliente en ‘Facundo, o civilización y
barbarie’; Boletines de la ‘Campaña en el
Ejército Grande’, enfrentado a Urquiza y colaborador
de Mitre en la guerra contra
el Chacho y montoneros.
Todo ello había revelado gradualmente sus
facetas, ubicadas entre lo original y lo contundente;
entremezcladas en dosis imprevisibles de gran pasionismo y
genialidad, dotes de hombre de
Estado
constructor y con parcialidad de concepciones y tratos. Lo cual
contribuía a que su misma máxima
‘porteño en las provincias y provinciano en Buenos
Aires’, diese lugar a interpretaciones
disímiles, e incógnitas sobre su real
aplicación en el poder.
Resultaban igualmente patentes su programa y
principios;
sus tintes liberales y positivistas, impulsados por el
temperamento batallador, constante e incansable. Cualidades que
llevaban al hacer y al realizar a todo trance, a perseguir
inmediatos logros para tratar de cambiarlo todo. El nuevo
presidente anhelaba vivir aquí el clima
característico europeo-norteamericano, y miraba a la
civilización y al progreso como consecuencia
de hombres y grupos raciales
superiores.
Fue así evidente que comenzaba un nuevo estilo,
perspectivas más amplias por sobre el criterio simple e
imperante entonces, de sujetar hechos y realidades bajo una
fuerte dirección central política y un dejar
hacer en lo económico. (…) Entre sus anhelos y logros
principales figuró la educación (gracias
también a iniciativas decisivas de Avellaneda, su
ministro del ramo, como éste lo indicó). Impulso
real, traducido en centenares de escuelas y colegios, entre
comunes y especializados, número de alumnos, maestros y
profesores, establecimientos educativos civiles y militares,
facultades, observatorio astronómico y bibliotecas"
(2).
Para Sarmiento –afirma Tulio Halperín
Donghi- la educación era
fundamental, tanto para asegurar la cohesión de la
comunidad
nacional como para el progreso económico y
político. Mediante la Ley de
Subvenciones de 1871 procuró garantizar los fondos para la
creación de nuevas escuelas y la compra de materiales y
libros. En
1872 ya funcionaban en el país 1644 escuelas primarias,
con 97.500 estudiantes. La Escuela Normal de
Paraná fue el modelo para
los institutos de formación de maestros y el
‘normalismo’ se convirtió en sinónimo
de excelencia. Sarmiento también promovió la
difusión del libro. (…)
Las altas tasas de analfabetismo
reveladas por el censo de 1869 incitaron a Sarmiento a lanzar un
verdadero ‘tratamiento de shock’ educativo. Entre
muchas otras medidas, levantó diversos tipos de colegios
–hasta nocturnos y ambulantes-, creó bibliotecas
populares en todo el país y trajo maestras estadounidenses
(…). ‘Odisea laica’ se llamó a la acción
de las 67 maestras estadounidenses traídas al país
por Sarmiento. Ellas impulsaron la transformación de la
Argentina en uno de los países con menos analfabetismo
(…).
Durante su estadía en Estados Unidos como
ministro plenipotenciario de la República Argentina,
Sarmiento mantuvo una estrecha amistad con Mary
Mann, la esposa de Horace Mann, gran educador estadounidense.
Mary tradujo el Facundo al inglés
y ayudó a Sarmiento a difundir su obra. Una vez que
éste ocupó la presidencia, Mary Mann reclutó
a 67 maestros de distintos lugares de Estados Unidos, quienes se
trasladaron a la Argentina. Esta forma de promover la
educación, mediante la incorporación de extranjeros
a la enseñanza local, se reprodujo en otras
áreas de la ciencia y de
la cultura. La Escuela Normal de Paraná fue puesta bajo la
supervisión del estadounidense George
Stearns y el Observatorio Astronómico Argentino, en
Córdoba, bajo la dirección de Benjamín
Gould. El primer responsable de la Academia de Ciencias fue
el alemán Germán Burmeister. Los instructores
extranjeros también se destacaron en los institutos de
educación militar. La dirección del Colegio
Militar, creado en 1869, fue confiada al militar húngaro
Juan Czetz, quien tanto había servido en la guerra contra
el indio" (3).
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