INTRODUCCIÓN
Dentro de la historia de las
civilizaciones humanas destaca una en particular, debido a que
representa una de las organizaciones
sociales más estructuradas y sólidas dentro de la
vida antigua del ser humano: Egipto.
Siempre destacada como una civilización
enigmática y de gran interés
para ser investigada, la cultura
egipcia ha brindado a la humanidad el deleite de conocer la
grandeza que los pueblos del pasado pudieron llegar a obtener; es
decir, que no sólo es exclusivo del hombre moderno
el hecho de que se pueda hablar de desarrollo y
hasta de tecnología, puesto
que muchos de los avances que obtuvo este pueblo pueden
describirse como increíbles para el tiempo y las
circunstancias por las cuales tuvieron que pasar.
Si esto no es así cómo explicar el hecho
de que hayan podido construir edificios tan enormes como lo son
las pirámides, cuando su fuerza de
trabajo
residía únicamente en la fuerza humana, las
máquinas sólo podían
encontrarse en los planos inclinados y poleas que usaban
al transportar las piedras que podían ir de media tonelada
a una y media, por decir sólo un ejemplo.
Es por esta razón que creo conveniente retomar
las obras egipcias para lograr esclarecer esa duda que agobia a
muchos sobre si existió en realidad algo parecido a lo que
hoy conocemos como ciencia, pues
creemos ingenuamente que hablar de ciencia es hablar tan
sólo de equipos motorizados o que contienen inteligencia
artificial.
Egipto se ha caracterizado por ser una de las culturas
antiguas más estudiadas por profesionales, ya sean
arqueólogos, historiadores o hasta los que definitivamente
se han denominado egiptólogos, así como curiosos
amateurs que han sido conquistados por la
fascinación que produce leer algo de su historia o, en
definitiva, por haber visitado directamente los vestigios de esta
civilización.
Así pues, la mayor parte de los estudiosos del
tema se han enfocado a analizar el proceso
histórico del antiguo pueblo egipcio (historiadores), sus
vestigios arquitectónicos y funerarios
(arqueólogos) y su religión y
mística (egiptólogos), así como los no
profesionales han tratado de ver, incluso, en los vestigios
egipcios "evidentes pruebas" de
presencia extraterrestre. Por esta razón, creo necesario
retomar una parte del estudio que se enfoca en buscar si hubo
ciencia en el antiguo Egipto y así lograr desprendernos en
lo posible de la idea de que esta cultura fue grande sólo
por la majestuosidad de su arquitectura o
por su abundante religión.
Para lograr encontrar esta ciencia en el antiguo Egipto
me dispuse hacer el estudio de la momificación de
cadáveres humanos, claro está, apoyándonos
en sus ideas religiosas, las cuales eran el motor que
impulsaba tales procesos
funerarios. De esta manera, hay que hacer patentes las técnicas
que permitieron la conservación de los cuerpos humanos por
tantos años y cómo fue entonces que ellos
adquirieron tales conocimientos.
EL
ARTE Y CIENCIA
DE LA MOMIFICACIÓN EN EL ANTIGUO EGIPTO
Al remontarnos en el tiempo para encontrar a los
primeros hombres que comenzaron a poblar lo que después se
llamaría civilización egipcia encontramos que ya
desde la época neolítica, hace unos l0 mil
años a. C., ya vivían en el territorio que hasta
hoy comprende el noreste de África, en Oriente
Próximo, y que limita al norte con el mar
Mediterráneo, dos pueblos muy distintos y de diverso
origen: uno de raza negra, provenía del centro de
África; el otro, de raza mediterránea, había
llegado desde Asia Central. Fue
así como se formaron dos grupos de
civilizaciones: el primero se detuvo en el norte del territorio,
en la región del Delta, fundando la primera
aglomeración urbana, Merimda; el segundo se
estableció en el sur y tuvo un lugar llamado Tasa como
capital del
distrito.
El pueblo egipcio, para este entonces, ya estaba
dividido en dos grupos desde aquella lejana época y
habría quedado un rastro de ello en la división del
territorio en Nomos (así llamados por los griegos) de los
que había veintidós en el Alto Egipto y veinte en
el Bajo. Se llamó, asimismo, a esta etapa "el tiempo del
Dios", en la cual el rey Osiris ocupaba el trono de Egipto.
Según la leyenda, fue el mismo Osiris quien realizó
la primera unificación de los dos grupos étnicos;
pero ésta fue de corta duración, pues hay que
llegar aproximadamente a 3.200 a. de J.C. para hablar de historia
egipcia, no así de su religión.
La vida para un egipcio estaba totalmente regida, como
pasaba en muchas culturas antiguas como la sumeria o babilonia,
por la religión, ya que como se sabe ésta significa
el principio de la vida que está materializada (o mejor
dicho abstraída) en un dios primigenio que dio origen a
los hombres y a otros dioses que se encargan de controlar
distintas facetas de la naturaleza.
En este sentido, para los egipcios, los dioses eran
personalidades superiores, que poseían poderes
sobrenaturales y que, por supuesto, ningún hombre
podía igualarlos. A algunos de ellos se les
atribuía funciones
determinadas, y a otros se les daba un carácter más general.
Hoy en día, y por todo el
conocimiento nuevo aportado por la arqueología, los
especialistas sostienen que el desarrollo que produjo la
civilización egipcia fue un fenómeno
básicamente interno, llevado a cabo por una población muy mezclada debido a las
inmigraciones de varios lugares de África que convergieron
en Egipto. Así, pues, su panteón está
poblado de una gran variedad de dioses, de los cuales sobresalen
Ra, Osiris, Isis, Anubis, Set y Horus. Para este planteamiento
hay que tomar como referencia a cuatro de los dioses mencionados
anteriormente, ya que la leyenda que engloba a la
momificación hace referencia que siendo Osiris y Set
enemigos acérrimos siempre se disputaban la
supremacía, hasta que Set en un acto violento mata y
descuartiza a Osiris regando sus restos en los cuatro puntos
cardinales del mundo. Debido a esto Isis, la mujer de
Osiris, se encarga de buscar sus restos y armar, si así
puede decírsele, a Osiris para que ella pudiera procrear y
para que su esposo pudiera lograr el descanso en el Valle de los
Muertos. Así lo hizo y pudo procrear.
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