Aportes pedagógicos de Jiddu
Krishnamurti (1895-1986)
Krishnamurti
Educando al Educador
Editorial Orión
México 1974
El contenido de este folleto, ha sido tomado del
capítulo IX del libro "Un
mundo nuevo"
Edición mexicana 1953
Aunque abierta a todos, la reunión de la fecha
fue convocada especialmente para provecho de educadores y
maestros. Fue presidida por un miembro de la confraternidad de la
Nueva Educación, quien dio la bienvenida a
Krishnamurti en nombre de su institución,
agradeciéndole el honor de su presencia. Luego le
solicitó que les brindara la gracia de sus consejos en
materia de
educación.
Conferencia pronunciada en Bombay, India, en
1948.
Krishnamurti: Señor presidente y amigos: Se me
han enviado muchas preguntas, y me propongo contestar esta tarde
tantas como me sea posible. Todas estas preguntas han sido
redactadas de nuevo, pero se ha conservado de ellas lo
substancial. Algunas preguntas eran repetidas, y nos
pareció que sería mejor combinarlas y escribirlas
de nuevo y hay aquí unas 15 o 16 preguntas. Pero antes de
darles respuesta, desearía decir algo.
A través del mundo está tornándose
cada vez más evidente que el educador necesita que se lo
eduque. No es cuestión de educar al niño sino
más bien al educador, pues él lo necesita mucha
más que el alumno. El alumno, después de todo, es
como una tierna planta que ha menester guía, de ayuda;
pero si el que brinda ayuda es incapaz, estrecho,
fanático, nacionalista y otras cosas más, es
natural que el producto sea
lo que él es. Paréceme, pues, que lo importante no
es tanto la técnica de lo que se ha de enseñar, que
es secundaria, lo que tiene primordial importancia es la inteligencia
del propio educador. Bien sabéis que, a través del
mundo, la
educación ha fracasado, porque ella ha producido las
dos guerras
más colosales y destructivas de la historia; y, puesto que ha
fracasado, el mero hecho de sustituir un sistema por otro
paréceme absolutamente inútil. Si existe, empero,
una posibilidad de cambiar el pensamiento,
el sentir, la actitud del
maestro, entonces podrá tal vez surgir una nueva cultura, una
nueva civilización. Porque es obvio que esta
civilización tiene probabilidades de ser completamente
destruida; la próxima guerra
acabará probablemente con la civilización de
Occidente, tal como la conocemos. Tal vez en este país
seremos también afectados por ella de un modo profundo.
Pero en medio de este caos, de esta miseria, confusión y
lucha, resulta por cierto extraordinariamente grande la responsabilidad del maestro, ya se trate de un
empleado del gobierno, de un
instructor religioso o del que imparte mera información; y los que, teniendo la
educación como medio de vida, no hacen más que
medrar con ella, a mi modo de ver no tienen lugar alguno en la
estructura
moderna de la sociedad, si
es que un orden nuevo ha de crearse. Nuestro problema, pues, no
es tanto el niño, el muchacho o la niña, sino el
maestro, el educador; éste necesita mucho más que
el alumno que se lo eduque. Y educar al educador es mucho
más difícil que educar al niño, porque el
educador ya está definido, fijo.
Su función es
puramente rutinaria, porque en realidad no le interesa el
proceso del
pensamiento, el cultivo de la inteligencia. No hace más
que impartir la instrucción; y un hombre que
sólo brinda informaciones cuando el mundo entero cruje en
sus oídos, no es ciertamente un educador.
¿Pretenderéis decir que la educación es un
medio de vida? Considerarla medio de vida, explotar a los
niños
para provecho de uno mismo, a mí me parece sumamente
contrario al verdadero propósito de la
educación.
De suerte que al contestar todas estas preguntas, el
punto principal es el educador, no el niño. Podéis
proporcionar el ambiente
apropiado, los útiles necesarios, y todo lo demás;
mas lo importante es que el propio educador descubra lo que toda
esa existencia significa. ¿Por qué vivimos, por
qué luchamos, por qué educamos, por qué hay
guerras, por qué hay lucha comunal entre hombre y hombre?
Estudiar todo este problema, hacer que entre en acción
nuestra inteligencia, es por cierto la función de un
verdadero maestro.
El maestro que nada exige para sí, que no se vale
de la enseñanza como medio de adquirir
posición, poder autoridad; el
maestro que enseña realmente, no para beneficiarse ni
siguiendo una línea dada, sino dándole al
niño inteligencia, desarrollándosela y
despertándosela porque cultiva la inteligencia en
sí mismo -un maestro así ocupa ciertamente el
principal lugar en la civilización. Porque, al fin y al
cabo, todas las grandes civilizaciones han tenido por cimientos
los instructores, no los ingenieros y los técnicos. Los
ingenieros y los técnicos son absolutamente necesarios,
pero los que despiertan la inteligencia moral, la
inteligencia ética, son
evidentemente de suprema importancia; y ellos pueden ser
moralmente íntegros y estar libres del deseo de poder, de
posición, de autoridad, tan sólo cuando nada piden
para sí mismos, cuando están más allá
y por encima de la sociedad, y no se hallan bajo el control de los
gobiernos; y cuando están libres de la coacción que
implica la acción social, la cual siempre es acción
de acuerdo a una norma.
Es preciso, pues, que el maestro esté más
allá de los límites de
la sociedad y sus exigencias, para que le sea posible crear una
nueva cultura, una nueva estructura, una nueva
civilización. Pero actualmente nos interesa tan
sólo la técnica de cómo educar al
niño o a la niña, sin cultivar la inteligencia del
maestro; y ello, ante todo aprender una técnica e impartir
esa técnica a mi parecer, es absolutamente vano. Hoy nos
preocupa el niño, no el cultivo de la inteligencia que le
ayudará a habérselas con los problemas de
la vida. Al contestar, pues, estas preguntas, espero que
seáis indulgentes conmigo si no entro en ningún
detalle en particular, y si me ocupo principalmente, no de la
técnica sino del modo correcto de abordar el
problema.
Pregunta: ¿Qué papel puede
desempeñar la educación en la actual crisis
mundial?
Krishnamurti: En primer término, para comprender
qué papel la educación puede desempeñar en
la crisis mundial del presente, debemos comprender cómo la
crisis ha llegado a producirse. Si eso no lo entendemos, la mera
edificación sobre los mismos valores, en el
mismo terreno, sobre los mismos cimientos, traerá
más guerras, nuevos desastres. Tenemos, pues, que
investigar cómo ha llegado a producirse la crisis actual,
y al comprender las causas comprenderemos inevitablemente,
qué clase de
educación necesitamos.
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